Presentación de Omar CortésSeptuagésimo cuarto comentario - Críticas de la prensaSeptuagésimo sexto comentario - Los fusilamientos en Chihuahua Biblioteca Virtual Antorcha

Alfonso Quiroga

MÉXICO EN 1916

SEPTUAGÉSIMO QUINTO COMENTARIO

MUCHOS PRISIONEROS POLÍTICOS



Cuando los delegados americanos asentaron que estaban convencidos de que el Primer Jefe Carranza no tenía el poder suficiente para dominar la situación, nadie se explicaba tal contradicción, pues se recordará que en varias ocasiones el gobierno americano había manifestado su confianza en la capacidad del gobierno de facto, y precisamente en esa confianza se fundó el reconocimiento oficial que de dicho gobierno se hizo.

Sobre este punto, varios periódicos americanos externaron su opinión también, no faltando algunos que decían que había sido un error conceder el reconocimiento al gobierno de facto, puesto que los hechos estaban demostrando lo prematuro de ese reconocimiento. Sin embargo, considerando ya extemporáneas esas opiniones, no nos ocuparemos más de ellas, y solamente insistimos en la contradicción flagrante establecida en la última información que dieron los delegados americanos.

No directamente, pero sí por medio de algunos periódicos que están reconocidos como portavoces del gobierno, se dijo que la falta de capacidad del Primer Jefe, así como también la falta de confianza en su propio poder, estaban demostrados con el hecho de que las prisiones de la capital de México, y otras de las principales ciudades del país estaban atestadas de prisioneros políticos, a quienes ni siquiera se les había explicado la causa de su detención.

Uno de los periódicos que más ampliamente se ocuparon del asunto, dijo sobre el particular, más o menos lo siguiente:

¿Podrá haber mejor prueba de la poca confianza que tiene el Primer Jefe en sí mismo y en el afecto del pueblo cuyo nombre invoca tan a menudo? Las cárceles están llenas de prisioneros políticos contra quienes se toma toda clase de precauciones, como si se tratara de grandes criminales, muchos de los cuales son tratados benignamente. Y lo significativo es que entre esos prisioneros políticos hay muchos de los que ayudaron al encumbramiento del señor Carranza, y quienes ni siquiera saben a qué se debe su prisión.

Entre otros muchos, pues pueden contarse los prisioneros, están el ingeniero Felicitos Villarreal, que a perdido la razón a causa del aislamiento en que se le tiene; el licenciado Telésforo Ocampo, el licenciado Manuel Castillo, el general Lucio Blanco, etc.

Y no solamente se ha tratado de que ignoren las causas de su detención, sino que se ha tenido especial cuidado en no consignarlos a autoridad alguna. Se trata de que permanezcan encerrados el mayor tiempo posible.
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