Presentación de Omar CortésVigésimo sexto comentario - Se pide el retiro de las tropas expedicionariasVigésimo octavo comentario - Conferencias entre los generales Scott y Obregón Biblioteca Virtual Antorcha

Alfonso Quiroga

MÉXICO EN 1916

VIGÉSIMO SÉPTIMO COMENTARIO

LA MUERTE DE VILLA



No se ha llegado a saber con qué fin, las autoridades constitucionalistas de Chihuahua, hicieron correr la voz, a mediados de abril, de que Francisco Villa había fallecido en San Francisco de Borja, pueblecillo de aquel estado, de resultas de una antigua herida.

La noticia de la muerte del terrible bandolero se daba de una manera oficial, de modo que no dejara lugar a la duda.

Dos jefes de alta graduación en el ejército constitucionalista, José Cavazos y Carlos Osuna, fueron comisionados para recoger el cadáver del faccioso, llevarlo a la capital de Chihuahua, donde lo tendrían en exhibición ocho días, y después, para que a los americanos no les quedaran dudas, lo trasladarían a Ciudad Juárez, donde seguiría exhibiéndose hasta que no quedase nadie sin verlo.

Con esto de la muerte de Villa, se daba por terminada la misión de las tropas americanas en México, puesto que ya no tenían a quien perseguir, y parecía que ya no habría motivos de fricción en las relaciones de los gobiernos mexicano y americano.

Los periódicos americanos, tan dados a la novelería y tan amantes del negocio, publicaron grandes ediciones especiales consagradas por completo a Villa.

Los carrancistas de Chihuahua podrían darse por satisfechos. Ya nadie dudaba de la muerte de Villa y sólo se esperaba que Cavazos y Osuna llegasen con el cadáver para que comenzase la prometida exhibición.

Los periódicos que se publicaban en México, todos también, al igual de los americanos, metieron ruido con la noticia de que había muerto el asaltante de Columbus.

Así las cosas, y cuando ya parecía que en Washington se comenzaba a pensar en el retiro de las tropas enviadas a México, se descubrió que Villa gozaba de buena salud y seguía reclutando gente en los pueblos de la sierra de Chihuahua, para continuar sus correrías con más brío que antes.

La noticia de su muerte quedaba desmentida y las autoridades constitucionalistas de Chihuahua en muy pobre concepto ante las americanas, así civiles como militares, que les habían dado crédito.

Repetimos que nunca se supo cuál fue el objeto de esa mentira oficial salida de las oficinas públicas de Chihuahua.
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