Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO IVCAPÍTULO VIBiblioteca Virtual Antorcha

ESTADO DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA
PRISIÓN DE HIDALGO Y SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPÍTULO V

Instalacion de la junta de Zitácuaro. - Hácese nombrar Rayon presidente de ella y por sus asociados a Liceaga y Verdusco. - Títulos que toman Rayon y la junta. - Carta de la junta a Morelos, a quien nombra cuarto individuo de la misma y teniente general. - Temores del Virrey y proclama de Calleja con este motivo. - Marcha Castillo Bustamante a Michoacan. - Acciones de Santiago Undaméo, Acuitzio y la alberca de Zipiméo. - Ocupan los insurgentes el cerro de Tenango en el valle de Toluca. - Atácalos Porlier y es rechazado. - Ataques de Toluca. - Dispone Calleja su marcha sobre Zitácuaro. - Ataca Albino García a Guanajuato. - Prevenciones de Calleja para atacar a Zitácuaro.


Rayón, con mejores luces que los demas que habian tomado parte en la revolucion, conocia que esta no podia hacer verdadero progreso, no obstante las ventajas obtenidas en el Sur por Morelos, y por él mismo y antes que él por Lopez en Zitácuaro, miéntras no hubiese un centro de autoridad de quien todos los jefes dependiesen, y que pudiese dirigir uniforme y acertadamente todos los movimientos; en una palabra, miéntras no hubiese algo a que pudiera darse el nombre de gobierno. Intentó pues formarlo, siendo su plan que la autoridad recayese en él mismo. Todos los creadores de gobiernos y fundadores de Repúblicas, se tienen siempre por mas dignos que otro alguno de ocupar el supremo puesto: Bernardin de St. Pierre, que pasó su juventud proyectando Repúblicas en Crimea y en Madagascar, cuando la hora del desengaño llegó, a la vista de los horrores de la revólucion francesa, con la ingenuidad que acostumbra confiesa, que en todos los planes que formó, nunca pensó que pudiese el mismo ocupar otro lugar que el de presidente.

En esta vez la pretension de Rayón era fundada, y la ambicion particular estaba conforme con la conveniencia pública, lo que no suele ser comun, pues no habia entre todos los jefes insurgentes ninguno que pudiese desempeñar como él el gobierno; pero necesitaba revestirse de un nuevo título, porque la autoridad que tenia delegada por Allende e Hidalgo y el carácter de ministro del último, no era ni reconocida aquella ni respetado este por ninguno de sus compañeros.

Trató pues de establecer una junta de que él fuese presidente, con dos asociados que estuviesen enteramente bajo de su dependencia. Segun consta por las actas insertas en un libro titulado: Libro primero de la nacion americana septentrional, formado para la celebracion del congreso nacional gubernativo, y para asentar las actas que celebre eu lo sucesivo S. M. año de 1811 que fue tomado a Rayón por el coronel Aguila en el ataque de Zacatlan (1), el 19 de Agosto celebraron en S. Juan Zitácuaro una acta, Rayón, como ministro de la nacion americana, y D. José María Liceaga, teniente general y comandante en jefe de los ejércitos de la misma, autorizada por Joaquin Lopez prosecretario, en la que se trató de demostrar la necesidad que habia de una junta suprema, para organizar los ejércitos, proteger la insurreccion, y libertar a la patria de la opresion y pesado yugo que habia sufrido por espacio de tres siglos.

A consecuencia de este acuerdo, fueron convocados en el mismo dia los referidos Rayón y Liceaga; D. Ignacio Martinez, mariscal de campo; D. Tomas Ortiz; D. Benedicto Lopez, mariscal de campo; D. José Vargas, brigadier; D. Juan Albarran, brigadier; D. José Ignacio Ponce de León, cuartel-maestre general; D. Manuel Manso, comisionado general; D. José Miguel Serrano, coronel, como representante por D. José Rubio Huidrobo; D. Remigio de Yarza, como representante del mariscal de campo D. José Antonio Torres; b. José Ignacio Ezaguirre, por D. Mariano Ortiz; y el Dr. D. José Sixto Verdusco, cura de Tusantla, en el obispado de Michoacan, a los cuales se pidió su voto sobre el contenido de la mencionada acta, y en la que en consecuencia firmaron en la misma fecha, bajo juramento que hicieron, declararon unanimemente la necesidad del establecimiento de la junta, la que por entónces debia componerse de tres vocales, pudiéndose aumentar en adelante hasta cinco.

Procedióse en seguida al nombramiento por los mismos individuos que habian concurrido a la reunion, y recayó en el Lic. D. José Ignacio Lopez Rayón para presidente, y en D. José María Liceaga y el Dr. Verdusco. Constituyéronse inmediatamente en el ejercicio de su nueva autoridad, y fue citada la oficialidad, y los gobernadores y alcaldes de los pueblos de indios de aquellas inmediaciones, a prestar juramento de obediencia y fidelidad a la junta que gobernaba en nombre del rey Fernando VII y por su ausencia, solemnizándose todo con misa de gracias y regocijos públicos.

Por todo lo dicho en el curso de esta historia, se ha dado bastante a conocer al Lic. Rayón. Liceaga, era un jóven de Guanajuato de buena familia y algunas propiedades, pero de mala conducta, por la cual habia sido echado antes de la revolucion del regimiento de dragones de México en el que tomó los cordones de cadete, y era conocido en el lugar de su nacimiento por un apodo ridículo (2).

Verdusco, era cura de Tusantla, y aunque doctor era uno de los hombres mas ignorantes y preocupados que yo he conocido. Liceaga tomó el partido de la revolucion desde que entró en Guanajuato Hidalgo, quien como vimos en su lugar, lo hizo teniente coronel por no haber divisas de capitan, y siguió desde entonces al ejército insurgente y fue asociado a Rayón en la comision que se le confirió en el Saltillo por los primeros jefes, para sucederles en el mando. Acompañó en seguida a Rayón, haciendo un papel muy subalterno a su lado, lo que era para este una prenda de su sucesiva deferencia. Verdusco empezó entonces a figurar en la revolucion, habiendo permanecido hasta aquel tiempo en su curato. Rayón que ya se titulaba Capitan general de todos los ejércitos americanos, se llamó desde entonces Presidente de la suprema junta y ministro universal de la nacíón. La junta misma tomó el título de Suprema junta gubernativa de América.

Todos estos títulos y lenguaje, manifiestan la confusion de ideas que habia, aun entre los hombres que mas descollaban entre los insurgentes. Estos, dijo Morelos en una de sus declaraciones, hablando de una materia análoga a esta y que en su lugar veremos, no son mas que unos monos de los de España, que aprenden o imitan lo que ven hacer allá. No habia en efecto otras ideas, que las que daba la imitacíon de lo que por las Gacetas se veia ejecutar en España: hubo allá juntas gubernativas; era menester pues que en México las hubiese; hubo despues allá congreso y constitucion, y en México se hizo una parodia de una y otra cosa.

No se adelantó mucho sin embargo, en el designio principal de Rayón, No con el establecimiento de la junta. Aunque los adictos a la revolucion en la capital, que se formaban de ella unas ideas teóricas muy contrarias a la realidad de los hechos, se lisonjearon con que habia ya un gobierno nacional que seria universalmente reconocido; los que andaban en la revolucion con las armas en la mano, estuvieron lejos de prestarle este reconocimiento. Los Villagranes no solo no obedecieron a la junta, sino que se pusieron en hostilidad contra ella; Albino García, para quien segun su idioma grosero, no habia mas junta que la de dos rios, ni mas alteza que la de un cerro, se mantuvo independiente; lo mismo hicieron otros muchos, o solo la obedecian cuando les convenia, y los mismos individuos de la junta acabaron por chocar y hacerse la guerra entre sí. En cuanto a Morelos, para ganarlo, la junta se lo asoció nombrándolo cuarto individuo de ella, y como se manifestaba descontento de la superchería de seguir gobernando en nombre del rey Fernando VII, cuando las miras que se tenian eran las de la independencia, porque como dijo en su causa: no era razon engañar a las gentes haciendo una cosa y siendo otra, es decir, pelear por la independencia y suponer que se hacia por Fernando VII; la junta le escribió una carta reservada, que me ha parecido copiar aquí, porque ella manifiesta el sistema que la junta se habia propuesto seguir (3).

Habrá sin duda reflejado V. E., le dice, que hemos apellidado en nuestra junta el nombre de Fernando VII que hasta ahora no se habia tomado para nada; nosotros ciertamente no lo habriamos hecho, si no hubiéramos advertido que nos surte el mejor efecto; con esta política hemos conseguido que muchos de las tropas de los europeos desertándose, se hayan reunido a las nuestras; y al mismo tiempo que algunos de los americanos vacilantes por el vano temor de ir contra el rey, sean los mas decididos partidarios, que tenemos. Decimos vano temor, porque en efecto no hacemos guerra contra el rey, y hablemos claro, aunque la hiciéramos, hariamos muy bien, pues creemos no estar obligados al juramento de obedecerlo, porque el que jura de hacer algo mal hecho, ¿qué hará? dolerse de haberlo jurado y no debe cumplirlo (4). Esto nos enseña la doctrina cristiana. ¿Y haríamos bien nosotros, cuando juramos obediencia al rey de España? ¿Haríamos por ventura alguna accion virtuosa, cuando juramos la esclavitud de nuestra patria, ó somos acaso dueños árbitros de ella? Léjos de nosotros tales preocupaciones; nuestros planes en efecto son de independencia, pero diremos que no nos ha de dañar el nombre de Fernando, que en suma viene a ser un ente de razon. Nos parece superfluo hacer a V. E. mas reflexiones sobre este particular, que tanto habrá meditado V. E. Dios le guarde muchos años.- Palacio nacional de Zitácuaro, Septiembre 4 de 1811. - Lic. Ignacio Rayon. - Dr. José Sixto Verdusco. - José María Liceaga. - Por mandado de la suprema junta nacional americana. - Remigio de Yarza.

Sin embargo de esta explicacion y del despacho de teniente general, que en nombre de Fernando VII como todos se encabezaban, expidió la junta a Morelos, este nunca tuvo hácia aquella mas que consideraciones de armonía, continuando en obrar independiente de ella.

Este sistema de decepcion establecido por Hidalgo y seguido por el primer gobierno que tomó el nombre de nacional, echó por desgracia hondas raices.

Para arrastrar al pueblo a una revolucion cuyo objeto final se le ocultaba, y que él mismo repugnaba por sus hábitos y opiniones fundadas en la religion y en el respeto que profesaba al juramento, fue menester engañarlo y seducirlo halagando sus mas perniciosas inclinaciones; y una vez establecido este principio, una vez dado el ejemplar de hacer una revolucion con un título que otra revolucion habia de desvanecer, la opinion nacional quedó reducida a la nulidad, y a fuerza de engaños tras de engaños, se acabó por destruir toda idea de confianza y de buena fé.

¿Qué extraño es pues, que al cabo de treinta y cinco años de este miserable manejo, la nacion nada crea, en nadie confie y aun nada desee, sometiéndose a la dura suerte de sufrir todo con resignacion, sin atreverse ni aun a aspirar a una condicion mejor?

Aunque la junta de Zitácuaro no tuviese título alguno legal para reclamar la obediencia, pues no habia habido para su creacion ni aun la apariencia de una eleccion popular, único origen de legitimidad reconocido en los tiempos presentes, el Virrey temió que ella viniese a ser un centro de union, al que reconociesen las diversas partidas que cubrian y asolaban todo el reino. El sabia que la junta de Sevilla, que se llamó soberana de España e Indias, y a la que estas habian generalmente obedecido, no habia tenido un origen mas legítimo, y las dificultades que por todas partes le rodeaban hubieran crecido mucho de punto, si todos los jefes que obraban sin plan ni direccion, hubiesen seguido un solo impulso y reconocido una autoridad superior. No teniendo sin embargo otro arbitrio a que apelar, reiteró las órdenes que ya tenia dadas a Calleja desde la desgraciada retirada de Emparan, para que se moviese sobre Zitácuaro con el ejército de su mando, con la posible prontitud.

Calleja, para prevenir el efecto que pudiera producir el nombre de Fernando VII, con el cual autorizaba la junta sus providencias, publicó una proclama en Guanajuato el 28 de Septiembre, dando conocimiento de la formacion de aquella y de las órdenes que la misma habia mandado circular para que se le reconociese y obedeciese y se solemnizase su instalacion, por lo que declaraba que no habia otra junta nacional que el congreso de cortes reunido en España, para el que habian sido nombrados diputados por las provincias de Nueva España, ni en esta otra autoridad legítimamente emanada del soberano que el Virrey.

Anunciaba tambien su próxima marcha hácia Zitácuaro, y con el fin de evitar el derramamiento de sangre, ofreció una gratificacion de diez mil pesos, a quien entregase vivo o muerto a Rayon, o a cualquiera de sus asociados en la junta, como ya se habia ofrecido al principio de la revolucion por las cabezas de Hidalgo, Allende, y de sus principales compañeros, concediendo ademas indulto por todos los crímenes anteriores y entera seguridad a quien así lo hiciese.

Lo apurado de las circunstancias y el escaso número de tropas con que el Virrey contaba para hacer frente a la revolucion que por todas partes se propagaba, hacian que aquel jefe no pudiese formar ni seguir ningun plan arreglado de operaciones. Obligado a salir al encuentro al peligro en donde quiera que este se presentaba, no podia hacer otra cosa que echar mano de las fuerzas que podia emplear con mas brevedad, en lo que parecia mas urgente. El riesgo que la ciudad de Valladolid habia corrido en el ataque del 22 de Julio habia sido tan grande, que el Virrey llegó a creer que Trujillo o se habria visto obligado a abandonarla, o necesitaria de prontos auxilios para poderse sostener en ella, contra las grandes reuniones de Muñiz, Torres, Navarrete y otros, que aunque se habian retirado, permanecian en las inmediaciones y era muy probable que se rehiciesen y volviesen a atacarla.

Apénas pues se hubieron repuesto algun tanto en Toluca las fatigadas tropas de Emparan, hizo el Virrey marchar a Valladolid (3 de Agosto), al teniente coronel Castillo Bustamante con su batallon de granaderos, alguna caballería y artillería, no obstante que era muy de temer que los insurgentes, vencedores en Zitácuaro, se derramasen por el valle de Toluca y aun intentasen ocupar esta ciudad, para cuya defensa quedó el primer batallon de la Corona a las órdenes del coronel Iberri.

Reunidas en Valladolid las fuerzas que Castillo Bustamante conducia, con las de Linares que habia batido a los insurgentes en Santiago Undaméo (3 de Septiembre) (5) y algunas otras de aquella guarnicion, salieron (6 de Septiembre) en busca de Muñiz que se hallaba en Acuitzio, con cosa de ocho mil hombres y trece cañones. Al acercarse los realistas, Muñiz abandonó su campamento y se situó en la loma de S. Juan, en una fuerte posicion en la que fue atacado y batido (7 de Septiembre), con pérdida de su artillería y municiones. Solo se detuvo Castillo Bustamante en Acuitzio lo preciso para castigar al pueblo y recoger los despojos de los vencidos, y en seguida salió para Pázcuaro (18 de Septiembre) en busca de D. José Antonio Torres que ocupaba aquella ciudad. No le aguardó Torres en ella, y se retiró a Zacapo para unirse con el P. Navarrete. Juntos ambos, esperaron a las tropas reales en las lomas que dominan la alberca de Zipiméo, con veintidos cañones y número grande de gente. Castillo Bustamante se puso en movimiento para alcanzarlos, mas recelando que no lo aguardarian, intentó sorprenderlos y al efecto salió a media noche (13 al 14 de Septiembre) de su campo, en el que dejó sus tiendas, luces y fuegos para que no se advlrtiese su marcha; pero este designio se frustró por el tiroteo que se empeñó entre una de sus avanzadas y otra de los insurgentes, lo que hizo que estos se pusiesen en defensa. Castillo Bustamante los descubrió al amanecer, colocados en dos eminencias, sin mas paso para ellas que un estrecho camino entre ambas, sobre el que se cruzaban los fuegos de las baterías colocadas en las cumbres de la una y de la otra.

Empeñada la accion, Castillo la sostuvo con los fuegos de su artillería, entreteniendo a los insurgentes, miéntras que una seccion que destinó a flanquearlos, pasaba la ciénega que rodeaba la eminencia de la derecha, por un paso que descubrió el voluntario de Celaya D. José Domingo Rábago, para atacarlos por la altura que dominaba por la espalda su batería.

Hízose con acierto este movimiento por el teniente coronel Echegaray, que mandaba dos escuadrones de dragones de México, y se distinguieron D. José Moran que servia entónces en este cuerpo y D. Gil Riaño, hijo del intendente de Guanajuato, que iba a la cabeza de la segunda compañía de granaderos de Valladolid. Los insurgentes sorprendidos por esta maniobra que no habian previsto, se pusieron en fuga, y ántes lo habian hecho Torres y Navarrete, poniendo en salvo sus equipajes. En estas acciones, la mayor dificultad para los realistas, fue vencer la que ofrecia el terreno, y superada esta, la resistencia de los insurgentes fue corta. En ella, tuvo una parte muy principal la division de Linares, y en ambas se señaló D. Agustin de Iturbide, que habiendo tenido que retirarse de Taxco por las enfermedades propias del pais caliente que lo pusieron a la extremidad, se hallaba de ayudante de Castillo; este lo recomendó porque en la primera, luego que cesaron las operaciones de la infantería, pidió permiso para perseguir a los enemigos en la fuga con la caballería, y en la segunda mandó con acierto el cuerpo del centro que estuvo a su cargo. Recomendó tambien Castillo al P. franciscano Fr. Pascual Alarcon, capellan de los dragones de México, que por no separarse de ellos en la batalla de Acuitzio, tuvo su caballo herido y dió muerte a un insurgente por defenderse, e igual recomendacion hizo del dragon del mismo cuerpo Luciano Ochoa, que persiguiendo a los que huian, se le presentó un hermano suyo pidiéndole la vida, y se la quitó por su mano diciéndole: que no tenia hermanos insurgentes.

La pérdida de estos fue considerable en los dos encuentros y con esto quedaron por entonces destruidas las grandes reuniones que amenazaban a Valladolid: Castillo Bustamante hizo fusilar a los prisioneros de Zipiméo que fueron cosa de trescientos, y Trujillo que tenia especial ojeriza a los clérigos y frailes, dice que murieron de estos cinco o seis, y fue hecho prisionero un carmelita.

Despues de estas acciones, se dividieron las tropas que a ellas concurrieron. La division de Castillo regresó a Pázcuaro y siguió sus operaciones hasta Tacámbaro, Urecho y otros pueblos. Las fábricas de cañones que Muñiz tenia establecidas en Tacámbaro fueron destruidas; en ellas, con la proximidad del mineral de Santa Clara del cobre, hizo tantos y los perdia tan fácilmente en todos los combates gue dió, que fueron muchos sin haber tenido en uno solo un feliz resultado, que le llamaban el cañonero; hizo tambien, como ántes se ha dicho, fusiles de bronce, a manera de los antiguos arcabuces, que por su peso eran de poca utilidad y de ellos fueron tomados en estas dos acciones unos trescientos. La artillería que fundia era generalmente de grueso calibre, y siendo de poca utilidad a los realistas, solo la aprovechaban en hacer balas, pues todas las que usaban eran de bronce, porque en aquel tiempo no se sabia fundirlas de fierro.

Linares persiguió a los fugitivos, les tomó una culebrina que les habia quedado, recorrió los pueblos colindantes con la provincia de Guanajuato hasta Salvatierra y Celaya, y condujo a Valladolid un convoy con tabacos y otros efectos que se hallaba detenido en este último punto. Volvió a salir para Zamora, con el fin de franquear la comunicacion con Guadalajara, teniendo una conferencia con Negrete en aquella villa, cuya defensa estaba organizando el mismo Linares formando compañías de patriotas y haciendo fortificaciones, cuando recibió órden de volver a marchas forzadas á Valladolid, en donde una partida mandada por Villalongin, habia logrado sorprender uno de los puntos avanzados y entrado de noche en la ciudad, aunque tuvo que abandonarla en seguida (6).

Disminuida con la marcha de Castillo en mas de la mitad la fuerza que estaba en Toluca, no pudo la que quedó impedir que Rayon extendiese sus partidas por todo aquel valle. D. Ramon, hermano de D. Ignacio, entró con una de ellas en Ixtlahuaca (7) (11 de Septiembre), haciendo que se retirasen a Toluca los patriotas levantados en aquel pueblo y en las haciendas inmediatas, que mandaba D. Juan García de la Cuesta. Otra partida ocupó a Tenancingo, y Oviedo y Canseco se situaron con fuerzas considerables en la fuerte posicion del cerro de Tenango, llegando en sus correrias hasta las puertas de Toluca. El Virrey, que habia desguarnecido á esta ciudad por socorrer a Trujillo en Valladolid, hizo marchase a tomar el mando de lo que habia quedado de la division de Emparan, el brigadier D. Rosendo Porlier, con la tropa de marina con que habia llegado a México, conduciendo el convoy de barras de plata que Calleja le entregó en Guanajuato (8).

Porlier salió de Toluca en busca de una partida que se adelantaba por el pueblo de S. Juan Evangelista (16 de Septiembre), y habiéndose esta replegado a la hacienda de la Huerta, para reunirse con un cuerpo mas numeroso que allí estaba, Púrlier la atacó y puso en fuga, y a su vuelta destruyó el pueblo mencionado. Dispuso en seguida atacar (21 de Septiembre), el cerro de Tenango; los indios de veinte pueblos inmediatos con porcion de gente a caballo, mucho número de fusiles y tres cañones, ocupaban la cumbre, solo accesible por su frente y para cuya defensa habian prevenido multitud de galgas o peñascos que echar sobre los asaltantes. Porlier hizo avanzar por la izquierda el batallon de Marina, y por su derecha el de la Corona; ni uno ni otro pudieron llegar a la cima, estando el paso impedido por paredones y cortaduras y tuvieron que retroceder con gran pérdida, causada principalmente por las galgas que rodaban los indios desde las alturas. Murió en la accion el mayor de la Corona Villalva, que mandaba el cuerpo, por estar enfermo en Toluca a consecuencia de las fatigas de la campaña el coronel Iberri, que murió por aquellos dias. Porlier se retiró a Toluca para cubrir aquella ciudad amagada de un ataque (9). Verificose este en efecto ántes que Porlier regresase (10 de Octubre) (10), pero aunque no hubiese quedado mas que una muy corta guarnicion, esta con el paisanaje armado rechazó e hizo retirar a los insurgentes. Volvieron sin embargo a la carga con mayores fuerzas, poniendo a la ciudad en tanto riesgo y al Virrey en tal conflicto, que no obstante ser el cumpleaños del rey (14 de Octubre), no se presentó en el paseo ni en el teatro como era de etiqueta hacerlo, y a pesar de ser tan escasa la tropa que habia en la capital, estando su guarnicion casi reducida al regimiento del Comercio y a los patriotas, hizo salir al capitan de fragata D. José María Cueva con cuatrocientos infantes del fijo y del provincial de México, cien dragones y dos piezas de a cuatro, quien encontrando embarazado el puente de Lerma por dos cortaduras practicadas en sus cabezas, tuvo que retardar su marcha, no habiendo podido llegar a Toluca hasta el 18 de Octubre. Entre tanto aquella ciudad habia sido atacada en los dias 15 y 16, sin que hubiesen podido penetrar en ella los insurgentes. Estos permanecieron durante cinco dias ocupando todas las alturas circunvecinas, desde las cuales batian a la poblacion con su artillería, en especial desde el cerro del Calvario: mandábanlos muchos de sus jefes, habiéndose reunido de todas aquellas inmediaciones Oviedo, Cruz, Albarran, Montes de Oca, Rosales y otros de nombradía. Con el refuerzo que habia llegado con Cueva, Porlier dispuso atacarlos en sus posiciones, encargando al mismo Cueva el mando de la columna que debia subir a la fuerte posicion del Calvario; tomada esta, y la artillería colocada en ella, los insurgentes huyeron de todos los puntos, abandonando armas y municiones.

El carácter sanguinario de Porlier se habia formado con el ejemplo de las atrocidades que los franceses cometian en España, y dió en esta ocasion una tremenda prueba de él. Hiciéronse en la acción unos cien prisioneros indios, y en el mismo dia en que obtuvo este triunfo, los hizo fusilar a todos puestos en fila en la calle principal de Toluca, no dejando vivo mas que uno solo, para que fuese a contar esta terrible matanza a sus compañeros.

Díjose entonces que habiendo representado contra él con este y otros motivos, las autoridades y vecinos principales, sabedor de ello Porlier los amenazó con igual castigo (11). Aunque Cueva salió con su division de Toluca el 24 de Octubre, con objeto de atacar a los insurgentes en Tenancingo y Tenango, habiendo reconocido su fuerza, se volvió el dia siguiente sin haberse atrevido a intentar nada contra aquellas posiciones (12).

El peligro en que habia estado Toluca, y que habia sido mas bien que removido diferido, y la angustia en que se hallaba la capital misma, en cuyas inmediaciones atacaban los insurgentes las haciendas y pueblos comarcanos, sin que los habitantes de ella se atreviesen a pasar la noche fuera de las garitas (13) habian hecho que el Virrey repitiese las ordenes mas estrechas a Calleja, para que se pusiese en marcha. Antes de verificarlo, tomó este las medidas mas adecuadas que las circunstancias le permitieron, a fin de evitar que las provincias que sus tropas iban a abandonar, sufriesen los trastornos que temia, y se perdiese en su ausencia todo lo que se habia adelantado en un año de extraordinarios esfuerzos. Para resguardo de S. Luis Potosí, previno a Arredondo que situase en aquella ciudad parte de la fuerza de que podia disponer, y que no era tan necesaria en el territorio de su mando, en el que no le quedaban enemigos que perseguir sino en la Huasteca; pero Arredondo, poco inclinado a hacer otra cosa que lo que el mismo disponia, no cumplió estas prevenciones. Tambien solicitó Calleja que Cruz adelantase una division a las órdenes de Negrete a León o la Piedad, para que protegiera por aquel rumbo a Guanajuato; mas esto tampoco tuvo efecto, porque en aquellos dias una de las secciones de la Nueva Galicia, fuerte de cuatrocientos sesenta hombres, se dejó sorprender en medio de la noche en Jiquilpan. Cruz comunicó este acontecimiento a Calleja en una carta en frances, por si caia en manos de los insurgentes, y le manifestó que estaba persuadido de la necesidad urgentísima de la expedicion que iba a emprender, porque el Licenciado contra quien se dirigia, (hablando de Rayón) hacia una guerra formidable por medio de proclamas, de mensajes y de toda clase de seduccion; pero que le era imposible por entónces hacer que Negrete se moviese sobre los puntos que Calleja deseaba, a no abrir una brecha de dificil reparacion, habiendo ademas la circunstancia de que Negrete estaba enfermo y pedia su relevo, no teniendo Cruz jefe que poderle dar por sucesor (14).

Frustradas las esperanzas de dejar aseguradas, en virtud de estas precauciones, las provincias de que iba a separarse, despachó Calleja al teniente coronel D. Pedro Meneso con quinientas noventa y seis barras de plata (15), las que dejó depositadas en Querétaro por no haber tropa que las llevase a la capital, y a su regreso a Guanajuato llevó consigo el dinero, vestuarios, pertrechos y municiones que estaban allí destinados para el ejército (16); a su tránsito persiguió varias partidas de insurgentes, y entregó en Salamanca el convoy a D. Miguel del Campo, que lo condujo a Guanajuato. Calleja dispuso entónces la marcha de las divisiones que se hallaban en distintos puntos, dirigiéndolas sobre Zitácuaro. A García Conde, que con la mas fuerte de ellas estaba en Lagos, le mandó pasar a Acámbaro y adelantarse de allí a Marabatío, en cuyo punto debia reunírsele con la suya Castillo Bustamante, y hacerse allí los preparativos para la expedicion. A la division de Oviedo que se hallaba en Celaya, se unieron la de Viña que operaba contra Albino García por el rumbo del Valle; la de Guizarnótegui que ocupaba a S. Miguel el Grande y otras partidas, y el mismo Calleja salió de Guanajuato el 11 de Noviembre, llevando consigo toda la fuerza disponible, incluso el regimiento nuevamente levantado en aquella ciudad, a cuyo armamento y equipo habian coniribuido el ayuntamiento y vecinos, creyendo que se les dejaria para resguardo de aquella importante poblacion, la que con su salida no contaba con mas defensa que las compañías de patriotas o realistas que se habian formado, mal armadas y sin otro jefe que el intendente Marañon, enteramente nuevo en el oficio de las armas, y muy poco apto para él.

Quedó pues la rica provincia de Guanajuato abandonada a solo los realistas nuevamente levantados, teniendo que luchar con el activo e incesante Albino García y con otra multitud de guerrilleros, que sin mas objeto que el robo, se unian a aquel cuando se les presentaba la ocasion de caer sobre alguna poblacion importante. Bien presto se echaron de ver las consecuencias de este estado de cosas. Pocos dias despues de la salida de Calleja de Guanajuato, se presentó en las alturas que dominan a aquella capital Tomas Baltierra, conocido con el nombre de Salmeron, con unos cuatrocientos a quinientos hombres, y aunque no penetró en ella, se retiró diciendo que volveria en breve con Albino García (17). En efecto, el mártes 26 de Noviembre, este, siguiendo el mismo camino que Flan tomó a la izquierda de la cañada de Marfil, cuando aquella ciudad fue atacada por Calleja en Noviembre de 1810, ocupó la cumbre del cerro de S. Miguel que domina la poblacion del lado del Sur. Su cuadrilla se habia aumentado con la gente de los pueblos y rancherías del tránsito, atraida por el interes de un nuevo saqueo de Guanajuato, que conservaba todavia la fama de su antigua opulencia, y tambien concurrió a engrosarla con el propio motivo, la plebe de la misma ciudad y la gente de las minas. A los pocos realistas que en la ciudad se habian organizado, se unieron las dos compañías de la misma clase de Valenciana y Marfil, mandadas la primera por D. Joaquin Belaunzaran, administrador de aquella negociacion, y la segunda por D. Francisco Venegas, dueño de una de las principales haciendas de beneficio de metales del último. Estas cortas fuerzas se hallaban en la plaza, dominada por todos lados por alturas a tiro de fusil ocupadas por los insurgentes, que con la plebe que se les habia unido, llegaban a diez o doce mil. Mandaba a los realistas el conde de Perez Galvez, coronel del regimiento de caballería del Príncipe, que por la primera vez de su vida se hallaba en funcion de guerra, y el sargento retirado del batallón de Guanajuato D. José Aguirre que hacia funciones de mayor de plaza. Un cañon estaba colocado en la plaza y otro en el cerro del Cuarto, que domina a la ciudad por el Norte, pero este por no poderse sostener en aquel punto o por otro motivo, fue pronto retirado de aquella posicion, y quedó reducida la defensa al circuito de la plaza. El fuego de cañon y fusilería que sobre ella hacian los insurgentes desde el cerro de S. Miguel, causaba poco daño por la distancia y desacertada puntería; una partida de los realistas intentó apoderarse del cañon colocado en aquella altura, atacando la posicion por la espalda y subiendo para ello por el sendero conocido con el nombre del Espinazo; cuchilla estrecha y pendiente que desde el barrio del Venado, conduce a la cumbre del cerro de S. Miguel; pero fueron muertos, casi sin poder hacer uso de las armas por lo estrecho y dificil del sitio, el capitan D. Angel de la Riva (e) que la mandaba y otros, entre ellos varios españoles que como el mismo la Riva habian tenido la buena suerte de escapar en el degüello de Granaditas; los pocos que quedaron vivos, volvieron a concentrarse en la plaza.

Obtenida esta ventaja, los insurgentes invadieron la ciudad bajando de tropel por la calzada de las carreras y llegaron a situar un cañon en la plazuela de S. Diego, inmediata a la plaza mayor, rompiendo desde aquel punto el fuego sobre los realistas que se hallaban reducidos a ella; pero habiéndoseles contestado por estos, se echaron sobre el cañon de los contrarios D. Pedro Argonz (e), y otros de los patriotas que estaban en la guardia principal y se apoderaron de él; repicaron entonces las campanas de la parroquia para celebrar el triunfo, y habiéndose anunciado la próxima llegada de los realistas de León y de Silao, que se habian dejado ver por el camino de este último pueblo, Albino García, que desde el cerro de S. Miguel dirigia los movimientos de su gente, dándolo todo por perdido, se retiró precipitadamente a la hacienda de Cuevas, desbandándose la multitud que lo seguia con la esperanza del pillaje. En esta retirada se llevó Albino consigo a D. José María Rubio, de una familia distinguida, a quien hizo su secretario.

Túvose en Guanajuato por milagrosa esta retirada, con la que se salvó la ciudad de las calamidades que le amenazaban, las que se habian empezado a sufrir ya con el saqueo de algunas casas de las calles que llegaron a ocupar los insurgentes, y atribuyéndolo a la proteccion de la Santísima Vírgen bajo la advocacion de Guanajuato, se colocó en el nicho en que se venera su imágen, en la parroquia de aquella ciudad, un cañoncito de oro, por recuerdo del que fue tomado a los insurgentes. A poco rato llegó el refuerzo esperado de León y de Silao, pero habiendo manifestado los jefes de aquellas fuerzas la intencion de retirarse, recelosos de que Albino se dirigiese á aquellos puntos, fue grande la inquietud de los vecinos de Guanajuato, que por su lado temian que volviese y todos se disponian a abandonar la ciudad. ¡Tanto era el terror que el nombre del manco García habia inspirado en aquella provincia! (18)

Sin embargo, se tranquilizaron con dejarles alguna guarnicion, y con la llegada de las tropas de Jalisco a las órdenes de D. Angel Linares y de Quintanar, con lo que pudieron ponerse en mejor estado de defensa.

La villa de S. Miguel y los pueblos de Dolores y S. Felipe, fueron de nuevo invadidos y saqueados por los insurgentes; Silao y Leon se defendieron, habiendo sido rechazados aquellos, mandados por el P. Carda Ramos, Pedro Carda, y otros, en el ataque que dieron a la primera de estas poblaciones el 28 de Octubre, en cuya accion se distinguieron varios eclesiásticos realistas, y fueron batidos el 29 por el subdelegado de Leon Concha (19).

Verificáronse así los temores que Calleja habia manifestado al Virrey, sobre las consecuencias funestas que traeria su salida de la provincia de Guanajuato; pero el aprieto en que el Virrey se veia en puntos mas inmediatos a la capital, le obligaba a desatender los mas distantes, por poner reparo al riesgo mas próximo.

Los sucesos de Toluca le habian puesto en tal cuidado, que en 31 de Octubre dió a Calleja la órden apretada de ponerse en marcha, concebida en tales términos, que no contribuyó ella poco a aumentar las desazones que entre ambos habia. Calleja la recibió a la segunda jornada despues de su salida de Guanajuato, con lo que pudo contestar que estaba ya en camino, y que para moverlo no habia sido necesaria una órden tan fuerte, pues le habian bastado para obedecer las anteriormente recibidas (20).

Continuando su marcha, tuvo en Acámbaro una conferencia con Trujillo, que salió de Valladolid hasta aquel punto, y en el mes de Diciembre se situó en el pueblo de S. Felipe del Obraje, donde se detuvo algunos dias, esperando los obuses y municiones que se le debian mandar de México, y que se verificase la combinacion de movimientos que propuso con las fuerzas de Toluca, mandadas por Porlier; pero no habiendo tenido efecto el ataque de Zitácuaro hasta los primeros dias del año de 1812, ántes de tratar de él, es preciso echar una ojeada sobre el curso que la revolucion habia seguido en otras provincias, y presentar el estado en que se hallaba al fin de 1811.


Notas

(1) La constancia de todo esto se halla en el prontuario de las causas formadas a los insurgentes, que está en el archivo general. El libro se dice que está forrado en badana encarnada con 180 fojas, la mayor parte en blanco. Bustamante copia las actas íntegramente: Cuadro histórico, tomo 1°, f. 293, donde pueden verse. Este libro sin duda fue remitido a España.

(2) Véase, aquí en nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, La revolución del cura Miguel Hidalgo, hasta la muerte de éste y sus compañeros en donde por equivocacion se dijo que el regimiento fue el de dragones de España. Manifiesto de Calleja, publicado por Martiñena, párrafo 35. Este manifiesto, quitándole los apodos insultantes en que abunda, es muy exacto en cuanto a los hechos.

(3) Esta carta fue cogida en Cuautla con los demas papeles de Morelos en Mayo de 1812, y se publicó en la Gaceta de 9 de aquel mes, tomo 3°, núm. 225, fol. 489, de donde la sacó Bustamante, que la copió en el Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 406, y Juan Martiñena, Verdadero orígen, documentos núm. 6, fol. 2.

(4) Tomado del Catecismo del P. Ripalda, de la declaracion sobre el segundo mandamiento.

(5) Partes de Trujillo y Linares. Gaceta de 5 de Octubre, núm. 122, folio 925. Id. de Castillo Bustamante, en la Gaceta de 21 de Noviembre, núm. 142, fol. 1.083 de la acción de Acuitzio, y en la de 22 del mismo, núm. 143, fol. 1.091 de la de Zipiméo. El parte de Trujillo de ambas, se halla en la número 122, fol. 926.

(6) Representacion manuscrita de Linares. El objeto de Villalongin fue sacar a su esposa, que Trujillo tenia presa, y logrado este intento salió de Valladolid en donde no podia sostenerse.

(7) Gaceta de 24 de Septiembre, núm. 114, f. 865 y sig. con los partes de Porlier.

(8) Véase fol. 200.

(9) Parte de Porlier en la Gaceta de 24 de Septiembre,. núm. 114, fol. 867. En esle parte no se hace mencion de Iberri, quien murió por este tiempo en Toluca.

(10) Véanse para todos estos ataques de Toluca las Gacetas de 15 de Octubre, núm. 126, fol. 957, 19 del mismo, núm. 128, fol. 977, 22 de id., núm. 129, fol. 979 y 29 de id., núm. 132, fol. 1006.

(11) Asi lo refiere el Dr. Arechederreta, en sus Apuntes históricos.

(12) Idem.

(13) El 4 de Octubre en la noche, atacaron los insurgentes y saquearon el molino de Santa Mónica, a cuatro leguas de México. El 16 de Noviembre, intentaron hacer lo mismo en la hacienda de Chagaray, que defendió su dueño el capitan de patriotas D. Pedro Caso, que fue muerto. Pocos dias despues, entraron y saquearon a S. Agustin de las Cuevas. Los dueños de las haciendas inmediatas a Chapultepec, tuvieron que levantar a sus expensas una fuerza de caballeria, para proteger sus fincas.

(14) Campañas de Calleja, publicadas por Bustamante, fol. 124. La carta relativa al suceso de jiquilpan dice: Un evenement faeheux vient d'arriver dans jiquilpan. Un corps de cavalerie fort de 460 a été surpris dan s le milieu de la nuit par les fripons. Je suis a present fort incomodé, cependant que les nouvelles, n'ont pas arrivé aver detail. Este mal francés traducido en castellano, quiere decir: Un acontecimiento funesto acaba de suceder en Jiquilpan. Un cuerpo de caballería de 460 ha sido sorprendido en medio de la noche por los malvados. Estoy por esto muy desazonado, aunque no me han llegado las noticias por menor.

(15) Gaceta de 19 de Noviembre, tomo 2°, núm. 141, fol. 1076.

(16) Son las mismas de que se habló, fol. 200.

(17) He tomado la rclacion de la entrada de Albino García en Guanajuato, de la carta muy circunstanciada que escribió el cura Labarrieta a Calleja, y que Bustamante ha publicado en el Cuadro histórico, tomo 1°, Col. 428.

(18) Bustamante al referir este ataque de Guanajuato, con su empeño de presentar siempre los sucesos con un aspecto contrario al que realmente tuvieron, dice, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 426 que los buenos americanos no osaban ni aun proponer un acomodamiento con los insurgentes; como si hubiese sido posible acomodamiento alguno con Albino García, que él mismo dice que era capataz feroz, que acaudillaba hombres inmorales.

(19) Gaceta de 14 de Noviembre, núm. 139 fol., 1059 a 1064.

(20) Campañas de Calleja, fol. 132.

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