Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO SEGUNDO.


CAPÍTULO DÉCIMOTERCERO.

Vuelve el exercito a la Vera Cruz: despachanse Comisarios al Rey con noticia de lo que se habia obrado: sosiegase otra sedicion con el castigo de algunos delinqüentes; y Hernan Cortés executa la resolucion de dar al través con la armada.


Partieron luego los Españoles de Zempoala, cuya poblacion se llamó unos dias la Nueva Sevilla: y quando llegaron a la Vera Cruz acababa de arribar al parage donde estaba surta la armada un baxel de poco porte, que venía de la Isla de Cuba a cargo del Capitan Francisco de Saucedo, natural de Medina de Rioseco, a quien acompañaba el Capitan Luis Marin, que lo fue despues en la conquista de México; y trahian diez soldados, un caballo y una yregua, que en aquella ocurrencia se tuvo a socorro considerable. Omitieron nuestros escritores el intento de su viage: y en esta duda parece lo mas verisímil que saliesen de Cuba con ánimo de buscar a Cortés para seguir su fortuna, a que persuade la misma facilidad con que se incorporaron en su exército. Supose por este medio que el Gobernador Diego Velazquez quedaba nuevamente encendido en sus amenazas contra Hernan Cortés, porque se hallaba con título de Adelantado de aquella Isla, y con despachos Reales para descubrir y poblar obtenidos por la negociacion de un capellan suyo, que habia despachado a la Corte para esta y otras pretensiones: cuya merced le tenia inexorable, o persuadido a que su mayor autoridad era nueva razon de su queja.

Pero Hernan Cortés, empeñado ya en mayores pensamientos, trató esta noticia como negocio indiferente; aunque le apresuró algo en la resolucion de dar cuenta al Rey de su persona: para cuyo efecto dispuso que la Vera Cruz, en nombre de Villa formáse una carta, poniendo a los pies de su Magestad aquella nueva República, y refiriendo por menor los sucesos de la jornada: las provincias que estaban ya reducidas a su obediencia: la riqueza, fertilidad y abundancia de aquel nuevo Mundo: lo que se habia conseguido en favor de la religion, y lo que se iba disponiendo en orden a reconocer lo interior del imperio de Motezuma. Pidió encarecidamente a los Capitulares del Ayuntamiento, que sin omitir las violencias intentadas por Diego Velazquez, y su poca razon, ponderasen mucho el valor y constancia de aquellos Españoles; y les dexó el campo abierto para que hablasen de su persona como cada uno sintiese. No sería modestia, sinó fiar de su merito mas que de sus palabras, y desear que se alargasen ellos con mejor tinta en sus alabanzas: que a nadie suenan mal sus mismas acciones bien ponderadas; y mas en esta profesion militar, donde se usan unas virtudes poco desengañadas, que se pagan de su mismo nombre.

La carta se escribió en forma conveniente, cuya conclusion fue, pedir a su Magestad que le enviáse el nombramiento de Capitan General de aquella empresa, revalidando el que tenia de la Villa y exército, sin dependencia de Diego Velazquez: y él escribió en la misma substancia, hablando con mas fundamento en las esperanzas que tenia de traher aquel tal imperio a la obediencia de su Magestad, y en lo que iba disponiendo para contrastar el poder de Motezuma con su misma tirania.

Formados los despachos, se cometió a los Capitanes Alonso Hernandez Portocarrero y Francisco de Montejo esta legada: y se dispuso que llevasen al Rey todo el oro y alhajas de precio y curiosidad que se habian adquirido, asi de los presentes de Motezuma, como de los rescates y dádivas de los otros Caciques: cediendo su parte los Oficiales y soldados, para que fuese mas quantioso el regalo. Llevaron tambien algunos Indios que se ofrecieron voluntarios a este viage: primicias de aquellos nuevos vasallos que se iban conquistando; y Hernan Cortés envió regalo a parte para su padre Martín Cortés: digno cuidado entre las demás atenciones suyas. Fletóse luego el mejor navio de la armada: encargóse el regimiento de la navegacion al piloto mayor Anton de Alaminos; y quando llegó el dia señalado para la embarcacion, se encomendó al favor divino el acierto del viage con una Misa solemne del Espíritu Santo. Y con este felíz auspicio se hicieron a la vela en diez y seis de Julio de mil y quinientos y diez y nueve, con orden precisa de seguir su derrota la vuelta de España, procurando tomar el canal de Bahama, sin tocar en la Isla de Cuba , donde se debian rezelar, como peligro evidente, las asechanzas de Diego Velazquez.

En el tiempo que se andaban tratando las prevenciones de esta jornada se inquietaron nuevamente algunos soldados y marineros, gente de pocas obligaciones, tratando de escaparse para dar aviso a Diego Velazquez de los despachos y riquezas que se remitían al Rey en nombre de Cortés: y era su ánimo adelantarse con esta noticia, para que pudiese ocupar los pasos, y apresar el navio: a cuyo fin tenian ya ganados los marineros de otro, y prevenido en él todo lo necesario para su viage; pero la misma noche de la fuga se arrepintió uno de los conjurados, que se llamaba Bernardino de Coria. Iba con los demás a embarcarse, y conociendo desde mas cerca la fealdad de su delito, se apartó cautelosamente de sus compañeros, y vino con el aviso a Cortés. Tratóse luego del remedio; y se dispuso con tanto secreto y diligencia, que fueron aprehendidos todos los cómplices en el mismo baxel, sin que pudiesen negar la culpa que cometian. Y Hernan Cortés la tuvo por digna de castigo exemplar, desconfiando ya de su misma benignidad. Substancióse brevemente la causa, y se dió pena de muerte a dos de los soldados, que fueron promovedores del trato, y de azotes a otros dos, que tuvieron contra sí la reincidencia. Los demás se perdonaron como persuadidos o engañados: pretexto de que se valió Cortés para no deshacerse de todos los culpados; aunque ordenó tambien que al marinero principal del navio destinado para la fuga se le cortáse uno de los pies. Sentencia extraordinaria, y en aquella ocasion conveniente, para que no se olvidáse con el tiempo la culpa que mereció tan severo castigo: materia en que necesita de los ojos la memoria, porque retiene con dificultad las especies que duelen a la imaginacion.

Bernal Diaz del Castillo, y a su imitacion Antonio de Herrera, dicen que tuvo culpa en este delito, el Licenciado Juan Diaz; y que por el respeto del sacerdocio no se hizo con él la demostracion que merecia. Pudiera valerle contra sus plumas esta inmunidad; particularmente quando es cierto, que en una carta que escribió Hernan Cortés al Emperador en treinta de Octubre de mil y quinientos y veinte (cuyo contexto debemos a Juan Bautista Ramusio en sus navegaciones) no hace mencion de este sacerdote, aunque nombra todos los cómplices de la misma sedicion. O no sería verdad el delito que se le imputa, o tendrémos para no creerlo la razon que él tuvo para callarlo.

El dia que se executó la sentencia se fue Cortés con algunos de sus amigos a Zempoala, donde les asaltaron varios pensamientos. Pusole en gran cuidado el atrevimiento de estos soldados: mirabale como resulta de las inquietudes pasadas, y como centella de incendio mal apagado: llegaba ya el caso de pasar adelante con su exército, y era muy probable la necesidad de medir sus fuerzas con las de Motezuma: obra desigual para intentarla con gente desunida y sospechosa. Discurria en mantenerse algunos dias entre aquellos Caciques amigos: en divertir su exército a menores empresas: en hacer nuevas poblaciones que se diesen la mano con la Vera Cruz; pero en todo hallaba inconvenientes: y de esta misma turbacion de su espíritu nació una de las acciones en que mas se reconoce la grandeza de su ánimo. Resolvióse a deshacer la armada, y romper todos los baxeles, para acabar de asegurarse de sus soldados, y quedarse con ellos a morir o vencer; en cuyo dictamen hallaba tambien la conveniencia de aumentar el exército con mas de cien hombres, que se ocupaban en el exercicio de pilotos y marineros. Comunicó esta resolucion a sus confidentes, y por su medio se dispuso, con algunas dádivas, y con el secreto conveniente, que los mismos marineros publicasen a una voz que las naves se iban a pique sin remedio, con el descalabro que habian padecido en la demóra y mala calidad de aquel puerto: sobre cuya deposicion cayó, como providencia necesaria, la orden que les dió Cortés, para que sacando a tierra el velamen, xarcias y tablazon que podia ser de servicio, diesen a través con los buques mayores, reservando solamente los esquifes para el uso de la pesca. Resolucion dignamente ponderada por una de las mayores de esta conquista: y no sabemos si de su género se hallará mayor alguna en todo el campo de las Historias.

De Agatocles refiere Justino, que desembarcando con su exercito en las costas de Africa, encendio los baxeles en que le conduxo, para quitar a sus soldados el auxilio de la fuga.

Con igual osadia ilustra Polieno la memoria de Timarco, Capitan de los Etolos. Y Quinto Fabio Máximo nos dexó entre sus advertencias militares otro incendio semejante, si creemos a la narracion de Frontino mas que al silencio de Plutarco. Pero no se disminuye alguna de estas hazañas en el exemplo de las otras: y si consideramos a Hernan Cortés con menos gente que todos, en tierra mas distante y menos conocida, sin esperanza de humano socorro, entre unos bárbaros de costumbres tan feroces, y en la oposicion de un tirano tan soberbio y tan poderoso, hallarémos que fue mayor su empeño, y mas heroyca su resolucion: o concediendo a estos grandes Capitanes la gloria de ser imitados, porque fueron primero, dexarémos a Cortés la de haber hallado sobre sus mismas huellas el camino de excederlos.

No es sufrible que Bernal Diaz del Castillo con su acostumbrada, no sabemos si malicia o sinceridad, se quiera introducir a consejero de obra tan grande, usurpando a Cortés la gloria de haberla discurrido. Le aconsejamos (dice) sus amigos que no dexáse navio en el puerto, sinó que diese al través con ellos. Pero no supo entenderse con su ambicion, pues añadió poco despues. Y esta plática de dar al través con los navios, lo tenia ya concertado, sinó que quiso que saliese de nosotros. Con que solo se le debe el consejo que llegó despues de la resolucion. Menos tolerable nota es la que puso Antonio de Herrera en la misma accion; pues asienta que se de rompió la armada a instancia de los soldados: Y que fueron persuadidos y solicitados por la astucia de Cortés (término es suyo) por no quedar él solo obligado a la paga de los navios, sinó que el exército los pagáse. No parece que Hernan Cortés se hallaba entonces en estado ni en parage de temer pleytos civiles con Diego Velazquez : ni este modo de discurrir tiene conexion con los altos designios que se andaban forjando en su entendimiento. Si tomó esta noticia del mismo Bernal Diaz (que lo presumió asi, temeroso quizá de que le tocáse alguna parte en la paga de los baxeles) pudiera desestimarla como una de sus murmuraciones, que ordinariamente pecan de interesadas; y si fue conjetura suya, como lo dá a entender, y tuvo a destreza de historiador el penetrar lo interior de las acciones que refiere, desautorizó la misma accion con la poca nobleza del motivo, y faltó a la proporcion, atribuyendo efectos grandes a causas ordinarias.

Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha