Índice de Ocho mil kilómetros en campaña de Álvaro ObregónCAPÍTULO V -Cuarta parteCAPÍTULO VI - Segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha

Ocho mil kilómetros en campaña

Álvaro Obregón

CAPÍTULO SEXTO

Primera parte


PROTESTA DEL GOBERNADOR PROVISIONAL DE QUERÉTARO

Nuestros convoyes llegaban ese día a estación La Griega, deteniéndose allí, mientras quedaba reparado un pequeño tramo de vía que estaba destruido, para seguir hasta Querétaro, lo que se efectuó al día siguiente.

El día 2 de abril, el señor teniente coronel y doctor José Siurob, otorgó ante mí, como Jefe del Ejército de Operaciones, con todas las formalidades de ley, su protesta como Gobernador del Estado de Querétaro, nombrado por acuerdo de la Primera Jefatura, acto que se efectuó en el Palacio de Gobierno, con asistencia de muchos generales, jefes y oficiales de la columna que ocupó la ciudad.

El día 3 continuamos nuestro avance, llegando a Celaya el día 4, con las infanterías, la artillería y la brigada de caballería del general Maycotte; el resto de las caballerías había sido dividido en dos columnas: una, al mando de los generales Alejo G. González y Alfredo Elizondo, fuerte en cerca de dos mil hombres, destacada sobre la plaza de Acámbaro, Mich., y la otra, al mando de los generales Porfirio G. González y Jesús S. Novoa, destacada por nuestra derecha, para ocupar la plaza de Dolores Hidalgo; columnas que salieron de Apaseo el día 4, poco después de haber ocupado dicha plaza nuestras fuerzas, derrotando al enemigo en un ligero combate sostenido allí.

De Celaya hice avanzar inmediatamente la brigada de caballería del general Maycotte, hasta estación Guaje, 18 kilómetros al Norte, sobre la vía del Central.

El día 6 principiaron las batallas de que se da cuenta en los partes que se copian a continuación, rendidos por mí a la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista, al terminar esos combates:


PARTE OFICIAL DE LA BATALLA DE CELAYA, DEL 6 AL 7 DE ABRIL DE 1915

Tengo el honor de informar a usted que, en cumplimiento de sus superiores órdenes, la noche del día 10 de marzo del año actual, el Ejército de Operaciones, que me honro en comandar, hizo su salida de la ciudad de México para emprender la campaña contra los reaccionarios en el Centro y Norte de la República, habiendo llegado a la ciudad de Tula, Estado de Hidalgo, la noche del día siguiente, lugar donde quedó establecido el Cuartel General, para hacer allí la reconcentración de todas las fuerzas e impedimentas, teniendo a la vanguardia los batallones 1° Y 21° de Sonora, comandados, respectivamente, por los CC. coronel Eugenio Martínez y teniente coronel J. Manuel Sabarzo, y la brigada de caballería del C. general Fortunato Maycotte, cuyas fuerzas, con anterioridad, habían consolidado la posesión del territorio hasta San Juan del Río, Qro., tras de reñidos combates con el enemigo, en Huichapam y en el kilómetro 169, que libraron los dos batallones citados, con la cooperación de las fuerzas del C. general Gonzalo Novoa, que guarnecían la ciudad de Tula.

La reconcentración terminó de hacerse el día 22 del mismo mes, en cuya fecha e! Cuartel General se transladó a estación Cazadero, 82 kilómetros al Norte de Tula, adonde ya habían sido movilizadas las infanterías y la artillería. De ese punto se emprendió la marcha el día 25, a San Juan del Río, llegando a esta última población el mismo día, y allí se hizo la reconcentración final de fuerzas, emprendiendo el avance sobte Querétaro el día 30.

Tras de algunos tiroteos con el enemigo, que fue obligado a retroceder, la ciudad de Querétaro fue ocupada por nuestras fuerzas e! día 31, permaneciendo allí hasta el día 3 de abril, fecha en que continuamos la marcha al norte, llegando a Celaya el día 4, después de derrotar al enemigo en un ligero combate sostenido en Apaseo.

De Celaya avanzó nuestra vanguardia, al mando del C. general Fortunato Maycotte, hasta estación Guaje, a 18 kilómetros al Norte, sobre la vía del Central.

Al siguiente día -5 de abril-, tuve conocimiento de que una columna enemiga, mandada por Francisco Villa, emprendía un avance al sur de Irapuato, aproximándose a nuestra vanguardia. Inmediatamente procedí a hacer un reconocimiento topográfico de los contornos de Ceyala, y ordené al C. general Cesáreo Castro, jefe de la división de caballería, para que, a su vez, lo hiciera con el general Maycotte, que si la columna enemiga era poderosa, no presentara combate y retrocediera hasta incorporarse a Celaya, donde yo me encontraba con el grueso del Ejército, recomendándole, a la vez, que cada cuarro horas rindiera parte de novedades al Cuartel General.

El día 6, a las diez de la mañana, recibí un parte del general Castro, reproduciendo el que a él habíale rendido el general Maycotte, relativo a que tres poderosas columnas lo atacaban, y que su situación era muy comprometida.

En seguida ordené al C. general Benjamín G. Hill, jefe de la 1a. División del Noroeste, alistar un tren para embarcar 1,500 infantes, y al general Martín Triana, salir con sus fuerzas y los regimientos de los coroneles Juan Torres, Cirilo Elizalde y Vidal Silva, sobre la vía del ferrocarril, al Guaje.

Con el tren de infantería salí personalmente a las 12 m., para dar auxilio al general Maycotte, y darme cuenta aproximada del efectivo del enemigo.

Habíamos caminado 10 kilómetros, cuando empezamos a encontrar nuestras fuerzas de caballería de la vanguardia, batiéndose en retirada, casi envueltas por dos columnas enemigas, que cargaban por los flancos, informándome que el general Maycotte estaba sitiado en Guaje; hice entonces avanzar más el tren, ordenando al maquinista que diera algunos pitazos, para denunciar nuestra presencia al enemigo que sitiaba al general Maycotte.

El enemigo, al darse cuenta de la llegada de nuestro tren, abandonó las posiciones que tenía y se abalanzó sobre nosotros, permitiendo, así, que las fuerzas sitiadas salieran por el flanco derecho y empezaran a batirse en retirada también, rumbo al campamento en Celaya.

Ordené que nuestro tren retrocediera con igual velocidad que la que el enemigo traía, con el fin de que éste continuara teniendo la esperanza de apoderarse de él, y de este modo, hacer más fácil la reconcentraCión de nuestras tropas a Celaya, cosa que se logró a las 4 p. m.

Entretanto, el general Hill, a quien habíale ordenado preparar toda la columna de infantería y artillería para protegernos, en caso necesario, al darse cuenta de que nos reconcentrábamos al campamento, ordenó a las infanterías el dispositivo de combate.

Inmediatamente comuniqué órdenes al general Hill para que dispusiera la colocación de las infanterías en la forma siguiente: Por el frente, desde la vía del ferrocarril hacia la izquierda, los batallones 8°, 10°, 4°, 2° y 1° de Sonora; por la derecha, los batallones 9°, 21°, 17°, 22°, 20° y 15° de Sonora, lo que se efectuó desde luego, tomando posiciones en los bordes de las labores de cultivo que existen en ese rumbo.

Al coronel Kloss, jefe de la artillería, ordené que emplazara sus piezas, también al frente, un poco a la retaguardia de las posiciones de la infantería.

Igualmente comuniqué órdenes al general Triana, para que, con las fuerzas de su mando y los regimientos de caballería que comandan los CC. coroneles Torres, Silva y Elizalde, tomara también posiciones, lo que efectuó, colocando el 1° y 2° regimientos de su brigada y el 4° de la brigada Antúnez, en las posiciones que ocupaba nuestra artillería; el 5° regimiento a las órdenes del coronel Elizalde, un poco a la izquierda de la fábrica La Internacional, y el 1° de la brigada Antúnez, comandado por el coronel Torres, a la derecha de las posiciones de la infantería.

Entretanto, el combate se había generalizado por todo el frente, haciéndose cada vez más reñido, especialmente en el arma de artillería, pues la nuestra y la del enemigo entablaban un duelo reñidísimo.

Al general Castro ordené que reconcentrara las caballerías de que podía disponer, dentro de la ciudad, y poner la caballada en descanso, en lugares convenientes, mientras que con los soldados, cubrir en nuestro flanco izquierdo de nuestra retaguardia, la parte del círculo de defensa que quedaba descubierta. También le ordené que enviara dos correos a comunicar órdenes a los generales Alejo G. González y Alfredo Elizondo, para que se incorporaran inmediatamente con sus columnas de caballería, con que ese mismo día habían ocupado Acámbaro; y otro correo, sobre la vía del ferrocarril que va a San Luis, para comunicar iguales órdenes al general Porfirio G. González, que marchaba en aquella dirección con una columna de 1,500 dragones.

La infantería enemiga se posesionaba de los bordes que quedan al frente de los que ocuparon nuestros infantes, y la caballería villista cargaba impetuosamente sobre nuestras posiciones, estrellándose en cada uno de sus intentos.

Así se prolongó la lucha, durante toda la tarde, siendo cada vez más desesperada; continuando también durante la noche el nutrido fuego de fusilería, ametralladoras y cañones, sin que lograra el enemigo desalojar de su puesto a uno solo de nuestros soldados.

Cuando amaneció, podía verse el campo por donde el enemigo daba sus cargas, literalmente sembrado de cadáveres, y los caballos muertos constituían ya un obstáculo para continuar sus cargas; sin embargo, desde las 6 a. m., el enemigo, con nuevos bríos, emprendió una serie de cargas de caballería, sin dar tregua a nuestros soldados, que sin haber sido relevados, continuaban inquebrantables en sus posiciones.

La artillería enemiga, que se componía de doce cañones, seguía batiendo las posiciones de los nuestros con la misma energía que el día anterior. La nuestra había tenido que reconcentrarse a la ciudad, para reparar algunos desperfectos sufridos por su continuo disparar.

A las nueve de la mañana de ese mismo día (7), seguido de mi Estado Mayor, me transladé a la línea de fuego del frente, cuando el combate se hacía más desesperado, para darme cuenta exacta de la situación.

Había llegado al lugar donde tenía su cuartel el general Manzo, en momentos en que éste recibía parte de que los batallones 8°, 9°, 17° y 22° y parte del 21°, empezaban a abandonar sus posiciones por habérseles agotado por completo el parque.

El espectáculo era doloroso y desesperante; nuestros heroicos soldados exponían la suerte de la batalla y su propia vida, apandonando sus posiciones para ir en busca de cartuchos, agotados por el incesante fuego que habían tenido que contrarrestar durante toda la noche y esa mañana.

Inmediatamente di órdenes a los miembros de mi Estado Mayor para que, con toda actividad, se hiciera llegar parque del depósito de reserva, a la línea de fuego y se movilizaran el 15° Batallón de Sonora, que ocupaba nuestra extrema derecha, bajo las órdenes de su comandante, C. coronel Severiano Talamante, y las fuerzas que comanda el C. coronel Cirilo Elizalde, para cubrir la línea abandonada.

Pedí en seguida un trompeta, habiéndoseme proporcionado uno del 9° Batallón, Jesús Martínez, que sólo cuenta 10 años de edad, único que pudo conseguirse en aquellos momentos, y, con él, me transladé a las posiciones de defensa que, para aquellos momentos, habían quedado casi por completo abandonadas, y ordené al trompeta que tocara diana; éste obedeció inmediatamente, desorientando con ello al enemigo, que contuvo su avance y empezó a tomar precauciones, creyendo que aquella retirada obedecía a un plan estratégico para hacerlos acercar a nuestra línea, la que conceptuaban quizá más fuerte.

Mientra el niño continuaba tocando diana, recorría yo la línea distribuyendo los pocos soldados que quedaban, quienes repelían con sus fuegos los del enemigo.

Hice avanzar una fracción del 17° Batallón, al mando del teniente coronel Fernando F. Félix y al coronel Talamante, que en esos momentos se presentaba con el 15° Batallón, y en media hora nuestra línea quedó tan fuerte como lo había estado antes.

Al mismo tiempo, llegaba el parque pedido, y los soldados llenaron de nuevo sus cananas y volvieron a ocupar sus posiciones, llenos de entusiasmo y con el mismo inquebrantable ánimo que los caracteriza.

Dispuse que el general Castro alistara todas sus caballerías, inclusive las de los generales Alejo G. González y Alfredo Elizondo, que acababan de incorporarse, para efectuar un movimiento envolvente por ambos flancos; y cuando el general Castro recibió esta orden, ya él había determinado hacer avanzar sobre el flanco derecho del enemigo, las brigadas de los generales Fortunato Maycotte, Jesús S. Novoa y Alfredo Elizondo. Entonces ordené que la caballería del general González hiciera el movimiento sobre el flanco izquierdo. Esos movimientos, efectuados con toda rapidez y energía, eran el comienzo de nuestra ofensiva contra las posiciones del enemigo, y desde la 1 p. m., en que empezaron a desarrollarse, nuestras caballerías, con sus respectivos jefes al frente, cargaban sobre los villistas con los bríos que siempre los han distinguido, lo cual hizo que el enemigo empezara a batirse desesperadamente en retirada; y si en esta vez logró salvar su artillería, fue debido al desconocimiento, por parte de nuestros jefes, del terreno en que hicieron la persecución, pues el valle que nuestras caballerías recorrieron, está cruzado en distintas direcciones, por un sinnúmero de canales y acequias de irrigación, que favorecieron a los traidores en su precipitada fuga.

La persecución se prolongó hasta las 6 p. m., en una distancia de 15 kilómetros, de donde nuestras caballerías regresaron, porque la noche que cerraba ya les impedía continuar sus movimientos.

Las pérdidas sufridas por el enemigo son de gran consideración, pues en el campo que ocupó fueron contados más de 1,800 muertos; se les capturaron poco más de 500 prisioneros, gran número de armas, caballos y municiones, tanto de fusil como para cañones, y estimo que el número de heridos que sufrió debe ser mayor de 3,000, pues en su retirada hacia el Norte, ocuparon con ellos cinco trenes.

Entre los muertos del enemigo se encuentra el llamado general Agustín Estrada.

Por nuestra parte, tenemos que lamentar la muerte de los coroneles Alfredo Murillo, jefe del 17° Batallón de Sonora, y Tomás Estrada, jefe del 8° Batallón de Sonora, y mayores Arturo Gutiérrez y José Angel Guerra, de la brigada Regional de Coahuila, que comanda el C. general Alejo G. González, y 27 oficiales y 526 de tropa; y heridos, los coroneles Eugenio Martínez, jefe del primer Batallón de Sonora, y Paz V. Faz, de la brigada Maycotte; mayores Roque Chávez, del 10° Batallón; Dolores Guarizapa, del 15°, y Abelardo Rodríguez, del 4°, y 20 oficiales y 340 de tropa, conforme al pormenor adjunto.

Paréceme inÚtil hacer especial mención de los generales, jefes y oficiales que se distinguieron en esta batalla, pues todos, por igual, estuvieron a la altura de su deber, desplegando actividad, energía y valor, como han sabido hacerlo siempre.

Permítome reiterarle, en mi nombre, y en el del valiente Ejército de Operaciones, que me honro en comandar, nuestras felicitaciones muy sinceras por el triunfo obtenido, protestándole las seguridades de mi respetuosa consideración y subordinación.

Constitución y Reformas.
Celaya, Gto., a 10 de abril de 1915.
El General en Jefe. Alvaro Obregón.


RELACIÓN DE LOS CC. JEFES Y OFICIALES MUERTOS EN LA BATALLA DE CELAYA, DEL 6 AL 7 DE ABRIL DE 1915

MUERTOS

Coronel Alfredo Murillo del 17° Batallón de Sonora.
Coronel Tomás F. Estrada del 8° Batallón de Sonora.
Mayor Arturo Gutiérrez de la Brigada Regional de Coahuila.
Mayor José Ángel Guerra de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 1° Rafael Gaxiola del 4° Batallón de Sonora.
Capitán 1° José Méndez de la Brigada Maycotte.
Capitán 1° Alfredo Elizondo de la Brigada Maycotte.
Capitán 2° Manuel Guzmán del 9° Batallón de Sonora.
Capitán 2° J. Antonio Torres de la Brigada Maycotte.
Capitán 2° Guillermo González de la Brigada Maycotte.
Teniente Anacleto García del 21° Batallón de Sonora.
Teniente Narciso Ontiveros del 21° Batallón de Sonora.
Teniente Pablo Rojas del Regimiento Coronel Vidal Silva.
Teniente José de los Santos del Regimiento Coronel Vidal Silva.
Teniente Basilio Flores de la Brigada Maycotte.
Teniente Agustín Hernández García de la Brigada Maycotte.
Teniente Víctor D. Luna de la Brigada Maycotte.
Teniente Enrique P. Toledo de la Brigada Maycotte.
Teniente Ricardo Peimbert de la Brigada Maycotte.
Subteniente Juan Chávez del 21° Batallón de Sonora.
Subteniente Fortino Hernández del 21° Batallón de Sonora.
Subteniente Antonio Fernández del 8° Batallón de Sonora.
Subteniente Jesús Piña del 8° Batallón de Sonora.
Subteniente José B. Rubio del Regimiento Coronel Juan Torres.
Subteniente Raúl L. Alarcón del Regimiento Coronel Juan Torres.
Subteniente Lucas Muñoz de la Brigada Maycotte.
Subteniente Antonio F. Lozano de la Brigada Maycotte.
Subteniente Angel Gómez de la Brigada Maycotte.
Subteniente Alvaro Aragón de la Brigada Maycotte.
Subteniente Enrique Careaga de la Brigada Maycotte.
Subteniente Jacinto Domínguez de la Brigada Maycotte.
Coronel Eugenio Martínez del 1er. Batallón de Sonora.
Coronel Paz V. Faz de la Brigada Maycotte.
Mayor Roque Chávez del 10° Batallón de Sonora.
Mayor Dolores Guarizapa del 15° Batallón de Sonora.
Mayor Abelardo Rodríguez del 4° Batallón de Sonora.
Capitán 1° Doroteo Vega del 10° Batallón de Sonora.
Capitán 1° Joaquín Valencia del 20° Batallón de Sonora.
Capitán 1° Jose Córdoba Valdés del 9° Batallón de Sonora.
Capitán 2° Valentin Ontiveros del 21° Batallón de Sonora.
Capitán 2° Lauro Hernández del 1er. Batallón de Sonora.
Capitán 2° Felipe Barreda del 8° Batallón de Sonora.
Capitán 2° Aureliano Guerrero del Estado Mayor del General Manzo.
Capitán 2° Miguel Valle del Estado Mayor del General Hill.
Capitán 2° Alfonso Ochoa de la Brigada Maycotte.
Teniente Manuel R. Ávalos del 2° Batallón de Sonora.
Teniente Luis Sarmiento de la Brigada Regional de Coahuila.
Subteniente Arnulfo Serrano del Regimiento Coronel Júan Torres.
Subteniente Clodoveo Moguel del 21° Batallón de Sonora.
Subteniente Cecilio Vega del 2° Batallón de Sonora.
Subteniente David Mora del 8° Batallón de Sonora.
Subteniente Daniel Martínez del 22° Batallón de Sonora.
Subteniente Lauro Aguirre del 9° Batallón de Sonora.
Subteniente José González del 17° Batallón de Sonora.
Subteniente Juan González de la Brigada Maycotte.
Sub teniente Miguel Pinzón de la Brigada Maycotte.

PORMENOR DE LOS INDIVIDUOS DE TROPA MUERTOS Y HERIDOS EN LA BATALLA DE CELAYA, DEL 6 AL 7 DE ABRIL DE 1915

Brigada Maycone 302 muertos y 137 heridos.
Escolta del general Castro 78 muertos y 0 heridos.
Brigada Regional de Coahuila 8 muertos y 21 heridos.
Regimiento Coronel Juan Torres 23 muertos y 7 heridos.
Brigada General Martín Triana 6 muertos y 1 herido.
Regimiento Coronel Vidal Silva 4 muertos y 1 herido.
Regimiento Coronel Cirilo Elizalde 13 muertos y 1 herido.
Brigada General Elizondo 10 muertos y 4 heridos.
Artillería Expedicionaria 7 muertos y 8 heridos.
Cuerpo del Mayor ZertUche 0 muertos y 1 herido.
1er. Batallón de Sonora 4 muertos y 15 heridos.
2° Bata1l6n de Sonora 3 muertos y 11 heridos.
4° Batallón de Sonora 2 muertos y 4 heridos.
8° Batallón de Sonora 21 muertos y 15 heridos.
9° Batallón de Sonora 13 muertos y 25 heridos.
10° Batallón de Sonora 8 muertos y 12 heridos.
15° Bata1lón de Sonora 2 muertos y 4 heridos.
17° Batallón de Sonora 8 muertos y 24 heridos.
20° Batallón de Sonora 0 muertos y 6 heridos.
21° Batallón de Sonora 12 muertos y 21 heridos.
22° Batallón de Sonora 2 muertos y 0 heridos.


RELACIÓN TOTAL DE JEFES, OFICIALES Y ELEMENTOS DE TROPA MUERTOS Y HERIDOS

Jefes muertos = 4.
Oficiales muertos= 27.
Elementos de tropa muertos= 526.

Jefes heridos= 5.
Oficiales heridos= 20.
Elementos de tropa heridos= 340.

Total de bajas:
9 jefes.
47 oficiales.
866 elementos de tropa.
Total= 922.

Cuartel General en Celaya, Gto., 10 de abril de 1915.
El General en Jefe. Álvaro Obregón.


PARTES OFICIALES.
BATALLA DE CELAYA ABRIL 13, 14 Y 15

Tengo el honor de poner en el superior conocimiento de usted que, después de la batalla registrada los días 6 y 7 del actual, procedí a la reconcentración de las fuerzas que forman el Ejército de Operaciones, para emprender la marcha al Norte de Celaya; y antes de terminar esa reconcentración, el día 10 del actual, a las 7 p. m. se presentó al Cuartel General un individuo procedente de Cortazar, entregándome un pliego de los Cónsules en Guanajuato, de Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos y una comunicación de Francisco Villa.


COMUNICACIONES DE LOS CÓNSULES, DE FRANCISCO VILLA Y DEL GENERAL EN JEFE

La nota de los Cónsules dice así:

Nosotros, los suscritos, Cónsules de Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos de América, en vista de la carta adjunta, del geeneral Francisco Villa, en la que manifiesta a usted que en caso que se haga fuerte en la plaza de Celaya, será bombardeada esa ciudad, le dirigimos la presente, para suplicarle que en ese caso, como no dudamos lo haría usted de todas maneras, permita a todos los no combatientes, tanto nacionales como extranjeros, que salgan a un lugar seguro y a salvo de los proyectiles del Ejército del Norte.

No dudando que usted atenderá nuestra sÚplica, que es impulsada, como usted comprenderá, únicamente por motivos humanitarios, y en espera de sus letras, que le suplicamos se sirva dirigimos, nos es grato suscribirnos como sus afmos. attos. y S. S.

10 de abril de 1915.
(Firmado). F. Brunel, Cónsul.de Francia.
Wm. Hislop, Agente Consular de la Gran Bretaña.
E. Langenscheidt, Vicecónsul alemán,
Jobn B. Clonn, Agente Consular Americano.

Al C. General de División don Alvaro Obregón.
Celaya, Gto.
Un sello que dice: Agence Consulaire de France.
Guanajuato.


Y la de Francisco Villa es como sigue:

Un timbre que dice: Cuerpo de Ejército del Norte.
General en jefe.
Y un sello al margen que dice: Ejército Constitucionalista.
Cuerpo de Ejército del Norte.
General en Jefe.

Este Cuartel General de mi cargo, deseando poner a salvo las vidas e intereses de los no combatientes, e inspirándose en el sentimiento de humanitarismo que debe existir en todo ser humano, invita a usted a que salga a combatir con nuestras fuerzas fuera de la ciudad de Celaya, pudiendo usted elegir el sitio del combate, pues nosotros lo atacaremos en donde usted se encuentre, y al hacerle esta invitación, no tiene más objeto, ni más mira, que la antes indicada; pero si usted, desóyendo nuestras indicaciones, pretende hacerse fuerte en la plaza de Celaya, supongo que estará a la altura de las circunstancias, y sabrá poner a las familias en lugar seguro y a salvo de los proyectiles del Ejército del pueblo, y de sesenta bocas de fuego que harán llover lumbre y sembrarán la ruina y la desolación en sus trincheras.

Al dirigir a usted esta nota, creo haber cumplido con mi deber, como hombre y como mexicano, y hoy mismo me he dirigido a los representantes y consules extranjeros, haciéndoselos saber así, para evitarme toda responsabilidad en el asalto general que emprendere sobre esa ciudad de Celaya, dentro de tres días, en caso de que usted se haga fuerte en ella.

Lo que comunico a usted, para su conocimiento y fines consiguientes.

Constitución y Reformas.
Cuartel General en Salamanca.
Abril 9 de 1915.
El General, Jefe de Operaciones.
Francisco Villa.

Al C. General Alvaro Obregón. Celaya, Gto.


Contesté la comunicación de los Cónsules, en los términos siguientes:

Enterado de la nota de ustedes, en la que se sirven suplicarme que, en caso de un combate en la población, permita a los no combatientes ponerse fuera del alcance de los proyectiles del enemigo, permítome manifestarles que considero innecesaria la intervención de extranjeros para que nosotros, los mexicanos, cumplamos con nuestros deberes.

En cuanto a la nota de Villa, creo que sólo es una disculpa tardía, que pretende dar para ocultar la vergonzosa derrota que le infligieron nuestras tropas; y en cuanto al lugar para librar la batalla, es él quien debe elegirlo, puesto que nosotros avanzamos en su persecución.

Respecto a los sentimientos humanitarios que últimamente se han venido despertando en Francisco Villa, me parecen muy poco sinceros: el que asesinó a Benton y a Bauch, y sacó arrastrando a una dama francesa del Hotel Palacio, de México, no puede abrigar ningún sentimiento noble; y, por último, no creo que Villa se atreva siquiera a venir a atacar a un Ejército que acaba de infligirle una derrota, haciéndole más de tres mil muertos y gran número de heridos, muchos de los cuales dejó abandonados, y hubieran perecido en el campo, a no ser por los auxilios prestados a ellos en nuestro Servicio Sanitario.

Me es grato suscribirme de ustedes atto. y S. S.

Cuartel General en Celaya, Gto., a 11 de abril de 1915.
General en Jefe. Alvaro Obregón.

A los señores Cónsules de Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos.


PREPARATIVOS DE COMBATE

Conociendo el carácter rudo e impulsivismos de Villa, hijos de su ignorancia, consideré que, una vez anunciado su nuevo avance sobre Celaya, era seguro que lo llevaría a cabo, y empecé a tomar dispositivos de combate en una zona más amplia que la de la vez anterior, e hice circular entre las tropas la siguiente excitativa:

A LOS SOLDADOS DEL EJÉRCITO DE OPERACIONES

El que suscribe, en su nombre y en el de los demás generales que comandan las distintas brigadas del heroico Ejército de Operaciones, que ha hecho morder el polvo al traidor Francisco Villa, que se consideraba invencible con sus hordas de valentones de cantina, viene a felicitar a todas las unidades que componen dicho Ejército, por el valor que demostraron en el combate librado los días 6 y 7 contra los reaccionarios; y en nombre de la Revolución, en nombre de la Patria y en nombre del honor del propio Ejército, recuerda a todos los jefes, oficiales y soldados, el sagrado deber que tenemos de librar a la Nación de esa horda de traidores que, con distinto antifaz, pero movidos por iguales bastardas ambiciones, pretenden hundir a la Patria en una dictadura tan odiosa como las de Díaz, Huerta y demás tiranos, que han pisoteado nuestros más caros principios.

El esfuerzo colectivo de todos los que luchamos por el bien nacional, será la única salvación, y es preciso llevar a nuestras conciencias el convencimiento de que ninguno de los que formamos este Ejército debemos pensar en dar la espalda al enemigo: todos debemos llevar la inquebrantable convicción de que es preciso morir en el puesto que se nos confía durante la lucha, antes que faltar a la confianza y al honor que se nos ha dispensado, al depositar en nuestras manos los destinos del Pueblo.

El próximo combate será probablemente el último que pueda resistir la reacción; y, para presentarlo, el bandolero Villa reunirá todos los elementos de que puede disponer, y de un solo golpe, podremos acabar con esas chusmas de inconscientes, que pretenden llevar al país a la más ignominiosa de las tiranías.

Ustedes, que no han sido vencidos en ninguna parte de la República, y que la han recorrido de uno a otro extremo, espero que esta vez sabrán dar el golpe de gracia a la traición, acabando con ella, para que puedan volver a sus hogares llevando en el alma la satisfacción inmensa de haber fundado los cimientos de una Patria libre.

Quiero que en los momentos más aciagos, cuando la lucha se haga más desesperada, recuerden esta excitativa.

El General en Jefe. Alvaro Obregón.


A la vez repartía entre los habitantes de Celaya una hoja impresa, previniéndolos de la posibilidad de un nuevo combate, y ofreciéndoles facilidades para que, los que lo desearan, pudieran abandonar la población, hacia lugar seguro.

Consideré prudente repartir estos avisos porque juzgaba seguro que la bestialidad de Villa lo llevaría, a pesar de que sabía que en la ciudad no teníamos tropas, a bombardearla, para cumplir con la amenaza que había hecho, y hacer alarde de la decantada potencia de su artillería.

Di órdenes al general Cesáreo Castro, para que procediera a la concentración de la división de caballería que comanda, a fin de que al aproximarse el enemigo, emprendiera con ella la marcha hacia nuestra retaguardia y se colocara a una distancia no menor de siete kilómetros, donde debería permanecer, dando descanso a sus fuerzas hasta recibir nuevas instrucciones de este Cuartel General. Como uno de los números del plan que había de desarrollarse, era dejarme sitiar por completo del enemigo, resistiendo su ataque por todos lados, hubimos de acordar la forma de transmitir órdenes al general Castro, por medio de heliógrafos y señales con banderas, para que, en un momento oportuno, cuando nosotros hubiésemos agotado al enemigo, movilizara rápidamente las caballerías, para atacarlo por el flanco que presentara mejores ventajas.

Al coronel Kloss comuniqué instrucciones para el emplazamiento de la artillería expedicionaria, a la retaguardia de las posiciones que ocuparía la infantería pOr el frente, en una línea paralela a la de ésta, recomendándole tomara de antemano las distancias a los lugares en que el enemigo había emplazado su artillería, en la batalla de los días 6 y 7, y a algunos puntos que pudiera aprovechar el enemigo para tomar posiciones.

Comuniqué, igualmente, órdenes al C. general Benjamín G. Hill, para que, con la 1a. División del Noroeste, de que es jefe, cubriera parte del círculo de defensa, que, en reconocimientos anteriores, habíamos señalado y que circundaba totalmente la población, a una distancia poco más o menos de un kilómetro de los suburbios de ésta.

El resto del círculo quedaría cubierto con las otras fuerzas, dependientes directamente de este Cuartel General, tomándose posiciones en la forma siguiente:

A partir de la vía del Ferrocarril Central, en dirección a Salamanca. hacia la derecha, se colocaron el 20° Batallón de Sonora, bajo las órdenes de su Comandante accidental, teniente coronel José Amarillas; las fuerzas de la 2a. Brigada de Infantería de la H. División del Noroeste, que comanda el C. general Francisco R. Manzo, y que se compone de los siguientes Cuerpos: 8° Batallón de Sonora, bajo las órdenes inmediatas de su jefe C. teniente coronel Jesús M. Padilla, 2 compañías del 9° Batallón de Sonora comandadas por su jefe, coronel Francisco T. Contreras; 17° Batallón de Sonora al mando de su comandante, teniente coronel Fernando F. Félix, y 22° Batallón de Sonora, que es a las órdenes del C. Coronel Pablo Pineda.

El 4° Batallón de Sonora y 2 compañías del 9° Batallón, pertenecientes a la 2a. Brigada, siendo jefe del primero de éstos, el C. teniente coronel Cenobio Ochoa, quedaron como reserva en la hacienda de San Juanico, en la que el C. general Manzo estableció su cuartel.

Entre la línea que ocupaban los batallones 22° y 9° de Sonora, tomó posiciones la infantería de la Brigada Triana, bajo las órdenes del C. coronel J. Bermúdez de Castro.

A la derecha del 17° Batallón, y continuando la línea hacia el noroeste, tomaron posiciones las fuerzas de la 3a. Brigada de Infantería de la 1a. División del Noroeste, que es a las órdenes del C. general Juan José Ríos, compuesta de los siguientes Cuerpos:

3er. Batallón Rojo o de Obreros, comandado por el coronel Francisco J. Enciso; 4° Batallón Rojo o de Obreros, al mando de su Jefe, coronel Jesús Madrigal; 21° Batallón de Sonora bajo las órdenes de su comandante, C. teniente coronel J. Manuel Sobarzo; cuerpo especial Reforma, comandado por su jefe el C. mayor Juan c. Zertuche.

Continuaban la línea hasta la Vla del ferrocarril, que va a Empalme González, las fuerzas del coronel Juan Torres; las comandadas por el C. coronel Guadalupe Sánchez, pertenecientes a la 1a. División de Oriente, seguían hasta la vía del ferrocarril para Querétaro.

A la derecha de esta vía seguían las fuerzas del C. general Cipriano Jaimes; luego el 25° Batallón de Sonora al mando de su comandante C. coronel Austreberto P. Castañeda; los Regimientos de Caballería que comandan los Cc. coroneles Cirilo Elizalde y Vidal Silva; y cubriendo la línea de defensa, a uno y otro lado de la hacienda de Castro, la Brigada del C. coronel Alfredo Elizondo.

Seguían después, en las posiciones que daban frente al río de la Laja, la Brigada al mando del C. general Joaquín Amaro; fuerzas de la 1a. División de Oriente, al mando del C. teniente coronel J. C. Arroyo; fuerzas del C. general Gonzalo Novoa, bajo las órdenes del C. coronel Natividad Sánchez; y dando vuelta hacia la línea del Poniente hasta entroncar con el 20° Batallón de Sonora, o sea hasta la línea del ferrocarril a Salamanca, los siguientes Cuerpos que forman la 1a. Brigada de Infantería de la la División del Noroeste, que comanda el C. general Miguel V. Laveaga: 2° Batallón de Sonora, bajo las órdenes de su comandante, teniente coronel Francisco R. Noriega; 10° Batallón de Sonora, cuyo jefe es el C. coronel Guillermo Chávez; 15° Batallón de Sonora, comandado por el C. coronel Severiano A. Talamante, y ler. Batallón de Sonora, a las órdenes de su jefe accidental, teniente coronel Alejandro Mange.

Los Regimientos que comandan los coroneles Torres, Elizalde y Silva y el 23° Batallón de Sonora, que forman la Brigada Antúnez, estaban bajo las inmediatas órdenes del jefe de la misma, C. general Norzagaray.

Quedaron como reserva, aparte de las mencionadas y enteramente listas para entrar en acción, las siguientes fuerzas:

General Gabriel Gavira, con algunas fracciones de su brigada, a la retaguardia de la línea ocupada por el 3er. Batallón Rojo y el 21° Batallón de Sonora; el Batallón de Ferrocarrileros a las órdenes del C. mayor Carlos Caamaño, en la fábrica La Favorita; el 2° Regimiento de la Brigada Guillermo Prieto, que manda el C. general Pedro Morales, bajo las inmediatas órdenes del C. coronel Manuel Femández de Lara; una compañía del Batallón Fieles de Pachuca, de la misma brigada, a las órdenes del C. mayor Agustín C. Youshimatz, y algunas otras fracciones, acampadas a orillas de la población.

En la línea del frente, reforzando las posiciones de la infantería, fueron emplazadas 32 ametralladoras, y en las de los flancos y retaguardia, se distribuyó, de trecho en trecho, un número igual, quedando también algunas piezas de reserva.

Dividí el círculo de defensa en tres sectores, como sigue:

Primero. Desde la hacienda de Castro, hasta la vía del ferrocarril hacia Irapuato, o sea hasta las posiciones ocupadas por el 1er. Batallón de Sonora.

Segundo. Desde la misma vía del ferrocarril (posiciones del 20° Batallón de Sonora), hasta el camino que conduce a la hacienda de Higueras, o sea las posiciones ocupadas por el Cuerpo Especial Reforma, y,

Tercero. Desde este mismo camino, hasta la hacienda de Castro.

En el primer sector, comisioné al teniente coronel de mi Estado Mayor, Aarón Sáenz, acompañado del C. mayor Josué Sáenz y del capitán 2°, también de mi Estado Mayor, José Lozano Reyes; en el segundo sector, fue comisionado el teniente coronel de mi Estado Mayor, Jesús M. Garza, con el capitán 2°, de mi Estado Mayor, Ezequiel Ríos, y en el tercer sector, comisioné al C. coronel Miguel Piña, hijo, con los capitanes primeros de mi Estado Mayor, Benito Ramírez G. y Adolfo Cienfuegos y Camus.

El objeto de esas comisiones era que recorrieran constantemente la línea de fuego, para que pudieran tenerme al tanto de las fases del combate, y transmitirme violentamente los partes que rindieran los jefes de las fuerzas que cubrían las posiciones.

Las comunicaciones podían hacerse por teléfono o telégrafo, pues había hecho instalar aparatos en cada uno de los cuarteles de los jefes de brigada, en comunicación con el Cuartel General, que quedó establecido en el templo de San Antonio, en el extremo noroeste de la ciudad.

Hice devolver a la estación de Querétaro todos los trenes que teníamos en Celaya, quedando únicamente para las atenciones del combate los trenes del Servicio Sanitario Militar, al mando de su jefe, el C. coronel médico cirujano Andrés G. Castro y del subjefe, teniente coronel médico cirujano, Heberto Alcázar.

En esta forma, todo quedó preparado el día 11, en que tuve conocimiento de que el enemigo emprendía su avance, y prohibí la salida de personas de la población.

Pasó ese día lo mismo que el 12, ocupando jefes, oficiales y tropa los puestos que se les habían designado, sin que ocurriera novedad alguna.

El día 13, a las 6 a. m., empezaron a descubrirse gruesas columnas de humo y grandes polvaredas que denunciaban el avance de las tropas reaccionarias, divididas en varias columnas: por ferrocarril venía la infantería, y pie a tierra la caballería y artillería.

Los espías que tenía este Cuartel General en el campo villista, se incorporaron ese día, informando que Villa había reconcentrado en Irapuato 30,000 hombres, para lo cual sacó gente de todas las plazas que estaban bajo su dominio, hasta dejar desguarnecidas muchas poblaciones del Norte, para asegurar el golpe que él consideraba mortal para el Constitucionalismo.

En la misma forma, reunió un contingente de artillería de 36 cañones, todos de grueso calibre, con fuerte dotación y buen equipo.

En la mañana del mismo día 13, acompañado de mi Estado Mayor, salí a la fábrica La Internacional, situada al Poniente de la población, desde cuyas azoteas se domina todo el valle hacia Guaje, y de allí estuve observando los movimientos del enemigo, que lentamente iba aproximándose hasta llegar a Crespo, estación que dista 8 kilÓmetros de Celaya, y donde los reaccionarios hicieron alto, permaneciendo como dos horas, al cabo de las cuales continuaron el avance, divididos en 3 columnas: dos de caballería, que avanzaron, una sobre cada uno de nuestros flancos, y una columna de las tres armas por el frente.

Esta columna traía la infantería a la vanguardia, en cadena de tiradores; seguía la artillería, que empezó a ser emplazada a distancia de cuatro kilómetros de nuestras líneas de defensa, y a la retaguardia, apoyando el movimiento, marchaba la caballería.

Tenía dispuesto que un cañonazo de nuestra artillería sería la contraseña para indicar la aproximación del enemigo a nuestras filas, y a las 4 p. m. ordené que fuera disparado.


SE INICIA EL COMBATE

A las 5 de la tarde se dejó oír un pequeño tiroteo al frente de las posiciones que ocupaba la 1a. Brigada de Infantería, cesando al poco rato. A las 6 se abrió el fuego de fusilería por nuestro frente, y luego el de artillería, que se generalizó en unos cuantos minutos, entrando en acción todos los cañones del enemigo y todos los nuestros.

El combate se hizo, desde luego, muy reñido, y con rapidez fue extendiéndose por nuestros flancos, y para las nueve de la noche abarcaba una zona, aproximadamente, de 12 kilómetros.

El enemigo continuaba su avance por nuestros flancos, estableciendo un verdadero sitio, pues ya era atacada, en parte, nuestra retaguardia, y había logrado colocarse, para las 12 p. m., hasta el puente del camino carretero que conduce a Apaseo, con el propósito, segÚn declaraciones que después hicieron algunos prisioneros, de cerrar, en caso dado, nuestra salida, y con la consigna de no interceptar la vía telegráfica ni la del ferrocarril, halagándonos en esta forma para una retirada.

Los reaccionarios quisieron aprovechar la noche para sus asaltos, y no cesaron de darlos con más o menos energía, sobre casi todas nuestras posiciones, siendo siempre rechazados con grandes pérdidas.

La artillería continuaba funcionando sin cesar, y al amanecer del día 14 los asaltos eran continuos en toda la línea de defensa, y el fuego, tanto de fusilería como de artillería, continuaba siendo nutridísimo.

El enemigo, amparado por la noche, logró avanzar en su línea de ataque, y al amanecer, se encontraba en posiciones distantes entre 400 y 500 metros de las nuestras, y como el terreno es perfectamente plano y desprovisto de árboles que pudieran ocultar a los combatientes, la lucha era desesperada, no obstante lo cual nuestros soldados no retrocedían un solo paso, y el enemigo no lograba tomar ninguna de nuestras posiciones.

A las 5 a. m. mandé que la escolta de este Cuartel General y la del C. general Benjamín G. Hill, comandada esta última por el C. mayor Doroteo Urrea y ambas bajo las órdenes del C. teniente coronel Lorenzo Muñoz, de mi Estado Mayor, fueran a reforzar las posiciones ocupadas por el 3er. Batallón Rojo de la brigada que comandaba d C. general Ríos, donde se combatía tenazmente desde las primeras horas de la madrugada.

Durante la mañana de ese día, en que se siguió combatiendo encarnizadamente a nuestros flancos, en algunos trechos de nuestra retaguardia y muy especialmente al frente, ordené a todos los jefes dependientes de este Cuartel General, y por conducto del C. general Hill, a los de las infanterías de la 1a. Division de su mando, que para las doce de ese mismo día enviaran una nota al Cuartel General, informando de las condiciones que para esa hora guardaran sus respectivas tropas, y si en el concepto de que el combate continuara tan reñido como hasta entonces; podrían sostenerse hasta las 7 a. m. del día siguiente, hora en que las caballerías deberían emprender el ataque sobre los flancos enemigos, dado que tenía el prop6sito de movilizarse en la mañana del 15.

De todos obtuve contestación, en el sentido de que el ánimo de nuestros soldados era excelente, y de que, a su juicio, podrían continuar luchando en las mismas condiciones, aún más del tiempo que yo había señalado.

A las 12 m., tuve una conferencia telegráfica con el C. general Cesáreo Castro, manifestándole que deseaba dar la carga de caballería hasta el día siguiente, a fin de que el enemigo, sin notar en todo este tiempo ningún movimiento nuestro, nos creyera perdidos, sujetos a una defensiva desesperada, e hiciera entrar a su línea de fuego todas sus reservas, con lo que nos pondría en condiciones de que su desastre fuera completo.

El general Castro estuvo de acuerdo con mi plan, y me manifestó que, por encontrarse enfermo, no podría venir al frente de las fuerzas de caballería. Le ordené entonces que el general Fortunato Maycutte se hiciera cargo de ellas.

Como a la 1 p. m. el oficial que estaba encargado del teléfono me dio parte de que Francisco Villa, desde la hacienda de Trojes, pretendía hablar por teléfono conmigo, a lo que di una breve y enérgica contestación, que debe haber desconcertado al bandolero. El oficial transmitió desde luego mi respuesta.

Toda la columna de caballería se encontraba tendida a lo largo del camino, desde Apaseo hacia Celaya, apoyando su vanguardia a la altura del kilómetro 285 del Ferrocarril Central. Di por teléfono órdenes al C. general Maycotte, así como al C. general Martín Triana, para que al obscurecer emprendieran su avance, sin hacer caso del enemigo que pudiera quedar a la retaguardia. La caballería avanzó hasta la fábrica La Favorita, situada en el lugar de donde parte la vía del ferrocarril a Empalme González.

A las once de esa noche hablé personalmente con el general Maycotte y con los generales Triana, Alejo G. González, Jesús S. Novoa y Porfirio G. González que mandaban las fuerzas de caballería, ordenándole, al primero, que con todas ellas emprendiera al amanecer un avance sobre el flanco izquierdo del enemigo.

Entretanto, el combate continuaba con mayor encarnizamiento por el frente y por el flanco que cubrían las fuerzas de los generales Amaro, Espinosa y Laveaga, continuando también, sin cesar, el fuego de la artillería.

A las cuatro de la mañana del 15, di órdenes a los generales Amaro, Norzagaray, Jaimes y Gavira para que, al amanecer, hicieran con sus fuerzas un movimiento envolvente sobre el ala derecha enemiga, donde los reaccionarios, en número de 6,000 hombres, aproximadamente, habían tomado magníficas posiciones en las márgenes del río La Laja.

La escolta de este Cuartel General y la del C. general Hill fueron a cubrir las posiciones que a nuestra retaguardia dejaban descubiertas las fuerzas que harían ese movimiento, y entretanto, las fracciones de las brigadas Gavira y Guillermo Prieto, el Batallón de Ferrocarrileros y las demás que se habían dejado de reserVa, habían tomado, a su vez, posiciones en los lugares que se les designó para reforzar a nuestros combatientes.

En la mañana de ese mismo día (15), ordené al general Hill que dispusiera que los generales Ríos y Manzo, con sus fuerzas de infantería, hicieran una conversión en la línea de defensa de nuestro flanco derecho, apoyando su movimiento en la columna de caballería que cargaba sobre el izquierdo enemigo, a fin de flanquear las infanterías villistas, que se encontraban posesionadas de magníficos bordes; disponiendo, también, que nuestras infanterías del frente estuvieran enteramente listas para echarse sobre las posiciones del enemigo, inmediatamente que las que flanqueaban a la derecha cargaran sobre lás mismas posiciones.

Al general Laveaga di orden para que, dejando la mitad de sus tropas en las mismas posiciones que ocupaban, cubriera el flanco derecho de las que hacían el movimiento envolvente sobre el río de La Laja, y que, con el resto de sus tropas, secundara el movimiento de avance por el frente.

Desde que comenzaron a efectuarse estos movimientos, el combate entró en un período interesantísimo: Las caballerías habían desalojado al enemigo que ocupaba la hacienda de Higueras, después de una hora de combate, haciéndole 25 muertos, y proseguía su avance por la hacienda de Burgos, donde de nuevo entraba en contacto con los reaccionarios que extendían sus líneas desde el pueblo de Guaje hasta la hacienda de Crespo.

Avanzaba por el frente de la caballería el general Alejo G. González con sus fuerzas; a su derecha el general Porfirio G. González con las suyas, y el general Jesús S. Novoa, con las de su mando, por la izquierda, siguiéndolas las brigadas de los generales Maycotte y Triana. Las infanterías habían avanzado ya a la altura de la hacienda de Burgos; y en contacto con las caballerías, se extendían en tiradores los batallones 4° y 9° de Sonora, siguiéndolos el 17°, el 8°, el 21° y las demás fuerzas que forman las brigadas 2a. y 3a. de Infantería de la 1a División del Noroeste.

Acompañado del C. general Francisco R. Serrano, jefe de mi Estado Mayor, del teniente coronel Jesús M. Garza, de los capitanes Alberto G. Montaña, Rafael T. Villagrán, Cecilio López y Rafael Valdés, y de los subtenientes Arturo Saracho y Enrique Garza, me encontraba en la línea de fuego del frente, y ordene el avance simultáneo de las infanterías, incluyendo el 20° Batallón de Sonora, que estaba al frente y el 4°, y dos compañías del 9° que habían quedado de reserva, poniéndome al frente de ellas.

El enemigo hacía esfuerzos inauditos por conservar sus posiciones, que eran vigorosamente atacadas por el frente y por su flanco izquierdo. Nuestra infantería, diseminada por los trigales, continuaba resueltamente su avance, lanzándose sobre las posiciones ocupadas por el enemigo, y que por asalto fueron tomando una a una, a pesar de la inútil desesperación con que se batían los reaccionarios.

Las caballerías, entretanto, habían tomado ya el primer grupo de prisioneros villistas en número de 200, y parte de ellas, mandadas por el C. general Alejo G. González, habían avanzado ya hasta la hacienda de Crespo, a la retaguardia de la infantería enemiga, que se batía en retirada rumbo a Guaje.

El general Hill, cÓh su Estado Mayor, estuvo también al frente de las infanterías en esta fase de la lucha.

El movimiento sobre el ala derecha de los traidores había comenzado a efectuarse desde las 10 a. m., asaltando los nuestros las posiciones que tenían en la hacienda de Trojes y en el río La Laja. En esa lucha tomaban parte poco más de 9,000 hombres, y la desesperación con que el enemigo pretendía conservar sus posiciones y el vigoroso empuje de los nuestros, hacían que el combate fuera en extremo reñido e interesante.

Para la una de la tarde, las fuerzas de los generales Amaro, Espinosa, Norzagaray y demás que componían la columna que cargaba por ese lado, habían logrado desalojar del río a los villistas, haciéndolos reconcentrarse en la hacienda de las Trojes, donde el combate continuaba reñido.

Por el frente y el ala derecha del enemigo, para la 1.30 de la tarde, los reaccionarios habían sido arrancados de sus posiciones y acallados los fuegos de su artillería, que poco a poco habían ido abandonando, y el enemigo continuaba batiéndose en retirada, resultándole inútiles todos sus esfuerzos para contrarrestar el avance de los nuestros, pues a las dos de la tarde, el campo había quedado en nuestro poder y todas las infanterías enemigas habían caído prisioneras, mientras que nuestra caballería continuaba en la persecución de la enemiga y de los trenes villistas que retrocedían rápidamente a Salamanca.

Como el enemigo que se replegó a la hacienda de Trojes se había hecho fuerte en las casas de la misma, ignorando quizás el descalabro de Villa, ordené al general Serrano que levantara parte de las fuerzas que seguían en nuestras posiciones de la izquierda, y con ellas fuera a reforzar a los que atacaban la hacienda.

El general Serrano marchó con el 10° Batallón, a las 3 p. m. (mandado dicho batallón por el C. coronel Guillermo Chávez), hora en que los reaccionarios se retiraban de Trojes, y les dio alcance en la hacienda de Jofre, donde se incorporó el general Laveaga con su escolta y el 15° Batallón, a las órdenes del C. coronel Severiano A. Talamante. El enemigo ganaba rápidamente el cerro que queda en aquella dirección, batiéndose en retirada, perseguido por los nuestros, que le hicieron 42 prisioneros y algunos muertos, y lo obligaron a abandonar nueve piezas de artillería con su correspondiente dotación de municiones.

Por su parte, el 1er. Batallón de Sonora, que había hecho un movimiento también en dirección del cerro, recogió tres cañones con sus armones respectivos, que el enemigo había abandonado en su huida.

La persecución, por el frente, se prolongó hasta las seis de la tarde, habiéndose suspendido a esa hora, en estación Guaje, porque la noche impedía los movimientos que la caballería hubiera debido efectuar.

Durante esta persecución, el general Maycotte, con sus fuerzas, logró flanquear los trenes villistas, sin poder obstruir la vía, porque algunas acequias inmediatas le impidieron el rápido paso; pero al hallarse en los flancos de los trenes, abrió el fuego nutrido sobre ellos, haciendo descuajarse a la tropa de los traidores, que iba en el techo y en los estribos de los carros, causando, seguramente, muchas bajas en el interior de ellos.

A las 7 p. m., terminaba también el combate con los fugitivos que pasaron por la hacienda de Jofre, habiendo sido diezmados y dispersados completamente.

El número total de cañones caprurados al enemigo fue de 32, todos de grueso calibre, en perfecto estado y con sus correspondíentes cofres y dotación de granadas; se les capturaron, también, más de 5,000 armas, alrdedor de 1,000 caballos ensillados; sobre 6,000 prisioneros; telémetros y otros aparatos de artillería, así como multitud de objetos varios, que nuestros soldados recogieron.

El enemigo tuvo poco más de 4,000 muertos, encontrándose entre ellos los llamados generales Migoni, Meza, y tres más, que no se identificaron; más de 300, entre jefes y oficiales, contándose, entre éstos, los tenientes coroneles Joaquín Bauche Alcalde, Manuel Bracamontes y algunos otros de alta graduación.

El número de heridos que llevaron en los trenes puede estimarse en 5,000.

Por nuestra parte, las bajas han sido: tres jefes, quince oficiales y ciento veinte de tropa muertos; y seis jefes, cuarenta y tres oficiales, y 227 de tropa heridos, conforme a la relación que remito inclusa.

También incluyo una relación de los CC. generales, jefes y oficiales que tomaron parte en la batalla, y de algünos otros que, aunque sin mando de fuerzas, o sin carácter militar, prestaron importantes servicios durante la lucha; lo mismo que un plano de la ciudad de Celaya, y sus alrededores, que marca el dispositivo de combate.

El comportamiento de todos los miembros de este Ejército de Operaciones lo justifica el éxito obtenido, sin que pueda hacerse mención especial de ninguno, porque todos demostraron iguales bríos y la misma entereza para enfrentarse con las fuerzas del traidor Villa, bandolero de quien los pusilánimes y la prensa asalariada habían hecho un héroe de leyenda.

En nombre del mismo Ejército de Operaciones, y muy especialmente en el mío propio, felicito a usted, C. Primer Jefe, por este nuevo triunfo, que contribuirá a la consolidación de nuestros principios, reiterándole las seguridades de mi respetuosa consideración y subordinación.

Constitución y Reformas.
Cuartel General en Celaya, a 18 de abril de mil novecientos quince.
El General en Jefe. Alvaro Obregón.

Al C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión.
Veracruz, Ver.


PORMENOR DE LOS CC. JEFES Y OFICIALES MUERTOS EN LA BATALLA DE CELAYA, GTO., DE LOS DIAS 13, 14 Y 15 DE ABRIL DE 1915

Coronel Filomeno Avila de la Brigada Amaro.
Teniente coronel Manuel Quintanilla de la Brigada Jesús Carranza.
Mayor Pedro González de la Brigada Jesús Carranza.
Capitán 1° Pedro Buelna del 2° Batallón de Sonora.
Capitán 1° Luis Rubio Vaca de la Brigada Amaro.
Capitán 1° José Fernández de Lara de la Brigada Guillermo Prieto,
Capitán 2° Carlos Ramos del Regimiento del coronel Juan Torres.
Capitán 2° Ramón R. Brambila de la Brigada Amaro.
Teniente Carlos Juárez del 3er. Batallón Rojo.
Teniente Francisco N. Gorichi del 21° Batallón de Sonora.
Teniente Marcial Cerda dela Brigada Regional de Coahuila.
Teniente José M. Varela de la Brigada Jesús Carranza.
Teniente Francisco Monroy de la Brigada Amaro.
Teniente Porfirio Orozco de la Brigada Elizondo.
Subteniente Marcos López del Regimiento Coronel Vidal Silva.
Subteniente Lucas Muñoz de la Brigada Maycotte.
Subteniente Antonio F. Lozano de la Brigada Maycotte.
Subteniente Reyes Rocha de la Brigada Regional de Coahuila.

TOTAL DE MUERTOS

3 jefes y 15 oficiales que dan un total de 18.

Celaya, Gto., 18 de abril de 1915.
El General en Jefe. Alvaro Obregón.


RELACIÓN DE LOS CC. JEFES Y OFICIALES HERIDOS DURANTE LA BATALLA DE CELAYA, DE LOS DIAS 13, 14 Y 15 DE ABRIL DE 1915

Coronel Braulio Peralta de la Brigada Amaro.
Teniente coronel Florencio Montemayor de la Brigada Jesús Carranza.
Mayor Ricardo G. Ortiz de la Brigada Jaimes.
Mayor Manuel Yoldi del Regimiento del Coronel Juan Torres.
Mayor Leoncio Muñiz de la Brigada Regional de Coahuila.
Mayor Amador Ortega de la Brigada Elizondo.
Capitán 1° Pablo Villaseñor del Regimiento del Coronel Juan Torres.
Capitán 1° Guadalupe Ramos de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 1° Luis G. Meza de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 1° Manuel Aguirre y Vela de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 1° Narciso Salazar de la Brigada Amaro.
Capitán 1° Marcos Gómez de la Brigada Elizondo.
Capitán 2° Ezequiel Ríos del Estado Mayor del Cuartel General.
Capitán 2° Alfonso R. Montenegro del 1er. Batallón de Sonora.
Capitán 2° Crisóforo Salido del 3er. Batallón Rojo.
Capitán 2° Pedro C. Montes de la Brigada Gavira.
Capitán 2° Miguel G. Castro del 3er. Batallón Rojo.
Capitán 2° José Duarte de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 2° Lázaro Mendoza de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 2° Juan D. Franco de la Brigada Regional de Coahuila.
Capitán 2° José Gudiño de la Brigada Amaro.
Capitán 2° Francisco Meraz de la Brigada Amaro.
Capitán 2° Febronio Corona de la Brigada Elizondo.
Capitán 2° Pedro C. Contla de la Brigada Guillermo Prieto.
Capitán 2° Miguel Orduño del Regimiento Coronel Cirilo Elizalde.
Teniente José L. Gómez del 2° Batallón de Sonora.
Teniente Juan B. Verdugo del 4° Batallón de Sonora.
Teniente José Ma. Arriaga del 3er. Batallón Rojo.
Teniente José Calete de la Brigada Gavira.
Teniente Miguel Gómez del 5° Regimiento de la División de Oriente.
Teniente Ezequiel Castro del 5° Regimiento de la División de Oriente.
Teniente Francisco Gallardo del Regimiento Coronel Juan Torres.
Teniente Gustavo Zamora del Regimiento Coronel Cirilo Elizalde.
Teniente Salvador Salazar de la Brigada Regional de Coahuila.
Teniente Marcos Hemández de la Brigada Regional de Coahuila.
Teniente Januario de la Garza de la Brigada Regional de Coahuila.
Teniente Jesús Valdés de la Brigada Elizondo.
Subteniente Demetrio R. Yépiz del 1er. Batallón de Sonora.
Subteniente Alfredo Castillo de la Brigada Gavira.
Subteniente Eduardo Barranco de la Brigada Jaimes.
Subteniente Ruperto González del 4° Regimiento de la 1a. División de Oriente.
Subteniente Ángel Valencia del 4° Regimiento de la 1a. División de Oriente.
Subteniente Francisco Martínez del Regimiento Coronel Vidal Silva.
SubJteniente Vidal Blanco de la Brigada Regional de Coahuila.
Subteniente Miguel Enríquez de la Brigada Regional de Coahuila.
Subteniente Carlos Huitrón de la Brigada Regional de Coahuila.
Subteniente José Ramos de la Brigada Regional de Coahuila.
Subteniente Carlos Delgado de la Brigada Regional de Coahuila.
Subteniente Salvador Briseño de la Brigada Amaro.

TOTAL DE HERIDOS

6 jefes y 47 oficiales, que dan un total de 49.

Celaya, Gto., 18 de abril de 1915.
El General en Jefe. Alvaro Obregón.


RELACIÓN DE LOS INDIVIDUOS DE TROPA MUERTOS Y HERIDOS EN LA BATALLA DE CELAYA, GTO., DE LOS DIAS 13, 14 Y 15 DE ABRIL DE 1915

Del 21° Batallón de Sonora, un muerto y un herido.
Escolta del Cuartel General, un herido.
ler. Batallón de Sonora, 7 heridos.
2° Batallón de Sonora, 5 muertos y 15 heridos.
10° Batallón de Sonora, 3 heridos.
15° Batallón de Sonora, 2 muertos y cuatro heridos.
4° Batallón de Sonora, 1 muerto y 2 heridos.
8° Batallón de Sonora, 2 heridos.
9° Batallón de Sonora, 2 muertos y 5 heridos.
17° Batallón de Sonora, 1 muerto y 6 heridos.
22° Batallón de Sonora, 2 heridos.
Brigada Gavira, 1 muerto y 14 heridos.
Brigada Jaimes, 15 muertos y 7 heridos.
3er. Batallón Rojo 1 muerto y 1 herido.
Cuerpo Especial Reforma, 1 herido.
20° Batallón de Sonora, 3 muertos y 11 heridos.
Batallón de Ferrocarrileros, 2 heridos.
Regimiento del Coronel Juan Torres, 2 muertos y 7 heridos.
Regimiento del Coronel Vidal Silva, 1 muerto y 3 heridos.
Brigada Maycotte, 10 muertos y 5 heridos.
Brigada Sánchez Herrera, 1 muerto y 9 heridos.
Brigada Regional de Coahuila, 18 muertos y 39 heridos.
Brigada Amaro, 15 muertos y 17 heridos.
Brigada Elizondo, 5 muertos y 10 heridos.
Brigada Triana, 3 heridos.
Regimiento del Coronel Cirilo Elizalde, 11 muertos y 15 heridos.
Otros cuerpos, 25 muertos y 35 heridos.

Lo que da un total de 120 muertos y 227 heridos.

Celaya, Gto., 18 de abril de 1915.
El General en Jefe. Alvaro Obregón.


RESUMEN DE LOS MUERTOS Y HERIDOS, HABIDOS EN LA BATALLA DE CELAYA, GTO., DE LOS DIAS 13, 14 Y 15 DE ABRIL DE 1915.

Muertos: 3 jefes, 15 oficiales y 120 de tropa.
Heridos: 6 jefes, 43 oficiales y 227 de tropa.
TOTAL DE BAJAS: 9 jefes entre muertos y heridos; 58 oficiales entre muertos y heridos; 347 elementos de tropa entre muertos y heridos.

TOTAL DE MUERTOS: 3 jefes, 15 oficiales y 120 de tropa. Total= 138.
TOTAL DE HERIDOS: 6 jefes, 43 oficiales y 227 de tropa. Total= 276.
TOTAL DE BAJAS: 138 muertos y 276 heridos. Total= 414.

Celaya, Gto., 18 de abril de 1915.
El General en Jefe. Alvaro Obregón.

Índice de Ocho mil kilómetros en campaña de Álvaro ObregónCAPÍTULO V -Cuarta parteCAPÍTULO VI - Segunda parteBiblioteca Virtual Antorcha