Indice de Las tinajas de Ulúa de Teodoro Hernández Los revolucionarios de Viesca y de Las Vacas Santiago de la Hoz, exponente de rebldíaBiblioteca Virtual Antorcha

Teodoro Hernández

LAS TINAJAS DE ULÚA

Santanón en el movimiento de Acayucan


... El fracaso del más serio movimiento en los albores de la Revolución o sea el movimiento de Acayucan el 30 de septiembre de 1906, encabezado por Hilario C. Salas, por haber sido por la causa de la justicia, contribuyó a pesar de todo, al derrocamiento de la Dictadura. Porque puede asegurarse que desde ese momento se inició la época de desorganizacion positiva del régimen dictatorial que privaba.

El extinto Hilario C. Salas fue el alma de ese movimiento que conmovió a la nación entera, teniendo como seguros a Hilario Gutiérrez que aún vive en Acayucan, a Donaciano Pérez, fallecido ya y a Genaro Sulvarán. quienes al frente de 300 hombres más o menos, de la sierra de Soteapan atacaron la plaza de Acayucan hasta llegar al Palacio Municipal, sin haber logrado retener el punto por haber sido herido de gravedad Salas.

Al mismo tiempo que Salas y los suyos se dirigieron a atacar Acayucan, Enrique Novoa y Cándido D. Padua con otro núcleo de hombres, se dirigieron a atacar Minatitlán, y un tercer grupo encabezado por Juan Alfonso, Román Marin y otros más, se encaminó al ataque de Coatzacoalcos, población a la que se le había substituido ese nombre por el de Puerto México, por influencia de la Compañía Pearson. Estos movimientos fracasaron por la impericia natural de los promotores y el pánico reinante entonces en el pueblo.

Hilarío C. Salas era delegado de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, a la que tenía al tanto de sus trabajos. Al ser descubierto los planes de dicha Junta en la frontera Norte, comunicó a los comprometidos que hicieran desde luego lo que a su alcance estuviera. Salas, al recibir la funesta noticia, no se arredró; prestamente y contando con la mayoría de los miembros de los clubes liberales Valentín Gómez Farías de Coatzacoalcos y Vicente Guerrero de Chinameca, levantó en armas a los serranos de Soteapan, abarcando el movimiento de rebelión regiones de los tres cantones circunvecinos: Acayucan, Minatitlán y San Andrés Tuxtla. Para el efecto, Salas hizo circular la proclama respectiva que recibió de la Junta y que en parte dice:

Conciudadanos:

En legítima defensa de las libertades holladas, de los derechos conculcados, de la dignidad de la patria pisoteada; en defensa de nuestro honor y de nuestra vida amenazados por un Gobierno que considera delito la honradez y ahoga en sangre los más legales y pacíficos intentos de emancipación; en defensa de la Justicia, ultrajada sin tregua ... nos rebelamos contra la dictadura de Porfirio Díaz, y no depondremos las armas que hemos empuñado con toda justificación, hasta que en unión de todo el Partido Liberal Mexicano, hayamos hecho triunfar el Programa promulgado el día 1° de julio del corriente año, por la Junta Organizadora del Partido Liberal.

Los excesos cometidos a diario por la dictadura en toda la extensión de nuestro inforturado país, los atentados en contra el derecho electoral, contra el derecho de reunión, contra la libertad de imprenta y de discurso, contra la libertad del trabajo; las hecatombes con que sofoca el gobierno las manifestaciones de civismo, los asesinatos y los robos que cínicamente y en todas partes cometen las autoridades, el desprecio sistemático con que tratan al mexicano los actuales gobernantes, las consignaciones a los ciudadanos independientes, los empréstitos enormes con que la dictadura ha comprometido a la Nación sin más objeto que el enriquecimiento de unos cuantos opresores, la indignidad de nuestros tiranos que han solicitado la invasión de nuestro territorio por fuerzas extranjeras, y en una palabra, todo este cúmulo de iniquidades, de opresiones, de latrocinio y de crímenes de todo género que caracterizan al gobierno porfirista, ameritan ser detenidos y castigados por el pueblo, que si durante treinta años ha sido respetuoso y humilde con la vana esperanza de que sus déspotas volvieran al buen camino, hoy que se ha convencido de su error y se ha cansado de soportar cadenas, sabrá ser inflexible en la reivindicación de sus derechos.

Los crímenes cada día mayores de la dictadura, y la imposibilidad de ser atendidos por medios pacificos, pues cuantas veces hemos querido ejercitar un derecho hemos sido atropellados por los tiranos; nos precipitan a la Revolucion, los que en ella vean un mal, no culpen al pueblo que durante treinta años ha sido de sobra pacífico y sufrido, culpen a la tiranía que por sus desenfrenos y su despótica intolerancia, nos ha hecho preciso recurrir a la fuerza de las armas para defender nuestros derechos y realizar nuestras justas y honradas aspiraciones.

No hay tras de nuestro movimiento miras ambiciosas ni personalismo. Luchamos por la Patria, por todos los oprimidos en general, por el mejoramiento de todas las condiciones políticas y sociales en nuestro país, para beneficio de todos. Nuestra bandera de lucha es el Partido Liberal. La única autoridad que reconocemos mientras se establece un Gobierno elegido por el pueblo, es la Junta Organizadora del Partido Liberal.

Somos una fracción de ese gran Partido que ha luchado y luchará hasta vencer por la redención de la Patria, y obramos de acuerdo con nuestros correligionarios del resto del país que, como nostros, se han levantado en esa misma fecha contra la actual corrompida administración, que no tarda en ser derribada y que en estos momentos ya tiembla ante el formidable movimiento revolucionario que estremece todos los ámbitos de la República Mexicaña.

Salas reunió unos mil hombres, casi todos de la sierra de Soteapan, en un lugar cercano al pueblo de Chinameca, del cantón de Minatitlán, armados muy deficientemente, y los dividió en tres fracciones para atacar, respectivamente, las plazas ya mencionadas.

A continuación, el 3 de octubre, se registró el levantamiento de Ixhuatlán, también del entonces cantón de Minatitlán, encabezado por Palemón Riveroll y Carlos Rosaldo, con más de 300 hombres, siendo sofocado este movimiento por soldados federales al mando del teniente Lamberto Herrera, quien al llegar triunfante a la plaza de Ixhuatlán, capturó a toda persona pacífica que encontró en su casa, remitiendo a todos los capturados a Ulúa, de acuerdo con el atrabiliario jefe político, Manuel Santibáñez y los caciques de la región.

Días después, tras de una tenaz persecución, con ayuda eficacísima de campesinos y gente de la comarca bajo el temor la complicación e intrigas de caciques, fueron capturados los jefes rebeldes y remitidos a la prisión de Ulúa, juntamente con cuatrocientos individuos más procedentes de la Sierra de Soleapan, Acayucan, Chínameca, Minatitlán y de otras partes. muchos sin haber tomado partlcipación en el movimiento; pues fueron vlctimas de las intrigas de los celosos caciques.

Cándido D. Padua que tomó principal participación en el movimiento al lado de Enrique Novoa, pudo escapar a la persecución de los federales y por esta razón no fue llevado a Ulúa, habiendo podido en consecuencia, seguir levantado en armas con la colaboración, más tarde, de Santana Rodríguez (Santanón), quien valientemente murió en un combate con las fuerzas federales, el 17 de octubre de 1910. Juntamente con él murieron sus compañeros inseparabies Eduardo Díaz, Fermín Cortés, Pedro Garduza, Espiridión Pérez.

Sobre la figura de Santanón se han hecho muchas relaciones falsas, no faltando quien haya afirmado que estuvo en Ulúa, lo cual hemos desmentido en otra ocasión.

Contra lo que muchos han creído y afirmado, Santanón no operó de acuerdo con la Junta Revolucionana presidida por R. Flores Magón, sino hasta el 19 de julio de 1910 que se unió al contingente que mandaba Padua y no desde el comienzo de sus hazañas que tanto dieron que decir a la prensa nacional y extranjera. El error de algunos ha obedecido, seguramente, a que cuando Santanón fue muerto por fuerzas federales, el 17 de octubre del propio año de 1910, como ya se ha dicho, se le encontraron documentos que lo acreditaban por la expresada Junta Revolucionaria como delegado y comandante militar en aquella zona, supeditado a Padua, documentos extendidos como cunsecuencia del pacto que Padua y Santanón hicieron en la reunión de 19 de julio.

Cuando se desarrollaban estos acontecimientos, Hilario Salas, que no pudo ser aprehendido por los federales, se encontraba de incógnito en México haciendo gestiones para obtener la necesaria cooperación de revolucionarios que obraban de acuerdo con la Junta para que el nuevo movimiento que se preparaba en Acayucan por Padua, como su segundo, no fracasara; y como quien esto escribe se hallaba oculto en esta misma capital, perseguido por la Dictadura en relación con los sucesos de Acayucan, estuve enterándose por el mismo Salas de las pláticas de Padua con Santanón; pues aquél se encontraba en constante comunicación con Padua por medio de cartas en clave.

Salas se aúsentó de la capital en viaje de propaganda incognita para los Estados de Tlaxcala y Puebla y nó volvimos a vernos sino hasta en la Penitenciaría del D. F., en 1911; pues tanto él como yo fuimos por fin capturados.

Hubo un interregno durante los gobiernos del Lic. De la Barra y de don Francisco I. Madero para Hilario Salas, quien volvió a la brega con otros viejos compañeros suyos, lanzando contra la usurpación de Huerta la siguiente proclama:

MANIFIESTO A LA NACIÓN

Mexicanos:

En nombre de los grupos que representamos, os manifestamos que con esta fecha empuñamos las armas para desconocer al Gobierno Interino del General Victoriano Huerta, emanado del cuartelazo de la Ciudadela el 10 de febrero del presente año; gobierno impuro que intenta restaurar el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, que asesinó todas las libertades del pueblo mexicano, cuya restauración no debemos consentirla.

En nombre del derecho y de la Justicia, y de esas libertades ultrajadas, levantamos la bandera roja de la rebelión, secundando el movimiento que mantienen nuestros hermanos del norte, centro y sur de la República. Somos una fracción de ese pueblo tantas veces oprimido y humillado por los déspotas caciques y tiranos del poder, que hemos luchado y hoy volveremos a la lucha y lucharemos por el triunfo de nuestros ideales, contenidos en el Plan de San Luis Potosí, reformado en Tacubaya y Villa de Ayala, y no depondremos las armas hasta no ver el derrocamiento de este gobierno que ha manchado de lodo el nombre inmaculado de la patria y la dignidad del pueblo mexicano ante las naciones extranjeras, con la traición efectuada en la Capital de México, o sea el cuartelazo de la Ciudadela; traición jamás registrada en los anales de nuestra historia patria.

No luchamos por personalidades ni ambiciones personales, pues queremos que la revolución no sea simplemente un movimiento político en el que sólo se consiga el cambio de mandatarios, sino por una reforma política y social que contribuya al mejoramiento de todos en nuestro país.

Estamos convencidos que las revoluciones de los caudillos siempre son dañosas para las naciones. Sostenemos ante todo y sobre todo los principios de nuestro Programa revolucionario (el del Partido Liberal Mexicano expedido el 1° de julio de 1906), y estamos dispuestos a luchar contra todos los que dan vida y sostienen a los gobiernos tiranos.

Ciudadanos: Venid a engrosar nuestras filas libertarias, y todos tenemos obligación de luchar por la causa del pueblo, convenciendo a los soldados a que, lejos de empuñar las armas contra sus hermanos, vengan a nuestras filas, pues ellos son también oprimidos por los déspotas, ellos son hijos del pueblo como nosotros; su deber es sostener la integridad y las instituciores nacionales y no para sostener a ambiciosos vulgares que han manchado con sus actos el querido nombre de nuestra patria.

Conciudadanos: Viva la Revolución. Abajo el Gobierno del general Huerta.

Reforma, Libertad y Justicia.

Faldas del Volcán de los Tuxtlas.
Junio 7 de 1913.

P. A. Carvajar.
Hilario B. Salas.
Miguel Alemán.
Teodoro Constantino Gilbert.
Felipe Leal.
Alejo Santos.
Sotero Vargas.
Onésimo Carvajal
José Jáuregui.
Gregorio Molina.
Andrés Ortiz.
Marcelino Absalón Pérez.
Marcelino Gutiérrez.

Entre los periódicos que libraron formidables batallas para destruir la omnipotencIa del Dictador, diseminando la semilla del liberalismo que había de dar sus frutos, se cuenta en primer término El Hijo del Ahuizote con hirientes caricaturas del notable artista Jesús Martínez Carrión. En ese periódico colaboraron Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Santiago R. de la Vega, Alfonso Cravioto, Santiago de la Hoz, Luis Jaso. Todos fueron a dar a la cárcel de Belén, donde sufrieron toda clase de miserias morales por parte de los esbirros de la dictadura.

Santiago R. de la Vega, precursor superviviente, hizo, en la velada en homenaje a la memoria de Juan Sarabia, en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria el 29 de octubre de 1932, una magnífica síntesis histórica de la obra de los Precursores de la Revolución.
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