Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo PrietoTERCERA PARTE - Lección VITERCERA PARTE - Lección VIIIBiblioteca Virtual Antorcha

LECCIONES DE HISTORIA PATRIA

Guillermo Prieto

TERCERA PARTE

Lección VII

Don Luis de Velasco, segundo de su nombre, 8° Virrey (1590). Don Gaspar de Zúñiga, 9° Virrey (1595). Don Juan de Mendoza y Luna, conde de Montes Claros, 10° Virrey (1603). Don Luis de Velasco el segundo, por segunda vez, 11° Virrey (1607). Fray García Guerra, arzobispo, 12° Virrey (1611). Don Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar, 13° Virrey (1612).


8° Virrey, don Luis de Velasco, hijo del segundo Virrey (1590). Estableció cuatro colonias para reducir a los indios: San Luis Potosí, San Miguel Mezquitic, San Andrés Colotlán, y fomentó las fábricas de tejidos.

Se formó la Alameda desde el frente de Corpus Christi hasta donde está.

Mandó que pagasen los indios una parte de su tributo en gallinas. La gallina valía 37.5 centavos.

Se dispuso que los indios que andaban errantes se congregasen para hacer más fácil su gobierno.

9° Virrey, don Gaspar de Zúñiga (1595). Estrechado el nuevo Virrey en 1598 por repetidas órdenes de Felipe II, acosado por los ricos que tenían para ello sus miras y por los recaudadores de tributos que alegaban no podían hacer efectivo el tributo, emprendió la reducción de los indios, nombrando cien comisarios con la dotación de 1 000 pesos anuales cada uno para llevar adelante la empresa. Diéronse instrucciones a estos empleados para que no procediesen sin el parecer de los curas. Pero éstos, cohechados por los ricos, de los que unos querían quedarse con los terrenos que poseían los indios, y otros tener gañanes a bajo precio, dieron inexactos informes.

Distrajo la atención de los acontecimientos que se preparaban la muerte de Felipe II y proclamación de Felipe III, que se hizo con toda solemnidad.

Por aquellos días se mudó la capital de Veracruz de lo que se llama la Antigua al punto en que hoy se encuentra. Se fundó también por aquel tiempo la ciudad de Monterrey en la California.

El señor Zúñiga, entretanto, no perdía de vista la cuestión de congregar a los indios; nombró nuevos comisarios, les instruyó de que hiciesen ver a los indios que quedaban dueños de sus tierras; pero nada fue bastante contra la avidez de los ricos y la crueldad de los comisarios.

Éstos despojaban a los indios de sus tierras, quemaban sus chozas e inferían ultrajes inauditos a sus personas, En vista de tanta iniquidad, algunos indios resistían, otros se suicidaban, y los cuadros de desolación se sucedían.

El descontento llegó a su colmo; las guerras entre indígenas y hacendados favorecidos por los comisarios y el gobierno tomaron un carácter alarmante, hasta que medió el obispo de Guadalajara Alonso de la Mota y tranquilizó en lo posible a los indígenas.

El señor Zúñiga, no obstante lo que acaeció en su tiempo, gozó personalmente con justicia la reputación de virtuoso, desinteresado y prudente. Cuando se supo su relevo, los indios le lloraron y fueron a acompañarle muchos de ellos hasta Acapulco, donde embarcó para el Perú.

10° Virrey, don Juan de Mendoza y Luna, conde de Montes Claros (1603).

1604. Terrible inundación de la ciudad. Se repara la albarrada de Nezahualcoyótl. Se piensa trasladar la ciudad a las lomas de Tacubaya y se valúa en 20 millones de pesos. Se proyecta alzar el piso de las calles. Se comienza la arquería de Chapultepec.

Se construyeron las calzadas de San Antonio, Guadalupe, San Cristóbal y Chapultepec, bajo la dirección de los religiosos fray Juan Torquemada y fray Gerónimo Zárate.

11° Virrey, don Luis de Velasco, el segundo, por segunda vez (1607). Apenas comenzaba el señor Velasco a ejercer el mando, cuando se dio principio al desagüe de Huehuetoca bajo la dirección del padre jesuita Juan Sánchez, ayudado de un extranjero llamado Enrico Martínez.

En su tiempo trasladó al lugar en que lo conocimos, el Hospital de San Lázaro, a expensas del doctor don Pedro López, quien hizo dejasen el Hospital de San Juan de Dios los lazarinos. El doctor don Pedro López fundó el Hospital de San Juan de Dios ayudado por sus hijos Juan y José. El hospital fue reconstruido por el padre Medina.

El señor Velasco, siempre benéfico y laborioso, dictó oportunas medidas para calmar la plaga del hambre que se había hecho sensible en el interior del país, y para aliviar la mala condición que siguieron guardando los indios.

Por aquellos días llegó a México, con el carácter de visitador don Juan Villela, y se envió una embajada al Japón en 1611.

Refieren los historiadores como notable en aquel tiempo, un eclipse de sol que atemorizó mucho a la gente; otros lisonjeros decían que el eclipse anunciaba la pronta ausencia del señor Velasco, así como su advenimiento al poder fue señalado por la aparición de un cometa.

El señor Velasco recibió el título de marqués de Salinas y fue llamado al Consejo de Indias.

12° Virrey, fray García Guerra, con el doble carácter de arzobispo y Virrey (1611). Duró ocho meses en el poder; murió de resultas de la caída de un coche.

1611. Espantoso terremoto. El Virrey dudó de la eficacia del desagüe.

Regularizó las flotas o reuniones de naves que hacían el tráfico entre España y las Américas y registraba la Casa de Contratación de Sevilla.

Antes el comercio se hacía por correos marítimos, llamados Avisos. La venida mensual de las flotas produjo mayor actividad en el comercio, y pingües recursos al erario.

Cobraba la Real Hacienda por derechos marítimos las toneladas o un tanto por la cabida o espacio del buque, y este derecho se estableció en 1569.

Avería, o sea derechos, no para reparar las averías de los buques, sino para pago de los haberes de la real armada. El almojarifazgo, que es la alcabala de mar, hoy derecho de arancel, y por último, el almirantazgo, reservado como emolumento al almirante de Castilla, fuera de otra multitud de impuestos, vejaciones y restricciones, que prueban la pésima administración del gobierno español en sus colonias.

Según dijimos al principio, el gobierno del señor Guerra duró muy poco tiempo: de 22 de febrero de 1612 en que acaeció su muerte, a 28 de octubre que llegó a México su sucesor, gobernó la Audiencia presidida por su decano Otalora.

Durante el corto gobierno de la Audiencia, el jueves santo de 1612 estalló una conspiración promovida por los negros, de resultas de lo cual fueron ahorcados veinticinco, entre ellos siete mujeres, llenando a tal punto de espanto la ciudad, que se ausentaron sus vecinos por haber oído atravesar en la noche una partida de cerdos, cuyos chillidos interpretaron como gritos de furor de los negros.

13° Virrey, don Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar (1612). Dio el nuevo Virrey preferente atención a la obra del desagüe, como sus demás antecesores. Suscitándose dudas sobre la suficiencia de esta obra, Felipe III encargó a su embajador en Francia, solicitase un sabio hidrógrafo que, suficientemente remunerado, viniese a dar su parecer sobre la obra. El embajador designó a M. Adrian Boot, quien vino en 1613 y declaró la obra insuficiente. Con este motivo se presentaron al Virrey diferentes proyectos para asegurar a México de las inundaciones, y el Virrey no resolvio nada definitivamente.

Casi al mismo tiempo de tomar posesión del gobierno, tuvo el Virrey que apaciguar la sublevación de los tehuecos en Sinaloa, a cuya expedición fue enviado el capitán don Diego Martínez en 1613.

Varia fue la suerte de semejante expedición. Unas veces halagando, otras castigando severamente a los indios, logró al fin que lentamente fueran sometiéndose, aunque no del todo, algunas tribus.

El marqués de Guadalcázar, de quien nos ocupamos, estableció en México el Tribunal de Tributos y de repartimientos de azogue, lo que si bien parecía protección para la minería, no era sino el monopolio respecto a tan importante ramo.

Establecidos los ingleses en la Florida, hicieron propuestas al Virrey para emprender la conquista de Nuevo León los capitanes Treviño y Las Casas; pero el marqués no quiso aceptar la oferta sin tener la aprobación del Rey.

El año de 1616 se marca en este virreinato como muy calamitoso, tanto por el hambre producida por la escasez de lluvias, como por el ruidoso levantamiento de los indios tepehuanes.

Acaudilló a estos indios un individuo que se decía hijo del sol, y señor del cielo y de la tierra.

La conspiración se arregló con profundo sigilo, y el 16 de noviembre estalló repentina, sacrificando a varios misioneros jesuitas y más de doscientos españoles y mestizos de todo sexo y edad.

Luego que tuvo conocimiento el Virrey de tan escandaloso acontecimiento, mandó al gobernador de Durango, don Gaspar Albear, que levantase gente y fuese a castigar a los sublevados. Hiciéronse sangrientas ejecuciones; los indios resistieron con energía, y bastaron apenas tres meses y la eficaz intervención de los padres jesuitas para que los indios se apaciguasen.

En tiempo del señor Fernández de Córdova se fundaron las poblaciones de Lerma, cerca de Toluca, en 1613, en memoria del duque de Lerma, favorito del Rey, por lo que tuvo título de ciudad; Córdova, 1618, y Guadalcázar, 1610, en el hoy Estado de San Luis Potosí. En la ciudad se concluyeron los arcos que conducían el agua de Santa Fe, y cuyo acueducto corría por la calzada de la Tlaxpana, en dirección de la calle de Tacuba.

El año 1619, el 13 de febrero, fue notable por un temblor horroroso que se sintió en una extensión de 500 leguas, demoliendo edificios, abriendo tierras y descubriendo cavernas y lagos.

Por disposición de Felipe III, que reinaba entonces, tomó posesión del patronato del Colegio de San Ildefonso, llamado hasta entonces San Pedro y San Pablo, el Virrey, encomendando en él la educación de la juventud a los padres jesuitas, y aumentando sus fondos con parte de los del Colegio de San Bernardo.

Recibió el señor Fernández de Córdova, en 1621, nombramiento de Virrey del Perú, y se dirigió a su destino por el puerto de Acapulco, quedando entretanto la Audiencia encargada del gobierno, que fue la que recibió la noticia de la muerte de Felipe III y del advenimiento al trono de Felipe IV, disponiendo lo conveniente para el duelo por el primero, y la jura y las fiestas para celebrar a Felipe IV.

Aunque, como habremos notado en lo que hasta aquí llevamos escrito de la época colonial, a ninguno de los Virreyes mencionados hasta aquí puede tacharse individualmente de perversidad y malversión; el conjunto de privilegios, las pésimas leyes fiscales, la avaricia del clero y su injerencia en todos los negocios, la crueldad y la rapacidad de los ricos y las hondas raíces de todos los abusos, tenían a la administración sin coherencia, sin acción, y en un estado espantoso de desorden a la llegada a México de don Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, conde de Gélvez.

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