Índice de Artículos de combate de Práxedis G. Guerrero Recopilación y notas, Chantal López y Omar CortésAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Práxedis G. Guerrero y la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.

A) - Primer contacto a través de la Junta Auxiliar Obreros Libres.

CONSTITUCIÓN DE LA JUNTA AUXILIAR OBREROS LIBRES.

Los suscritos reunidos en el salón de la Fraterlanza Italiana, declaramos solemnemente instalada una Junta Auxiliar denominada Obreros Libres que se adhiere a la Junta organizadora del Partido Liberal Mexicano para trabajar por la regeneración de la patria.

Protestamos luchar enérgicamente por los derechos del pueblo mexicano actualmente infamado y vergonzosamente escarnecido por la tiranía de la dictadura. La reforma social y la reforma política de México son los ideales por los que estamos y estaremos siempre dispuestos a sacrificar nuesttras energías todas.

La causa del pueblo es la nuestra.

Reforma, Libertad y Justicia, Ariz., 3 de junio de 1906.

Práxedis G. Guerrero, presidente;

Manuel S. Vázquez, secretario;

Agustin Pacheco, tesorero;

Francisco Manrique, primer vocal;

Filiberto Vázquez, segundo vocal;

Abraham Rico, tercer vocal;

TeIésforo ViguerilIa, cuarto vocal;

Félix Rubalcaba y,

Cenobio Orozco.




CARTA DE RICARDO FLORES MAGON A PRAXEDIS G. GUERRERO (*)

St. Louis, Mo.(**) julio 14 de 1906.

Sr. Práxedis G. Guerrero.

Morenci, Arizona.

Estimado correligionario:

Tengo el gusto de referirme a su grata de fecha 17 del pasado con la que recibimos el Acta de Instalación de la Junta Auxiliar Obreros Libres. Adjunto se servirá Ud. encontrar la comunicación de la Junta.

Recibí y entregué a la Tesorería la suma de $22.00 que fue recogida en la segunda sesión de esa Junta del modo siguiente: Sr. Agustín Pacheco, $ 2.00; Sr. Filiberto Vázquez, $ 2.00; Sr. Francisco Manrique, $ 5.00; Sr. Félix Rubalcaba, $ 2.00; Sr. Telésforo Viguerilla, $ 2.00; Sr Manuel S. Vázquez, $ 5.00; Sr. Práxedis G. Guerrero, $ 2.00; Sr. Abraham Rico, $ 2.00.

Remitimos a Ud. cupones y la suscripción de Regeneración (***).

Mucho gusto tenemos de que se hayan resuelto Uds. a agruparse para trabajar en beneficio de la causa común, y es de desear que los entusiasmos que los animan no se resfríen.

Lo urgente en estos momentos es activar la unión, formar el Partido fuerte que tenga que derrocar al despotismo reinante en la patria, y hacer efectivo el Programa del Partido Liberal.

La unión se hace más fuerte cada día tanta en la República mexicana como en la región suriana de los E. U. donde residen millares de compatriotas, y no hay más que contarnos, saber cuántos somos para poder calcular la fuerza del Partido, y una vez fuertes, reclamar con la energía necesaria lo que se nos niega a los mexicanos: la libertad y el bienestar.

Así, pues, no hay que ahorrar esfuerzo alguno para que nuevos adeptos ingresen al Partido.

Es bueno, por lo demás, que nos pongamos de acuerdo sobre el medio que hemos de emplear para imponer el Programa del Partido Liberal. Consideramos que no debemos dejar que el programa quede solamente escrito, sino que hay que luchar por todos los medios hasta conseguir su triunfo. Sobre el asunto es bueno que discutan Uds. y participen a la Junta el resultado de su deliberación que será tomado en cuenta.

En espera de sus apreciables letras, quedo de Ud. Afmo. Atto. Amigo y correligionario.

RICARDO FLORES MAGÓN




Notas

(*) Al recibir la comunicación de la afiliación del grupo Obreros Libres a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.

(**) En realidad, fue redactada en Toronto, Canadá.

(***) Los cupones eran solicitudes de ingreso al Partido Liberal.




Comunicación de la Junta Organizadora Del Partido Liberal Mexicano acerca del actas de instalación de la Junta Auxiliar Obreros Libres.

Con entusiasmo acogió esta Junta el acta de instalación de la Junta Auxiliar Obreros Libres y hace votos por que todos y cada uno de los miembros de esa nueva agrupación, perseveren en sus propósitos de luchar enérgicamente por los derechos del pueblo mexicano.

Los ideales no pueden ser más nobles: reforma social y refonna política y bien merecen cualquier sacrificio por sostenerlos y hacerlos triunfar, como es indudable que triunfarán a pesar de los obstáculos de un gobierno traidor, de una plutocracia corrompida y de una clerecía hipócrita.

La Junta da a ustedes la bienvenida. Son una unidad más que viene a robustecer al ayer agonizante y casi muerto Partido Liberal.

Correligionarios: No desmayéis. Tal vez la gloria tenga ya preparado el laurel que ha de ceñir a vuestras frentes de luchadores. ¡Adelante!

Reforma, Libertad y Justicia.

St. Louis, Mo., Julio 14 de 1906.

Presidente, Ricardo Flores Magón.

Secretario, Antonio I. Villarreal.




B) Correspondencia de Práxedis G. Guerrero con Ricardo Flores Magón y Manuel Sarabia


CARTA DE RICARDO FLORES MAGÓN A PRÁXEDIS G. GUERRERO

St. Louis, Mo., septiembre 6 de 1906.

Sr. Práxedis G. Guerrero.

Morenci, Ariz.

Estimado correligionario:

Confiado en la sincera amistad que nos une y, sobre todo, en su alto patriotismo y discreción, me he permitido indicar a varios de nuestros correligionarios que residen en la República mexicana que me escriban por conducto de usted.

Esta medida tiene la ventaja para la causa, de que no viniendo las cartas desde México directamente para mi, se salvaran de la violación que ha ordenado el déspota de la correspondencia dirigida a nosotros.

Es posible que reciba Ud. giros y otros valores. Ruégole los cobre y me envie en Money Order de correo el importe, descontando el valor de todos los gastos que haga Ud. para enviarme las correspondencias o fondos que se me dirijan por su apreciable conducto.

Espero que perdonará Ud. esta molestia y le suplico que guarde absoluta reserva sobre el asunto, no porque corra Ud. algún peligro que ninguno hay para Ud., sino porque es conveniente que no se llegue a saber que algunos correligionarios me escriben por su conducto. Asimismo le suplico que si cambia de dirección, se sirva comunicarlo a la mayor brevedad posible para dar a los correligionarics su nueva dirección y no dudo que preocupará de alguna manera seguir recogiendo lo que le llegue a su antiguo domicilio, para que no vaya a perderse alguna corespondencia de interés.

Le ruego me escriba inmediatamente para saber si ésta llegó a poder de Ud. y dar con confianza su dirección a algunos de nuestros correligionarios.

Sirvase escribirme directamente a 2645 Lafayette Ave., St. Louis, Mo. Su amigo y correligionario que lo aprecia y distingue.

Ricardo Flores Magón




Carta de Ricardo Flores Magón a Práxedis G. Guerrero del 21 de septiembre de 1906.

Estimado correligionario:

Le adjunto unos nombramientos y en sobre separado le mando más hasta completar 18 que fue el número de cupones que mandó Ud.

Sirvase felicitar a nombre de la Junta a cada nuevo luchador que, unido a nosotros, ha del ayudar a la reconquista de las libertades patrias. Nos complace en verdad ver el empeño que toman por la causa. La patria, ya libre de sus odiosos tiranos, sabrá premiar los esfuerzos que hicieron sus hijos por libertarla.

Recibimos el giro de express que se sirvio mandar. Hemos anotado todas las cuotas debídamente.

El número 14 de Regeneración no lo hemos podido sacar por estar escasos de recursos. Para poder burlar las últimas persecuciones de la dictadura, tuvimos que gastar todo lo que teníamos. Pero con la ayuda de nuestros correligionarios muy pronto lo publicaremos.

Si alguno de los miembros de esa H. Corporación no conoce el Programa del Partido Liberal, tenga la bondad de decírnoslo para mandarle algunos ejemplares.

Conviene seguir trabajando con mucho ardor, ya que la hora de la justicia nacional se aproxima rápidamente, pero con mucho sigilo, querido amigo, que los espias del gobierno mexicano no se enteren para que no entorpezcan nuestros trabajos.

Reciba saludos de mis compañeros y míos. Quedo de Ud. Afmo. Amigo y correligionario.

Ricardo Flores Magón




Cartas de Ricardo Flores Magón a Práxedis G. Guerrero y a Enrique Flores Magón

Esta carta la escribo hoy, trece de junio de mil novecientos ocho, queridos hermanos Práxedis y Enrique, para comunicarles un asunto que, a mi modo de ver, es de capital importancia. La idea que paso a mostrar a ustedes se la expuse ya a nuestro compañero Librado, quien está de acuerdo con ella. Vamos al grano.

Ustedes saben tan bien como yo que ninguna revolución logra hacer prevalecer después del triunfo y hacer prácticos los ideales que la inflamaron y esto sucede porque se confía que el nuevo gobierno hará lo que debió hacer el pueblo durante la revolución.

Siempre ha sucedido lo mismo. En todas partes se enarbola una bandera con reformas más o menos importantes; se agrupan alrededor de ella los humildes; se lucha; se derrama más o menos abundantemente la sangre, y, si triunfa la revolución, se reúne un Congreso encargado de reducir a leyes los ideales que hicieron al pueblo tomar las armas y batirse. Al Congreso van individuos de toda clase de ideales, avanzados unos, retrógrados otros, moderados otros más, y en la lucha de todas esas tendencias las aspiraciones de la revolución se marchitan, se desvirtúan y después de largos meses, cuando no después de largos años, se vienen aprobando leyes que ni siquiera se adivinan los ideales por los cuales dió su sangre el desdichado pueblo. Pero supongamos que por un milagro se dicten leyes en las que brillen con toda su pureza los ideales de la revolución, cosa que nunca se ha visto ciertamente, porque muy pocos diputados tienen los mismos ideales que del pueblo que empuñó las armas; supongamos que el milagro se realiza y que en el caso especial de nuestra lucha, el Congreso ordena el reparto de las tierras, la jornada de ocho horas y el salario no menor de un peso ¿podremos esperar que los terratenientes se cruzarán de brazos para dejar escapar lo que los hace poderosos y les permite vivir en la holganza? Los dueños de toda clase de empresas donde se emplean brazos ¿no cerrarán sus negociaciones o, al menos, no disminuirán el número de obreros que emplean, para obligar al gobierno a revocar la ley con la amenaza del hambre del pueblo, fingiendo que les es materialmente imposible pagar más por menos horas de trabajo?

Agotados los recursos para la revolución, el pueblo se encontrará en una condición más difícil que aquella por la cual se vió obligado a rebelarse. El pueblo, sin pan, escucharía la palabra de los burgueses que dirían que se les había engañado y lo acaudillarían pardo derrocar al nuevo gobierno, con lo que se salvarían de perder sus tierras unos y de hacer concesiones a los trabajadores otros.

Los ricos se rebelarán cuando se trate de hacer práctico el programa del partido liberal, en caso de que, por un verdadero y único milagro en la historia de las revoluciones de los pueblos, se hubieran conservado intactos los ideales de la revolución después de su triunfo.

Como anarquistas sabemos bien todo esto. Sabemos bien lo que hay que esperar del mejor gobierno que pueda pesar sobre cualquier pueblo, y, como anarquistas, debemos poner todo lo que esté a nuestro alcance para que la revolución que está en vísperas de estallar dé al pueblo todos los beneficios que sea posible conquistar.

Para alcanzar grandes beneficios para el pueblo, beneficios efectivos, hay que obrar como anarquistas fácilmente aplastados aun por los mismos que nos tienen por jefes. Todo se reduce a mera cuestión de táctica. Si desde un principio nos hubiéramos llamado anarquistas, nadie, a no ser unos cuantos, nos habría escuchado. Sin llamarnos anarquistas hemos ido prendiendo en los cerebros ideas de odio contra la clase poseedora y contra la casta gubernamental. Ningún partido liberal en el mundo tiene las tendencias anticapitalistas del que está próximo a revolucionar en México, y eso se ha conseguido sin decir que somos anarquistas, y no lo habríamos logrado ni aunque nos hubiéramos titulado no ya anarquistas como somos, sino simplemente socialistas. Todo es, pues, cuestión de táctica.

Debemos dar las tierras al pueblo en el curso de la revolución; de ese modo no se engañara después a los pobres. No hay un solo gobierno que pueda beneficiar al pueblo contra los intereses de la burguesía. Esto lo saben bien ustedes como anarquistas y, por lo mismo, no tengo necesidad de demostrarlo con razonamientos o con ejemplos. Debemos también dar posesión al pueblo de las fábricas, las minas, etc. Para no echamos encima a la nación entera, debemos seguir la misma táctica que hemos ensayado con tanto éxito: nos seguimos llamando liberales en el curso de la revolución, pero en realidad iremos propagando la anarquía y ejecutando actos anárquicos. Iremos despojando a los burgueses y restituyendo al pueblo. He aquí el medio que se me ocurre y que someto a la atención de ustedes: En virtud de la revolución las fábricas, las haciendas, las minas, los talleres, etc., van a cerrar sus puertas, no porque los trabajadores tomen las armas, pues no todos las tomarán, sino por otras razones entre las cuales pueden contarse la paralización o amortizamiento de las transacciones comerciales debido a la inseguridad que hay para los intereses en tiempos en que el respeto a la autoridad está relajado, y la orden en todos los lugares dominados por la revolución de que no se pague a los trabajadores menos de un peso por la jornada establecida de ocho horas. La consecuencia de ese proceder de la burguesía será el hambre, porque agotadas las existencias no se da paso a producir más.

Nosotros no debemos esperar a que llegue el hambre, por lo mismo, tan pronto como una hacienda paralice sus trabajos, una fábrica cierre sus puertas, una mina deje de extraer metal, etc., invocaremos la utilidad pública de que no cese el trabajo cualquiera que haya sido el pretexto de los amos para suspenderlo, y con la razón de que es preciso reanudar los trabajos, para impedir el pauperismo, daremos a los trabajadores las negociaciones que hayan cerrado los burgueses, para que ellos las sigan explotando bajo un pie de igualdad.

Para evitar que los trabajadores así beneficiados pretendan hacerse burgueses a su vez, se prescribirá que todo el qwe entre a trabajar a esas negociaciones tendrá derecho a participar una parte igual a la de los demás. Los trabajadores mismos administrarán esas negociaciones.

Si se trata de haciendas sería injusto dar todo el terreno a los trabajadores de las mismas porque entonces muchos se quedarían sin nada. Se daría a los trabajadores de haciendas lo que actualmente trabajan en ellas, reservándose lo que se utiliza para los demás pobres. Como los trabajadores de las haciendas seguirán trabajándolas conforme a este plan, los que quieran tierras de las que no se utilizan actualmente, al ver las excelencias del trabajo en común practicado por los peones redimidos en lugar de trabajar la tierra individualmente querrán trabajar en común también ellos y así no habrá necesidad de fraccionar la tierra en parcelas, con lo que se ahorrará a la Junta el odioso trabajo de dar a cada quien que lo solicite un pedazo de tierra.

Aunque queden las negociaciones en manos de los trabajadores, se prohibirá su enajenación como en el programa se prescribe para las tierras. De este modo se reanudará el trabajo en medio de la revolución y se habrá hecho obra anarquista invocando la necesidad de que no cese la producción para evitar el hambre de las masas.

Hay que tener en cuenta que no contando los trabajadores con moneda para pagarse un diario con qué comprar lo que necesiten para vivir, es preciso que ellos mismos establezcan una comisión de estadística que llevará un registro de los recursos con que cuenta cada región dominada por la revolución, así como de las necesidades de los habitantes laboriosos de las mismas regiones.

Teniendo ese registro los trabajadores se cambiaran mutuamente sus productos y habrá tal exceso de producción, que podrán fácilmente sin sacrificio mantener a los soldados de la revolución.

Además se aconsejará a los trabajadores que estén armados ellos mismos para defender lo que la revolución les ha dado de las embestidas que den los soldados de la tiranía, y la probable acometida que nos den los gringos o algunas naciones. (*).

Al principio no molestaremos a los burgueses extranjeros, sino hasta que el pueblo casi todo tenga algo material que defender y algo para hacerse respetar. Cuando los parias tengan algo que defender veremos que no habrá uno que deje de empuñar el fusil.

Se presentarán problemas nuevos pero no creo que sean de difícil solución estando los mismos trabajadores interesados en el asunto. Vendrán, además, muchos anarquistas españoles e italianos al ver lo que está ocurriendo, y ellos ayudarán muy bien. Me parece que sería muy bueno que uno de nosotros fuera a dar una vuelta durante la revolución para animar a aquellos compañeros a darnos una buena ayuda viniéndose a agitar las masas y a dirigirlas en todo lo que se necesite. Yo creo que vendrían muchísimos y hasta se les podría costear el viaje derramándose después por todo el país una nube de compañeros (**).

Obrando como propongo, si no se vence al menos habrá quedado una gran enseñanza.

Ya estoy cansado. Escribo en posición tan forzada que me duele el pecho, del que, entre paréntesis, estoy ya muy enfermo. No ceso de toser, me duele la espalda y me siento mal, muy mal. Lo que me sostiene es que no me abato. El frío que continuamente hay en esta cárcel me está agravando. Pesaba yo doscientas diez y ocho libras y hoy sólo peso ciento sesenta y ocho. La cárcel es de hierro; nunca recibe un rayo de sol; el viento frío sopla de día y de noche, y delicado como he sido siempre de los pulmones, siento que no resistiré otro invierno en esta cárcel en donde no hay calentadores para los presos. Tengo un catarro muy fuerte que desde que nos metieron a la cárcel no se me quita. Se me calma dos o tres días pero para atacarme con más fuerza. En este momento estoy acalenturado. La fortuna es que no me abato y así yo mismo me doy fuerza. Pero volvamos al asunto que motiva esta carta.

Creo que es necesario que vengan muchos anarquistas para que aleccionen al pueblo. Además, es bueno hacer reimprimir folletos y libros anarquistas para que sean repartidos por millones.

De ese trabajo pueden encargarse amigos de confianza.

No debemos mandar representantes cerca de los gobiernos extranjeros, porque entonces entraríamos en un mar de compromisos que quitarían a la revolución su carácter especialísimo. Deberemos cultivar relaciones internacionales, pero no con los gobiernos sino con las organizaciones obreras de todo el mundo ya sean simplemente trade-unionistas, socialistas o anarquistas.

No se me ocurre algo más por lo pronto. Librado los saluda cariñosamente. Reciban un fuerte abrazo de su hermano Ricardo que mucho los quiere.


* * *

Continúo hablando del mismo hoy, quince de junio, queridos hermanos.

Va a haber burgueses muy ladinos que al ver lo que pasa a sus compañeros, no cerrarán sus negociaciones y entonces no habrá pretexto inmediato para arrebatarles la propiedad. En este caso que va a ser tal vez el más frecuente, se agitará a los obreros de esas negociaciones para que pidan imposibles de manera que los patrones se vean forzados a cerrar. Entonces los obreros tomarán posesión de la negociación.

Sé que de escoger dos caminos el que deba mejor seguirse para las expropiaciones la Junta puede decretarlas, o bien los obreros pueden consumarlas, y en este caso, que me parece el mejor, porque disfraza muy bien el carácter anarquista de la Junta, no tenemos más que aprobar hechos consumados. Para seguir esta última táctica hay necesidad de hacer una gran agitación entre los obreros, repartirles folletos, libros, meter entre ellos agitadores anarquistas. Todo esto se puede hacer muy bien (me refiero a la agitación) y creo que, lo que se haga por los obreros mismos, será más sólido de lo que se haga por decretos de la Junta. La cuestión es traerse, una vez comenzada y formalizada la revolución, un gran número de compañeros de Europa a fomentar en México la publicación de muchos periódicos anarquistas. Como tendremos dinero, todo eso se podrá hacer fácilmente. Sólo los anarquistas van a saber que somos anarquistas, y les aconsejaremos que no nos llamen anarquistas para no atemorizar a tanto imbécil que en el fondo de la conciencia abriga ideales como los nuestros, pero que sin saber que son ideales anarquistas, pues están acostumbrados a oír hablar de los anarquistas en términos desfavorables. Más bien que imbéciles son ignorantes. No hay que ser injustos.

Lo que se haga por los obreros mismos tendrá que ser más sólido, por ser el resultado de un esfuerzo consciente. Así, pues, creo que ésa será la mejor táctica; agitar a los obreros induciéndolos a que expropien. La Junta ante los hechos consumados tendrá que aprobar. Así seguiremos dando el timo de liberalismo en beneficio de nuestros bellos ideales.

Me parece que no tengo más que agregar.

Si Librado o yo tenemos hoy visita extraordinaria tal vez podremos echar fuera esta carta y mi anterior adjunta.


* * *

Hoy es diez y siete de junio y me refiero, querido hermanito, a la tuya de ayer. Quedamos enterados de que saldrán el próximo sábado y, hermanito, deseamos que no te ocurra nada desagradable en el viaje. A Paulina o a Rómulo como lo indicas ocurriré cuando se trate o llegase aquí algo en secreto, quedando entendido de que conocen la clave.

Ayer hablé con el compañero Gaitán, quien va a El Paso con Goliat para entrar a la lucha. La compañera de Gaitán sale mañana para El Paso y convenimos en que ella te llevaría como equipaje el bulto de manifiestos. La oportunidad es brillante. Si ya enviaste a Ulibarri todos los membretes, quedará listo el asunto. Manda decir desde luego a Gaitán, Ulibarri o Loya la dirección a que deba ir el bulto de manifiestos para que no haya tropiezo. Toma nota dirección Prisciliano y de la indicación de sí es a Paulita a quien debo por conducto del excelente Salvador mandar lo que para ustedes tenga para que ella le dé curso.

Ustedes con más acierto podrán resolver sobre lo que propone la formación de la primera zona de occidente, pero me parece que es muy poca la sierra para constituir una zona. Magnífica la noticia de la Unión del escuadrón Zaragoza con Díaz Guerra.

No caben rollitos más gruesos que los que se hacen con papel de fumar wheat straw. En ese papel me has de escribir: digo esto porque no me puede dar Salvador la carta que rompiste en cuatro. Tal vez en ella se diga sobre Díaz Quintas. Ya no es tiempo para ir a verlo, así es que no urge.

Yo también opino porque se publique Revolución, el nombre después de todo es lo de menos, pero por un romanticismo muy natural, me gustaría más que fuera Regeneración el periódico.

No tengo más que decir, querido hermanito, sino que me quedo desesperado porque también quisiera estar cerca del teatro de los próximos deseados sucesos.

Yo creo que ahora sí no podrá sofocar el viejo la revolución y que al fin el pueblo se hará justicia.

Ojalá que la sangre que se derrame sea fecunda en bienes para el proletario, y creo que lo será si nos proponemos mejor que obtener un triunfo fácil aliándonos a la burguesía obtener verdaderas libertades para el pueblo emancipándolo económicamente, paso a paso o salto a salto, como se pueda en el curso de la grandiosa revolución en cuyos umbrales nos hallamos.

Sueño con grandes, efectivas conquistas durante la revolución. No debemos titubear. Es muy posible que nuestra revolución rompa el equilibrio europeo y se decidan aquellos proletarios a hacer lo que nosotros. Tal vez si llevamos a cabo lo que propongo se nos echen encima las potencias de Europa, pero eso será el último acto de la farsa gubernamental, porque estoy seguro no nos dejarán perecer nuestros hermanos del otro lado del mar.

Si logramos tener éxito durante la revolución, esto es, si logramos ir despojando y restituyendo, no importa que se prolongue por años nuestro movimiento.

Debemos esforzamos porque la gran mayoría de jefes y oficiales revolucionarios sean más o menos hombres de nuestro modo de pensar y, al efecto, Gaitán, como Palomares, como otros más, Loya por ejemplo, para que esté la fuerza de nuestra parte, porque hay muchos, muchísimos, que no piensan sino en su engrandecimiento personal. Teniendo el mando los libertarios haremos una gran obra.

Para jefes de las zonas donde no hay ahora grupos, debemos nombrar libertarios.

Una fenomenal propaganda libertaria se impone. Procuremos encargarnos envíen folletos los periódicos anarquistas y reimprimirlos en México con dinero que se arranque a los burgueses. Todo ese trabajo lo pueden desempeñar amigos de confianza para que la Junta siga conservando aparentemente un papel de libre.

Siguiendo la táctica que a ustedes propongo en la adjunta carta no volveremos a tener una oportunidad mejor para trabajar por el ideal como en medio de la revolución.

Ya me despido.

Envía un fuerte abrazo a todos, y a ti, hermanito, mi grande fraternal cariño. Librado también los saluda. Saluda a todos.

Ricardo Flores Magón




Notas

(*) De los Estados Unidos, esperaba Ricardo una agresión.

(**) Ricardo confiaba en el apoyo de los anarquistas europeos.




Cartas de Práxedis G. Guerrero a Manuel Sarabia

Del 28 de mayo de 1910

Mi querido amigo:

Recibi su carta, pero no la había contestado porque lo creía burgués; su casamiento con una persona tenida por rica, así como su alejamiento, me hicieron pensar de tal modo. Hoy sé que tal cosa no es cierta, y que alejado y todo, usted procura combatir al enemigo común. Rompo pues mi silencio y hablo a usted con la franqueza ruda que acostumbro.

Sé que nos entenderemos no importa que diferencia de medios nos separen, nuestra situación geográfica es actualmente la causa de que a usted le parezca militamos en distintos campos. Estoy sobre un terreno distinto al de usted, eso es todo, aquí se impone el empleo de tácticas diferentes a las que utilizan los compañeros de Europa, hay que crear el elemento nuevo que hará tras de las reformas que hoy buscamos, la revolución social, hacia la cual van mis esfuerzos de hombre universal. Al contrario de Arquímedes, yo tengo el punto, me falta la palanca, que está en manos del enemigo: o la arrebato o me despedazan. Voy hacia la anarquía práctica, tratando de no cometer el error de muchos dogmáticos que se colocan fuera de la masa y quieren dar la efectividad del acero a un instrumento de blanda madera.

No creo que su regreso le favoreciera. Si alguna vez regresa Ud., que no sea para entregarse, sino para combatir. Entretanto, pienso como usted, ahí están Malatesta, Kropotkin, Tarrida del Mármol y otros revolucionarios de gran prestigio que pueden ayudar mucho. Empero, si tiene usted algún otro proyecto en que pueda servir mi cooperación, digame cuál es.

Salude afectuosamente a su apreciable compañera, dé un par de besos a su hijita, y acepte los buenos deseos que para todos tiene su amigo.

Práxedis G. Guerrero




Del 16 de junio de 1910.

Estimado amigo Manuel:

En mi carta anterior explico a usted la causa de mi silencio, por lo cual omito repeticiones en la materia. Tengo en proyecto un buen plan para libertar a X (*). En lo general hay muy poca fe en los abogados; mejor se quiere apresurar la justicia revolucionaria que pedirla en los tribunales de los tiranos.

Al mismo tiempo que empujo la organización, estoy trabajando en las minas de carbón para sacar algunos recursos. Esto me hace tener muy pocos ratos desocupados, o mejor dicho ninguno. Tengo que hacer mi correspondencia lo más breve posible, quiera o no quiera.

Va a llegar la fecha del segundo aniversario de la muerte de mi amigo y hermano Francisco: el 1° de julio. Las balas de la tiranía nos arrebataron prematuramente un compañero que hubiera sido un héroe inmenso.

Sí, se siente la nostalgia de la amistad, se siente la pesadumbre de la ausencia de aquellos que partieron con nosotros el pan de la idea y las fatigas del peregrinaje rudo. En la playa, o batiéndonos con el oleaje amenazante, siempre queda en la mente un hilo irrompible que nos ata al recuerdo.

Salud.

Práxedis G. Guerrero




Notas

(*) Se refiere a Juan Sarabia.




Del 4 de agosto de 1910.

Mi estimado amigo:

Dos o tres veces antes de ahora he tenido el propósito de contestar sus cartas más recientes, y aun las he principiado a leer de nuevo con ese fin, pero las exigencias de mi vida de vagabundo me imponen su tiranía.

Creo que usted convendrá conmigo en que la palabra es un medio excelente, cuya eficacia está bien reconocida, pero no se debe hacer de ella el arma crónica para derribar la tiranía. La frase revolucionaria cuando no la acompañan los hechos, o no la siguen, va adquiriendo insensiblemente la monotonía soporífica de los rezos cristianos.

Vimos buenas probabilidades de éxito y llamamos a la lucha a nuestros compañeros, fuimos con ellos; la traición y la cobardía nos cortó las alas al principiar el vuelo y caímos, para levantarnos de nuevo a continuar el combate, llamando a la muerte o a la victoria a los que quieran seguirnos, sean pocos o muchos.

En la próxima insurrección nuestro cuerpo, o el mío cuando menos, tendrá tanto blanco para los juanes del dictador, como el de cualquier otro de los compañeros.

En la actualidad, las persecuciones, la lucha con sus múltiples accidentes me han cambiado algo desde que usted me conoció. Ahora ni amo ni odio; la fuerza del sentimiento se ha ido a la conciencia. El ascua que chispeaba en la fragua, es hoy la herramienta que cumple friamente su misión.

Reciba recuerdos de su amigo.

Práxedis G. Guerrero




San Antonio, 16 de Agosto de 1910.

Querido Manuel:

Ya sabrá usted, que Díaz mandó fusilar a Maximiliano Ramirez Bonilla, Atilano Albertos y José Kankum, en Yucatán; son los rebeldes de Valladolid. Quedan allá algunos grupos que continuarán la resistencia en la sierra. En Saltillo acaban de fusilar a José Lugo, de los de Viesca; murió como vivió, bravo y altivo (*).

La lucha se hace cada día más intensa. Por mi parte, muy pronto abandonaré este suelo; iré a México y correré igual suerte que Lugo o realizaré mis propósitos. Nadie me manda y voy contra la opinión de algunos compañeros, que sin duda quieren verme morir de fastidio en este país embustero.

Dejo aquí los primeros grupos organizados de una Liga Internacional de Trabajadores que tendrá como campo de acción el continente y las islas de América.

Usted contribuyó a que dedicara mis energías todas a los trabajos de la causa, y los sucesos ocurridos después me colocaron en un lugar que habría desechado cien veces si las cosas hubieran marchado fácil y comodamente. De largo tiempo he sido enemigo de las tiranías, pero siempre he tenido una gran dosis de escepticismo en mi cerebro.

Para unirme a ustedes necesité un largo período de observación, hasta que comprendí su sinceridad, les ví más de cerca y supe que mi esfuerzo era necesario. Sin la visita de usted a Morenci, sin los sucesos subsecuentes: su plagio (**), la prisión de los compañeros en Los Angeles, y las dificultades que surgieron a continuación, mi insuficiencia no se hubiera visto obligada a un papel superior a ella.

Cuando iba a continuar esta carta llegaron con su notita del mes de julio y el retrato de ustedes. Este lo conservaré cuidadosamente, estimando mucho el obsequio.

En la prensa americana he visto lo que pasó en la Argentina (***). También he leído algo de ello en los periódicos libres de habla española. Mi comentario es seco, lacónico: ¡Brutos!

Saludos muy afectuosos para su estimable compañera, Anita y usted.

Práxedis G. Guerrero




Notas

(*) José Lugo fue, en efecto, fusilado el 3 de agosto de 1910, y no en 1908, como han asegurado algunos historiadores. (Martínez Núñez, Eugenio, La vida heroica de Práxedis G. Guerrero, pág. 192.

(**) El 30 de junio de 1907, Manuel Sarabia fue secuestrado en Douglas, Ariz., por agentes del servicio de espionaje. En la noche de ese día fue conducido a la frontera mexicana y entregado al ejército federal, siendo finalmente trasladado a la penitenciaría de Hermosillo, donde permanecería una semana, al cabo de la cual las autoridades mexicanas se vieron obligadas a devolverle la libertad, debido a la intensa campaña periodística que se realizó en Estados Unidos denunciando el secuestro.

(***) El 8 de mayo de 1910 la F.O.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina) anuncia en un mitin el emplazamiento a la huelga general para el 18 de mayo si el gobierno no acepta sus demandas (derogación de la ley de residencia y liberación de los presos políticos). El gobierno no cede y el 13 de mayo realiza un sin fin de detenciones implantando al día siguiente un estado de sitio. A raíz de esto, la burguesía patriotera, apoyada por las fuerzas gubernamentales, organizó manifestaciones antiobreras, saqueando y destruyendo los locales obreros, así como las imprentas de los diarios La Protesta y La Vanguardia.




C) Documento que acredita a Práxedis G. Guerrero como Delegado Especial; expedido por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano el 29 de Junio de 1907 (*).

Teniendo en cuenta el desinterés y el entusiasmo con que trabaja usted en pro de la causa de la revolución, y no dudando que, como hasta aquí, seguirá poniendo sus energías al servicio de tan noble causa, esta Junta ha tenido a bien conferirle el cargo de Delegado Especial para que active los trabajos del próximo levantamiento en México contra la dictadura de Porfirio Díaz.

En virtud de su cargo queda usted facultado para acoplar cuantos elementos sean necesarios, otorgando en nombre de la Junta los recibos correspondientes en los que especificará si las armas, municiones o dinero que usted consiga se han obtenido en calidad de préstamos o como donativos, para hacer su pago en el primer caso al triunfo de la revolución.




Notas

(*) Fechado en St. Louis, Mo., pero en realidad fue expedido en Los Angeles. Cal.

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