Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de Solís | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LIBRO PRIMERO.
CAPÍTULO NOVENO.
Dificultades que se ofrecieron en la eleccion de Cabo para la nueva armada: y quién era Hernan Cortés, que ultimamente la llevó a su cargo.
Pero conociendo entonces Diego Velazquez quanto importa la celeridad en las resoluciones, y que, si se dexa perder el tiempo, suele desazonarse la ocasion, ordenó luego que se diese carena a los quatro baxeles que sirvieron en la jornada de Grijalva, con los quales, y con los que se habian comprado, se juntaron diez de ochenta hasta cien toneladas: y caminando al mismo paso en el cuidado de armarlos, pertrecharlos y bastecerlos, se halló brevemente indeciso y rezeloso en la dificultad de nombrar Cabo que los gobernáse. Era su intento buscar persona tan resuelta, que supiese desembarazarse de las dificultades, y tomar partido con los accidentes; pero tan apagada, que no supiese dar unos zelos, ni tener otra ambicion que de la gloria agena: lo qual, en su modo de discurrir, era lo mismo que buscar un hombre de mucho corazón y de poco espíritu; pero no siendo fáciles de juntar estos extremos, tardó la resolucion algunos dias. La gente se inclinaba a Juan de Grijalva; y la voz comun suele hacer justicia en sus elecciones: porque le asistian sus buenas partes, lo que habia trabajado en aquel descubrimiento, y la noticia con que se hallaba de la navegacion y de la tierra.
Salieron a la pretension Antonio y Bernardino Velazquez, parientes mas cercanos del Gobernador, Baltasár Bermudez, Vasco Porcallo y otros Caballeros que habia en aquella Isla, capaces de aspirar a mayores empleos: y cada uno discurria en éste como si estuviera sola su razon: que ordinariamente quien dilata la provision de los cargos, convida pretendientes, y parece que trata de atesorar quejosos.
Pero Diego Velazquez duraba en su irresolucion, hallando en unos que temer, y en otros que desear; hasta que aconsejandose con Amador de Lariz, Contador del Rey, y con Andrés de Duero, su Secretario, que eran toda su confianza, y conocian su condicion, le propusieron a Hernan Cortés, grande amigo de los dos, alabandole con moderacion, por no hacer sospechoso el consejo: y dando a entender que hablaban por el acierto de la eleccion, mas que por la conveniencia de su amigo. Fue bien oída la proposicion, y ellos se contentaron con verle inclinado, dandole tiempo para que lo meditáse, y volviese persuadido a la plática, o mejor dispuesto para dexarse persuadir.
Pero antes que pasemos adelante, será bien que digamos quien era Hernan Cortés, y por quántos rodeos vino a ser de su valor y de su entendimiento aquella grande obra de la conquista de Nueva España, que puso en sus manos la felicidad de su destino. Llamamos destino, hablando christianamente , aquella soberana y altisima disposicion de la primera causa, que dexa obrar a las segundas como dependientes suyas, y medianeras de la naturaleza, en orden a que suceda con la eleccion del hombre lo que permite o lo que ordena Dios. Nació en Medellin, villa de Estremadura, hijo de Martin Cortés de Monroy y Doña Catalina Pizarro Altamirano, cuyos apellidos no solo dicen, sinó encarecen lo ilustre de su sangre. Dióse a las letras en su primera edad, y cursó en Salamanca dos años, que le bastaron para conocer que iba contra su natural, y que no convenia con la viveza de su espíritu aquella diligencia perezosa de los estudios. Volvió a su casa resuelto a seguir la guerra: y sus padres le encaminaron a la de Italia, que entonces era la de mas pundonor, por estar calificada con el nombre del Gran Capitan; pero al tiempo de embarcarse, le sobrevino una enfermedad que le duró muchos dias: de cuyo accidente resultó el hallarse obligado a mudar de intento, aunque no de profesion. Inclinóse a pasar a las Indias, que como entonces duraba su conquista, se apetecian con el valor, mas que con la codicia. Executó su pasage con gusto de sus padres el año de mil quinientos y quatro, y llevó cartas de recomendacion para Don Nicolás de Obando, Comendador mayor de la Orden de Alcántara, que era su deudo, y gobernaba en esta sazon la Isla de Santo Domingo. Luego que llegó a de ella, y se dió a conocer, halló grande agasajo y estimacion en todos, y tan agradable acogida en el Gobernador, que le admitió desde luego entre los suyos, y ofreció cuidar de sus aumentos con particular aplicacion. Pero no bastaron estos favores para divertir su inclinacion; porque se hallaba tan violento en la ociosidad de aquella Isla, ya pacificada y poseida sin contradiccion de sus naturales, que pidió licencia para empezar a servir en la de Cuba, donde se trahian por entonces las armas en las manos: y haciendo este viage con beneplácito de su pariente, trató de acreditar en las ocasiones de aquella guerra su valor y su obediencia, que son los primeros rudimentos de esta facultad. Consiguió brevemente la opinion de valeroso; y tardó poco mas en darse a conocer su entendimiento: porque sabiendo adelantarse entre los soldados, sabía tambien dificultar y resolver entre los Capitanes.
Era mozo de gentil presencia y agradable rostro, y sobre estas recomendaciones comunes de la naturaleza, tenia otras de su propio natural, que le hacian amable; porque hablaba bien de los ausentes, era festivo y discreto en las conversaciones, y partia con sus compañeros quanto adquiria, con tal generosidad, que sabia ganar amigos, sin buscar agradecidos. Casó en aquella Isla con Doña Catalina Suarez Pacheco, doncella noble y recatada; sobre cuyo galanteo tuvo muchos embarazos, en que se mezcló Diego Velazquez, y le tuvo preso, hasta que ajustado el casamiento, fue su padrino, y quedaron tan amigos que se trataban con familiaridad; y le dió brevemente repartimiento de Indios, y la vara de Alcalde en la misma villa de Santiago: ocupacion que servian entonces las personas de mas cuenta, y que solía andar entre los Conquistadores mas calificados.
En este parage se hallaba Hernan Cortés quando Amador de Lariz y Andrés de Duero le propusieron para la conquista de Nueva España; y fue con tanta destreza, que quando volvieron a verse con Diego Velazquez, prevenidos de nuevas razones para esforzar su intento, le hallaron declarado por Hernan Cortés, y tan discursivo en las conveniencias de fiarle aquella empresa, que se les convirtió en lisonja la persuasion que llevaban meditada; y trataron solo de obligarle con asentir a lo mismo que deseaban. Discurrióse en la conveniencia de que se hiciese luego el nombramiento, para desarmar de una vez a los pretendientes: y no se descuidó Andrés de Duero en pasar, por diligencia de su profesion, la brevedad del despacho, cuya substancia fue: Que Diego Velazquez, como Gobernador de la Isla de Cuba, y promovedor de los descubrimientos de Yucatán y Nueva España, nombraba a Hernan Cortés por Capitan General de la armada, y tierras descubiertas, y que se descubriesen, con todas aquellas extensiones de jurisdiccion, y cláusulas honoríficas que la amistad del Secretario puede ingerir como primores de la formalidad.
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