Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la Sesión celebrada el día 15 de octubre de 1914 en la ciudad de Aguascalientes Sesión celebrada en la mañana del día 16 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 15 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Segunda parte

PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL


Acto continuo, el C. secretario dio cuenta con la proposición que sigue:

Por ser de obvia y pronta resolución, someto a la respetable Asamblea la siguiente proposición: Unica: Pido se amplíe el plazo fijado en la proposición de ayer, para que antes del 20 de los corrientes no se discuta en esta Convención ningún asunto que afecte a los intereses de la División del Norte, de las tropas del gobernador Maytorena y del Ejército Libertador, ni se discuta tampoco la renuncia del Primer Jefe.

Pido que se amplíe ese plazo hasta el día 22 del presente.

Aguascalientes, octubre 15 de 1914.
V. Alessio Robles.

El C. secretario

Esta a discusión: ¿No hay quién haga uso de la palabra?

El C. Buelna:

Creo que se puede hacer en otra forma, dando siete días, que fue lo que primero se acordó. Siete días, desde el momento en que salga la comisión.

El C. secretario:

Sigue a discusión.

El C. Angeles:

Pido la palabra. Yo creo que no sería conveniente fijar un plazo determinado, porque si creyéramos necesarios dos o tres días más, haríamos bien en alargar ese plazo.

Nosotros vamos a proceder con honradez, vamos a hacer los esfuerzos posibles, y luego que nos convenzamos de que es imposible traer a los zapatistas, regresaremos; pero esa idea de limitar hasta un plazo cualquiera, suponiendo que estuviéramos en México ya, cuando expirara el plazo, ya no podríamos venir y habría abortado un trabajo que daría muy buenos resultados si Zapata al fin viene.

El C. Iturbe:

Yo creo que eso muy bien se pudiera conceder si la comisión, al tener algún obstáculo, hiciera una solicitud a la Asamblea y se le prorrogara el plazo para llegar a tiempo.

El C. Berlanga:

Pido la palabra para apoyar la proposición. Se debe fijar una fecha, y si por alguna circunstancia no se puede cumplir con algo que se ha acordado, si viene algún incidente a hacer que no puedan venir acá los representantes de Zapata para esa fecha, si ese incidente se justifica, entonces se puede prorrogar, no tendríamos inconveniente en hacerlo.

El C. secretario:

Está a discusión.

El C. Castillo Tapia:

Pido la palabra para apoyar al señor Berlanga. El telégrafo es un magnífico auxiliar nuestro, es infalible; la proposición de que se podría poner un mensaje si tiene la comisión algún obstáculo, tiene que prorrogar algunos días a la comisión, darle cuenta del caso y ver si conviene, si es de prorrogarse el plazo.

El C. secretario:

¿Se considera sufícientemente discutido? Se pone a votación.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Aprobado.

El C. Berlanga:

Para una aclaración: Que se recomiende a la comisión que vaya a ver al general Zapata, que los delegados que mande sean militares.

El C. presidente:

Los delegados que mande el general Zapata tendrán que someterse a las bases aprobadas por esta Convención.

El C. Ruiz:

Pido la palabra para una aclaración. Viniendo los delegados del general Zapata, estaremos representados todos los grupos revolucionarios de la República. También creo que hasta la fecha no ha nombrado representante el Primer Jefe.

Yo creo que no hay inconveniente en ponerle un telegrama invitándole a nombrar representante; creo que él no lo ha hecho por cierta situación ambigua y delicada.

El C. presidente:

El señor se servirá hacer esa proposición por escrito.

El C. Obregón:

Tengo allí una proposición en la Mesa, que desearía se sometiera desde luego a discusión, por que sean suspendidas las hostilidades en Sonora.

El C. presidente:

Tan pronto como se termine esta proposición.

El C. Obregón:

Ya se aprobó el plazo que se le dio a la comisión.

El C. presidente:

Pero faltan otros trámites.

El C. Hay:

Tengo otra proposición en la Mesa.

El C. secretario:

La Presidencia nombra presidente de la comisión que va a ver al señor general Zapata, al señor general Angeles, y secretario al señor Castillo Tapia. (Aplausos)

El C. Bandera:

Quiero preguntar al señor González Garza si la carta del señor general Villa al general Zapata, es con carácter particular o con carácter oficial.

El C. presidente:

Probablemente es con carácter personal: No' hay nada a discusión.

El C. González Garza:

Es personal, porque tiene un gran deseo de que se arreglen todas las dificultades; por eso lo hago.

El C. García Aragón:

Pido la palabra.

El C. presidente:

Permítanme ustedes firmar esta invitación.

El C. secretario:

Se suplica a los señores miembros de la comisión tomen asiento.

(El C. secretario dio cuenta con la proposición presentada por el ciudadano Obregón, a fin de que se le notifique al señor general Zapata que deberán desde luego suspenderse las hostilidades)

Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Aprobada.

Él C. González Garza:

Es un error creer que en las discusiones se pierde tiempo. (Voces, murmullos)

Señor presidente, pido la palabra para una seria aclaración. En estos momentos, sin darse perfecta cuenta la Asamblea ha aprobado una proposición con la cual, en el fondo, estoy enteramente de acuerdo, pero que es exclusivista, se refiere a que se diga que la comisión informe al general Zapata que suspenda las hostilidades, y las fuerzas beligerantes, las contrarias, van a seguir. ¿Por qué no es más general, por qué no es más equitativa? Aquí las palabras del general Lugo: No debe haber dos pesas y dos medidas. Debemos ser justos, debemos ser iguales con todos; la comisión, cuando mucho, podria llevar el encargo extraoficial, o darle todo el valor oficial que requiere el caso para que aquélla gestione ante el Primer Jefe que dé su consentimiento para arreglar un pacto inmediatamente a su llegada a México, para que cesen las hostilidades; esa es una cosa muy distinta, eso estaría bien hecho; pero que la comisión diga a Zapata que suspenda las hostilidades mientras sus contrarios están en armas, es sencillamente injusto, es querer pedir un imposible, es llevar a la comisión al fracaso, sencillamente. No, señores, yo pido respetuosamente a la Asamblea que se ponga en pie, conmigo, para pedir, que sin trámite, esa proposición que se acaba de aprobar sea ampliada en otros términos que signifiquen, que demuestren el ambiente de la Asamblea, el deseo que tenemos de que se suspendan las hostilidades, no sólo en el Sur, sino también en el Norte; esa es una obligación nuestra, sírvanse parar los que estén conmigo.

El C. Paniagua:

Pido la palabra para una aclaración. No tiene dcrecho el señor González Garza de exigirle nada a la Convención, solamente la Mesa Directiva.

El C. presidente:

En vista de que ya lo ha hecho en más de una ocasión, le agradeceré no lo vuelva a hacer; no tiene usted derecho de llamar a votación.

El C. González Garza:

Yo pido la palabra para contestar a usted. Si en aquella ocasión no procuré demostrar a usted que tengo perfecto derecho, es porque no lo creí oportuno; pero en este momento voy a demostrar aquí, a usted, la razón que basa mis argumentos.

Cuando una Asamblea está conmigo, precisamente para reprobar una cosa que ella misma acaba de hacer, ¿por qué me quiere usted quitar el derecho de que yo diga a unos amigos míos, sirvanse ustedes demostrar a este señor la verdad de lo que yo digo? Pongo un caso concreto en estos momentos: el conflicto es entre la Secretaría, que precipitadamente sujetó a votación una moción, y la Asamblea, que por medio de mis argumentos se ha convencido de que, efectivamente fue precipitada la votación. (Voces: ¡No, no!) En consecuencia, tengo yo derecho.

El C. secretario:

Para una moción de orden. Voy a demostrar que no tiene usted razón, que no está usted en lo cierto. El secretario preguntó: ¿Está suficientemente discutido?, y no tiene la culpa que ya los señores delegados no hagan caso.

Está usted bordando en el vacío. Por otra parte, dice: se suspenderán las hostilidades. Voy a leer a usted.

El C. González Garza:

Lea usted.

El C. secretario:

Deberán suspenderse desde luego las hostilidades ...

El C. González Garza:

Deberán.

El C. secretario:

En cuanto a que usted dice que tiene derecho, tampoco es cierto. Usted tiene derecho nada más a suplicar a los señores delegados, pero no que voten o que se paren, eso sólo la Mesa. Usted tiene derecho a decir: Señores, vamos reprobando esto que está mal hecho, y nada más.

El C. González Garza:

¿Cómo quiere usted que la Asamblea esté de acuerdo conmigo? ¿Cómo quiere usted que la Asamblea esté dentro de mis ideas aceptando las insinuaciones que haga?

El C. presidente:

No se le ha concedido a usted la palabra.

El C. González Garza:

Sí me la concedió usted.

El C. presidente:

Repito que usted no tiene derecho a llamar a votación; si usted no está conforme con la decisión de la Mesa, proponga usted a la Mesa que revoque esta decisión.

Una voz:

Hablando se entienden las gentes.

El C. González Garza:

Yo no he dicho, ni pretendo que la Asamblea vote, yo lo único que pido es que así, poniéndose en pie, apruebe lo que yo digo.

El C. presidente:

Es un medio de llamar a votación.

El C. González Garza:

No es votación.

El C. presidente:

El hecho concreto que usted acaba de citar, tal como lo acaba de citar la Mesa, le dice que no tiene derecho a hacerlo. Si usted cree que tiene derecho, pida usted a la Asamblea que revoque esta Mesa.

El C. secretario:

La Secretaría lee la proposición nuevamente. Está a discusión.

El C. González Garza:

Esa proposición ya fue aceptada.

El C. presidente:

Ya se le ha concedido a usted mucho la palabra y ha hablado usted ya mucho, y muchas veces.

El C. González Garza:

¿Me quita usted la palabra?

El C. presidente:

Se la concedo al señor Hay, no a usted.

El C. Hay:

Yo creo que todo se puede arreglar sencillamente en esta forma, señor González Garza: si cree usted que esa disposición no ha sido bien tomada o considerada, puede pedir a la Mesa respetuosamente que se reconsidere la votación.

El C. González Garza:

Eso fue lo que pedí.

El C. presidente:

Nadie le ha concedido a usted la palabra.

El C. Hay:

La Mesa, entonces, por conducto de la Secretaría, preguntará a la Asamblea si debe reconsiderar el asunto; la Asamblea votará en un sentido afirmativo o negativo, si se aprueba la proposición. Entonces se retira la proposición y se hace una nueva y se pone a votación.

El C. González Garza:

¿Me concede usted la palabra, señor presidente?

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano González Garza.

El C. González Garza:

Exactamente el señor Hay ha interpretado perfectamente mi deseo, y para evitar que la Secretaría preguntara a la Asamblea si estaba de acuerdo, de antemano supliqué que los que estuvieran de acuerdo conmigo se pusieran en pie, pero Su Señoría se opone a eso considerando que es arbitrario. Pido, pues, a los señores delegados, que los que estén de acuerdo con mi proposición de que se reconsidere ese asunto, hagan una manifestación.

El C. secretario:

No tiene derecho de decirlo aquí; el señor tiene derecho de pedir a la Mesa que reconsidere el asunto.

El C. González Garza:

Entonces voy a demostrar que la Mesa es la que hace perder el tiempo y suplico a usted se sirva preguntar a la Asamblea.

El C. Lugo:

Pido la palabra para hacer una aclaración.

El C. secretario:

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a la honorable Asamblea si quiere que se reconsidere esta proposición. (Leyó la proposición)

¿La honorable Asamblea desea que se reconsidere esta proposición? Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. No se reconsidera.

El C. González Garza:

Muy bien; perfectamente. (Voces: ¡Ahora vamos a otra proposición!)

El C. secretario:

La Mesa, por conducto de la Secretaría, suplica a los señore:> delegados tomen asiento.

Habiéndose recibido en la Mesa varios telegramas que indican que continúan abiertas las hostilidades en toda la República, la Mesa ordena que se dé lectura a los telegramas recibidos.

En seguida se dio lectura a los telegramas, que dicen así:

Al C. Presidente de la Asamblea Constitucionalista:

Deseo me informe si, no obstante la violación por parte del enemigo, del Convenio de cesación de hostilidades, nosotros seguimos con actitud pasiva que hemos observado debido al espíritu, no ya conciliador, sino de excesiva condescendencia de algunos jefes.

Lo que pasa respecto de las fuerzas de Villa, pasa con las de Zapata, pues no sólo se reducen a estar molestando con tiroteos en las cercanías de los pueblos de esta capítal, sino en los Estados de Puebla y México emprenden combates en toda forma; no me explico la conducta de los jefes que se encuentran reunidos en ésa, ante la actitud de los jefes rebeldes. Paso a tratar otro asunto. No tengo conocimiento hasta ahora de los trabajos de ustedes, comunicados oficialmente, los que debo yo conocer en esa forma y a los que deben ustedes también oficialmente dar publicidad, pues la Nación debe conocer la verdad de lo que pasa, pues ella está tan interesada como nosotros o más, en velar por sus destinos. Hasta ahora no hay más noticias que las que a la prensa mandan corresponsales en mensajes sujetos a censura y para los Estados Unidos pasan las noticias por vía de El Paso, como le conviene al jefe de la División del Norte.

Por separado voy a dirigir a usted un mensaje en este momento y el que espero me contestará luego.

V. Carranza.

(Asimismo se dio lectura con unos telegramas del ciudadano Maytorena y otros en que manifiestan que aún no han cesado las hostilidades)

(En el último telegrama que se leyó, se decía que Félix Díaz había pasado la frontera para unirse a las fuerzas del general Villa)

El C. Aguirre Benavides:

(Refiriéndose a esto) Que pase para que le ocurra lo mismo que a Bonales Sandoval.

El C. presidente:

Ese telegrama se presentó únicamente para ver que seguían las hostilidades; por lo demás, no tenía objeto.

(El C. secretario lee un telegrama en que avisan que se retiran las fuerzas que entraron a Seguín)

(Y otro telegrama dirigido al general Villa, para que se reconcentren en Parras las fuerzas que fueron a Seguín)

El C. J. Isabel Robles:

Pido la palabra para una aclaración. Para manifestarles que en contestación a ese telegrama, el señor general Villa, hoy en la mañana, me comunicó que sesenta hombres qUe se encontraban en Parras, salieron a hacer un reconocimiento; pero que conforme a la súplica que le dirigí, inmediatamente ordena la concentración de dichas fuerzas y creo que si en la actualidad no se encuentran en Parras, puesto que el general Villa me ha dicho que ha ordenado una concentración, podemos darla como un hecho. (Aplausos)

El C. secretario lee otro telegrama que dice así:

Palacio Nacional, 15 de octubre.
General A. I. Villarreal.
Aguascalientes.

Saludo a usted muy afectuosamente:

A pesar de haber concertado los generales pacifistas la cesación de hostilidades entre las fuerzas de mi mando y las de Villa, y los que lo secundan, las hostilidades y movimientos de fuerzas del enemigo continúan. En Naco y Agua Prieta siguen combatiendo y del Norte de la Baja California han mandado fuerzas a Guaymas para auxiliar a las de Maytorena. Por el Central, las fuerzas de Villa, después de la cesación de hostilidades, han avanzado hasta cerca de ésa y en Coahuila fuerzas del enemigo se acercan a las nuestras. Acabo de recibir, por conducto de la Secretaría de Guerra, el siguiente mensaje que le dirigió el comandante militar de aquel estado y dice así:

En estos momentos, que son las 5.45 p.m., acaba de avisarme por teléfono, de General Maldonado a General Zepeda, Coahuila, que una fuerza perteneciente a la gente del general Robles, acaba de echar fuera a la guarnición que yo tenía.

Sírvase usted ordenar al general Robles que inmediatamente mande retirar dicha fuerza de dicho punto, o salgo mañana con todos los elementos que reúno en ésta a batirlo.

EI comandante militar del Estado, general Luis Gutiérrez.

El C. A. B. Piña:

Señor presidente, señores delegados:

Con el carácter que tengo aquí de representante del ciudadano gobernador constitucional de Sonora, don José María Maytorena, tengo que informar a ustedes de la verdadera situación en que se encuentra colocado aquel gobierno, respecto de los elementos carrancistas.

Yo me separé del campamento del gobierno del señor Maytorena, que está situado en el kilómetro 5, frente a Naco, la tarde del día 7, y hasta esas fechas estoy perfectamente al tanto de los acontecimientos que se habían desarrollado y voy a hacer una relación sucinta de cómo han tenido lugar aquéllos.

El día 5 del presente mes logramos tener comunicación telegráfica con el resto de la República por la vía de Nogales, pues el señor general Hill, que comanda las fuerzas carrancistas en Sonora, había destruido desde Divisadero hasta Naco, tanto la vía del ferrocarril como las vías telefónica y telegráfica; en consecuencia, por espacio de cuatro o cinco días no pudimos tener comunicación con Naco. El día cinco, llegamos al kilómetro 5, y habiéndose reanudado las comunicaciones telegráficas, recibió el gobernador Maytorena un telegrama del general Villa, quien le participó que tendría lugar una Convención en Aguascalientes -se refería a la presente- y que por esta virtud le recomendaba o le suplicaba, más bien dicho, que suspendiera por su parte las hostilidades hasta no conocer la determinación a que se llegara por esta Asamblea.

El ciudadano gobernador inmediatamente mandó redactar una atenta y extensa nota al ciudadano general Benjamín Hill, que estaba dentro de la plaza de Naco. En esa nota se participaba que, en esos momentos, en los momentos en que se depositaba aquella nota, había recibido el telegrama a que he hecho mención y le suplicaba que en contestación le manifestara Hill a Maytorena, que suscribía la nota, de una manera categórica si él por su parte estaba dispuesto a observar el armisticio que se habia pactado.

El general Hill, en contestación a la nota del gobernador Maytorena, manifestó que no estaba dispuesto, digo mal, le manifestó que continuaría sus operaciones militares en tanto que las fuerzas del señor gobernador Maytorena no retrocediesen al sur de Villa Verde. Villa Verde es una población que está como a treinta y tantos kilómetros de Naco; el señor gobernador le contestó desde luego, manifestándole que, conforme a las prácticas de la guerra, cuando se pactaba un armisticio, las fuerzas contendientes solemnemente debían suspender el fuego unos sobre otros, teniendo el derecho de conservar las posiciones que hasta esa fecha habían obtenido, por ambas partes.

Lo que acabo de referir pasó el día 6; en la madrugada del día 7, el general Hill abrió el fuego con doce ametralladoras que tenía situadas alrededor de Naco y con su fusilería, sobre nuestros soldados, que están situados desde antes de tener conocimiento el señor gobernador, del armisticio, a seiscientos metros, pecho a tierra, en las posiciones más avanzadas que ocupan las fuerzas que comanda el general Hill. Viendo, pues, el señor gobernador, que por parte del general Hill no se observaba el armisticio, puso una atenta nota al agente constitucionalista en Naco, Arizona, adjuntándole otra para el general Hill, en la cual lo excita a que respete el armisticio. Entonces Hill contestó con insolencias al señor gobernador. En vista de la actitud del señor general Hill, el señor gobernador, y una vez que continuaba el señor general Hill sus hostilidades, el señor gobernador giró una nota a las autoridades militares y civiles de Naco, Arizona, participándoles que se veía en la penosa necesidad de defenderse de los ataques de las fuerzas del general Hill, teniendo que reanudar el ataque sobre Naco.

Ultimamente, señores, he recibido telegrada del señor gobernador Maytorena, en que me comunica el mensaje último, fechado el día 10 -supongo que fue depositado en Nogales el día 9-; me comunica que ha suspendido el ataque sobre Naco y Agua Prieta; por lo tanto, dudo hasta cierto punto, que los informes que comunica el señor Roberto V. Pesqueira sobre lo que ha pasado en Naco, sean verídicos.

El C. Espinosa:

Pido la palabra para una aclaración. No conozco yo cuál es ese ejército carrancista que dice el señor; favor de decírmelo, porque el que yo conozco es el constitucionalista, ése sí.

El C. Piña:

Pido la palabra. Tanto el señor gobernador Maytorena como los soldados que valientemente han defendido con él la soberanía de aquel Estado, ultrajado de la manera más cobarde y villana por elementos que se hacían pasar por carrancistas, esos elementos que se hacian pasar por enemigos del señor Maytorena, son carrancistas; y el que habla es una de las personas que ha estado más cerca del señor gobernador Maytorena, y nunca, jamás, ha tenido una palabra ni una expresión con la que pueda lastimar al valiente Ejército Constitucionalista; allí calificamos de carrancistas a todos aquellos elementos que siguiendo las instrucciones del señor Carranza, han observado los procedimientos que él les ha indicado y han atentado contra la soberanía del Estado, y hasta se han permitido más: atentar contra la propia persona del señor gobernador Maytorena.

No creo, por ningún motivo, que el verdadero Ejército Constitucionalista pueda aprobar, pueda secundar la actitud innoble de aquellos elementos que nosotros, los sonorenses, y yo, personalmente, califico de carrancistas.

Hay esta circunstancia, señores: el gobierno del Estado Libre y Soberano de Sonora, con todas las formalidades de estilo, de hecho y de derecho, ha desconocido a don Venustiano Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo.

El señor gobernador Maytorena, que tjene la representación genuina de todo el pueblo de Sonora, no podrá reconocer esa personalidad del señor Carranza, pero sí se someterá -estoy seguro- a las decisiones de esta H. Asamblea.

Hay allá elementos, como el coronel Plutarco Elías Calles, de infame memoria ...

El C. Obregón (interrumpiendo):

Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano Obregón para una moción de orden.

El C. Obregón:

Se ha observado aquí una conducta de absoluta armonia y todos venimos dispuestos a no discutir personalidades o a echarnos en cara tales o cuales defectos de que adolecemos; creo, señores, que si vamos a empezar a discutir personalidades, vamos a ir a un fracaso. Aquí hemos venido a reunirnos y a olvidar lo que antes habíamos hecho, para acordar lo que debemos de hacer. (Aplausos)

Yo suplicaría al compañero Piña que en lo sucesivo no continuara discutiendo personalidades, porque indudablemente daríamos lugar a actos muy enojosos que traerían malas consecuencias. (Aplausos)

El C. Piña (continuando):

Señores y colegas:

Si se me hubiesen deslizado frases que en manera alguna hayan lastimado la susceptibilidad de alguno o algunos de los aquí presentes, pido excusas; mi intención no ha sido lastimar a nadie, simplemente he querido hacer relación de lo que allá pasa, y como además de esta circunstancia, el coronel Plutarco Elías Calles no forma parte integrante de esta honorable Asamblea, he creído que al referirme a él, no podría lastimar la reputación de nadie. Creo señores, que si continúo yo haciendo relación detallada de lo que ha pasado en Sonora, de actos que ha cometido, que ha ordenado, que ha autorizado el coronel Plutarco Elías Calles con su carácter ...

El C. Mariel (interrumpiendo):

Señor presidente, ¿qué el asunto a que se refiere el señor Piña, ha sido sometido a la consideración de la Asamblea?

El C. Piña (continuando):

Señores, estoy haciendo uso de la palabra para explicar la situación del Estado de Sonora y voy a ser breve.

El C. presidente:

No está explicándolo.

El C. Piña:

Digo que sí pueden detallarse los acontecimientos que han tenido lugar en Sonora. De los actos que se han cometido por el coronel a que antes me he referido, estoy seguro que todos nos quedaríamos admirados y hasta espantados; pero interpretando el sentir de armonía y de fraternidad que reina en esta Asamblea, por ahora o mientras no sea oportuno, me abstendré de hacerlo. (Aplausos)

El C. Hernández y García:

Pido la palabra.

El C. presidente:

¿Para qué?

El C. Hernández y García:

Para hacer una aclaración.

El C. presidente:

No tiene usted el uso de la palabra todavía.

El C. Piña:

Yo lamento profundamente lo que actualmente pasa en mi Estado natal; me consta también que el señor Maytorena está profundamente apenado, porque aún continúa derramándose sangre de hermanos en su propio Estado; sé, porque lo he visto, que ha hecho todos los esfuerzos que humanamente le han sido posibles por evitar un conflicto; ha invitado más de una vez a los jefes que comandan fuerzas carrancistas en Sonora a que depongan su actitud hostil, los ha invitado a que por medios prudentes y pacíficos solucionen ese problema y a ello se han negado los elementos carrancistas de una manera rotunda. Por lo tanto, creo que si en Sonora aún continúa derramándose sangre de mexicanos, no es propiamente por culpa del señor gobernador Maytorena; el señor gobernador Maytorena, viéndose asediado, viéndose atacado por todo el mundo, optó por el derecho, como dicen vulgarmente, el derecho del pataleo.

No tenía más remedio que patalear, puesto que lo habían reducido a la más absoluta impotencia, le habían quitado todos sus soldados y después de haberle quitado todos esos elementos con que podía defenderse y darle garantías a su gobierno y al pueblo que él representa, después de que el señor gobernador Maytorena ha hecho todos los esfuerzos, pues él, para evitar este conflicto con elementos antagónicos a su gobierno, ha hecho todo lo contrario y a ello obedece la situación anómala por que atraviesa aquel Estado.

Creo que si esta H. Asamblea dictase una disposición suficientemente eficaz, suficientemente oportuna para que se zanjasen aquellas dificultades, por parte del señor gobernador no habría dificultad en que se suspendiesen las hostilidades.

El C. Hay:

Secundando la moción del señor general Obregón, suplicaría a los estimables compañeros aquí presentes, que nos abstengamos de discutir las razones que nos han traído aquí. En estos momentos hemos oído la lectura' de algunos mensajes que dan cuenta del estado de actividad de algunas fuerzas en la República; nosotros debemos proceder única y exclusivamente, por cuantos medios sean necesarios, a exigir que la neutralización en el país sea verdaderamente efectiva. Como uno de los medios más apropiados me permitiría proponer se enviara a alguna persona que forme parte de esta Convención, a conferenciar con el señor general Hill y con el señor gobernador Maytorena, para evitar cualquier derramamiento de sangre y cualquier mal entendimiento. Nosotros no debemos omitir sacrificio alguno para evitar el derramamiento de sangre, y propondría yo que el señor Julio Madero, que es bien conocido y que merece la confianza del señor Maytorena, que conoce perfectamente la situación, fuera comisionado por nosotros en una forma no precisamente igual a la de la comisión que fue al Sur; pero sí para evitar que haya conflicto en estos momentos de paz y de armonía.

El C. Santos:

Propongo qUe hoy mismo se ordene a los señores Maytorena y Hill que se suspendan las hostilidades y que se hagan responsables de lo que suceda si no acatan esta orden.

Está a discusión.

El C. Iturbe:

Yo propondría que, al suspenderse las hostilidades, también se dispusiera que se replegaran las fuerzas, a fin de que no se estuvieran provocando los soldados unos a otros, porque muchas veces suele suceder que se suspenden las hostilidades y unos soldados cometen la indiscreción de adelantarse, y así se enciende la mecha. Lo mejor sería que se replegaran a un lugar donde no tuvieran contacto. (Aplausos)

El C. Obregón:

Creo, señor presidente, que ese telegrama no deberá ser directamente al general Hill, sino por conducto de la Secretaría de Guerra, porque Hil, como depende directamente de allí, quién sabe si vacilara y esto trajera graves consecuencias.

Allí tenía una proposición para que se nombrara un delegado que marchara a Sonora para comunicar inmediatamente a esta Asamblea cuál era la actitud de Maytorena y para que se comunicara a esos señores los acuerdos de esta Asamblea también.

El C. secretario:

Está a discusión la proposición.

El C. Píña:

Pido la palabra.

Creo que la honorable Asamblea, para poder resolver con acierto respecto de la manera más eficaz de hacer que de un modo efectivo se suspendan las hostilidades en Sonora, necesita estar al tanto de las condiciones en que estaban ambas fuerzas combatientes.

El ciudadano general Obregón conoce perfectamente cómo está situada la vía de Naco en Sonora, y él mismo, una vez que esté animado de un espíritu de conciliación y de armonía, lo mismo que todos los componentes de esta honorable Asamblea, pudiera ilustrarnos respecto de la manera más conveniente de lograr los propósitos que buscamos.

Las fuerzas del gobierno del señor Maytorena, en la fecha en que yo salí del campamento frente a Naco, estaban a seiscientos metros, pecho a tierra, de distancia respecto de las posiciones que ocupaban las fuerzas comandadas por el general Hill. Creo que al disponerse que se suspendan las hostilidades, es decir, al observar un armisticio conforme a las prácticas de la guerra, ambos beligerantes tienen derecho a conservar sus posiciones.

Debo participar a esta honorable Asamblea que los soldados yaquis, en su mayor parte, componen las fuerzas que están frente a Naco.

El C. Mariel:

Pido la palabra para una aclaración.

Lo que se dice ahí al señor Maytorena y al señor general Hill, lo que se les previene es la cesación completa de las hostilidades, y no simplemente la concertación de un armisticio; así es que, una vez cesando por completo las hostilidades, las fuerzas del gobernador Maytorena pueden replegarse a su primitivo acantonamiento.

El C. Piña:

Sí, señores, es que los soldados yaquis que forman parte de las fuerzas del gobernador de Sonora y que están situadas frente a Naco, se resisten, se niegan, por decirlo así, a abandonar las posiciones que han conquistado, que han conseguido, que han obtenido mediante esfuerzos y mediante pérdidas de vidas y derramamiento de sangre; sí, señores, no hay que ponernos en el criterio propio, hay que ponernos en el criterio de los que están allá, de los soldados; decimos que la mayor parte de ellos no son gentes que piensan, que sienten, que tienen como nosotros nuestro criterio, su inteligencia más o menos desarrollada, como podrá tenerla la mayor parte de los miembros que integran esta Asamblea; no, señores, aquellas son gentes, por decirlo así, ignorantes, que no comprenden bien la situación, que no se dan cuenta exacta de las cosas. Por lo tanto, es necesario optar por otras medidas.

Recuerdo que cuando se recibió el telegrama del general Villa, participando que debería observarse un armisticio suspendiéndose las hostilidades, el gobernador Maytorena, para conseguir que de una manera efectiva cesase el fuego por parte de las tropas nuestras, tuvo que trasladarse a las líneas de fuego y apersonarse hasta con algunos soldados y en términos enérgicos les ordenó que por ningún motivo debían quemar un cartucho más; pero más tarde ocurrió el incidente a que me refiero, es decir, que las fuerzas, los soldados del general Hill, por imprudencia o por lo que se quiera, han hecho fuego sobre los soldados que comandaba el gobernador Maytorena, y a eso principalmente obedece que se hayan reanudado las hostilidades frente a Naco.

El C. Bandera y Mata:

Pido la palabra.

El C. Osuna:

Pido la palabra para apoyar la proposición hecha por el ciudadano Obregón y ampliada un poco más por el señor Iturbe.

Creo que es lo que urge, tomar las medidas necesarias para que se suspendan las hostilidades; no sé yo ni conozco el terreno, si lo conociera pudiera dar mi opinión con más exactitud; pero fundándome en lo que dice el señor, es necesario que queden separadas esas fuerzas a mucho más de 600 metros, porque como hay tanta inconsciencia en la línea de fuego, es preciso que se retiren. Si yo conociera el terreno, diría que se retiraran veinte kilómetros cada uno para atrás; pero como están limitando con terreno de los Estados Unidos, tal vez no les pudiera decir que se retiraran a veinte kilómetros, porque una de las fuerzas no puede hacerlo, porque daría con terreno extranjero; pero hay que separarlos.

El C. Julio Madero:

600 metros pecho a tierra; yo quisiera saber dónde están más contentos los soldados: a 600 metros frente al enemigo o a 600 metros pecho a tierra frente a una posición, o en Nogales; no se trata ya de estar frente al enemigo unos y otros, se trata de hacer lo posible para que la paz sea un hecho; ya no hay fuerzas carrancistas ni hay maytorenistas, todos somos constitucionalistas, y mañana o pasado, cuando los trabajos de esta Convención se hayan sentido por todo el pais, las fuerzas que comandan los señores Maytorena y Hill se darán fraternal abrazo, como lo estamos haciendo aqui todos nosotros; por lo tanto, yo creo que lo más procedente es que la honorable Asamblea dé los pasos necesarios para que las fuerzas de uno se pongan en un punto y otras en otro punto (aplausos), para no estar acechándose de un momento a otro.

El C. Obregón:

El señor Piña dice que yo conozco el terreno, y es cierto; dice bien; las fuerzas podrían regresarse a Cananea, hay alrededor de 70 kilómetros y hay ferrocarril. El general Hill no puede retroceder, porque está en la línea de la frontera. De suerte que creo que la Asamblea podrá resolver lo más conveniente. (Voces: ¡A Cananea!)

El C. presidente:

Si usted piensa así, señor delegado Obregón, para violentar esta discusión, ¿por qué no retira la moción que hizo y presenta otra ya arreglada en la forma que ahora expresa?

El C. Obregón:

Bien ...

El C. Piña:

Pido la palabra.

El C. presidente:

Tiene la palabra el señor Piña.

El C. Piña:

Honorable Asamblea ...

El C. presidente:

Le advierto que en este momento no hay nada a discusión, porque se ha retirado una moción y se ha presentado otra.

El C. Piña:

Pero es que yo, animado de los mejores deseos para llegar a un acuerdo satisfactorio, y correspondiendo así a los anhelos que persigue esta honorable Convención, me permitiría proponer a todos los elementos sonorenses que se encuentran en esta agrupación, que celebrásemos una o varias juntas privadas para que tratásemos la cuestión de Sonora, después de deliberar, de cambiarse impresiones entre nosotros.

El C. Mariel:

Se trata de sangre hermana que se está derramando y no hay tiempo que perder. De una vez que se resuelva, ordenando a Maytorena, por conducto del general Villa, que suspenda su ataque sobre las fuerzas del general Hill, y decirle a la Secretaría de Guerra que ordene al general Hill no hostilice a las fuerzas del señor Maytorena.

El C. González Garza:

Pido la palabra.

El C. presidente:

¿Va a seguir hablando, señor Piña?

El C. Piña:

Simplemente para manifestar que ése es mi deseo y de las personas que hay aquí en la Asamblea, vivamente interesadas en que cesen las hostilidades en ese Estado; decía yo por mi parte, con la representación que traigo, que estoy dispuesto a tratar ese asunto para llegar a un acuerdo formal. Creo que si se toman determinaciones violentas, sin conocer exactamente la situación, pudiera obtenerse un fracaso; mientras que en la forma que yo propongo, a mi juicio, creo que podremos llegar a un feliz entendimiento.

El C. presidente:

Repito que no hay nada a discusión.

El C. Bandera y Mata:

Pido la palabra para una moción de orden. Para decir que hay una moción presentada por el señor y yo, apoyando la que está presentada a ese respecto, y que estimaríamos a la Mesa la ponga a discusión.

El C. presidente:

Si no se ha puesto a discusión de la Asamblea, es porque la Mesa ha de haber considerado más urgentes los puntos que se están tratando.

El C. Ruiz:

Pido la palabra. La proposición que quiere el señor, es la relativa a la suspensión de hostilidades en toda la República.

El C. presidente:

Esa proposición fue presentada después de que se empezó a discutir la que se está discutiendo, que se ha retirado para presentarla reformada.

El C. secretario:

El señor presidente de la Mesa Directiva ha decidido que se dirija la siguiente comunicación al señor general don Emiliano Zapata, y la pone a la consideración de la Asamblea. Dice así:

Convención Militar.
Aguascalientes.

Esta Convención ha tenido a bien acordar hoy lo que sigue:

Que antes del día 22 de los corrientes no debe tratarse en la Asamblea ningún asunto que afecte los intereses de la División del Norte, del Ejército Libertador y de las tropas del gobernador Maytorena.

Tampoco tendrá derecho la Asamblea, antes de la fecha citada, a discutir la renuncia de la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la República.

Lo que comunico a usted para su conocimiento y particular aprecio.

Aguascalientes, octubre 15 de 1914.
El presidente.

Al ciudadano Emiliano Zapata, general en jefe del Ejército Libertador.
Donde se encuentre.

El C. Ruiz:

Me parece perfectamente bien esa comunicación, solamente falta en ella explicarle al señor general Zapata por qué se tomó esa determinación. (Voces: ¡No es necesario! ¡Peticiones de palabra!)

El C. secretario:

Se va a leer otra proposición. (Voces: ¡La anterior no está aprobada! ¡Sí está!)

Propongo que se sienten primero:

Propongo que desde luego se ordene la suspensión de hostilidades en Sonora, reconcentrándose a Cananea las fuerzas del gobernador Maytorena que atacan Naco, y permaneciendo en este lugar, sin hacer ningún movimiento de avance, las del general Hill.

Alvaro Obregón.

El C. Madero:

Yo creo que no habrá ningún inconveniente en que se rechace provisionalmente esta proposición y se apruebe que se discuta el punto por medio de algunos delegados de Sonora, que procuren llegar a un acuerdo en un rato. Creo que de esa manera podremos llegar a algo más acertado. Tal vez el señor representante del gobernador Maytorena tuviera algunas razones de peso que hacer al general Obregón, que también es de Sonora, y creo que de esta manera acordaríamos una medida que será satisfactoria para ambos partidos.

El C. Paniagua:

Pido la palabra.

El C. González Garza:

Pido la palabra.

El C. presidente:

Tiene la palabra el señor González Garza.

El C. González Garza:

Señores delegados:

Alrededor de una moción se han expuesto muchos argumentos en pro y en contra, y como consecuencia de esos argumentos del pro y del contra, han surgido nuevas mociones y así sucesivamente, hasta el momento en que nos encontramos en esta discusión. En mi humilde concepto, yo creo que esto obedece, justificadamente por cierto, a la poca práctica que se tiene en llevarse las discusiones, concretándolas a un solo punto. Yo noto que hay un deseo muy grande en todos los señores delegados de llegar a una pronta resolución cuando se trata un asunto; pero también noto en la Asamblea un desorden asombroso, de muy buena voluntad, de muy buena fe, pero al fin desorden ...

El C. secretario:

Para una moción de orden.

El C. González Garza:

Estoy hablando en contra.

El C. Obregón:

La voy a retirar.

El C. secretario:

Pide permiso el ciudadano Obregón para retirar su moción.

El C. González Garza:

También veo, señores, que la mayor parte de los señores delegados olvidan lo acordado anteriormente. Vuelven a la moción aprobada con anterioridad, y de ahí surgirán confusiones lamentables como ésta.

Yo veo la situación de los puntos discutidos hasta este momento, de la siguiente manera:

Uno propone que las fuerzas de Maytorena se retiren a Cananea. Primero propusieron que la comisión que va cerca del señor general Zapata, le diga que suspenda las hostilidades, y alguien más propuso otra cosa que no recuerdo exactamente. La confusión es bien sencilla y proviene de que no se han dado cuenta de los distintos intereses que obran con relación a la Convención. Esta Convención tiene derecho para imponerse a aquellos jefes que están comandando tropas, y que los representantes de ellos estén congregados aquí. Por ejemplo, esta Convención tiene absoluta autoridad, está facultada ampliamente para ordenar al gobernador constitucional del Estado de Sonora, señor Maytorena, que con el objeto de evitar el derramamiento de sangre, mueva sus tropas a Cananea. Yo tengo la absoluta seguridad de que el señor Maytorena aceptará inmediatamente lo dicho; pero la moción que se refiere a aquel punto incluye a las tropas del señor general Villa: otro error emanado de la discusión basada en los argumentos falsos que se han dado.

El C. J. M. Garza:

Pido la palabra para una moción de orden. Para preguntar sobre la proposición que ha sido retirada, que se refiere al señor Benjamín G. Hill.

El C. González Garza:

Precisamente voy a parar allá. Ya ve usted que está desorientado. (Risas)

El señor Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo, es, en mi concepto, y lo debe ser en el de la Asamblea, el encargado de hacer cumplir las disposiciones de esta Asamblea; pero mal puede tener autoridad el señor Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo, cerca de aquellos que expresamente no están con él.

En consecuencia, esta Asamblea debe proceder con lógica y con razón: ordenarle a Carranza que haga determinados actos, con relación a las fuerzas que él domina; a Maytorena con las que él domina, y a Zapata con las que él domina. La diferencia es bien notable. La Convención tiene control sobre todas las tropas que están bajo las órdenes de Carranza, y tiene control bajo las que están a las órdenes de Maytorena; ¿por qué?, porque están aquí sus representantes; pero no tiene control en las fuerzas de Zapata. He ahí por qué me oponía a que se aprobara la primera moción, porque quería proponer una más amplia, más apegada a las circunstancias que nos rodean.

Yo creo que debe ponerse término a esta discusión, haciendo lo siguiente: que la Convención, en uso de las facultades de que está investida y como Libre y Soberana, ordene al señor Maytorena que las tropas que comanda se retiren inmediatamente a la ciudad de Cananea; al señor don Venustiano Carranza que ordene inmediatamente que el general Hill no dispare un solo cartucho más en contra de las tropas de Maytorena, porque ya se le ha dado orden a él (a Maytorena) que retire las suyas a Cananea; y al general Zapata, por conducto de la Comisión, porque aún no tiene control la Asamblea sobre las fuerzas que comanda el general Zapata, que tan luego como llegue esa comisión, dé los pasos necesarios a fin de que suspendan las hostilidades con las fuerzas contrincantes que tiene ahí. A la vez, una orden distinta al señor Carranza, para que suspenda inmediatamente las hostilidades en contra de Zapata, en la región del Sur.

Yo creo que esto es proceder con orden, con regla, y se llegará a un buen resultado; es inútil estar discutiendo sobre esa moción; que mis contrarios ilustren con argumentos, y como consecuencia de esos argumentos brote esa moción, pues estamos bordando en el vacío y sin orden.

Creo, señores, que la Asamblea estará conforme con lo dicho, y no tiene más que hacer alguna manifestación de aprobación para que el señor presidente acepte de plano y ordene lo que acabo de decir.

El C. Ruiz:

Yo creo, señores, que en los momentos en que estamos, cuando se trata de nuestros hermanos que están derramando su sangre, debemos hacer un esfuerzo para hacer comprender que deben cesar las hostilidades y para que estas discusiones no sean tan largas, pues están dilatando el derramamiento de sangre. Demos un voto de gracias a la Mesa Directiva y que ella se encargue de hacer lo que corresponda. (Aplausos)

Una voz:

Voto de confianza, no de gracias.

El C. Ruiz:

¿Dije voto de gracias? Dispénsenme, quise decir voto de confianza.

El C. Espinosa:

Me parece que ésta es una escuela y el compañero Roque González Garza, maestro de ella; de tal manera nos ha sugestionado, que nos dice: Párense, señores, y nos paramos; y nos dice: Siéntense, señores, y nos sentamos, (Risas) No puede ser esto.

El C. Ruiz:

Insisto en mi proposición, señor presidente. Yo desearía que se siguiera el camino práctico.

El C. presidente:

Se ha suspendido la discusión hace un momento, nada se está discutiendo; han llegado proposiciones distintas en gran número a la Mesa, y casi pudiera decirse que contribuirían a retardar mucho la discusión de este asunto; voy a escoger la proposición que, en mi concepto, sirva mejor, para estudiarla, y después seguiremos con otras proposiciones detalladas y circunstanciadas, y yo estimaría a los señores delegados que en vez de hacer uso tantas veces de la palabra, pensaran en la forma de concretar sus proposiciones y las concretaran llegando a los detalles y al modo más a propósito para conseguir la cesación de las hostilidades que está en el ánimo de la Asamblea.

El C. secretario dio cuenta con la proposición que sigue:

Proponemos a la honorable Asamblea que se sirva acordar que se ordene, por los conductos debidos, a todas las fuerzas beligerantes, que suspendan las hostilidades.

Aguascalientes, octubre 15 de 1914.
E. Ruiz.
G. Bandera y Mata.

Está a discusión.

El C. González Garza:

Con una pequeña adición: Por los conductos debidos.

El C. presidente:

Pregunte usted al ciudadano Ruiz si acepta la modificación.

El C. Ruiz:

Sí la acepto; sí, señor.

El C. secretario:

Con la modificación solicitada por el ciudadano González Garza, ¿se aprueba la proposición? Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

(A continuación se dio cuenta con una proposición presentada por el ciudadano Mariel, a fin de que se nombre una comisión encargada de arreglar la suspensión de hostilidades)

El C. secretario:

Está a discusión.

El C. González Garza:

Pido la palabra en contra.

En contra voy a hablar, porque esa moción se relaciona con la que acaba de ser aprobada.

Casualmente hoy en la tarde me iba a permitir proponer a la Asamblea una forma de llevar este asunto que aligerara la carga y que facilitara la expedición de los asuntos, en vista del verdadero desorden que tenemos en una sesión para llegar a solucionar un asunto fácil; pero en vista de lo tardado que es y el tiempo que tardaríamos en la discusión, porque se trata nada menos que de los nombramientos, de la elección de los miembros que deberán formar parte de las comisiones encargadas de resolver todos los asuntos que se traigan a esta Asamblea, perdóneme la misma que en estos momentos no haga la proposición; pero ya que está la proposición, de la cual estoy hablando en contra, debo decir que se está incurriendo en la gravísima falta de proponer se nombre una comisión para esto, que se nombre una comisión para lo otro y que se nombre una comisión para aquello, y desgraciadamente el señor presidente está nombrando, cuando no ha sido electa, a su arbitrio, la persona.

Mañana, en la sesión pública o en la secreta, o en la primera oportunidad, voy a someter a la Asamblea una proposición, en donde ya vienen nombradas, conforme a mi criterio, las personas que en mi concepto pueden desempeñar las distintas comisiones, a saber: una de guerra que se encargue ...

El C. Renato Miranda:

Pido la palabra para una moción de orden. Ya se hizo una proposición sobre eso, la hemos firmado el señor y yo.

El C. González Garza:

Una de Gobernación.

El C. Ruiz:

Todo eso está puesto desde ayer.

El C. González Garza:

Pues entonces usted se adelantó a mí. Usted ha ganado la discusión. (Risas y aplausos)

El C. Ruiz:

Pues ésa debe de desecharse, porque yo tengo otra. (Risas y aplausos) (Voces: ¡Hasta que ganó un mérito!)

El C. Aguirre Benavides:

Pido la palabra en contra de la proposición. (Voces: ¡No, ya no!)

El C. secretario dio cuenta con la proposición que dice así:

Propongo ante esta honorable Convención:

Unica. Sobre pacificación. Que en vista de las circunstancias, y por tratarse de sangre hermana que se está derramando, se den amplias facultades y voto de confianza a la Mesa Directiva, para que de la manera más eficaz y por los conductos debidos, solucione este asunto, dando cuenta a la Asamblea.

Aguascalientes, octubre 15 de 1914.
E. Ruiz.

Está a discusión.

El C. González Garza:

A votación. Los votos de confianza quedan para otros,no para nosotros; en estos momentos volvemos a incurrir en las faltas que señalaba, y sobre todo, volvemos al primer punto.

El C. Ruiz:

Yo firmo la proposición, es mía.

El C. secretario:

Está a discusión la proposición del señor Ruiz.

El C. González Garza:

Es inútil aprobar eso, porque mientras la Asamblea no determine qué es lo que debe hacerse, el señor presidente está ampliamente facultado para dictar trámites y, naturalmente, proponerlos a la aprobación de la Asamblea; es inútil la proposición, y como es inútil no la apruebo.

El C. secretario:

Los que aprueben la proposición, sírvanse poner en pie. Aprobada.

El C. Mariel:

Suplico al señor presidente se sirva decimos si hay algunos asuntos interesantes que tratar todavía.

El C. Ruiz:

Nada más rogaría, señor presidente, que se diera lectura, aunque quedara suspensa para mañana, a una proposición que hay para comisiones diversas.

El C. presidente:

Contestando al delegado Mariel, le manifiesto que hay de urgencia el asunto internacional que se ha venido tratando. La Asamblea sabrá lo que hace.

A continuación se dio cuenta con la proposición siguiente:

Proponemos ante esta honorable Convención:

Que para ordenar y organizar los trabajos de esta Asamblea, se nombre desde luego y con carácter permanente, o señalándoles plazos determinados en el seno de la misma, comisiones de Guerra, de Relaciones, de Gobernación, de Hacienda y las que juzgue necesarias la Asamblea.

Aguascalientes, octubre 14 de 1914.
E. Ruiz.
Dr. Miranda.

El C. González Garza:

Hago mía en todas sus partes esa moción, y que se suspenda la discusión hasta mañana, para adicionar el nombre de las personas que, en nuestro concepto, creamos pertinentes para desempeñar las distintas comisiones, facilitando de esa manera la discusión de esa proposición, en vista de las circunstancias; porque, por ejemplo, yo había puesto en Guerra al general Angeles; pero él salió de viaje, no puede desempeñarla; en este caso, debemos poner a otras personas; en consecuencia, que quede pendiente para mañana.

El C. Obregón:

Pido la palabra para una aclaración.

¿Esas comisiones solamente se van a encargar de estudiar y someter al criterio de la Asamblea? (Voces: ¡Sí, señor!) Perfectamente.

El C. secretario:

Aprobada.

El C. Eugenio Aguirre Benavides:

Estando, a mi juicio, bastante cansada la Asamblea, y teniendo el asunto importantísimo de los americanos, desearía que se suspendiera la sesión para reanudarla mañana a las nueve o a las diez.

El C. presidente:

Se suspende la sesión para reanudarla mañana a las nueve, encareciéndoles la puntual asistencia.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la Sesión celebrada el día 15 de octubre de 1914 en la ciudad de Aguascalientes Sesión celebrada en la mañana del día 16 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha