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Alfonso Quiroga

MÉXICO EN 1916

CUADRAGÉSIMO TERCER COMENTARIO

ROSALIO HERNÁNDEZ, CARRANCISTA



En cambio de las defecciones que consumaban algunos jefes carrancistas que se pasaban con gente y bagajes al lado de Francisco Villa, hubo también varios villistas que ya por una causa o por otra abandonaban a su jefe y se incorporaban a las fuerzas del gobierno de facto. Uno de ellos fue Rosalío Hernández, quien después de haber estado de parte de Villa por mucho tiempo, fue a ofrecérsele a Jacinto Treviño en Chihuahua, indicando que él podría guiar eficazmente a las tropas que se decían buscaban al ex-jefe de la División del Norte.

Las causas que originaron este cambio de Hernández fueron las de que por disgustos personales cayó de la gracia de su antiguo jefe y se vió en la necesidad de separarse de él, como al fin lo hizo, no sin ser perseguido por Villa que estaba resuelto a castigar la deslealtad de su subordinado.

Esa persecución dió lugar a que el día 21 de julio fuera atacado Hernández en su rancho de San Vicente, pudiendo salvarse solamente por casualidad.

El día citado, en la mañana, un grupo como de sesenta hombres al mando de Plácido Villanueva se presentó en el rancho de San Vicente pretendiendo aprehender a Hernández. Este hizo todo lo posible por disuadirlos, alegando que ya se había retirado a la vida pacífica después de obtener la amnistía de los carrancistas; los villistas aparentaron quedar conformes y fingieron emprender la retirada, pero repentinamente y tras de un grito de señal dado por Villanueva, todos comenzaron a disparar sus armas sobre Rosalío, siendo inexplicable cómo no lo mataron.

A los primeros disparos salieron de las casas vecinas algunos amigos y parientes de Hernández, entre ellos su hermano Jesús, y estos le ayudaron a contestar el fuego. Jesús Hernández murió y los demás pudieron huir en medio de la confusión que se produjo. Se retiraron los soldados de Villanueva, en vista de lo infructuoso de su expedición; pero a poco volvieron al rancho juntamente con otros compañeros que les secundaron en el saqueo general que allí efectuaron.

Los objetos que por sus dimensiones eran bromosos, o que parecieron inútiles a los villistas, fueron destruídos a golpe de hacha o por medio del fuego, no escapando de esta suerte ni el edificio que servía de hogar a Hernández.

Y en venganza de esto, Rosalío se ofreció para ayudar en la persecución emprendida contra Villa, proporcionando desde luego importantes informes respecto del número de soldados que este traía y de los lugares en donde acostumbraba descansar de sus correrías.

La misma esposa de Hernández se trasladó a la ciudad de Chihuahua con el objeto de dar a Treviño las más detalladas informaciones sobre el particular, y especialmente sobre lo que podría conducir a la pronta captura de Francisco Villa.
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