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CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO

CONGRESO DE BARCELONA
Cooperación

DICTAMEN DE LA COMISIÓN SOBRE EL TEMA DE LA COOPERACIÓN

La Comisión encargada de emitir dictamen sobre la importancia de la cooperación con respecto al fin a que se dirigen los esfuerzos de la organización obrera, opina:

Que la cooperación en sus ramos de producción y consumo no puede ser considerada como medio directo y absoluto para alcanzar la emancipación de las clases trabajadoras: sólo sí puede servir como medio indirecto para aliviar algún tanto la suerte de una parte de nosotros y alentarnos a trabajar en la consecución del verdadero objeto.

Definidos como están ya por los Congresos Internacionales obreros el objeto y fin de nuestra organización, fácil fuera comprender la medida en que deberían ser aplicados, la estima que podría darse hoy a aquellos medios indirectos; pero conviene observar que si el objeto está científicamente definido, no lo está en la conciencia de todos nuestros hermanos que se hallan o deben hallarse dentro de la federación universal.

De aquí nace qpe la cooperación en general tenga ya desde luego un inmenso valor positivo, considerada como estímulo capaz de atraer a nuestro seno y mantener ligados a nosotros, a aquellos de nuestros hermanos que no participan todavía en grado conveniente de todo el radicalismo de nuestras convicciones, y a quienes por esta causa es preciso ofrecer un objeto que esté a su alcance para inducirles a la federación. Además la cooperación de producción con la universal federación de asociaciones productoras es la gran fórmula del gobierno del porvenir, y de aquí también la utilidad de ir cultivando este ramo para adquirir hábitos prácticos de manejo de negocios con aplicación a la sociedad futura, que no reconocerá en los hombres otra representació ni otro carácter social que el de trabajadores.

El objeto de toda nuestra organización, de todo nuestro esfuerzo es la solidaridad universal de los obreros; en otros términos, el objeto de la organización, la organización misma o el completo de esta organización solidaria. No la formación de capitales ni la mejora del salario, sino la solidaridad de todos los ánimos en el deseo vehemente de sustraernos todos, directa, inmediata y definitivamente a la explotación burguesa, derribando las columnas del orden (?) social presente; he aquí el objeto.

Del complemento del objeto, o sea de la organización solidaria de todos o la mayor parte de nosotros, el fin resultará inmediatamente: la liquidación social. Porque afortunadamente (decimos afortunadamente aun en medio de nuestra desgracia) somos un gran número los que tenemos intereses revolucionarios, reunidos el derecho y la fuerza, y por ello el próximo advenimiento de la Revolución redentora es infalible, y su tiempo casi matemáticamente calculable; sólo nos falta organizar esta fuerza.

Ya comprenderá el Congreso que no intentamos hablar de esas pobres organizaciones de fuerza puramente material, patrimonio de los partidos políticos, que son autoritarios, cuyas maneras despreciamos profundamente; nuestra fuerza es especialmente moral.

Cuando llegue el día, si los intereses conservadores persisten en su necio empeño, la convicción de nuestro derecho nos bastará para alcanzar la igualdad económica, la Justicia.

De aquí se deduce que la propaganda en el ramo directo de la cooperación, es el medio absoluto al cual debemos principalmente aplicar nuestros esfuerzos, y que los demás son medios subordinados que sólo valen en cuanto tiendan más o menos a la propaganda misma.

La cooperación de producción en si o como término, está ya juzgada, es una institución puramente burguesa que sólo puede realizar la emancipación de una insignificante parte de nosotros, y cuyo desarrollo, si fuese posible dentro de la actual sociedad, nos llevaría a la creación de un quinto estado social mucho más infeliz, mucho más explotado de lo que es hoy la clase trabajadora.

La cooperación de consumo, más pura en su naturaleza, ni aislada ni combinada con la de producción tampoco sería capaz de emanciparnos, porque la sociedad explotadora posee medios de mantener el tipo general de los salarios a la menor suma de satisfacción de necesidades que permita al obrero subsistir. Y como quiera que los beneficios de la cooperación de que tratamos han de refluir en una disminución del precio de la subsistencia, esta disminución sería seguida en definitiva de un descenso en el tipo general de los salarios.

La Comisión no entiende con lo dicho reprobar la práctica de esas cooperaciones a las cuales ha concedido ya antes, aunque como medios indirectos, un inmenso valor positivo; trata sólo de fijar el criterio general de organización, en el cual desearía ver prevalecer decididamente otros principios que los que hasta ahora han dominado en la creación de muchísimas sociedades espontáneamente formadas. La Comisión considera antes bien la cooperación de consumo, aliada tal vez con la de socorro e instrucción mutua, como una poderosa palanca que sin tardar se ha de poner en movimiento para levantar de su postración al sin número de nuestros infelices hermanos, protomártires del monopolio, que consumen su vida en los pesados trabajos de la agricultura.

La cooperación de producción la considera también de grande utilidad si se hace solidaria entre grandes secciones obreras, y con preferencia dedicada a los artículos de inmediato consumo del trabajador; lo que se haga por sociedades aisladas por federaciones de oficios, cree la Comisión que es en todo caso reprobable.

Si bien toda cooperación es tanto más útil cuanto más ancho sea su campo de solidaridad; si toda cooperación en general puede ser nociva cuando crea intereses restringidos; son, sin embargo, la de consumo y sus aliadas, la de socorros y la de instrucción, las que en las actuales circunstancias es indispensable a todo trance y de cualquier manera multiplicar, como los hilos de una red sobre toda la extensión de nuestro territorio. Una organización, aunque naciente como la nuestra, si sabemos asentarla sobre la base de la propaganda, hallará recursos de sobra para acometer y dar cima a la díficil empresa de llevar en pocos años, hasta el más oscuro rincón de nuestro suelo, los beneficios de la idea que disfrutamos ya los obreros de los grandes centros.

Debemos manifestar, por último, que si la resistencia, de grande interés en el estado actual de la sociedad, ha de prestar su base a una organización secundaria o federación por oficios; bien puede la cooperación de propaganda prestar asimismo su base a la organización principal por secciones o centros de diversos oficios, viniendo a fundirse ambas aspiraciones en la federación regional.

En resumen, la Comisión ofrece a la consideración del Congreso las siguientes conclusiones:

1° Que siendo el único objeto de la organización obrera el complemento de la solidaridad en el deseo de emanciparnos inmediatamente, el ramo directo y absoluto de la cooperación ha de ser la propaganda, y que a ella deben tender toda sociedad parcial y toda federación de sociedades en secciones o centros: o en otros términos, que la propaganda debe ser la base de nuestra organización.

2° Que como medios subordinados, son de grande importancia los otros ramos cooperativos en cuanto tiendan a la solidaridad y huyan de crear intereses restringidos.

3° Que la cooperación de producción, cuando las circunstancias lo exijan, debe preferir los objetos de inmediato consumo del obrero, y es reprobable sIempre que no se extienda de hecho su solidaridad a grandes agrupaciones.

4° Que la cooperación de consumos es la única que, no sólo puede aplicarse en todos casos y circunstancias, sino que ha de servir de elemento o medio de iniciación general para todos los obreros a quienes por su estado de atraso, difícilmente podrían hoy alcanzarles los beneficios de la nueva idea.

5° Que al lado de la cooperación de consumos y como auxiliares suyas, puede colocarse la cooperación en los ramos de socorro e instrucción mutua.

La discusión sobre la cooperación pasó sin incidentes y con cierta languidez, debido sin duda a que los cooperativos carecieron de fe y de energía ante el entusiasmo de la mayoría o a que principales argumentos los habían malgastado al combatir la resistencia. En efecto, Roca y Galés había dicho con la autoridad de jefe infalible: Por mi parte, después de muchos años de estudio práctico dentro del trabajo y de las sociedades, me he convencido de que el único medio de llegar a la emancipación consiste en las asociaciones cooperativas.

También Pagés, delegado de una sociedad cooperativa de Barcelona, dijo contra la resistencia: Son incalculables las pérdidas experimentadas por los obreros con el sistema de la resistencia. Supongamos que se declaran en huelga diez mil trabajadores cuyo jornal semanal sea de tres duros: en una semana se pierden treinta mil duros, en un mes ciento veinte mil, y así progresivamente. ¿Dónde se irá a parar cuando hay huelgas que han durado nueve meses? ¿Qué beneficios ha reportado la resistencia? Después de la enorme pérdida sufrida, unos obreros han ido a presidio, otros han muerto extenuados de hambre y roídos por la congoja, otros han debido pasar por la humillación de volver a ocupar un puesto en el oprobio del trabajo vencido. Si tales resultados da la resistencia, ¿por qué no la desechamos? ¿por qué no hemos de invertir esos miles de duros en la construcción de fábricas y talleres? A la manera de las hormigas y adoptando el principio de ahorrar en el presente para hacer más llevadero el porvenir, de sacrificarnos hoy para mejorar nuestra situación de mañana, íbamos aportando al acervo común en pequeñas cantidades cuya suma nos sirvió para levantar una fábrica, en posesión de la cual nadie viene a imponemos condiciones; si estamos enfermos se nos prodigan los auxilios necesarios, si nos conviene el descanso a él nos entregamos. Ved como ya no obedecemos al toque de una campana, como ya disfrutamos de una grata independencia y como ya nos hemos emancipado.

Carecían los delegados cooperativos de aquella erudición de que han abusado hasta el fastidio los cooperativos posteriores, amontonando cifras y estadísticas para evidenciar que unos cuantos pacientes pobretes pueden convertirse en capitalistas con el transcurso del tiempo, a fuerza de atrofiar su inteligencia y mutilar sus sentimientos; por consiguiente, poco trabajo costó a los revolucionarios hacer patente que mientras capitalista y trabajador representen dos tipos distintos y antagónicos, en tanto que los conceptos capital y trabajo no comprendan como única e inseparable entidad al hombre, los cooperativos no serán otra cosa que desertores de las filas del trabajo que se palian con armas y bagajes, a su enemigo el capital.

Hízose, no obstante, distinción entre la cooperación solidaria y la insolidaria, aceptando la primera como auxiliar de la resistencia y rechazando la segunda como eminentemente burguesa y egoísta, distinción disculpable entonces porque se confiaba demasiado en la solidaridad como resultado de la organización, sin contar los efectos perturbadores producidos después por las persecuciones y las crisis de todo género.

De todos modos con la aprobación del dictamen quedó bien patente que la cooperación no es un medio de emancipación general del proletariado, que su adopción y aun su conato de generalización sólo puede agravar la situación de los que queden fuera de las cooperativas, y que lo que necesita el proletariado es elevarse al conocimiento de la justicia social, a la concepción del ideal emancipador y a la adopción de la conducta prudente y enérgica que su planteamiento exige.

Tocóle el turno al cuarto tema: Organización social de los trabajadores.

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