Indice de Entrevista a Rosendo Salazar por Píndaro Urióstegui Miranda Los lineamientos ideológicos de la Casa del Obrero Mundial Pacto revolucionario entre la Casa del Obrero Mundial y el gobierno constitucionalista de CarranzaBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
A ROSENDO SALAZAR

Píndaro Urióstegui Miranda


PRINCIPALES ACTIVIDADES DE LA CASA DEL OBRERO MUNDIAL

PREGUNTA
¿Qué tiempo duró de vida, prácticamente, la Casa del Obrero Mundial y cuáles fueron algunas de sus principales actividades?

RESPUESTA
El año de 1913, después de la manifestación del Primero de Mayo, la Casa del Obrero Mundial se cambió de la calle del Estanco de Hombres 44 a la calle de Leandro Valle. Ahí seguimos haciendo labor de organización sindical y, en mayo de 1914, publicamos un periódico que se llamó Emancipación Obrera, se le mandó fijar en las esquinas como se hacía con toda clase de publicaciones y dos o tres días después del Primero de Mayo (1914) Huerta determinó la clausura de esta Casa del Obrero Mundial, ordenando a la policía que procediera al cierre.

Llegó al local Ignacio Machorro, que había sido Jefe Político de la región de Atlixco, Puebla, durante la época de Porfirio Díaz. Tocó a este Ignacio Machorro ser el que llegara hasta la Casa y la clausurase con lujo de fuerza policíaca.

A mí no me aprehendieron debido a que, cuando me acercaba, unas mujeres me gritaron desde el balcón de enfrente diciéndome que me retirara porque estaba allí la policía.

Al darme cuenta del peligro que corría me retiré y fui a meterme a una portería, precisamente de la calle de la Misericordia, desde donde estuve observando los sucesos: en eso llegaron Luis Méndez, Rafael Quintero y Jacinto Huitrón, quienes tomándome del brazo me dijeron: ¡vámonos! Y nos fuimos rumbo al barrio de Tepito donde nos ocultamos.

De tal manera, la Casa fue clausurada en maYQ de 1914, sellada y vigilada.

En agosto de ese mismo año la ciudad de México fue ocupada por el Ejército Constitucionalista.

Carranza entró a la ciudad capital seguido de las fuerzas que comandaba el general Obregón.

Ese mismo día, con el general Antonio Villarreal, el coronel Julio Soto, Diego Arenas Guzmán y otras personalidades, se hizo la reapertura de la Casa del Obrero Mundial con un mitin memorable en el que hablaron Antonio Villarreal, Diego Arenas Guzmán y yo.

La Revolución determinó que se nos diese posesión de un local más grande, el ex-convento de las Brígidas, ahí nos instalamos.

Una comisión, de la cual formé parte, fue a saludar a don Venustiano. Recuerdo su opinión: Constituyan sociedades mutualistas y me tendrán de su parte.

Le señaló a la agrupación, o más bien, le reprochó su falta de patriotismo. Formen sociedades mutualistas y con mucho gusto los ayudaré. La impresión que tenía don Venustiano respecto de la Casa no podía ser más ni menos liberal.

Integramos dicha comisión Rafael Quintero. Celestino Gasca, Felipe Sánchez Martínez, Jacinto Huitrón. José Barragán Hernández, yo y algunos más que no puedo recordar: nos acompañaba Luis Méndez.

Estábamos enterados de que existía una lucha sorda entre facciones, que personificaban Villa, Zapata y Carranza. Al marchar el señor Carranza rumbo a Veracruz para recibir el puerto que estaba en manos de los norteamericanos, Cándido Aguilar fue nombrado para el efecto. Nosotros nos quedamos en la ciudad de México observando los acontecimientos y ocupando el local del ex-convento de las Brígidas.

A los pocos días llegaron a la ciudad de México las fuerzas del general Villa y del general Zapata.

La Revolución Mexicana no tenía la directiva clásica de las revoluciones sociales en el mundo.

En América Latina era la primera que surgía; por consecuencia, siendo los obreros, como éramos, anarco-sindicalistas, tuvimos que mantener un estado de reserva: mas al recuperar el general Alvaro Obregón la ciudad de México. fines de 1914 y principos de 1915, recibimos en la Casa al Dr. Atl.

Para esto, Obregón determinó que se nos hiciera también donación del templo anexo al convento del Colegio Josefino, habiéndome tocado recibir este local, procurando que las jóvenes ahí recluidas no sufriesen atropellos sino al contrario, permitiéndoseles que llevaran en sus manos todo lo que pudieran.

El Dr. Atl celebró con nosotros algunas conferencias y fue de los más interesados en que hubiera un acercamiento entre la Casa del Obrero Mundial y el gobierno carrancista.

Para este efecto nos reunimos en el templo sesenta y tantos compañeros, de los más respetables, una noche y determinamos tomar el partido de la Revolución; pero antes hicimos estudio hasta donde éste nos fue posible dados nuestros alcances sicológicos e ideológicos, para conocer literalmente lo que estaba sucediendo a través de las distintas facciones revolucionarias (Carranza, Zapata y Villa).

Vimos que cerca del general Villa no había una directiva intelectual que hiciera de él un auténtico jefe del movimiento revolucionario, independientemente de sus pasos como realizador de hazañas tan importantes como las de Zacatecas y Torreón, ¿cómo erigirlo en mentor o apóstol de la lucha de clases? No encontramos argumento alguno valedero que lo favoreciera en ese sentido.

Por otro lado, habíamos visto a los zapatistas entrar a la ciudad de México con imágenes religiosas en los sombreros, lo que nos indicó que no había en dichas fuerzas un concepto que nos orientara en su favor el que estábamos anhelando.

Hicimos un estudio también crítico acerca de Carranza y encontramos que tampoco él tenía una visión apreciable tocante a la lucha social, en busca de una solución para crear una transformación como la que demandaba la patria; sin embargo, nos percatamos de que cerca de don Venustiano había hombres de talento y carácter, bastantes: Isidro Fabela, Jesús Urueta, Luis Cabrera, Juan Sánchez Azcona, Heriberto Jara, Cándido Aguilar. Antonio Villarreal, Salvador Alvarado, Juan Cabral, Manuel M. Diéguez, Esteban B. Calderón, Juan Sarabia y por el estilo.

Observamos la existencia de otro grupo, el de los carrancistas, del cual formaban parte los señores Félix F. Palavicini, Luis Manuel Rojas, José Natividad Macías y otros.

Bueno, dijimos, si la clase obrera ha de integrarse a las fuerzas políticas y armadas de la Revolución. ha de ser a condición de que esta Revolución haga una declaratoria seria en favor de la clase laboral del país.

Ya se había promulgado la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, cosa que nos satisfacía.

Tomamos entonces la determinación de ir a hablar con el señor Carranza: para el efecto, marchamos primero a poner en conocimiento del general Obregón la determinación tomada.

El general Obregón nos dijo: Yo los felicito por su acuerdo; pero les aconsejo que hoy mismo salgan a hacerle presente al Primer Jefe la determinación que han tomado y ordenó se pusiera a nuestra disposición un carro.

En el camino cambiamos impresiones y al día siguiente nos presentamos en el edificio de Faros y anunciamos: Casa del Obrero Mundial (eso fue el 16 de febrero de 1915).

El señor Carranza nos recibió con su acostumbrada austeridad, nos escuchó con atención y luego dijo: los felicito; estamos luchando contra la reacción; pero los obreros no necesitan dejar su trabajo para tomar las armas; con los campesinos tengo para triunfar; no obstante, hablen con el señor Zubaran y con él les daré mi respuesta.

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