Indice de la edición cibernética Rebelde en el paraiso yanqui. La vida de Emma Goldman, una anarquista rusa de Richard DrinnonPresentación de Omar CortésReconocimientoBiblioteca Virtual Antorcha

Rebelde en el paraiso Yanqui.
La vida de Emma Goldman, una anarquista rusa
Richard Drinnon
Prefacio de Richard Drinnon



Escribir -observó el desaparecido Albert Camus- equivale a elegir.

El escoger la vida de Emma Goldman como tema de un libro forzosamente equivale a expresar los valores del autor. Es imposible simular siquiera indiferencia ante la pujante personalidad de esta mujer. Por ello debo expresar desde ahora que me inspira simpatía y confianza.

Es indudable que mis inclionaciones radicales contribuyeron a crear esta empatÍa y comprensión. Como ella misma decía a menudo: Wenn Du es nicht fühlst, wirst Du es nicht erraten, (si no sientes una cosa, nunca podrás descubrir su significado).

Sin embargo, me tranquiliza el saber que cuando comencé a investigar su vida lo hice can espíritu escéptico, pues tanto su autobiografía como otros relatos de su carrera revelaban una personalidad demasiado extraordinaria como para poder creer seriamente que fuese verdad.

Por otra parte, al igual que los demás, consideraba que su anarquismo era una forma particularmente extraña de locura política. Sólo después de estudiar durante varios meses la vida de Emma me di cuenta de que tal escepticismo obedecía a una sobre estimación de mis conocimientos del mundo y que mi condescendencia era apenas ignorancia convencional.

Emma Goldman fue una mujer verdaderamente notable y de muy altas cualidades personales. Se distinguió como conferenciante y publicista empeñada en difundir las ideas anarquistas; luchó públicamente por la libertad de palabra; trató de llevar el arte al pueblo; fue una gran feminista y precursora de la idea de limitar la natalidad; formuló inteligentes críticas contra el régimen comunista soviético y alentó i>ncansablemente a los revolucionarios de Cataluña durante la guerra civil española.

Fue ante todo un ser humano, muchas veces temperamental, otras irrazonable, pero siempre valerosa, compasiva e inteligente.

Se ganó el caluroso apoyo y la amistad de los radicales más famosos de su época y la furiosa oposición y enemistad de muchas personas notables de ese entonces.

J. Edgar Hoover, por ejemplo, advirtió con su peculiar prosa que Emma y su amigo Alexander Berkman eran, sin duda alguna, dos de los anarquistas más peligrosos de este país, y si se les permitiera retornar a la comunidad, ésta se perjudicaría injustamente.

Entre el gran número de norteamericanos que coincidían en condenarla, tal vez haya sido Theodore De Munel, residente de Brooklyn, quien expresó más agudamente sus sentimientos al implorar:

Por amor de Dios, no permitan que Berkman, Goldman y el resto de ese hato de difamadores de nuestros Estados Unidos queden otra vez sin castigo; expúlsenlos del país inmediatamente con todas sus cosas.

Por su parte, John Dewey no compartía esta opinión pues afirmaba que Emma Goldman era una mujer románticamente idealista y de personalidad muy atractiva.

Bertrand Russell, otro filósofo, consideraba que ella y Berkman eran personas muy interesantes y, aunque nunca fui anarquista, simpatizaba mucho con ellos.

A pesar de que este libro es primordialmente una biografía crítica de la mujer, también se propone investigar el significado y la importancia de dichas oposición y aprobación.

La persona de Emma Goldman representaba para los norteamericanos el arquetipo del rebelde que desafiaba sus convicciones sociales, intelectuales y políticas. Las distintas reacciones que, a través de los años, provocó en el pueblo norteamericano tan notable figura, nos muestran cómo fue evolucionando la capacidad del mismo para aceptar una sociedad libre donde exista realmente la posibilidad de estar en desacuerdo.

Vale decir que éste es un estudio de la Rebelde a la par que del Paraíso contra el cual se sublevó.

A fin de mantener la unidad y la claridad de la obra, me he concentrado pnmordialmente en la figura de Emma; los capítulos dedicados a las consideraciones generales son breves y escasos.

Si he logrado mi doble propósito, el tiempo no se habrá engullido la vida sino que la habrá hecho menos bidimensional y más comprensible.

A continuación de este Prefacio, dejo constancia de mi agradecimiento a todos los que me han ayudado en mi trabajo de investigación. Mas deseo expresar aquí mi especial gratitud a algunos amigos.

Mulford Q. Sibley fue quien despertó mi interés por Emma Goldman y el anarquismo al comunicarme sus amplios conceptos sobre todas las gamas de las teorías que forman el espectro político. Estoy en deuda con él por el ejemplo que me ha dado con sus enseñanzas, pensamientos y actos.

También Kenneth M. Stampp colaboró incansablemente conmigo dándome aliento y formulando cuidadosas críticas.

Debo recordar además a Warren Olson, quien me ayudó más de lo que se imagina con sus largas conversaciones acerca de temas muy importantes, muchos de los cuales se refieren a problemas que trato en este volumen.

A todos estos amigos les estoy muy agradecido.

Por último mencionaré a Anna María Drinnon, quien hizo todo lo que puede esperarse de la esposa de un escritor y aún mucho más; tampoco puedo olvidar a Donna y a Jan Drinnon, quienes le dieron a su padre ánimo para vencer las dificultades que presenta toda primera obra.

Richard Drinnon
Berkeley, California.
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