Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 28 de abril de 1915 Sesión del 30 de abril de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 29 DE ABRIL DE 1915

Presidencia del ciudadano José Quevedo

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 30 de abril de 1915)


El estudio de los trascendentales problemas político-sociales que está resolviendo la Soberana Convención Revolucionaria, congregó ayer en el local de la Cámara de Diputados, a una numerosa concurrencia que llenaba por completo las tribunas, galerías y palcos destinados a los cronistas de la prensa metropolitana.

La sesión, serena, reposada, duró tres horas, al cabo de las cuales la Mesa ordenó que la Asamblea se constituyera en sesión secreta reglamentaria.

Los incidentes que se registraron durante la sesión, no tuvieron la importancia de los de la víspera y fueron tranquilos, producidos al calor de la discusión. Se comenzó a discutir la implantación del divorcio, que rompe el vínculo matrimonial; asunto de gran interés, que fue tratado por sus comentaristas del pro y del contra, con la amplitud de criterio que tan arduo problema reclama.

Se puso a discusión y fue aprobado el artículo primero del dictamen de la Comisión de Peticiones, relativo a la formación de un Comité de Salud Pública.

Se dio cuenta con varias credenciales de nuevos delegados, que pasaron, para su estudio, a la Comisión respectiva, a fin de que dictamine sobre ellas para discutirse en la próxima junta previa.

Entre los asuntos en cartera embargó la atención de la Asamblea la proposición de la Comisión de Glosa, que solicita el nombramiento de un Contador Mayor de Hacienda, que revise las operaciones financieras de la Revolución.

SE ABRE LA SESION

A las cuatro y veinte minutos de la tarde, bajo la presidencia del ciudadano delegado José Quevedo, primer vicepresidente de la Soberana Convención Revolucionaria, se abrió la sesión, y leída el acta de la anterior, sin discusión fue aprobada.

La Secretaría, a cargo del C. delegado José F. Nieto, puso a discusión el artículo XXII del Proyecto de Programa de Reformas Político-Sociales de la Revolución, que dice:

Art. XXII. Favorecer la emancipación de la mujer por medio de una juiciosa ley sobre el divorcio, cimentando la unión conyugal sobre la mutua estimación y el amor y no sobre las mezquindades del prejuicio social.

El ciudadano delegado Casta sube a la tribuna para atacar la aprobación del artículo, y dice que después de la aprobación del artículo que permite la investigación de la paternidad, se puede exclamar:

¡Viva el amor! ¡Viva la prostitución! ¡Viva el desorden! ... pero, ¿será verdad, señores, que existe el amor? (Voces: Sí ... sí ... sí ...)

Mentira: el amor no existe, y voy a probarlo.

El amor no existe entre nosotros, ni en los novios, ni en los casados; solamente existe el amor de madre, y este amor de las madres para sus hijos es el que va a destruir la aprobación del inmoral artículo que se discute.

El orador estudía la inmoralidad del artículo y manifiesta que de antemano sabe que la aplastante mayoría va a dar su voto aprobatorio, pero que él, para salvar su responsabilidad ante la sociedad y ante la patria, y para que en el futuro no se le juzgue como se tendrá que juzgar a los partidarios de la aprobación del artículo a discusión, habla inspirándose en su corazón y considerando el medio en que vive.

El orador estudia la forma de los Gobiernos, que en lo futuro no serán malos, debido a la enseñanza revolucionaria; estudia el matrimonio en diversas formas, y asienta que el matrimonio hecho por la fuerza o por la voluntad, siempre es voluntario, y dice que no se explica cómo en un Programa de Gobierno, se ponen principios que, como el que se discute, ya están consignados en los Códigos.

El orador, a quien no le preocupan los comentarios del contra, ni las manifestaciones de la Asamblea y el público, robustece sus argumentaciones y critica a los iniciadores del artículo, que se han inspirado en la vida francesa.

Con toques de buen humor, describe la vida de los mexicanos en París y su regreso a esta capital, en donde pretenden demostrar que aprendieron mucho en su permanencia en el cerebro del mundo; cuando vienen más tontos de lo que se fueron, y llenos de vicios y petulancias.

El único argumento de peso que me van a esgrimir los del pro, es que la ley del divorcio va a evitar los malos matrimonios, y basándose en esto, van a derrumbar los hogares felices. ¡Adiós, hogares felices! (Risas y murmullos)

Creo, dice el orador, que esta Asamblea meditará con calma y reflexionará las consecuencias que traerá la aprobación del artículo que se discute, pues de no hacerlo así, como soberanos, nos tiraremos una soberana plancha. (Aplausos)

Para terminar, se refiere a la falta de ilustración para comprender el artículo, asentando que no hay ilustración en México.

Un delegado lo interrumpe y el orador le contesta: pues claro que no hay ilustración ... el orador se fija en quién lo ha interrumpido, y exclama: ¡Y sobre todo tú! ... (Grandes risas y aplausos)

Continúa criticando a los socialistas, y manifiesta que en el licenciado Soto y Gama, flotan todas las ideas socialistas, y que los que van a defender el artículo se han inspirado en libros que no son adaptables a nuestro medio social, y cuya lectura se les ha indigestado.

EL DELEGADO CERVANTES

En medio de nutridos aplausos hace uso de la palabra el delegado Cevantes, quien ataca las argumentaciones del delegado Casta, aseverando que sus conceptos son semejantes a los de Shopenhauer, que afirmó que el amor no existe. porque era casto, y que el señor Casta dice: ¡Adiós, hogares felices! Porque también es casto.

El orador entra en materia y critica a su antecesor en el uso de la palabra, quien en un período de su discurso señaló a los que se inspiraban en los libros como poco prácticos, y exclama:

Los libros son la herencia de las generaciones pasadas y, ¡ay de los pueblos que no se inspiran en los libros!

Si los libros no estuvieran escritos como resultado de opiniones serias, si nos dejáramos guiar por los latidos de nuestro corazón, ya sería un hecho en México la ley de Lynch.

También el orador se refiere a París, a ese gran centro de cultura que puede, que da ilustración a sus visitantes, con el solo hecho de concurrir a sus museos y sus bibliotecas, o de discurrir por sus calles.

Termina manifestando que no encuentra ningún argumento serio en el delegado Casta, que padece logorreas, y que durante cuarenta minutos ha hecho perder el tiempo a la Asamblea.

DISCURSO DEL DELEGADO MENDEZ

En pro del tema a discusión, habla el ciudadano Méndez, manifestando que tiene razón su ilustrado compañero el señor Cervantes, al asegurar que el ciudadano Casta no ha dicho nada, y que para él, su peroración le ha producido una dosis de hilaridad que tan útil es para ayudar la digestión en estos dias calurosos.

Entra en materia y se inspira en los cantos de un poeta que ha dicho que sin el amor, la vida no valdria la pena de vivirla. (De Byron, dicen en las curules)

Estudia la ley del divorcio, atacando su indisolubilidad, que considera un dogma de la iglesia; después se remonta hasta la época anterior al Cristianismo, describiendo la poligamia en el tiempo judaico. Considera el articulo desde el punto de vista revolucionario, y dice que está inspirado en las reformas del Plan de Ayala. Termina pidiendo que se abran las puertas de la esperanza a los infelices, abriendo las puertas de la felicidad; aprobemos la Ley del divorcio, y habremos respondido a la cultura que la época reclama.

Dijo durante su peroración, que el voto aplastante del Sur, era el voto de la convicción y aludiendo a The Mexican Herald, pidió al cronista de esa publicación, se fijara en la tesis que desarrollaba, para que no dijera cosas por él no vertidas, que se fijara atentamente en lo que decia del adulterio, para que no le aplicara el embudo de Aristóteles.

Fue muy aplaudido el delegado Méndez al terminar su discurso.

El delegado Casta contesta las alusiones personales.

DISCURSO DEL DELEGADO NIETO

Es la primera vez que el discípulo se rebela contra el maestro, comienza diciendo el delegado Nieto, al referirse a la argumentación del ciudadano Méndez, que ha sentado la tesis de que debe pensarse con el corazón en contra de la opinión del licenciado Soto y Gama, que en Cuernavaca manifestó que no se pensaba con el corazón, sino con todo el cuerpo.

(El ciudadano Soto y Gama indica con la mano que no es cierta la declaración)

Continúa el orador manifestando que los que aprobaron el articulo que autoriza la investigación de la paternidad, no pensaron con el cerebro. (Ruidosos aplausos)

Vengo a oponerme a la aprobación del articulo a discusión, continúa el orador, porque mañana mis propios hijos me echarian en cara mi falta de moralidad al sancionar tan tremendo disparate.

Estudia las Revoluciones de 1910 y 1913, inspiradas por dos causas antagónicas, las de los convencidos y la de los convenencieros.

Habla de la cuestión del matrimonio, y lo estudia desde tres puntos de vista: Primero, desde el punto de vista político; segundo, desde el punto de vista social, y tercero, desde el punto de vista moral.

El delegado Pérez Taylor lo interrumpe y le dice que vaya al grano.

El orador pide a su interlocutor que guarde el respeto que él acostumbra cuando los demás hablan.

Se refiere también a los matrimonios mal avenidos, y pinta el caso de que estando en vigor la ley que rompe el vinculo matrimonial, la mujer volviera a contraer matrimonio, y el marido la viera pasar del brazo con su nuevo esposo. ¿Qué pasaría en este caso?, pregunta el orador.

Después, el delegado Nieto habla del recuerdo de la promesa jurada al pie del altar; describe luego al seductor de oficio, y las consecuencias que éstos pueden acarrear a los matrimonios; cita las estadísticas de los juicios de divorcio, en los que el noventa por ciento de los promovidos se desisten; y refiriéndose a las consecuencias que traería consigo su aprobación, dice que para evitarlas, sería necesario quitar antes a todos los mexicanos el fuego de su sangre y convertir a la raza mexicana en otra. (Calurosos aplausos)

La Presidencia ordena la suspensión del debate y la Secretaría pasa a dar cuenta con los asuntos en cartera.

Se lee una iniciativa del general Alfredo Serratos, que pasa a las Comisiones de Peticiones, por la cual se pide que se autorice al Ejecutivo para ministrar medio haber a las familias de los soldados revolucionarios muertos en campaña, en tanto que la Convención dicta una ley a ese respecto.

Se da lectura a otra solicitud de los presuntos delegados Alejandro del Río, Quintín A. y Pérez y José Jasso, en que piden que a la mayor brevedad posible se discutan sus credenciales.

Se lee también una proposición de la Comisión de Hacienda, a fin de que, con dispensa de trámites, se nombre un contador mayor de Glosa encargado de revisar los fondos públicos.

Habla para fundarla el delegado Fierro y la Asamblea acuerda la dispensa de trámites, pasando el asunto a la Comisión respectiva para que dictamine a la mayor brevedad.

Se da cuenta con una solicitud del coronel ex federal Isidro Reyes, en la que pide se le conceda retiro por más de cuarenta años de servicio.

Se da lectura a varias credenciales de presuntos delegados, entre otros las de los generales Everardo González, Lorenzo Vázquez, Lauro Guerra en favor de los ciudadanos ingeniero Salvador Jiménez Loza y Luis Amor.

EL COMITE DE SALUD PUBLICA

Se pone a discusión el artículo primero del dictamen de la Comisión de Poderes, sobre la formación de un Comité de Salud Pública, que dice:

Se crea una Comisión de Salud Pública, compuesta de nueve delegados.

Habla en contra el ciudadano Castellanos.

En el curso de su peroración, critica la conducta del Oficial Mayor Encargado del Despacho de Instrucción Pública y Bellas Artes, que ha nombrado enemigos de la Revolución, para desempeñar los más altos empleos de ese Ministerio, entre otros, al licenciado Everardo Gallardo, juez presidente de Debates en las épocas porfiriana y huertiana.

Manifiesta que se opone a la aprobación de dicho artículo, porque cree que el Comité de Salud Pública debe estar formado por personas que no formen parte de la Convención.

El delegado Soto y Gama rebate los argumentos del doctor Castellanos, y manifiesta que ha descubierto que hay algo en el fondo para oponerse a la aprobación del artículo.

Durante su peroración, dice que la metrópoli es el asilo de los forajidos mayores de la República, y que el Comité debe señalarlos, aun cuando se eche encima numerosas enemistades.

El delegado Marines Valero insinúa que no debe constar el Comité de nueve miembros; que su formación debe ser más amplia, y que debe juzgar no sólo a los enemigos de la Revolución, sino que a los revolucionarios mismos, que no se manejen honradamente.

Después de una corta alocución del delegado Ortiz, en pro del artículo, la Asamblea lo considera suficientemente discutido, y puesto a votación, resulta aprobado.

Se da lectura el artículo segundo, que dice:

2° Dicha Comisión tendrá las siguientes obligaciones:

I. Promover ante quien corresponda, la destitución inmediata de todos aquellos individuos que en las administraciones de Porfirio Díaz y de Victoriano Huerta hayan servido cargos de carácter político, así como a aquellas personas que sin haber servido esos cargos, hayan laborado contra la Revolución, bien sea por medio de la prensa, bien sea en la tribuna, por medio de propaganda hablada o escríta, o ayudando a los gobiernos díctatoriales con dinero o influencia personal, para contener el triunfo de la Revolución.

II. Consignar ante las autoridades competentes a los autores y cómplices de los cuartelazos de Veracruz y de la Ciudadela, a los autores y cómplices de los asesinatos de los señores Francisco y Gustavo Madero, José María Pino Suárez, Abraham González, Belisario Domínguez, y todos aquellos que fueron sacrificados por su filiación revolucionaria; a los ministros, senadores, diputados y gobernadores del régimen huertiano; a los altos dignatarios del Clero, que ayudaron a Victoriano Huerta, por medios financieros o de propaganda; a los jefes militares, prefectos políticos o funcionarios de cualquier categoría, que durante las referidas administraciones de Díaz o de Huerta, hayan cometido delitos del orden común; a los miembros del llamado Partido Científico, a los directores intelectuales del porfirismo y del huertismo; a todos los directores y principales redactores de periódicos que provocaron el cuartelazo o defendieron al Gobierno de Huerta, y a los que hayan fomentado y fomenten la división entre los elementos revolucionarios.

A las siete y quince minutos de la noche se levanta la sesión pública, para pasar a secreta de reglamento.

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