Índice de Revolución del cura Miguel Hidalgo hasta la muerte de éste y de sus compañeros de Lucas AlamánCapítulo II - Segunda parteCAPÍTULO III - Segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha

REVOLUCIÓN DEL CURA MIGUEL HIDALGO
HASTA LA MUERTE DE ÉSTE Y DE SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPITULO III
Primera Parte

Recibe aviso de la revolucion el comandante de la brigada de San Luis Potosí D. Felix Calleja.- Reune la tropa de la brigada.- Levanta gente.- Forma oficiales.- Campamento en la hacienda de la Pila.- Fondos de que dispuso.- Medidas que tomó.- Llega Flon a Querétaro.- Accion del puerto de Carroza.- Marcha Hidalgo a Valladolid.- Unese Aldama con él.- Prision de García Conde, Rul y Merino cerca de Acámbaro.- Húyen de Valladolid el Obispo y el intendente y es cogido este.- Salida de Iturbide.- Entra Hidalgo en Valladolid.- Levántase la excomunion.- Saqueo de algunas casas en Valladolid.- Aumenta Hidalgo sus fuerzas.- Sus disposiciones en Valladolid.- Sale para México.- Revista en Acámbaro en que se le nombra Generalísimo.- Sale Flon a unirse con Calleja.- Proclama de Flon a los habitantes de Querétaro.- Reúnense en Dolores.- Saqueo de varias casas en S. Miguel y Dolores.- Toma Calleja el mando en jefe.- Extiéndese la revolucion en Huichapan.- Ataca Sanchez a Querétaro.- Muerte de Sanchez.- Sigue Hidalgo su marcha a México.


Entre los muchos emisarios que Hidalgo envió por todas partes para propagar la revolucion, buscando quien la apoyase y se declarase en su favor luego que él diese la voz, fue uno el mozo llamado Cleto, de la hacienda de Santa Bárbara cercana a Dolores, el cual se dirigió el 15 de Septiembre a D. Vicente Urbano Chavez, de la jurisdiccion de Santa María del Rio, informándole de lo que el cura intentaba, e invitándole a tomar parte en el movimiento que debia verificarse el 28, y ocurriendo en seguida a la hacienda de Santa Bárbara donde habia un gran depósito de armas, montura, y caballos prevenidos al intento. Chavez condujo a Cleto a hablar con D. José Gabriel Armijo, quien procuró tomar de él una completa informacion, y no satisfecho con las noticias que le dió, le pidió alguna constancia por escrito del mismo cura para decidirse por la empresa. Cleto ofreció traer lo que se le pedia el lúnes 17 a media noche. Armijo y Chavez pusieron todo lo ocurrido en conocimiento del subdelegado del pueblo D. Pedro García, quien por medio del capitan D. Pedro Meneso, dió inmediatamente parte al comandante de la brigada de S. Luis Potosí, brigadier D. Felix María Calleja.

Cleto volvió como habia prometido, trayendo no ya la constancia que se le pidió, sino la noticia de haber comenzado la revolucion en la madrugada del 16, segun un papel que presentó firmado por Hidalgo (1).

Con el primer aviso, Calleja que se hallaba en la hacienda de Bledos, perteneciente a su esposa, se trasladó a San Luis muy oportunamente, pues dos horas despues de haber salido, llegó una partida que Hidalgo habia enviado en su busca, y con la noticia que recibió el 19 en la mañana de haber comenzado la revolucion, pasó al Valle de San Francisco para imponerse de mas cerca del estado de las cosas.

Vuelto a San Luis, sin esperar órdenes del Virrey y haciendo uso de la plenitud de facultades que era indispensable, para proceder con la actividad que las circunstancias lo exigian, mandó se pusiesen sobre las armas los dos regimientos de dragones provinciales de San Luis y San Carlos, y por circulares dirigidas a los pueblos y haciendas de su distrito, pidió toda la gente armada que de cada punto pudiese sacarse.

Era operacion lenta reunir los cuerpos provinciales de caballería, porque ademas de estar las compañías distribuidas en diversas poblaciones, los caballos estaban repartidos en las haciendas de campo que tenian cargo de mantenerlos; pero la actividad de Calleja hizo que todos estuviesen dispuestos a marchar, y como en la provincia de San Luis la propiedad territorial, por la naturaleza del clima y escasa poblacion, se halla repartida entre pocos individuos, todos estos ricos propietarios se apresuraron a mandar gran número de gente a su servicio, a las órdenes de los mismos dueños o de sus principales dependientes.

Entre todos se distinguió D. Juan Moncada, conde de San Mateo Valparaiso y marques del Jaral de Berrio, con quien Allende habia dicho a Hidalgo que contaba para su empresa; pero ya sea que esto fuese falso y solo inventado para dar mayor importancia a la empresa misma, o que el marques cambiase su resolucion, no solo puso a las órdenes de Calleja mucho número de sus criados armados, sino que él mismo tomó el mando de ellos, por lo que se le dió por el Virrey el empleo de coronel.

Ademas de los oficiales que Calleja formó de los dependientes de las haciendas y minas que condujeron la gente que de todas partes habia pedido, escogió otros de diversas profesiones, y obligó a detenerse con el mismo fin, a los europeos que salian huyendo de la provincia de Guanajuato y que intentaban dirigirse a la costa. No tenian conocimiento alguno en la milicia, pero podia contar con su fidelidad y esto era lo esencial. De esta escuela salieron los jefes mas distinguidos del ejército, que veremos hacer el papel principal en todos los sucesos antes y despues de la independencia.

Meneso, Armijo, Orrantia (e), Aguirre (e), Barragan, los Beisteguis (e). Madrid (e), Bustamante, que era entónces cirujano del regimiento de San Luis; Gomez Pedraza, que salió a tomar por la primera vez las armas de una hacienda de su familia inmediata a Rio Verde, y tantos otros que fueron por mucho tiempo, mas bien que los defensores del gobierno español, los apoyos de la civilizacion, del órden y de la propiedad.

Para organizar convenientemente el ejército que levantaba, salió Calleja a situarse en la hacienda de la Pila inmediata a San Luis. Allí, colocado el retrato de Fernando VII bajo de un dosel, exijió de nuevo el juramento de fidelidad a aquel soberano; dirigió una proclama a las tropas instruyéndolas de la revolucion comenzada en Dolores que atribuyó a influjo de Napoleon y exhortándolas a defender los objetos mas sagrados para el hombre, que son la religion, ley y patria les dice:

Vamos a disipar esa porcion de bandidos que como una nube destructora asolan nuestro pais, porque no han encontrado oposicion. Yo estaré con vosotros a vuestra cabeza, y partiré con vosotros la fatiga y los trabajos: sólo exijo de vosotros union, confianza y hermandad. Contentos y gloriosos por haber restituido a nuestra patria la paz y el sosiego, volveremos a nuestros hogares a disfrutar el honor que solo está reservado a los valientes y leales (2).

No habiendo en la brigada de San Luis cuerpo ninguno de infantería, formó un batallón de esta arma con la gente que recibió de la hacienda de Bocas y del pueblo del Venado, y este cuepo conocido con el nombre de los tamarindos, por haberlo uniformado con gamuza que tiene el color de aquel fruto, adquirió en esta campaña justa nombradía por su valor, de que dió señaladas pruebas.

El mando se le dió a D. José Antonio Oviedo, administrador de la hacienda de Bocas, a quien por esta circunstancia llamaban los soldados el amo Oviedo.

No teniendo bastante armamento para toda la gente que se le habia presentado, hizo volver a sus casas mucha de ella y con la que retuvo formó cuerpos de caballería armados con lanzas, que distribuyó en escuadrones, de los que mas adelante se formó el regimiento de Fieles del Potosí, que fue el cuerpo de caballería mas afamado del ejército.

Fundió tambien artillería, de la que tuvo en su ejército cuatro piezas, dos de a 4 y dos de a 6 y quedó la fundicion en actividad para aprestar otras mas.

Para proveer a los gastos muy considerables que todos estos preparativos requirieron, hizo Calleja uso de todos los fondos que habia en las cajas reales, que ascendian a 382.000 pesos, los que puso a su disposicion el intendente D. Manuel de Acevedo (e).

Mandó volver a S. Luis e ingresar en las mismas cajas la conducta de platas que caminaba a México, que habia sido detenida en Santa María del Rio por el subdelegado García luego que supo el movimiento de Hidalgo, para impedir que cayese en poder de este; en ella se remitian un tejo de oro y 315 barras de plata, de las cuales eran 94 pertenecientes al erario.

Varios particulares le franquearon tambien cuantiosas sumas, principalmente un vecino del valle del Maiz, llamado Ortiz de Zárate, y D. Fermin Apezechea (e), D. Bernardo de Iriarte (e) y D. Julian Pemartin (e), mineros ricos de Zacatecas que al primer amago de revolucion se retiraron de aquella ciudad dirigiéndose por Cedro hacia la costa para poner en seguida sus personas y caudales, le entregaron con calidad de reintegro que se les hizo en México por el Virrey, 225.000 ps. rs., 94 barras de plata quintada y 2.800 de la misma en pasta.

Por estas considerables sumas, y las que en su lugar hemos visto que se reunieron en Guanajuato cuando el intendente Riaño se hizo fuerte en la alhóndiga de Granaditas, se echa de ver la abundancia de plata y numerario que entónces habia, en especial en las provincias mineras, y los muchos y cuantiosos caudales que en ellas existian pertenecientes a particulares, tanto comerciantes, como mineros y agricultores.

Con tales recursos, Calleja no solo pudo hacer con amplitud todos sus preparativos de guerra, sino que tambien tuvo los fondos suficientes para los gastos de la campaña por algun tiempo.

A esta abundancia de fondos de que Calleja pudo disponer; a su extraordinaria actividad y al influjo que ejercia en la provincia de San Luis, en la que sus órdenes eran obedecidas puntualmente, debió el Virrey Venegas tener un ejército que oponer al torrente de la revolucion; los medios ordinarios no bastaban; las tropas que el Virrey podia emplear eran en demasiado corto número, y sin las fuerzas que Calleja levantó y organizó, es muy probable que el triunfo de Hidalgo hubiera sido pronto y completo, y que la anarquía, que habria sido la consecuencia precisa de él, hubiera debastado todo el reino.

Venegas le habia prevenido en 17 de Septiembre, que pasase inmediatamente a Querétaro para asegurar aquel punto, llevando consigo solo una escolta, y que sin demora le siguiesen los regimientos de San Luis y San Carlos. Esta órden procedia de haberse descubierto la conspiracion formada en aquella ciudad, y Venegas ignoraba entónces que la revolucion hubiese estallado en Dolores. cuando Calleja la recibió, las cosas habian variado notabemente, por lo que manifestó al Virrey, que no le era posible apartarse de S. Luis, en donde habia descubierto una conspiracion tramada por algunos oficiales, que habian ofrecido a los insurgentes pasarse con los cuerpos que mandaban en el momento de una accion, descubrimiento que habia hecho por la fidelidad de un sargento; que un clérigo comprometido en aquella trama, se habia quitado él mismo la vida viéndose descubierto, y que en los lugares mas públicos de S. Luis, se habian fijado pasquines que indicaban una muy próxima explosion. Ofreció sin embargo al Virrey que se reuniria con el conde de la Cadena, que marchaba a Querétaro, para seguir el plan que Venegas le proponia, ocupándose entre tanto de arreglar y disciplinar los cuerpos que habia levantado, que estaban todavía informes, como compuestos de gente recien reunida.

El Virrey en vista de esta exposicion, le dejó seguir el plan que habia formado.

Como la revolucion se propagaba con velocidad por todas partes, para evitar una invasion en San Luis, cubrió Calleja con parte de sus fuerzas los caminos principales, situando en el puerto de San Bartolo y otros puntos, dos escuadrones de caballería provincial con cuatrocientos lanceros de las haciendas del Jaral y Barrancas, y para dejar resguardada la ciudad, dispuso quedasen en ella, a las órdenes del comandante D. Toribio Cortina, setecientos hombres, entre los cuales se contaban trecientos cincuenta infantes, una compañía montada de cuarenta hombres, otros setenta que allí habia y tres compañías de urbanos que levantó.

Habia mandado ademas que fuesen a aquella ciudad doscientos hombres de Colotlan, lo que no llegó a tener efecto.

Entre tanto que Calleja se ocupaba en levantar estas fuerzas, Flon habia llegado a Querétaro con las que salieron de México bajo su mando. Los insurgentes se acercaron a aquellas inmediaciones por el camino de S. Miguel el Grande, y Flon destacó contra ellos una division de seiscientos hombres, a las órdenes del sargento mayor D. Bernardo Tello, compuesta de infantería de Celaya, dragones de Sierra Gorda, la compañía de voluntarios de Celaya formada en Querétaro con los europeos fugados de aquella ciudad, y dos cañones.

Tello, creyendo que la fuerza de los enemigos no excedia de trecientos hombres, se dirigió a buscarlos; pero encontrando que no bajaban de tres mil, ventajosamente situados en el puerto de Carroza, la division se dispersó, no quedando mas que ciento ochenta hombres sin mas oficial que Linares, el cual avanzó al ataque, con lo que dió lugar a que la division se rehiciese y en la tarde del 6 de Octubre sostuvo una accion, en la que los indios, no conociendo el efecto de la artillería, se precipitaban sobre ella creyendo defenderse con presentar a las bocas de los cañones sus sombreros de paja (3); así fue grande la mortandad que tuvieron, siendo completamente desbaratados, sin mas pérdida de los realistas que la de un soldado de Celaya, muerto por casualidad por su mismo artillería (4).

Aunque de muy poca importancia, este reencuentro fue aplaudido como una victoria, por ser la primera accion dada a los insurgentes en campo raso, y se la miró como un feliz presagio de las sucesivas.

Tello recomendó al gobierno el buen comportamiento de los soldados de Celaya, de cuya fidelidad se dudaba por estar con Hidalgo una parte considerable de aquel cuerpo, y por este suceso se pudo ver, que la tropa seguiria el partido a que se adhiriese el punto en donde se encontrase y que sus jefes abrazasen (5).

Por la llegada del conde de la Cadena a Querétaro, Hidalgo se encontraba en Guanajuato colocado entre aquel y Calleja, y sin hubiera sido tal la gente que habia juntado, que se hubieran podido emprender con ella operaciones regulares de un plan sistemático de guerra, debiera haber impedido la reunion de las fuerzas del enemigo, cayendo con todas las suyas. sobre Calleja, cuyo ejército se componia en su mayor parte de gente bisoña, que estaba recibiendo las primeras lecciones del manejo de las armas, para echarse en seguida sobre Flon y destruidas así todas las tropas de que el Virrey podia disponer, le quedaba desierto el camino a la capital, cuya toma hubiera sido fácil y hubiera coronado su triunfo; pero no confiaba bastante en su ejército para presentarlo en campo abierto contra tropas mejor disciplinadas, y todo se lo prometia del progreso que la revolucion por sí misma iba teniendo. Por otra parte, Calleja y Flon, por un movimiento combinado sobre Guanajuato, hubieran podido extinguir esta casi en su orígen; pero el secreto de la debilidad de los insurgentes no estaba descuerto todavía, y Calleja no habia concluido sus preparativos, ni Flon debia emprender nada por sí solo antes de su reunion aquel, segun el plan de operaciones que se les habia comunicado por el Virrey.

Recelosos así unos de otros, como sucede cuando todavía no se sabe de lo que es capaz un enemigo; asegurado Hidalgo de que Calleja no se moveria en algun tiempo, y esperando acaso que no le permitirian hacerlo las inquietudes que se suscitasen en S. Luis por las inteligencias que allí tenia, resolvió ponerse en marcha sobre Valladolid, dejando a Guanajuato enteramente a disposicion del enemigo, pues eran insignificantes los medios de defensa que allí quedaron. Entraba tambien sin duda por mucho en esta determinacion, la satisfaccion de presentarse como vencedor en la ciudad en que habia pasado como estudiante sus primeros años, y hacerse acatar en ella por aquellos altivos canónigos, ante los cuales tantas veces el humilde cura tenia que presentarse como suplicante; lisonjas del amor propio y pequeñeces de los hombres, que a veces influyen mas que otros motivos en sus mas importantes acciones.

El lúnes 8 de Octubre salió de Guanajuato una vanguardia de tres mil hombres, a las órdenes de D. Mariano Jimenez hecho coronel por Hidalgo, y este le siguió con los demas generales y toda su gente el dia 10, llevándose todo el dinero que tenia y treinta y ocho españoles; los demas, con los que se continuaron trayendo de todos los puntos de la provincia, quedaron en la alhóndiga en la que se reunieron hasta el número de doscientos cuarenta y siete.

Díjose que la marcha era sobre Querétaro; pero tomando hacia el Sur dividida la gente en dos trozos, se dirigió a Valladolid por el valle de Santiago y Acámbaro (6), engrosando su número los indios y gente del campo de todos los lugares del tránsito.

Aldama con las fuerzas que habia recogido, siguió desde Celaya a Indaparapeo, donde se reunió a Hidalgo.

Tratábase en Valladolid de hacer resistencia, contando con el regimiento de infantería provincial y con las compañías que se comenzaron a levantar desde que se supo el movimiento de Hidalgo en Dolores, a cuya cabeza estaba el prebendado D. Agustin Ledos, porque en aquella poblacion enteramente levítica, los canónigos eran todo.

Dispúsose tambien fundir artillería bajo la direccion del obispo Abad y Queipo, y al efecto se bajó el esquilon mayor de las torres de la catedral (7); pero todas estas disposiciones se entibiaron, luego que se supo que los coroneles Garda Conde y Rul y el intendente Merino, que como hemos visto habian sido despachados aceleradamente por el Virrey, para poner en estado de defensa aquella capital y provincia, habian sido aprehendidos cerca de Acámbaro por el torero Luna, quien los mandó a Celaya a disposicion de Aldama que se hallaba en S. Miguel, a donde este dió órden se les condujese, pero encontrándolos en el camino, los hizo volver atras y seguirles hasta ponerlos en Indaparapeo en poder de Hidalgo (8).

Al aproximarse este, viendo la insuficiencia de tales preparativos y desconfiando del pueblo y del regimiento provincial, cuya oficialidad estaba en gran parte comprometida en la revolucion desde que se formó la conspiracion en aquella ciudad en fin del año de 1809, el asesor que funcionaba de intendente D. José Alonso de Teran, el obispo,

varios canónigos y muchos de los europeos avecindados allí emprendieron retirarse a México, mas no pudiendo seguir el camino directo por ser el mismo que Hidalgo traia desde Acámbaro, tomaron diversas direcciones llegando a la capital el obispo con los que le acompañaban, pero el asesor con otros muchos fue detenido en Huetamo, por el cura que puso en alarma al pueblo, y de allí fue vuelto a Valladolid y puesto en manos de Hidago. D. Agústin Iturbide salió de la ciudad con setenta hombres de su regimiento que quisieron seguirlo, y aunque Hidalgo le hizo proponer el empleo de teniente general si queria unirse a él, Iturbide lo rehusó y continuó su marcha a México a presentarse al Virrey (9).

Una comicion compuesta del canónigo Betancourt, del capitan D. José María Arancibia y del regidor D. Isidro Huarte, salió a recibir a Hidalgo al pueblo de Indaparapeo, a cinco leguas de Valladolid.

El 15 de Octubre entró en aquella ciudad el coronel Rosales, el 16 Jimenez con la vanguardia que mandaba, y el 17 Hidalgo con todo el grueso de su gente, y fue recibido con repique de campanas y demas solemnidades en tales casos acostumbradas. Pasando delante de la catedral, se apeó del caballo para entrar a dar gracias, y encontrando la iglesia cerrada, se irritó mucho y manifestó con dureza su desagrado contra los canónigos, declarando vacantes todas las prebendas ménos cuatro, y este enfado no se calmó ni aun cuando, alojado en casa' del canónigo Cortés, fue visitado por dos individuos del cabildo a quienes trató mal, y aunque se dispuso que en el siguiente dia, se celebrase una misa solemne de accion de gracias, no asistió a ella Hidalgo, sino solo Allende (10).

Habia quedado por gobernador de la m!tra, a la salida del obispo, el canónigo conde de Sierra Gorda, quien estrechado por Hidalgo, alzó la excomunion impuesta por el obispo contra este y los que le siguiesen, y esta declaracion se circuló por cordillera a todos los curas, para que la leyesen en sus parroquias en un dia festivo (11).

Mucho debieron perder de su fuerza las armas de la iglesia, viéndolas emplear así a discrecion de los partidos. El conde de Sierra Gorda, llamado despues a México por el gobierno, se disculpó del cargo que se le hizo por esta conducta.

Aunque a la entrada de Hidalgo no hubiese habido saqueo, habiéndose así convenido con los comisionados que salieron a recibirlo, no pudo evitarse en el dia de la solemnidad de la misa de gracias. Los indios se echaron tumultuariamente sobre las casas de algunos españoles, especialmente las del asesor Teran, del canónigo Bárcena, de las de Aguilera, Olarte, Losal y Aguirre, sacando todo cuanto en ellas habia, y rompiendo y destruyendo los adornos y pinturas que no se pudieron llevar.

Para contener este desórden, Allende hizo los mayores esfuerzos y mandó disparar un cañon siendo muertas o heridas muchas personas, y con este estrago se sosegó el tumulto que estuvo a punto de volver a comenzar, porque habiendo muerto algunos indios por los excesos que cometian comiendo porcion de frutas y bebiendo cantidad de licores, cuyo fermento les era mortal, corrió la voz de que estaba envenenado el aguardiente de una tienda.

El mismo Allende, para hacer ver que era falso, bebió de él a la vista de todos, con lo que se calmó la gente (12).

El funesto impulso que Hidalgo habia dado al desórden, considerándolo como único medio de hacer progresar la revolución era tal, que a nadie le era ya posible contener estos excesos. El mismo reconoció en Valladolid que tales medios le habian conducido a un término, én que ya no podia sobreponerse a la tempestad que habia levantado; estaba en aquel convento del Cármen Fr. Teodoro de la Concepcion, que secularizado años despues, volvió a tomar su nombre de familia de Zimavilla y murió hace poco tiempo siendo cura de S. Felipe; este religioso, en una misa de rogacion pocos dias antes de la entrada de Hidalgo, habia predicado con vehemencia contra él y su proyecto; siendo condiscípulo y amigo de Hidalgo, sintió este mucho la severidad con que lo habia tratado el predicador y reconviniéndole por ello cuando hubo entrado en la ciudad, Fr. Teodoro le contestó, que si se habia expresado en términos tan fuertes, cuando no habia conocido por sí mismo lo que era la revolucion que habia promovido, mucho mas deberia hacerlo habiéndolo visto, y preguntándole a Hidalgo ¿qué intentaba y qué era aquello? le contestó con sinceridad, que mas fácil le seria decir lo que habia querido que fuese, pero que él mismo no comprendia lo que realmente era (13).

Tales son siempre los efectos de las revoluciones mal calculadas, y en que no se cuenta con los medios de ejecucion suficientes para una empresa atrevida.

La toma de Valladolid dió a Hidalgo un aumento muy considerable de fuerzas y recursos. Uniósele allí el regimiento de infantería 'provincial compuesto de dos batallones; las ocho campañÍas de infantería que de nuevo se habian levantado, y todo el regimiento de dragones de Michoacan, mas comunmente conocido con el nombre de Pázcuaro, por ser esta ciudad la de su ubicacion.

De los fondos existentes en las arcas de la catedral, que ascendia a cuatrocientos doce mil pesos, inclusas algunas cantidades que los europeos habian depositado para mayor seguridad, tomó cuatrocientos mil y dejó los doce restantes para los gastos de la iglesia (14).

Con semejantes recursos hemos visto que Calleja levantó un ejército; en manos de Hidalgo todo desapareció confundido, en la masa informe a que daba el nombre de tal.

El sargento mayor de aquel regimiento provincial de infantería D. Manuel Gallegos, a quien hizo coronel del cuerpo, le manifestó la inutilidad de tales masas, y le dijo que si hubiera sabido qué gente era la que componia el ejército, con solo su regimiento le hubiera impedido entrar en la ciudad; le propuso que entresacase de aquella confusa multitud catorce mil hombres, y retirándose con ellos a la sierra de Pázcuaro, en dos meses podrian organizarse y disciplinarse para presentarse con ellos en campaña; pues de lo contrario le anunció, que en la primera derrota que sufriese, se quedaria solo, y toda aquella muchedumbre huiria como palomas (15), todo lo cual comprobaron dentro de breve los sucesos; pero ni Hidalgo creia nesesarias aquellas medidas, esperándolo todo de la fuerza expansiva de la revolucion, ni era ya tiempo de detenerse en la carrera comenzada.

Hidalgo conocia la importancia de aprovechar los momentos para ocupar a México, antes que Calleja y Flon se moviesen.

Habiendo nombrado intendente a D. José Mariano Anzorena, de una familia respetable; provisto los empleos vacantes por la fuga o destitucion de los españoles, y tomado otras medidas para el gobierno de la provincia, salió de Valladolid el 19 de Octubre y volvió a Acámbaro, en donde hizo una revista general de su ejército, que ascendia a mas de ochenta mil hombres, tanto de caballería como de infantería, el que dividió en regimientos de a mil hombres. Allí fue proclamado Generalísimo, y en la promocion que se hizo, se dió el empleo de Capitan general a Allende, y fueron nombrados tenientes generales Aldama, el P. Balleza, Jimenez, y aquel mismo D. Joaquin Arias, a quien hemos visto hacer tantos y tan diversos papeles en Querétaro; Abasolo, Ocon, los dos Martinez y otros, obtuvieron el grado de mariscales de campo. A todo el que presentase mil hombres, se le ofreció el empleo de coronel con el sueldo de tres pesos diarios, que fue el mismo que se asignó a los capitanes de caballería, sin señalar ninguno a los empleos superiores.

Hidalgo se presentó con el uniforme de su nuevo empleo, que era casaca azul con vueltas encarnadas con bordados de oro y plata, tahalí de terciopelo negro bordado, y en el pecho una imágen grande de oro de la vírgen de Guadalupe.

Los demas grados se distinguieron con profusion de galones y cordones. Todo se solemnizó con misa de gracias, Te Deum, repiques y salvas (16).

En los mismos dias que Hidalgo emprendió su marcha sobre la capital, el conde de la Cadena salió de Querétaro para irse a reunir con Calleja en Dolores. No es fácil comprender qué razones le decidieron a emprender en tales circunstancias un movimiento enteramente sin objeto, dejando sin defensa a Querétaro en cuyas inmediaciones se hallaba Hidalgo, y alejándose de la capital a donde este evidentemente marchaba, y para cuya defensa contaba el Virrey con muy escasas fuerzas. A pesar de estos motivos, que hubieran debido decidirle a permanecer en Querétaro o a acercarse a México en observacion de Hidalgo, salió de aquella ciudad el 22 de Octubre, dirigiendo a sus habitantes la siguiente proclama, que he creido deber insertar a la letra, porque ella pinta el carácter del hombre y el género de guerra que se proponia hacer.

El conde de la Cadena (17) comandante en jefe de la primera división del ejército de S. M. el Sr. D. Fernando VII (Q. D. G.), destinado por el Exmo. Sr. Virrey para aniquilar la gabilla de ladrones, que han reunido los dos monstruos americanos cura de Dolores y Allende

A los ciudadanos de Querétaro.

Queretanos:

Vuestro proceder durante la residencia de mi ejército en esta ciudad; vuestra sumision a las legítimas autoridades; vuestro empeño y eficacia en defender la ciudad y la buena causa, me han llenado de satisfaccion y exigen que os corresponda, noticiándoos que salgo mañana a convertir en polvo esa despreciable cuadrilla de malvados.

Es de mi obligacion, y la cumpliré, el instruir al superior gobierno de vuestra fidelidad; pero algunos genios suspicaces quieren atribuir vuestra docilidad a las fuerzas que tengo en esta; no pienso yo de esta manera y en prueba de ello, dejo la ciudad confiada a vosotros y a la guarnicion valiente que os queda.

Vosotros habeis de ser tambien los defensores; pero si contra mi modo de pensar sucediese lo contrario, volveré como un rayo sobre ella, quintaré a sus individuos, y haré correr arroyos de sangre por las calles.

Querétaro 21 de Octubre de 1810.
El conde de la Cadena
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Al paso por S. Miguel el Grande abandonó Flon a sus soldados para que saqueasen las casas del coronel de la Reina Canal, de Allende y Aldama; el primero se puso en salvo yéndose a Guanajuato, con lo que dió mayor peso a las sospechas que se tenian, de que habia favorecido ocultamente la revolucion.

Calleja dejó su campamento de la hacienda de la Pila el 24, y para asegurar mejor la tranquilidad en S. Luis, puso presos en el convento del Cármen a varios individuos que le eran sospechosos, estableciendo una junta de seguridad a la que pidió al Virrey concediese facultad para castigar hasta con la pena de muerte.

La fuerza que habia organizado en ménos de un mes y que sacó consigo, ademas de la que como hemos visto dejó de guarnicion en San Luis, ascendia a cosa de tres mil caballos, seiscientos infantes y cuatro cañones.

El 28 se reunió con Flon en Dolores, y tomó el mando en jefe del ejército segun por su graduacion le correspondia, quedando Flon en calidad de segundo.

En Dolores se entregó al pillage la casa de Hidalgo, como lo habian sido en S. Miguel las de los otros jefes de la revolucion.

Este ejército, que tomó el nombre de Ejército de operaciones sobre los insurgentes, constaba de unos dos mil infantes, en los tres cuerpos de la Columna de granaderos, Corona y batallón ligero de S. Luis, comunmente llamados de los tamarindos; la caballería era en doble número que la infantería, desproporcion que en su lugar veremos los graves inconvenientes que produjo, y la componían el regimiento de dragones de México y un escuadron del de España, de línea; los provinciales de Puebla, S. Luis, S. Carlos, frontera de Rio Verde, parte del de Querétaro, dos compañías de voluntarios españoles y los lanceros levantados por Calleja en San Luis; haciendo la fuerza total de seis a siete mil hombres, con ocho cañones de a 4.

Estas fuerzas no solo atravesaron sin la menor resistencia toda la provincia de Guanajuato, sino que el ayuntamiento de aquella capital, mandó a S. Miguel una comision de dos regidores a invitar al conde de la Cadena, Flan, para que entrase en la ciudad, llevándole un oficio firmado por el mismo ayuntamiento y por los curas y algunos de los vecinos en que así se lo pedian, e indicando se tomasen las precauciones convenientes para evitar cualquiera oposicion de la plebe, aunque poco temible por el estar desarmada (18); pero cuando la comision llegó, ya Flan se habia unido a Calleja y ambos estaban en marcha para Querétaro, en donde entraron el 10 de Noviembre.

Esta ciudad entre tanto habia sufrido un ataque que le dió D. Miguel Sanchez, quien con la gente del campo de la hacienda de San Nicolas de los Agustinos de Michoacan, dió la voz por la inSurreccion y ocupó a Huichapan y demas pueblos circunvecinos, apoderándose tambien, aunque por poco tiempo, de San Juan del Rio.

Uniósele D. Julian Villagran, capitan de la compañía de milicias de Huichapan, que hacia parte del batallon de Tula.

Era este un arriero acomodado, cuyo ramo era considerable en aquel pueblo; hombre feroz, dado a la embriaguez y a todos los vicios, y tomó tambien parte en la revolucion el hijo de D. Julian, Francisco, llamado Chito, que andaba entónces prófugo por haber asesinado a un D. N. Chavez, dándole una puñalada a traicion por la espalda, estando sentado a su mesa y recibiendo la hospitalidad en su casa.

Villagran en sus correrias en el camino de México, habia preso al alcalde de corte Collado cuando regresaba a la capital, como en su lugar se dijo.

Sanchez, aprovechando la oportunidad que le presentaba la corta fuerza que quedó en Querétaro, intentó apoderarse de aquella ciudad, de la que fue rechazado con considerable pérdida, no habiendo sufrido ninguna los defensores que peleaban con superioridad de armas sobre los indios que solo tenian hondas y piedras (19).

El comandante García Revollo, en el parte que dió al Virrey, hizo especial recomendacion del celo y actividad con que el corregidor Domiguez contribuyó a la defensa con sus acertadas providencias, así como tambien del buen comportamiento de la tropa de Celaya, que con el batallon urbano recien levantado, los españoles armados que servian la artillería, y algunos dragones de Sierra Gorda, era toda la guarnicion que habia (20).

Poco tiempo despues de esta accion, ofendido Villagran con Sanchez por ligero motivo, se propuso matarlo en la primera ocasion, y esta se le presentó en casa del cura de Alfajayucan, donde lo encontró acompañado de un tal Cisneros y otro. Villagran a caballo, con la lanza en la mano y algo tomado de vino, se echó sobre ellos y les quitó a todos la vida.

Mientras que Calleja y Flon operaban su reunion en Dolores, marchaba Hidalgo por Maravatío e Ixtlahuaca sobre México. El Virrey Venegas destacó para que observase sus movimientos y lo detuviese si era posible, al teniente coronel D. Torcuato Trujillo, (e) que habia venido con él de España, poniendo a sus órdenes el regimiénto de infantería provincial de Tres Villas, de dos batallones con ochocientos hombres al mando de su mayor D. José de Mendívil natural de Veracruz, y algunos dragones de España.

D. Agustin de Iturbide solicitó ser empleado en esta division y acompañaba a Trujillo. Habia colocado este una avanzada en el puente de D. Bernabé, sobre el rio Grande o de Lerma, y salió de Toluca el 27 con intento de atacar a Hidalgo en Ixtlahuaca, cuando se encontró con la partida que habia abandonado el puente y venia en fuga, por la que se supo que Hidalgo se adelantaba con todas sus fuerzas.

Contramarchó entónces a Lerma y tomó posicion en la orilla del mismo rio Grande, que pasa por aquella pequeña ciudad, formando una isleta en que está construida la poblacion, y dispuso abrir una cortadura y levantar un parapeto, para poderse sostener con poca tropa en el puente.

No avistándose los insurgentes el dia 28, Trujillo presumió que se habian dirigido al puente de Atengo, situado algunas leguas maS arriba, con el fin de pasar por él el río y envolverlo por la espalda.

Destacó entónces alguna fuerza para defender aquel punto, y dió órden al subdelegado de Tianguistengo, para que cortase el puente, lo que no se ejecutó con puntualidad.

El 29 se dejó ver la gente de Hidalgo por el camino de Toluca, pero Trujillo sospechó que no era mas que un ataque falso, y que el verdadero se haria sobre el puente de Atengo, como se lo confirmó el parte que recibió del oficial destacado allí que pedia refuerzo, y aunque se le mandó, llegó tarde, pues los insurgentes habian forzado ya la posicion y marchaban a ocupar el camino por donde únicamente podia retirarse Trujillo a México.

Esto le obligó a abandonar el puente de Lerma, replegándose con uno de los batallones de Tres Villas al monte de las Cruces (21), fuerte posicion a seis leguas de la capital que domina el camino de Toluca, a donde dispuso que volviesen dos compañías del provincial de infantería de México que el Virrey mandaba de refuerzo, señalándolo como punto de reunion para todas las tropas de su mando.

Quedó defendiendo el puente de Lerma el otro batallon de Tres Villas mandado por Mendívil, con un piquete de dragones de España a las órdenes del capitan D. Francisco Bringas, el que sostuvo la retirada que Mendívil emprendió a las cinco de la tarde, dejando todavía en el puente al capitan D. Pedro Pino, quien aunque tenia a su frente una columna de dos mil enemigos, no se retiró hasta muy entrada la noche.

La retirada de Trujillo a ocupar el monte de las Cruces fue tan oportuna, que media hora despues se presentaron con el mismo intento los de Hidalgo, a quienes contuvo con el fuego de su gran guardia y avanzadas.


Notas

(1) D. Carlos Bustamante ha publicado en 1828 un cuaderno dedicado al congreso de Zacatecas con el título Campañas del general Calleja, sacado de las constancias y comunicaciones que existen en la antigua secretaría del virreinato, y en la segunda edicion de su Cuadro histórico ha repetido el contenido de aquel opúsculo, al que me refiero para todo lo relativo a las disposiciones de Calleja, habiendo consultado en el archivo las constancias originales. Bustamante, con su original empeño de que los españoles hubiesen de ser los que hiciesen la independencia, o por lo ménos que no pusiesen obstáculo a ella, censura fuertemente a Calleja, por no haber aprovechado la ocasion que se le presentaba, y por haber empleado contra los independientes los grandes recursos que tuvo en sus manos. Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 50.

(2) Esta proclama es fecha en San Luis en 2 de Octubre.

(3) Este hecho apénas creible, me ha sido asegurado por todos los que han tenido conocimiento del suceso.

(4) Gaceta de 9 de Octubre, tomo 1°, núm. 119, fol. 849.

(5) La relacion que he hecho de esta accion, es tomada de una representacion que hizo al Virrey Apodaca D. Antonio Linares, exponiendo sus servicios, de que tengo copia. La que se publicó en la Gaceta citada es falsa, mereciendo mas confianza lo que dice Linares, quien agrega, que satisfecho de sus servicios y del comportamiento de su compañía, el conde de la Cadena hizo que siguiese Linares con ella en el ejército que se llamó del centro, confiándole difícil servicio de las descubiertas. Esto, sin variar el resultado, hace muy diverso el órden de la accion. Tello disimula lo ocurrido diciendo en su parte, que quiso retirarse por acercarse la noche.

(6) Apuntes manuscritos del Dr. Arechederreta.

(7) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 70.

(8) García Conde escribió una relacion de todo lo ocurrido, miéntras estuvo prisionero con sús compañeros siguiendo al ejército de Hidalgo, que por ser muy interesante para conocer bien esta primera época de la revolucion, se ha puesto en el apéndice.

(9) Así lo dice el mismo Iturbide en su manifiesto, y por esto se vé cuan falso es lo que asienta Rocafuerte en un folleto, que con el título del Pigmalion americano, imprimió en los Estados Unidos contra Iturbide en 1824, cuando dice que este no abrazó el partido de la revolucion, porque no podia obtener en ella los ascensos que en las tropas reales. ¡Tantos desaciertos hace decir el espíritu de partido!

(10) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 72.

(11) Arechederreta, Apuntes históricos manuscritos.

(12) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fols. 74 y 75, para tener ocasion de comparar a Allende con el grande Alejandro, cuando este, en una grave enfermedad, no dudó tomar la bebida que le presentó su médico Filipo aunque habia recibido aviso de estar emponzoñada, cuenta, que para averiguar si el aguardiente estaba envenenado, fue Allende a la tienda de D. Isidro Huarte, pidió un vaso de aquel licor y bebiéndolo, dijo al que se lo presentó: Si este aguardiente está envenenado y obra en mi su terrible efecto, vd. dispóngase para morir. La comparacion no puede ser mas absurda. Alejandro tenia necesidad de tomar aquella medicina para restablecer prontamente sU salud, y daba una prueba de confianza a su médico, desmintiendo con esto las sospechas que se le habian inspirado sobre su fidelidad. Nada comprometía a Allende a tomar de aquel aguardiente, y no tenia motivo alguno de confianza en un vinatero que le era desconocido. La intimacion a este era muy supérflua, pues con hacerle beber al mismo el aguardiente, se calificaba el crimen y quedaba castigado en el mismo acto. Lo que fue pues heróico en Alejandro, no fue mas que una temeridad absolutamente supérflua en Allende.

(13) Lo sé originalmente por el mismo cura Zimavilla.

(14) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, Col. 75.

(15) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, Col. 73.

(16) Véase en el apéndice el Diario de García Conde.

(17) Gaceta de 26 de Octubre, tomo 1°, núm. 124, Col. 886.

(18) Exposicion del ayuntamiento, fols. 40 y 41.

(19) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 88, atribuye este ataque de Querétaro y su mal suceso al trato doble de D. Antonio Acuña, teniente de corte de la sala del crimen que acompañó a Querétaro al alcalde de corte Collado, y que cogido con este y llevado a Huichapan, por obtener su libertad, ofreció a Sanchez que le entregaria la ciudad, y que seria la señal de que podría entrar un cañonazo tirado en el alto de la Cruz, donde está el colegio de este nombre, en vez de lo cual dió aviso para que se pusiese la ciudad en defensa. No parece probable esta relacion, pues ni Acuña tenia influjo alguno en la ciudad, para poder ofrecer con probabilidad lo que se le atribuye, ni Sanchez en sus disposiciones parece que contó con ninguna inteligencia interior.

(20) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 135. La causa de la desazon de Villagran con Sanchez se atribuyó a haberse puesto este a su derecha, paseando por las calles de Huichapan, pero el motivo verdadero fue el deshacerse de él para quedarse con el mando.

(21) Llámase así porque siendo paraje en que eran frecuentes los ataques de bandidos, habia muchas cruces que, segun la costumbre del pais, señalaban los lugares en que habían sido muertos por ellos algunos pasajeros.

Índice de Revolución del cura Miguel Hidalgo hasta la muerte de éste y de sus compañeros de Lucas AlamánCapítulo II - Segunda parteCAPÍTULO III - Segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha