Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda parte de la sesión del 19 de febrero de 1915 Sesión del 22 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 20 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS

Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño


SUMARIO

Acta de la sesión anterior.- Oficios: De los ciudadanos Otilio Montaño y Antonio Díaz Soto y Gama, en los cuales presentan la renuncia del cargo de 1er. y 2° Vicepresidentes, respectivamente, de la S. Convención; y del ciudadano general Juan M. Banderas, avisando haber sido atacado por el ciudadano general Antonio Barona, con parte de sus fuerzas, en el Cuartel General de Tepepan.- Orden del día.

Lista, ciudadano Lecona, Reynaldo.
Presidió, ciudadano Otilio Montaño.
Cuenta, ciudadano Lecona, Reynaldo.

El C. presidente

Se abre la sesión plena.

El C. secretario procede a dar lectura al acta de la sesión anterior.

El C. presidente (interrumpiendo al secretario durante la lectura del acta)

Se suplica a los ciudadanos delegados, en general, guarden maypr silencio, para que se escuche la lectura del acta de la sesión de ayer, con que está dando cuenta el ciudadano secretario.

El C. secretario (al terminar la lectura del acta)

Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? (Voces: Pido la palabra)

El C. presidente

Suplico a los ciudadanos delegados que deseen hacer uso de la palabra, pasen a inscribirse.

El C. Casta

No se trata de hacer discurso, sino de hacer rectificaciones al acta.

El C. Piña

Pido la palabra, para interpelar a usted, señor presidente.

El C. presidente

No puedo conceder a usted la palabra, señor Piña, por que me veo obligado a hacerlo en el orden en que se hallan inscritos los oradores.

El C. Piña

No voy a hablar del acta, señor presidente.

El C. presidente

No puedo conceder a usted la palabra. La ha pedido antes el señor Samper.

El C. Piña

Yo deseo saber si se necesita inscribirse, para hacer rectificaciones.

El C. presidente

Sí, señor; y procedo de esa manera, porque así debe ser.

El C. Piña

Eso es indebido, señor presidente.

El C. presidente

Usted estima que es indebido, pero yo creo que así debe ser.

Tiene la palabra el ciudadano Samper.

El C. Samper

Realmente no es contra el acta para lo que he pedido el uso de la palabra, sino para que se haga constar un hecho, y es que, al ser interpelado el ciudadano secretario para que informara a la Asamblea sobre si la proposición presentada por el señor ministro de Justicia estaba autorizada con la firma del ciudadano Encargado del Poder Ejecutivo, el ciudadano Lecona manifestó que era un simple borradorcito -palabras textuales- y que no llevaba firma alguna. Deseo que se haga constar esa declaración del señor secretario en el lugar respectivo del acta.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Zepeda.

El C. Zepeda

El ciudadano que hizo uso de la palabra se refirió a la firma del Encargado del Poder Ejecutivo, y yo sé que los hechos acontecieron del modo siguiente: que se manifestó aquí en la Asamblea que el ciudadano Encargado del Poder Ejecutivo hacía suya la proposición de referencia, pero que no estaba calzada por ninguna firma. Este hecho no consta en el acta, y pido respetuosamente que se haga constar en el lugar que le corresponde.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Piña.

El C. Piña

Suplico atentamente a la Secretaria, se sirva dar lectura al acta, en la parte relativa al incidente surgido ayer entre el señor presidente y yo, y que motivó que varios delegados del Norte se retiraran del salón, en señal de protesta.

El C. Lecona

Muy bien, señor. (Leyó la parte relativa del acta)

El C. Piña

Continúo con el uso de la palabra, señor presidente.

En el acta, señores delegados, no se consignan los hechos o incidentes surgidos ayer, tal y conforme tuvieron éstos lugar.

En primer término, se tuvo buen cuidado, a mi manera de ver, de no consignar en el acta que el señor ministro de Justicia declaró, por conducto del delegado Borrego, que estaba autorizado por el Presidente de la República para presentar. las diversas iniciativas que pretendía someter a la deliberación de esta H. Asamblea, y siendo esta afirmación hecha por el ciudadano ministro de Justicia, de suma importancia y que amerita que se haga constar en el acta, yo deseo que esa afirmación se consigne en ella, en la forma que dejé expresada.

También deseo aclarar, y pido respetuosamente que mi petición sea igualmente consignada en el acta, que yo no he protestado contra el hecho de que el ciudadano Vicepresidente Díaz Soto y Gama, procediese inopinadamente a leer cierto artículo del Reglamento interior de la Convención, que estaba en esos momentos a discusión, sino contra el hecho, muy notorio, de que estando a discusión un trámite dictado por la Mesa con respecto a las iniciativas presentadas por el señor ministro de Justicia, sin tomar antes siquiera la aprobación o tener el asentimiento tácito, ya no expreso, de esta Asamblea, el señor presidente Soto y Gama, indebidamente, ha hecho a un lado el asunto que teníamos a discusión, y yo pedí, señores, la palabra, para impugnar el trámite de la Mesa, y contra el hecho, contra el repetido hecho de que el señor presidente, Lic. don Antonio Díaz Soto y Gama, me negase el uso de la palabra, para impugnar ese trámite.

No obstante el derecho amplio, no obstante la facultad que todos tenemos para impugnar no solamente un trámite, sino cualquier otro asunto, el señor presidente, arbitrariamente, me negó el uso de la palabra, y contra ese hecho, contra esas prácticas del señor presidente, yo protesté ayer enérgicamente, y pedí que así se hiciera constar en el acta.

Y como no consiguiera que me concediese el señor presidente la palabra, ni para una cosa, ni para otra, en señal de protesta y de indignación, y como una manifestación también de delicadeza como delegado, me ausenté del seno de esta Convención.

Como todos recordaréis, señores delegados, mi actitud, mi procedimiento, fue secundado por algunos señores delegados, que se sintieron lastimados, lesionados en sus personas y en sus derechos.

Creo que es oportuno, en esta vez, hacer notar que con toda mala intención y de una manera muy maliciosa, ciertos individuos miembros de esta Asamblea, se han propuesto desarrollar una labor del todo inicua e infame contra que ciertos elementos que no les son afines ... (Siseos)

El C. presidente

Me permito llamar al orden al orador, para que se concrete al punto que se refiere a las rectificaciones que desea hacer.

El C. Piña

Sí, señor, pero tengo que relacionar algunos hechos y algunas causas con el punto a discusión. Sigo con el uso de la palabra.

Se ha pretendido hacer creer, y no sólo a miembros muy caracterizados y muy honorables de esta Asamblea, que los delegados o muchos de los delegados que pertenecemos a la región del Norte, somos reaccionarios, somos burgueses, y que continuamente nos mantenemos desarrollando una labor de intrigas y chanchullos y que traemos gato encerrado.

Bien sabe Dios y todo el mundo lo sabe, que los delegados del Norte se han conducido siempre con absoluta honradez, con entera franqueza; y esto es lo que les disgusta, señores delegados, a muchos de los miembros de esta Asamblea, que nosotros los del Norte, nos produzcamos siempre con sinceridad, siempre con franqueza, y que protestemos enérgicamente cuando no estamos conformes con alguno o algunos de los actos de la Presidencia de la Asamblea.

Se ha pretendido desarrollar en nuestro alrededor una atmósfera hostil en el seno de esta Asamblea y fuera de ella; con verdadera pena ha llegado a mi conocimiento, que muchos soldados pertenecientes al Ejército del Sur, nos califican, entre otros a mí inclusive, de que somos reaccionarios, y esto se debe, sencillamente, a la pérfida labor, a la infame labor ... (Murmullos y voces: No, no) de los que, careciendo muchas veces de justicia y de razón, ocurren a la calumnia y a la infamia ...

El C. presidente

La Mesa vuelve a llamar respetuosamente al orden al orador, a efecto de que se concrete, lo más posible, al asunto.

El C. Piña

Muy bien, señor presidente. Voy a terminar.

He querido aprovechar esta oportunidad para hacer sentir a los señores delegados nuestra inconformidad con estos procedimientos, y para hacer llegar a conocimiento del público de las galerías, que contra nosotros se procede injusta e infamemente. A nosotros los hombres del Norte se nos ha invitado, y hemos venido, en la inteligencia de que gozaríamos de todo género de garantías, no ya de consideraciones, y a nosotros los hombres del Norte se nos trata de una manera injusta; se ha atentado contra la persona de alguno de ellos, y se han violado nuestros derechos y nuestras facultades como delegados a la Asamblea.

Cuán grande no ha sido nuestra sorpresa al recordar que cuando los señores delegados del Ejército Libertador han ido a la ciudad de Aguascalientes, donde todo les era hostil, tanto la Asamblea en masa, como los elementos ajenos a la misma, nosotros, los hombres del Norte, los que estamos aquí, los que siempre hemos tendido con sinceridad y con verdadero afecto nuestras manos de amigos a los miembros del Ejército Libertador, a los delegados del Sur, nosotros, lo digo y lo repito, y de eso me siento verdaderamente orgulloso, siempre estuvimos con esa delegación del Sur, enviada por el señor general Zapata al seno de la Asamblea de Aguascalientes; y en momentos terribles, en momentos verdaderamente trágicos, nosotros nos expusimos a ser asesinados villanamente por salir a la defensa de nuestros queridos hermanos del Ejército Libertador. (Aplausos)

Es por eso, señores, que a mí me contrísta; es por eso, señores, que a mí me mortifica y me apena que semejantes procedimientos se observen por alguno o algunos de los miembros de esta Asamblea.

Se ha querido hacer entender que hay elementos del Norte que provocan, que se proponen consumar el cisma entre los dos Ejércitos: el del Norte y el del Sur; nada más infame ni más calumnioso; nosotros, señores, sabemos lo que significa para la Revolución la unión Villa-Zapata; nosotros, señores, sabemos lo que significa para el porvenir de México la unión con nuestros hermanos del Sur, y también sabemos, y lo sé muy íntimamente, muy profundamente, que el general Zapata tiene especial interés, un vehemente deseo de que la unión entre los elementos, los que él representa y los que representamos los delegados del Norte, sea efectiva, que haya una perfecta armonía, una perfecta unión, que jamás nos desliguemos y que continuemos, como hasta hoy, siempre unidos, en defensa de las grandes instituciones republicanas.

Yo sé, y lo declaro con toda franqueza, que algunos de los que representan aquí a generales del Ejército Libertador, muy lejos están de interpretar sinceramente el sentir, el pensamiento, el deseo de sus mandantes ...

El C. presidente

La Mesa vuelve a llamar al orden al orador, manifestándole que no está a discusión el Ejército Libertador, ni nadie de los que lo representan; y le suplico se concrete a la discusión del acta. Por tercera vez hago este llamamiento al orador.

El C. Piña

Voy a terminar, señor presidente.

Todo lo expuesto, señores, expresa las razones que tengo para fundar las observaciones que he hecho al acta; protestando contra la conducta infame y calumniosa de los que, perteneciendo a esta Asamblea, se proponen hacernos aparecer a nosotros los hombres del Norte, como elementos reaccionarios, burgueses e intrígantes. Protesto, pues, contra tan infame imputación.

El C. presidente

La Mesa vuelve a hacer notar al señor delegado Piña, que los conceptos que acaba de verter, no se relacionan absolutamente con la discusión del acta.

El C. Peña

He terminado señor presidente.

El C. Lecona

Con bastante pena, he solicitado de la Presidencia el permiso necesario para usar de la palabra, a efecto de contestar una alusión personal, no a mi individuo, sino al cargo que represento.

Siento, lamento bastante, que un compañero, que un amigo, a quien siempre he considerado discreto, en su arrebato arrastre a sus amigos, que nada le han hecho.

Decía el señor Piña que la Secretaría ha tenido buen cuidado de no hacer constar en el acta aquello que le ha convenido. Protesto como hombre honrado y con toda energía, que ninguna participación ha tenido la Secretaría, ni el señor Veláquez, ni el señor Briones, ni yo, en la formación de actas, desde que tenemos la honra de ser secretarios. Voy a hacer una declaración, procurando ser lo más breve posible. A raíz de mi nombramiento y por ser siempre dedicado a las labores que se me encomiendan, me quedé en México, en el Salón de Sesiones, y observé que el señor Lic. palacios Moreno, no sé si por ser primer secretario, o por hallarse más expedito en cuestiones parlamentarias, tomó a su cargo esta cuestión de las actas, y ordenó al Oficial Mayor que se encargara de recoger las versiones taquigráficas, y que, conforme a ellas, se redactaran. Por lo que se ve que la Secretaría jamás ha tenido injerencia en la formación de las actas.

Suplico respetuosamente a la H. Asamblea que tome en consideración, si la cree justa, mi protesta respecto de que es injusto el cargo que se me hace, de que haya obrado con malicia, ni tampoco ninguno de mis compañeros; pues seguramente, si alguno de ellos lo hubiera pretendido, yo me habría opuesto enérgicamente.

Respecto a que el encargado de recoger los datos taquigráficos no lo haya hecho debidamente, o a que los taquígrafos encargados de la formación del acta no hayan procedido con la minuciosidad que desea y exige el ciudadano Piña, no puede culparse a la Secretaría, pues ustedes habrán visto que después de algunos momentos de escuchar discursos tan largos como los que a veces oímos, no es posible retener en la memoria todos los conceptos vertidos; indudablemente que no se retiene en la memoria ni a la milésima parte, y si muchos señores delegados, después de oír leer un documento, olvidan su contenido y piden que nuevamente sea leído, con mayor razón nosotros los secretarios, que tenemos un trabajo, si no abrumador, cuando menos arduo, no podemos recordar minuciosamente todo cuanto aquí expresan los señores oradores.

Repito a ustedes que la costumbre seguida en virtud de la orden del señor licenciado Palacios Moreno, ha sido verdaderamente la causa de que la Secretaría se haya desentendido; pero en lo sucesivo, procurará tener más cuidado.

Por otra parte, debo decir, que lo que expresaba hace un rato el señor Piña, imputando a la Secretaría un acto de malicia, no tiene razón, y voy a probarlo. Decía que el señor licenciado Borrego no había dicho que la solicitud estaba autorizada por el Ejecutivo, y el acta en la parte conducente, dice:

La Presidencia declaró que en vista de no haberse cumplido con el reglamento, concedía la palabra al ciudadano Soto y Gama, para contestar una alusión personal.

Hecha ésta, el ciudadano Borrego usó de la palabra para hacer saber a la Asamblea que la iniciativa del ciudadano ministro de Justicia, estaba suscrita por el Ejecutivo.

El C. Montaño

Suplico atentamente al señor licenciado Soto y Gama que pase algunos momentos a ocupar la Presidencia.

El C. Soto y Gama

Yo suplicaría atentamente al señor general Montaño que continúe presidiendo la Mesa, por estarse en estos momentos discutiendo actos qué se relacionan a mi labor como presidente de la Asamblea.

El C. Montaño

Entonces que alguno de los señores secretarios presida unos momentos. (Voces: No puede ser. No tienen derecho)

El C. Cervantes

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Cervantes.

El C. Cervantes

Siento una gran pena al ver que insensiblemente, sin darnos cuenta, y sin dar a nuestros actos, o a nuestras intenciones un declive de maldad, vamos descendiendo poco a poco, por una pendiente que nos lleva a la renovación de incidentes a todas luces desagradables.

Yo vengo a elevar mi voz, con gran tono de sinceridad y de súplica, para pedir a los señores delegados, especialmente a los delegados del Sur, nuestros hermanos, que después de haber escuchado las frases de mi distinguido compañero el señor delegado Piña, no retengan de sus conceptos, sino la campechana, la sinceridad, la buena intención que tuvo al expresarnos, en medio de su justa indignación, a los señores delegados del Sur, y a nosotros los del Norte, con toda nobleza de su gran corazón, la seguridad que él tiene, como yo la tengo también, de que nosotros, los que nos titulamos hombres del Norte, venimos aquí con el corazón puesto en la mano, para hacer labor de fraternidad y labor patriótica. Yo pido a los señores delegados del Sur, que se abstengan, en razón de esa fraternidad (y para ello también invoco su patriotismo), de contestar alusiones personales en el caso de que se sientan heridos por las frases del señor Piña; que en esta Asamblea no deben darse por aludidos, tomando la palabra para hacer respuestas y contrarrespuestas.

Mi petición es tanto más sincera, señores delegados, cuanto que tiene por objeto no quebrantar la cordialidad que debe reinar en este momento entre nosotros, y aceptar las frases del señor Piña, como una protesta que el señor presidente debe hacer constar en el acta, cumpliendo así con un sagrado deber, y como una manifestación sincera de la honradez, del cariño y de las buenas intenciones con que todos venimos a fraternizar con nuestros hermanos del Sur. (Aplausos)

El secretario Lecona

Señores delegados:

El señor presidente pide atentamente se le conceda un momento para tomar la palabra, a fin de rectificar algún concepto, que cree de justicia contestar, vertido cuando los oradores en su peroración se refirieron al Ejército del Sur.

¿Se le concede el permiso que solicita?

El C. Borrego

Pido la palabra, para una aclaración.

El C. secretario Lecona

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se concede permiso al general Montaño para hacer uso de la palabra.

El C. general Montaño

Señores delegados:

Con profunda pena acabo de escuchar los conceptos que se han vertido por el señor delegado Piña, conceptos casi, por decirlo así, en contra del Ejército del Sur (Voces: ¡No! ¡No!)

Voy a contestar con razón serena y fría, porque no acostumbro la violencia para expresar mis conceptos; acostumbro basarlos siempre en la lógica y en la razón, y acostumbro, también, meditar serena y fríamente antes de hablar, antes de expresar un concepto. Lo que voy a hablar en estos momentos no hiere a nadie, porque yo no ataco personalidades, yo soy venerador de la razón y la justicia.

El señor delegado Piña acaba de proferir frases que dan a entender que hay algunos miembros del Ejército Libertador que siembran el desorden, que vierten el concepto de reaccionarios contra los que forman la Delegación del Norte. Yo protesto contra todo eso, porque nadie ha proferido semejantes palabras.

Nuestros conceptos son aquí recogidos fielmente: existen los archivos de la Honorable Convención: nuestros procedimientos, nuestra manera de obrar y de pensar constan también, y creo que llegará la vez y la oportunidad en que obtengamos el fallo inapelable del pueblo, y no seremos nosotros mismos los que nos juzguemos, sino que será la Historia la que recogerá todo lo bueno y todo lo malo de nosotros, y lo dará a conocer al mundo entero, para que seamos juzgados.

Lo que sí debo manifestar, es que en esta Honorable Asamblea, hay un grupo de tres personas que son absolutamente hostiles, no sé si sólo a mi persona o a toda la Delegación del Sur: pero lo cierto es que no ajustan sus procedimientos ni al orden, ni a la justicia, ni a la moralidad: en una palabra, que no constituyen el verdadero tipo de la honradez, de la moralidad y de la justicia.

De suerte que, al escuchar los conceptos vertidos por el señor delegado Piña, sentí verdadera pena y lamenté profundamente que no se hayan hecho cargos concretos, porque en la forma en que se expresó el señor Piña se puede presumir que algunos de nosotros no somos suficientemente honrados, y yo soy uno de los que me jacto de serlo, porque cuando pretendo hacer un cargo, me coloco frente a frente del enemigo, y jamás me escondo en las sombras o me pongo a sus espaldas para herirle: con el enemigo politico, siempre he acostumbrado enfrentarme.

En ese concepto, tengo la seguridad de que todos, en su generalidad, mis compañeros del Sur, jamás han proferido una palabra, jamás han proferido un concepto entre las masas del pueblo o entre nuestros compañeros, calumniando a los del Norte, de reaccionarios o conservadores.

De cualquier manera que sea, creo que mis compañeros, cuando lo piensen, o deseen expresarlo, lo dirán en esta Honorable Asamblea.

Tampoco los creo capaces de lanzar una censura entre las masas del pueblo, porque estamos acostumbrados a la lealtad, y, al mismo tiempo, a sostener la buena unión, la buena concordia, a sostener la buena armonía, a sostener la fraternidad con nuestros compañeros del Norte.

En tal concepto, permítanme ustedes que os lo diga, nuestros hechos hablarán más alto que nuestras palabras, porque las palabras, señores, yo no las estimo en mucho, sino que estimo más la manera de obrar: nuestras obras justificarán realmente, que son injustos los conceptos que vertió el señor Piña.

Yo me he quedado realmente admirado de que por un asunto tan baladí, como es el de un trámite, que no constituye la violación de un principio, ni la violación de un ideal, se haya dejado llevar el señor Piña, no por la razón, sino empleando la violencia.

Nosotros aquí somos lo suficientemente civilizados para manejar la palabra y la razón, sin necesidad de emplear la violencia; porque el que tiene la razón procede con toda serenidad, con toda la seguridad de que cuando está la justicia de su parte, para él será el triunfo: pero en el caso actual, por más que se me diga, no existe ningún atropello, y por eso estimo injustas las palabras del señor delegado Piña.

Como uno de los viejos revolucionarios de estos lugares, y lo mismo que todos mis compañeros, que son viejos revolucionarios, no abrigaremos ningún sentimiento contrario a nuestra buena unión, a nuestra concordia, y tan es así, que desde el otro día lo dije en el mismo seno de esta Honorable Asamblea: en este recinto me permití expresar que cuando se tratase de inferir a los delegados del Norte, y a las Delegaciones en General, que constituyen esta Asamblea, una ofensa o cuando se vean en peligro, nosotros derramaremos hasta la última gota de nuestra sangre por darles garantías, por considerados dentro de nosotros, como nuestros queridos compañeros y hermanos revolucionarios: sí, señores ... (Aplausos)

Ahora más que nunca, vuelvo a protestar que ésta será nuestra conducta y así lo verán el pueblo y la Hístoria, que más tarde han de juzgarnos.

Hemos hecho una protesta de unión ante ustedes, y tengan la seguridad de que en su cumplimiento seremos fieles, y que nuestros compañeros de armas, en general, no encontrarán un traidor, entre nosotros; eso lo declaro de una manera caballerosa y de una manera clara; porque debemos tener en cuenta que en el Sur no hay traidores, y sí hay hombres de corazón, de alma templada; que aquí no encontrarán la mano ingrata de la traición, sino la mano del amigo, la mano del hermano, la mano de nuestra propia confraternidad, la que estrecharán siempre que estemos dentro de los principios del orden y de la justicia. (Aplausos)

Desde este momento declaro que cuando mi personalidad, que exhibo aquí delante de vosotros, la creáis verdaderamente innecesaria, si mi personalidad es objeto de estas dificultades, si mi personalidad la creéis indigna de estar en esta Asamblea... (Voces: No, no) ... si mi personalidad la juzgáis como un elemento disímbolo y contraria a los principios revolucionarios, señores, estoy dispuesto, por lo que toca a mí, a hacer el sacrificio de apartarme de esta Honorable Asamblea ... (Voces: No, no, no)

Y así también, creo que lo harán mis compañeros, tan pronto como ustedes se los indiquen; pues estoy seguro que mis compañeros tendrán la suficiente entereza para sacrificarse ... (Aplausos) porque estamos obligados, como buenos patriotas, a sacrificarnos por la comunidad; porque debemos sacrificar nuestras propias pasiones, debemos ahogarlas en nuestro pecho, de otra manera, si damos rienda suelta a nuestras pasiones, si no hacemos un sacrificio tan pequeño como es el de venir a deliberar fría y serenamente, en esta Honorable Asamblea, si no venimos con la razón, si no venimos a pasar por su tamiz todos los problemas políticos, sociales y económicos que se nos presenten, y que tenemos que resolver, si nos ahogan las pasiones y no nos alumbran los principios; entonces, señores, esta causa que ha costado tantas lágrimas, tanta sangre, que ha dejado tantas viudas y tantos huérfanos, habrá fracasado, y habrán sido inútiles nuestros sacrificios; esa causa rodará por los suelos, sin que el pueblo haya tenido el premio a su heroísmo y a su valor; entonces debemos irnos nosotros, y esta Asamblea deberá ser integrada por personas que sean capaces de sacrificar sus mismas personalidades y sus pasiones; porque, señores, si nosotros damos, como he dicho antes, rienda suelta a nuestras pasiones, si nosotros no reprimimos nuestros propios sentimientos de pasión y nuestros malos instintos, entonces, señores, nuestra causa está perdida y la Patria nos maldecirá.

De manera que yo hago terminantemente la declaración, a nombre de mis compañeros de armas y a nombre de toda la Delegación del Sur, aquí representada, de que hago una protesta de unión y concordia a todos vosotros los del Norte, y a todos, en general, aunque haya uno o dos que no estén de acuerdo con nosotros.

Tanto yo como mis compañeros, estamos acostumbrados, con nuestros enemigos, a vengar la ofensa con el perdón ... (Aplausos)

En todo, señores, sacrificaremos nuestra personalidad y cuando alguno de nosotros estorbe para que se haga la dicha y bienestar del pueblo, crean ustedes que no harán más que mentar sus nombres y estén seguros de que abandonarán el seno de esta Asamblea, y serán substituidos por hombres que sean capaces de realizar lo que el pueblo quiere y llevar a ese mismo pueblo a la tierra de promisión, adonde tanto desea llegar.

Así es que vuelvo a decir, señores delegados del Norte, que tengo verdadero sentimiento en el alma, de que suceda lo que pasa entre nosotros; cuando estos momentos deberían estrechar más y más nuestros lazos de amistad y de concordia en pro de nuestra causa y de nuestros ideales. Lamento lo que pasa con dos o tres personas que nos hostilizan, que lanzan contra nosotros, conceptos de que no somos merecedores. Pero ya digo, más tarde, cuando el pueblo y la Historia nos juzguen, seremos conocidos por el mundo. Entonces todos aquellos que dudan de nosotros, se convencerán de que nuestro espíritu es de concordia, de orden, de justicia, y que está dentro de la sinceridad y de la concordia, y fuera de la pasión; que está sobre un pedestal muy grande que se llama la justicia. (Aplausos)

El C. secretario Lecona

La Mesa pregunta si con las modificacionues propuestas por los ciudadanos Samper y Piña, se aprueba el acta.

El C. Borrego

Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Borrego.

El C. Borrego

En el acta aparece que yo dije que la iniciativa del ciudadano Secretario de Justicia estaba firmada por el Ejecutivo. En estos momentos se me acaba de acercar un taquígrafo, para manifestarme que sufrió una equivocación al redactar el acta; que lo que yo dije, fue que la iniciativa estaba autorizada por la opinión del Ejecutivo; no suscrita por el Encargado del Poder Ejecutivo. Además, esa indicación, fue justa, porque así lo quiso el señor ministro de Justicia.

El C. secretario Lecona

¿Con las rectificaciones propuestas, se aprueba el acta?

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

El mismo secretario

Comienza la lectura de la renuncia del delegado Montaño.

El C. presidente (interrumpiendo la lectura)

La Mesa suplica a todos los ciudadanos delegados y a las galerías que guarden silencio para que se escuche la lectura del documento, del que va a dar cuenta la Secretaría.

El C. secretario Lecona lee nuevamente el documento, que dice:

Al margen un sello que dice:
República Mexicana.
Ejército Libertador del Sur.

Con objeto de mantener el equilibrio social y la unidad de la Revolución debidamente representada en esta Honorable Asamblea, y a efecto de evitar las disidencias de un grupo del Norte, de oposición sistemática, que constantemente provoca incidentes desagradables y fuera de toda justicia, tales como el de ayer, me veo en la imperiosa necesidad de hacer formal dimisión del encargo de Primer Vicepresidente de esta Soberana Asamblea. En tal concepto, fiel a mi profesión de la que juramenté hace más de cuatro años, aparte de los sagrados principios que constan en nuestro lábaro, desligo por completo mi personalidad de un puesto incompatible con mis convicciones que están basadas en mantener la unidad, sin escrúpulo, de la Revolución, teniendo por sostén los principios, no los hombres. Con la mayor buena fe pido se nombre substituto en el cargo que se me confió, otorgando a los Honorables delegados que me ungieron con su voto para el cometido que he desempeñado hasta aquí, mi expresivo agradecimiento, y profundo respeto, suplico que este asunto sea considerado como de pronta y obvia resolución por ser lo procedente, en los términos de rigurosa justicia.

Protesto a ustedes mi atenta consideración y respeto.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, febrero 20 de 1915.
El Vicepresidente de la Soberana Convención, en funciones de Presidente, general Otilio E. Montaño (rúbrica)

A los ciudadanos secretarios de la Honorable Convención.
Presentes.

Se pregunta respetuosamente a la Asamblea si considera este asunto de pronta y obvia resolución. (Voces: No, no)

El C. Cervantes

Suplico que se lea otra vez.

El C. secretario Lecona

Con mucho gusto. (Lee nuevamente)

Los ciudadanos delegados que estimen que es de pronta y obvia resoluci6n, sírvanse ponerse de pie. (Voces:. No, no)

Se considera de pronta y obvia resolución ...

A la Comisión de Gobernación.

El C. Borrego

Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Cervantes

Pido la palabra para asentar un hecho.

El C. presidente

No hay nada en estos momentos a discusión.

El C. Fierro

Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Castellanos

Pido la palabra para una aclaración muy importante.

El C. presidente

Un momento, señores. Tiene la palabra el ciudadano Cervantes.

El C. Cervantes

Deseo hacer constar que yo di mi voto en contra de que este asunto se declarara de pronta y obvia resolución.

El C. presidente

Tiene la palabra para una aclaración el ciudadano Castellanos.

El C. Castellanos

En primer lugar deseo hacer constar que me adhiero a lo que acaba de decir el ciudadano Cervantes. En segundo lugar, hago constar que según el artículo relativo del Reglamento ya aprobado, se requiere, para considerar un asunto de pronta y obvia resolución, que así lo declaren las dos terceras partes de los individuos presentes, y en este caso no se ha llenado este requisito.

El C. secretario Lecona

Votaron por la afirmativa 49 ciudadanos delegados y 35 por la negativa.

El C. Castellanos

Luego no han sido las dos terceras partes de la Asamblea las que han votado porque el asunto se considere de pronta y obvia resolución. (Voces: No debe considerarse de pronta y obvia resolución)

El C. secretario Lecona

La Mesa manifiesta a la H. Asamblea, que en virtud de las justas razones expresadas por el ciudadano Castellanos, está conforme en que el asunto no es de obvia y pronta resolución, y reforma su trámite en el sentido de que pase el asunto a la Comisión de Poderes.

El C. Castellanos

Pido la palabra en contra del trámite.

La Comisión de Poderes está integrada por cuatro personas: el señor Aguirre Benavides, el señor López Herrejón, el señor Montaño y el que habla. Los dos primeros señores no están aquí, el señor Montaño es parte interesada y no habiendo suplentes, quedo yo solo. En consecuencia, creo conveniente que la Asamblea nombre una persona que substituya al señor Montaño, tanto por tratarse de un asunto de mucha importancia, como por otras razones que expondré en su oportunidad.

Desearía que se nombraran otras tres personas más, para poder dictaminar sobre el particular.

El C. secretario Lecona

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a esta Asamblea si en vista de las razones expuestas por el ciudadano Castellanos, está conforme en que se nombren tres personas que interinamente dictaminen en este asunto, por carecer de personal suficiente la Comisión de Poderes.

El C. Borrego

Pido la palabra para una moción.

Yo entiendo que la Comisión indicada sería la de Peticiones; no hay necesidad de que se nombre una comisión especial.

El C. secretario Lecona

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a esta H. Asamblea si acepta que el asunto se turne a la Comisión de Peticiones.

Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

A la Comisión de Peticiones.

El mismo secretario

(Lee) Como he observado que un grupo de delegados me ataca sistemáticamente, cuando desempeño la Presidencia de la Asamblea, y con motivo o con pretexto de mis actos como tal presidente, provoca incidentes tan desagradables como el de ayer, creo necesario presentar mi renuncia del cargo de segundo Vicepresidente de esa Soberana Convención, a la cual suplico se sirva aceptar esa renuncia.

Protesto mi distinguida consideración.

Cuernavaca, febrero 20 de 1915.
A. Díaz Soto y Gama. (Rubrica)

A los CC. Secretarios de la Soberana Convención.
Presentes.

A la Comisión de Peticiones.

(En seguida el ciudadano secretario dio cuenta con el siguiente escrito):

Al margen:
Un sello con el escudo de la Nación, que dice:
República Mexicana.
Ejército Libertador.
Brigada Banderas.
Comandancia.

Tengo la honra de poner en el superior conocimiento de usted, que anoche como a las siete me he incorporado a esta plaza con la fuerza que es a mis órdenes, procedente de la línea de fuego en Churubusco, perteneciente al Distrito Federal, lugar donde tenía las fuerzas a mi mando, de avanzada, encontrándome únicamente con dieciséis hombres en Tetepan.

Obedece este movimiento a que estando frente al enemigo, el 17 del corriente mes, a las diez de la noche, penetró a mi alojamiento el general Barona, en compañia de tres de sus soldados, reclamándome que por qué había yo rendido parte al Presidente de la República, de que él se retiraba de la Hacienda de Coapa con toda su gente; que eso era falso; habiendo contestado a esta pregunta no ser falso el parte que había rendido, desde el momento que obra en mi poder una comunicación en que él me manifestaba separarse de ahí con toda su gente, y en tal concepto lo que había hecho era en cumplimiento de mi deber, dando cuenta a la Superioridad.

Habiendo mediado estas palabras, el general Barona se dirige a uno de sus acompañantes y le dice textualmente: ¿A qué horas, pues? Que entre la demás gente.

Viendo esta actitud amenazante, me levanté violentamente de donde me encontraba acostado, en momentos en que uno de los soldados del referido Barona, que estaban ahí presentes, preparaba su arma para dispararme, y le indicaba algo sospechoso, con el codo, a su compañero. Al cogerle el arma al referido soldado, Barona salió violentamente de mi cuartel, quedando uno de sus acompañantes prisionero, muriendo uno en la refriega y el otro huyó, y al salir violentamente tras de Barona, en compañía del coronel Tafolla y teniente coronel Mendoza, frente a la puerta de mi cuartel me hicieron una descarga, estando a punto de perder la vida yo y mis acompañantes, pues una de las balas vino a perforar el ala de mi sombrero.

El general Barona tenía ya de antemano preparada toda su gente para atacarme y estaba apostada en las cercas de piedra que rodean mi cuartel, pues tras de la descarga que se me hizo, se generalizó el fuego, haciendo uso de la pieza de artillería que tenía, de 80 milímetros, con la cual disparó siete cañonazos, habiendo uno de dichos proyectiles derribado una esquina del cuartel donde me encontraba.

Me vi obligado, en cumplimiento de mi deber y defensa propia, a sostener el fuego con los dieciséis hombres dichos, hasta las tres y media de la mañana, habiendo resultado por mi parte tres muertos, tres heridos, dos caballos muertos y dos heridos.

Debo advertir a usted que el general Barona, momentos antes de la refriega se encontraba tomando con los generales Santiago Orozco, José F. Alamo y Astrolabio Guerra, en Xochimilco, habiéndolo acompañado este último hasta Tepepan, lugar de los acontecimientos.

El general Barona me hizo prisioneros a los capitanes primero Luis G. Fortuño, y segundo Aurelio Romero y algunos soldados, logrando escapárseles el capitán Romero y soldados, no así el capitán Fortuño, que él mismo dio libre por súplicas de un coronel perteneciente a las fuerzas de su mando, pues ya iban a ser fusilados, desarmándome después a varios soldados de los que estaban en los puestos avanzados en Churubusco y que pertenecían a mis fuerzas.

De esto di parte inmediatamente al general Orozco, para que pusiera todos los medios para solucionar el conflicto, y no obstante esto, nada puso de su parte, como era su deber.

En tales circunstancias y habiéndose retirado con su gente el general Barona, logré salir de ahí, trayéndome, como antes digo, toda mi gente, para evitar un nuevo conflicto que sería de fatales consecuencias, y de que el enemigo se diera cuenta de lo sucedido.

Por lo expuesto, juzgo una alta traición del referido general Barona, por encontrarnos en las circunstancias de estar frente al enemigo, y pido se le aprehenda para que se hagan las averiguaciones correspondientes, y sea castigado como se merece, el que resulte responsable al hacerse las investigaciones del caso.

Lo que pongo en su conocimiento para lo que hubiere lugar, pidiendo se me haga estricta justicia.

Protesto a usted mi subordinación y respeto.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, a 19 de febrero de 1915.
El general de brigada, Juan M. Banderas.

Al ciudadano presidente de la Soberana Convención.
Presente.

El C. Cervantes

Pido la palabra para reclamar el trámite.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Cervantes.

El C. Cervantes

En mi concepto, asuntos tan graves y de tanta trascendencia, como lo es el escrito o denuncia del general Banderas, deben ser turnados a la Sección Instructora del Gran Jurado. Al mismo tiempo pido respetuosamente al ciudadano secretario, se sirva leer nuevamente ese documento.

El C. secretario Lecona

Con mucho gusto, señor delegado. (Lee nuevamente)

El C. Borrego

Pido la palabra. (Siseos)

El C. presidente

Un momento, señores.

El C. secretario Lecona

La Mesa me ordena que rectifique el trámite en el sentido de que pase el asunto a la Sección Instructora del Gran Jurado.

El C. Piña

Pido la palabra en contra.

El C. Castellanos

En contra ... (Voces: Pido la palabra en pro. Pido la palabra en contra)

El C. presidente

Suplico a los ciudadanos delegados que deseen hablar en pro o en contra, pasen a inscribirse.

(El ciudadano presidente da lectura a la lista en que se han inscrito los oradores del pro y del contra)

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Borrego.

El C. Borrego

Antes de impugnar el trámite, voy a hacer una interpelación a la Mesa. Le ruego se sirva decirme si el señor general Barona es delegado a la Convención.

El C. secretario Lecona

Sí, señor; los dos son delegados.

El C. Borrego

¿Los dos son delegados: Barona y Banderas?

El C. Orozco

El ciudadano general Barona es delegado a la Convención y yo soy su representante; así como también el general Banderas es delegado y tiene aqui su representante ...

El C. presidente

Yo ruego al ciudadano Orozco que no interrumpa a los oradores. Si desea inscribirse puede hacerlo y hablará cuando le toque su turno.

El C. representante del general Banderas

Efectivamente, soy representante del señor general Banderas. Deseo hacer esta aclaración: el general Barona, portándose de una manera injusta e improcedente, tan sólo por el hecho de que el general Banderas no es del Sur, y quizá porque el general Barona tiene sueños de grandeza, ambición de mando y se cree superior ...

El C. Orozco

Pido la palabra para una moción de orden. No está a discusión la personalidad del señor general Barona. Por otra parte, hago constar que el señor delegado que acaba de hablar, ha estado intemperante en sus apreciaciones. Yo no me opongo a que se haga justicia; pero esperemos primero la averiguación, para que después se castigue a los culpables. (Aplausos)

El representante del general Banderas

Yo no he estado ... (Siseos, desorden, campanilla) (Voces: Que se llame al orden a ese señor)

El C. presidente

La Mesa se ve en el caso de llamar al orden al orador, y le ruega que no interrumpa a los señores delegados, cuando estén hablando. Si desea hablar, que se sirva inscribirse, para que lo haga cuando le toque su turno. Continúa con el uso de la palabra el ciudadano Borrego.

El C. Borrego

Señores delegados:

Si me he opuesto al trámite de que esa acusación del señor general Banderas pase a la Sección Instructora del Gran Jurado, es porque ella tiene como misión instruir los procesos a que haya lugar los miembros de esta Convención, para pedir su desafuero, en caso necesario. El que tiene un representante en esta Convención, indudablemente que no goza ni puede gozar de ese fuero, pues si así fuera, habría dos fueros: uno para el delegado y otro para su representante.

En consecuencia, no es la Sección Instructora la competente en este caso, y por eso me opongo al trámite de que el asunto pase a conocimiento de ella, a reserva de hacer uso de la palabra para indicar a quién compete conocer de esta acusación.

El C. Cervantes

Pido la palabra.

El C. presidente

No se la puedo conceder en este momento. Como está usted inscrito en pro, una vez que llegue su turno le concederé a usted la palabra.

El C. Cervantes

¿Pero si el señor presidente quiere hacer el favor de permitirme hablar? ¿Si me concede esa atención? ...

El C. presidente

Hay otros oradores inscritos antes, y debemos escucharlos primero.

El C. Casta

Para una moción de orden. El Lic. Borrego impugnó el trámite, pero no dio ninguna orientación; no indicó adónde debía pasar este asunto; nada más dijo que estaba mal el trámite. ¿Por qué estaba mal? Que funde por qué está mal y adónde debe pasar.

El C. Borrego

Pido la palabra para una alusión.

Acostumbro ajustarme estrictamente al punto debatido; yo no vengo a dar lecciones a la Presidencia. La Presidencia dio un trámite, yo lo impugoné y expresé que en su oportunidad manifestaría cuál era la Comisión que debía conocer del asunto.

El C. presidente

Tiene la palabra en contra el ciudadano Piña.

El C. Piña

No ha hablado nadie en pro, señor presidente.

El C. Cervantes

Yo voy a hablar, supuesto que se empeñan.

Los señores Banderas y Barona son generales, y por tanto tienen derecho a ocupar un asiento en el seno de esta Asamblea; pueden considerarse como miembros de ella y gozar de las consideraciones que se conceden a los miembros de la Convención. El hecho de que esos señores tengan su representante en esta Asamblea, por razones del servicio, no implica que pierdan los derechos y consideraciones que su grado les otorga; y como se trata de un asunto grave que se somete a la consideración. de la Asamblea, opino que debe pasar a la Sección Instructora del Gran Jurado, supuesto que se trata de generales, miembros de esta Asamblea. Si ese asunto se sometiera a conocimiento de la Comisión de Guerra, declaro honradamente que como miembro de esa Comisión me vería en situación embarazosa para resolver lo conveniente.

El C. presidente

Tiene la palabra en contra el ciudadano Piña.

El C. Piña

Vengo, señores delegados, a impugnar el trámite que la Mesa ha dictado al escrito de acusación presentado por el señor general Banderas en contra del señor general Barona.

Las razones que tengo para oponerme al trámite, son las mismas que ha expuesto momentos antes el señor Lic. Borrego.

Desde el momento en que los señores generales Banderas y Barona no son miembros de esta Asamblea, por tener a sus representantes en ella, aun cuando estén representados, como de hecho o de derecho lo están, no debe por ningún motivo pasar este asunto a conocimiento de ninguna Comisión, así: a ninguna Comisión, o en otros términos: no es la Asamblea la que debe conocer de este asunto.

En mi concepto, el señor general Banderas si tiene acusación que hacer contra el general Barona, debe acusarlo: o ante el Presidente de la República o ante el Supremo Tribunal de Justicia Militar, y afirmo que debe ser ante el Supremo Tribunal, porque es el único competente para conocer de esta acusación. Sería indispensable, absolutamente necesario para estar nosotros en nuestro carácter de Asamblea, capacitados para conocer y deliberar sobre el asunto que pretende someter el señor general Banderas a nuestra consideración. Si al menos el general Barona fuese miembro de esta Asamblea, y, repito, que existiendo la circunstancia de que ambos generales tienen su representante en ella, por ningún motivo debemos ocuparnos de este asunto. Opino, como antes he expresado, que el Supremo Tribunal de Justicia Militar es quien debe conocer de él.

El C. presidente

Tiene la palabra en pro el ciudadano Matias Pasuengo.

El C. Pasuengo

Todo lo que yo iba a hablar en pro, lo ha dicho ya el compañero Cervantes; eran exactamente los mismos argumentos. (Risas)

Le cedo la palabra al compañero Cervantes.

El C. Cervantes

Señores delegados ...

El C. Nieto

Pido la palabra para una moción de orden.

En el Reglamento no se dice que cuando un orador le cede la palabra a otro, tenga éste derecho para hacer uso de ella.

El C. presidente

Efectivamente, el Reglamento no dice eso.

El C. Cervantes

El señor delegado Pasuengo ha querido concretarse a decir, usando de exquisita cortesía, que me cede el uso de la palabra, a que tiene derecho.

Yo me permito rogar a usted, señor presidente, que me permita hablar.

El C. presidente

La Mesa manifiesta de una manera muy respetuosa, que en el Reglamento no se encuentra ningún precepto legal que autorice la petición del ciudadano Cervantes.

El C. Cervantes

Por eso ruego atentamente a la Presidencia, que interpretando bondadosamente mi petición, tenga a bien concederme el uso de la palabra.

El C. presidente

No me es posible, señor Cervantes.

Tiene la palabra el ciudadano Cepeda.

El C. Cepeda

Señores delegados:

He sostenido el trámite de la Mesa, porque si bien es cierto que hay en el seno de esta Asamblea, ciudadanos que representan en ella a los generales de que se trata, el que tiene los verdaderos derechos, el verdadero miembro de la Asamblea, es el general poderdante. Creo que tengo razón en esto, porque precisamente entre las cláusulas, o más bien las reglas que hay para admitir a un delegado como miembro de esta Asamblea, está el poderdante, el que sea general con mando de fuerzas, comandante militar o gobernador, etc.; de manera que aquel a quien nombra miembro de esta Asamblea la ley, es el general con mando de fuerzas, es el verdadero miembro de la Asamblea, y no el delegado que envía aquí, que es su portavoz. Creo yo que el fuero corresponde a él y al delegado, como su representante. (Voces: ¡No, no!)

Estos son los fundamentos precisos y claros en que baso y apoyo el dictamen dado por la Mesa.

El C. Matías Pasuengo

Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Pasuengo.

El C. Pasuengo

Señores delegados:

El hecho que he pretendido asentar es el siguiente: En Aguascalientes, y esto lo deben recordar todos los que estuvieron allá, se dio un caso palpable: cuando el señor general Villa llegó, siendo su representante el señor general González Garza, el primero fue muy bien aceptado en una butaca, y entonces el señor general González Garza se fue a un palco a ocupar un lugar de honor, y el general Villa desarrolló allí, sin interrupción de nadie, todo lo que quiso, porque tenía derecho a estar allí como miembro de la Asamblea; creo que en el mismo caso están todos. Ese es el hecho que deseaba asentar.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Castellanos.

El C. Castellanos

La argumentación que voy a hacer, indudablemente que tiene que basarse en pro de lo que han expresado los oradores del contra, porque los del pro han sufrido una equivocación. La cuestión esencial que tiene que dilucidarse aquí, es si los señores generales Banderas y Barona pertenecen o no, de hecho y de derecho, a esta Asamblea, para poder resolver si debe o no ser juzgado el incidente en el seno de esta Asamblea.

Efectivamente, son los señores generales, comandantes militares y gobernadores, los que tienen derecho para mandar a sus representantes a esta Asamblea; pero por ningún motivo, y la costumbre nos lo enseña, en todas las demás Asambleas congéneres; el fuero existe para el individuo en funciones, no para otra persona; de suerte que el señor general Barona, que creo nunca ha venido a prestar la protesta de ley, ¿verdad, señor Orozco? (El ciudadano Orozco: Efectivamente), no puede valerse del subterfugio de haber protestado primero para mandar después su representante.

No sucede lo mismo con el señor general Banderas, que sí ha protestado ante la Asamblea, pero que no estando presente no puede gozar tampoco de ese fuero. Esto, como digo, se acostumbra en todas las Cámaras, en todo Parlamento y Asamblea de esta naturaleza; por consiguiente, si alguna duda existe sobre el particular, yo creo que sencillamente se podía hacer alguna pregunta acerca de si a estos individuos se les concede en estos momentos el derecho de fuero; si no se les concede, toda discusión sale sobrando.

Por lo que se refiere al señor general Banderas, no sé fijamente, o no recuerdo, si aquí tiene su representante. (Voces: Aquí está, aquí está)

Si el señor Banderas tiene un representante aquí, es una razón más para que tampoco sea de la competencia de esta Asamblea juzgar del incidente; el hecho de que estos señores tengan un representante en esta Asamblea, significa que han abdicado sus derechos en favor de sus representantes, y por lo tanto, no pueden gozar de fuero. Si al menos uno de ellos estuviera representado por sí en esta Asamblea, entonces honradamente estaríamos obligados a conocer del incidente y a turnarlo a la Sección Instructora del Gran Jurado. Pero no estando ninguno de ellos, no creo que sea de la competencia de esta Asamblea el conocer del incidente.

El señor general Pasuengo nos trae un ejemplo que no tiene absolutamente ninguna aplicación al caso, porque el hecho de que el señor general Villa se haya presentado en Aguascalientes y haya obligado a su representante a retirarse, por unos momentos, del salón de sesiones, sólo tendría aplicación €n el presente caso, si en estos momentos se presentaran los señores generales Barona y Banderas, y sus representantes se retiraran, como lo hizo el señor general González Garza, para que su representado pudiera hablar y decir todo lo que quisiera.

En consecuencia y por todo lo que he expuesto insisto en opinar que este asunto no es de la competencia de la Asamblea y que debe ser turnado a las autorídades competentes, y la Asamblea cometería un grave error si pretendiera, sin facultades, arrogarse el conocimiento de ese asunto.

El C. Aceves

Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Aceves.

El C. Aoeves

El señor general Banderas es de hecho y de derecho miembro de esta Asamblea, por más que tenga representante. En México prestó su juramento, personalmente; en consecuencia, si ha jurado, tiene derecho también al fuero. (Voces: No, no)

El C. Nieto

Para un hecho, señor presidente.

Creo que falta por aclarar un punto, que quizá pondría fin a esta discusión. Ruego atentamente a los señores oradores del pro y del contra, que se fijen en que una cosa es la entidad moral que se representa y otra es el representante. El fuero se concede al representante y no a la entidad que se representa; en consecuencia, el representante es el único que tiene derecho al fuero.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Soto y Gama.

El C. Soto y Gama

Señores delegados:

No hay cosa más fastidiosa que entrar en disquisiciones jurídicas; pero queramos o no queramos, hay que tener una poca de paciencia. (Voces: No se oye nada)

El C. presidente

La Mesa suplica al señor que está haciendo uso de la palabra, tenga la bondad de levantar un poco más la voz, porque no oyen muchos de los señores delegados.

El C. Soto y Gama (levantando la voz)

Tenemos que entrar a lo más fastidioso de todo: a una discusión jurídica; pero es forzosamente necesario; tenemos que preguntar, ante todo, qué es el fuero o para qué sirve, ¿para qué se aceptó en todas partes el fuero? Tenemos que contestar fijándonos y analizando un poco, aunque nos fatigue, pero es preciso: el fuero sirve para precaver a los diputados, si se trata de un Congreso, o a los delegados, si se trata de una Convención, contra cualquier ataque del Ejecutivo Federal, del Ejecutivo local o de un atentado militar de cualquiera otra especie, en que por medio de las armas o por medio de la fuerza pública, se atente contra un diputado o delegado; suprimiendo una voz que les es molesta en la Cámara o en la Convención, etc., etc. El fuero es para garantizar a los miembros de una Convención o de una Cámara, y aquí entran con perfecta aplicación los argumentos de peso del señor Cervantes, y los que esgrimió, con su acostumbrado talento práctico, el ciudadano Pasuengo, aunque no estuvo muy feliz en la aplicación que hizo de él al caso presente. Indudablemente que al presentarse en Aguascalientes el señor general Villa, tenía necesariamente que retirarse su representante, porque Villa tiene más derechos que González Garza, porque el que da el poder vale más y tiene más derechos que el que lo recibe. En cualquier negocio tiene más derechos el representado que el representante; de no ser así llegaríamos al absurdo de que tendrá más derechos en una casa el que representa al dueño de la casa, que el mismo dueño.

Si les damos derecho a los representantes de los delegados; si los consideramos invulnerables, con mayor razón debemos otorgar esos derechos y ese fuero a los que tienen derecho propio, a los que tienen por si el derecho de hacerse respetar, de hacerse oír, de emitir su pensamiento, porque, señores, el representante no es más que el hilo, el alambre, el portavoz del delegado, para expresar su pensamiento.

El Plan de Ayala dice que realizará los principales problemas nacionales, y precisamente uno de los principales está en los campos de batalla; por eso es que muchos señores delegados no tienen en esta Asamblea un portavoz, que es su representante; por eso sostengo que el que verdaderamente tiene esos derechos por fuente propia, es el delegado, y lo único que hace es transmitírselos a su representante. Vale más el Sol con su luz propia, que la Luna, que es el reflejo del Sol; la cosa es clara. De manera que debemos aceptar que el fuero es también para los delegados, aunque tengan representante, como se dice en ese Proyecto tan bien hecho por el señor Palacios Moreno, en el que afirma que para poder proceder en contra de los delegados de la Convención, para establecer el equilibrio entre los Poderes, es preciso que la Convención juzgue si se trata de apasionamiento del Ejecutivo Federal, local o de cualquiera otra autoridad, y cuando se convenza que no se trata de una venganza, que no se trata de suprimir a alguno de los miembros de la Asamblea, sino que existe culpabilidad en alguno de ellos, entonces declarará: Hay lugar a proceder. La consecuencia es lógica: no debemos dar mayores prerrogativas y mayores derechos al individuo que es representante, que al representado mismo.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Ramírez Wiella.

El C. Ramírez Wiella

La declino, señor presidente.

El C. Orozco

Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Orozco.

El C. Cervantes

Yo estaba anotado antes, señor presidente. (Voces: Pido la palabra en contra, señor presidente)

El C. secretario Lecona

Está usted anotado, ciudadano Cervantes, pero después del ciudadano Orozco.

El C. Nieto

Para una moción de orden. Acaba de hablar un orador en pro. ¿El ciudadano Orozco va a hablar en contra?

El C. presidente

Sí, señor; tiene la palabra el ciudadano Orozco.

El C. Orozco

Señores delegados:

Antes de entrar en detalles sobre este asunto, para impugnar el trámite que la Mesa ha dado al incidente surgido con el señor Banderas, debo decir lo siguiente:

No obstante que soy el representante del general Barona, no tengo la menor intención de impedir que se haga justicia, ni de obstruccionar ninguna de las averiguaciones, no obstante que el documento aludido lleva en sus conceptos, en sus razones una acusación terrible para mí. En lo material esa acusación no será terrible para mí, pero en lo moral sí lo es, por consiguiente, si voy a impugnar el trámite, es porque creo que está mal dado; esta Asamblea no debe ocuparse de esa acusación. El trámite dado por la Mesa es perfectamente injusto y perfectamente arbitrario. La Asamblea no puede estar ocupándose de todos los asuntos que Se relacionen con los disgustos que haya entre jefes, ni con los movimientos revolucionarios que se lleven a cabo. (Aplausos)

Yo, por ejemplo (vamos a suponer el caso), podria presentar, como delegado que soy, acusación contra algún jefe militar, y haria muy mal la Asamblea en escucharme, puesto que no es la Asamblea quien debía conocer de mi acusación, sino el Supremo Tribunal de Justicia Militar ... (Aplausos) .., o el Presidente de la República, a quien deben dirigirse, para que él a su vez se dirija a quien corresponda; es decir, a quien deba practicar las averiguaciones del caso. Nosotros no somos un poder judicial y solamente en ciertos asuntos es en los que nosotros tenemos funciones de Poder Judicial, y eso únicamente en lo que se refiere a los delegados que están en funciones, y como los señores generales Barona y Banderas no están en funciones, no debe la Asamblea ocuparse de esa acusación.

Me voy a permitir poner un ejemplo: si yo fuera nombrado jefe de un campo de operaciones, y a mi vez nombrara un representante cerca de esta Asamblea, y tuviera yo un disgusto personal con otro jefe cualquiera, y ese otro jefe, o yo mismo, viniéramos a presentar la acusación aquí, seguramente que no se nos haría caso. Pues ¿qué esta Asamblea es un Juzgado para resolver esa clase de asuntos? Pues ¿qué esta Asamblea no ha sido creada para resolver asuntos nacionales sino para resolver chismes?

Señores: una poca de cordura; el Supremo Tribunal Militar es quien debe conocer y resolver en esta clase de asuntos, pero no la Asamblea. Esta Convención debe solamente ocuparse de asuntos que afecten un interés general, el bien del pueblo; que entrañen problemas sociales, pero, repito, no de chismes entre dos jefes del Ejército; de estos asuntos no se debe ocupar la Asamblea.

Yo no estoy interesado en obstruccionar a la Justicia, ni deseo impedir que se hagan las averiguaciones que sean necesarias, las que deben llevarse a cabo con toda libertad, pero fuera de aquí, sin que la Asamblea tenga. la menor injerencia, pues no quiero que la Asamblea cometa la locura de ocuparse de un asunto que es de la competencia exclusiva de las autoridades militares. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Cervantes.

El C. Cervantes

Señores delegados:

Voy a empezar, siguiendo un orden desordenado, por las argumentaciones del señor delegado Orozco, porque abundan en errores y porque la abundancia de aplausos por parte de las galerias y de algunos de mis colegas, me revelan los errores de principio en que unos y otros se encuentran.

El señor delegado Orozco empieza por calificar de chisme un asunto que reviste suma gravedad: se trata nada menos que de graves delitos, entre otros, el de homicidio, cometido en las personas de algunos soldados del señor general Banderas, de una amenaza inminente en contra de la vida del mismo general, y de la discordancia entre dos jefes conspicuos del Ejército Libertador; es decir, se trata, para el señor Orozco, de un chisme, y para mí de un asunto de gran trascendencia y que debe ser sometido a la justicia, porque ese delito de homicidio pone en peligro la organización del Ejército, porque esos actos contribuyen en gran manera a la completa desorganización del Ejército del Sur.

El señor delegado Orozco confiesa también ingenuamente. que él está inodado en este asunto. Yo no quiero suponer, ni por un momento, que él sea culpable; pero el hecho es que se hace mención del delegado Orozco, y yo no comprendo cómo puede una autoridad militar, en el caso que tenga que proceder contra el señor Orozco, impartir su justicia, si no es pidiendo el desafuero del señor Orozco ... (Voces: Eso es otra cosa) ...

Finalmente, no sé con qué criterio se concibe que primero sea aprehendido un delegado, es decir, que primero se viole su fuero y después se pida el desafuero del culpable o del presunto culpable.

El señor Lic. Soto y Gama ha hecho una explicación clara de cuál es el objeto del fuero, que no es otro que el de garantizar a los individuos que componen una Asamblea, a fin de que ésta no Se desintegre, y solamente cuando aquel miembro de la Asamblea sea culpable o se presuma, con bastantes fundamentos, que lo es, se pedirá primero su desafuero y después se le consignará, como desea el señor Orozco, a las autoridades competentes; pero no como pretende que se haga, consignando desde luego a los tribunales militares a esos señores generales, violando así su fuero ... (Voces: No, no, no)

Un asistente a las galerías

Aunque yo no soy de la delegación, deseo hacer constar ... (Murmullos, siseos, desorden, campanilla)

El C. secretario Lecona

La Mesa, por conducto de la Secretaria, manifiesta que no ha concedido ni puede conceder la palabra a los asistentes a las galerias, pues sólo pueden hacer uso de ella los señores delegados; en consecuencia, si la persona que se ha permitido hablar vuelve a hacerlo, la Mesa se verá en el penoso caso de mandarlo sacar del salón.

El C. Cervantes

Continúo, señor presidente.

Yo no sé, analizando los razonamientos del señor Soto y Gama, cómo se puede comprender el fuero y cómo aceptan que un representante de un general tenga fuero y el representado mismo no lo tenga. Dicen ellos que ese fuero Se refiere únicamente al individuo en funciones, y yo les digo que no. Porque el hecho de acusar al señor general representado, significa, indudablemente, la supresión del miembro de la Convención; porque si el general de que se trata queda sometido a un juicio militar, el representante tiene, sin duda alguna, la obligación de retirarse del seno de ]a Asamblea. (Voces: No, no) ... Entonces los que dicen que aceptan que un individuo que es culpable debe tener su representante en esta Asamblea ... (Voces: Mientras no se le condene, claro que sí) ... Siguiendo esa tesis absurda, aceptaremos también a los criminales ... (Voces: No, no) ...

La cuestión se presenta en esta forma; creo que en esto estriba principalmente el punto a discusión: o se conviene en que los generales representados tienen fuero en esta Asamblea, y en ese caso, es enteramente procedente, y ésa es mi opinión, conconsignarlos a la Sección Instructora del Gran Jurado; o bien se conviene en que esos señores generales no deben ser considerados miembros de la Asamblea, por tener en ella sus representantes, y entonces se llega a la conclusión bien elemental, de que no tienen fuero.

El mismo asistente a las galerías

El señor general Banderas ...

El C.Cervantes

Suplico a la Presidencia llame a] orden a los señores asistentes a las galerías, pues no tienen derecho de interrumpirme.

El C. secretario Lecona

Por segunda vez se suplica al señor asistente a las galerías, que está provocando e] desorden, se abstenga de interrumpir a los oradores, porque de lo contrario se le mandará sacar del salón.

El C. Cervantes

Un general, víctima de un grave delito por parte de otro general, ocurre a la Convención, como autoridad suprema, y entonces, según el criterio de los señores del contra, se ]e dice a ese general: Nosotros somos muy altos para ocupamos de tus chismes (según el señor Orozco), nosotros no te amparamos, aunque seas general y tengas derecho a sentarte entre nosotros; el asunto es del resorte de la autoridad militar.

Y en esto debo rectificar los conceptos del señor delegado Piña, que por un desconocimiento absoluto de las cuestiones militares, cree, con el señor Orozco, que este asunto debe ser de la competencia del Presidente de la República o del Supremo Tribunal Militar. No sé cómo entienden ellos el asunto. Yo entiendo que una vez que este señor general haya sido desaforado, el asunto será de la competencia de la autoridad militar, que es, en este caso, la Secretaría de Guerra; y esto, si se declara que no tiene fuero el señor general, contra todo derecho, según entiendo. La Comisión de Guerra ...

El asistente a las galerías

Yo creo que la Asamblea no tiene ... (Voces: Orden, campanilla, murmullos, completo desorden).

(La fuerza armada entra al palco en que se halla el individuo que provoca el desorden, a fin de sacarlo del salón)

El C. Contreras

Señor presidente:

Pido que no entre la fuerza armada al salón.

El C. vicepresidente Soto y Gama

¿Cómo quiere el señor delegado Contreras que entren hombres desarmados a sacar a un individuo que está armado?

Tiene la palabra el ciudadano delegado Orozco.

El C. Orozco

Señores delegados, y especialmente señor delegado Cervantes:

Yo no he dicho que el asunto del señor general Banderas sea un chisme; he dicho otra cosa; pero si lo dije, como el señor Cervantes expresa, estuvo mal dicho, no fue ésa mi intención. Dije que pudiera suceder que si nosotros nos ocupamos de este asunto podrían venir algunos jefes o delegados a esta Asamblea a pedir que se resolvieran algunos chismes; pero no he dicho que el asunto del señor general Banderas sea un chisme. Creo, por el contrario, que es de suma gravedad, como ya expresé; estoy porque se hagan todas las averiguaciones del caso, y la justicia sabrá dar a cada quien lo que le corresponda.

Eso, por una parte; por otra parte, el señor delegado Cervantes dice que yo afirmé que el asunto debía pasar al señor Presidente de la República: yo no dije eso; yo dije, en alguna de mis expansiones que debía pasar a la autoridad militar competente, no al Presidente de la República; es cierto también que no soy competente en asuntos militares; pero sí creo que esta clase de asuntos no se deben tramitar aquí, sino en los tribunales. competentes.

Por consiguiente, creo que debemos proceder en la forma que indico, a reserva de pedir el desafuero de cualquier delegado o representante, en caso de que así lo estimen conveniente las autoridades a quienes toque conocer en el caso.

Tenía que hacer otra reflexión; pero no la recuerdo en estos momentos; si después la recuerdo, la haré.

El C. delegado Zubiría y Campa

Pido la palabra.

El C. Cervantes

Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente

Yo rogaría a los señores delegados tuvieran la bondad de sujetarse a la lista de inscripción de oradores, pues con el pretexto de hacer aclaraciones, contestar alusiones personales, etc., hacen verdaderos discursos en pro o en contra, y los que se han inscrito con anterioridad se ven privados del derecho que tienen para hablar cuando les ha llegado su turno.

El C. Borrego

Yo pedí la palabra hace tiempo, señor presidente.

El C. presidente

Sí, señor, está usted inscrito; nada más que hay otros oradores antes que usted.

El C. Zubiría y Campa

Señores delegados:

(Desorden, eampanilla) El escrito que ha presentado el señor general Banderas es un escrito de denuncia de un delito del orden militar, cuya clasificación podría hacerse según el Código Militar; a ese escrito ha recaído el trámite de que pase a la Comisión de Guerra. Yo he pedido la palabra en contra del trámite de que pase a la Comisión de Guerra, porque esta Comisión está destinada a tratar de otra clase de asuntos.

El C. Casta

Pido la palabra. (Voces: no se puede interrumpir al orador)

El C. Casta

Es para una moción de orden.

El C. presidente Soto y Gama

Las mociones de orden se hacen por conducto de la Presidencia. Puede continuar con el uso de la palabra el ciudadano Zubiría y Campa.

El C. Zubiría y Campa

No me explico cómo puede dictaminar la Comisión de Guerra sobre este asunto, porque la Comisión de Guerra no tiene nada que resolver respecto al fuero ...

El C. presidente

El ciudadano Zubiría y Campa süire una equivocación. El trámite de la Mesa es que se pase esta denuncia a la Sección Instructora del Gran Jurado; es decir, se modificó el trámite anterior, que era: A la Comisión de Guerra.

El C. Zubiría y Campa

Habiendo sido modificado el trámite, en el sentido de que ese escrito pase a la Sección Instructura del Gran Jurado, la cuestión queda reducida a esto: si los delegados tienen fuero, si los generales que tienen su representante en esta Asamblea tienen fuero, y ello es de la competencia del Gran Jurado, para sólo el efecto de quitarles el fuero y entregarlos a las autoridades militares competentes. Si los generales que tienen su representante en esta Asamblea no tienen fuero, entonces el trámite de la Mesa es declarar que la Asamblea no tiene competencia para conocer de ese asunto, y en tal caso habría que decir al señor general Banderas que su escrito debe ser dirigido a los Tribunales.

Yo no tengo conocimiento de que se haya decidido respecto de si los generales que tienen sus delegados en la Convención, tienen fuero. Creo que ni siquiera existe una resolución de que los delegados tengan o no fuero.

El señor Lic. Soto y Gama hizo referencia a una ley o proyecto de ley que ha pasado a Comisión; es decir, a un proyecto de ley que no se ha discutido ni menos aprobado. Por consiguiente, si no se ha decidido que los delegados tengan fuero, menos, seguramente, lo tienen los generales que tienen su representante en esta Asamblea. No teniendo fuero, resulta que esta H. Asamblea debe decir al señor general Banderas que presente su escrito ante los tribunales militares. Con esto creo haber impugnado el trámite de la Mesa.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Borrego.

El C. Borrego

Señores delegados:

He pedido la palabra para rectificar un hecho.

El único argumento serio y aparatoso que se nos hizo, fue el presentado por el señor Lic. Soto y Gama y que apoyó mi querido amigo el señor Cervantes: el de definir como objeto del fuero el precaver a una Asamblea del peligro de ser desintegrada, ya sea por un Ejecutivo, por un comandante militar o por cualquiera autoridad arbitraria. Pero díganme ustedes señores, ¿se llenaría ese objeto si Se mandase aprehender al señor Barona? No, porque el señor Barona no está desempeñando ningunas funciones en esta Asamblea. En cambio, si se manda aprehender a su representante, entonces sí se desintegra la Asamblea, porque él es quien está en funciones. El fuero sirve, señores, para garantizar a la persona que está en funciones, no a la entidad moral que representa. Los diputados sólo tienen fuero en las Cámaras, cuando están en funciones; los diputados suplentes sólo gozan de ese fuero cuando están substituyendo al propietario. Esta afirmación la podría comprobar con infinidad de ejecutorias de la Suprema Corte de Justicia.

El C. Castellanos

Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Castellanos, para una aclaración.

El C. Castellanos

Señores delegados:

Aun en el supuesto de que estos señores tengan fuero, no es este el conducto que debería haberse adoptado para que viniera esta acusación aquí. Yo creo que esto es desvirtuar el carácter que se ha dado a esta Asamblea, porque dicha acusación debiera haber venido por los conductos debidos, es decir, por medio del Ejecutivo. De suerte que cuando se presenta aquí una acusación en contra de alguno de los miembros de esta Asamblea, no somos nosotros los que debemos juzgarlos, sino en tal caso, en último caso, los que debemos desaforarlos, pues no somos la autoridad a quien compete conocer de este asunto.

El C. M. Pasuengo

Pido la palabra.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Pasuengo.

El C. Pasuengo

Me asiste puramente un espíritu de concordia, en este asunto de tanta trascendencia y de tanta importancia. El señor general Banderas ha ocurrido haciendo una denuncia, según su escrito a esta Asamblea, para hacerle saber los acontecimientos que ocurrieron en la línea de fuego, según esa denuncia. Yo opino ... (siseos, murmullos ... campanilla) ... yo opino, decía por que el trámite sea al Ejecutivo, para que el Ejecutivo, por el conducto debido, haga que esos generales pasen al seno de esta Asamblea.

Digo y vuelvo a repetir que no tengo ningún derecho para opinar de tal modo, porque no conozco las leyes. Me asiste únicamente un espíritu de armonía y de concordia. Yo creo que si el Encargado del Poder Ejecutivo llama al general Barona, de una manera decente, de una manera prudente, él vendrá, lo mismo que el señor general Banderas, a tomar su asiento en esta Asamblea y sus representantes, por unos dos o tres días o el tiempo que fuere necesario, estarán fuera de estas butacas, para que, una vez que estén desaforados esos señores generales, entonces se siga el juicio respectivo; pero, repito, no tengo ningún derecho para hacer esta indicación a la Asamblea, sino me asiste únicamente espíritu de concordia, sentido común; si la Asamblea lo cree conveniente, está en su derecho para resolverlo así, y si no, pues entonces yo me sujeto a lo que esta H. Asamblea determine.

El C. presidente

Va a preguntarse por conducto de la Secretaria, si se considera suficientemente discutido el punto.

El C. Cervantes

Me permito respetuosamente hacer esta observación:

Creo que para ahorrar discusiones se debe preguntar a la Asamblea, que seguramente ya ha formado su criterio sobre el particular, si se considera a los generales Barona y Banderas como gozando de fuero (Voces: No, no) ...

Repito que para ahorramos discusiones se debe preguntar a la Asamblea: primero, si los señores generales 'que tienen aquí a su representante, gozan o no de fuero, y después ya es fácil proceder, porque de otra manera las alegaciones que se están haciendo son verdaderos dictámenes sobre el asunto.

El C. presidente

La Secretaría va a hacer la correspondiente pregunta a la Asamblea.

El C. Nieto

Pido la palabra para aclaraciones.

Precisamente en eso ha estribado la discusión, en si gozan o no de fuero los señores generales que tienen aquí sus representantes. Yo me permito decirle a mi muy estimado amigo el señor Cervantes, que la tesis que él sostiene es absurda; desde luego tenemos representados que están a muchas leguas de aquí, en el Norte. Yo tengo noticias, por ejemplo, del señor Aguirre Benavides, que se encuentra o se encontraba en el Norte, y que según los rumores ha sido fusilado. Si hubiera tenido fuero, tendríamos necesidad de exigirle responsabilidades a quien lo hubiera mandado fusilar. Si tuvieran los representados fuero, no podrían tenerlo los representantes, como no puede tener fuero el pueblo que elige a un representante para el Congreso, por el simple hecho de que éste se halla en la Cámara. El fuero es para proteger a la persona que está en funciones.

La proposición del señor Cervantes me parece procedente; solamente que está hecha sin que se haya sujetado a las fórmulas del Reglamento.

El C. secretario Lecona

La Mesa pregunta muy respetuosamente a esta H. Asamblea, si considera el punto suficientemente discutido.

Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutido.

En votación económica se pregunta si se aprueba ei trámite de la Mesa.

Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

No se aprueba el trámite de la Mesa.

No pasa la acusación del señor general Banderas a la Sección Instructora del Gran Jurado. (Aplausos)

El C. presidente

La Mesa, teniendo en cuenta el sentir de la discusión, reforma el trámite en los siguientes términos:

Transcribase el escrito del general Banderas al Ejecutivo, para los efectos legales. (Aplausos)

A continuación el ciudadano secretario dio lectura al siguiente oficio:

Al margen un sello con el escudo de la Nación, que dice:
República Mexicana.
Ejército Libertador.
Brigada Banderas.
Comandancia.

Con fecha de ayer me dice el ciudadano coronel José Trinidad Sánchez, por parte firmado en Tetepan, lo siguiente:

Tengo la honra de poner en el superior conocimiento de usted, que el 17 del presente mes, a las 11 p. m., que estando alojado en mi Cuartel, con toda la fuerza a mis órdenes, el Comandante de la guardia advirtió que había algún movimiento de fuerzas, y al oír unos disparos, me dio parte de lo ocurrido, y creyendo que el enemigo avanzaba, mandé ensillar, para darle encuentro o recibir órdenes de usted, mandando para el efecto al ciudadano coronel David González, al mayor Manuel Corona y asistente del primero, dando por resultado que al salir á el cuartel fueron agredidos por gente que, según informe del mayor Corona, pertenecen a las fuerzas del ciudadano general Barona, que en número de quince les interrogaron a la gente que pertenecían, contestándoles pertenecer al Regimiento Morelos; recibiendo por contestación de éstos, al oír que operaban bajo las órdenes del ciudadano general Juan M. Banderas, tres descargas de fusilería, resultando muerto el coronel y herido gravemente el mayor, así como el asistente; ignorando el paradero de este último.

Lo que tengo la honra de transcribir a usted como complemento de mi parte fecha de hoy, protestándole mi subordinación y respeto.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, febrero 19 de 1915.
El General de Brigada, Juan M. Banderas.
(Rúbrica).

Al ciudadano presidente de la Soberana Convención.
Presente.

Al Ejecutivo, para los efectos legales.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta muy respetuosamente a esta H. Asamblea, si cree prudente levantar la sesión.

El C. Cervantes

Hemos presentado a la Mesa una proposición, con la que no se ha dado cuenta, y no sé por qué razones la retiraron los colegas que conmigo la firmaron.

El C. M. Pasuengo

Me permito preguntar a la Secretaría si el asunto del general Banderas quedó enteramente aprobado; parece que no resolvió la Asamblea en definitiva que pasara al Ejecutivo ... (Voces: Sí, sí quedó resuelto)

El C. secretario Lecona

La Secretaría tiene el honor de informar al señor delegado Pasuengo, que primero se preguntó a la H. Asamblea, habiendo contestado ésta por la afirmativa, si estaba suficientemente discutido el punto; que después se preguntó a la Asamblea si se aprobaba el trámite de la Mesa, habiendo resuelto negativamente; y que entonces el ciudadano presidente modificó el trámite en este sentido: de que el escrito del señor general Banderas fuera remitido al Ejecutivo, para los efectos legales; lo cual aprobó la Asamblea.

Las personas que estén conformes con que se suspenda la sesión, sírvanse ponerse de pie.

Se da por terminada la sesión, previa lectura de la orden del día, para la del lunes, que dice: (Leyó)

El C. presidente

Se levanta la sesión.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda parte de la sesión del 19 de febrero de 1915 Sesión del 22 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha