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CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 17 DE MAYO DE 1915

Presidencia del ciudadano José G. Nieto

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 18 de mayo de 1915)


La sesión permanente que la Soberana Asamblea acordó el sábado último, y la cual hubo de interrumpirse por falta de quórum, continuó ayer tarde.

Luego que la Presidencia declaró abierta la sesión, el licenciado Díaz Soto y Gama hizo uso de la palabra, para manifestar que la sesión que comenzaba en esos momentos, debía considerarse como continuación de la del sábado, y, en consecuencia, en ella debía tratarse preferentemente lo relativo a la adquisición de víveres para mejorar la situación del pueblo de la metrópoli. La Asamblea manifestó su conformidad, y la Secretaría declaró que continuaba la sesión permanente.

En seguida, la misma Secretaría dio lectura a una proposición del licenciado Díaz Soto y Gama, referente a que se permitiera que pasaran al salón los ciudadanos Gobernador y Secretario del Gobierno del Dístrito, para responder a los cargos que en sesión anterior hizo el delegado Treviño. Díaz Soto y Gama funda su proposición, aduciendo que es justo y honrado conceder al ciudadano Jurado, secretario del Gobierno, que pase a la Asamblea para contestar los cargos que se le hicieron, y también al Gobernador, por si fueran necesarias sus declaraciones, y saber si ese funcionario merece la confianza de la Asamblea.

El delegado Casta habla en contra de la proposición de Díaz Soto y Gama. Díce que el general Magaña sí puede concurrir, para defenderse, pero hace notar que nadie lo ha atacado; su secretario, señor Jurado, no puede concurrir, porque carece de representación en la Asamblea.

El delegado Méndez sostiene que, lógicamente, debe admitirse al señor Jurado, porque ha sido atacado públicamente, y de la misma manera debe hacer su defensa. En su opinión, ya que se pretende que comparezca uno solo de dichos funcionarios, cree que debe concederse ese derecho al señor Jurado.

El delegado Cervantes pide moción de orden. Pregunta si lo relativo a la honorablidad del señor Jurado es asunto que debe considerarse dentro de la sesión permanente, pues en ésta sólo debe tratarse la cuestión de víveres para el pueblo. Pero aun comprendiendo este asunto dentro de la discusión, el ciudadano Cervantes se opone a que cualquier funcionario que se crea atacado en su honorabilidad, ocurra a defenderse ante la Asamblea, pues tales defensas pueden hacerse por escrito.

El general Montaño opinó que de la misma manera que se aceptó la acusación, debía de aceptarse la defensa, y consideró que este asunto cabía en el debate, puesto que está relacionado con carestía y escasez de víveres, y es necesario aclarar esa cuestión. Estima que si los acusadores retiran sus cargos entonces puede prescindirse de la defensa; agrega que los del Sur tienen la seguridad de que tanto el Gobernador Magaña, como el secretario Jurado, son personas perfectamente honorables, y es necesario que se les escuche para que el pueblo sepa quiénes son los verdaderos criminales, que aprovechan la miseria del pueblo para sus especulaciones.

En seguida solicitó hablar nuevamente el licenciado Díaz Soto y Gama, y al mismo tiempo pidieron la palabra otros delegados. Con este motivo, surge una confusión coreada por los siseos de las galerías. Por fin, se escucha a Díaz Soto y Gama, quien argumenta en el sentido de que debía admitirse la concurrencia de los ciudadanos Magaña y Jurado, pues que la oficina que está a su cargo será la que se encargue de la venta de los artículos que se compren, y era preciso que la Asamblea supiera si las personas que están al frente del Gobierno de Distrito, merecían la confianza de la Convención. También para que los expresados señores informasen acerca de la obra obstruccionista de los acaparadores, era necesaria su presencia.

El licenciado Díaz Soto y Gama no cree que para concurrir a informar a la Asamblea, sea necesario ser miembro del Gabinete Presidencial pues que todos los que ejerciten su autoridad o desempeñen cargos públicos de importancia, deben acudir a proporcionar los informes que se les pidan, y cita el caso de que ya ha ido a informar el Oficial Mayor encargado de la Secretaría de Relaciones, que no es Ministro.

Por lo que respecta al señor Jurado, insiste en que debe concurrir, para dar una lección al señor Treviño, que prometió presentar pruebas de una grave acusación.

En seguida, la Mesa preguntó a la Asamblea si era de tomarse en consideración la proposición del licenciado Díaz Soto y Gama. La respuesta fue en sentido afirmativo.

El delegado Nieto hace constar que existe parcialidad de parte de la delegación suriana, pues que ahora está anuente en que acuda el secretario del Gobierno del Distrito, y hace muy pocos días no se le permitió al Encargado del Poder Ejecutivo que fuera a responder de unos cargos que se le hicieron en el curso de una peroración.

El delegado Méndez habla para aclarar que las circunstancias son diferentes, y es por esto que ahora se pide la concurrencia del secretario Jurado.

El delegado Treviño hace notar que sus cargos son contra el secretario Jurado y no contra el gobernador Magaña.

El delegado Casta habla en contra. Dice que casi siempre ha impugnado las proposiciones del Sur, porque raras veces le parecen justas. Insiste en que el general Magaña puede asistir a la sesión, porque es miembro de ella, pero, no sucede lo mismo con el señor Jurado. Además, cree inoportuna la presencia de dicho señor, porque las pruebas que Treviño prometió presentar, no las ha entregado todavía, y, en consesecuencia, el señor Jurado nada tiene que contestar ante la Asamblea. Cuando esas pruebas se presenten, se verá si el secretario Jurado debe presentarse ante la Convención.

Luego expresa que, es posible que a pesar de todas las consideraciones que se han expuesto, se admita al señor Jurado, porque, en su concepto, los delegados del Sur no ejercitan su facultad de voto libremente. (Voces: es falso ... no es verdad ... todos somos libres)

Casta agrega que recuerda de casos en que algunos delegados habían sido reprendidos por haber faltado a las sesiones. Agrega que posee una carta en que hacen cargos al señor Jurado, pero no es fácil probar esos cargos, porque buen cuidado habrá tenido en dificultar las pruebas.

El delegado Montaño protesta por las afirmaciones del delegado Casta. Niega que en el Sur tengan algún leader que imponga su voluntad, pues todos los delegados se guían por los dictados de su conciencia.

Agregó:

No escuchamos la voz de la consigna, y el día en que en esta Asamblea haya consignas, nosotros los del Sur nos retiraremos, porque las consignas implican tiranía, y nosotros nos levantamos contra las tiranías.

Casta se extraña de los términos en que el general Montaño se produjo, cuando él, precisamente, se titula presidente de la delegación del Sur, y varias veces ha reprendido a sus compañeros, advirtiéndoles que deben votar en el mismo sentido en que lo hagan Soto y Gama o él.

El general Montaño aclara que lo único que se ha procurado es que los miembros de la delegación suriana no falten a las sesiones. En lo que respecta a la unificación en las votaciones, depende de que cuando se tratan asuntos importantes, celebran reuniones privadas, para ponerse de acuerdo; pero, por lo demás, cada ciudadano tiene su libre criterio.

A continuación vuelve a hablar el licenciado DÍaz Soto y Gama, y expresa ideas semejantes a las vertidas por el general Montaño. Recuerda algunos casos de votaciones en la discusión del Programa de Gobierno para patentizar la libertad de criterio con que obraron los delegados. Agrega que no hay motivo para hablar de consignas, porque también podría decirse que los del Sur dan la consigna a los del Norte, cuando éstos votan de acuerdo con los del Sur. Citó el caso de las votaciones con respecto a la ley del divorcio, y el reconocimiento de los hijos naturales.

Nuevamente tratan de hablar varios delegados a la vez. De las galerías se escuchan siseos. El delegado Ortiz establece comparaciones con la actitud de sus colegas cuando fue tratado el caso Palafox. La Presidencia restablece el orden, y concede la palabra al coronel Cervantes, quien va a la tribuna.

Dice que las alusiones del delegado Ortiz lo obligan a tratar públicamente del asunto Palafox, por más que es un caso del dominio público. En esa ocasión -agrega Cervantes- me indignó profundamente escuchar los cargos, que implicaban delitos del orden común, y de los que aparecía responsable el señor Palafox.

Pero nada se probaba -interrumpió el delegado Ortiz.

Cervantes recordó que la Asamblea no tomó en consideración para dictar su fallo, las diferencias de carácter político, sino los delitos que fueron denunciados.

Luego pasó Cervantes a tratar del asunto de la escasez de víveres, y refirió que un colega suyo le contó que una anciana, seguida de una niña, buscaban entre las basuras de un muladar, huesos para hacer caldo ...

Llama la atención de que éste es el asunto importante de que se debe tratar, y ante esa necesidad imperiosa que reclama la atención y buena voluntad de todos los delegados, pide a sus compañeros del Norte y del Sur, que olviden todas las pasioncillas, todos los rencores, los prejuicios de partido, y que antes que escuchar descargos de funcionarios, vayan a la solución del pavoroso problema que está latente.

Continúa diciendo que entre Norte y Sur no existe ninguna división, sino sólo la diversidad de criterios, que a nadie debe extrañar, porque no sería posible que todos los componentes de la Asamblea pensaran de un mismo modo, y si alguna vez asoma alguna pasioncilla, no por eso debe creerse en antagonismos con que sueñan los enemigos de la Revolución.

Para terminar, advierte que las acusaciones del delegado Treviño no han sido tomadas en cuenta por la Asamblea, y que, en consecuencia, no ve la necesidad de que se presente el señor Jurado a responder, lo cual pudiera hacer muy bien por medio de un periódico. Además, admitir por esta vez que concurra una persona que no pertenece a la Asamblea, sería sentar un precedente para que en lo sucesivo, todos los que se consideraran atacados en su honorabilidad, dentro de la Convención, alegaran derecho para ir a defenderse ante la misma. Las galerías, que constantemente son llamadas gazmoñas e hipócritas, por el licenciado Díaz Soto y Gama, también querrían nombrar representante para que fuese a defenderlas en la tribuna.

Para rectificar hechos, habla el licenciado Díaz Soto y Gama.

Dijo que Cervantes, tal vez sin reflexionar, expresó que dentro de la Asamblea habían dos partidos que necesariamente tenían que ser antagónicos. Esto no es exacto. Aquí no hay división alguna. hay dos grupos que podrían llamarse de forma: es decir, los revolucionarios radicales y los revolucionarios moderados; pero el alma de la Revolución existe fundida en los dos.

Cervantes aclaró en el sentido de que el antagonismo a que se refirió, es el que necesariamente existe en todo partido político, y esto a nadie debe extrañar.

Después hablan los delegados Nieto, Méndez, Zepeda, Marines Valero y Herrera Ponce; y consultada la Asamblea sobre la proposición del licenciado Díaz Soto y Gama, resultó desechada por mayoría de votos.

La Secretaría declaró que tal resultado no impedía que el general Magaña asistiera a la sesión, si así lo deseaba. Y se nombró una Comisión que estuvo integrada por los ciudadanos Pasuengo y Marines Valero, para introducirlo. Como el Gobernador se había retirado, continuó la sesión.

SE APRUEBA EL DICTAMEN

Seguidamente, se puso a discusión el artículo segundo del dictamen relativo a las medidas que deben tomarse para aliviar la situación económica del pueblo metropolitano. El articulo primero fue aprobado el sábado.

El articulo segundo dice:

II. El Encargado del Ejecutivo deberá invertir, dentro de cinco días contados desde la fecha en que se le comunique esta resolución, cuando menos, quinientos mil pesos, en la compra de víveres, debiendo aumentar progresivamente dicha inversión hasta la suma de cinco millones de pesos, si fuere necesario.

Sin discusión, resultó aprobado en votación económica.

Luego se puso a discusión el artículo tercero, que dice:

III. Dígase al H. Ayuntamiento de esta capital, que fije semanariamente el precio de los artículos de primera necesidad, para evitar los abusos de los comerciantes.

También, como el anterior, fue aprobado sin discusión.

Se pone a discusión el artículo cuarto, que dice:

IV. Notifíquese al Gobierno del Distrito Federal, que debe dictar las medidas suficientemente enérgicas, para impedir el acaparamiento de víveres, nombrando al efecto inspectores que con toda eficacia ejerzan una estricta vigilancia sobre todos los comerciantes del ramo. El propio Gobierno del Distrito Federal podrá imponer arrestos hasta por treinta días, y multas hasta de quinientos pesos a los acaparadores, a quienes decomisará los víveres para ponerlos a disposición de los expendios que señale el Encargado del Poder Ejecutivo, reintegrándoles el producto líquido de la venta.

El delegado Zepeda habla en contra, manifestando que tal como está redactado el artículo, se presta a muchos abusos.

Se anuncia que el Gobernador Magaña se encuentra presente, y la Comisión nombrada lo introduce.

Toma asiento al lado del presidente de la Asamblea.

Sigue la dÍscusión del artículo cuarto. El delegado Méndez habla en pro. Hablan también otros delegados, y al ponerse a votación el artículo, resulta aprobado por mayoría de votos.

El delegado Treviño manifiesta que han acudido a la Convención cuarenta mujeres que se quejan contra el secretario Jurado; agrega que él -Treviño- lleva las pruebas de los cargos que hizo en sesión anterior, pero que como no se admitió la concurrencia de Jurado, las entrega a la Secretaría para que las guarde.

Díaz Soto y Gama hace constar que las mujeres a que Treviño se refiere, fueron a verlo a él -a Díaz Soto y Gama-, para pedirle que cese la guerra civil, por medio de un acercamiento con los grupos disidentes, y para quejarse de atropellos cometidos por los soldados encargados de vigilar la venta de artículos de primera necesidad en el Gobierno del Distrito.

Con respecto a la unificación revolucionaria, el licenciado Díaz Soto y Gama dice que ya es tiempo de abordar esa cuestión política, de emprender esa cruzada que dignificaría a la Revolución.

Casta hace notar que desde antes de que la Convención saliera para Cuernavaca, él propuso que se quedara para entrar en arreglos con Obregón, y entonces se le dijo que era una barbaridad.

Nieto hace presente que ya ha presentado una iniciativa con respecto a la unificación revolucionaria. Refiriéndose a las quejas de las mujeres maltratadas, pide Que sean castigados enérgicamente los soldados responsables.

Marines Valero hace notar que la discusión se desvía del punto a debate; surge un ligero desorden.

Se pone a discusión el artículo quinto, que dice:

V. Prohíbase que los jefes, oficiales y soldados del Ejército Convencionista, se dediquen a negocios comerciales, pues su labor en esta materia debe limitarse a impartir las debidas garantías a los civiles que lícitamente se dediquen a comerciar.

Sin discusión, fue aprobado por mayoría.

El artículo sexto se modifica en una palabra y se aprueba por mayoria, en la siguiente forma:

VI. Facúltase a la autoridad superior militar, para que, previo juicio sumario, mande pasar por las armas a quienes roben artículos de primera necesidad, o impidan la introducción de éstos al Distrito Federal.

A las siete y media de la noche termina la sesión pública, para entrar a secreta de Reglamento.

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