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4. El encuentro en la Ciudad Santa.

Para mediados de mayo, Luis VII llegó a Jerusalén. Los gobernantes de la Ciudad Santa convocaron a reunión al Tribunal Supremo, invitando a los soberanos de Alemania y Francia. La asamblea tuvo lugar en la ciudad de Acre el 24 de junio de 1148, con la asistencia de los Grandes Maestres del Temple y el Hospital. El acuerdo tomado en esa reunión fue el de atacar la ciudad de Damasco. Así, según el Tribunal Supremo, los enemigos a vencer no eran las huestes encabezadas por Nur ed-Din, sino los buridas de Damasco. Tal decisión fue por completo desacertada, puesto que se ponía en riesgo a los Estados latinos. Si la campaña contra Damasco fracasaba, los ejércitos de la cruz convertirían a sus antiguos aliados en sus enemigos. En sí, los buridas tenían tanto o más temor por Nur ed-Din que por los mismos cruzados, lo que de hecho generaba el que se aliaran con los jefes de la cruz. Existía también el peligro de que cruzados y buridas se debilitaran en su lucha, dejando a su común enemigo, Nur ed-Din con su poderío intacto.

Pero la decisión de atacar Damasco fue tomada sin la menor consideración táctica militar, siendo el Tribunal Supremo el responsable de aquél desatino y no los recién arribados soberanos europeos, para quienes el desconocimiento de la situación geopolítica reinante en Medio Oriente les hacía ver como iguales a todos los musulmanes de la región. Conrado III y Luis VII no notaban diferencia alguna entre fatimitas, ortoquidas, danishmends, seldyucidas o buridas. La responsabilidad de aquella decisión recayó única y exclusivamente en el Tribunal Supremo del Reino de Jerusalén y los Grandes Maestres de las órdenes monásticas militares.


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