Indice de La vida heróica de Práxedis G. Guerrero de Eugenio Martínez Nuñez LIBRO PRIMERO EL HOMBRE - Capítulo primero - Su vida en MéxicoLIBRO PRIMERO El hombre - Capítulo tercero El apóstolBiblioteca Virtual Antorcha

LA VIDA HERÓICA DE PRÁXEDIS G. GUERRERO

Eugenio Martínez Nuñez

LIBRO PRIMERO

CAPÍTULO SEGUNDO

EL OBRERO



Nostalgia.

Al partir a los Estados Unidos, Práxedis no lo hizo con el pleno consentimiento de sus padres, pero tampoco se fue contra su voluntad, y al llegar a El Paso, Texas, que fue la primera ciudad norteamericana que tocó, envió a su casa una tarjeta postal fechada el 25 de septiembre de 1904, para avisar su llegada sin contratiempos al vecino país. De El Paso salió inmediatamente al Estado de Colorado en unión de Francisco Manrique, con quien empezó a trabajar, a principios de octubre, en la The Colorado 5upply Co., compañía minera de la ciudad de Denver.

A pesar de la decisión inquebrantable de encaminar sus pasos por la senda del sacrificio y de enfrentarse a las luchas de la vida muy lejos del calor del hogar y sin contar con el apoyo de su familia, al hallarse solo no dejó de sentir honda nostalgia por sus campos queridos y por las atenciones directas de su madre. Este e5tado de ánimo lo demuestran las confidencias escritas en sus memorias, donde se encuentran sentidas evocaciones de las más dulces horas de su vida en el viejo solar, pero en ninguna de ellas se advierte, sin embargo, la menor vacilación ni el menor arrepentimiento de haber dado el paso trascendental de entrar a la vida fecunda de un hombre responsable, independiente y libre.

En aquellos momentos en que ]legaba a sentir algún abatimiento por la indiferencia del mundo que lo rodeaba, o en que considerando lo inestable de la existencia humana pensaba en la posibiliuad de morir en tierra extraña, se refugiaba en el pensamiento de su madre y su recuerdo lo llenaba de fortaleza para sobrellevar los infortunios del azaroso camino que se levantaba ante su vista. En el silencio y la soledad de su cuarto escribía en su cuaderno una noche de diciembre las siguientes líneas:

Sólo tu recuerdo llena mi pensamiento ¡madre mía! Si muero, el último suspiro que salga de mi pecho irá a ti; el postrer nombre que pronuncie mi labio será el tuyo, ¡madre querida!

Debe haber sido doloroso el estado de su ánimo por aquellos días. La lucha entre sus más tiernos afectos que lo invitaban a una vida placentera y la voz que lo llamaba al cumplimiento de su deber y su destino, era terrihle. Se repetía el tremendo y todavía no bien comprendido momento histórico de la renunciación cristiana de las atenciones maternales.

Al principiar el año 1905 dejó su ocupación en Denver y junto con Manrique se dirigió a San Francisco, California, pero como el dinero que tenían no les alcanzaba para llegar a esa ciudad, se detuvieron a trabajar como leñadores en la población de El Dorado hasta que reunieron los fondos necesarios para reanudar el viaje. Entonces fueron a habitar una cabaña abandonada que estaba casi oculta entre los árboles de un bosque, desde cuyas ventanas Práxedis gustaba de contemplar el paisaje invernal, y en de enero escribió esta página en sus memorias, llevando en el corazón el recuerdo inseparable de su madre ausente:

Llueve ...

Los claros del triste y solitario bosque sólo dejan ver pedazos de parduzco cielo ...

Aquí el río ...

Allá, los silenciosos y descarnados árboles ...

Más lejos ... ¡mi madre!

¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡No olvides a mi madre! (1)

En Morenci, Arizona.

Hasta mediados de febrero pudieron llegar a San Francisco, en donde estuvieron trabajando como estibadores en los muelles del puerto hasta fines de septiembre. Luego buscaron empleo en las minas de carbón de un lugar de Arizona llamado Pueblo, y no pudiendo obtenerlo por haberse paralizado las labores, se encaminaron a la población de Morenci, en cuyos minerales había gran demanda de braceros mexicanos, consiguiendo trabajo inmediatamente en los talleres de la Fundición de Detroit Coopper Mining Co..

Pocos días después de haber entrado Práxedis a esta fundición, donde por su talento, amabilidad y austera conducta se conquistó en poco tiempo el respeto y la estimación de todos los obreros, escribió una carta a su madre, fechada el 31 de octubre de 1905, en la que le decía que a pesar de la distancia que los separaba, a todas horas la llevaba en su corazón, y que aunque se le presentaran oportunidades de ir a otra parte, pensaba permanecer allí por tiempo indefinido, ya que era un lugar bueno para trabajar.

En efecto, Práxedis permaneció en esa fundición cerca de dos años, durante los cuales no sólo se dedicó a desempeñar las pesadas labores de su empleo, sino también a cumplir con los deberes que le imponía su condición de apóstol: empezó a defender los intereses de los trabajadores en un periódico editado por él, fundó una agrupación obrera bajo principios socialistas, y entró en contacto con los revolucionarios que en el destierro luchaban por la libertad del pueblo de México.

En Douglas, Arizona.

En junio de 1907, por exigencias de la causa social que había abrazado, tuvo que trasladarse a la ciuda4 de Douglas, donde desde luego comenzó a trabajar en otra compañía minera denominada Coopper Queen. En el mismo mes volvió a Morenci con el propósito de recuperar el trabajo que había dejado, pero sucedió que el jefe del taller, que siempre le había mostrado alguna benevolencia, le dijo que tenía orden del superintendente de no ocuparlo ya por saberse que pertenecía a la Western Federation of Miners, una poderosa agrupación obrera contraria a los intereses de la empresa, pero que si quería trabajar en Clifton le daría una recomendación. Entonces Guerrero, contrariado por este incidente, ya que no pertenecía a esa federación ni a ninguna otra similar, y sin aceptar el ofrecimiento que se le hacía, se encaminó de nuevo a Douglas, donde en la misma Coopper Queen permaneció trabajando por algún tiempo.

Desde poco antes de haber salido de Morenci por primera vez había dejado de escribir a su familia, y como era natural esta falta de noticias intranquilizaba a sus padres, y más aún cuando supieron por conducto de un señor Espinosa, conocido de la casa recién llegado de los Estados Unidos, que él andaba en malos pasos, así como que había sido despedido de su trabajo en Morenci a causa de su mal comportamiento. En una carta fechada en Douglas el 24 de agosto de 1907, en respuesta a otra que su madre le había escrito recientemente, después de explicarle las causas de su silencio, Práxedis le decía lo siguiente en defensa de su conducta:

¿Qué cosas feas pudo decir de mí Cristóbal Espinosa? Ese individuo estuvo algunas veces conmigo, en mi casa y en el taller donde yo trabajaba en Morenci, y es testigo de mi vida de trabajador; él puede decir que me vio en un cuarto humilde, en compañía de Francisco Manrique, que, como tú sabes vino conmigo; él puede decir que muchas veces me vio ennegrecido por el humo, sucio y lleno de aceite, pero no puede decir que me vio hacer nunca algo malo.

Luego le refiere algunos incidentes de su vida revolucionaria; continúa explicándole por qué le negaron trabajo en la fundición de Morenci, y termina su carta aclarándole el fondo de este asunto en la siguiente forma:

Esa denuncia infundada, de pertenecer a la Federación Occidental, enemiga de la Compañía, me supongo fue hecha por un despreciable canalla. Tal vez a esto se referiría Cristóbal y le dio una mala interpretación. Dime lo que ese hombre dijo y te diré lo que sea cierto.

Peregrinación.

La impresión que su madre recibía cuando le comunicaba la clase de trabajos a que se dedicaba, era siempre desagradable. Ella, que como toda su familia lo amaba entrañablemente, hubiera querido que abrazara otro camino menos azaroso, que sus labores fueran menos duras y pesadas; pero Práxedis, cual si hubiera estado ansioso por penetrar hasta el fondo de los dolores humanos, continuaba inflexible por la senda del sacrificio y de la pobreza voluntaria, peregrinando, después de haber recorrido los Estados de Colorado, California y Arizona, por los de Oklahoma, Nuevo México, Texas, Luisiana, Missouri, Kansas, Illinois y Mississippi, para volver por último a los de Texas y California, donde permaneció trabajando hasta los postreros días de su ejemplar existencia. Y en todas estas partes desempeñó las labores más agotantes y peligrosas: en las minas de carbón, en los cortes de madera, en los muelles de los puertos, en las carpinterías y en los talleres de las fundiciones y de los ferrocarriles probó el amargo pan del proletariado. Y es que este hombre excepcional que nació en pañales de seda, que llevó en el corazón los más puros sentimientos y en el cerebro la luminaria divina de una vigorosa inteligencia, no vino al mundo para vivir estérilmente entre los satisfechos y los ricos egoístas, sino para peregrinar entre los que sufren y ganan el sustento con el esfuerzo personal.

Otro elevado aspecto.

Pero todas estas cosas se enaltecen todavía más con otro elevado aspecto de su vida de trabajador, y es que Práxedis, siendo un obrero libertario auténtico, no hizo lo que hacen muchos otros luchadores en todas partes del mundo, que viven más o menos cómodamente cuando las circunstancias son favorables con el producto de la propaganda revolucionaria, sino qué desde el momento en que puso su planta en los Estados Unidos para convertirse en jornalero y defensor de los de abajo después de haber renunciado su brillante posición económica hasta el último día de su existencia, jamás subsistió de ningunos otros recursos, que los que le proporcionaban sus rudas ocupaciones, teniendo todavía algún dinero para ayuda de los más necesitados y de los gastos de la campaña contra la dictadura, y tiempo para difundir sus ideales de libertad y de justicia en las asambleas obreras, en las tribunas improvisadas de los pueblos y en los periódicos que casi siempre imprimía personalmente.



Notas

(1) Al hacer esta invocación ¿todavía en esa época no se sustraía completamente a la creencia de un Dios que se mueve con pasiones hnmanas, o sólo lo hacía teniendo ya la más alta acepción de ese vocablo, con el cual únicamente se designa la fuerza invisible impasible, omnipotente y oculta que forja y mueve el destino de los seres y las cosas?
Indice de La vida heróica de Práxedis G. Guerrero de Eugenio Martínez Nuñez LIBRO PRIMERO EL HOMBRE - Capítulo primero - Su vida en MéxicoLIBRO PRIMERO El hombre - Capítulo tercero El apóstolBiblioteca Virtual Antorcha