Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

A LOS QUE LEYEREN.

Puse al principio de la Historia su introduccion o proemio, como lo estilaron los Antiguos, donde tuvieron su lugar los motivos que me obligaron a escribirla, para defenderla de algunas equivocaciones que padeció en sus primeras noticias esta empresa: tratada en la verdad con poca reflexion de nuestros Historiadores, y perseguida siempre de los estrangeros, que no pueden sufrir la gloria de nuestra Nacion, ni acaban de conocer lo que obran contra sí en estas cavilaciones; pues descubren la flaqueza de su emulacion, y ordinariamente queda mejor el invidiado.

Es la Conquista de Nueva España uno de los mayores argumentos que celebra el mundo en sus Anales; pero esta grandeza pedia igual Historiador, y me desalienta hoy, poniendome a la vista los peligros de mi pluma. Contentaréme con que no pierdan lo admirable y lo heroyco los sucesos que refiero: y en lo demás dexo toda su libertad a la censura, pues me hallo en edad que pudiera temer los aplausos como enemigos de los desengaños.

Los adornos de la eloqüencia son accidentes en la Historia, cuya substancia es la verdad, que dicha como fue, se dice bien: siendo la puntualidad de la noticia la mejor elegancia de la narracion. Con este conocimiento he puesto en la certidumbre de lo que refiero mi principal cuidado. Exámen, que algunas veces me volvió a la tarea de los libros y papeles: porque hallando en los sucesos, o en sus circunstancias, discordantes, con notable oposicion a nuestros mismos Escritores, me ha sido necesario buscar la verdad con poca luz, o congeturarla de lo mas verisímil; pero digo entonces mi reparo: y si llego á formar opinion, conozco la flaqueza de mi dictamen, y dexo lo que afirmo al arbitrio de la razon.

Esta discordancia de los Autores me ha puesto en el empeño de impugnar a los de contrario sentir; pero solo en aquella parte que no se pudo excusar, dexandolos en lo demás con toda la estimacion que se debió a su diligencia: porque nunca fui tan ingenioso en ageno libro, que me pareciese bastante un descuido para destruir un artífice: particularmente quando en las primeras noticias que vinieron de las Indias, anduvo la verdad algo achacosa, y poco recatado el credito de las relaciones: siendo cierto que donde salió verdadero un Nuevo Mundo, pudo abrazarse lo menos creible sin demasiada credulidad.

En quanto al estílo que deben seguir los Historiadores (consista su fábrica o su acierto en la eleccion de las voces, o en la colocacion de las palabras, o en la formacion de los periodos) he deseado gobernarme por lo que observaron los Autores de mayor nota, ciñendome a los términos mas rigurosos de la lengua Castellana, capaz, en mi sentir, de toda la propiedad que corresponde a la esencia de las cosas, y de todo el ornato que alguna vez es necesario para endulzar lo util de la oracion.

A tres géneros de darse a entender con las palabras reducen los Erudítos el carácter, o el estilo de que se puede usar en diferentes facultades: y todos caben, o son permitidos en la Historia. El humilde o familiar, que se usa en las cartas o en la conversacion, pertenece a la narracion de los sucesos. El moderado, que se prescribe a los Oradores, se debe seguir en los razonamientos que algunas veces se introducen para dar a entender el fundamento de las resoluciones. Y el sublime, o mas elevado, que solo es peculiar a los Poetas, se puede introducir con la debida moderacion en las descripciones, que son como unas pinturas o dibujos de las provincias o lugares donde sucedió lo que se refiere, y necesitan de algunos colores para la informacion de los ojos.

No presumo de haberme sabido entender con estas diferencias del estílo: que hay mucho que andar entre la especulacion y la práctica; pero hice mis esfuerzos para caminar sobre las mejores huellas, y confieso, para confusion mía, que tuve intento de imitar a Tito Livio: inclinacion, que a pocas líneas me dió con la dificultad en los ojos, y me volví naturalmente al desaliño de mis locuciones: entrando en conocimiento de que no puede haber perfecta imitacion en el estílo de los hombres; porque cada uno habla y escribe con alguna diferencia de los otros, y tiene su propio dialecto para darse a entender con no sé que distincion, que solo se conoce quando se compara. Providencia maravillosa de la naturaleza, que puso en el decir algunas señas que diferencien los sugetos: hallando cierto género de armonía en lo que importan al mundo estas y otras desemejanzas.

En el estílo, pues, que me señaló esta gran maestra, escribí la Historia que sale hoy a luz, temiendo hallar esta misma desemejanza en los juicios humanos; pero cumplo como puedo con la profesion de Cronista que me puso la pluma en la mano, y quedaría satisfecho con no desagradar a todos: tan lejos estoy de hacer por mi fama, lo que obré por mi obligacion. Recibanse benignamente, como necesarios a la introduccion de la Historia, estos presupuestos de mi ingenuidad: y sobre todo imploro la benevolencia de los que leyeren este libro, para que me sean testigos de que no hay en él palabra ó sentencia que no vaya sujeta enteramente a la correccion de la santa Iglesia Católica Romana, a cuyo infalible dictamen rindo mi entendimiento, confesando que pudo errar la ignorancia sin noticia de la voluntad.

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