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3.1. La expedición de Enrique Glanville, Condestable de Suffolk.

Las constantes prédicas de Bernardo en favor de la organización de la expedición de la cruz, llegó a sensibilizar a un número importante de flamencos, frisios e ingleses, que tomaron la iniciativa de fletar varias embarcaciones para dirigirse, bajo el mando de Enrique Glanville, rumbo a Tierra Santa.

La expedición partió en la primavera de 1147 de Inglaterra, pero el mal tiempo obligó en el mes de julio, a que se refugiara en la costa portuguesa junto a la desembocadura del río Duero. En ese lugar, los expedicionarios entraron en contacto con representantes del Conde de Portugal, Alfonso Enrique, quien en un pasado cercano había proclamado la independencia de su territorio del dominio musulmán, y para ese entonces se encontraba tramitando ante la Sede Apostólica su reconocimiento como Rey de Portugal.

Al arribo de la expedición inglesa a territorio portugués, las fuerzas cristianas portuguesas se preparaban para atacar a la capital islámica de Lisboa. El Conde de Portugal pidió a los expedicionarios su ayuda para reforzar el sitio, a lo que accedieron puntualizando que una vez tomada la ciudad, ellos continuarían su viaje con rumbo a Jerusalén.

La toma de Lisboa tardó casi cuatro meses, pues no sería sino hasta octubre que capitularía ante el Conde de Portugal. En ese lapso de tiempo, muchos de los expedicionarios se aclimataron a esas tierras, y otros murieron en los combates. Una vez conquistada Lisboa, el número de cruzados dispuestos a continuar el viaje decreció, ya que varios de ellos prefirieron quedarse a colonizar tierras portuguesas obsequiadas por el Conde Alfonso Enrique.


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