Indice de Toda una vida de lucha. Homenaje a Mollie Steimer de Chantal López y Omar Cortés La vida de dos luchadores: Mollie y Senya Fleshin, de Rudolf Rocker Testimonio de Mollie SteimerBiblioteca Virtual Antorcha

TODA UNA VIDA DE LUCHA
(Homenaje a Mollie Steimer)

Recopilación y comentarios,
Chantal López y Omar Cortés

LA VIDA DE MOLLIE STEIMER:
UNA ANARQUISTA
PAUL AVRICH




Mollie Steimer, la muy conocida militante anarquista, murio de un ataque al corazon el veintitrés de julio de 1980 en su casa de Cuernavaca, Morelos, México. Mollie tenía ochenta y dos años, y durante su larga vida la consumio una pasion extraordinaria para luchar por el bien de sus semejantes. Fue una de las últimas anarquistas de la vieja guardia con fama internacional e igualmente fue una de las últimas del extraordinario grupo de políticos rusos exiliados en México que incluía diversos personajes como Jacob Abrams, Victor Serge y Leon Trotsky. Le sobreviven su compañero de toda la vida, Senya Fleshin y una hermana menor en Nueva York, a quienes dirigimos nuestro mas sentido pésame.

Nacida el veintiuno de noviembre de 1897, en el pueblo de Dunaevtsy, situado al sudoeste de Rusia, Mollie emigro a los Estados Unidos en 1913 junto con sus padres y cinco hermanos. Tenía solo quince años cuando llego al ghetto de Nueva York; inmediatamente empezo a trabajar en una fabrica de confeccion para ayudar al sostén de su familia. También comenzo a leer literatura radical, iniciando con La mujer y el socialismo de Bebel, y La Rusia subterranea de Stepniak, antes de descubrir las obras de Bakunin, Kropotkin y Emma Goldman.

En 1917, se vuelve anarquista, el ideal al que dedico su vida. Con el estallido de la revolucion rusa, se lanzo a desarrollar actividades de agitacion coligandose a un grupo de jovenes anarquistas unidos en torno a un periódico clandestino escrito en yiddish, llamado Der Shturem (La Tormenta). Plagado de diferencias internas, el grupo Shturem, se organizó a finales del año, adoptando el nombre de Frayhayt (Libertad) e iniciando un nuevo periódico bajo este mismo nombre, del cual cinco números aparecieron entre enero y marzo de 1918, con caricaturas de Robert Minor y artículos de María Goldsmith y George Brandes, entre otros. Como lema, los escritores escogieron la celebre sentencia de Henry David Thoreau: El mejor gobierno es el que no gobierna (en yiddish: Yene regirung izo di beste, velkhe regirt in gants nit), una extensión del aforismo de Jefferson: El mejor gobierno es el que menos gobierna.

El grupo Frayhayt, lo formaba una docena de muchachos y muchachas, todos de ascendencia judía del este europeo; regularmente se encontraban en el N° 5 de la calle East 104 en Harlem, en donde varios de ellos, Mollie incluso, compartían un departamento de seis cuartos. La figura más activa en el grupo, aparte de la misma Mollie, era Jacob Abrams, de treinta y dos años, que había inmigrado de Rusia en 1906. En 1917, como secretario de la Unión de Encuadernadores, Abrams había luchado para impedir la extradición de Alexander Berkman a San Francisco, en donde las autoridades estaban tratando de implicarlo en el famoso caso dinamitero Mooney-Billings. Otro miembro del grupo era la esposa de Abrams, Mary, una sobreviviente del trágico incendio del triángulo Shirtwaist en 1911, del que logró escapar con heridas leves saltando desde una ventana. Los demás eran Hyman Lachowsky, un impresor; Samuel Lipman de veintiún años, más marxista que anarquista; la amiga de Lipman: Ethel Bernstein; su hermana Rose Bernstein; Jacob Schwartz; Sam Hartman; Bernard Sernaker -cuyas hijas Germinal y Harmony, asistían a la Escuela Ferrer en Stelton-; Clara Larsen, Sam e Hilda Adel; Zalman y Sonya Deanin.

El grupo como colectivo, editaba y distribuía su periódico en secreto porque había sido proscrito por el gobierno federal, a causa de su oposición al esfuerzo americano de guerra, sin hablar de su orientación anti-capitalista, pro revolucionaria y pro soviética. la única guerra justa es la revolución social, proclamaba su encabezado (Der ayntsiger gerekhter krig iz di sotsiale revolutsie). Despues de imprimir el periódico en una prensa manual, el grupo lo envolvía muy bien y, de noche, lo introducía en los buzones de toda la ciudad. Los oficiales federales y locales pronto sospecharon de sus actividades, pero eran incapaces de seguirles las huellas, hasta que ocurrió un incidente que llevó a Abrams, a Mollie y a sus camaradas a figurar en la primera plana de los periódicos e ir a parar a la carcel.

Lo que provocó el incidente fue el desembarco de tropas americanas en la Rusia Sovietica durante la primavera y el verano de 1918. Viendo la intervención como una maniobra contrarrevolucionaria, los miembros del grupo Frayhayt decidieron detenerla. Para este propósito, elaboraron dos octavillas, una en ingles y otra en yiddish, incitando a los trabajadores americanos a iniciar una huelga general.

¿Permitiran ustedes que la revolución rusa sea aplastada? Preguntaba la octavilla en ingles. ¡A tí nos referimos, pueblo de America! La revolución rusa pide ayuda a los trabajadores del mundo. La revolución rusa grita: ¡trabajadores del mundo! ¡Despierten! ¡Levántense! ¡Derriben a su enemigo que es el mío! Sí, amigos, sólo hay un enemigo de los trabajadores del mundo y este es el capitalismo.

La octavilla en yiddish contenía un mensaje similar:

¡Trabajadores, nuestra respuesta a la barbara intervención debe ser una huelga general! Una demostración abierta dejara saber al gobierno que no sólo el trabajador ruso pelea por la libertad, sino que tambien aquí, en America, ésta vivo el espíritu de revolución. No dejen que el gobierno les amedrente con su salvaje castigo en las carceles, ahorcando y fusilando. No debemos traicionar, y no lo haremos, a los maravillosos luchadores de Rusia. Trabajadores, ¡A pelear!

De cada octavilla imprimieron cinco mil ejemplares.

Mollie distribuyó la mayoría de ellas en diferentes lugares por toda la ciudad. Luego, el veintitres de agosto de 1918, tomó las que quedaban para la fabrica en donde trabajaba ubicada en el bajo Manhattan. Distribuyó algunas de mano en mano, y tiró las que le sobraban por una ventana de los sanitarios del piso superior. Al caer en la calle, fueron recogidas por un grupo de trabajadores que informó el hecho inmediatamente ¡¡¡a la policía!!! La policía a su vez notificó al Servicio de Inteligencia Militar Americano, quien envió dos sargentos del ejercito al edificio. Cuando subían al edificio, encontraron a un joven trabajador llamado Hyman Rosansky, un nuevo integrante del grupo Frayhayt, que había estado ayudando en la distribución de las octavillas. Rosansky admitió su participación, confesó e implicó al resto de sus camaradas. Mollie fue apresada rápidamente en compañía de Lachowsky y Lipman. El mismo día, la policía hizo una redada en el cuartel general del grupo en la calle East 104, arrasando el departamento y arrestando a Jacob Abrams y a Jacob Schwartz, quienes fueron golpeados a puño y macanas durante el camino a la comisaría.

Cuando llegaron, una nueva paliza les fue administrada, hasta tal punto que Schwartz estaba escupiendo sangre. Poco despues trajeron a Lashowsky, magullado y sangrando.

Durante los siguientes días, el resto del grupo fue detenido e interrogado.

Algunos fueron puestos en libertad, pero Abrams, Steimer, Lachowsky, Lipman y Schwartz fueron acusados bajo el cargo de conspiración, al violar la Ley de espionaje, aprobada al principo de ese año por el Congreso. A Rosansky, quien había cooperado con las autoridades se le concedió una postergación para que rindiera su declaración.

El caso Abrams, nombre bajo el que se llegó a conocer, constituye una marca en la represión de las libertades civiles en los Estados Unidos. Fue el primer proceso importante en tiempo de la Ley de espionaje, y se le mencionó en todos los relatos clásicos referentes al tema, como una de las más flagrantes violaciones de los derechos constitucionales durante la histeria de la Amenaza Roja que siguió a la primera guerra mundial. El juicio, que duró dos semanas, se abrió el diez de octubre de 1918 en la Corte Federal de Nueva York. Los acusados eran Abrams, Steimer, Schwartz, Lachowsky y Lipman.

Schwartz, sin embargo, nunca compadeció ante la Corte. Habiendo sido violentamente golpeado por la policía, fue transportado al hospital Belevue, en donde murió el catorce de octubre, mientras se ventilaba el juicio. Los informes oficiales atribuyeron su muerte a la gripe española, una epidemia que estaba asolando por aquel entonces. En realidad, fue brutalmente asesinado. Su funeral se transformó en una demostración política; y el veinticinco de octubre un mítin memorable, encabezado por Alexander Berkman, fue organizado en su honor en el palacio Parkview. Concurrieron mil doscientos dolientes, quienes escucharon emocionantes discursos por John Reed, que ya había sido arrestado por condenar la intervención americana en Rusia; y por Harry Weinberger, el abogado defensor en el caso Abrams, quien anteriormente había representado a Alexander Berkman y a Emma Goldman en su juicio originado por oponerse a la conscripción militar en 1917.

El caso Abrams fue presentado ante el juez Henry Delamar Clayton, quien durante dieciocho años fue diputado por Alabama en el Congreso. Clayton demostró ser otro Gary o Thayer, los jueces en los casos de Haymarket y Sacco y Vanzetti.

Interrogó a los acusados acerca de su actividad en relación al amor libre, y se mofaba y los humillaba todo el tiempo:

Clayton
Ustedes hablan continuamente acerca de los productores, dijo a Abrams. ¿Ahora puedo preguntarle porque no se va y hace algo productivo? En este país hay bastantes terrenos baldíos que necesitan cuidados.

En otra ocasión, cuando Abrams se llamó anarquista y agregó que Cristo era tambien anarquista, Clayton lo interrumpió:

Nuestro señor no está enjuiciado aquí, y usted sí lo está.

Abrams comenzó a contestar:

Cuando nuestros antepasados de la revolución americana ..., sólo hasta ahí pudo llegar. Clayton le interrumpió bruscamente:

Clayton
¿Sus que?

Abrams
Mis antepasados.

Clayton
¿Quiere decir que se refiere a los padres de esta nación como a sus antepasados? Bien, supongo que también podemos dejar esto fuera, porque Washington y los demas no estan enjuiciados aquí.

Abrams explicó que los había llamado de esa manera porque tengo respeto hacia ellos. Somos una gran familia humana y, digo nuestros antepasados. A aquellos que defienden a la gente, los llamo padres.

Weinberger, el abogado defensor, intentó demostrar que la Ley de espionaje estaba encaminada a penalizar las actividades que obstruyeran la conducción americana de la guerra, y que, ya que la intervención americana no estaba dirigida contra Alemania o sus aliados, entonces la oposición a ella por los acusados no podía ser interpretada como una interferencia al esfuerzo de guerra. Este argumento, sin embargo, fue desechado por el juez Clayton con la observación de que las flores que florecen en primavera no tienen nada que hacer en este caso.

El New York Times, elogiando los métodos medio humorísticos del juez, declaró que merecía las gracias de la ciudad y del país por la manera en que condujo el juicio.

Upton Sinclair, oponiéndose, señaló que Clayton había sido importado de Alabama para poner a salvo la calle Hester de la democracia.

Antes que terminara el juicio, Mollie Steimer pronunció un convincente discurso en el que expuso sus opiniones políticas:

Por anarquismo -declaró-, entiendo un nuevo orden social en donde ningún grupo de gente estara en el poder, ningún grupo de gente sera gobernado por otro grupo de gente. La libertad individual prevalecera en todo el sentido de la palabra. La propiedad privada sera abolida. Cada individuo tendra igual oportunidad para desarrollarse bien, tanto mental como físicamente. No tendremos que luchar por nuestra existencia diaria como lo estamos haciendo ahora. Nadie vivira del producto de los demas. Cada individuo producira tanto como pueda, y disfrutara tanto cuanto necesite, recibira según sus necesidades. En lugar de esforzarnos por tener dinero, nos esforzaremos para desarrollar la educación y el conocimiento. Mientras que ahora la gente del mundo esta dividida en varios grupos, llamandose naciones; mientras que una nación desafía a otra -en la mayoría de los casos considera a las demas como competidoras-, nosotros, los trabajadores del mundo, tenderemos nuestras manos hacia cada uno con amor fraternal. Para la realización de esta idea consagraré toda mi energía, daré mi vida por ella.

Con un juez como Clayton en el tribunal, el resultado del juicio era previsible. El jurado encontró culpables a todos los acusados. El día de la sentencia, el veinticinco de octubre, Samuel Lipman dió un paso adelante y comenzó a dirigir al tribunal unas palabras sobre la democracia.

Usted no sabe nada acerca de la democracia -dijo el juez Clayton-, y la única cosa que entiende es el terror de la anarquía.

Clayton sentenció a los tres hombres -Lipman, Lachowsky y Abrams-, a la pena maxima de veinte años de cárcel y a mil dólares de multa; mientras que Mollie recibía quince años y quinientos dólares de multa.

(Rosansky, en una sesión separada se libró con un periodo de tres años).

El rigor de las sentencias por la simple distribución de octavillas, sorprendió a los liberales y radicales. Un grupo de profesores de la Escuela de Derecho de Harward, encabezado por Zechariah Chafee, declaró que los acusados habían sido enjuiciados solamente por abogar a favor de la no-intervención en los asuntos de otra nación; esto es, por ejercer el derecho a la libertad de palabra.

Después de jactarnos durante más de un siglo de ser un refugio para los oprimidos de todas las naciones -declaró el profesor Chafee-, no debemos de repente caer en la posición de que sólo somos un refugio para los hombres que no son más radicales que nosotros. ¡Imagínense si la Inglaterra monárquica hubiese tomado tal posición contra el republicano Mazzini o el anarquista Kropotkin!.

Todo el ejecutivo legislativo en Harvard se unió a Chafee para elaborar una solicitud de amnistía, incluyendo aquellos distinguidos juristas como Roscoe Pound, Edward B. Adams y Felix Frankfurter. Similares peticiones presentaron Norman Thomas, Hutchins Hapgood, Neith Boyce, Leonard Abbott, Alice Stone Blackwell, Henry Wadsworth, Longfellow Dana y Bolton Hall. En Detroit, Agnes Inglis, la futura conservadora de la Colección Labadie en la Universidad de Michigan, abogo a favor de los acusados. Un anarquista italiano de la misma ciudad escribio una obra sobre el caso; él y sus compañeros actuaron en ella. Ademas, dos organizaciones en Nueva York ofrecieron su ayuda a los prisioneros, quienes, apelaron su sentencia ante la Suprema Corte de los Estados Unidos. La primera, la Liga por la Amnistía de los Prisioneros Pólíticos, presidida por Pryns Hopkins, con M. Eleanor Fitzgerald como secretaria y Leonard Abbott, Roger Baldwin, Lucy Robins, Margaret Sanger y Lincoln Steffens como miembros de la Direccion Consultiva, publicaron una octavilla sobre el caso, ¿Opinar es un crimen? La segunda, El Comité de Defensa y Ayuda para los Prisioneros Políticos, estaba organizada por Sam e Hilda Adel, en compañía de los antiguos miembros del grupo Frayhayt, apoyados por el Fraye Arbeter Shtime, El Círculo de Trabajadores y la Union de los Encuadernadores en la que Abrams había participado como secretario.

En 1919 publican un folleto de treinta y dos paginas intitulado Sentenciados a veinte años de carcel, que constituye una valiosa fuente de informacion sobre el caso, del cual La Union de los Trabajadores Rusos en los Estados Unidos y Canada, publico una traduccion en ruso.

Entre tanto, los cuatro anarquistas fueron liberados bajo fianza para esperar los resultados de su apelacion. Inmediatamente Mollie reanudo sus actividades radicales. Como resultado, las autoridades le seguían continuamente los pasos. En los siguientes once meses fue arrestada no menos de ocho veces, detenida en la comisaría durante cortos periodos, puesta en libertad, luego arrestada nuevamente, algunas veces sin que se hubiesen presentado cargos contra ella. El once de marzo de 1919, fue arrestada en la Casa del Pueblo Ruso, situada en la calle East 15, durante una redada de la policía local y federal que arresto a ciento sesenta y cuatro radicales, entre quienes se encontraban los que posteriormente serían deportados junto con Alexander Berkman y Emma Goldman en el Buford. Acusada de incitar al desorden, Mollie fue detenida durante ocho días en la famosa prision Tombs antes de ser puesta en libertad bajo fianza de mil dolares, solo para ser arrestada de nuevo y llevada a la isla Ellis en vista de deportarla. Vigilada durante veinticuatro horas al día, se le negaba que hiciera ejercicios y respirara aire fresco e igualmente el derecho a juntarse con los demas prisioneros políticos, entonces comenzo una huelga de hambre hasta que las autoridades accedieron a sus demandas.

Toda la maquinaria del gobierno de los Estados Unidos estaba trabajando para aniquilar a esta chica que pesaba menos de ochenta libras, se lamentaba Emma Goldman.

Sin embargo, el gobierno no estaba listo para deportar a una prisionera de veintiún años, cuyo caso estaba todavía pendiente ante las cortes. Liberada de la isla Ellis, Mollie fue sujeta a una vigilancia constante. En el otoño de 1919, cuando Emma Goldman regreso a Nueva York después de cumplir una sentencia de dos años en la penitenciaría federal de Jefferson City, Missouri, Mollie aprovecho la oportunidad para visitarle. Fue el principio de una duradera amistad. Mollie le hacía recordar a Emma las mujeres revolucionariás rusas del tiempo del zar, serias, ascéticas e idealistas, que sacrificaban sus vidas cuando apenas comenzaban a vivir. Según la descripcion de Emma, Mollie era una muchacha pequeña, simpatica y de facciones orientales. Era encantadora, y agregaba: con una voluntad de hierro y mucha ternura, tan firme en sus ideas que me evocaba a Alexander Berkman, decía bromeando a su sobrina Stella Ballantine.

Poco después de su encuentro con Emma Goldman, de nuevo fue arrestada y encarcelada en el taller de trabajo de la isla de Blackwell, en donde paso seis meses, desde el treinta de octubre de 1919 hasta el veintinueve de abril de 1920.

Encerrada en una inmunda celda, aislada una vez mas de sus compañeros prisioneros y despojada de cualquier contacto con el mundo exterior protestaba cantando La Marcha Anarquista y otras canciones revolucionarias con todas sus fuerzas y con otra huelga de hambre. Por entonces llego la noticia de que la Suprema Corte había ratificado la sentencia de Mollie y de sus compañeros. Sin embargo, dos jueces, Louis Brandeis y Oliver Wendell Holmes, emitieron una fuerte opinion divergente, estando de acuerdo con los acusados en que su proposito había sido el de ayudar a Rusia y no el impedir el esfuerzo de guerra.

En este caso -escribió Holmes- creo que sentencias de veinte años de encarcelamiento han sido injustas por publicar dos octavillas que, en mi opinión, los acusados tenían tanto mas derecho de publicar como el gobierno debe publicar la constitución de los Estados Unidos, la que ahora ha sido vanamente invocada por ellos.

Cuando la Suprema Corte anunció su decisión, Abrams, Lipman y Lachowsky, haciendo caso omiso de lo que significaba su libertad bajo fianza, intentaron escapar desde New Orleans a Mexico. Descubiertos por agentes federales, su barco fue detenido y los hombres fueron trasladados y llevados a la carcel federal de Atlanta, Georgia, de la cual Alexander Berkman acababa de salir, estando pendiente su deportación a Rusia. Como Berkman, Abrams y sus compañeros pasaron dos años en la carcel de Atlanta, desde diciembre de 1919 hasta noviembre de 1921.

Mollie, que había sido informada de su plan de fuga, rehusó cooperar porque significaba la perdida de cuarenta mil dólares de fianza aportados por sencillos trabajadores. Sentía que defraudar a hombres y mujeres que les habían ayudado, sería cometer una acción indecorosa.

En abril de 1920, fue transferida de la isla de Blackwell a Jefferson City, Missouri, en donde Emma Goldman había sido confinada antes de su deportación con Berkman en diciembre de 1919.

Mollie permaneció en Jeffersson City durante dieciocho meses. Desde que empezó el juicio, su vida se había convertido en una tragedia. Ademas de sus repetidos encarcelamientos, habían muerto, uno de sus hermanos, de gripe, así como su padre a consecuencia de la pena que le provocó el saber de la condena impuesta a su hija. No obstante no se desesperó. Realmente, la devoción a sus ideales era mas fuerte que nunca. En una carta a Harry Weinberger del veintisiete de enero de 1921, citó un poema de Edward V. Cooke:

You cannot salt the eagle´s tail,
Not limit thought´s dominion;
You cannot put ideas in jaill,
You can´t deport opinion.

No pueden cortarle las alas a un águila;
Ni limitar el alcance del pensamiento;
No pueden aprisionar las ideas;
Ni deportar las opiniones.

Mientras tanto, Weinberger, con el apoyo del Comité de Defensa y Ayuda a los Prisioneros Políticos, estaba tratando de asegurar la liberación de sus clientes bajo la condición de deportarlos a Rusia.

Mientras que Abrams y Lipman apoyaban tal arreglo, Lachowsky y Steimer se oponían en principio a la deportación. Mollie, en particular, estaba firme en su posición.

Creo yo -dijo a Weinberger-, que cada persona debe escoger donde vivir. ¡Ningún individuo ni grupo de individuos tiene el derecho de enviarme fuera de éste o cualquier otro país!

Estaba interesada también en los demas prisioneros políticos en América que permanecerían detras de las rejas.

Son mis camaradas también, y pienso que es extremadamente egoísta y contrario a mis principios de anarquista-comunista pedir mi liberación y la de tres individuos mas, cuando, al mismo tiempo, miles de prisioneros políticos estan languideciendo en las carceles de los Estados Unidos.

Abrams, exasperado por la obstinada adherencia de Mollie a sus principios, planteó a Weinberger su opinión:

Uno debe aproximarse a ella como a un buen cristiano, con una biblia de Bakunin o Kropotkin. De otra manera usted nunca lo lograra.

Por fin se llegó a un acuerdo, y Weinberger obtuvo la liberación de los cuatro prisioneros, con la estipulación de que partirían a Rusia a expensas suyas, y nunca regresarían a los Estados Unidos.

El Comité de Defensa y Ayuda a los Prisioneros Políticos, organizó una colecta para sufragar sus gastos de viaje, y en noviembre de 1921 Mollie y los demas llegaban a la isla Ellis en espera de su deportación. No mostraban ninguna pena por dejar América.

Al contrario, estaban ansiosos por regresar a su tierra y trabajar para la revolución. Como su compañero Marcus Graham escribió:

En Rusia, su actividad se necesita todavía mas. Porque allí, esta rigiendo un gobierno disfrazado bajo el nombre del proletariado y esta haciendo todo lo imaginable para esclavizar al proletariado.

Aunque los amigos de Mollie y toda su familia estaban en los Estados Unidos, se entusiasmaba con la perspectiva de regresar a Rusia.

Me dedicaré a mi ideal, el comunismo-anarquista, en cualquier país en donde esté -dijo a Harry Weinberger cinco días antes de su deportación.

Dos días después, el veintiuno de noviembre de 1921, una cena de despedida fue dada en el restaurante Allaire en la calle East 17, en honor de los cuatro jóvenes anarquistas, con discursos de Harry Weinberger, Leonard Abbott, Harry Kelly, Elizabeth Gurley Flynn, Norman Thomas y otros. Desde su celda en la isla Ellis, Mollie envió un llamado a todos los americanos amantes de la libertad para que se integraran a la revolución social.

El veinticuatro de noviembre de 1921. Mollie Steimer, Samuel Lipman, Hyman Lachowsky y Jack Abrams, acompañado por su esposa Mary, embarcaron hacia la Rusia Soviética en el vapor Estonia.

El Fraye Arbeter Shtime publicó una advertencia. A pesar de su oposición a la intervención americana y de su apoyo al régimen bolchevique, el periódico predecía que no recibirían la bienvenida esperada porque Rusia ya no era un asilo para los verdaderos revolucionarios sino mas bien una tierra de autoridad y de represión.

La predicción pronto se confirmó. Víctimas de la Amenaza Roja en América, se volvieron víctimas del Terror Rojo en Rusia.

Llegando a Moscú el quince de diciembre de 1921, supieron que Emma Goldman y Alexander Berkman ya habían salido para Occidente, desilusionados por el giro que la revolución había tomado (la decepción de Mollie al perder la oportunidad de encontrarlos era muy profunda, según una carta a Harry Weinberger).

Kropotkin había fallecido en febrero y la rebelión de Kronstadt había sido sofocada en marzo. El ejército insurgente de Makhno había sido desbaratado, cientos de anarquistas estaban languideciendo en la carcel, y los soviets de trabajadores y de campesinos se habían convertido en meros instrumentos de la dictadura del partido, sellos de goma para una nueva burocracia.

Abrams organizó la primera lavandería de vapor en Moscú haciéndola funcionar en el sótano del Ministerio Soviético de Relaciones Exteriores. Aún podían trabajar en la casa editora del grupo anarcosindica1ista Golos Truda (Voz del Trabajo).

Lipman se reunió con su amada, Ethel Bernstein, que había llegado deportada en el Buford. Siempre mas cercano del marxismo que del anarquismo, terminó una carrera de agronomía y en 1927 se afilió al partido comunista.

Lachowsky, descontento en Moscú, regreso a su ciudad natal de Minsk, para trabajar como impresor.

Y Mollie conoció a Senya Fleshin que sería el compañero de toda su vida.

Tres años mayor que Mollie, Senya había nacido en Kiev en diciembre de 1894 y emigrado a los Estados Unidos a la edad de dieciseis años, trabajando en el local de Mother Earth de Emma Goldman hasta que regresó a Rusia en 1917 para tomar parte en la revolución. Fue miembro activo en el grupo Golos Truda en Petrogrado y después en la Confederación del NABAT (Alarma) en Ukrania. En 1920 regresó a Petrogrado para trabajar en el Museo de la revolución. Fue ahí cuando conoció a Mollie Steimer poco después de su llegada de América, e inmediatamente se enamoraron.

Profundamente perturbados por el aniquilamiento de su movimiento, Senya y Mollie organizaron una Sociedad de Ayuda a los Prisioneros Anarquistas, viajando por todo el país para socorrer a sus camaradas encarcelados.

El primero de noviembre de 1922, ellos mismos fueron arrestados por la G.P. U., bajo el cargo de prestar ayuda a elementos criminales en Rusia y de mantener relaciones con anarquistas en el extranjero (tenían correspondencia con Berkman y Goldman).

Sentenciados a dos años de exilio en Siberia, se declararon en huelga de hambre el diecisiete de noviembre en la carcel de Petrogrado, y fueron puestos en libertad al día siguiente. No obstante se les prohibió salir de la ciudad y se les ordenó reportarse a las autoridades cada cuarenta y ocho horas. Sin esperar mucho tiempo, Senya y Mollie reanudaron sus esfuerzos a favor de sus camaradas encarcelados.

El nueve de julio de 1923, la G.P.U. incursionó en su cuarto, de nuevo fueron puestos bajo arresto, y acusados de propagar ideas anarquistas, en violación a los artículos 60-63 del Código Penal Soviético.

Al ser separados de sus compañeros prisioneros, una vez mas se declararon en huelga de hambre.

Protestas a Trotsky hechas por los delegados anarcosindicalistas venidos a un Congreso del (Profintern) Red lnternational of Trade Unions pronto influyó para su liberación. Sin embargo, esta vez, se les notificó que su expulsión del país estaba pendiente.

Desde Moscú llegaron Jack y Mary Abrams y Ethel Bernstein para despedirse de ellos. El veintisiete de septiembre de 1923, abordaron un barco con destino a Alemania.

Desembarcando en Alemania, Senya y Mollie se dirigieron directamente a Berlín, en donde Alexander Berkman y Emma Goldman les estaban esperando. Llegaron hambrientos, sin dinero y sin pasaportes permanentes. Durante los siguientes veinticinco años vivieron como apatridas, anarquistas sin país, hasta que adquirieron la nacionalidad mexicana en 1948.

De Berlín Mollie envió dos artículos al londinense Freedom: Saliendo de Rusia (enero de 1924) y, Los comunistas son carceleros (mayo de 1924), en los cuales describió su reciente experiencia.

Cuando fue deportada de América dos años antes, estaba eufórica, dijo, pero sentía mucha pena ser deportada de Rusia a pesar de que la hipocresía, la intolerancia y la traición de los bolcheviques despertaron en mí un sentimiento de indignación y de rebeldía. De la misma manera, en una octavilla publicada por la Naye Gezelshaft (Nueva Sociedad), un grupo de Los Angeles, escribió que ella había estado profundamente afligida cuando la expulsaron de su tierra nativa, el país de una gran revolución popular que había sido usurpada por una élite bolchevique.

No, no estoy feliz de estar fuera de Rusia. Preferiría estar ahí para ayudar a los trabajadores a combatir las acciones tiranicas de los hipócritas comunistas.

En Berlín, y después en su trabajo de ayuda que los con Alexander Berkman, Emma Goldman, Alexander Shapiro, Volín y Mark Mratchny, tomaron parte en el Comité para la Defensa de los Revolucionarios Encarcelados en Rusia (1923-1926) y, en el Fondo de Ayuda de la Asociación Internacional de Trabajadores para los Anarquistas y Anarcosindicalistas Encarcelados en Rusia (1926-1932), sin escatimar esfuerzos para mantener un flujo constante de paquetes y mensajes de estimulo para sus camaradas encarcelados y exiliados. Sus archivos depositados en el Instituto Internacional de Historia Social en Amsterdam, rebosan de cartas de Siberia, del Mar Blanco, y de Asia central, de aquellos lugares de fama exótica tales como Pinega, Minusinsk, Ust-Kulom, Narym y Yeniseisk, que formaban parte del archipielago Gulag; también hay algunas cartas de anarquistas que habian conocido en América.

En Paris, a donde Senya y Mollie se trasladaron en 1924, vivieron en un apartamento con Volin y su familia, antes de mudarse con otro anarquista ruso fugitivo, Jacques Doubinsky. En 1927 se unieron a Volin, Doubinsky y Berkman en la creación del Grupo de ayuda mutua de Paris para socorrer a los exiliados compañeros anarquistas -no sólo de Rusia, sino también de Italia, España, Portugal y Bulgaria-, que no tenian dinero, ni documentos legales, y que estaban en constante peligro de ser deportados, lo que en algunos casos habria significado una muerte segura.

Al mismo tiempo, se unieron a Volin, Berkman y a otros para denunciar la Plataforma de Organización elaborada por otro exiliado ruso, Pedro Arshinov, apoyado por Nestor Makhno.

En opinión de Senya y Mollie, la Plataforma de Organización, con su llamado para crear un comité central ejecutivo, contenía el germen del autoritarismo y se oponía al principio basico anarquista de armonia local y de iniciativa.

¡Ay! -exclamó Mollie en 1927-, el espiritu entero de la Plataforma esta penetrado por la idea de que las masas deben ser políticamente dirigidas durante la revolución. Ahí comienza la desgracia, el resto ... esta basado principalmente en esta idea. Brega por un partido anarquista-comunista de los trabajadores, por un ejército ... por un sistema de defensa de la revolución que conducira inevitablemente a la creación de un sistema de espionaje, de inquisidores, de prisiones y de jueces, por consiguiente a una checa.

Para ganarse la vida, Senya, mientras tanto, adopto la profesión de fotógrafo, por la que demostró tener un talento notable, convirtiéndose en el Nadar del movimiento anarquista, con sus retratos de Berkman, Volín y muchos otros compañeros, algunos de ellos conocidos y otros no, así como una amplia colección de recortes de la prensa anarquista. En 1929, Senya fue invitado a trabajar en el estudio de Sasha Stone en Berlín. Ahí, auxiliado por Mollie, permaneció hasta 1933, cuando la subida de Hitler al poder les obligó a regresar a París, en donde se quedaron hasta el estallido de la segunda guerra mundial. Durante esos cuatro años de exilio en las décadas de los 20´s y de los 30´s, Senya y Mollie recibieron un contínuo vaivén de visitantes -Harry Kelly, Rose Pesotta, Rudolf y Milly Rocker, entre otros- algunos de los cuales escribieron posteriormente acerca de ellos. Kelly, por ejemplo, encontró a Mollie tan pueril aparentemente como siempre, y tan idealista también.

El encuentro más emocionante de estos años ocurrió en 1926, cuando Jack y Mary Abrams llegaron de Rusia, desilusionados por el sistema soviético. Durante varias semanas los cuatro viejos compañeros compartieron la recámara de Senya y Mollie en el departamento de Volín, hablando de los viejos tiempos y preguntándose acerca de lo que les reservaría el futuro. Posteriormente, los Abrams partieron a México, en donde vivieron el resto de sus vidas.

En lo que respecta a los demás acusados en el juicio de 1918, Lachowsky se había trasladado a su nativa Minsk y nunca se volvió a saber de él. Mientras que Sam Lipman, habiéndose graduado como agrónomo y afiliado al partido comunista, trabajó como especialista en su rama hasta la gran purga de Stalin, cuando fue arrestado y fusilado. Su mujer Ethel, fue enviada a un campo de concentración en Siberia durante diez años y actualmente reside en Moscú, sola y empobrecida. Su único hijo, murió en el frente durante la guerra contra Hitler.

El estallido de la guerra en 1939 encontró a Senya y Mollie en París. Al principio no fueron molestados, pero al poco tiempo, sus orígenes judios y sus convicciones anarquistas los descubrieron.

El dieciocho de mayo de 1940, Mollie fue confinada en un campo de concentración, mientras que Senya, ayudado por compañeros franceses, arregló su huida hacia la zona desocupada del país. De alguna manera, Mollie pudo salir y los dos se reunieron en Marsella, en donde vieron por última vez a su viejo amigo Volín, en el otoño de 1941. Poco despues cruzaron el Atlántico y se asentaron en la ciudad de Mexico.

Cómo sufro por nuestros queridos compañeros desamparados -escribió Mollie a Rudolf y Milly Rocker en diciembre de 1942-, ¡Quien sabe que pasará con Volín, con todos nuestros amigos españoles, con nuestra familia judía: ¡Todo esto es una locura!

Durante los siguientes veinte años, Senya abrió un estudio fotográfico en la ciudad de Mexico bajo el nombre de SEMO -por Senya y Mollie. Durante esta epoca, establecieron una estrecha relación con los compañeros españoles del grupo Tierra y Libertad, aún cuando persistían sus fraternales relaciones con Jack y Mary Abrams, no obstante la amistad de Jack con Trotsky, que se había sumado a la colonia de exiliados en Mexico. Poco tiempo antes de su muerte en 1956, a Abrams le fue concedido entrar a los Estados Unidos para que fuera operado de un cáncer en la garganta.

Era un hombre agonizante que podía difícilmente moverse -recordaba su amiga Clara Larsen- ¡Aún así estaba vigilado por un agente del F.B.I. veinticuatro horas al día!

Sin embargo, Mollie nunca regresó a Estados Unidos de Norteamerica, sus amigos y parientes debían cruzar la frontera para visitarla en la ciudad de Mexico o en Cuernavaca, en donde ella y Senya se retiraron en 1963.

Cuando la deportaron de los Estados Unidos, Mollie había hecho la promesa de abogar por mi ideal, el anarquismo comunismo, en cualquier país en donde estuviera. En Rusia, en Alemania, en Francia, y ahora en Mexico, ella siguió fiel a su promesa. Expresándose perfectamente en ruso, yiddish, ingles, alemán, frances y español, mantenía correspondencia con compañeros y con la prensa anarquista de todo el mundo. Tambien recibía muchos visitantes, incluso a Rase Pesotta y a Clara Larsen de Nueva York. En 1976, fue filmada por un equipo holandés de televisión que trabajaba en un documental sobre Emma Goldman, y a principios de 1980, lo fue de nuevo por el Colectivo Pacific Street de Nueva York, en donde habló de su querido anarquismo del que Alexander Berkman decia: el ideal más hermoso que se le haya ocurrido a la humanidad.

En sus últimos años, Mollie se sentia cansada. La afligió profundamente la muerte de Mary Abrams en 1978. Al final, sin embargo, su pasión revolucionaria seguia ardiendo en llamas inextinguibles.

Salud, querida Mollie. Salud (*) y libertad (*).

Paul Avrich



(*) En castellano en el texto original.
Indice de Toda una vida de lucha. Homenaje a Mollie Steimer de Chantal López y Omar Cortés La vida de dos luchadores: Mollie y Senya Fleshin, de Rudolf Rocker Testimonio de Mollie SteimerBiblioteca Virtual Antorcha