Presentación de Omar CortésDécimo comentario - El asalto a Columbus N. M.Duodécimo comentario - Se acuerda el envío de tropas a México Biblioteca Virtual Antorcha

Alfonso Quiroga

MÉXICO EN 1916

UNDÉCIMO COMENTARIO

LAS RELACIONES ENTRE MEXICANOS Y AMERICANOS



Desde la matanza de americanos en Santa Isabel, ordenada por Villa, era ya muy delicada la situación de los ciudadanos de los Estados Unidos residentes en la frontera mexicana, así como la de los ciudadanos mexicanos en la americana.

Aunque las autoridades de uno y otro país hacian todo lo posible por cultivar amistosas relaciones, procurando el arreglo de sus dificultades con ánimo sereno y tranquilo, se temía que una imprudencia cualquiera, cualquier hecho aislado de vecinos de uno u otro lado, pudiese comprometer aún más tan delicada situación y hacer que las cosas no dejaran esperanzas de un pacífico arreglo.

En tales circunstancias, una chispa insignificante podía producir un incendio formidable.

Por eso la noticia de lo ocurrido en Columbus causó profunda sensación en todos los pueblos situados a lo largo de la línea divisoria, lo mismo americanos que mexicanos.

Los americanos que quedaban en México, principalmente en el estado de Chihuahua, donde Villa había dicho que no dejaría uno con vida, recibieron orden de su gobierno de salir inmediatamente.

Por su parte, muchos mexicanos que residían en Texas y Nuevo México, se dispusieron a volver a la patria, temiendo ser víctimas de represalias.

Otros había, entre esos mexicanos, para quienes la situación era mucho más difícil, pues hallándose expatriados por causa de la revolución, si volvían, era tanto como entregarse a sus implacables enemigos, y si se quedaban, corrían los peligros de que en ellos se vengaran los crímenes cometidos por Villa. Diremos, porque así es la verdad, que fueron pocos los que volvieron, y que no tuvieron que arrepentirse de su conducta, pues las autoridades americanas, cumpliendo con su deber, les guardaron las consideraciones a que tenían derecho; siendo muy contados los casos en que se procediera contra algunos sin estar perfectamente comprobado el hecho delictuoso de que se les acusara.

Se ordenó, sí, la suspensión temporal de algunos periódicos mexicanos que se publicaban en la ciudad de El Paso, Texas, pero eso, lejos de censura merece el aplauso de todos cuantos luchan por la conservación del orden, ya que con esa medida se evitaba la publicación de noticias que pudieran excitar los ánimos aún más de lo que ya estaban.

Por su parte, el gobierno del señor Carranza, queriendo evitar que se extraviara la opinión pública con falsas informaciones sobre lo ocurrido en Columbus, decretó una fuerte censura para todos los mensajes telegráficos que se enviaran a México tratando de ese asunto. Unicamente por la vía de El Paso y Ciudad Juárez recibiría dicho gobierno tales mensajes procedentes de los Estados Unidos, pudiendo aquellos estar redactados en español o ingles.
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