Índice de Mi historia militar y política 1810-1874, de Antonio López de Santa AnnaCapítulo IBiblioteca Virtual Antorcha

MI HISTORIA MILITAR Y POLÍTICA
1810-1874

Antonio López de Santa Anna

PRESENTACIÓN


Dice Genaro García, la persona que dió a conocer en octubre de 1905, la obra que aquí presentamos, Mi historia militar y política (1810-1874), de Antonio López de Santa Anna (1794-1876), que le fue posible imprimirla gracias a una copia que le facilitó su amigo, el canónigo Vicente de P. Andrade, quien le aseguró que había logrado hacerla de las memorias de Antonio López de Santa Anna que tuvo en su poder. Por supuesto que entre tantos dichos, quien sabe que tanta verdad haya en ellos, por lo que sólo nos concretamos a señalar la pequeña historia de este documento que ahora colocamos en los estantes de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha.

Sobre el autor de estas memorias, la historia se ha encargado de dar su veredicto, por cierto bastante amargo y negativo contra quien en su época de gloria llegó a ser llamado su alteza serenísima. Ciertamente, la actitud tanto política como militar de Antonio López de Santa Anna, resultó negativa y patéticamente nefasta. En el terreno político, cambiaba de bando como de chaqueta según le convenía. En momentos se declaraba liberal, luego, conservador; a ratos federalista, y a ratos centralista; ferviente partidario de la República en algunas ocasiones, y en otras admirador de los imperios y las monarquías; en fin, un individuo oportunista sin más ideas que una incontrolable ambición de poder y mando, o sea todo un profesional, como hay muchos en el actual escenario político. Bien se ha dicho que Antonio López de Santa Anna encarna la política mexicana, tanto que la inmensa mayoría de los políticos mexicanos tienen, en su figura, una guía e inspiración.

Ahora bien, en cuanto a sus decisiones y acciones militares, dejaron ver su total incapacidad para dirigir ejércitos y comportarse a la altura de las circunstancias cuando sus servicios fueron requeridos por la nación. Con sólo mencionar la manera tan absurda en como dirigió la campaña de Texas, basta y sobra para poder comprender su falta de táctica militar. Sin embargo, lo más curioso, lo más trágico y a la vez lo más patético, fue que un individuo carente de cualidades haya sido en su momento no sólo nombrado sino, lo que es el colmo, aclamado, para dirigir los destinos de la nación. Eso sí que fue para replay, porque mucho se dice sobre la calidad, visión e inteligencia de las clases dirigentes del México de aquellos tiempos, las que, con este nombramiento demostraron su ceguera.

Señala un dicho racista mexicano que la culpa no la tiene el indio, sino quien lo hace compadre; pues bien, con nuestro personaje, bien podríamos parafrasear que la culpa no la tuvo Santa Anna, sino los tontos que le encumbraron, vitorearon y mimaron.

Chantal López y Omar Cortes

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