Índice de Memorias de Porfirio DíazCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LVII

Pinotepa y Jamiltepec

Del 26 de febrero al 12 de abril de 1866

Debilitada mi fuerza porque los surianos se habían dispersado en su mayor parte en los momentos de la sorpresa, y para no exponerme a un golpe de mano, pasé a acamparme a los bajos de Quetzala, con objeto de aprovechar para la caballada los buenos pastos que hay en aquel lugar y porque en la falta absoluta de recursos en que yo estaba, podía vivir allí de la pesca con mis soldados por espacio de una semana poco más o menos, en cuyo tiempo nos llegaron algunos recursos, enviados de La Providencia, por el General Álvarez, a quien referí lo ocurrido en Lo de Soto y me prometió enviarme nuevo refuerzo de infantería. Cuando lo recibí que sería como otros doscientos hombres, emprendí la marcha sobre el enemigo, sorprendiendo un destacamento de cuarenta o cincuenta soldados que tenía en Pinotepa.

La fuga de este destacamento desmoralizó mucho a las tropas de Ortega, que estaba en Jamiltepec a donde llegué pocas horas después de los muy pocos que pudieron huir de Pinotepa, cuando Ortega acababa de abandonar la población.

Lo perseguí, pero mi persecución no pudo ser muy larga bunque sí fructuosa, por la dispersión que le causé y por las armas y municiones que le quite. Precisamente por salvar mi pequeño botín y por tener de por medio el obstáculo del río, el cual había pasado ya el enemigo, no pude hacerle una persecución más tenaz.

A mi regreso a Jamiltepec, el 13 de abril de 1866, encontré 450 fusiles que había dejado Ortega escondidos en su salida precipitada, cuyas armas estaban todavía con el empaque de fábrica, y después recogí otras muchas que había puesto en manos de reclutas, que huyeron con ellos para sus pueblos; pero como Ortega había dejado sus papeles abandonados en su alojamiento, yo tuve en mis manos las listas del reparto de armas, y así pude reclamarlas a los que las tenían, lo cual me permitió adquirir cosa de quinientas, incluyendo las que quedaron abandonadas en el campo. Estas armas eran de sistema Enfield, mejores que las que el General Álvarez me había prestado, que eran lisas y viejas, y que le devolví entonces.

El siguiente parte oficial dirigido del Rancho del Zapote cerca de Putla, Estado de Oaxaca, al General Don Alejandro García, refiere algunos de los sucesos ocurridos en esos días.

Rancho del Zapote (1), abril 13 de 1866.

Tengo el gusto de comunicar a usted que a mi llegada a Jamiltepec, el enemigo fuerte de setecientos hombres, con dos piezas de artillería, habiendo tenido noticia anticipada de mi movimiento, abandonó la plaza. Inmediatamente dispuse la persecución de dicha fuerza, que hizo tenazmente el General Leyva, y aunque no fue posible darle alcance por la precipitación con que había, se le obligó a abandonar más de cuatrocientas armas de fuego, y bastantes pertrechos, de los que he recogido doscientos y tantos fusiles, parque de cañón, vestuario, etc., hasta ahora; y he dejado el encargo de recoger el resto al señor López Orozco, Prefecto de Jarniltepec.

(Parte dirigido al General Don Alejandro García, 2° en Jefe de la Línea de Oriente).




Notas

(1) Este parte fue comunicado oficialmente por nuestro Ministro en Washington en nota de 10 de junio de 1866 al Gobierno de los Estados Unidos en América y transmitido por el Presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de aquel país, en su mensaje de 29 de enero de 1867, y publicado por acuerdo de la misma Cámara. (Documento del Ejecutivo núm. 76. Segundo período de sesiones en la Cámara de Diputados del Congreso 39°, pag. 287). Correspondencia de la Legación Mexicana en Washington durante la intervención extranjera. 1860-1867. Vol. VII, pág. 620.

Índice de Memorias de Porfirio DíazCapítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha