Índice de Mi historia militar y política 1810-1874 de Antonio López de Santa AnnaConclusiónBiblioteca Virtual Antorcha

MI HISTORIA MILITAR Y POLÍTICA
1810-1874

Antonio López de Santa Anna

POST SCRIPTUM


Por la fecha que llevan las memorias escritas que anteceden, se verá que las redacté en el extranjero, abrumado de sentimiento y de pena, y que en esas líneas mi corazón ha hablado. Mi lenguaje tal vez parecerá rudo a algunos por la franqueza de mis producciones, pero deben conocer que la verdad sin disfraz es naturalmente severa, y muy disculpable el que al expresar los tormentos de que he sido y soy aún víctima, ponga de manifiesto la injusticia de gratuitos enemigos, tan crueles como inhumanos. No es posible dejar de conmoverse el ánimo más fuerte, al tener que recordar aquellos hechos que sin razón ni justicia se han hecho pesar sobre la víctima, y como cuanto se ha ejecutado contra mí, el odio y la venganza, ha perjudicado tanto mi honor e intereses, mi sentimiento ha sido profundo a la vez que tan inhumanos procedimientos han debido excitar la indignación de los más indiferentes por cuanto lo que contiene de injuria y mal trato.

Quizá sin advertirlo habré incurrido en mi larga carrera pública en algunas faltas que merezcan censura; pero puedo asegurar bajo mi palabra que mis intenciones fueron siempre las más sanas y encaminadas al engrandecimiento y mejor servicio de una patria objeto de mis ensueños; nunca ni por un momento he faltado a los preceptos que los deberes me han impuesto, y si de mi parte ha habido exceso, habra sido celo por servirla cumplidamente; el título, pues, de buen patriota, creo haberlo merecido, mal que pese a injustos antagonistas, según que por la nación me fue acordado al declararme benemérito de la patria, honor que me envanecerá hasta el último día de mi vida; nunca me han preocupado las riquezas, mas sí en mucho el renombre de buen ciudadano, porque él ha satisfecho todas mis ambiciones.

Entre tantas calumnias que sobre mí se han amontonado, es una de ellas la de mi ponderada fortuna, que se hacía ascender a muchos millones de pesos; y como esta propagación se ha hecho malignamente creo que no estará de más asegurar en propia defensa que el bono enviado de New York y presentado por Mr. John S. Durling el día 10 del mes de la fecha no lo emití ni circulé bajo condición o forma alguna, ni tuvo pues uso de ninguna clase ni valor alguno. Su origen y nulidad se comprenderán fácilmente con la explicación siguiente:

Deseando ayudar a mis compatriotas a expulsar a los franceses del territorio mexicano, cuya dominación era más insoportable cada día, emprendí viaje a New York en mayo de 1866, confiado en recursos ofrecidos. Engañado miserablemente acepté la idea de un empréstito en cantidad de setecientos cincuenta mil pesos en oro, suficiente a equipar una expedición para México.

La idea del préstamo la sugería Gabor Naphegyi, húngaro de nacimiento, ofreciendo solicitar prestamistas. Me presentó en efecto a su conocido Henry G. Novton, principal de la casa conocida con el nombre de Novton Virgil Wilson y Cía., quien convino en facilitar el empréstito si yo presentaba fincas propias en hipoteca responsables de la cantidad recibida y emitía bonos con interés. Las fincas y condiciones que propuse fueron admitidas y en el contrato quedó acordado; Naphegyi lo redactó y escribió en inglés, así los bonos en el número necesario como el gravamen que le pareció, encargándose a la vez de requisitarlos; él todo lo expeditó con la mayor eficacia.

Pero todo fue inútil, expedición a México y empréstito. Los gobiernos de Francia y de los Estados Unidos en esos días celebraron un tratado por el cual los franceses desocuparían el territorio mexicano en plazos estipulados. Con tal ocurrencia, el contrato acabado de firmarse se consideró innecesario, de ningún valor ni efecto, y los documentos relativos se arrinconaron por inútiles.

En mayo de 1867 repentinamente salí de New York y no pude ocuparme de los documentos desechados y arrinconados tanto tiempo, pero Naphegyi se encargó de inutilizarlos. Bien distante estuve entonces de pensar que la existencia de unos papeles sin valor excitarían la codicia de algunos para hacer negocio.

Navegaba en el vapor Virginia con dirección a La Habana, bajo la bandera de los Estados Unidos, cuando fui asaltado y extraído a su bordo por la fuerza. En este momento el buque estaba anclado enfrente del puerto de Sisal, fuera de sus aguas.

Ese acto de violencia y escándalo lo cometieron criaturas del famoso Juárez y me llevaron a su poder. El tiranuelo cebó su encono en mi persona, de tal modo que todos pensaban sería su víctima; periódico hubo que anunció mi muerte.

Naphegyi pensó que la ocasión le brindaba nuevos negocios en su provecho y en mi daño. En la oficina de hipotecas de St. Thomas apareció vigente y en todo su vigor el fallido documento, porque en él estaba incluida la casa que yo poseía en aquel lugar. También apareció registrada una carta como escrita por mí a Naphegyi, aprobando una de sus fechorías que le había reprobado. De estos dos hechos fui sabedor a mi llegada a La Habana, y pareciéndome atendibles, dispuse luego que don Francisco de P. Travesí, con poder suficiente se trasladara a St. Thomas para que en la misma oficina hiciera constar la nulidad del mencionado documento y de la carta falsificada. Travesí, cumpliendo con mis instrucciones, presentó al juez una fundada protesta a mi nombre y en mi representación, que quedó registrada en la dicha oficina de hipotecas, donde puede verse fácilmente.

Los manejos de Naphegyi no los he extrañado, mas sí y mucho los de Novton, patrocinándolo hasta atreverse a disputar al gobierno de Juárez mi hacienda del Encero, porque estaba inclusa también en el documento relacionado, ¡descaro impúdico que sólo viéndolo pude creerse! ¿Y cómo ha podido Novton adquirir derechos sobre esa propiedad sin haberme entregado un centavo de la cantidad que convino en exhibir? ¡Ah, a cuánto se atreven algunos hombres cuando pueden obrar con impunidad...!

Lo expuesto es la verdad relativa al bono presentado.

Y para que conste donde y cuando convenga lo firmo en

Nassau a 12 de marzo de 1874
A. L. De Santa Anna (rúbrica).

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