Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO QUINTO.


CAPÍTULO DÉCIMOSEPTIMO.

Hace nueva salida Hernan Cortés para reconocer la laguna por la parte de Suchímilco, y en el camino tiene dos combates peligrosos con los enemigos, que halló fortificados en las sierras de Guastepéque.

Quisiera Hernan Cortés que Gonzalo de Sandoval no se hubiera retirado sin penetrar por la parte de Suchímilco a la laguna, que distaba pocas leguas de Guastepéque: porque importaba mucho reconocer aquella ciudad, respecto de haber en ella una calzada bastantemente capaz, que se daba la mano con las principales de México. Y como el estado en que se hallaban los bergantines daba lugar para que se hiciese nueva salida, se tuvo por conveniente aprovechar aquel tiempo en adquirir esta noticia. Resolucion en que se consideró tambien la conveniencia de cubrir el paso de Tlascála, dando calor a los Chalqueses, que, al parecer, no estaban seguros de nuevas invasiones. Executóse luego esta jornada, y la tomó Hernan Cortés a su cargo, teniendola por digna de su cuidado. Llevó consigo a Christoval de Olid, Pedro de Alvarado, Andres de Tapia, y Jolian de Alderete, con trescientos Españoles, a cuyo número se agregaron las tropas de Tezcúco y Tlascála que parecieron bastantes, con el presupuesto de que hallaban con las armas en las manos al Cacique de Chalco, y a las demás naciones amigas de aquel parage.

Dexó el gobierno militar de la plaza de armas a Gonzalo de Sandoval, y el político al Cacique Don Hernando, en quien duraban sin menoscabo el afecto y la dependencia: y aunque le llamaban siempre su edad y su espíritu a mas briosa ocupacion, tenia entendimiento para conocer que merecia mas obedeciendo.

Eran los cinco de Abril de mil y quinientos y veinte y uno quando salió Hernan Cortés de Tezcúco: y hallando el camino sin rumor de Mexicanos, marchó en tanta diligencia, que se alojó en Chalco en la noche siguiente. Halló juntos y sobresaltados en aquella ciudad a los Caciques amigos, porque no esperaban el socorro de los Españoles, y se habia descubierto a la parte de Suchímilco nuevo exército de los Mexicanos, que venian con mayores fuerzas a destruir y ocupar aquella tierra. Fueron las demostraciones de su contento, iguales al conflicto en que se hallaban, arrojarse a los pies de los Españoles, y volver los ojos al cielo, atribuyendo a su disposicion, como la entendian, aquella súbita mudanza de su fortuna. Pensaba Hernan Cortés servirse de sus armas, y dexandolos en la inteligencia de que venia solo a socorrerlos, hizo lo que pudo para que se cobrasen del temor que habían concebido: y pasó despues a empeñarlos en la presuncion de valientes con los aplausos de su victoria.

Tenian estos Caciques adelantadas sus centinelas, y dentro del país enemigo algunas espías, que pasando la palabra de unas a otras, daban por instantes las noticias del exército enemigo: y por este medio se averiguó que los Mexicanos (con noticia ya de que iban Españoles al socorro de Chalco) habian hecho alto en las montañas del camino, dividiendo sus tropas en las guarniciones de unos lugares fuertes, que ocupaban las cumbres de mayor aspereza. Podia mirar a dos fines esta detencion, o tener su gente oculta y desunida en aquellas eminencias hasta que se retiráse Cortés, para lograr el golpe contra sus aliados, o lo que parecia mas probable, aguardar el exército, donde militaban de su parte las ventajas del sitio: y en uno y otro caso pareció conveniente buscarlos en sus fortificaciones, por no perder tiempo en el viage de Suchímilco.

Marchó con esta resolucion el exército aquella misma tarde a un lugar despoblado cerca de la montaña , donde se acabaron de juntar las milicias de Chalco y su contorno: gente numerosa, y de buena calidad, que dió cuerpo al exército, y aliento a las demás naciones que se acercaban al paso estrecho algo imaginativas. Empezóse a penetrar la sierra con la primera luz de la mañana, entrando en una senda que se dexaba seguir con alguna dificultad entre dos cordilleras de montes, que comunicaban al camino parte de su aspereza. Dexaronse ver en una y otra cumbre algunos Mexicanos que venian a provocar desde lejos: y se prosiguió a paso lento la marcha, desfilada la gente segun el terreno, hasta desembocar en un llano de bastante capacidad, que se formaba en el desvio de las sierras, para volverse a estrechar poco despues, donde se dobló el exército lo mejor que pudo, era por haberse descubierto en lo mas eminente una gran fortaleza, cuyo parage tenian ocupado los enemigos, con tanto número de gente, que pudiera dar cuidado en puesto menos ventajoso. Era su intento irritar a los Españoles, para traherlos al asalto de aquellos precipicios, donde necesariamente habian de peligrar en su resistencia, y en la resistencia del camino.

Hirieron dentro del ánimo a Cortés las voces con que se burlaban de su detencion, o no pudo componerse con la paciencia de sus oidos para sufrir las injurias con que acusaban de cobardes a los Españoles: y dexandose llevar de la cólera (que pocas veces aconseja lo mejor) acercó el exército al pie de la sierra, y sin detenerse a elegir la senda menos dificultosa, mandó que avanzasen al ataque dos compañias de arcabuces y ballestas a cargo del Capitan Pedro de Barba, en cuya compañia subieron algunos soldados particulares que se ofrecieron a la faccion, y nuestro Bernal Diaz del Castillo, que teniendo asentado el credito de su valor, era continuo pretendiente de las dificultades.

Retiraronse los Mexicanos quando empezaron a subir los Españoles, fingiendo alguna turbacion, para dexarlos empeñar en lo mas agrio de la cuesta: y quando llegó el caso, volvieron a salir con mayores gritos, dexando caer de lo alto una lluvia espantosa de grandes piedras, y peñascos enteros que barrian el camino, llevandose tras sí quanto encontraban. Hizo gran daño esta primera carga, y fuera mayor si el Alferez Christoval del Corral, y Bernal Diaz del Castillo, que se habian adelantado a todos, recogiendose al cóncavo de una peña, no avisáran a los demás que hiciesen alto, y se apartasen de la senda; porque ya no era posible pasar adelante, sin tropezar en mayores asperezas. Conoció al mismo tiempo Hernan Cortés que no era posible caminar por aquella parte al asalto: y no sin temor de que hubiesen perecido todos, envió la orden para que se retirasen, como lo executaron con el mismo riesgo. Quedaron muertos en esta faccion quatro Españoles: baxó maltratado el Capitan Pedro de Barba: y fueron muchos los heridos, cuya desgracia sintió Hernan Cortés en lo interior, como inadvertencia suya, y para los otros, como accidente de la guerra, escondiendo en las amenazas contra el enemigo la tibieza de sus disculpas.

Trató luego de adelantarse con algunos de sus Capitanes a buscar senda menos dificultosa para subir a la cumbre: resolucion en que le tiraban con igual fuerza el deseo de vengar su pérdida, y la conveniencia de no proseguir su viage, dexando aquellos enemigos a las espaldas. Pero no se puso en execucion esta diligencia: porque se descubrió al mismo tiempo una emboscada, que le puso mas cerca la ocasion de venir a las manos. Baxaron los enemigos que andaban por la sierra de la otra banda, y ocupando un bosque poco distante del camino, esperaban la ocasion de acometer por la retaguardia, quando viesen el exército mas empeñado en lo pendiente de la cuesta: y tenian avisados a los de arriba, para que saliesen al mismo tiempo a pelear con la vanguardia. Notable advertencia en aquellos bárbaros, de que se conoce quanto enseña la malicia y el odio en estos magisterios de la guerra.

Movió su exército Hernan Cortés, con apariencias de seguir su marcha: y dando el costado a la emboscada, volvió sobre los enemigos, quando, a su parecer, los tuvo asegurados; pero escaparon con tanta celeridad al favor de la maleza, que fue poco el daño que recibieron: y reconociendose al mismo tiempo, que algo mas adelante salian huyendo al camino de Guastepéque, avanzó la caballería en su alcance, y caminó algunos pasos la infantería: de cuyo movimiento resulto el conocerse que los Mexicanos de la cumbre habian abandonado su fortaleza, y venian siguiendo la marcha por lo alto de la sierra: con que cesó el inconveniente que se habia considerado en dexarlos a las espaldas, y se prosiguió el camino, sin mas ofensa que la importunacion de las voces; hasta que se halló (cosa de legua Y media mas adelante) otra fortaleza como la pasada, que tenian ya guarnecida los enemigos, habiendose adelantado para ocuparla: y aunque sus gritos y amenazas irritaron bastantemente a Cortés, estaba cerca la noche, y cerca el escarmiento para entrar en nuevas disputas sin mayor exámen.

Alojó su exército cerca de un lugarcillo algo eminente que se halló despoblado, y decubria las sierras del contorno, donde se padeció grande incomodidad, porque faltó el agua, y era otro enemigo la sed, bastante a sobresaltar las horas del sosiego. Remedióse por la mañana esta necesidad en unos manantiales que se hallaron a poca distancia: y Hernan Cortés, ordenando que le siguiese puesto en orden el exército, se adelantó a reconocer aquella fortaleza que ocupaban los Mexicanos: y la halló mas inaccesible que la pasada, porque la subida era en forma de caracol, descubierto a las ofensas de la cumbre; pero reparando en que a tiro de arcabuz se levantaba otra eminencia que tenian sin guarnicion, mandó a los Capitanes Francisco Verdugo y Pedro de Barba, y al Tesorero Julian de Alderete que subiesen a ocuparla con las bocas de fuego, para embarazar las defensas de la otra cumbre: lo qual se puso luego en execucion por camino encubierto a los enemigos, que a las primeras cargas se atemorizaron de ver la gente que perdian, y trataron solo de retirarse apresuradamente a un lugar de considerable poblacion, que se daba la mano con la misma fortaleza: cuya novedad se conoció abaxo en la intermision de las voces; y al mismo tiempo que se daban las órdenes para el ataque, avisaron lan de la montaña vecina que los Mexicanos abandonaban su fortaleza, y se iban desviando a lo interior de la tierra: con que se tuvo por ocioso reconocer aquel puesto que no se habia de conservar, ni era de conseqüencia faltando el enemigo que le defendia.

Pero antes de volver a la marcha, se descubrieron en lo alto algunas mugeres que clamaban por la paz, tremolando y abatiendo unos paños blancos, y acompañando esta demostracion con otras señales de rendimiento, que obligaron a que se hiciese llamada: en cuya respuesta baxó luego el Cacique de aquella poblacion, y dió la obediencia, no solamente por la fortaleza en que residia, sinó por la otra que se dexaba en el camino, la qual era tambien de su jurisdiccion. Hizo su razonamiento con despejo de hombre que tenia de su parte la verdad, atribuyendo la resistencia de aquellos montes al predominio de los Mexicanos: y Hernan Cortés admitió sus disculpas, porque le parecieron verisímiles, o porque no era tiempo de apurar los escrúpulos de la razon. Sentia el Cacique como disfavor que pasáse por su distrito el exército sin admitir el obsequio de sus vasallos; y por complacerle, fue necesario que subiesen con él dos compañias de Españoles a tomar por el Rey aquel género de posesion que se practicaba entonces.

Hecha con poca detencion esta diligencia, pasó el exército a Guastepéque, lugar populoso, que dexó pacificado Gonzalo de Sandoval: y se halló tan poblado y bastecido como si estuviera en tiempo de paz, o no hubiera padecido la opresion de los Mexicanos.

Salió el Cacique al camino con los principales de su pueblo a convidar con su obediencia, y con el alojamiento que tenia prevenido en su palacio para los Españoles, y dentro de la poblacion para los Cabos de la gente confederada, ofreciendo asistir a los demás con los víveres que hubiesen menester: y de todo se desempeñó con igual providencia y liberalidad.

Era el palacio un edificio tan suntuoso, que pudiera competir con los de Motezuma, y de tanta capacidad, que se alojaron dentro de él todos los Españoles con bastante desahogo. Por la mañana los llevó a ver una huerta que tenia para su divertimiento (nada inferior a la que se halló en Iztapalápa) cuya grandeza y fertilidad mereció admiracion entonces, porque no esperaban tanto los ojos; y despues se halla referida entre las maravillas de aquel nuevo mundo. Corria su longitud mas de media legua, y poco menos su latitud: cuyo plano, igual por todas partes, llenaban con regular distribucion quantos géneros de frutales y plantas produce aquella tierra, con varios estanques, donde se recogian las aguas de los montes vecinos: y algunos espacios a manera de jardines, que ocupaban las flores y hierbas medicinales, puestas en diferentes quadros de mejor cultura y proporcion. Obra de hombre poderoso, con genio de agricultor, que ponia todo su estudio en aliñar con los adornos del arte la hermosura de la naturaleza.

Procuró Hernan Cortés empeñarle con algunas dádivas en su amistad: y porque recibió al entrar en la huerta aviso de que le aguardaban los enemigos en Quatlaváca, lugar del camino que se iba siguiendo, estuvo mal hallado en aquella recreacion, y se puso luego en marcha, no sin alguna desazon de haberse detenido mas que debiera. Propia condicion del cuidado, divertirse con dificultad, y volver con mayor fuerza si alguna vez se divierte.

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