Presentación de Omar CortésSeptuagésimo séptimo comentario - Digna actitud del Primer JefeSeptuagésimo nono comentario - Epílogo Biblioteca Virtual Antorcha

Alfonso Quiroga

MÉXICO EN 1916

SEPTUAGÉSIMO OCTAVO COMENTARIO

LA REVOLUCIÓN EN EL SUR



Tiempo hacia que, pendiente la atención pública de las conferencias de New London, nada se hablaba de los rebeldes que operaban en el sur del país, ni del movimiento que encabezaba el general don Félix Díaz. Sin embargo, y a pesar de las informaciones que en contrario se recibían, aquellos elementos se aumentaban gradualmente y conquistaban terreno, aunque de manera muy lenta.

Además de los partidarios de Díaz, que a diario se incorporaban a sus fuerzas, se decía que algunos elementos pertenecientes al antiguo ejército federal estaban en camino para unírsele. Uno de los que llegaron primero fue el general Ocaranza, muy conocido en el norte del país por haber tomado parte en la defensa de casi todas las principales plazas de aquel rumbo a medida que las iban atacando las fuerzas del Primer Jefe.

Con frecuencia se hablaba de combates registrados entre las fuerzas de Díaz y las de Carranza; algunos de esos combates, se decía, fueron de consideración, pues en ellos tomaron parte hasta cinco mil soldados por cada lado; pero en detalle nada se supo, por la dificultad que había para recibir noticias directas del campo de los acontecimientos.

Se hablaba también de defecciones tanto de los felicistas como de los carrancistas, haciéndose notar que dichas defecciones tenían por origen las medidas que el gobierno de facto había tomado en aquel rumbo, es decir, en los lugares que se hallaban bajo su autoridad.

Sobre los combates que más se extendieron las informaciones publicadas, fueron los registrados en Tapachula y Namiquilpa.

En el primero de estos puntos citados, los felicistas sorprendieron a la guarnición que ahí había, y, después de apoderarse de la plaza, volaron el edificio de la aduana por haberse hecho fuertes ahí los que inisitían en combatir contra ellos. En la explosión murieron el encargado de aquella oficina y como treinta empleados y soldados.

En Namiquilpa, los indios que andaban a las órdenes del general Ocaranza hicieron una horrible matanza, porque también lograron sorprender a los soldados que cuidaban el lugar.

Los periódicos de la capital de México negaron siempre tales noticias.
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