Indice de La vida heróica de Práxedis G. Guerrero de Eugenio Martínez Nuñez LIBRO PRIMERO EL HOMBRE - Capítulo cuarto - El mártirLIBRO SEGUNDO EL REVOLUCIONARIO - Capítulo segundo Primeras luchas de GuerreroBiblioteca Virtual Antorcha

LA VIDA HERÓICA DE PRÁXEDIS G. GUERRERO

Eugenio Martínez Nuñez

LIBRO SEGUNDO

CAPÍTULO PRIMERO

Preliminares



Antes de referir detalladamente la actuación revolucionaria de Guerrero, creo necesario hacer un breve resumen de las luchas que contra la dictadura del general Díaz tuvieron lugar desde los comienzos de la etapa precursora de la Revolución hasta mediados de 1906, días en que Práxedis. se unió a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, tanto para no cometer la injusticia de dejar en el silencio los trabajos de quienes combatieron en primer término aquel régimen despótico, como para que se vea cuál era la situación que dentro del campo revolucionario prevalecía en México en los momentos en que el joven libertario entró en contacto con los periodistas que integraban la mencionada Junta, y que habían sido autores de los movimientos preparatorios a que se ha hecho referencia.

Aunque ya se han publicado varios libros y folletos en que con más o menos extensión y veracidad se trata de las luchas ya citadas, juzgo que no está por demás insistir sobre el particular, si con ello se contribuye en la rectificación de los errores en que han incurrido y siguen incurriendo no pocos cronistas e historiadores que, por ignorancia de los hechos o por desdén a los precursores, aseguran que quienes primero se levantaron contra el porfirismo fueron los politicos y caudillos que dieron señales de rebeldía hasta 1910, o bien cU¡tndo ya ese régimen se encontraba desprestigiado, debilitado, tambaleante y sin el apoyo de la opinión pÚblica, debido precisamente a la labor de los mismos precursores, que desde diez años antes lo habían venido combatiendo en la tribuna y en la prensa y aun por medio de las armas.

Para nadie que conozca un poco de historia es ignorado que las causas principales de la Revolución fueron, entre otras muchas, la miseria en que se hallaban las clases populares, el enriquecimiento de los favoritos, la corrupción de los tribunales de justicia, la reelección indefinida de los funcionarios públicos y la constante violación de las leyes y de las garantías de los ciudadanos; y también para nadie es ignorado que los que iniciaron las primeras luchas de carácter nacional por la desaparición de esos males, fueron un pequeño grupo de inconformes que reunidos bajo la bandera del Partido Liberal sembraron la semilla de la regeneración social cuando el despotismo porfiriano se hallaba en todo su apogeo y se castigaba con la prisión o con la muerte a los que se atrevían a hablar en nombre de la libertad y de los derechos del pueblo.

El Partido Liberal, formado desde tiempo atrás por los hombres de ideas levantadas, y que a partir de las Luchas de Reforma venía sosteniendo una tenaz campaña contra la obra negativa del Partido Conservador, no pudo menos que languidecer durante el porfirismo, debido a las implacables e incesantes persecuciones de que se hacía víctimas a los ciudadanos honrados y patriotas, al grado de que a fines del siglo pasado (Se refiere al siglo XIX, puesto que esta obra fue escrita en 1935 y publicada en 1960. Precisión de Chantal López y Omar Cortés), ese partido había prácticamente desaparecido, pues sus adeptos, después de sufrir vejaciones y atentados, no sólo estaban dispersos, sino totalmente desorganizados en todos los pueblos y ciudades del país.

Pero en 1900 el Partidó Liberal pudo reorganizarse y surgir vigoroso a las luchas populares gracias a los esfuerzos del ingeniero Camilo Arriaga, que secundado por Antonio DÍaz Soto y Gama, Juan Sarabia, Librado Rivera, Carlos y Julio Uranga, Humberto Macías Valadez y otros jóvenes intelectuales, comenzó a propagar en San Luis Potosí los principios liberales y aun los revolucionarios en periódicos que sostenía de su peculio, en el Club Ponciano Arriaga y en el Primer Congreso Liberal de 1901, cuyas enseñanzas de civismo alcanzaron repercusiones nacionales.

Como consecuencia de los trabajos del ingeniero Arriaga y de su grupo, se fundaron numerosas agrupaciones liberales en toda la República; los periódicos de oposición que ya existían (Diario del Hogar, Vésper, El Hijo del Ahuizote y otros) intensificaron sus ataques a la tiranía, y en multitud de grandes y pequeños centros de población aparecieron nuevas publicaciones 'que emprendieron asimismo una vigorosa campaña contra aquel régimen que había convertido la justicia en un mito y al pueblo humilde en una bestia de carga que esclavizada y hambrienta vegetaba de uno a otro extremo del territorio nacional.

Pronto las persecuciones se dejaron sentir. Muchos de los liberales que habían asistido como delegados al Primer Congreso fueron golpeados y encarcelados en los lugares de su residencia; algunos periodistas fueron asesinados o estuvieron a punto de morir al ser agredidos con puñal o arma de fuego, y no pocos de los clubes más caracterizados fueron suprimidos, entre ellos el Ponciano Arriaga, que con lujo de fuerza fue disuelto el 24 de enero de 1902, y sus dirigentes Arriaga, Sarabia, Rivera y Díaz Soto y Gama encerrados por espacio de ocho meses en la Penitenciaría de San Luis Potosí.

Este vendaval de atrocidades no detuvo la obra comenzada. Al mismo tiempo que las agrupaciones liberales que quedaban en pie continuaban socavando los cimientos de la dictadura, aquellos cuatro luchadores, trasladados a la ciudad de México a raíz de haber obtenido su libertad, emprendieron en unión de Santiago de la Hoz, de Ricardo y Enrique Flores Magón, de Alfonso Cravioto, De Santiago R. de la Vega, de Manuel Sarabia, de Luis Jasso y de otros escritores revolucionarios de gran empuje, la más brillante campaña periodística en defensa del pueblo y de las instituciones democráticas atacando rudamente en los semanarios ¡Excélsior! y El Hijo del Ahuizote la sexta reelección del general Díaz, a los funcionarios que detentaban el poder en los Estados, y a todo género de pulpos y caciques que explotaban y esclavizaban a los trabajadores del campo y de la ciudad.

Con esta vigorosa campaña bien pronto los dos periódicos fueron suprimidos, y los escritores, después de haber sido despojados de todos sus elementos de trabajo, eran sumidos en las bartolinas de Belén con la amenaza de ser asesinados si aparecía cualesquiera otra publicación por ellos redactada.

Amordazados en esta forma, al salir de la prisión emigraron a los Estados Unidos en enero de 1904 Juan Sarabia, Ricardo y Enrique Flores Magón, Santiago de la Hoz y Manuel Sarabia a reanudar las luchas que en México se habían visto obligados a interrumpir; péro imposibilitados para hacerlo de inmediato por la extrema pobreza en que se hallaban, se dedicaron a trabajar como empleados u obreros en Laredo, Texas, ahorrando hasta el último centavo para reponer los elementos que les habían sido arrebatados por la dictadura.

El 22 de marzo pereció ahogado el poeta Santiago de la Hoz en las aguas turbulentas del Río Bravo, y después de esta tragedia, que constituyó una pérdida irreparable para la Revolución, los otros periodistas, habiendo reunido algÚn dinero a costa de increíbles sacrificios, el 5 de noviembre reanudaron en San Antonio, Texas, la publicación del semanario Regeneración. En el número inicial de este periódico, que surgía a las luchas revolucionarias en el destierro después de haber sido suprimido por la tiranía en la ciudad de México a fines de 1901, apareció un candente artículo debido a la pluma de Juan Sarabia, en el que aparte de hallarse la historia completa del movimiento libertario desde sus comienzos, con la larga serie de atentados a la prensa libre y a los clubes liberales, se explican los motivos que tuvieron los redactores de la publicación para abandonar la República Mexicana y continuar la lucha desde el extranjero. De dicho artículo, que es uno de los documentos de ataque más viriles que se esgrimieron contra la dictadura, y que por los numerosos datos que contiene constituye una valiosa fuente de información para los amantes de la verdad histórica, son los siguientes fragmentos:

... Apenas obtenidos los elementos materiales cuya falta nos había obligado a permanecer en la expectación y en el silencio, nos apresuramos a reanudar la interrumpida lucha desde las columnas de Regeneración y esperamos que nuestros lectores recibirán el saludo de nuestro periódico, como se recibe el saludo de un viejo amigo.

Volvemos al combate, como siempre hemos vuelto después de cada golpe; con nuestra fe agigantada, con nuestras esperanzas no marchitas y con nuestro espíritu templado por la adversidad y caldeado por el entusiasmo. La convicción de que cumplimos con un alto deber, sirviendo a nuestra patria, nos infunde ese entusiasmq vigorizante, y si acaso sentimos una tristeza, es la de vivir alejados de la patria querida y separados de la comunión de nuestros hermanos de México.

Pero ha sido preciso. La tiranía nos ha arrojado de nuestra patria, obligándonos a buscar libertad en suelo extranjero. Cuatro años hemos luchado en México, y cuatro años la tiranía nos ha vejado, nos ha despojado, nos ha oprimido, sujetándonos a procesos inicuos, amenazándonos con procedimientos brutales, arrastrándonos por cárceles civiles y prisiones militares, por penitenciarías y por cuarteles.

En nuestro infortunado país la libertad no existe. Ningún ciudadano puede hacer uso de los derechos políticos que la Constitución otorga; ningún mexicano encuentra garantías bajo un gobierno como el de Díaz, que sólo se preocupa de asesinar el espíritu público y de sofocar todo movimiento político independiente. El club y el periódico son el terror de la tiranía.

Cuando la Confederación de Clubes Liberales, se organizó en México, a la voz del Sr. Ing. Camilo Arriaga, el Gobierno tembló, porque vio en el surgimiento de las agrupaciónes liberales una prueba de que el país no estaba políticamente muerto sino anhelante de reconquistar sus ideales de libertad y Reforma, tan torpemente pisoteados por el motinero de Tuxtepec.

Cerca de doscientos clubes liberales se levantaron en toda la República, y muchas publicaciones independientes -entre las que Regeneración tuvo la honra de figurar-, coadyuvaron a vigorizar aquel movimiento, que llegó a ser imponente cuando se celebró el Primer Congreso Liberal, en la ciudad de San Luis Potosí.

... El Gobierno de Díaz, seguro de su debilidad ante la opinión y convencido de su impopularidad, sintió pánico ante el empuje del movimiento liberal que contaba con las simpatías del pueblo, anhelante de libertad y cansado de opresiones.

Comenzó la persecución. Díaz comisionó para la destrucción de los clubes a Bernardo Reyes, considerándolo como el instrumento más apropiado para llevar a efecto esa obra de brutalidad y de barbarie, que debería avergonzar a la dictadura, si la dictadura fuera capaz de avergonzarse.

Un vendaval de salvajismo se desató en todo el país; el exterminio fue una bandera; el atentado fue una ley. Sin motivo, sin causa, sin pretexto siquiera, se persiguió, se encarceló, se asesinó, con rabia, con ferocidad, con desenfreno. La dignidad del ciudadano fue ultrajada por la agresión del esbirro; la abnegación del patriota fue befada por el cinismo del polizonte; la voz del tribuna fue acallada por la intimidación del sicario; la pluma del periodismo fue hecha añicos por el garrote del gendarme ... Fue una orgía de barbarie, fue ün himno a la brutalidad, fue el alarde canallesco de una dictadura que, apoyada sobre treinta mil bayonetas, se jactaba de pisotear la ley, de abofetear la civilización, de desgarrar todos los fueros de humanidad y de justicia.

... ¿Quién podrá decirnos, después de lo que dejamos referido, que una lucha política es posible en México? ¿Quién se atreverá a condenarnos porque buscamos en país extranjero el amparo de la libertad que nos es necesaria para trabajar por el bien de nuestra patria?

Mucho tiempo hemos combatido a la dictadura, sin alejarnos de su alcance, sin esquivar sus agresiones, sin doblegarnos ante sus atropellos. Hemos pasado por las cartucheras del presidio militar y por las bartolinas de Belén; por las celdas de la penitenciaría y por los calabozos del cuartel; hemos caminado por el arroyo en cuerpo de patrulla, entre las filas de la soldadesca brutal; y hemos sido despojados de nuestras propiedades por los decretos de jueces indignos y venales que se doblan como lacayos y se venden como hetairas.

... Al refugiarnos en la tierra americana, no buscamos la impunidad para nuestros ataques, puesto que siempre obraremos dentro de los límites que marca el artículo 7° Constitucional a la libertad de la prensa; ni pretendemos precisamente salvar nuestras personas de determinados atropellos pues estamos acostumbrados a resistir el sufrimiento con energía. Lo que únicamente anhelamos es asegurar la continuidad de nuestras labores, que en México nos fueron interrumpidas con mucha frecuencia primero, y por último prohibidas.

... Enviamos a nuestros compatriotas nuestro saludo fraternal, y confiamos en que impartirán su protección a nuestro periódico, no porque él tenga méritos propios, sino porque representa una causa patriótica y honrada, una causa de libertad y de justicia, a la que no pueden ser indiferentes los mexicanos de corazón bien puesto (1).

La misión que se impuso al periódico desde su aparición en los Estados Unidos, fue la de dar a conocer a las clases trabajadoras' de México los derechos de que podían disfrutar como entidades humanas productoras de la riqueza, manteniendo latente un sentimiento de oposición a los atentados del Gobierno; oponerse a los monopolios, ya fueran los del capital o de la tierra; luchar por el establecimiento de la justicia en todos los órdenes de la vida; educar al pueblo bajo doctrinas sociales avanzadas, y desenmascarar ante el mundo entero a la dictadura porfirista, hasta llevar a la concíencia pública el convencimiento de que los funcionarios que al frente de ella se encontraban eran hombres corrompidos por la ambición, carentes de responsabilidad e indignos de seguir conduciendo los destinos de una nación sedienta de libertad, de pan y de justicia.

Tan brillantemente luchaban los redactores de Regeneración por la realización de sus ideales, y tantos adeptos conquistaban en el destierro y en su misma patria, que el general Díaz, seriamente preocupado al ver que con su incesante labor minaban los cimientos de su dictadura, celebró un pacto con el Gobierno americano; un pacto que, como dice el doctor Luis Lara Pardo, era una traición a la patria y una violación a todos los principios fundamentales del derecho; un pacto de sangre por medio del cual, a cambio de concesiones que lesionaban el patrimonio nacional, las autoridades yanquis los sujetaría a espionaje y los perseguiría sin piedad hasta lograr su aniquilamiento (2).

Los resultados de este infame convenio no se hicieron esperar, y un nuevo calvario comenzó para estos luchadores. Las persecuciones que habían sufrido en México resultaban pálidas junto a las que en su contra se desataron en los Estados Unidos, pues poco después de haber aparecido Regeneración, un rufián pagado por el Gobierno mexicano, los agredió con un puñal en el local en que preparaban el periódico. El rufián fue arrojado a la calle, y en ese mo. mento, policías apostados en las cercanías de la casa, cargaron con Enrique (Flores Magón) a la cárcel, y un juez lo sentenció a pagar un multa por no haberse dejado asesinar (3).

Viendo que en San Antonio no gozaban de garantías, y creyendo encontrar un ambiente más propicio para sus trabajos en poblaciones más alejadas de la frontera, se trasladaron a San Luis Missouri, donde el 27 de febrero de 1905 reanudaron la publicación de Regeneración. Los periodistas que en este lugar se reunieron fueron el Ing. Camilo Arriaga, Juan y Manuel Sarabia, Ricardo y Enrique Flores Magón, Antonio I. Villarreal, Librado Rivera y Rosalío Bustamante. De este grupo, el Ing. Arriaga. los Flores Magón, Juan Sarabia y Villarreal alimentaban el espíritu combatiente del periódico; Rivera y Bustamante redactaban los asuntos de menor importancia y se encargaban de la parte administrativa, y Manuel Sarabia, ayudado por un abnegado revolucionario de apellido Sauceda, se dedicaba a imprimir la publicación, sin dejar por ello de contribuir con colaboraciones de avanzado fondo socialista.

El 28 de septiembre de 1905, según las bases establecidas en un Manifiesto que lanzaron con esa fecha, se constituyeron (con excepción del Ing. Arriaga, que se había separado del grupo) en Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, con el fin de cristalizar la idea que venían madurando desde hacía tiempo de reorganizar y dar nuevos vigores a ese Partido que tanto había decaído en México por las persecuciones de la dictadura.

Inmediatamente después de haberse constituido esta Junta, que abiertamente proclamaba que con los elementos que le fueran proporcionados por los correligionarios lucharía por todos los medios contra la dictadura de Porifrio Díaz, el Gobierno de México, tratando de reducir a la impotencia a sus enemigos desterrados, arrojó sobre ellos una nueva y sombría persecución. En efecto, tomando como instrumento para que acusara de libelo a Regeneración al tristemente célebre Manuel Esperón y de la Flor, jefe político de Oaxaca, sujeto que tenía al derredor de veinte procesos pendientes por diversos delitos y a quien con anterioridad a la instalación de la Junta se había atacado en el periódico por sus arbitrariedades y atropellos, pudo el Gobierno, gastando fuertes cantidades de dinero para corromper a algunos funcionarios americanos, que el 12 de octubre Juan Sarabia y los Flores Magón fueran encarcelados en San Luis Missouri, que los tribunales de la ciudad les instruyeran un complicado proceso por difamación, y que su pequeña imprenta, sus muebles de oficina y demás elementos de trabajo les fueran decomisados y más tarde rematados en subasta pública.

La noticia de estos graves atentados se extendió rápidamente y la opinión pública de México y Estados Unidos se conmovió por la forma tan artera en que la dictadura de Diaz, valiéndose de uno de sus más desprestigiados servidores y derrochando el dinero del pueblo a manos llenas para pagar a los más influyentes abogados americanos, había logrado encarcelar y despojar de sus propiedades a tres de los principales dirigentes del Partido Liberal. Los diarios St. Louis Star Chronicle y The St. Louis Post-Dispatch, que eran los periódicos más autorizados y más grandes de San Luis Missouri, salieron en defensa de los presos, y Antonio I. Villaneal, a nombre de los miembros libres de la Junta, envió una circular a los correligionarios de México solicitando su ayuda para que sus compañeros pudieran cubrir los gastos de su defensa y obtener su libertad caucional, que importaba cerca de cuatro mil dólares. En dicha circular decía Villarreal lo siguiente:

... Tras el acusador asoma la dictadura, que está poniendo en juego su oro y su influencia. En contra de esos elementos, ¿qué pueden oponer nuestros compañeros? Son pobres, jamás han hecho el más leve esfuerzo para lucrar, por enriquecerse: su vida entera la han consagrado al servicio de la patria. Carecen de los recursos necesarios para erogar los gastos que exige la defensa y para cubrir las fianzas, mediante las cuales podrán obtener su libertad caucional.

Para combatir en los tribunales de esta nación las intrigas de la dictadura y para gestionar su libertad, no cuentan con otro apoyo que el que puedan prestarles sus correligionarios. Por esta razón, hemos resuelto dirigir un llamamiento a los liberales mexicanos, para suplicarles que ayuden pecuniariamente a nuestros companeros (4) ...

Atendiendo este llamado, El Colmillo Público, famoso semanario oposicionista de caricaturas de la ciudad de México, dirigido por el genial e infortunado artista Jesús Martínez Carrión, realizó una intensa campaña en favor de los prisioneros, habiendo logrado que en menos de tres meses los liberales de toda la República aportaran el importe de la fianza, que en partes fue siendo remitida a San Luis Missouri.

Después de haber obtenido su libertad caucional y de haber repuesto en parte las pérdidas sufridas con la ayuda de los correligionarios de México, el día primero de febrero de 1906 pudieron los Flores Magón y Juan Sarabia, secundados por sus compañeros, publicar de nuevo Regeneración en la misma ciudad de San Luis Missouri. Pero en esta nueva época, el periódico tuvo que afrontar otras graves persecuciones, pues apenas reaparecido se le retiró por mandato judicial el privilegio de circular en el correo como artículo de segunda clase (ya que el de circular como de cuarta se le había retirado desde San Antonio), tomándose como pretexto que más de la mitad de sus ejemplares se enviaban a México, o sea un país extranjero; habiéndose visto los redactores en la necesidad de remitir sus veintiocho mil ejemplares de tiro como artículo de primera clase, bajo sobre cerrado, y sólo por ese concepto sus gastos montaban a una suma gruesa de dinero cada semana. Por otra parte, para evitar que el periódico continuara siendo decomisado en México y amontonado en las oficinas de correos para luego ser destruido, lo enviaban por express, en sacos, a distintas ciudades de diferentes Estados de la Unión Americana, para de allí ser reexpedido como correspondencia de lugares lejanos al de la residencia de Regeneración.

Como el proceso instruido en contra de Juan Sarabia y de los Flores Magón permanecía abierto y los tribunales estaban por dictar sentencia de prisión en contra suya por no haber presentado en el término legal las pruebas que contra Esperón y de la Flor habían solicitado y que, por consigna, los juzgados de Oaxaca no los habían enviado; y como el administrador de correos de San Luis Missouri estaba por presentar, a instancias del Consulado Mexicano, una nueva acusación en su contra por haber hecho circular en el correo ejemplares de los números de Regeneración denunciados por Esperón y de la Flor, los tres periodistas, ante la perspectiva de un nuevo y largo encarcelamiento que sería de graves consecuencias para la lucha emprendida contra la dictadura, a mediados de marzo y de común acuerdo con los demás miembros de la Junta, optaron por perder la fianza que tenían depositada, por abandonar San Luis Missouri, y por ir a refugiarse a la ciudad de Toronto, Canadá, posesión inglesa libre por el momento de las asechanzas de la tiranía porfirista.

Desde Toronto los Flores Magón y Juan Sarabia se comunicaban continuamente con Villarreal, con Rivera y Manuel Sarabia, que habían quedado en San Luis Missouri encargados de la publicación de Regeneración. periódico que a pesar de las persecuciones que sufrían sus redactores, continuaba circulando con más o menos regularidad no sólo en los Estados Unidos y en la República Mexicana (aquí clandestinamente), sino también en algunos centros socialistas de Europa y América del Sur. Debido a que era muy buscado y leído producia mucho dinero pero todo se gastaba en propaganda, pues Juan Sarabia, los Flores Magón y Villarreal sostenían correspondencia sobre la situación mexicana bajo la férula de la dictadura con los revolucionarios de mayor prestigio en el viejo mundo, contestaban diariamente infinidad de cartas que recibían de los correligionarios, tenían más de seiscientos periódicos en sus listas de canje, y expedían con frecuencia circulares, hojas sueltas y folletos para levantar y sostener el espíritu de rebeldía entre sus hermanos de raza con literatura en español, y para preparar en Estados Unidos un movimiento anti-intervencionista, con literatura en inglés.

A México remitían más de quince mil ejeinplares semanarios de Regeneración para ser distribuidos principalmente en los centros obreros de Sonora, Chihuahua, Nuevo León, San Luis Potosí, Puebla, Oaxaca, Tabasco y Veracruz, adonde, como dice el general Rubén García, llevaba gritos de rebeldía e impulsos de renovación social, política, económica y religiosa.

En el centro obrero que primero dejaron sentirse las ansias de mejoramiento inspiradas por Regeneración, fue en el mineral de Cananea, Sonora, donde el primero de junio de 1906 los trabajadores, encabezados por Mannel M. Diéguez y Esteban B. Calderón, se declararon en huelga reclamando salarios y trato más humano a la compañía extranjera que los explotaba; pero desgraciadamente su justa demanda fue reprimida brutalmente por el gobernador del Estado con ayuda de tropas yanquis que ametrallaron a los huelguistas, y Diéguez y Calderón, hechos prisioneros, fueron condenados a quince años de cautiverio en la Fortaleza de San Juan de Ulúa.

Desde que se constituyeron en Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, los redactores de Regeneración dieron a todos sus trabajos un carácter francamente revolucionario, pues empezaron a organizar en muchos Estados de la República un gran número de centros armados que en su oportunidad darían el grito de rebelión, y con fecha primero de julio de 1906 expidieron su famoso Manifiesto y Programa, mismo que hicieron circular profusamente en el sur de los Estados Unidos y en todo el territorio nacional, y'en el cual invitaban abiertamente al pueblo mexicano a tomar las armas contra la dictadura. La redacción de este histórico documento cuyos puntos principales tratan del fomento de la instrucción pública. de la disminución de las horas de trabajo y aumento de jornales, de la protección a la infancia, de la indemnización por accidentes de trabajo, de la división territorial para beneficio de los campesinos y de otras muchas medidas de carácter social y humano que posteriormente fueron incorporadas a la Constitución de 1917, fue encomendada a Juan Sarabia, vicepresidente de la Junta, habiendo sido enarbolado como bandera de la Revolución que ya se comenzaba a fomentar en México, y cuyas primeras acciones armadas se habrían de registrar pocas semanas más tarde en Coahuila y Veracruz, para seguir después con una serie casi no interrumpida de levantamientos que culminaron con la caída de la dictadura.



Notas

(1) Artículo titulado Regeneración, tomado del número uno de dicho periódico, de fecha 5 de noviembre de 1904, segunda época, tomo III. (Archivo del autor.)

(2) De Porfirio Díaz a Francisco I. Madero. La sucesión dictatorial de 1911. Obra del doctor Luis Lara Pardo, publicada en Nueva York en 1912.

(3) Númenes rebeldes, página 149.

(4) Circular a los Liberales Mexicanos. Archivo del autor.
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