Índice de Ocho mil kilómetros en campaña de Álvaro ObregónCAPÍTULO VIII -Cuarta parteEPÍLOGO de Álvaro ObregónBiblioteca Virtual Antorcha

Ocho mil kilómetros en campaña

Álvaro Obregón

CAPÍTULO OCTAVO

Quinta parte


INFORME COMPLEMENTARIO.
TRATADOS CON YAQUIS REBELDES.
RENDICIÓN DE CIUDAD JUÁREZ

Consumada la derrota y dispersión de la columna reaccionaria al mando de José Rodríguez, en Fronteras, Son., y dejando órdenes al general Calles para que reconcentrara en Agua Prieta todas las fuerzas, una vez que terminara la persecución efectiva de los grupos dispersos de la columna derrotada, el día 11 de diciembre emprendí mi regreso a Nogales, para dirigirme de allí al Sur, a efecto de conferenciar con los delegados de las tribus rebeldes del Yaqui, que ya habían iniciado negociaciones con el general Diéguez para someterse a la autoridad del Gobierno Constitucionalista, y esperaban tener una conferencia conmigo, a fin de ultimar los convenios del caso.

A Nogales me incorporé el mismo día 11, permaneciendo allí hasta el día 13, fecha en que continué mi viaje al Sur, pernoctando esa noche en Magdalena, y de allí salí a primeras horas del día 14, llegando a Hermosillo el mismo día, a las 2 p.m.

En Hermosillo permanecí hasta el día 17, y en este tiempo el general Diéguez me hizo conocer las pretensiones de los yaquis rebeldes, las que, desde luego, me parecieron inadmisibles, pues entrañaban la exigencia de un absoluto dominio por parte de ellos en la región que comprende los pueblos de que fueron despojados, con la intransigente condición de eliminar, en sus dominios, a todo elemento extraño a su raza y a sus atavismos. Acceder a ello hubiera significado una retrógrada complacencia, que desvirtuaría las tendencias de la Revolución, trocándolas de bienhechoras en malsanas, si, equivocadamente, a título de una justa reparación debida a las tribus del Yaqui, se sancionaba, en aquella forma, la perpetuación de la barbarie entre ellas y se le extendía dominio aún donde la civilización lo había ya implantado. Sin embargo, animado de los mejores deseos de llegar a un convenio satisfactorio con las tribus rebeldes, intenté la conferencia final con sus delegados, citando Cruz de Piedra o Empalme como lugar para celebrarla.

El día 17 continué mi viaje de Hermosillo a Guaymas, con objeto de esperar allí el regreso de los emisarios que había mandado ante los jefes de los pueblos del Yaqui, indicándoles estar yo en disposición de olr sus demandas y dlscutlrlas, para resolverlas en nombre del Gobierno Constitucionalista, conforme fueran de aceptarse o rechazarse.

Durante mi permanencia en Guaymas, lo más importante a que tuvo que atender mi Cuartel General estaba relacionado con la situación de Chihuahua, pues había indicaciones de que el resto del ejército de Villa en aquel Estado deseaba su rendición, y en este sentido recibí las comunicaciones que en seguida inserto, juntamente con mis respuestas:

Del general J. Terrazas, jefe de la guarnición de Ciudad Juárez, dirigida a mí, y entregada en Agua Prieta al C. general Plutarco Elías Calles, el 15 de diciembre, por el coronel Rafael G. Manínez, de las fuerzas reaccionarias:


Tengo el honor de dirigir a usted la presente nota, la cual será entregada por el coronel Rafael G. Martínez, para hacerle saber, con el debido respeto, lo siguiente:

Considerando la situación y la miseria triste por que atraviesa nuestra madre patria, e inspirado, como uno de los últimos hijos del pueblo mexicano, sólo deseo evitar que se siga derramando sangre hermana, la cual comprendo que se pierde inútilmente, por lo que no quiero exponer más soldados, ni combatir contra mis hermanos y debilitar más al país.

Por lo tanto, he resuelto ponerme a sus respetables órdenes, si usted cree que son útiles mis servicios, y la gente que es a mi mando, como lleva instrucciones hé manifestado el coronel Rafael G. Manínez, quien deseo dé a usted, verbalmente, explicaciones.


Mi contestación al general Terrazas, enviada por conducto del general Calles, fue como sigue:


Con satisfacción quedo enterado de que usted, voluntariamente, se pone a las órdenes de este Cuartel General, con la fuerza a su mando, reconociendo la inutilidad de seguir sacrificando vidas, y la necesidad de apoyar al Gobierno constituido.

Sírvase usted tomar posesión de esa plaza, declarando públicamente que lo hace obedeciendo órdenes mías, como Jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste, y reconociendo al C. Venustiano Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucíonalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, y que no obedecerá más órdenes que las que emanen de su Gobierno.

Inmediatamente que usted cumpla con estas instrucciones, se servirá comunicármelo, para ordenar la movilización de fuerzas a esa ciudad fronteriza, con objeto de reforzar la guarnición y evitar que el bandolero Villa, con los despojos de su ejército, pretenda ejercer sobre ustedes las venganzas que tanto acostumbra.


Telegrama del general villista Fidel Ávila, fechado en Chihuahua, el 16 de diciembre, y dirigido a mí:


He hablado con el general don Francisco Villa detenidamente, considerando, con toda atención, el solemne momento histórico en que se ha colocado nuestro país. Abrigo creencia que el general Villa se retirará, completamente, del mando supremo del Ejército Convencionista. Es sobre asunto tan importante, que entraña el porvenir de nuestro México, que deseo celebremos una conferencia.

Espero pronta respuesta, y asegúrole mi atenta consideración.


Mi respuesta, con igual fecha 16 de diciembre, fue:


El porvenir de nuestro México está escrito en la espalda del bandolero Villa. Ninguna significación tiene, en estos momentos, la retirada de él, pues nosotros lo retiraremos. Si jefes y oficiales están dispuestos a rendirse incondicionalmente, aceptaré su rendición. Villa está fuera de la ley.


El día 20 recibí el siguiente mensaje de nuestro cónsul en El Paso, Tex., C. Andres G. García:


Acabo decir Primer Jefe, lo siguiente: Acaba extenderse acta, mediante la cual, generales Banda y Limón, coronel Eduardo Andalón y teniente coronel Flaviano Paliza, propia representación y de generales Fidel Ávila y Joaquín Terrazas y de otros jefes y tropas, 4,000 hombres reconocen Gobierno Constitucionalista, entregando plazas Ciudad Juárez, Guadalupe, San Ignacio y Villa Ahumada. Gestionan rendición Casas Grandes y fuerzas diseminadas allí. Gobierno Constitucionalista garantiza amnistía y vidas a militares y civiles, excluyéndose en este acto Francisco e Hipólito Villa. Llamados ministros villistas amnistiados, creen poder entregar breves días guarnición Chihuahua, que les es adicta, y 85 locomotoras y 2,000 carros, y procuran conservacion vía. Ruégole órdenes situarme fondos pago tropas e instrucciones estime convenientes. Felicítolo definitivo triunfo Supremo Gobierno Constitucionalista.


Por la noche, en que tuve informes de que los yaquis rebeldes habían nuevamente atacado a una de las guarniciones nuestras sobre la vía del ferrocarril al sur de Guaymas, decidí abandonar en lo absoluto toda actitud conciliatoria hacia los rebeldes, en vista de que éstos demostraron estar poco dispuestos a entrar en convenios razonables, y sólo aprovecharon las concesiones que les habíamos hecho, permitiéndoles acampar en Torin y otros puntos del sur del Estado, comprendidos en el valle del Yaquí, para cometer fácilmente sus acostumbradas depredaciones, quizás juzgando debilidad por parte nuestra, lo que solamente era un sincero deseo de reparar las injusticias y expoliaciones de que habían sido ellos víctimas en épocas pasadas, por parte de los gobiernos dictatoriales.

En tal virtud, di instrucciones al general Diéguez para que, desde luego, abriera una enérgica campaña contra los rebeldes, para hacerlos sentir la fuerza de nuestro Gobierno, en cuya forma, muy palmariamente les demostraríamos la bondad de las intenciones de que estábamos animados cuando de una manera pacífica los habíamos invitado a deponer su actitud hostil, para que participaran de los beneficios que la Revolución, a costa de tanta sangre, y de tantos sacrificios, habla conquistado para todos los oprimidos.

Dadas esas instrucciones al general Diéguez, emprendí mi marcha de Guaymas a Hermosillo el mismo día 20, llegando a Hermosillo a las 11 a. m., del día 21, donde recibí mensaje de usted, en que me confirmaba la noticia de la rendición de Ciudad Juárez y otras plazas del norte de Chihuahua, ordenándome salir inmediatamente a El Paso, con objeto de arreglar definitivamente aquel asunto; y en acatamiento a sus superiores órdenes, preparé desde luego mi salida a El Paso por la vía de Nogales, ampliando al general Diéguez mis instrucciones para la campaña que le había encomendado, en oficio que a continuación inserto:


Habiendo recibido orden urgente del C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, para salir a El Paso, Tex., con objeto de ultimar la rendición de las fuerzas villistas que operan en el Estado de Chihuahua, he tenido a bien dejar sin efecto el permiso que había concedido a usted este Cuartel General para ir a Guadalajara, mientras que llega el jefe que este propio Cuartel General nombre para que definitiva y exclusivamente se haga cargo de la campaña del Yaqui. Mientras tanto, se servirá usted proceder a la movilización de fuerzas, que desde fuego deben tomar la ofensiva contra esa tribu rebelde, disponiendo, para el efecto, de las siguientes tropas: Fuerzas de la 2a. División del Noroeste, que actualmente se encuentran en este Estado; 1a. División de Caballería del Noroeste, que comanda el C. general Enrique Estrada; Brigada Sinaloa, que comanda el C. general Angel Flores; milicias del Estado, que comanda el C. coronel J. J. Duarte; Infantería de Sonora, que comanda el C. general Lino Morales; Infanterías de la 1a. División del Noroeste, que comandan los CC. generales Francisco R. Manzo, Miguel V. Laveaga y Eugenio Martínez; 1a. Brigada de Infantería de la 6a. División del Noroeste, al mando del C. general Miguel M. Acosta; Brigada Hernández, comandada por el C. general Luis M. Hernández, así como las fuerzas de Sonora, que se han rendido al Gobierno Constitucionalista en este Estado.

Las demas fuerzas que actualmente se encuentran en este Estado, quedan a las órdenes del C. general de brigada Plutarco Elías Calles, jefe de la 4a. División del Cuerpo de Ejército del Noroeste, quien dependerá directamente de este Cuartel General.

Para atenciones de esa campaña que usted iniciará, quedan con instrucciones de atender las órdenes de usted, por los elementos que necesite, las siguientes dependencias de este Cuartel General: Depósitos generales de municiones, vestuario y equipo, en Hermosillo, a cargo del C. teniente coronel de Estado Mayor, Eduardo C. García; proveeduría general, en Nogales, a cargo del C. Ignacio C. Corella; agencia especial financiera, en Nogales, Ariz., a cargo del C. Baldomero A. Almada, quien actualmente funge como cónsul interino constitucionalista en aquel lugar; superintendencia de trenes militares del Cuerpo de Ejército del Noroeste, a cargo del C. coronel J. L. Gutiérrez, quien es el conducto para ordenar todo lo relativo a movimiento de trenes, estando acreditado con tal carácter ante la superintendencia del ferrocarril.

Lo comunico a usted para su conocimiento y fines, reiterándole las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

Constitución y Reformas.
Cuartel General en Hermosillo, Son., a 21 de diciembre de 1915.
El General en Jefe.
Alvaro Obregón.

Al C. general de división Manuel M. Diéguez, Jefe de Operaciones en el Noroeste.


El coronel J. M. Garza, con parte de los oficiales de mi Estado Mayor, quedaban en Hermosillo como representantes de mi Cuartel General, con instrucciones de hacer a Empalme la movilización de las fuerzas que se encontraban en Agua Prieta, y que deberían ponerse a las órdenes del general Diéguez para la campaña del Yaqui, así como para atender a las necesidades de las mismas fuerzas y activar la ejecución de las órdenes que yo dictara, por su conducto, para la movilización de otras fuerzas hacia Chihuahua, si era necesario.

De Hermosillo, salí al Norte, a la 1 p. m. del día 21, y habiendo hecho oportuna conexión con el tren que de Nogales salía esa noche para El Paso, continué mi viaje, llegando a aquella ciudad el día 22.

Inmediatamente procedí a nombrar comisiones para recibir los distintos ramos de la administración en la ciudad rendida, comisionando al C. mayor de mi Estado Mayor, J. M. Carpio, para que hiciera el licenciamiento de la guarnición ex-villista, gratificando a cada uno de los soldados, oficiales y jefes con una cantidad suficiente para sus gastos de viaje a sus hogares, después de entregar cada uno sus armas y pertrechos.

A efecto de hacer el relevo de la guarnición de Ciudad Juárez con fuerzas nuestras, ordené al coronel Garza que hiciera embarcar en Hermosillo, con destino a Juárez, cruzando por territorio norteamericano, la brigada del C. general Gabriel Gavira, con efectivo aproximado de 1,900 plazas, y el embarco se efectuó el día 24, llegando estas fuerzas a Ciudad Juárez el día 27.

Antes de que llegara el general Gavira, y en previsión de que tardara su arribo, como se hacía necesaria la presencia de fuerzas nuestras en Ciudad Juárez, para el mejor éxito del licenciamiento de los ex-villistas, y para normalizar la situación en aquella plaza, me dirigí al general Jacinto B. Treviño, que ya había ocupado la ciudad de Chihuahua, con su división, pidiéndole que destacara a Ciudad Juárez uno de sus jefes, con algunas tropas; y en cumplimiento de mis instrucciones, el general Treviño hizo marchar a Ciudad Juárez al general Gustavo Elizondo, con una brigada, habiéndose incorporado este jefe el día 25.

Al llegar el general Gavira a Ciudad Juárez, relevó al general Elizondo, asumiendo, por disposición mía, la Comandancia Militar de la Plaza, y continuando el licenciamiento de las tropas ex-villistas, que habían estado de guarnición en Juárez, y de las que se presentaban procedentes de otras plazas del norte de Chihuahua, a rendir sus armas y recibir pasajes y auxilio pecuniario para regresar a sus hogares.

Para el día 19 de enero de 1916 estaba ya restablecida la comunicación ferrocarrilera entre Ciudad Juárez y Chihuahua, y en esta fecha emprendí por esa vía la marcha hacia el Sur, hasta incorporarme a usted en Querétaro.

El licenciamiento de las fuerzas ex-villistas continuó en los meses de enero y febrero, y al finalizar, el general Gavira rindióme un informe circunstanciado, relativo, del que tomo los siguientes datos, que muestran el número de ex-villistas licenciados, pertrechos recogidos y cantidades invertidas:


RESUMEN GENERAL

de los villistas ammistiados y licenciados en esta plaza por disposición del C. general Álvaro Obregón, Jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste


20 Generales a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 1 000.00 dólares, o sean, $2 000.00 pesos en billetes constitucionalistas.
84 Coroneles a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 2 300.00 dólares o sean $6 640.00 pesos en billetes constitucionalistas.
142 Tenientes Coroneles a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 3 920.00 dólares o sean $11 040.00 pesos en billetes constitucionalistas.
349 Mayores a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 9 090.00 dólares o sean $27 270.00 pesos en billetes constitucionalistas.
480 Capitannes primeros a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 8 650.00 dólares o sean 23 080.00 pesos en billetes constitucionalistas.
368 Capitanes segundos a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 6 220.00 dólares o sean $17 140.00 pesos en billetes constitucionalistas.
573 Tenientes a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 9 420.00 dólares o sean $27 070.00 pesos en billetes constitucionalistas.
636 Subtenientes a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 10 680.00 dólares o sean $29 840.00 pesos en billetes constitucionalistas.
683 Sargentos primeros a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 5 710.00 dólares o sean $12 800.00 pesos en billetes constitucionalistas.
650 Sargentos segundos a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 5 600.00 dólares o sean $12 220 pesos en billetes constitucionalistas.
656 Cabos a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 4 920.00 dólares o sean $12 600.00 pesos en billetes consitucionalistas.
2 998 Soldados a quienes se les entregaron para el regreso a sus hogares 24 550 dólares o sean $54 740.00 pesos en billetes constitucionalistas.

SUMAS TOTALES= 7 639 efectivos amnistiados, 92 120.00 dólares entregados. Equivalencia de $236 440.00 pesos en billetes constitucionalistas.


RELACIÓN

del armamento, parque y otros objetos recogidos a los villistas indultados en esta plaza.

5 Cañones en buen estado.
9 Cañones inutilizados con dinamita.
8580 Proyectiles para cañón.
6 Morteros, con sus cofres.
17 Ametralladoras, con sus cofres.
5631 Rifles.
1124 Caballos.
1581 Monturas.
3200 Cananas.
3 Aeroplanos.

Gran cantidad, a granel, de cartuchos para fusil, dos lotes de útiles del servicio sanitario, y un lote de instrumentos de música.

Entre los villistas amnistiados y licenciados en Ciudad Juárez, se encontraban los restos de la Columna José Rodríguez, que fue destrozada por Calles y Flores en San Joaquín y Estación Cima, en el Estado de Sonora, los cuales, después de una penosísima travesía, en huida por la Sierra Madre, habían llegado a Casas Grandes y de allí, al tener noticia del licenciamiento que se estaba llevando a cabo en Ciudad Juárez, mandaron ofrecer su rendición en iguales condiciones, la que les fue aceptada, ordenándoles reconcentrarse en aquella plaza para su licenciamiento.

Protesto a usted las seguridades de mi respetuosa subordinación y particular aprecio.

Constitución y Reformas.
Querétaro, Qro., marzo 10 de 1916.
El General en Jefe.
Álvaro Obregón.

Al C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación.


Para el buen éxito alcanzado en el licenciamiento de las tropas villistas, cooperó de una manera eficaz y diligente el cónsul constitucionalista en El Paso, Tex., señor. Andrés G. García, quien no solamente en esta ocasión, sino durante toda la campaña contra la reacción, desarrolló con verdadero acierto una labor de energía y patriotismo, teniendo que enfrentarse con todos los peligros con que la reacción amaga siempre a los hombres que saben cumplir con su deber dentro de la revolución.

Pocos días después, llegué a Querétaro, y al cabo de una corta permanencia allí, salí acompañando al Primer Jefe a una jira por los Estados de Guanajuato, Jalisco y Colima, que se prolongó algunas semanas.

En esta jira, como en la que el Primer Jefe hizo por la frontera Norte de la República, fue objeto de grandiosas manifestaciones de simpatía por parte de las clases populares, que revelaron el espíritu liberal de las mayorías en nuestro pueblo.

En Celaya, que fue donde se desarrollaron los combates más sangrientos en la lucha contra los infidentes, mandados por Villa, el entusiasmo fue mayor.

En el puerto de Manzanillo me separé del Primer Jefe para embarcarme con destino a Mazatlán, y de allí seguir a Hermosillo a celebrar mi matrimonio, acto que tenía aplazado desde que me lancé a la Revolución para combatir contra el usurpador Huerta.

Efectuado mi enlace en Hermosillo, salí por la vía de Nogales y El Paso, a incorporarme en Irapuato al Primer Jefe.

De El Paso, continué mi viaje por Chihuahua, hasta incorporarme al Primer Jefe en Irapuato, el día 11 de marzo.

En seguida marchamos a Querétaro, y en esta ciudad, tomando en consideración que había terminado por completo la campaña, el Primer Jefe acordó desintegrar el Cuerpo de Ejército del Noroeste, que había estado a mis órdenes, debiendo, en lo sucesivo, depender directamente de la Secretaría de Guerra las distintas divisiones que lo formaban.

A continuación, y precisamente al surgir las dificultades con el Gobierno de los Estados Unidos, con motivo del asalto hecho por Villa sobre la población norteamericana de Columbus, el C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, me expidió nombramiento de Secretario de Guerra y Marina en su Gabinete, puesto del que tomé posesión en la ciudad de Querétaco el día 13 de marzo de 1916.


OPERACIONES DE LA COLUMNA EXPEDICIONARIA DE SINALOA, EN EL SUR DE SONORA

La Columna Expedicionaria de Sinaloa, que al mando del C. general Ángel Flores destacó el general Iturbe hacia el sur de Sonora, a principios del mes de enero de 1915, desarrolló operaciones de grande valimiento, que merecen relatarse, aunque sea a grandes rasgos:

Las fuerzas al mando del general Flores emprendieron su avance hacia el sur de Sonora, a principios de enero de 1915, partiendo de San Blas, Sin., y en su marcha tuvieron que librar un reñido combate en Estación Masiaca, en el que derrotaron a los reaccionarios que trataban de contener su avance, haciéndoles 23 muertos. Después de una permanencia de seis días en aquel lugar, las fuerzas continuaron su avance, habiendo llegado a Navojoa, Río Mayo, Son., el 24 del mismo mes de enero, y en aquella plaza se estableció el centro de operaciones de la Columna Expedicionaria, dominando toda la región que comprende la margen izquierda del Mayo y una parte de la margen derecha, hacia el noroeste de la plaza.

Los últimos días de enero y primeros de febrero transcurrieron en relativa calma para las fuerzas del general Flores; pero el día 15 del citado mes de febrero, los reaccionarios comenzaron a hostilizarlas, acercándose a la plaza por el rumbo de la hacienda de Rosales, situada a la distancia de 3 kilómetros en la otra banda del Mayo. Con ese motivo, se libró aquel día el primer combate en los alrededores de Navojoa, entre los maytorenistas, en número aproximado de 800, y los nuestros, en número de 450, combate que fue sumamente reñido y que al fin se resolvió en victoria para los nuestros, que desalojaroh de sus posiciones al enemigo, haciéndole 27 muertos.

Por parte de los nuestros se registraron también algunas bajas, incluyéndose entre los muertos al mayor Candelario Ortiz, jefe del regimiento de artillería, y al teniente José López.

Una fracción de la Columna Expedicionaria, al mando del teniente coronel Benjamín Chaparro, había sido situada en Huatabampo.

Esa plaza fue atacada por sorpresa, a mediados del mes de marzo, por una partida de indios mayos, capitaneada por Ignacio Otero, habiendo perecido la mayor parte de los nuestros, inclusive el teniente coronel Chaparro, después de una desesperada defensa en su propio cuartel.

El enemigo, posesionado de la población, se entregó a los más criminales atentados, asesinando villanamente a muchos de los habitantes pacíficos y destruyendo sus bienes.

A mediados del mes de abril principió el asedio de los maytorenistas a la plaza de Navojoa, a la que poco después pusieron un verdadero sitio, aislándola completamente de todo contacto o comunicación con otras plazas y haciendo continuados asaltos sobre las posiciones de nuestras fuerzas, que valientemente defendían la plaza. El sitio se prolongó por espacio de más de dos meses, y en ese tiempo, el enemigo, que se esforzaba por capturar Navojoa, llegó a cargar sobre el general Flores en una proporción mayor de tres contra uno, habiendo fracasado siempre en todos sus intentos, y siendo finalmente destrozado, cuando el general Flores tomó la ofensiva.

Los principales jefes reaccionarios que mantuvieron el sitio de Navojoa, fueron: Ramón V. Sosa, Jesús Trujillo, Felipe Riveros, Francisco Urbalejo, Macario Gaxiola y Juan Antonio García.

Cuando los maytorenistas, escarmentados por los descalabros que en cada uno de sus asaltos les infligieron las fuerzas del general Flores en Navojoa, se replegaron hasta Estación Esperanza, a mediados de junio, el general Flores ensanchó sus dominios, ocupando con sus fuerzas las plazas de Alamos y Huatabampo, y más tarde, cuando por el puerto de Yabaros recibió una remesa de cartuchos y equipo, preparó su ofensiva al Norte, de acuerdo con el general Diéguez, que estaba en Mazatlán preparando las operaciones que se le habían encomendado sobre Sonora.

El general Flores emprendió su avance de Navojoa al Norte, el 23 de septiembre y en la misma fecha, la vanguardia de su columna, al mando del coronel Roberto Cruz, puso sitio y atacó Estación Fundición, capturando a la guarnición enemiga que allí había, en número de 75 hombres. De allí se prosiguió la marcha hasta Estación Esperanza, y más tarde a Torín, plaza que fue atacada y capturada por el coronel Roberto Cruz, haciendo al enemigo muchos prisioneros.

La columna, después de permanecer algunos días en Torin, continuó la marcha al Norte, reconstruyendo la vía del ferrocarril, hasta quedar acampada en Empalme, lugar donde se incorporó a las fuerzas del general Diéguez, que para entonces ya había capturado el puerto de Guaymas.

La conjunción de la Columna Expedicionaria de Sinaloa y la División Expedicionaria del general Diéguez tuvo lugar en la tercera decena de octubre, y desde entonces las fuerzas del general Flores quedaron incorporadas a la referida División Expedicionaria, habiendo tenido muy importante participación en las subsecuentes operaciones llevadas a cabo por el general Diéguez en el centro de Sonora, concurriendo a la ocupación de Hermosillo y a las batallas libradas en Alamito, Zamora y Hermosillo contra las fuerzas reaccionarias mandadas por Francisco Villa, después de la derrota que éstas sufrieron en su asalto sobre Agua Prieta.

Entre las operaciones de la Columna Expedicionaria de Sinaloa, resalta como de mayor trascendencia la defensa de Navojoa, pues su heroica y abnegada resistencia en aquella plaza fue la infranqueable barrera que tuvieron los infidentes de Sonora, capitaneados por José María Maytorena, que les impidió extender sus dominios al Sur, invadiendo el Estado de Sinaloa. y el mérito de esa defensa se acrecienta si se considera que aquellas bravas fuerzas estUvieron siendo atacadas por un enemigo tenaz, decidido y en número abrumador, con elementos que los nuestros estaban muy lejos de igualar; que el aislamiento de nuestras tropas en aquella plaza era completo, sin tener comunicación con ninguna otra plaza, ni con ningún otro núcleo de fuerzas constitucionalistas; sin recibir provisiones de boca o de guerra, ni refuerzos, ni noticias de lo que pasaba en el resto del país, obligadas a estar atenidas exclusivamente a los escasos recursos que podían allegarse en la plaza sitiada.

Entre los hechos militares que mayor realce dieron a las armas constitucionalistas, en la región del sur de Sonora y en la época del sitio de Navojoa, debe citarse la defensa de la ciudad de Álamos, Son., el día 12 de mayo de 1915, en que un grupo de vecinos de aquella ciudad, en número menor de 50, al sentirse el avance de una columna enemiga, cuyo número pasaba de 500 hombres, voluntariamente se presentaron al cuartel, aprestándose a la defensa de dicha ciudad.

El combate fue desigual, desesperado y rudo: el enemigo, en número abrumador, cargaba sobre el cuartel, donde se defendía aquel grupo de valientes; éstos fueron siendo diezmados, muriendo unos, cayendo heridos otros, hasta que, por fin, el agotamiento de cartuchos y la asfixia que entre ellos comenzaba a producir el humo denrro del cuartel, los incapacitó para prolongar aquel sacrificio inútil. Entonces el mayor Félix Mendoza, que era el jefe de aquel puñado de hombres, les aconsejó que se rindieran, y él, disparándose su arma, se privó de la vida. Su asistente, al ver aquel gesto de heroísmo de su jefe, cogió el arma de éste, y siguiendo su ejemplo, con ella se dio muerte también. Así terminó aquella defensa, que debe llenar de orgullo a los hijos de la ciudad de Alamos, donde siempre se ha sabido rendir culto a la moralidad y al honor.

Los muertos en aquella heroica defensa fueron los siguientes:

Presidente Municipal, Carlos Salazar;
Severiano J. Gámez,
Pedro Vázquez,
Antonio Avila,
Rosario Barriga,
y otros, cuyos nombres no recuerdo.

Los heridos fueron:

José Ruiz,
Miguel Gutiérrez,
Manuel Tirado,
Francisco Rivas,
Gumersindo Esquerr,
M. Quiñones,
Ernesto Salazar,
y otras personas, cuyos nombres no conservo en la memoria.

Los principales colaboradores del general Flores en esa meritoria campaña, fueron:

general Manuel Mezta,
coroneles Roberto Cruz,
Manuel Salazar,
Herculano de la Rocha, y,
Arnulfo R. Gómez;
tenientes coroneles José L. Galaz,
Anatolio B. Ortega,
José Aguilar,
Guillermo Nelson,
Mateo de la Rocha,
Pablo Macías,
Leonides García, y,
Benjamín Chaparro;
mayores Candelario Ortiz,
Plácido G. Moreno,
Félix Mendoza,
Joáquín Galindo,
Pedro Figueroa,
Braulio R. Caldera,
José A. Velasco,
Rafael Buelna,
J. Camou,
Vidal Pérez,
Rafael Guirado, y,
Crisóforo Vázquez.

Las bajas más sensibles sufridas en la columna, fueron:

teniente coronel Leonides García,
teniente coronel Benjamín Chaparro,
mayor Candelario Ortiz,
mayor Plácido G. Moreno,
mayor Félix Mendoza, y,
mayor Joaquín Galindo; todos muertos.

Las bajas del enemigo, en los diferentes combates librados con las fuerzas del general Flores, hasta la fecha en que éstas se incorporaron al general Diéguez en Empalme, las estima el propio general Flores en cerca de 1,500.


OPERACIONES DE LA PRIMERA DIVISIÓN DE CABALLERÍA DEL NOROESTE

La 1a. División de Caballería del Noroeste, al mando del C. general Enrique Estrada, que formaba parte de las fuerzas puestas a las órdenes del general M. M. Diéguez para la campaña en los Estados de Sonora y Sinaloa y el Territorio de Tepic, por disposición del propio general Diéguez emprendió su marcha del Estado de Jalisco a principios del mes de agosto de 1915, haciendo sus jornadas pie a tierra y llevando como objetivo internarse en el sur de Sonora, para cooperar en la campaña que por el centro de aquel Estado emprendería el general Diéguez, con las fuerzas que llevaría directamente a sus órdenes por la vía marítima de Manzanillo-Mazadán-Guaymas.

La marcha de las fuerzas del general Estrada, desde Jalisco hasta Sonora, por tierra, atravesando la Sierra Madre Occidental, constituye por si sola un hecho meritorio, que habla muy alto en pro del valer y abnegación de nuestras tropas, máxime si se toma en cuenta, aparte de las incontables penalidades de esa atrevida marcha, la circunstancia de que el territorio en que se internaron estas tropas estaba entonces, por lo que toca a Tepic y una parte del sur de Sinaloa, dominado. por fuerzas enemigas, que comandaba el infidente Buelna, con las cuales las del general Estrada tUvieron que combatir varias veces para abrirse paso al Norte.

Los combates y tiroteos sostenidos con el enemigo en la marcha hasta el centro de Sinaloa, tUvieron lugar sucesivamente en la Cuesta de Ingenieros, en San Andrés, en Paso de Parras, Marquesado, Ceboruco, Tetitlán y Quimichis, dando por resultado la completa derrota y dispersión de los reaccionarios de Buelna, quienes abandonaron la zona que ocupaban, dirigiéndose la mayor parte de ellos hacia Durango.

Cuando la división de caballería del general Estrada había llegado ya al centro de Sinaloa, se tuvieron noticias de que marchaba a invadir el norte de aquel Estado una columna reaccionaria, destacada de Chihuahua, y con este motivo la división se preparó a contrarrestar aquella invasión, ordenando el general Estrada que se sitUara en El Fuerte, Sin., la brigada al mando del general Jesús Madrigal, reforzada con el 4° Batallón de Sinaloa y algunas otras tropas de Sinaloa, pertenecientes a la brigada del general Mateo Muñoz, a fin de hacer la defensa de aquella plaza, que parecía ser el objetivo inmediato de los reaccionarios procedentes de Chihuahua, para unirse con las chusmas vandálicas del indio Bachomo, y las cuales merodeaban por aquella región.

En efecto, el 5 de noviembre el enemigo atacó la plaza de El Fuerte, dando vigorosos asaltos sobre las posiciones ocupadas de antemano por las fuerzas del general Madrigal, por espacio de tres horas, al cabo de las cuales fue rechazado con fuertes pérdidas, permaneciendo nuestras tropas en sus posiciones de defensa.

El enemigo se retiró solamente a corta distancia de la plaza, y por la noche, ya reorganizado, emprendió cuatro nuevos asaltos sobre El Fuerte, siendo en todos ellos rechazado también.

Por parte que rindió el general Madrigal al general Estrada en San Blas, Sin., éste tUvo conocimiento del ataque de los reaccionarios sobre El Fuerte, y el día 6 salió, personalmente, a reforzar aquella plaza con la brigada al mando del general Sepúlveda, habiendo llegado el mismo día, cuando el enemigo, que había improvisado atrincheramientos frente a las líneas de defensa de la plaza, hostilizaba aún a las fuerzas del general Madrigal desde aquellas posiciones.

Durante la noche del 6, los reaccionarios dieron tres nuevos asaltos sobre las posiciones de nuestras fuerzas, en los que fueron siempre rechazados.

Replegado de nuevo el enemigo a sus atrincheramientos, continuó durante el día 7 hostilizando, con débil tiroteo, a nuestras fuerzas, y, mientras tanto, el general Estrada preparaba la ofensiva para resolver aquella situación.

Al caer la tarde, se inició el movimiento ofensivo con fuerzas de los regimientos 1° y 7° y del 4° Batallón de Sinaloa, al mando del general Madrigal, sobre la posición de Ocolomi, en que se había localizado al Cuartel General enemigo. El general Madrigal asaltó vigorosamente aquella posición, habiendo logrado capturada y avanzar hasta el dique, poniendo en fuga al enemigo. Entonces el general Sepúlveda, con fracciones del 3°, del 4°, del 5° y del 6° regimientos y los Carabineros de Sinaloa, siguió el movimiento de ofensiva por el frente y sobre la retaguardia del enemigo, determinándose así la pronta huida de éste, en completa desbandada por entre los breñales, siendo perseguido por el coronel Félix Barajas con fuerzas de los regimientos 5° y 7°

Las bajas del enemigo, durante los tres días de combate en El Fuene, las estima el general Estrada en 1,000, entre muertos, heridos y prisioneros, contándose en estos últimos un regular número de jefes y oficiales; en tanto que las habidas en nuestras fuerzas, fueron: 20 muertos, entre éstos el teniente coronel Trujillo, jefe que fue del 2° regimiento, y 86 heridos, entre ellos el mayor Amavisca, y algunos oficiales.

Las fuerzas enemigas que atacaron El Fuerte estaban mandadas por los generales reaccionarios Juan Banderas, Orestes Pereyra, Ciañez, Barrios, Fernández y el indio Bachomo.

Después de la derrota de El Fuerte, los reaccionarios se dirigieron a Jaguara, y allí fueron batidos por fuerzas de los generales Mateo Muñoz y Aureliano Sepúlveda, sufriendo una nueva derrota y cayendo prisioneros, en poder de los nuestros, los generales Orestes Pereyra y Jiménez, y 50 jefes y oficiales, los que fueron pasados por las armas.

De aquel desastre lograron salvarse Banderas y el indio Bachomo; pero más tarde, viéndose acosados por los nuestros, se rindieron incondicionalmente, en Moyas, ante el general Madrigal, con 1,200 hombres, cuyo desarme se efectuó el 5 de diciembre.

La división del general Estrada había tomado ya contacto con el general Diéguez, que se encontraba en Hermosillo, quedando acuartelada en Guaymas.

Índice de Ocho mil kilómetros en campaña de Álvaro ObregónCAPÍTULO VIII -Cuarta parteEPÍLOGO de Álvaro ObregónBiblioteca Virtual Antorcha