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V

LA ILUSTRACIÓN COMO FACTOR MÁS IMPORTANTE DEL SOCIALISMO

Hipólito Taine muy acertadamente dice: la Humanidad no escribe porque no lee.

¿Queréis pueblos esclavos? Vedlos, son los pueblos más analfabetas.

Los pueblos ilustrados ganarán a sus mandatarios.

Los pueblos ignorantes son guiados por tiranos.

Los gobernantes tiemblan ante los pueblos conscientes.

Los gobernantes duermen y se prostituyen ante los pueblos inconscientes.

Los pueblos sumidos en la ignorancia y acostumbrados al flagelo y a la infamia, buscarán siempre en su infortunio el penacho de un César.

Los pueblos tienen hambre y sed de ilustración.

Dádselas.

¿Creéis que los ignorantes sepan lo que es Socialismo?

Cuántos individuos vemos que en sus pláticas nos manifiestan estar enteramente convencidos, de que los burgueses son seres extraños y parásitos; de que el pueblo es sufrido; de que los frailes los embrutecen; de que la rapacidad de los explotadores es inaudita, sienten nuestras mismas ideas y sin embargo, ¡ignorantes!, hablan pestes del Socialismo.

Tiempo llegará en que se clausurarán cuarteles y se abrirán en su lugar escuelas.

El soldado siendo ilustrado dejaría de ser soldado.

¿Qué diferencia existe entre el militar que por medio de la fuerza bruta va a imponerse a determinada nación para extender su territorio, o el maestro que sin arma, sino tan sólo con su verbo y su entusiasmo va a dilatar la extensión cerebral, va a infiltrar la sabiduría o la conciencia del yo?

Más grande es la acción del que convence, que la acción del que se impone.

Respetad siempre, compañeros, al que blande en sus manos la antorcha luminosa de la ilustración.

El Socialismo no puede tener mejor amigo, ni mejor defensor, que al honrado maestro. Este sabe de dónde viene la felicidad de los pueblos; está en comunión directa con los indígenas; sabe todas sus miserias; no ignora que la peseta que gana en su tarea con el sudor de su frente, parte, le es arrancada por el capitalista en su tienda, y la otra parte por el cura con sus amenazas, bendiciones, exorcismos y demás farandulerías de sotana.

El maestro se desvive por enseñarle, por ampliar las ideas en su cerebro y hacerle comprender que ésta no es la vida; que detrás de esas montañas que se delinean en la lejanía, hay otros países, donde la vida es mejor; pero donde se tiene que llegar con armamento intelectual, conociendo un oficio, a fin de buscar a la unión con su gremio respectivo y contrarrestar los esfuerzos de sus opresores.

Es en los pueblos donde hay menos anaifabetismo donde las doctrinas socialistas han alcanzado mayor apogeo, pues han encontrado un campo propicio para su desarrollo.

El inteligente profesor señor don Gregorio Torres Quintero en un estudio que presentó al Primer Congreso Científico Mexicano, sobre las Escuelas de Instrucción Rudimentaria, nos da importantísimos detalles sobre el analfabetismo en nuestra República.

En cuadros estadísticos nos demuestra que, de una población de 15 103 542 como es la nuestra, hay nada menos que 11 750 996 analfabetas o sean ¡horror! 3 352 546 de individuos que saben leer y escribir, siendo el porcentaje del 77.8%.

En cambio en Francia, -nos sigue diciendo el maestro- considerando todas las edades, el analfabetismo es para los varones de 23%. En Bélgica para los varones de más de diez años, es de 30%. En Austria de 36% (mayores de 11 años) y en Italia de 51 % (mayores de 9 años). Considerando solamente los varones de quince años, en Francia hay un 14% de analfabetas, en Estados Unidos 10%, en Bélgica 10%, en Italia 43% y en Portugal 63%. Concretando el cálculo a sólo los varones de diez a quince años, los analfabetas son como sigue: 5% en Francia, 8% en Estados Unidos, 13% en Bélgica, 36% en Italia y 71 % en Portugal, y en los Estados Unidos, considerando solamente los varones de quince años arriba, el analfabetismo es de un 10%.

Luego nos demuestra que en los lugares donde residen más ignorantes es donde el zapatismo y el bandolerismo han cundido con mayor fiereza.

Continúa diciendo:

Morelos, según el último censo, tiene una población de 179 594 habitantes, de los cuales sólo saben leer y escribir 47 617, siendo 101 727 analfabetas. Como se ve, sólo la minoría de los habitantes de Morelos saben leer y escribir, y sin embargo se ha dicho que allá hasta las piedras de las calles son zapatistas. ¿No sería preferible decir que ahí el zapatismo más bien se debe a la falta de escuelas?

Echando una ojeada sobre sus interesantes cuadros estadísticos ha sacado únicamente aquellos Estados que han sido asolados por la actual revolución, para que se vea que es donde existe el mayor número de analfabetas.

Oaxaca, 1 040 398 habitantes, analfabetas ... 922 336, porcentaje, 88%; Puebla, 1 101 600 habitantes, analfabetas 917 762, porcentaje, 83%; México, 989 510 habitantes, analfabetas 812 360, porcentaje, 82%; Chihuahua, 405 265 habitantes, analfabetas, 279 992, porcentaje, 70%; Chiapas, 438 843 habitantes, analfabetas 398 646, porcentaje, 91 %.

En el Distrito Federal de 720 753 habitantes, hay 337 128 analfabetas con un 47% de porcentaje.

Interesantísimos datos que nos demuestran nuestra exigua cultura intelectual.

Si en Francia hay un 23% de analfabetas, las doctrinas socialistas contarán con más adeptos, porque serán comprendidas perfectamente, y sus tendencias tendrán que ser más radicales; lo contrario de nosotros, donde existe un porcentaje de 77.8% de analfabetas, tendremos que andar despaciosamente con esas doctrinas, buscar primero que todo, un ambiente especial para su adaptación. Si el Socialismo se mejora, no vamos a buscar la perdición de nuestro obrero mexicano lanzándolo a socialismos radicales; las huelgas sin fondos; las demandas irrisorias e incomprensibles sin solidaridad; discusión de temas importantes sin ilustración; primero hay que ir por la solidaridad y la ilustración para llegar al triunfo.

¿Cuál es el mejor medio de solidarizarse? por medio de sindicatos, asociaciones, ligas o comités bajo la base cooperativa y después acudir a las escuelas nocturnas y a los lugares donde se den conferencias que le indiquen la manera de mejorar su condición actual, no con vociferaciones, sino con hechos.

Ilústrate obrero y serás fuerte.

Más lástima causa un ciudadano de formidable tórax y tremendos bíceps y cerebro hueco, que un ciudadano sin más desarrollo que el natural y con plétora de conocimientos, éste será más útil a sus hermanos en la vida.

Que todas las agrupaciones obreras, científicas y políticas, hagan lo posible por establecer escuelas nocturnas para obreros, en sus correspondientes demarcaciones, y habrán hecho obra magna y de alto patriotismo.

Felizmente la prensa obrera ha tenido un gran desarrollo en toda la República, sobresaliendo la de los Estados fronterizos.

La idea nueva del Socialismo es como un réguero de pólvora, arde por todas las clases sociales.

Libros de Europa nos vienen de continuo, dándonos a conocer los nuevos movimientos socialistas.

Toda clase de escritores; desde el obrero desconocido que lanza su gemido pidiendo justicia; como desde el escritor de mayor renombre que nos han demostrado con nuevos ejemplos lo santo y noble de la doctrina, todos cooperan a la aurora socialista.

Sólo en México, en nuestra amada patria, los intelectuales se dedican a gastar sus energías en el campo de la política.

Esta matrona los consume y los posee.

Talentos claros, se inclinan, talentos rebeldes se engañan y se enlodan; talentos románticos, se lamentan y talentos lógicos enmudecen.

Ninguno hace obra por el proletariado; ninguno le enseña su verdadero camino; todos lo llaman para chuparlo y después lo abandonan como factor inservible.

Sólo en medio de tanta garrulería política, vienen las frases del maestro Torres Quintero a decirte en estos gritos soberbios:

Los ricos no han querido que los pobres se ilustren, los poderosos han rehusado a los débiles el conocimiento del derecho, los sacerdotes han ocultado a los fieles los misterios del altar, todo para defender sus riquezas, su poder y su prestigio. Pero los principios de igualdad, fraternidad y libertad proclamados por los reivindicadores de los derechos humanos, han iluminado la conciencia universal y ahora nadie osaría rehusar al pueblo la luz de la enseñanza, aun cuando esa luz produjese en su cerebro fulguraciones de centella en contra de los que detentan su libertad y su dicha. Todos tenemos derecho de aspirar a la felicidad y es humano perseguirIa tenazmente hasta alcanzar aunque sea un girón de su dorado manto.

El señor profesor Torres Quintero es de los nuestros.

Ya ves proletario, los maestros son los únicos que tratan de hacer obra social sin mezclarse en política.

Toma las enseñanzas, huye de la taberna, de los vicios, del clásico san lunes, encáuzate, busca tu orientación; al principio irás con tanteos, a ciegas, loco, buscando el lugar donde resida la verdad, la que se encuentra en estas dos grandes palabras: Solidaridad e Ilustración.


El Obrero y el Intelectual

Laveleye dice: lo que contribuye mucho al progreso del Socialismo, es que invade poco a poco las clases elevadas e instruidas y Gustavo Le Bon manifiesta:

Quizá es entre los maestros y sobre todos los profesores de la Universidad de París, donde el Socialismo cuenta con más partidarios.

Así es que el socialista a la violeta que increpa al intelectual, es un soberbio ignorante que comienza por ignorar cuáles son las bases en que están fundadas sus doctrinas.

¿Qué haría el socialista, sin prensa, sin teatro, sin tribuna y sin libros que lo enseñaran?

Únicamente vociferar sin llegarle a enseñar nada a la clase sufrida, entregándose maniatado a la clase opresora.

No tendría más sentimiento que su instinto de conservación, ignorando siempre las causas de su sufrimiento.

Un escritor inglés dice con mucha justicia y razón: ¿Cómo puede el Socialismo excluir o repeler a los intelectuales, si un intelectual fue Carlos Marx, el autor de la teoría del materialismo histórico?

Esos pseudo-socialistas son ignorantes, porque lo que gritan lo han aprendido mal en libros que tratan de las cuestiones sociales escritos por intelectuales.

El Socialismo para su propaganda y bifurcación necesita de gente competente que no ponga en ridículo a la Gran Doctrina.

El Socialismo debe llamar a su seno al filósofo elevado y profundo, al pensador idealista, al artista sutil y soñador, al aficionado a las ciencias, a la música, a la literatura y al tribuno.

El filósofo, buscará por medio de deducciones lógicas, el por qué de nuestros trastornos actuales, el pensador idealista, nos relatará en cuentos admirablemente escritos, la vida de los desgraciados, sus esperanzas y sus fracasos; el artista sutil y soñador, nos pintará hermosos cuadros donde el obrero con el rostro desencajado y encorvado de hombros, está trabajando sin descanso sobre las máquinas, pintando un ambiente de colorido gris y sucio; del otro lado un burgués ricachón libando felizmente entre mujerzuelas y dilapidando el dinero que al obrero le cuesta el ganarlo con el pago de su propia vida; el autor dramático, llevando a la escena pasajes de la vida real con toda su desnudez y que hace reflexionar, aunque sea en muy poco al elemento explotador; los novelistas, como el inconmensurable Zolá, nos hará ver la vida descaradamente con toda su carroña y lacería y, el tribuno llevando como medio de propaganda al Parlamento las ideas socialistas; todos contribuirán al inculcamiento de la Doctrina en los corazones de las multitudes. Todos son elementos de gran valía.

¿Qué hará un socialista ignorante enfrente de varios enemigos del ideal, por más buena voluntad y sentimiento que tenga?

Ponerse en ridículo; y lo malo es, que él como individuo poco importa; pero a la idea que representa pone en desprestigio.

Un psicólogo diría que esos arcaicos prejuicios eran dictados por sordas ambiciones.

Todos los pensadores deben colaborar a la gran Obra de Redención; el excluirlos del campo sería un crimen.

Echar una ojeada para señalar a todos los grandes socialistas intelectuales que han existido y existen, sería necesario el escribir volúmenes con sus nombres y sus obras.

Volta, inventor de la pila eléctrica.

Edison, creador de los aparatos parlantes.

Marconi, descubridor de la telegrafía sin hilos.

Franklin, inventor del pararrayo, y tantos otros grandes obreros de la inteligencia que han aportado bienes a la humanidad.

Robespierre, Saint-Just, Marat, Condorcet, Vergniaud, Dantón, Jaurés, Pablo Iglesias y otros grandes tribunos que han pregonado por doquiera los derechos del proletariado.

Emilio Zolá, Pérez Galdós, Anatole France, Joaquín Costa, Máximo Gorki, C. Malato e infinidad que han escrito sobre los derechos de la humanidad, predicando el día de las igualdades.

Dejad el odio natural de la blusa en contra de la americana.

Dejad que todos los explotados de la inteligencia se unan con los del campo, de la mina, de la fábrica, del taller y ese día la Causa Socialista habrá dado un paso enorme hacia su definitivo triunfo.

Sólo una cualidad debe exigírsele a cualquier luchador, sea obrero material o intelectual, el que sea honrado.


Los Burgueses

La aceptación de la palabra burgués, en las luchas de clases, no debe tomarse como está en el diccionario: ciudadanos de la clase media.

Los Burgueses, son como las plantas: nacen, crecen, se desarrollan y mueren.

Los Burgueses son egoístas, poltrones, avaros, indiferentes, crasos, ignorantes y estúpidos.

Son los opositores de toda idea nueva y los cultivadores de las ideas rancias y cretinas.

Son los grandes adaptados a nuestra mediocridad.

Piensan como toda la gente y se titulan con énfasis racionalistas.

Aman la molicie y son los grandes glotones de opíparos festines.

No los molestéis en sus pacíficas digestiones.

Son buenos y bueno se escribe con b de bestia.

Ignoran las tempestades del alma y tienen la tranquilidad de los pantanos.

Huyen siempre de la lucha; no por ir en contra de determinadas tendencias y doctrinas, sino por miedo.

Son los espíritus cobardes, con las cobardías de Heliogábalo.

En el amor son tímidos; matan las grandes aspiraciones y los grandes impulsos, volviendo sus temperamentos hipócritas y ruines.

Al león formidable de las pasiones, noble y rugiente, lo transforman en víbora adiposa de envidia y vanidad.

Estas almas entecas y miserables, nunca sabrán de las grandes auroras, ni de los crepúsculos de sangre en tardes de agonía, ni de los besos furiosos de la amada en medio de los combates de la vida.

Sus almas están cerradas a las grandes sensaciones.

Son los eunucos del placer y los castrados de la belleza.

Para conquistar a su dama, no acuden a su verbo sonoro ni a su ingenio de galán; ni como aquellos en épocas de oro, que armados con rodela y lanza, acudían fieros y gentiles a las luchas para arrancarle al enemigo algún trofeo y después llevárselo a su adorada entre los hurras de la multitud entusiasta, e hincando rodilla en tierra y con sincera veneración, hacían entrega de él a la dueña de sus pensamientos, teniendo por único pago el beso casto y caliente de la amada y recrearse después, de hinojos, besando entrañablemente su nombre al resbalar de su boca.

Los burgueses del amor no; sus cartas de letra fina, van deliciosamente perfumadas, sus bolsillos quédanse exhaustos, no en comprar libros románticos para inspirarse en ellos y hablarle a la amada, sino para tener su sastre, zapatero y profesor de baile.

El burgués enamorado, monta en lujosa jaca, en bicicleta o busca amigos que le conviden a pasear en un 20 caballos de fuerza. ¡Oh, en estas épocas de cursilería los caballos son irresistibles!

Cuando se encuentra a su burguesa novia en paraje público, siéntase junto a ella y como lenguaje expresivo de profunda admiración, se remanga el pantalón para lucir sus calcetines calados, adelanta el pie derecho con marcada intención para que vean su calzado de doce pesos par; se pone los dedos en las sisas del chaleco para que se lo admiren que es de impecable corte, se quita el sombrero repentinamente, para que vean la línea geométrica de su peinado, voltea su chambergo para que admiren su forro de seda, sacude nerviosamente su pañuelo para que se queden encantados de su perfume de heliotropo y por último, con ritmos de bayadera, inicia un ligero paseo para que se queden boquiabiertos sus rivales ante los pliegues soberbios de su bien dibujada americana.

Esos tipoides burgueses que usan pulseras en las muñecas, abundan en los lugares céntricos, en los billares, en los casinos, en las fiestas de sport y en las tabernas, pero raras veces los encontraréis en los centros intelectuales, de lucha o de arte.

Los burgueses artistas son tipos curiosos: violines sin cuerdas, arpas sin sones, Si son pintores, buscan las migajas de los genios para adjudicárselas. Huyen de toda creación. Los rayos divinos del genio ciegan sus ojos acostumbrados a rastrear en las estigias y, viendo su impotencia, dedícanse a la copia; pero nunca, ni siquiera, intentarán trasladar a sus fríos lienzos los destellos magníficos del alma, del espíritu o del amor.

Sus figuras serán muñecos sin vida; sus paisajes serán monótonos, sin colorido, sus composiciones serán vulgares, sin inspiración ni motivos.

Los pintores burgueses son el saldo de los talleres del genio.

Si son músicos los veréis renegando de los grandes artistas.

Wagner adquirió temas sobre mi danza María, Mengano es un pedante queriendo interpretar a Bach; ya quisiera poseer mi soltura de dedos y mi potencia de brazos.

Todo se vuelve diatribas contra sus compañeros. Mutuamente plagian a los compositores y mutuamente se lanzan insultos.

Hablan con mucha prosopopeya del arte y cuando asisten, muy raras veces, a una de sus manifestaciones, en lugar de recoger su espíritu e identificarse con los artistas en sus arrobamientos impregnados de melancólica armonía, se ponen a criticar al pianista o algún otro de los ejecutantes e interrumpen el sagrado silencio con siseos queriendo llevar el compás de la música.

Caiga sobre esos burgueses petulantes el anatema furioso de las almas sensibles.

Si son poetas o literatos, abominan de las luengas melenas, de las corbatas de mariposas, os hablan con infinito desprecio de Lope de Vega, de Cervantes, de Quevedo y de Calderón; esos son antiguallas, ahora el modernismo con sus nacencias de amor, sus caóticos dolores, sus iris verdes, sus opios y sus refinamientos en general.

Faltos de cacúmen buscan en excitantes el fuego que ha de calentar sus eunucos cerebros; pero todo es en vano, faltos de cultura, de conocimientos y de temperamento sensorial, van por la vida lamentándose de la falta de ambiente, de la falta de protección de los próceres y cuando errabundos y noctivagos os tropecéis con ellos, no os soltarán, sino mediante un aluvión de lamentaciones alternadas con hipos y perversos.

Entre los coleccionadores de arte, existen también los grandes burgueses. Conocí a un ex gobernador que después de concluida su regia mansión y de dedicarle lugar preferente a su Biblioteca donde relucían estantes de finas maderas admirablemente trabajadas, fue a una conocida librería y ordenó que se le llenaran aquellos huecos. Después, a la hora de las vanidades, cuando ampulosamente hacía desfilar a sus admiradores en su alcázar, les llevó a su biblioteca y díjoles con énfasis:

Aquí tengo lo más selecto de todas las literaturas.
Y un curioso asistente, al azar, sacó un libro que resultó ser un tratado de culinaria.
El librero ¡habíase desecho de todas las mulas de su establecimiento!

Quedan los burgueses sociales, los que ponen el grito en el cielo porque el doméstico no se deja maltratar; porque hay quienes nieguen la religión católica; porque hay quienes prediquen la igualdad; porque hay quienes anatematicen a la actual sociedad que está desorganizada; porque hay quienes trastornen el orden irritante de las poblaciones estancadas porque ... sería imposible el terminar.

El burgués, este eterno explotador e inactivo de la humanidad que vive a costa de sus dolores, que no tiene alma, ni sentimientos, ni aspiraciones y se conforma con vivir con lo que tiene; que reniega de todo aquello que altere su tranquilidad; que cree en el infierno, en el purgatorio, en los demonios y demás juegos de tramoya de los clerizontes, merece llamarse el hombre incoloro, el hombre perjudicial, el hombre inútil, porque de él será el reino de los cielos.


El Librepensamiento beneficiará al obrero

El uso del librepensamiento beneficiará al obrero marcándole nuevos horizontes de libertad, justicia y equidad.

En las antiguas organizaciones sociales, desde el salvajismo, la barbarie, la esclavitud, la servidumbre, el salarismo y hasta la época actual del proletarismo, el asalariado ve con asombro, respeto y admiración al amo que le da mísero jornal por todo el gasto de sus energías.

El lujo desplegado constantemente por los capitalistas, deslumbra a los ingenuos e irrita a los conscientes.

Los conscientes tratan por medio de la ilustración, arrancarle la venda al obrero y decirle la frase de Rousseau: Todo el mundo nace libre y, sin embargo, por todas partes está encadenado.

¿Por qué está encadenado?

Por los vicios y egoísmos de los potentados.

Hay que desmoronar esos vicios, esos egoísmos y distribuir el dinero que se gasta en esas infamias, en mejorar la condición de los hermanos, dándole a cada quien según su trabajo.

Desde tiempos inmemoriales se ha considerado siempre al que está arriba como un ser superior.

Se ha considerado a los sacerdotes impostores, como representantes de un Dios; algo así como diputados de legislatura local.

¡Ay de aquél que trataba de fustigar las bajezas de aquellos magnates o superhombres, la cólera del cielo los anonadaría!

Pero la Revolución Francesa echó por tierra tales supercherías, decapitando a todo un Luis XVI Rey de Francia; al caer su soberana cabeza temblaron todos los tronos, los pueblos retrocedieron admirados de horror ante aquel sacrilegio de la majestad a quien se atribuía algo divino y creyeron que el mundo se iba a terminar, repitiéndose las siete plagas de Egipto de que nos habla la fábula sagrada.

Nada pasó; la revolución siguió su curso con mayores bríos y el mundo se dio cuenta de que todos moríamos y nacíamos iguales, estando encadenados únicamente en el intermedio, por las instituciones sociales.

Por eso los pueblos en sus decepciones, cambian y destruyen con frenesí los gobiernos, sin haber conseguido nunca romper las condiciones del trabajo, de la opresión y de la miseria que lo retienen en la degradación.

Los obreros deben buscar en el librepensamiento la manera de emanciparse, de otro modo su mente será envilecida por los fanatizadores, que buscan en el miedo de aquéllos, los óbolos para satisfacer sus estómagos de cerdos bien cebados.

Los clerizontes con sus embustes vuelven impotente a la humanidad y la dejan revolcándose en sus propios andrajos.

En todas las religiones hay jerarquías.

El librepensamiento no admite jerarquías.

El clero fomenta los despotismos, para tener siempre subordinados de quienes vivir.

Y así se ven bendiciones de a cuartilla, de a peseta, de tostón, de a peso y ... de lo que caiga.

El clero enseña al obrero que siempre tiene que ser humilde para ganar los bienes celestiales y lo acostumbra a ser esclavo.

En la fábrica sufrirá con resignación las injusticias del patrono, porque así lo manda la Iglesia.

En su lugar tendrá hambre y dolor, porque así lo manda la Iglesia.

El rebelarse sería pecado mortal, soberbia así lo manda la Iglesia.

Que el obrero se convenza, dando rienda suelta a su pensamiento, que no tiene ni regiones ni fronteras; de que puede llegar a ser tan rico como el que lo manda ahora; de que la fábrica, campo o taller, pueden con trabajo, solidaridad y honradez llegar a ser suyos y, en su escala ascendente, buscar el mejoramiento de sus hermanos, puesto que ha vivido su misma vida.

Lo vemos palpablemente: toda obra que desenmascare a los enemigos de la Humanidad, está prohibida por la Iglesia.

La Iglesia se diluye y los milagros no vienen para fortalecerla.

El capital para conservarse ha buscado por cómplice a la Iglesia.

-No quiero huelgas ni pretensiones que me arruinen -dice el patrono-, el obrero comienza a despertar, señor cura, quiere lo suyo ¿qué hago?

-Paciencia hermano, todo lo alcanzaremos con la bondad del que todo lo puede. Deme usted unos quinientos pesos para los primeros trabajos; construiré una escuela y a los obreros de su fábrica los haré hijos del Señor de la Buena Caña, les pondré su escapulario, los haré comulgar cada ocho días y en el púlpito les diré patéticamente que el demonio de la rebeldía se ha infiltrado en sus cuerpos; que lo que piden es un robo; que eso no es suyo, sino de las almas buenas que les dan trabajo; que se tiene que sufrir en esta vida para alcanzar la gloria y, aquí, suelto las campanas a vuelo, se dectúa la procesión, se canta el miserere, dejarán su limosna y al día siguiente le irán a pedir perdón.

Así vemos al clero trabajar infatigablemente con el obrero. Los frailes no trabajan de balde, detrás de ellos están los buitres, los capitalistas.

Emancípate, obrero, del fraile y serás fuerte; si tal cosa no hicieres, serás vejado.


Las Huelgas

Las huelgas cuando son parciales, resultan nefastas y, aun cuando dan resultados favorables, jamás compensan los sacrificios que cuestan.

Las huelgas cuando son generales, resultan imponentes, soberbias y benéficas.

La clase proletaria tiende a unirse, a sindicarse, para contener el impulso avasallador de todas las fuerzas sociales organizadas.

De aquí el nacimiento de los diferentes partidos obreros que buscan alivio de injusticias, por medio del reconocido refrán que dice: la unión da la fuerza, siendo fuerza lo que necesita el proletariado.

La huelga es la única arma y la única defensa del obrero.

Las huelgas con triunfo, dan fuerzas y valor al trabajador.

Las huelgas con derrota, dan hambres, tristezas y mayores dosis de esclavitud.

La Huelga General levantará al proletario.

La Huelga Parcial le sumirá en el abismo de la desesperación.

¡Qué hermoso espectáculo era el que presentaban los dos contendientes de la huelga minera en Inglaterra, estrechándose las manos, seguros cada uno del triunfo!

¡Qué triste espectáculo da en los países donde no hay unión, ni solidaridad, ni mutuo apoyo, el encuentro de las dos fuerzas contrarias! la unidad, el capitalista, feliz, paseándose por los salones donde el obrero deja su vida, seguro de su triunfo y en la perspectiva de una disminución del precio en el jornal del trabajador; y el trabajador, la mayoría, buscando recomendaciones o humillándose ante el patrón para que, aunque sea con menos salario, sea admitido de nueva cuenta en la fábrica o taller.

La Huelga General es un derecho incontrastable, es el alarido triunfal de los explotados.

La Huelga Parcial, es la manifestación rebelde de una organización raquítica e incompleta.

La psicología de los huelguistas parciales es la siguiente: primero las ilusiones, después la rebeldía y en seguida la sumisión.

Las Huelgas Parciales terminan casi siempre con la impotencia; el huelguista se encuentra solo, mientras que el patrono cuenta con el apoyo de los poderes públicos: magistratura, funciones, soldados, gendarmes, polizontes y dinero.

En estas huelgas, los obreros temen abano donar su hogar porque seguros están de ir a la derrota.

Las Huelgas Parciales son hechas por agitadores que buscan el medro o por necesidad rayan en la desesperación.

Ante las Huelgas Parciales se cierne, como ave nefanda, la burguesía con todo su cortejo de oprobiosos refinamientos.

Las Huelgas Parciales traen la desmoralización y hacen retardar la Huelga General.

Antes de ir a los resultados finales, debéis buscar la organización más perfecta que, sin duda, os dará el más completo de los triunfos.

La Huelga General para la Sociedad Capitalista, es lo desconocido, siempre temible, el adversario misterioso cuya fuerza se presume tanto mayor e irresistible, cuanto que no se ha tenido aún la ocasión de medirla.

Directores del proletariado: huid siempre de las huelgas, cuando éstas no presenten todas las seguridades de la victoria; es en bien de la mayoría y por ello en bien de la humanidad.

Los golpes que deba asestar el proletariado, deben ser de conquista en pro de los derechos lógicos; no hay que dejar tiempo al enemigo para que éste se reponga.

Si sobreponéis vuestra popularidad al resultado y vuestros mezquinos intereses a los intereses de la comunidad, tendréis entonces que llorar vuestro triunfo, como Escipión lo hizo ante las ruinas solitarias de la opulenta Cartago.

¡Viva la Huelga General!


La Confederación del Trabajo

Se entiende por Confederación, la alianza de varias sociedades o individuos que contribuyan al mismo fin.

Los trabajadores buscan en la Confederación del Trabajo un mejoramiento a su situación actual bajo bases sólidas, sin que tengan por eso necesidad de recurrir a la revolución, ni de suprimir la propiedad, el interés ni la desigualdad de las fortunas.

¿Cómo se organiza una Confederación del Trabajo?

Formando primero Sindicatos, pues la fuente del mal para que no se lleve a cabo tan grandioso problema, estriba en la displicencia de los artesanos de un mismo oficio para asociarse y reunirse en corporación o sindicato.

Cada sindicato estará protocolizado jurídicamente, tendrá sus estatutos, su reglamento interior y si fuese posible, su órgano de prensa.

Tendremos que, después de haber hecho una propaganda activísima por toda la República y después de haber encauzado la idea de la Confederación, el obrero disperso acudirá inmediatamente a inscribirse a su Sindicato respectivo. El Sindicato no se considerará formado tan sólo, por ejemplo, con la Liga Mexicana de Carpinteros o de canteros o de tejedores, ni otras sociedades completamente aisladas, sino que serán todos los carpinteros de la República los que integrarán el Sindicato de carpinteros; todos los canteros, el Sindicato de los mismos y así sucesivamente.

Estando en la mente de los organizadores la idea de que el centro de la Confederación resida en el Distrito Federal, vamos a tomarlo como base de nuestras operaciones. También tendremos como base para iniciar la organización a los Ferrocarrileros que, con los Mecánicos, son los mejor asociados.

Los ferrocarrileros establecerán en cada Estado su Comité Central que residirá en el ramal de mayor importancia, así como sus Comités locales.

El Comité Local se entenderá con el Comité Central, con su Delegado en el Congreso Ferrocarrilero.

Los ferrocarrileros han comenzado a trabajar en este asunto y, al efecto, aprobaron interinamente unos estatutos a fin de orientar a los Comités. Estos estatutos serán estudiados por los mismos y después, previas correcciones y modificaciones, serán aprobados en el Gran Congreso de Ferrocarrileros.

Los comités ya perfectamente organizados, nombrarán a sus representantes para que acudan al Congreso. En éste se tratará de unificar a todos los elementos del Ferrocarril para formar el Sindicato de Ferrocarrileros.

Si son 50 Comités, el Congreso permanente estará formado de 50 representantes.

Un Comité Local tiene dificultades y acude al Comité Central para que éste las arregle, viendo el Comité Central que por su mediación no consigue nada, da cuenta entonces, a su representante en el Congreso y éste avisa a la Mesa Directiva para que se convoque a sesión.

Ahí se tratarán y discutirán las dificultades del Comité Local y, si el resultado le es favorable, el Congreso enviará un ultimátum a los patrones de ese Comité, y si no obtuvieren contestación satisfactoria, entonces se acordará la huelga general en todas las divisiones, poniendo el Congreso telegramas a los Comités a fin de llevar a cabo el paro general.


Ventajas de la Confederación

Viendo los demás sindicatos las ventajas de la Asociación (véase el capítulo del Asociacionismo) acudirán a tener una alianza con los ferrocarrileros o sea a confederarse con ellos.

Los ferrocarrileros ayudarán al otro gremio a unificarse, ya sea facilitándole propagandistas o dinero.

Las huelgas serán acordadas por la Confederación del Trabajo, declarándose en huelga, no solamente el sindicato vejado, sino todos los sindicatos confederados.

De esta manera, los gobernantes podrán estar seguros de que, el obrero bien organizado, no servirá de escalón poniendo su cadáver para que asciendan por él zánganos y politicastros ambiciosos.

El público no sufrirá daños en sus intereses ni en su tranquilidad, pues se habrán acabado las huelgas parciales.

Y el obrero, el más interesado, mejorará en su situación económica y moral, siendo respetado y hasta temido por el patrono.

Obrero, compañero, ejercita la solidaridad en tu oficio y serás el elemento de concordia de amor y de paz, siendo tu único lema al bienestar por el trabajo, llevando así, la barca de tu patria hacia las costas de la civilización y del progreso.

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