Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesJunta previa del 2 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 3 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 2 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS

Presidencia del Ciudadano Montaño


Se leyó el acta de la sesión anterior.

-El C. secretario

Está a discusión la presente acta.

¿No hay quien haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada el acta.

El C. Luis González

Pido la palabra. (Voces: No hay nada a discusión)

El C. secretario

Los ciudadanos que han sido recientemente admitidos en el seno de esta Convención, sírvanse pasar para que otorguen la protesta de ley. (Se verificó el acto de la protesta)

El C. secretario

En la Comisión de Relaciones faltan los ciudadanos José Mena Castillo y José Bermúdez de Castro; en la de Fomento, los ciudadanos Maurilio Acuña; en Justicia, el ciudadano Francisco Encinas; en la Sección Instructora del Gran Jurado, el ciudadano 'Pedro Buelna; cinco miembros.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a los delegados si permite que ella proponga algunos candidatos o que cada Comisión proponga sus colaboradores; si esto es así, que la Comisión de Fomento proponga un miembro, la de Justicia que proponga otro miembro, y la Comisión Instructora del Gran Jurado proponga otro.

El C. secretario

Quedaron integradas las comisiones de la manera siguiente:

Relaciones: Francisco Lagos Cházaro, Alberto B. Piña y Julio Ramírez Wiella;

Fomento: Luis Zubiría y Campa, Francisco Salinas y Santiago González Cordero;

Justicia: Melchor Menchaca, José Nieto y Enrique Olvera;

Instrudora del Gran Jurado: Genaro Palacios Moreno, Alberto Paniagua y Zenón R. Cordero.

Está a discusión.

La Mesa dispone que lea a ustedes únicamente los nombres de los sustitutos:

A José Mena Castillo, Francisco Lagos Oházaro en la Comisión de Relaciones, los señores José Bermúdez de Castro, Julio Ramírez Wiella.

Está a discusión.

¿No hay quien haga uso de la palabra?

Se pone a votación. Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.

En Fomento, al señor Maurilio Acuña lo substituye Francisco Salinas.

Está a discusión.

¿No hay quien haga uso de la palabra?

Se pone a votación. Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

Justicia, a Francisco Encinas lo substituye el ciudadano Enrique Olvera.

Está a discusión.

¿No hay quien haga uso de la palabra?

Se pone a votación. Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobado y última, Comisión Instructora del Gran Jurado, en lugar del ciudadano Pedro Buelna el ciudadano Zenón R. Cordero.

Está a discusión.

¿No hay quien haga uso de la palabra?

Se pone a votación. Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

Los ciudadanos Cervantes y Cuervo Martínez presentan una proposición relativa a los delegados que no han concurrido a las sesiones de la Convención.

El C. secretario

A la Comisión de Peticiones.

El C. Aceves

El trámite anterior debé ser a Justicia, el de la proposición anterior.

El C. secretario

Es negocio de guerra.

El C. Aceves

No; el de la proposición anterior, el de los infidentes o no infidentes.

El C. secretario

Pasa a la Comisión de Peticiones.

El C. Aceves

No, señor, de Peticiones no; no es petición; debe ir a Justicia, porque se va a juzgar a esos individuos.

El C. Palacios Moreno

He pedido la palabra para sostener el trámite.

Se dio el trámite a la Comisión de Peticiones, para que ella proponga la forma en que se ha de hacer la investigación porque no se imputa de una manera terminante un delito a estos señores. Si se imputara un delito, ya pasaría a la Sección Instructora del Gran Jurado.

Se va a averiguar primero si están imposibilitados para venir o son infidentes; una vez que se tenga la averiguación hecha, se pasará a la Sección Instructora del Gran Jurado. Es por esto que se dio el trámite anterior.

El C. Aceves

Es precisamente un acto de justicia definir cuál ha sido la actitud de estos señores. Y no es desconocido de nosotros que en los que faltan hay infinidad de infidentes que tenemos que juzgar, y para qué vamos con brincos chiquitos. ¿Es que tenemos atrofiado el cerebro con treinta y cinco años de dictadura? De una vez a Justicia. (Aplausos)

El C. Méndez

Creo que el ciudadano Palacios Moreno tiene perfecta razón al decir que pase a la Comisión de Peticiones, desde el momento en que el mismo documento dice: Pedimos.

En cuanto se sepa si se tienen responsabilidades o no, se pasará al departamento que pertenezca. Por ahora, se trata de investigar.

El ciudadano Palacios Moreno tiene razón cuando dice que todavía no se trata de infidentes, sino que se trata de saber por qué causas, no por qué circunstancias no vinieron.

El C. Palacios Moreno

Voy a ser más claro. Se trata de averiguar por qué faltan a la Asamblea algunos delegados, se trata de averiguar una falta de asistencia solamente; en consecuencia, no es procedente desde luego consignarlos al Gran Jurado, porque nadie afirma que hayan cometido un delito; no es posible sujetarlos a un proceso. Vamos a ver por qué faltan, esto es lo que piden los señores delegados; se trata de saber la causa de esas faltas; por lo mismo, no habiendo una Comisión que se llame de Investigación de faltas de asistencia, hay que pasarla a una Comisión más genérica que reciba toda clase de peticiones, y esta Comisión es precisamente la de Peticiones. Una vez dictaminado por esta Comisión, para que se sepa qué faltas son por infidencia, se pasará el asunto a la Sección Instructora del Gran Jurado.

El C. Aceves

Para sostener mi dicho, hago constar que hay individuos que faltan por infidentes.

El C. Marines

Yo entiendo que no tiene razón el compañero al afirmar que esto debe de ir a la Comisión de Peticiones, simplemente porque está la palabra pedimos.

Vamos a suponer que la palabra pedimos está así:

Pedimos que se ataque a la ciudad de Tacubaya, y por esto, porque está la palabra pedimos, vamos a pasarla a la Comisión de Peticiones. No, señores; la Comisión a que deben pasar los documentos depende del carácter de lo que pide y no de la palabra.

Por otra parte, ésta realmente no es una petición; la Comisión de Peticiones, según yo entiendo, está para resolver para cuando haya de conceder algo, y díganme ustedes, ¿qué se va a conceder por la Comisión de Peticiones?

Lo que se va a hacer es una investigación, cuya cordura depende tanto de la honorabilidad de quien la pide como del pensamiento de justicia que tenga quíen la hace. Por tanto, creo que debe pasar a la Comisión de Justicia para que ésta, con toda rectitud, investigue con cordura, y luego, inspirándose en un sentimiento de justicia, dictamine si es infidente fulano de tal, según los datos que se tengan, y así puede decirse: fue secuestrado fulano de tal y zutano de tal, que tiene otro carácter; pero no creo que debe pasar a Peticiones por el simple hecho de estar la palabra pedimos.

El C. Casta

No parece sino que hay un espíritu de perder el tiempo; ¿qué más da que pare a Justicia o a Peticiones? Ninguna de las dos comisiones son las encargadas de dictaminar sobre este asunto, llegado el caso, sino es la Comisión Dictaminadora del Gran Jurado; por tal concepto, si el señor Aceves tiene justificación plena, si se hace responsable de que algunos de los señores delegados que faltan son infidentes, que lo diga bajo su responsabilidad, y entonces que pase desde luego a la Comisión Instructora del Gran Jurado. De lo contrario, la Comisión de Peticiones puede hacer muy bien las averiguaciones sobre el particular, y no es la de Justicia tampoco la que tiene por ahora que conocer del asunto.

El C. Aceves

Si es con esa condición, señor presidente, con mi responsabilidad digo que hay infidentes.

El C. Castellanos

Yo creo que el trámite que dio la Mesa es el que debemos aceptar, tanto porque es el justo y lógico, cuanto por obvio de dificultades. Aquí nadie viene a acusar absolutamente, desde el momento en que si acusara, pasaría a la Comisión de Justicia; únicamente se trata de averiguar la razón de por qué faltan algunos individuos; una vez que se haya averiguado por qué faltan y que existan muchas presunciones o pocas sobre que determinados individuos faltan porque son infidentes, entonces esos individuos señalados, que es lo que debe hacer el señor Aceves para que se dé el trámite que quiere a esos individuos, se les pasa a la Comisión de Justicia o al Gran Jurado y los otros, los que no parezcan infidentes, sino que por causas ajenas a su voluntad no puedan venir, ésos se justificarán y se tomarán las medidas conducentes para ver si pueden asistir.

En tal virtud, como no se acusa a nadie, yo creo que debe pasar a la Comisión de Peticiones, porque a la de Justicia o a la del Gran Jurado solamente en los casos concretos de acusación contra alguien, y hasta ahora no hay acusación contra ninguno.

Si quiere que pase a la Comisión de Justicia, el señor Aceves que diga fulano y zutano son infidentes, y entonces esos casos concretos que pasen a la Comisión de Justicia; pero una presunción general, como es la del compañero Cervantes, debe pasar a la Comisión de Peticiones.

El C. secretario

¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se acepta el trámite dado por la Mesa al documento a discusión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

El Presidente de la Soberana Convención Encargado del Ejecutivo, pide que sea ratificado el nombramiento de Tesorero General de la Nación, que ha hecho en favor del ciudadano Luis Zubiría y Campa.

El C. secretario

Se pregunta a la Honorable Asamblea si considera este asunto de pronta y obvia resolución. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Sí se considera así. Está a discusión e( acuerdo en lo general.

¿No hay quien tome la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba en lo general.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse :ponerse en pie.

Aprobada en lo general.

Está a discusión en lo particular.

El artículo 1 dice: (Lo leyó)

¿No hay quien haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie.

Aprobado.

Sigue la discusión del inciso II que dice: (Lo leyó)

Está a discusión.

¿No hay quién haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.

El C. Zubiría y Campa

Señores delegados:

Tengo que dar las gracias a esta Honorable Asamblea por la ratificación que acaba de hacer del nombramiento de Tesorero General del Gobierno de la Convención, agradeciendo así la inmerecida confianza con que se me honra, y digo inmerecida, no porque no me crea con toda la honradez necesaria para desempeñar tan delicado encargo, lo que no es un mérito, porque todos tenemos la obligación de ser honrados; pero lo que es de notar, porque es la verdad, es que no tengo la competencia, porque aquí hay personas más aptas y competentés para desempeñar este cargo.

Por mi parte, puedo asegurar que sabré corresponder a la confianza que se ha depositado en mí, tanto por el señor presidente como por esta Honorable Convención, haciendo que mis manejos y gestiones en cuestión de dineros sea completamente clara, completamente diáfana por tratarse de fondos de la Nación, que son sagrados, y deben ser perfectamente guardados; procuraré que al recibir la oficina se levante un acta, donde se haga constar los valores y demás que me entreguen, levantándose un duplicado del acta, con la cual daré cuenta a esta Asamblea, para que sepa el estado en que se encuentra dicha oficina.

En lo sucesivo, no saldrá ninguna cantidad sin la orden respectiva y sin que yo recoja el debido comprobante. También tendré la satisfacción de dar a conocer a esta Asamblea la existencia en caja en cualquier momento y de rendir los informes que se me pidan respecto a las cuentas y asuntos de la Tesorería. Invitaré también a los delegados que gusten pasar a la oficina para cerciorarse del estado en que se encuentra, y así esta Asamblea que es directora de la política, sepa cuál es el estado financiero y las cantidades con que cuenta, puesto que el dinero es el eje de toda administración. (Aplausos)

El C. secretario

Los ciudadanos Cervantes y Cuervo Martínez presentan una proposición para que se devuelva el agua de Xochimilco a los habitantes de la capital.

Se pregunta a la Asamblea si se considera este asunto de pronta y obvia resolución.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Considerado de pronta y obvia resolución.

Está a discusión.

El C. Pérez Taylor

Pido la palabra.

El C. presidente

Tiene usted la palabra.

El C. Pérez Taylor

Señores delegados:

Ante los ojos del enemigo, así como al sentimiento popular del Distrito Federal, este acuerdo levantará muy en alto el prestigio de la Convención Revolucionaria. Yo creo que por encima de las pasiones políticas que nos agitan en los momentos actuales, existe una pasión más noble, más elevada y más grande, que es sencillamente la de atender al interés de la humanidad. Nosotros, los que hemos vivido en la capital, y que hasta la fecha es la primera vez que se castiga a la ciudad de México, estamos conformes con que a todos aquellos perversos caiga el peso de la Revolución encima de ellos; pero la gente del pueblo, la gleba, los trabajadores, los que apenas tienen para vivir en los momentos actuales en que todos los artículos de primera necesidad andan por las nubes, como vulgarmente se dice, en los momentos actuales, cuando un bárbaro decreto de Alvaro Obregón impide que todos los billetes sean de circulación forzosa; en los momentos actuales en que cada obrero, cada comerciante, en que cada individuo de la clase media, que sufre lo indecible dentro del ambiente capitalino, este acuerdo de la Soberana Convención viene a ser una gota de bálsamo sobre la miseria del pueblo de la ciudad. (Aplausos)

Así, pues, nosotros, que sabemos a maravilla cuáles son, han sido y serán las actitudes de los llamados carrancistas, parece que lo estamos viendo con nuestros propios ojos, que les falta agua a sus soldados, pues se meten a las casas y les quitan a viva fuerza el jarro de líquido sagrado, que va a traer el hijo del pueblo, y a garrotazo limpio hacen que aquel pobre hijo del pueblo les dé a los carrancistas, para sus soldados, el agua, y ¿quién es el que sale perjudicado? Los carrancistas no, porque a fuerza de fusil, a fuerza de garrote, a fuerza de las malditas represalias y venganzas antihumanitarias, tienen agua; ¿quién es el que sufre? El pueblo. Pues por el pueblo capitalino, y una vez más habrá subido muy alto el pendón del prestigio convencionista. (Aplausos)

El C. Sergio Pasuengo

Señores delegados:

Hago mías las palabras del compañero. Por humanidad debemos dar el agua al pueblo, el pueblo no tiene la culpa y no debe sufrir; porque ese pueblo está con nosotros; en consecuencia, doy un voto y exhorto a la Asamblea que mande el agua a la capital. (Aplausos)

El C. Cuervo MartÍnez

Yo deseaba hacer uso de la palabra para fundar mi proposición como firmante de ella, pero en vista de que toda la Asamblea está perfectamente de acuerdo, creo inútil hacer uso de la palabra, y me limito a exhortar a todos mis compañeros a que se vote en seguida. (Voces: Aprobado, aprobado)

El C. presidente

Va a hacer uso de la palabra que se le ha concedido, han hablado dos oradores nada más en pro y puede hacer uso de ella otro orador.

El C. Cruz

¿Puedo hacer uso de la palabra?

El C. presidente

La tiene usted concedida.

El C. Cruz

Voy a hablar en contra. (Siseos)

Hablo entre militares y quiero que se me oiga.

Es muy satisfactorio ver en una Convención de hombres guerreros aquella magnanimidad que tienen para el pueblo, porque esto transporta el alma; pero que se pongan en esta consideración: el enemigo, desde el momento en que ya les ganamos ese terreno, si se les manda el agua, ellos son los que van a blasonar. Si se nos dijera antes que se permitiera mandar un manifiesto al pueblo, diciéndole: para tal día van a tener agua, sería muy diferente, aunque es muy doloroso que el pueblo esté careciendo del agua ... (Varios ciudadanos delegados piden a la vez la palabra)

El C. presidente

No puedo conceder la palabra a los señores que la piden, porque hay un solo orador en contra y los demás han hablado varias veces en pro.

El C. Cruz

Pues este mismo sufrimiento del pueblo puede impulsarlo para contrarrestar al enemigo. Esto es lo que puedo decir y ustedes pensarían lo mismo si hubiesen visto lo que yo he visto en tiempos de guerra, en tiempo de los franceses en el sitio de Puebla, que también estuvo el agua cortada durante todo ese tiempo.

No quiero eso, pero sí en la Historia se verá de qué modo se ha tenido que vencer y levantar al pueblo en contra de un enemigo. Se necesita una purga fuerte para que esa purga arroje al enemigo.

El C. presidente

Han hablado varios oradores en pro y necesito conceder la palabra en contra.

El C. cervantes

Pido la palabra para contestar sus argumentos al señor delegado.

El C. presidente

Tiene usted la palabra para contestar.

El C. Cervantes

Yo me permito contestar al señor delegado como uno de los firmantes de la proposición.

Dice el señor delegado que él sí conoce en materias militares y que tiene una gran experiencia; yo creo que en este caso su experiencia puede ser muy buena; pero su criterio es muy malo. Yo sé muy bien que la privación del agua, como todos los actos de hostilidad que se ejecutan militarmente contra una población, se efectúan cuando constituye un amago que pueda tener resultados morales efectivos, tales como el de un sitio de guerra.

Cuando se le pone sitio a una plaza, se le bombardea o se le lanzan explosivos por medio de aeroplanos o de globos, es con el objeto de ejercer sobre la población enemiga una presión moral tal, que por sus súplicas, por sus padecimientos, por sus lágrimas, por todas las formas en que puedan pedir y manifestar su desolación al enemigo que ocupa la plaza, influya sobre éste para que se rinda; pero eso presupone desde luego una inferioridad numérica de los sitiados y una superioridad de los sitiadores. El caso presente es enteramente diferente: se trata de una población, cuya opinión pública está con nosotros y a la que nosotros hemos abandonado, dejándola a su propia suerte.

Los habitantes de la capital han demostrado demasiado cuál es su actitud de simpatía hacia nosotros, borrando con lodo y con otras substancias los manifiestos de Obregón, y dejando intactos los de esta Convención. También se vio demasiado cuál fue la actitud pública a la llegada de las tropas de Obregón, entre los habitantes de la población, hubo fusiles que se abocaron para Obregón, y según la voz pública, hubo balas justicieras que lo tocaron y que lo han muerto. De cualquier manera no deben, bajo ningún concepto, tomarse medidas que puedan perjudicar a los habitantes de la capital.

Sabido es, por otra parte, que la medida de suprimir el agua trae consigo condiciones higiénicas perfectamente malas para la población; estamos en pleno invierno y es cuando más se exacerba el tifo exantemático.

México, que es una población que tiene todas nuestras simpatías, es una población que tiene todas sus opiniones de acuerdo con la nuestra, ¿cómo le vamos a imponer el tifo?

Por otra parte, debe tenerse en consideración que hemos lanzado decretos absurdos, según yo, para favorecer el comercio de la capital; con la privación del agua y la carestía de los artículos de primera necesidad, le vamos a privar de muchas industrias, como la de la cerveza y otras varias substancias; todo esto trae un encarecimiento de la vida; hay personas que vienen de México que dicen que está vendiéndose el barril de agua a dos pesos, y si nosotros tenemos constancias de que Obregón y otros generales carrancistas exigen por la no validez de nuestros billetes que se pongan en circulación billetes de banco para apropiárselos después, porque entiendo que éste es el sistema, y si vamos todavía a cortar el agua, puesto que nosotros mismos se las quitamos, pues estamos trabajando contra nosotros mismos; ¿cómo, pues, continuar con eSa actitud?

Por lo expuesto, quedan, en mi concepto, fundadas racionalmente estas dos verdades: de que la supresión del agua no está justificada como necesidad militar y, segundo: que es una medida antihumanitaria. Yo pido a los señores delegados que después de abandonar la capital a sus propios esfuerzos, no matemos a sus habitantes de sed. (Aplausos)

El C. Cruz

No quiero yo ni es mi voluntad que impere mi pensamiento; lo que he manifestado es que en la guerra se sirve uno de toda clase de medios y me sirven de base las palabras propuestas por mi antecesor; si una plaza se bombardea, ¿va uno a decirle a los pacíficos: retírense? Y lo mismo es en todos sentidos. Yo he manifestado que todos esos elementos, si nos dejan a nosotros avisarle al pueblo: vamos a hacer esto, sería otra cosa. (Siseos)

Respecto a las infamias que hacen aquéllos, no nos alcanza la mente para poder precisarlo, porque hacen más de lo que podemos imaginarnos; de modo que yo digo eso en ese sentido y lo manifiesto para que se pueda hacer si se debe hacer.

El C. Marines

Pido la palabra para una interpelación.

Dice nuestro compañero que acaba de hablar, que cuando una plaza se bombardea, hay que cortarle el agua; hasta estos momentos no tengo conocimiento de que se esté bombardeando la ciudad de México; srvase decirme mi compañero, el ciudadano Cruz ...

El C. Cruz

No he dicho eso. Me explicaré un poco más claro.

He dicho que cuando una plaza se bombardea, no se les avisa a los vecinos, llega el enemigo y se bate como quiere; esto es lo que he visto hacer a los franceses que nos hicieron a nosotros.

El C. Amezcua

Pido la palabra para rogar a la Mesa se sirva preguntar a la Asamblea si está suficientemente discutido el punto y no se pierda más el tiempo.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a esta Honorable Asamblea si considera suficientemente discutido el punto.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutido.

Se pone a votación.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.

El ciudadano secretario da lectura a varios documentos, entre otros a un dictamen de la Comisión de Gobernación, en el cual, contestando una pregunta del general Buelna acerca de lo que debe hacer con varias haciendas confiscadas en el territorio de Tepic, la misma Comisión resuelve que se le transcriban algunos artículos del Plan de Ayala.

El C. secretario

Está a discusión.

El C. Pérez Taylor

Rogaría atentamente al ciudadano secretario diera lectura a los artículos del Plan de Ayala que menciona el oficio.

El ciudadano secretario dio lectura a los artículos mencionados.

El C. Pérez Taylor

Doy las gracias más atentas a la Secretaría por el favor concedido.

Señores delegados:

Los enemigos en la capital, aquellos que descienden de sangre azul y que pomposamente o por sport se titulan revolucionarios, platicando con ellos sobre el Plan de Ayala, alguien había dicho fanfarronamente que era uno de los ganchos de los científicos representados por Calero, Flores Magón y Vázquez Gómez, para hacer caer en completo desprestigio la grandiosa Revolución del Sur.

Hasta estos momentos la Convención ha ido, puede decirse, nivelándose, equilibrándose con los problemas militares y políticos de pronta resolución, sin llevar verdaderamente a efecto los problemas que atañen al beneficio del pueblo. Esa actitud les viene a demostrar a los revolucionarios por sport, a los de sangre azul, los que buscan la eterna rencilla para dividir, para que más tarde vean cómo podrán reinar; viene este acuerdo a demostrarles de una manera palpable que el Plan de Ayala no está ni estuvo forjado por individuos que pensaban desunir a la Revolución del Sur, por medio de un maquiavélico plan, sino que sencillamente el Plan de Ayala no está formado, no está estudiado por medio de las eternas engañifas de los que suben al poder llenando al pueblo de palabras de Justicia, Constitución y Leyes, palabras y más palabras, como dijo Hamlet, y que a la hora de llegar a la cumbre, ¡malditos si se vienen a acordar de los proletarios que los han subido al poder!

Por eso el Plan de Ayala, fuera por completo de todo dominio personal, fuera por completo de toda ambición personal, viene hoy por primera vez, en la Convención Revolucionaria, a incrustar de una manera efectiva, en los sentimientos del pueblo, la manera de restituirle lo que por derecho le corresponde, porque todos nacimos libres; y, sin embargo, por todas partes estamos esclavizados. Ahora esas cadenas que los dictadores habían regado con grandes guirnaldas de flores, vamos a hacer algo más grande, vamos a arrancar las guirnaldas de flores y a romper las cadenas de hierro por medio del Plan de Ayala. (Aplausos)

Así, pues, señores delegados, vamos a apoyar el acuerdo de la Comisión, porque éste encierra dos grandes principios: primero, que el Plan de Ayala no es una cosa metafísica, y, segundo, que la Convención Revolucionaria comienza ya a ser palpable, a hacer efectivos los beneficios de la Revolución, porque aunque es cierto que las revoluciones son, como dice Víctor Hugo, las maldiciones del progreso, y después de que estas revoluciones han terminado, se ve que la humanidad está maltratada; sin embargo, señores delegados, hemos visto desde la bendita época de la Revolución Francesa, que esta Revolución, que la humanidad, ha marchado hacia adelante, que la civilización y el progreso siguen en auge. Vemos, pues, señores, que el Plan de Ayala, aunque haya maltratado muchas vidas, aunque hayan regado con su sangre los surianos las montañas del Sur, y los del Norte, las arenas polvorientas de la frontera, el Plan de Ayala, por fin, ha marchado, dándole bandera al pueblo mexicano. (Aplausos)

El C. Orozco

Pido la palabra en contra del dictamen. Voy a suplicar a la Secretaria que para no ser exagerado en mis palabras ni en mi criterio en general, se sirva dar nuevamente lectura al dictamen para aquilatar mis palabras y dar mi opinión y mis ideas a la Asamblea, porque creo que el discurso del compañero Pérez Taylor, así como el dictamen de la Comisión correspondiente, son enteramente burgueses, por más que el señor Pérez Taylor nos hable del Plan de Ayala y de las libertades del pueblo.

El C. presidente

Sírvanse los oradores que estén tanto en pro como en contra, pasar a inscribirse.

El C. Orozco

Pido que se dé lectura al dictamen con todo y considerandos.

El C. Casta

La parte resolutiva nada más.

El C. Orozco

No, señor; todo. (El ciudadano secretario dio lectura al dictamen)

El C. Orozco

Los señores delegados miembros de la Comisión Dictaminadora creo que no han entendido o no han interpretado como debe ser, que no han querido interpretar los principios del Plan de Ayala en sus artículos 6, 7 y 8.

He hablado con muchos hombres respecto del Plan de Ayala, he escuchado respecto de sus principios conceptos enteramente tergiversados, y en muchos de los que conmigo han hablado a este respecto, he encontrado una refinada mala fe, para interpretar esos principios con la intención probable de eXplorar mi ánimo y de convencerse si yo, como otros compañeros, estamos perfectamente identificados con estos principios y si tenemos conciencia exacta y completa de en qué forma se han de poner en práctica dichos principios. (Debo advertir que yo no me estoy refiriendo a casos personales), para que en caso de que no tuviéramos esa conciencia perfecta de la forma en que debemos interpretar, en que debemos realizar esos principios del Plan de Ayala, se logre introducir, sembrar en nuestro espíritu ciertas ideas y llevar al completo fracaso la Revolución, y estos principios que con todo tesón y energía hemos venido sosteniendo lo mismo en el campo de la idea que en el campo de la lucha.

El Plan de Ayala dice en su artículo sexto y en general en todos los demás artículos, que deben devolverse al pueblo las tierras, que los hacendados, por el apoyo que de los gobiernos tuvieron, les han usurpado a esos pueblos, y dice el Plan de Ayala, además, que también hay que proporcionarles ejidos a los pueblos que no los tengan, porque sucede que muchas haciendas y muchas grandes propiedades territoriales, fueron formadas cuando no existían algunos pueblos que ahora existen o porque sus necesidades en tierra eran enteramente escasas, no obstante que estos terrenos son lo suficientemente pródigos para alimentar a un pueblo de muchos habitantes, resulta esto: que la Revolución en su camino, en su marcha, en su progreso, a medida que ha ido dominando a la República, ha ido conquistando esos bienes, de conformidad con los artículos sexto, séptimo y octavo del Plan de Ayala, a que se refiere el dictamen.

Nos habla la Comisión de hacer la devolución de algunas de esas propiedades y yo, de plano, no estoy conforme con esa proposición, por la razón sencilla de que un día acabaremos por dar hasta la camisa que tenemos puesta, y que hemos ganado a fuerza de muchos sacrificios, haciendo la devolución completa de todo lo que nos hemos robado o de lo que hemos cogido para nuestro uso personal, en vista de la disposición o resolución que tomara la Asamblea, creo que ninguna de las propiedades que actualmente se hallan confiscadas y que están en poder de la Revolución, ya sea por conducto del Gobierno directamente o ya sea por conducto de la Revolución, deben devolverse, sobre todo las grandes propiedades territoriales y que de éstas debe hacerse lo que se ha hecho en Morelos: llamar al pueblo infeliz, al pueblo dolorido, al pueblo hambriento, al pueblo que ha vivido siempre espoleado y siempre sacrificado por los hacendados, por los burgueses y decirle, aquí están estas tierras que se han cogido, que se han confiscado, que se han arrebatado con sacrificios de la Revolución, para que las cultives; y no hacer lo que la Comisión dice, volver esas tierras, para sentar el precedente de que somos honrados.

Si devolviésemos esas tierras satisfechos de que todos los pueblos de la República han quedado en posesión de sus tierras, de las que le pertenecieron desde antes o que tengan las suficientes para atender a sus necesidades; si nosotros devolvemos esas tierras sin hacer este acto de justicia, entonces nuestra <>bra no habrá sido revolucionaria, nuestra obra no habrá sido salvadora, nuestra obra no habrá sido de verdad ni de progreso económico; habrá sido tan burguesa como la que emprendieron los reformadores de 1857, arrebatando al clero todos sus bienes para que se apoderaran de ellos unos cuantos individuos que han venido a formar la clase burguesa que está expoliando a nuestro pueblo.

El Plan de Ayala dice que han de quitarse a los enemigos de la Revolución los bienes que les pertenezcan por una razón muy sencilla, porque hayan sido enemigos de ella o porque tengan grandes propiedades territoriales, o que las hayan quitado al pueblo o que las retengan indebidamente por el simple gusto de decirle a los burgueses de las demás naciones: Yo soy propietario en México de grandes extensiones de territorio, tan grande es así, que ni siquiera conozco su extensión.

Los señores delegados deberán comprender la posición de esos individuos que tomaron esos terrenos, la forma en que lo hicieron es completamente ilegal y más que esto, es completamente injusta y perfectamente inhumana. Todos absolutamente tenemos derecho a la tierra, en la tierra nace uno, en la tierra nos alimentamos, y, por último, en la tierra vamos a dormir el último sueño a que nos condena, ya que en la vida somos sencillamente un fantasma errante y doloroso que pasa cargado de un inmenso fardo de infinitos dolores.

Si comenzamos aquí -y me voy a referir exclusivamente a lo que se dice del general Buelna-, si comenzamos hacer a los hacendados la devolución de sus haciendas, sin antes haber estudiado las necesidades del pueblo y haberle dado al pueblo la tierra que necesita, devolviéndole también, las que le han usurpado los hacendados; entonces, como antes, no es ésta una Asamblea revolucionaria, ni esta Asamblea hará labor redentora, ni esta Asamblea será digna del aplauso de esas multitudes hambrientas, que cruzan eternamente por la vida.

Dice el Plan de Ayala también, que una vez confiscadas y recogidas o como quieran llamar ustedes a ese procedimiento, una vez recogidas esas fincas, los que se consideren con derecho a reclamarlas, aducirán sus derechos o los reclamarán ante tribunales especiales; creo que en las circunstancias actuales, mientras no se hayan nombrado esos tribunales, mientras no se hagan las investigaciones y conforme a esas investigaciones se pueda hacer la más estricta y cumplida de las justicias, por ningún motivo y bajo ningún concepto, debemos devolverle al hacendado ni un solo palmo de terreno, ni siquiera un grano de maíz. (Aplausos)

La Comisión dictaminadora, tiene sus escarceos, cuando dice que se conteste al general Buelna, que debe sujetarse a la letra y al espíritu de los artículos sexto, séptimo y octavo del Plan de Ayala.

Es esto, señores, que tenemos miedo de decir, por nuestra propia boca, hágase esto con las haciendas que están en poder del general de quien se habla, hágase esto para que aquí, sin necesidad de consultas diarias, sin necesidad de lecciones diarias, sin necesidad de dictámenes diarios pueda el pueblo todo de la República ir recobrando lo suyo que le han arrebatado los hacendados, cuando tuvieron los favores de los militares que los han gobernado; digamos mejor de una manera clara, conforme a los artículos del Plan de Ayala, sexto, séptimo y octavo, devuélvanse esas tierras a los que les corresponden y repártanse a los que las necesitan y el resto póngase a disposición de otros colonos, de otros pueblos, de otros hambrientos, de otros miserables, y entonces habremos cumplido con nuestro deber; pero si comenzamos a eludir responsabilidades, si comenzamos a hacer escarceos, si comenzamos a hacer politiquerías que nos conduzcan, no a nosotros, sino al pueblo, en cuyo nombre vamos a luchar, a la más completa ruina, entonces que caiga sobre nosotros la maldición, no solamente de esta generación, sino de todas las generaciones que vengan, porque ese acto significaría el más terrible, el más grave fracaso de la Revolución. (Aplausos)

Sintamos en el corazón y con toda buena fe, analicemos, pensemos cuál debe ser nuestra obra, cuáles nuestros actos para beneficiar al pueblo y no comencemos a eludir nuestraS responsabilidades, no comencemos a hacer a un lado los problemas.

El general Fulano y el general Zutano no son los que deben interpretar los artículos 6°, 7° y 8° del Plan de Ayala, somos nosotros los que debemos tener toda la energía y todo el valor para hacerlos efectivos; sí, no vayamos de nuevo al campo de batalla, vayamos a ayudar al pueblo en otras cosas; pero no vengamos a engañar a la humanidad diciendo que estamos haciendo obra redentora. (Aplausos)

El C. Palacios Moreno

Es verdaderamente sorprendente que en el contra de este dictamen se hayan apuntado todos los elementos del Ejército Libertador, que son los defensores del Plan de Ayala; en efecto, señores Soto y Gama, Montaño, Méndez, Castro y Ramírez se han inscrito en el contra del dictamen; y es sorprendente porque el dictamen dice en su parte resolutiva: (lee la parte resolutiva del dictamen)

En consecuencia, señores si los autores del Plan de Ayala vienen a hablar en contra de que se aplique el Plan de Ayala, estamos en este dilema: o no se habían dado cuenta de la proposición resolutiva o el Plan de Ayala no sirve para nada, o son más revolucionarios que el Plan de Ayala; y quisiéramos que formularan una iniciativa en que se amplíen las proposiciones de dicho Plan para que una vez que se haya reformado por medio de nuevos acuerdos de esta Asamblea, una vez que en substitución de esos artículos haya otras disposiciones, las Comisiones puedan dictaminar de conformidad con los nuevos acuerdos, acerca de los bienes confiscados o intervenidos; porque de otra manera, mientras no haya otro criterio que aplicar más que el Plan de Ayala, cada vez que se confisque una finca y se consulte a la Comisión, debe decirse: aplique usted rigurosamente el Plan de Ayala; porque no tenemos otra regla a este respecto.

Vuelvo a decir que la revolución carrancista no dijo una palabra de la confiscación de bienes, ni la ley de 25 de enero de 62 dice nada acerca de las confiscaciones de bienes; en consecuencia, señores, nosotros no tenemos criterio para confiscar bienes y por falta de criterio, por falta de leyes y por falta de fundamento, se han cometido los mayores atropellos. Ustedes señores delegados, que son sinceros, y que son honrados, y que han pasado por todos los campos de batalla, pueden testificar los atropellos que se han cometido, no en favor del pueblo, es mentira, sino para cogerse las haciendas nuestros generales, nuestros coroneles. (Aplausos)

Esto, señores delegados, no tengo empacho en decirlo, pasa en todos los Estados, inclusive en Morelos. Esta mañana he estado hablando con los peones de la hacienda de Temixco y les he preguntado si estaban explotando la ranchería, y me dijeron: la está explotando un señor coronel X. (Aplausos)

Señores delegados, es, en consecuencia, enteramente indispensable que volvamos del terreno personal, del terreno de enriquecemos nosotros, al terreno de los principios; el Plan de Ayala es perfectamente bueno, el Plan de Ayala es perfectamente amplio, y el Plan de Ayala autoriza de una manera efectiva, la posesión de los terrenos despojados, la posesión actual y absoluta apoyada por la fuerza de las armas: ¿por qué no vamos con el Plan de Ayala, sin miedo, con justicia, a sostener esos principios, por qué queremos violarlos para abusar en la forma en que nos dé la gana, de la propiedad de los demás? No se trata de abusar con la fuerza que tenemos de la propiedad de los otros; se trata, señores delegados, de hacer la obra agraria, de hacer la obra en favor del pueblo, de mantener en posesión de esos terrenos a los que hayan sido despojados, votando la proposición única que se va a votar, porque que el considerando tenga tales o cuales ideas que no deba tener, que no tenga más que una idea como acabo de expresar nada implica, ni nada tiene que ver con la proposición de la asamblea, la proposición en que se diga al general Buelna que se atenga a la letra y al espíritu, lo cual le da amplitud bastante para interpretar la ley, si es que aún no la interpreta, que se atenga a la letra y al espíritu del Plan de Ayala, no hacemos más que cumplir por primera vez, efectiva y positivamente con el Plan de Ayala, con los principios, con la bandera más flamante que ha levantado la Convención, esos principios y esa bandera son: manténganse en posesión de los bienes usurpados a los despojados, pero manténganse en posesión de ellos por derecho; eso le decimos al general Buelna; pero a los que no hayan sido despojados; pero cuando esas posesiones estén en manos de nuestros generales quítenseles; eso quiere decir la parte resolutiva del dictamen y eso dice, señores delegados.

En consecuencia, creo que con esta explicación, que contiene los fundamentos claros del dictamen, cuyo fundamento expreso que dice: (lee el dictamen)

No hay nada absolutamente que objetar; el Plan de Ayala es una ley, lo hemos hecho respetar y por eso no fue Presidente Provisional, sino accidental el ciudadano Gutiérrez, lo fue por un espacio de tiempo determinado, porque conforme a dicho Plan, debíamos de estar reunidos todos para elegirlo; el Plan de Ayala se aplicó también en el caso del Gobernador de Puebla para que fuese electo por una junta de generales, porque esta elección debía hacerse conforme a ese Plan, a pesar de que algunos opinaban que era impolítica esa resolución enteramente, todo en defensa de los principios; porque no debe tenerse miedo cuando se trata del cumplimiento de una ley, cuando se apoya uno en la ley; porque debemos prescindir de cualquier interés personal que podamos tener, ateniéndonos a los principios, para que en más grande escala se establezcan como suprema ley de Bienes en la República.

Señores delegados:

Si queréis sostener vuestro honor de revolucionarios, vuestro prestigio de hombres honrados, que habéis tomado las armas en defensa de ideales, protegeos, amparaos con el Plan de Ayala, no lo violéis, declaremos muy alto que a las leyes no les tenemos miedo, pero que al abuso y a los atropellos ¡sí les tenemos mucho miedo! (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano licenciado Julio Ramírez en contra.

El C. Cervantes

Pido la palabra para una aclaración. Yo iba a hablar en contra del dictamen, pero en vista de que muchos oradores de competencia lo han hecho, me limito a hacer esta declaración.

En el dictamen se dice que el general Buelna debe atenerse a la letra y al espíritu del Plan de Ayala; yo debo advertir que se adoptaron los principios y el espíritu del Plan de Ayala, pero no la letra, es decir, la redacción, y por otra parte, debo aclarar también, que el Plan de Ayala, aunque está aceptado en sus principios, no ha sido elevado a la categoría de ley.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Julio Ramírez.

El C. Julio Ramírez

Señores delegados:

Aparte de otras muchas razones, el dictamen que se ha leído, es perfectamente deficiente.

El general Buelna pregunta qué se hace con las fincas, cuyos rendimientos no son bastantes para atenderlas. El dictamen dice sencillamente que se atenga al espíritu de esos artículos y que se devuelvan determinadas fincas.

Quiero yo estar perfectamente de acuerdo con el dictamen en todos esos razonamientos y pregunto yo, después de que sean devueltas todas las fincas que se quieran, queda una parte y vuelve a preguntar el general Buelna qué hace con ellas, sencillamente porque sus productos no dan para atender a su administración, de tal manera que aún es deficiente el dictamen, perfectamente deficiente, porque no va al fondo de la pregunta; no resuelve la cuestión propuesta. Desde este momento, siendo contrario el efecto, es innecesario entrar en otras consideraciones.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Casta.

El C. Casta

Probablemente el señor licenciado Ramírez, no se ha fijado en el contenido del telegrama del general Buelna: el general Buelna pregunta qué es lo que debe de hacer con las fincas que expropió al general Dosal, cuyas fincas, lejos de beneficiar, le quitan dinero al Territorio de Tepic; nosotros, al dictaminar en esa forma, el señor Palacios Moreno lo hizo de una manera más amplia, carecíamos en lo absoluto de leyes adaptables al caso; pero aun cuando el Plan de Ayala fue aceptado exclusivamente en sus principios y no ha sido elevado a la categoría de ley, como dice el señor Cervantes, no tenemos ninguna otra base de donde partir, que los principios del Plan de Ayala.

De tal manera, yo creo que la Comisión estuvo en lo justo al dictaminar en la forma que lo ha hecho; ¿por qué? porque esta Convención no tiene ningún otro programa ni ninguna otra ley, ni ningún otro principio que no sean los que están inscritos en el Plan de Ayala; es la única bandera que podemos tremolar. En tal concepto, me llama la atención que los mismos defensores del Plan de Ayala, ahora traten de impugnarlo; desde el momento en que la Comisión no ha restingido, ni ha querido tampoco interpretar esos principios, sino que de la manera más amplia le dice al señor Buelna: sujétese usted a las prescripciones de los artículos tantos y tantos del Plan de Ayala.

En tal concepto, o el Plan de Ayala no sirve, o no hay que sujetarse en todo a sus principios.

Ya van tres casos y, o seguimos esos principios, o que se nos dé una norma para las Comisiones, y entonces éstas podrán dictaminar a su arbitrio.

En tal concepto, yo pido a los señores delegados que apoyen este dictamen, por estar inspirado en los hechos y en la ley.

El C. Pérez Taylor

El caso es de trascendencia; yo ya ilustraré más o menos mi criterio, el Plan de Ayala, para unos es una especie de acordeón que se estira y afloja, como todas las leyes, como pasa en Belén, para unos, distinción, y para otros su gamuza y su agua, y todos están dentro de la justicia. (Risas)

Los artículos del Plan de Ayala -y hago esta aclaración a fin de que se vaya normalizando la discusión- son amplios; pero como todas las leyes, cada uno las puede interpretar según su propio interés y según su propia conciencia; así es que yo suplicaría a los oradores que van a hacer uso de la palabra en contra, se concretaran de una manera definida, porque el Plan de Ayala dice que se trata de devolver los terrenos cuando se puedan devolver a los antiguos propietarios y no a los campesinos, a los cuales se han arrancado; esta es la aclaración que tengo que hacer, que se normalicen los artículos para que no vaya a ser una especie de acordeón, que se estire y se afloje, y cada cual se lo aplique como le convenga.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Soto y Gama, en contra.

El C. Ramírez

Para una aclaración, pido la palabra.

El C. presidente

No puedo concederle a usted la palabra, porque no está inscrito y acaba usted de hablar.

El C. Soto y Gama

Yo en este asunto veo muchas cosas raras, muchas, muchísimas.

Primera cosa rara: La Comisión de Gobernación, que no tiene vela en este entierro, ha dictaminado sobre un asunto agrario, ¿con qué derecho? Este asunto es enteramente agrario, y la Comisión de Gobernación no debió haber dictaminado sobre él: primer error o primera rareza.

Segunda rareza: el general Buelna es muy amigo y pariente de muchos de los hacendados de Tepic.

Tercera rareza: se trata de un Estado o de una región de un Territorio donde ha habido muchos despojos de los hacendados; cualquiera que haya ido a Tepic, o cualquiera que haya oído hablar de despojos de Tepic, sabe que allí, más que en otro lugar, han sido despojados los pueblos.

Cuarta rareza:

El dictamen hecho por un hombre tan inteligente y competente, como el señor Palacios Moreno, contesta como el Ollendorf; se le pregunta una cosa y contesta con otra completamente distinta, o lo que es peor, se lava las manos como Pilatos.

Es triste que la Comisión no sepa interpretar el Plan de Ayala; se le está preguntando a un individuo: ¿como aplico el Plan de Ayala? Y éste contesta, ¡aténgase al Plan de Ayala!

Es caso raro, y todavía se le agrega una cosa más curiosa: devolverá a sus propietarios lo que no debe de estar en sus manos; y antes de esto hay una consideración, para que la Revolución, en vez de restituirlo no se convierta en usurpadora de bienes ajenos; contestación verdaderamente burguesa; se quiere que se devuelva a los hacendados, es decir, que se le dice al señor Buelna que devuelva sus bienes de los hacendados, porque ya da la razón que quiere decir que deben devolverse las fincas, y para apoyarlo en su resolución o en esta tendencia de devolver las fincas, has de atender al Plan de Ayala, hazte guaje; pero aténte al Plan de Ayala, devuelve, no se opone la Convención, y se devuelve al propietario lo que no debe estar en otras manos, y nos explica el señor Palacios Moreno cuáles son esas otras manos, las manos de los generales de la Revolución, dice él; de tal suerte, que el dictamen tiende precisamente a echar por tierra la conquista de la Revolución, y aquí cabe observar algo muy importante y muy serio.

Siempre los reaccionarios tienen pretextos especiosos, tienen procedimientos de perfecta cábula para salirse con la suya y para hacer que nunca la Revolución triunfe.

Cuando Madero subió al poder, cuando Madero se preparaba a subir al poder, en la época de De la Barra, se le acercó Pimentel y Fagoaga y le dijo: Usted sabe lo que hace con nosotros los ricos de México, con el Banco Central; si usted va radicalmente contra nosotros, si nos quiere quitar estas concesiones, quiebra el Banco de Londres y México, quiebra la Compañía Bancaria de Bienes Raíces, se viene abajo el negocio de pavimentos de Aguascalientes; total, se produce la bancarrota del país, y son 20, 30 o 50 las casas que quiebran, que tienen dinero en los Bancos.

Madero, poco acostumbrado, poco cauto en la política, como lo éramos todos los revolucionarios cedió a la amenaza, y comenzó su camino de transacción que lo llevó al abismo; es decir, la Revolución fracasó. Vienen ahora los hacendados, que han encontrado dos o tres intrigas, dos o tres triquiñuelas para no permitir que la Revolución llegue a su objeto, con pretextos, y le dicen al Ministro de Hacienda, esto es auténtico, aquí están todas nuestras propiedades, cómprenlas ustedes. El Gobierno no tiene dinero para comprarlas, Felícitos Villarreal se asusta y Rodiles Maniau se asusta y dice: no tenemos dinero. Ustedes quédense con ellas; se acercan después al Ministro de Agricultura o a alguno de los hombres que allí había, y le dicen: bueno, si nos quitan las haciendas, no sembramos, a ver qué hacen.

Esta objeción me la ha presentado Díaz Lombardo: debemos ir con cautela, porque los hacendados no sembrarán; de manera que nos amenazan con el hambre, para salirse con la suya.

Ahora han encontrado un segundo pretexto, expuesto por boca del general Buelna, para que ustedes los revolucionarios que tienen fincas, que no producen utilidad, sino pérdida, sean devueltas; ¡hombre!, déjennos a nosotros, que nosotros les sacaremos utilidades.

¿No es raro, no es increíble que en esta época de excesiva alza de los artículos de primera necesidad, en que el maíz está costando tanto como el oro, o como el azogue, no produzca utilidades una finca a los hacendados? Cúlpese a su administración solamente.

El señor Buelna no debió ni siquiera, por delicadeza, aclarar que en sus dominios hay individuos tan sinvergüenzas, como decía el señor Palacios Moreno, que roban tanto, o son tan descuidados que producen pérdidas en una hacienda que siempre ha sido una mina de oro; ¿y qué es lo que se ha de hacer? Que pase a una Comisión Agraria que dictamine sobre lo que debe entenderse por espíritu de la Revolución.

Nada más eso faltaba, que se fuera a decir a un jefe que la Convención tiene miedo de entrar al fondo del asunto para proporcionar armas al enemigo, diciéndole: si no quieres, no devuelvas los bienes a los pueblos despojados; es verdaderamente increíble esto.

El criterio revolucionario es, y debe ser, que las tierras se exijan revolucionariamente y por la fuerza. En la Revolución Francesa así se hizo, no por leyes; mientras la Convención francesa estaba dici€ndo en los discursos de sus oradores que se respetara el derecho de propiedad y que nadie debía tocar la propiedad y que sólo a los nobles, a los relacionados con la nobleza debía tocarse, el pueblo francés estaba día a día y momento a momento quitando, despojando, quitando lo suyo, que eran las tierras. Eso se ha hecho en muchas partes del país, y en Morelos no se ha aplicado el artículo séptimo del Plan de Ayala, sino la voluntad popular; deben quitársele a los hacendados todas las tierras, lástima que haya propiedades extranjeras; aun a esas propiedades extranjeras habría que quitarles las tierras; ¿cree esta Convención Revolucionaria que frente al pequeño propietario abandonado, sin recursos, se permita la existencia de una hacienda, porque no se puede aplicar el artículo séptimo, octavo o el noveno, o el mil del Plan? ¿En dónde está el radicalismo del señor Casta, que cuando estuvo en Aguascalientes, nos decía que el Plan de Ayala era una cosa muy chica, que era el mínimum, que era poco radical, que era conservador, que se hizo hace tres años? Hoy va más lejos, dice que no se les quite la tercera parte, sino que se les quite todo a los latifundistas; y se les olvida a muchos de los compañeros que éste es el objeto principal, y apenas se pronuncia aquí un discurso de moderación hacia los burgueses (casi insinuando que seamos honrados con los bandidos, lo que no debe hacerse nunca), (La Asamblea inmediatamente prorrumpe en aplausos)

Yo no entiendo nada de esto.

Es necesario entender lo que quiere decir la Revolución; la Revolución es agraria, para conquistar toda la tierra del país, porque toda la tierra es como el agua, como la luz, como el aire. ¿Cuánto trabajo, cuánto dinero le ha costado la tierra al hacendado que está robando el trabajo del individuo, que le está quitando a lo que debe ser suyo, cuánto trabajo le cuesta poner a un infeliz peón a que surque de sol a sol y que saque a la tierra, que no es de nadie, que es de Dios, según unos, de la Naturaleza o de nosotros, según los más prácticos, cuánto trabajo le cuesta explotar al trabajador? Al grano, lo único que tiene de precio es el precio de trabajo entendido, ¿y cómo nosotros, que nos decimos revolucionarios, vamos a tener el derecho de feudales que tiene la Corona; en nombre del Papa, vamos a admitir que porque el Papa dijo que todo lo que alcance la vista da posesión o una conquista especial más o menos bandida, vamos nosotros, con la bendición papal o con los títulos de la Corona de España, a decir esto? Debemos venir a los verdaderos principios: la tierra es de quien la trabaja. Nos habla el dictamen de que vuelva a las manos de quien deba estar, y éstas deben ser las manos del pueblo; si lo representan ladrones, que se les castigue, y si todos los generales de la Revolución roban, que se les fusile; pero que no con el pretexto de ser honrados despojemos al pueblo y devolvamos al enemigo, para que con esas propiedades nos vengan a dar un golpe como el de la Ciudadela, un golpe de la reacción; los golpes se han de dar revolucionariamente, por encima de todas las leyes, de todos los derechos, como lo hizo Juárez, a quien nada le preocupó, ni los conventos, ni las órdenes religiosas: barrió con todo, no respetó nada, obró sobre el fanatismo popular; pues quitemos ahora toda la conquista vandálica de los españoles y que volvamos al pueblo lo que es suyo, y seamos revolucionarios si tenemos vergüenza, y, sobre todo, si queremos ser los representantes de la Revolución y no las víctimas de las engañifas de la reacción. (Aplausos)

El C. Casta

Pido la palabra, para una aclaración.

El C. presidente

Primero hablarán los que se han inscrito.

El C. Casta

Yo no hablo nunca largo.

El C. presidente

Suplico al señor Soto y Gama pase a ocupar la presidencia.

El C. Nieto

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. Casta

Para una aclaración como miembro de la Comisión Dictaminadora.

El C. Nieto

Para una moción de orden, para un hecho, señor licenciado, para una verdadera moción de orden.

Desde el momento en que usted nos acaba de decir con mucha justicia que ese dictamen no debió rendirlo la Comisión de Gobernación, sino la Comisión Agraria, es por demás que estemos perdiendo el tiempo, señor; que pase en seguida a esa Comisión Agraria. (Aplausos)

El C. Casta

Quiero hacer una aclaración, señor presidente.

El C. Méndez

Para una moción de orden.

El compañero Nieto nos hace una moción de orden a fin de que por haber cambiado el trámite o equivocado de Comisión el asunto a discusión, que debió haber ido a la Comisión Agraria, que se pase allá. Si la moción de orden sirve para no perder el tiempo, debe precisamente continuarse la discusión, y ya sea que la Asamblea lo resuelva ahora, o que la Comisión Agraria lo resuelva, sepa la misma Comisión a qué atenerse.

El C. Casta

Pido la palabra como miembro de la Comisión Dictaminadora.

El C. presidente

La presidencia va a preguntar por conducto de la Secretaría, si da permiso la Asamblea para que pase a la Comisión Agraria, la Asamblea resolverá sí o no.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de lña Secretaría, pregunta a la HonorabIe Asamblea si da permiso para que pase la cuestión a discusión a la Comisión Agraria.

El C. Casta

Pido la palabra ...

El C. secretario

Se va a dar lectura a la orden del día.

El C. Pasuengo

Hago uso de la palabra para suplicar que las comisiones sean más disciplinadas porque ha resultado que en lugar de esperar que la Asamblea formara su criterio, los mismos que hicieron el dictamen estaban discutiendo. En todas partes, siempre que se ha presentado una proposición, ésta se ha sometido a la decisión de la Asamblea; la Asamblea es la única que puede resolver si se aprueba o no.

El C. Casta

Quiero hacer constar una protesta: cuando un dictamen en todas las ocasiones ha tenido que modificarse o cambiarse, o todo eso, se ha pedido a los suscriptores de la Comisión que se retire el dictamen; no sé ahora por qué se ha festinado tanto el asunto. Yo iba a pedir a la Mesa que se retirara mi dictamen para que pasara a la Comisión Agraria, y la Mesa, obrando de un manera parcial, me negó el uso de la palabra.

Hago constar esa protesta, en primer lugar, porque no se consultó a la Comisión si retiraba o no el dictamen, y segundo, porque me negó la palabra, la que me debía de haber concedido por cortesía o por lo que fuera.

El C. presidente

La Mesa contesta a la interpelación indirecta que se le hace, que si el señor Montaño le negó la palabra, lo hizo con justificación, porque no estaba su nombre en la lista de los oradores, no estaba él en ese caso, y como no es parlamentario, cuando hay lista de oradores, intercalarse en el orden de los oradores, con pretexto de una aclaración, porque en ese caso, de nada serviría la lista, y perderían el turno todós los señores delegados, porque, como pasaba hace un momento, diez, veinte, cincuenta personas querían entrar en el debate con pretexto de aclaraciones; ésa es la primera aclaración de la Mesa; la segunda es que no se debe pedir permiso a una Comisión para retirar el dictamen cuando la Asamblea opinaba ...

El C. Casta

Porque la Mesa lo festinó.

El C. Soto y Gama

Porque la Asamblea resolvió que no era de su competencia sino de la competencia de la Comisión Agraria; de consiguiente, era nulo el dictamen.

La Asamblea tiene el derecho de decir que la Comisión estaba equivocada.

El C. Casta

Yo pedí la palabra como miembro de la Comisión Dictaminadora, para retirar ese dictamen por mi parte, por eso se me quitó el uso de la palabra o no se me concedió.

El C. presidente

Se harán constar la protesta y la aclaración de la Mesa. (El C. secretario leyó la orden del día para la sesión de mañana)

El C. presidente

Se levanta la sesión, citándose para mañana a las cuatro.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesJunta previa del 2 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 3 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha