Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 23 de febrero de 1915 Segunda parte de la sesión del 24 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 24 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS
Primera parte

Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño


SUMARIO

Acta de la sesión anterior.- Oficio del ciudadano Encargado del Poder Ejecutivo.- Memorial suscrito por varios jefes, oficiales y tropa del Ejército Libertador.- Solicitud del ciudadano Lauro Machorro, Jefe de Policía de Xochimilco.- Oficio del ciudadano Tesorero General de la Nación.- Discusión del dictamen de la Comisión de peticiones, que consulta que el Ejecutivo informe semanariamente acerca de todas las operaciones militares de las fuerzas convencionistas.- Discusión del dictamen de la misma Comisión, que propone se deseche la solicitud del ciudadano Lic. Ricardo Gómez, relativa a que se le autorice para estudiar y dictar leyes.- Escrito del ciudadano delegado Federico Cervantes.- Proyecto de Programa de Reformas Político-Sociales de la Rvolución.- Orden del día.

Presidente, C. Montaño.
Secretario, Velázquez.
Lista.

El C. presidente

Se abre la sesión plena.

El C. secretario Velázquez

Se procede a dar lectura al acta de la sesión celebrada el día de ayer. (La leyó)

Está a discusión.

¿No hay quién pida la palabra?

En votacién económica se pregunta si se aprueba.

El C. González Cordero

Pido la palabra para una interpelación.

El C. presidente

Tiene la palabra para una interpelación el ciudadano González Cordero.

El C. Cordero

En el acta se dice, al hablar del ascenso del señor Cervantes, que fue ascendido a general el teniente coronel Federico Cervantes. Ruego a la Secretaría se sirva decirme si ha sido una equivocación de su parte o, efectivamente así se expresa en el oficio respectivo.

El C. secretario Lecona

Ha sido una equivocación de la Secretaria. El señor teniente coronel Cervantes ha sido ascendido a coronel del Cuerpo de Ingenieros.

Continúa la discusión del acta.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a la H. Asamblea si la considera suficientempnte discutida.

Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutida.

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

El ciudadano secretario lee:

Al margen un sello con el escudo de la Nación, que dice:
Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos.

Enterado del acuerdo dictado por esa Soberana Convención Revolucionaria, en que ordena repetir las disposiciones relativas a la circulación forzosa del papel moneda autorizado por el Gobierno Convencionista, imponiendo multas y penas disciplinarias a quienes rechacen dicho papel moneda, tengo el honor de manifestar a esa Honorable Asamblea que dejo cumplido debidamente el referido acuerdo, librando las órdenes respectivas a la Secretaría de Hacienda, esperando que con tales medidas se obtenga el resultado apetecido.

Reitero una vez más las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, Mor., febrero 24 de 1915.
El Presidente de la S. Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.
R. González Garza.
(Rúbrica).

A los ciudadanos Secretarios de la Soberana Convención Revolucionaria.
Presentes.

A su expediente.


A la Honorable Convención Revolucionaria:

Los abajo firmantes, jefes, oficiales y tropa del Ejército Libertador, ante la recta y reconocida ilustración y justificación de ese alto Cuerpo, ocurrimos pidiendo, a fin de establecer un precedente dictado, con temperamento quieto y desapasionado, sea juzgado conforme el espíritu y carril de nuestras leyes, el presunto responsable mayor Isidoro Cortés.

Pues de otra forma, si en momento de ceguedad o arrebato se dictara un fallo condenatorio, sin pruebas jurídicas que lo justifiquen, evidentemente se cometería un grave error y, por añadidura, una violación a las leyes y garantías constitucionales que nuestra Carta fundamental otorga al hombre; razones y fundamentos que impetramos sean colocados en la balanza de la justicia, para que a su debido tiempo se absuelva o se condene al que hoy está en grave peligro, por razón a los efectos de un juicio sumario que, en la mayoría de estos casos, tiempo falta al acusado para la presentación de pruebas, y siendo procedente como equitativa nuestra súplica, esa Honorable Convención, guiada de su espíritu de justicia, atenderá nuestra solicitud.

Protestamos nuestra lealtad y respeto.

El coronel Alfonso Gutiérrez.
El coronel Jesús Aguilar.
El teniente coronel Franco Mendoza.
Coronel S. Tafolla.
Mayor Guillermo Raibi Peraza.
Capitán 1° S. M. Saracho.
Capitán 1° Francisco Salmori.
Teniente M. Valdés.
Capitán 1° R. Aguirre.
Teniente, Cosme E. Cota.
Teniente J. Cárdenas.
Mayor Abel Aburto.
El teniente Ignacio Mario Ochoa.
Mayor J. Antonio Chávez.
Capitán 2° Manuel Magallán.
El capitán 1° Ignacio Díaz de León.
Teniente, Juan Izábal.
Andrés Olivares.
Capitán 2° Ignacio Amaro.
Capitán 2° Isidro Colin.
Teniente Timoteo Palacios.
Teniente José Castillo.
El capitán 2° José Landgrave.
El mayor Sabino Pola.
Mayor Luis Ag. Eding.
El mayor Jesús Benítez.
Capitán 2° Alberto Gómez Acamban.
El capitán Julián Gutiérrez.
Capitán 1° Daniel Breson.
Capitán 1° Teófilo Hernández y Orta.
Capitán 1° José Castro.
El teniente Ricardo Villanueva.
Mayor Jesús Vázquez.
El capitán 1° Enrique Vargas.
José Cruz.
El subteniente Frumencio Hernández.
Capitán 1° Luis G. Fortono.
Sargento 1° Ernesto Resendis.
Teniente Ismael Landgrave.
Soldado José Carrasco.
Sargento 2° Antonio Ramírez.
El cabo Lino Arellano.
Hilario Gómez.
Soldado José Morales.
Sargento 2° Fabián Rodríguez.
Sargento 2° José Covarrubias.
El sargento 2° Daniel Gaxiola.
El sargento 2° Emilio C. Cárdenas.
Soldado Guadalupe Nava.
Sargento 1° Zacarías Millán.
El sargento 2° Nabor Guzmán.
(Rúbricas)

Hago mío este ocurso, L. G. Gavaldón (rúbrica).

Pasa al Ejecutivo para los efectos consiguientes.

El C. Borrego

No es ése el trámite.

El C. Cordero

Al Gran Jurado.

El C. secretario

Al Gran Jurado, ¿por qué?

El ciudadano secretario dio cuenta con el siguiente memorial:

Señores secretarios de la Soberana Convención.

El que suscribe: ante ustedes respetuosamente manifiesta: que en los días 29 y 30 del mes próximo pasado, recibí, por la vía telefónica, orden de abandonar la ciudad con el personal de la policía que es a mi cargo, y reconcentrarme a la capital, siendo que dicha ciudad se hallaba ya ocupada por las fuerzas enemigas; como la fuerza y yo no hemos reconocido otro Gobierno que el emanado de esa Soberana Convención, no cumplimenté dicha determinación, concretándome a defenderme con mis guardas en este lugar, donde fui sorprendido el día 31 del mismo mes, por el enemigo, al intentar apoderarse de la plaza; ese mismo día en la noche fui víctima del atropello de una parte de las fuerzas de mi general Barona, quienes me detuvieron y me condujeron hasta un pueblo llamado San Pedro Actopan, donde permanecí prisionero por espacio de nueve días, hasta que fui puesto en libertad por el mismo señor general Barona; entonces fue cuando regresé a ésta, y tanto yo como mis guardas nos encontramos sin haberes desde la segunda decena de enero, haciendo con esto imposible que personalmente acuda a ésa.

Por lo expuesto y pór entrañar, en mi humilde concepto, justicia: A ustedes, señores secretarios acudo en solicitud de órdenes y auxilios pecuniarios con que poder solucionar la penosa situación en que me encuentro al lado de ml fuerza, con lo cual recibiré gracia, por ser así de justicia, que con lo necesario protesto.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Xochimilco, 18 de febrero de 1915.
El capitán 1° Jefe de la Policía, Lauro Machorro.

Otro sí digo: Que si ésta mi súplica fuese digna del conocimiento de esa Soberana Asamblea, al dar cuenta con ella hagan ustedes patente las seguridades de mi adhesión y respeto.

Fecha ut supra.
Lauro Machorro.

El C. secretario

¿Hay algún ciudadano delegado que haga suya esta petición?

El C. Fierro

Yo la hago mía.

El C. Wiella

Pido la palabra.

El C. Borrego

No hay nada a discusión.

El C. secretario

Lo único que procede es remitirla al Ejecutivo.

El C. Borrego

Reclamo el trámite; que pase a la Comisión de Peticiones.

El C. Nieto

No puede pasar al Ejecutivo sin que antes un delegado la haga suya con su firma. No se hace propio un documento nada más porque se dice, es necesario firmarlo.

El C. Fierro

La firmaré. (Pasa el C. Fierro a la mesa a firmar)

El C. Borrego

Reclamo el trámite. Señores delegados:

Aunque no se ha dictado ni mucho menos aprobado una ley constitutiva que determine las atribuciones de esta H. Asamblea, sin embargo, desde su fundación se dijo cuáles eran las finalidades que se perseguían: unificar el pensamiento revolucionario, implantar todas aquellas reformas que el pueblo exige y que el pueblo tiene derecho a pedir.

Los señores delegados a esta Convención han observado que vienen a ella peticiones enteramente extrañas a ese doble objeto que perseguimos; peticiones que, por un lado, nos quitan mucho tiempo, y por otro nos apartan de esos objetos, nos impiden dedicarnos al estudio de los grandes problemas que tenemos que resolver. Por este motivo yo desearía que una vez por todas se fijase una regla de conducta para todos aquellos asuntos que no estén íntimamente relacionados con los fines principales o fundamentales que persigue la Convención. Todo ese género de peticiones que no están en consonancia con el objeto que perseguimos, debe desechárseles y dárseles el trámite correspondiente, según la naturaleza de la petición. Por tal motivo yo suplicaría atentamente a esta H. Asamblea que revocase ese trámite por el siguiente: Para al Ejecutivo, para los efectos correspondientes.

El C. secretario Lecona

La Mesa, por conducto de la Secretaria, pregunta muy respetuosamente a esta H. Asamblea si está conforme con el trámite que propone el ciudadano licenciado Borrego.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Pasa al Ejecutivo, para los efectos correspondientes.

El ciudadano secretario dio cuenta con el siguiente oficio:

Ciudadanos secretarios de la Soberana Convención Revolucionaria:

Tengo el honor de acompañar dos actas en que constan las cantidades de oro, billetes y documentos que ha recibido la Tesorería a mi cargo en esta ciudad; agradeciéndoles se sirvan darles lectura ante esa H. Asamblea, para conocimiento de los señores delegados. Después de que se dé lectura a las mencionadas actas, tendré el gusto de informar sobre los pagos que se han hecho por la Tesorería en grandes cantidades, y de la existencia actualmente en caja.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, Mor., 24 de febrero de 1915.
EI Tesorero General de la Nación, Luis Zubiría y Campa.

Las actas a que se hace mención son las siguientes:

En la ciudad de Cuernavaca, a los seis días del mes de febrero de mil novecientos quince, en el local que ocupa la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, comparecieron los señores teniente coronel D. Marines Valero e ingeniero Enrique M. Zepeda, por una parte, y el señor licenciado Luis Zubiría y Campa, nombrado Tesorero General de la Federación, por otra.

Los primeros señores, comisionados que fueron por la Soberana Convención Revolucionaria, la noche del veintiséis del mes pasado, para recoger de la Casa de Moneda de la ciudad de México las sumas existentes de dicho establecimiento.

Se procedió en el mencionado local de la Secretaría de Hacienda a recontar una por una las monedas de oro, así como los billetes que venían en la caja que transportaron los comisionados, bajo su cuidado, a esta ciudad; habiendo resultado las cantidades siguientes: ciento treinta y cuatro mil ochocientos pesos ($134,800.00) en moneda de oro del cuño mexicano, y diez mil novecientos quince pesos ($10,915.00) en billetes del curso legal; faltando solamente una moneda de oro de cinco pesos, a lo cual los señores Marines Valero y Zepeda hicieron constar que como la Casa de Moneda recibió el oro por peso, debido a la violencia para traer los fondos, recuerdan que en una de las pesadas hubo una diferencia de cuatro gramos, a lo que hoy atribuyen la moneda faltante antes expresada.

También expusieron los señores Marines Valero y Zepeda, que en la referida Casa de Moneda dejaron, porque así se los ordenó el ciudadano Presidente de la República, general Roque González Garza, las existencias de moneda de cobre y los cartones fraccionarios y que eran las siguientes cantidades: monedas de cobre de cinco centavos, $126,490.50; monedas de cobre de un centavo, $48,762.03; cartones de veinte centavos, la cantidad de $3,000.60; cartones de diez centavos, $983.30, Y cartones de cinco centavos, $17,446.20.

Hicieron presente los mismos señores Marines Valero y Zepeda que para transportar el dinero encomendado tuvieron que alquilar dos automóviles: uno hasta Xochimilco, y el otro de allí hasta esta ciudad, alquiler que importó $100.00; también tuvieron que pagar una guardia que cuidara los expresados fondos, en esta población, durante ocho días, que costó $18.00: todo lo cual hace la suma de $118.00, como gastos erogados, los cuales fueron cubiertos de la misma cantidad de billetes que traían.

El señor licenciado Zubiría y Campa se dio por recibido de la suma de oro y de billetes antes relacionados, la Que fue guardada en la caja fuerte de la Tesorería.

Para constancia firmaron de conformidad la presente acta, en unión del representante del Ejecutivo, señor licenciado Manuel Padilla, Oficial Mayor en funciones de Subsecretario, Encargado del Despacho de Hacienda y Crédito Público, que presenció la entrega.

Manuel Padilla.
Teniente coronel D. Marines Valero.
Luis Zubiría y Campa.
Enrique M. Zepeda.


En la ciudad de Cuernavaca, a los nueve días del mes de febrero de mil novecientos quince, en la casa del señor general Otilio E. Montaño, comparecieron, por una parte, los señores general Otilio E. Montaño y el mayor Alejandro R. Aceves, y por la otra parte, el señor licenciado Luis Zubiría y Campa, con el carácter de Tesorero General de la Nación.

Los primeros señores, comisionados que fueron por la Soberana Convención Revolucionaria, la noche del veintiséis del mes pasado, para recibir de la Tesorería General de la ciudad de México los fondos y valores existentes en dicha oficina, así como los clichés para imprimir billetes.

El señor general Montaño manifestó que deseaba que constara en la presente acta, cómo desempeñaron la comisión que les fue conferida, y que es como sigue: habiéndose presentado los comisionados en el local de la Tesorería, se procedió a sacar todas las existencias que había en las arcas, por el mismo tesorero y sus empleados, siendo depositado todo el dinero en siete grandes cajones de madera, que allí mismo proporcionaron; dichos cajones se trasladaron a dos tranvías especiales y fueron llevados a la Cámara de Diputados, yendo también el tesorero señor Poulat, con el objeto de hacer la entrega a la misma Convención, contando el dinero; mas cuando llegaron a la Cámara, ya se habían retirado los delegados, no obstante lo cual se descargó el dinero y se comenzó a contar en el Salón Verde; siendo como las cuatro de la mañana, se recibió aviso verbal del ciudadano Presidente de la República, general Roque González Garza, para que todo el personal encargado del dinero saliera desde luego con rumbo a Xochimilco, por lo cual volvieron a cargar los cajones en los mismos trenes, y se tomó camino para ese Jugar, acompañados del tesorero y sus empleados, que iban a hacer la entrega por cuenta.

Estando en Xochimilco se recibieron noticias de que el enemigo avanzaba, por lo que se consideró bromoso contar allí el d:nero y se prefirió empacarlo en cajones chicos, para poderlos conducir a lomo de mula a la ciudad de Cuernavaca; esta operación la hizo el tesorero Poulat y sus empleados, en unión del mayor Aceves, ayudados por dos carpinteros. Como el señor general Montaño había citado a los delegados en la ciudad de México, para tener la última sesión a las cuatro de la tarde del día veintisiete, creyó conveniente regresar a dicha ciudad, para estar presente a la hora señalada; antes de salir le preguntó el señor mayor Aceves si el señor Poulat tenía que permanecer allí, porque dicho señor insistía en retirarse a la ciudad de México, a lo cual le contestó que no podía hacerlo mientras no entregara contado el dinero y se extendieran los recibos y constancias respectivas.

A su vuelta a Xochimilco le dio cuenta el señor Aceves de que el tesorero Poulat había desaparecido, quedando los fondos, por consiguiente, a cargo del mismo señor Aceves, en la pieza donde se hizo el cambio del dinero a los cajones chicos.

Allí se presentó también el señor delegado Marines Valero, que traía a su cuidado una caja pesada, con los fondos que había recogido de la Casa de Moneda, solicitando del señor general Montaño una escolta y la manera de transportar dicha caja a la ciudad de Cuernavaca; el señor general Montaño le facilitó dicha escolta y un coche primeramente, después prefirió arreglarle un automóvil, para que el señor Marines Valero condujera personalmente los fondos con la debida seguridad.

En cuanto a los cajones de la Tesorería se trasladaron en mulas, a la media noche, habiendo llegado a Cuernavaca el día veintiocho, a las seis de la tarde; los cajones fueron depositados en una pieza de la casa del señor general Montaño, bajo la custodia de tres celadores de confianza, que proporcionó, y otro que puso el señor Aceves, los que permanecieron de día y de noche en dicha pieza, durmiendo allí mismo el señor Aceves; advirtiendo el señor general Montaño que desde la llegada a Cuernavaca quedaron los fondos y todo su manejo a cargo del señor Aceves, habiéndole proporcionado, además, una escolta para que la instalara fuera de la pieza; así el señor general Montaño hace constar que no ha tenido que tocar para nada los fondos de referencia, sino que los ha dejado bajo el cuidado del señor Aceves, como tesorero accidental, pues prefirió que solamente una persona fuera la que se entendiera con los fondos que se trajeron de la ciudad de México.

El señor mayor Alejandro R. Aceves, por su parte, manifestó que, efectivamente, el señor general Montaño no ha tenido ninguna intervención en el manejo de los fondos que trajeron de la ciudad de México, sino que ha dejado al exclusivo cuidado del que habla todo el dinero; que tan luego como se nombró Tesorero General de la Nación por la Soberana Convención Revolucionaria, se apresuró a hacer entrega del dinero y valores que tenía bajo su custodia, lo que hizo en varios días al señor licenciado Luis Zubiría y Campa, quien en unión de tres empleados de la Tesorería, contó uno por uno todos los billetes, recibiendo las cantidades siguientes: ($1.092,448.00) un millón noventa y dos mil cuatrocientos cuarenta y ocho pesos; ($596,892.00) quinientos noventa y seis mil ochocientos noventa y dos pesos; ($200,000.00) doscientos mil pesos; ($421,253.00) cuatrocientos veintiún mil doscientos cincuenta y tres pesos; ($173,440.00) ciento setenta y tres mil cuatrocientos cuarenta pesos, y ($63,256.45) sesenta y tres mil doscientos cincuenta y seis pesos cuarenta y cinco centavos, haciendo estas cantidades una suma de ($2.547,289.45) dos millones, quinientos cuarenta y siete mil doscientos ochenta y nueve pesos, cuarenta y cinco centavos.

Igualmente recibió el señor licenciado Zubiría y Campa, del señor Aceves, los documentos siguientes: recibos de delegados a la Soberana Convención, por valor de ($17,160.00) diecisiete mil ciento sesenta pesos; recibos varios que pagó el señor Aceves en esta ciudad, por valor de ($190,593.49) ciento noventa mil quinientos noventa y tres pesos cuarenta y nueve centavos; todos los cuales documentos hacen una suma de ($207,753.49) doscientos siete mil setecientos cincuenta y tres pesos cuarenta y nueve centavos; cantidad que agregada a la anterior de billetes, forman la suma total recibida de ($2.755,042.94) dos millones setecientos cincuenta y cinco mil cuarenta y dos pesos noventa y cuatro centavos.

Además, recibió el señor licenciado Zubiría y Campa del señor mayor Alejandro R. Aceves, lo siguiente: un giro número 225 de The Guanajuato Reduction and Mines Co., a cargo de Empiry Trust Co. por (Dls.603.45) seiscientos tres dólares cuarenta y cinco centavos; un giro número 14, de Otis Manufacturing Co., a cargo de Hanover National Bank, por valor de (Dls.1,000.00) un mil dólares, y un giro número 4,286 de Alvaro F. Pérez Sucs., a cargo de E. Seteiles y Cía. (Dls. 1,231.88) mil doscientos treinta y un dólares ochenta y ocho centavos; dichos giros hacen en junto un total de (Dls.2,835.33) dos mil ochocientos treinta y cinco dólares treinta y tres centavos. Cinco sobres cerrados, en cuyas respectivas cubiertas consta lo siguiente: uno con ($200.00) doscientos pesos en billetes de Monclova; otro con ($46.00) cuarenta y seis pesos, depósito del Juzgado de Primera Instancia de Xochimilco; otro con ($9.20) nueve pesos veinte centavos, depósito del Juzgado Cuarto Auxiliar, de la capital; otro con ($200.00) doscientos pesos, del Juzgado Primero de lo Civil, y otro con ($1,600.00) mil seiscientos pesos, depósito del Juzgado Quinto de lo Civil; un cheque del Banco Oriental de México a cargo del Descuento Español, por la cantidad de ($39.54) treinta y nueve pesos cincuenta y cuatro centavos; varios recibos de pagos pequeños hechos por la Tesorería de México por valor en junto de ($144.50) ciento cuarenta y cuatro pesos cincuenta centavos. Dos paquetes conteniendo bonos de Guaymas, de cincuenta centavos, sin circulación; cinco clichés para imprimir billetes de a cien pesos, y treinta y un dados o sellos de metal.

l señor licenciado Luis Zubiría y Campa expuso: que se da por recib:do de conformidad de los fondos y documentos antes relacionados, todo lo cual ha quedado guardado en tres cajas fuertes de la Tesorería; pero que desea hacer presente que del efectivo recibido, solamente una mitad es de billetes del Gobierno Provisional, una pequeña cantidad de billetes del Estado de Chihuahua, del facsímil Madero-Abraham González, y el resto de papel villista, bonos de Durango, de Monclova, de Obregón y otras clases, mucho de él en mal estado y sin resellar, estando incluida también una buena suma de papel completamente inútil y destinado a la incineración.

Los señores Montaño y Aceves manifestaron que todo el dinero que se entregó es el mismo que trajeron de la Tesorería de México, entre el cual efectivamente venía mucho papel en mal estado y sin resellar.

Con lo que terminó la presente acta, que firmaron de conformidad los que en ella intervinieron en unión de los testigos, señores capitán primero Pedro Alatriste y Tiburcio Tafolla.

General Otilio E. Montaño.
A. R. Aceves.
T. Tafolla.
Luis Zubiría y Campa.

El C. Zubiría y Campa

Pido la palabra, para ampliar el informe.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Zubiría y Campa, Tesorero General de la Nación.

El C. Zubiría y Campa

Señores delegados:

Por las dos actas a que acaba de dar lectura la Secretaría, seguramente que os habréis dado cuenta de las cantidades que recibió la Tesorería a mi cargo, en esta ciudad. Para que se tenga más clara idea de la cuenta del Tesoro Público, desde la salida de la ciudad de México, voy a dar a conocer las cifras que según los libros de la Tesorería General en aquella ciudad existian, y que estoy en aptitud de dar a conocer, por haber sido miembro de la Comisión Investigadora de los Fondos PúbliCos que se nombró a raíz de la salida del señor general Gutiérrez de la ciudad de México, cuando no se sabía si el expresado señor general se había llevado todos los fondos, o había quedado algo en la ciudad.

En ese día, sábado 16 de enero, se nombró una Comisión, compuesta de los señores licenciados Miguel Díaz Lombardo, Francisco Lagos Cházaro y el que habla, para que pasara a la Tesorería de la Federación y demás oficinas públicas donde hubiera fondos disponibles, para cerciorarse qué cantidades habían quedado, y de ello se rindiera un informe al Ejecutivo.

En cumplimiento de esta Comisión, se practicó un corte de caja el 23 de enero en la Tesorería, y se supo lo que había en cada una de las oficinas que se visitaron, apareciendo una cantidad que no varió hasta el día 26 del mismo mes, fecha de nuestra salida de la ciudad de México para Cuernavaca, porque ya se había pagado a los empleados públicos la segunda decena de enero, y más bien hubo entradas en esos días; de manera que el corte que hicimos el día 23 da con exactitud la cantidad que había el día 26, que fue cuando se evacuó la ciudad de México por el Gobierno de la Convención.

Las existencias del Tesoro Público son como sigue:

La víspera de la salida del general Eulalio Gutiérrez, es decir, el día 15 de enero próximo pasado, eran, según corte de caja practicado ese día, de $14.201,448.13.

Suma extraída por el general Eulalio Gutiérrez, según recibo que quedó en la Tesorería, y del cual se han sacado varias copias fotográficas, $10.453,473.00.

En esta extracción están incluidos $94,340.00 en monedas de oro del cuño mexicano, y $4.800,000.00 en billetes del Gobierno Provisional, revalidados, habiéndose podido precisar que los números con que estaban marcados eran del 402,001 al 450,000; quedando, por consiguiente, en las cajas de la Tesorería, el día 15 de enero de 1915 la suma de $3.747,975.13.

El día 23 de enero próximo pasado, tenía a su cargo la Oficina Impresora de Estampillas de la ciudad de México, billetes por la cantidad de $1.131,204.00.

Al evacuar la capital de la República el Gobierno de la Convención, el día 27 de enero pasado, el encargado de dicha oficina, señor Martín F. Reyes, entregó, por orden del ciudadano Presidente de la República, señor general Roque González Garza, para que se pagara la nómina de todos los empleados, correspondiente a la última decena de enero, la cantidad de $471,000.00, quedando en su poder el resto, de $660,204.00.

En la Tesorería de México había, según corte de caja practicado la noche del 23 de enero pasado, la cantidad de $3.417,206.64, formada esta cantidad de la manera siguiente: $2.426,749.58, en billetes en buen estado y de curso legal, y $990,457.06 en billetes en mal estado, sin resellar, bonos sin circulación y billetes inútiles destinados a la incineración; por lo que esta cantidad de $990,457.06 no se consideraba como efectivo disponible.

La Comisión nombrada por la Soberana Convención Revolucionaria, la noche del 26 del mes pasado, compuesta de los señores general Otilio E. Montaño y mayor Alejandro R. Aceves, recogió, en cumplimiento de su encargo, todos los fondos que había en las arcas de la oficina de la Tesorería de México, para trasladarlos a esta ciudad.

Cuando se nombró Tesorero General de la Nación, el día 3 del presente mes, el señor mayor Alejandro D. Aceves hizo entrega de las siguientes cantidades: $2.547,289.45, en papel moneda, siendo la mitad en billetes del Gobierno Provisional, otra parte en billetes llamados villistas y de los Estados, y como una tercera parte del total, en billetes de todas clases, en mal estado, sin resellar y que debían retirarse de la circulación, y $207;753.49 en comprobantes de pagos hechos por él en esta ciudad, sumando estas cantidades $2.755,042.94.

Además, el señor mayor Aceves hizo entrega de tres giros por valor, en conjunto, de 2,835.33 dólares; cinco sobres cerrados, representando valores por $2,055.20; un cheque del Banco Oriental de México por valor de $89.54; varios recibos de pagos pequeños hechos por la Tesorería de México, por valor, en junto, de $144.50; dos paquetes conteniendo bonos de Guaymas de cincuenta centavos, sin circulación; cinco clichés para imprimir billetes de $100.00, y treinta y un dados o sellos de metal para marcar billetes.

Los señores coronel D. Marines Valero e ingeniero Enrique M. Zepeda, comisionados que fueron por la Soberana Convención Revolucionaria para recoger de la Casa de Moneda de México las sumas existentes, hicieron entrega en esta ciudad de los fondos que transportaron, que son los siguientes: en moneda de oro del cuño mexicano, $134,800.00; en billetes de curso legal, $10,915.00, habiendo quedado en dicho establecimiento todas las monedas de cobre y los cartones fraccionaríos.

De los $2.547,289.45 que entregó el señor mayor Alejandro R. Aceves en billetes a la Tesorería, en esta ciudad, se han pagado las cantidades siguientes: para atenciones del Ejército Libertador del Estado de Morelos, según recibos del pagador general del Ejército del Sur, señor Genaro Amezcua, de fechas 3, 9, 13, 19 y 23 del actual, la suma de $468,342.85. Para atenciones del Ejército Libertador del Estado de Guerrero, según recibo del pagador general de dicho Ejército, señor F. González y González, de fecha 7 del actual, $200,000.00. Para canjear el papel moneda del Estado de Guerrero, de la emisión hecha por el general Jesús H. Salgado, y que se entregó a la Comisión que fue con el general Emiliano Zapata, según recibo del presidente de dicha Comisión, de fecha 7 del actual, $600,000.00. Remitido al ciudadano gobernador del Estado de México, con el señor doctor Alfredo Cuarón, el día 11 del actual, $25,000.00. Pagado a los delegados y empleados de la Convención, en la primera y segunda decena del presente mes, $36,750.00. Pagos diversos según órdenes y comprobantes respectivos, $208,360.95. Suma, $1.538,453.80. Existencia en caja, $1.008,835.65. Suma total, $2.547,289.45.

Además quedan en caja las cantidades de oro y billetes que entregaron los señores Marines Valero y Zepeda.

Debo advertir que, de la suma de $1.008,835.65 que queda en caja, la mayor parte es en billetes grandes, por lo que se va a tropezar con grandes dificultades para el pago de la tropa y demás empleados, y el resto está formado por una cantidad, bastante grande también, de billetes en mal estado.

El C. Aceves

Pido la palabra.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Aceves.

El C. Aceves

Señores delegados: tengo la obligación de hacer presente a ustedes, con todo respeto, que una de las cosas que aparece en el acta como de inmediata responsabilidad para mí, es la de que se fue el Tesorero de la Federación, estando en Xochimilco. Apelo a la caballerosidad de mi general Montaño para que me diga si no es cierto que había tres piezas en donde teníamos el dinero, guardado en cajas abiertas, sin tapaderas, todas conteniendo billetes: ¿no es así, mi general?

El C. Montaño

La casa no tenía más que tres piezas. En una estaban las cajas, al cuidado de usted, así como el dinero que personalmente vigilaba el señor Marines. En la otra estaba yo alojado, y allí no había ningún dinero, y la otra era la cocina.

El C. Aceves

Muy bien, señor. De todas maneras, yo pregunto: la comisión que se me dio, ¿fue la de cuidar el dinero, o la de cuidar al tesorero? Fíjense los señores delegados en que el dinero no se movía, mientras que el señor tesorero sí se movia para todos lados; y yo no podía dejar de cuidar el dinero por vigilar al tesorero.

Como recordará el señor general Montaño, el señor tesorero pidió permiso para ir a almorzar y para comprarse en la plaza un sombrero de petate, o no sé qué chisme.

Yo no podía ir a cuidarlo y dejar el dinero abandonado; mi principal obligación era la de no descuidar ni un solo momento el dinero que se me había confiado. Después, como usted recordará, señor general, ya en la casa de usted, en esta ciudad, dormí dos días en el cuarto donde estaba la plata, y, mirando que aquellos muchachos de la escolta eran sumamente honrados, creí inútil seguir durmiendo allí. De todas maneras, hago constar que dormí dos días en donde estaba el dinero.

El C. Montaño

Bueno, señor; pero usted firmó en el acta de conformidad.

El C. Aceves

Sí, señor; estoy de acuerdo.

El C. Montaño

Yo no me quise entender con el dinero; yo no quise que hubiera puras manos sino manos puras, y por eso proporcioné a usted la escolta y todo lo necesario, para que tuviera usted suficientes garantías para trasladar el dinero. Yo, absolutamente, no tuve que meter las manos en los cajones del dinero, y usted mismo lo dice en el acta.

El C. Aceves

Quiero dejar, mi general, todavía más reforzada la parte del acta que se refiere al dinero. Yo declaro que yo solo lo manejé, sin que usted, señor general. tuviera ninguna intervención. Yo hice pagos y fui el único que manejé la pjata, de tal manera que si alguna responsabilidad pueda haber más tarde, por la traslación del dinero o el manejo de esos fondos, lo acepto, pero de ninguna manera acepto que se me haga responsable por la desaparición del tesorero; yo no cuidé al tesorero, sino al tesoro. (Risas)

El C. presidente

Sobre este particular, debo manifestar al señor Aceves, que no se le hace ningún cargo. Nuestra comisión fue recibir los fondos; no se entregaron los fondos desde luego, porque esa entrega ha sido cuestión de varios días y no de uno solo. A usted le consta que el señor tesorero Poulat quería que se le firmara un recibo o se le extendiera un acta por la entrega del dinero.

El C. Aceves

Y tenía razón, señor.

El C. presidente

Y yo me opuse a que se extendiera esa acta o se le diera recibo si no contaba antes el dinero, porque, ¿cómo íbamos a dar recibo de un dinero que no se había contado? Por esta razón, yo opiné por no dar al tesorero el recibo que solicitaba, porque, repito, nos entregaba el dinero sin contarlo.

Me permito informar a ustedes que, en la misma forma que salieron los fondos de allá, podrían resultar aquí en la Tesorería, y que mayor justificación y satisfacción sería para la Soberana Convención el que nadie metiera mano en las cajas, sino solamente el tesorero y sus empleados.

A usted le consta, señor Aceves, que hasta Xochimilco nadie metió la mano en los fondos, sino solamente ellos; porque allí le dije al señor tesorero y a sus empleados que la escolta y todos nosotros estábamos encargados de velar por aquel tesoro, en unión de nuestros compañeros, y que cualquiera que tratase de cometer algún atentado. allí le tenía a usted y a mí, para dar protección, amparo y garantías a los expresados fondos; pero que los directamente responsables de ellos eran él y sus empleados.

A usted le consta, también, que en el Salón Verde se comenzó a contar ese dinero, y no pudimos hacerlo, porque en ese momento se recibió aviso telefónico del señor Presidente, de que inmediatamente debíamos salir para Xochimilco, con los fondos; pero yo allí, delante de los señores delegados que estaban y de algunos empleados, le dije al señor tesorero que la custodia de ese dinero eran él y sus empleados; en consecuencia, hasta Xochimilco así sucedió; allí el mismo tesorero, como a ustedes les consta, estaba guardando los billetes, al trasladarlos de los cajones grandes a los cajones chicos, que quedaron perfectamente clavados y arreglados, como a usted mismo le consta.

De allá para acá, usted los trasladó con la escolta que yo le proporcioné, y después depositamos los expresados fondos en mi casa de esta ciudad, sin que ni yo ni ninguna otra persona, enviada por mí, hayamos destapado los cajones de que se trata.

En consecuencia, el acta está bastante explícita, y son por demás todas las aclaraciones que se hagan, pues todo está expresado de una manera clara y precisa, y creo que sobre ese particular se han dado todos los detalles.

El C. Aceves

Eso cree usted, señor; pero yo, que manejé el dinero, no estoy conforme. Repito que fui el único que lo manejé. El señor Zubiría y Campa, para explicar por qué había sobrado dinero. nos trae un atascadero de números que ni él, ni yo, ni todos nosotros, entendemos. (Risas)

Seguramente que ese dinero que sobró no lo debo haber sacado de mi bolsa, pues es mucho.

Eso es lo que yo quería decir.

El C. Marines

Oi que me nombraban allí; yo no tengo nada que ver con ustedes, nada obsolutamente, háganme favor de no mezclarme en nada. Yo quiero hacer constar esto, para que no después vengan a hacerse suposiciones, y yo no estoy dispuesto a admitir que se me venga a enredar de ninguna manera; lo único que quiero hacer constar, señor Aceves, es que yo estuve con usted cuando ya los cajones estaban clavados y cerrados. No quiero que me achaquen nada ni me metan en chismes. (Aplausos)

El C. Casta

Pido la palabra, para un hecho.

El C. presidente

En el acta respectiva no se habla nada de usted, señor Marines; si usted quiere, que se lea.

El C. Marines

Sí, señor; sí se habla, y no quiero que me metan a mí. El dinero que a mí me entregaron, lo traje y lo entregué contado, y no hay razón para que, simplemente porque estuve allí de paso, me metan a mí en sus cosas.

El C. presidente

Usted estaba allí, señor Marines, y le consta que las cajas grandes se abrieron para trasladar el dinero a las cajas chicas y que pudiera ser traído a Cuernavaca a lomo de mula.

El C. Marines

Muy bien, señor; pero no sólo yo estaba allí. Habíamos como veinte personas; ¿por qué se me escoge a mí?

El C. Aceves

Tiene razón el señor Marines: había veinte gendarmes que me mandó el inspector de policía, para que nos cuidaran. (Risas)

Por otra parte, el señor Marines estaba siempre conmigo, y él me cuidaba a mí y yo lo cuidaba a él. (Risas)

El C. presidente

Esa es cuestión de detalles, que no tiene importancia.

El C. Aceves

En muchos días, como usted recordará, se hizo aquí la entrega; mucho estuvimos suplicando nosotros que se dictaran las órdenes conducentes, para verificar cuanto antes la entrega de ese dinero; pero no fue posible lograrlo.

También recordará usted que en Xochimilco no se procedió a contar el dinero, sino simplemente a trasladarlo de las cajas grandes a las cajas chicas, y que esta operación fue dilatada, debido a que no había carpinteros, y unos catrines, que no sabían hacerlo, fueron los que estuvieron clavando las cajas, etc.

El señor Zubiría y Campa sabe que el sábado 16 de enero se hizo un corte de caja, que arrojó como existencia la cantidad h o r, y luego quiere que el día 26 del mismo mes, la caja permaneciera incólume, no obstante haberse hecho pagos a empleados, delegados, etc.

De suerte que lo que sobra, no sé por qué sobra, y lo que falta, no sé por qué falta, y si me llegan a probar que yo lo tengo, puede ser que esté dispuesto a entregarlo; de suerte que yo ruego que tengan la bondad de fijarse en este asunto: los números de que nos habla el señor Zubiría y Campa son como para explicar que sobra la plata, ahora, si falta, ya llegaremos a los libros de la Tesorería de México; pero seguramente que ese atascadero de números que nos ha presentado, ni él, ni yo, ni los señores delegados, vamos a entenderlo.

El C. Nieto

Interpelo a la Mesa para que se sirva decirme si está algo a discUsión.

El C. presidente

No, señor; se ha dado lectura a los informes presentados por el señor tesorero, así como a las actas relativas; en consecuencia, en concepto de la Mesa, no tiene objeto la discusión provocada por el señor Aceves.

El C. Méndez

Pido la palabra, para una aclaración.

El C. presidente

No hay nada a discusión.


A continuación el ciudadano secretario dio cuenta con el siguiente dictamen de la Comisión de Peticiones:

Vista la proposición presentada por los señores delegados Rafael Pérez Taylor, Luis Méndez y M. C. Zamora, ante esta Soberana Convención, en la cual proposición se pide se excite al Ejecutivo para que informe dos veces por semana acerca de la situación militar que guardan en la República las fuerzas convencionistas, y considerando que al mismo Ejecutivo, que tiene múltiples e importantes atenciones diariamente, le resultaría una tarea pesada el tener que informar a esta Convención dos veces por semana sobre el particular; la Comisión que subscribe tiene a bien presentar a la consideración de la H. Asamblea el siguiente acuerdo, reformando la proposición presentada:

ACUERDO

Pídase al Ejecutivo informe a la Soberana Convención, semanariamente, acerca de todas las operaciones militares de las fuerzas convencionistas.

Sala de Comisiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., febrero 20 de 1915.
S. Pasuengo.
Ag. Preciado.
Enrique M. Zepeda.
(Rúbricas).

El C. Fierro

Pido la palabra, en contra.

El C. Casta

Pido la palabra, en pro.

El C. presidente

Suplico a los señores delegados que deseen hacer uso de la palabra, se sirvan pasar a inscribirse.

(Los oradores pasan a inscribirse)

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Fierro.

El C. Fierro

Ciudadanos delegados:

Desde que presentaron la iniciativa que origina el dictamen, quedé sorprendido de que hubiera delegados que pretendieran saber dos veces por semana cuáles eran los hechos de armas de las fuerzas de la Convención. Por la práctica, hemos visto que el Ejecutivo, siempre que hay un hecho notorio digno de saberse, lo comunica espontáneamente a esta Convención Revolucionaria, para que se tengan en cuenta los movimientos militares y se dicten las medidas que se crean necesarias; y ahora, no sé por qué motivo, tal vez presas del miedo algunas personas, se pretende que el Ejecutivo nos dé esos informes dos veces por semana, para que nos suceda aquí lo que en México: que en un momento dado, por un revés insignificante que sufrieron nuestras fuerzas, se apoderó el pánico de nosotros y huimos de la capital; y seguramente que si ahora damos lugar a que vuelva a apoderarse de nosotros el pánico, seguramente que huiremos hasta Chilpancingo, ¡o hasta quién sabe dónde!

A las innumerables atenciones que el Ejecutivo tiene, queremos agregar esta otra más; y en una forma tan ridícula: que nos informe a cada momento, que nos diga qué pasa, si ganamos o perdemos; como si el Ejecutivo no supiera cumplir con su deber, para decirnos en un momento dado en qué condiciones se encuentra el país.

Por esto me opongo a que se apruebe el dictamen que se se trata, y pido que se rechace de plano.

El C. Pérez Taylor

Pido la palabra, para una aclaración.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Pérez Taylor.

El C. Pérez Taylor

Esta proposición la suscribimos a raíz del informe del ciudadano Heriberto Frías, cuando se decía que el Ejército Libertador del Sur estaba triunfando cerca de la capital de la República; por ese motivo, y como todos los ánimos estaban en tensión y deseosos de conocer todos los movimientos del Ejército Libertador del Sur, presentamos esa proposición. Pero como hemos visto que la experiencia nos demuestra que las fuerzas militares y las operaciones estratégicas no pueden estar en consonancia con nuestros deseos, por todas las dificultades que a cada momento se presentan, yo, como uno de los firmantes, considero esa proposisión extemporánea.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Casta.

El C. Casta

No tiene ya objeto seguir discutiendo este punto; por eso, renuncio a hacer uso de la palabra.

El secretario Lecona

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a esta H. Asamblea si considera suficientemente discutido el dictamen a que acaba de darse lectura.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutido.

En votación económica, se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Reprobado.

El mismo secretario da lectura al siguiente dictamen de la Comisión de Peticiones:

Examinada detenidamente la solicitud que ante esta Soberana Convención expuso por escrito el ciudadano Secretario de Justicia, Lic. Rodrigo Gómez, solicitud en que pide a la H. Asamblea autorización especial para que el Ejecutivo, por conducto de aquella Secretaría, estudie y expida leyes, que son verdaderas reformas a la Legislación existente y aun al medio social en que vivimos, siendo la mayor parte de ellas, reglamentación de varios artículos del Programa Revolucionario, que aún está por discutirse; en vista, además, de que la petición de referencia no viene autorizada, como debiera, por la firma del Encargado del Poder Ejecutivo, y aun cuando la referida solicitud ha sido prohijada por el señor delegado Fierro, la Comisión opina: que no debe ser aceptada ni discutida la repetida solicitud, por las razones expuestas; pidiendo a la H. Asamblea se sirva resolver:

I.- Se desecha de plano la solicitud presentada por el señor Lic. Rodrigo Gómez, relativa a la autorización que solicita, a nombre del Ejecutivo, para estudiar y dictar leyes.
II.- Comuníquese este acuerdo, por medio de atento oficio, al solicitante, señor Lic. Rodrigo Gómez, Secretario de Justicia.

Sala de Comisiones de la Soberana Convención.
Cuernavaca, Mor., febrero 24 de 1915.
Ag. Preciado.
S. Pasuengo.
Enrique M. Zepeda.
(Rúbricas)

El C. Mancilla

¿Tiene usted la bondad de repetir la lectura?

El C. secretario

¿De todo el dictamen?

El C. Mancilla

No señor, solamente de la parte resolutiva.

El C. secretario

(Lee nuevamente la parte resolutiva)

Está a discusión.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Ramírez Wiella.

El C. Ramírez Wiella

He pedido la palabra, esencialmente, para una rectificación.

Señores delegados:

El dictamen que acaba de leerse nos dice lo siguiente: Que se nos hace una proposición por parte del Ejecutivo, la cual ha sido aceptada, o más bien, ha sido hecho suya por un señor delegado. Esa proposición se refiere a que se expidan leyes sobre las grandes cuestiones sociales, que está encargada de resolver la Convención; por lo mismo, son leyes que estamos interesados en expedir, leyes que abarcan asuntos trascendentales, socialmente hablando; y la Comisión nos presenta este silogismo: teniendo la Convención la obligación de estudiar y de resolver las grandes cuestiones sociales de su Programa, para lo cual tiene también la obligación de estudiar cuantos proyectos se le presenten, y habiendo quien haya presentado esos proyectos de ley, proponemos que se desechen; cosa que me asombra, cuando tenemos este antecedente: en el asunto del señor Díaz se pidió que algún señor delegado firmara, para que pasara a una Comisión; en consecuencia, tratándose ahora de un asunto de interés general, creo que con mayor razón debe pasar a una Comisión, que en este caso sería la de Justicia, para que dictamine en el fondo.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Mancilla.

El C. Mancilla

Señores delegados:

Yo creo que debemos aprobar ese dictamen, así como la petición del señor Ministro, esté o no suscrita por el Ejecutivo, a nombre de quien la pide; porque, en mi concepto, no debemos tratar en estos momentos de reformar todas las leyes; por ejemplo, las leyes mercantiles, las leyes sobre extranjería y demás; porque, ¿qué objeto tendría reformar una ley para nosotros, cuando el resto de la Nación no había de aceptarla?

Creo que debemos preocuparnos y concretarnos exclusivamente a los asuntos que conciernen a la Revolución, y más que todo, a aquello que sea conducente para hacer la paz; pero hacer leyes que no aceptarán los demás partidos, como no aceptaremos nosotros las que expida Carranza, es perder el tiempo.

Debemos ocuparnos de la pacificación y del Problema Agrario, y no de otros puntos que no vienen al caso.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Wiella.

El C. Nieto

Pido la palabra, para una moción de orden: Yo creo que no debe hablar ya el señor Wiella, porque hace unos momentos, cuando hizo uso de la palabra, no lo hizo para hacer rectificaciones, sino para pronunciar un discurso, argumentado, en contra del dictamen; en consecuencia, pido que no se le tome en consideración la segunda vez, sino hasta que se haya inscrito en contra.

El C. presidente

Concedí la palabra al señor Wiella, en contra, porque, según el Reglamento, deben hablar alternativamente un orador en pro, y otro en contra; y como había la circunstancia de que ya había hablado un orador en pro y no había otro inscrito en el contra, por eso le concedí la palabra.

El C. Casta

Además, todos los oradores tienen derecho de hablar dos veces.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Wiella.

El C. Wiella

Yo recuerdo que en muchas aclaraciones y rectificaciones que se han hecho por el señor delegado Piña, nos ha hablado durante media hora, sin que nadie lo haya interumpido. Si yo fui torpe al hacer mi rectificación, pido excusas: culpa fue de mi torpeza, y no de mi intención. Por otra parte, creo que tengo derecho a hablar. Concretándome al punto a debate, debo expresar que los únicos argumentos que se han presentado en favor del dictamen, son: que no debemos dar leyes generales que resuelvan las cuestiones sociales, porque no las podremos poner en vigor, porque no van a regir en toda la República, sino solamente en los puntos en que domina la Convención, y se nos pregunta cómo vamos a aprobar un Programa que no va a poderse llevar a la práctica. Yo apelo a su buen juicio, yo apelo a su criterio, y los llamo al terreno de la razón, al terreno de la justicia, al terreno de la honradez, para que, desposeídos de todo prejuicio, se sirvan resolver si cuando hay alguien que viene a ayudar a la Convención, para poner en el terreno de la práctica sus ideales, para hacer que lo que había de verificarse en 15 días se verifique en 8, cuando hay alguien que nos presenta algo ya formado, con lo cual nos va a evitar mucho trabajo, cuando hay alguien que estima de su obligación echar sobre sus espaldas ese enorme peso, y en cumplimiento de esa obligación viene a ayudarnos a resolver las grandes cuestiones que nos están encomendadas, viene a poner en práctica el Programa que estamos formando, viene a poner en práctica lo que tenemos en estudio y las grandes cuestiones sociales que nos preocupan, solamente porque es trascendental y grave el asunto, porque es útil y conveniente la solución para la Patria y para la sociedad, únicamente por eso lo desechamos.

¿No tenemos, señores, el antecedente de ayer, cuando se trataba de algún asunto relativo al petróleo, presentado por un simple particular que se dijo que debía aceptarse si era una idea buena y favorable para el país, buena y favorable para nuestra situación y para nuestro porvenir?

Yo creo que estamos obligados a aceptar todas esas ideas y que no debemos desecharlas sin que antes la Comisión especial del ramo de que se trate, nos diga, después de un concienzudo estudio, si esas iniciativas son o no, de aprobarse; y, más aún, cuando se trata de asuntos tan graves y trascendentales como el que nos ocupa, por el cual se trata de llevar a la práctica una de las más importantes reformas en nuestra vida social y en nuestra Historia.

Señores:

No seamos empíricos al hablar, ni tratemos de engañarnos a nosotros mismos; vengamos a presentar las realidades, a llevar al terreno de la positividad todas esas ideas nobles; ¿por qué, señores, hoy que se nos presenta el terreno tan plausible para hacer esas leyes, hoy que podemos hacer y dictar leyes para proteger al Pueblo, que no es un revolucionario fingido, sino que es un revolucionario de verdad, por qué, repito, las desechamos, las reprobamos?

Reflexionemos, señores; ¿por qué no pasa ese dictamen a la Comisión de Justicia, por qué no lo estudia y nos dice: la leyes buena, o mala; está enteramente de acuerdo con el artículo fulano de nuestro Programa o no, y, por lo mismo, debe concederse o no esa autorización?

Que se presenten cuantos proyectos de ley puedan ser útiles al país, a fin de que se estudien y se discutan; ¿por qué cerrar la puerta a las iniciativas de los particulares, que pueden tener tan buenas o mejores ideas que muchos de nosotros?; ¿por qué nos hemos de creer suficientes nosotros solos para salvar al país?, ¿por qué no hemos de dar cabida en esta Asamblea a las ideas honradas y buenas? ¿por qué nos hemos de conformar solamente con opinar que la iniciativa de fulano o mengano es buena, cerrándole las puertas, como hace la Comisión en este caso, para que se crea que, como en antaño, sólo damos cabida a los abusos y los atropellos? ¿por qué ha de ser extemporáneo venir a ocuparnos de la ley que dé muerte a los tinterillos y a ese género de abogados, que son una calamidad social? ¿por qué no hemos de dar cabida a tanto elemento inteligente que existe fuera de esta Convención, proporcionándole así la manera de ayudarnos en nuestra obra de salvar al país, de una manera activa? ¿por qué ha de ser extemporáneo venir a tratar aqui de la ley de las confiscaciones, que trata de arrebatar a los eternos enemigos del proletario los intereses que han robado? ¿acaso no será ésa la ley que principalmente venga a justificar ante la Historia esta tremenda Revolución social? ¿por qué debemos esperar a que se pacifique el país, autorizando así que se siga cometiendo atropello tras atropello, sin tener rey ni roque en nuestros actos? ¿por qué si esa ley nos viene a encauzar, si viene a poner coto a esos atropellos y a esos abusos, se juzga como extemporánea? ¿por qué han de juzgarse como extemporáneas otras muchas leyes de la misma índole, que puedan presentarse? ¿por qué si en el Programa está el problema. del divorcio, hemos de esperar a que Se pacifique el país para tratarlo? ¿por qué, aun suponiendo que no Sea de aceptarse este problema, no hemos de traerlo aquí para que se discutir y se deseche? ¿por qué no hemos de hacer lo propio con otros muchos problemas para decir de ellos, si son desechados, cuáles son las razones y los motivos por que no hayan de ser aceptados?

Señores:

Yo apelo a vuestro criterio, yo apelo a vuestra sinceridad, yo apelo a vuestra justicia, yo apelo a vuestra honradez, yo apelo a vuestro buen juicio, para que no aceptemos un dictamen que carece en absoluto de todo fundamento, que es contrario a todas las prácticas observadas y que, por estas razones, debe pasarse la iniciativa en cuestión a la Comisión de Justicia, para que ésta, con serenidad, con todo buen juicio y con justificadas razones, nos diga cuáles son las bases que se pueden dar al Ejecutivo para presentamos sus iniciativas, a fin de que sean discutidas en esta Asamblea; pudiendo así resolver asuntos en los que ocuparíamos un mes, en quince días. Pido, señores delegados, que no aprobéis este dictamen. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Zepeda.

El C. Zepeda

Señores delegados:

El señor Ramírez Wiella ha dicho que el dictamen carece de fundamento; corto seré en el argumentar y parco en el hablar. Me reduzco precisamente a combatir al señor Ramírez Wiella con las mismas palabras expositivas del señor Ministro, cuando nos pide precisamente que le demos amplia autorización, a lo Porfirio Díaz, para expedir leyes.

Dice el señor Ministro, al final de su Proyecto (y suplico al señor Ramírez Wiella que se fije muy bien, ya que en el dictamen no puso toda su atención), estas palabras: el inconveniente que resultaría, señores delegados, etc., etc. (Leyó) ... Más amplias no podía pedirlas Porfirio Díaz; ¡tenemos un Ministro que trata de romper las costumbres porfirianas, pero que emplea los moldes porfirianos!

Pero en fin, señores, ya habéis visto que el señor Ministro dice que, teniendo nosotros que ocuparnos de asuntos de mayor importancia y de más trascendencia para el país, debemos dejarle éstos a su consideración, porque él ya nos ha ahorrado el camino para realizar estos problemas, que todavía nosotros no hemos discutido, como por ejemplo: el problema del divorcio, que aunque consta en el proyecto de Programa, no sabemos si va a ser aprobado o no.

Esto, respecto al divorcio. Hay otros problemas, también bastante interesantes y que cambian de raíz nuestra situación actual y respecto a los que el señor Lic. Rodrigo Gómez, con una plumada, trata de expedir los decretos consiguientes, en vista de la amplia autorización que pide.

A la Comisión le ha parecido bastante penoso tener que rectificar algunos conceptos del señor Ministro, que no fue muy claro en su exposición; y si la Comisión no fue más clara en dichas rectificaciones, débese a que sintió verdadera pena en haoerlas.

El señor Ministro vino a pedir, en nombre del Ejecutivo, autorización para expedir leyes que modificaran los Códigos, y después de haber dicho que estaba calzada esa petición con la firma del señor presidente, lo cual expresó el señor Borrego a nombre del señor Ministro, el señor Borrego nos dice: Yo no afirmé eso.

Resultó que no había habido tal firma, y habiéndome salido a preguntar al señor presidente si era cierto que con su firma había autorizado la iniciativa del señor Ministro de Justicia, me manifestó que me daba amplia autorización para desmentir tal hecho.

Si se nos viene a pedir autorización, en nombre del Ejecutivo, para tal o cual cosa, asegurándosenos que la iniciativa está calzada con la firma del Ejecutivo, aunque no lo esté, es verdaderamente penoso que tengamos que aceptar tal iniciativa, aunque sea prohijada por el señor Fierro, cuando eso viene a atacar, por decirlo así, a nuestras bases primeras, porque no hemos discutido el Programa; si damos autorización para que un señor Ministro pueda legislar a su antojo, tan sólo por el hecho de que su iniciativa sea prohijada por el señor Fierro y por el señor Lic. Borrego, mejor démosle autorización para que expida el Programa que debe servirnos de base, pues según el criterio del señor Ministro, nosotros tenemos que ocuparnos de asuntos muy interesantes y éstos, a su juicio, no lo son. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra en contra ...

El C. Zepeda

No he terminado, señor presidente; permítame usted continuar.

Me permito repetir a esta H. Asamblea y le ruego que ponga toda su atención en estas palabras:

Con el carácter de excepcional, una autorización especial para que el Ejecutivo estudie y expida las leyes correspondientes. Parece que estamos tratando, como diría, el señor Méndez, de una petición del señor Limantour, sobre leyes de Hacienda, o de una petición de Bernardo Reyes, decretando en asuntos de guerra. (Risas)

¿Cómo no va a ser absurdo darle autorización amplia? ¿Cómo vamos a entregarle al señor Ministro de Justicia, aprobando su iniciativa, todas nuestras facultades, todos nuestros derechos, para que él haga y deshaga en estos asuntos, porque nosotros tenemos que ocuparnos de asuntos más importantes; como el de discutir el divorcio de la mujer de un gendarme, etc. etc.? (Risas)

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 23 de febrero de 1915 Segunda parte de la sesión del 24 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha