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LAS GRANDES MENTIRAS DE NUESTRA HISTORIA

Francisco Bulnes

SEGUNDA PARTE

Capítulo vigésimo

CONCLUSIONES


No es cierto que la riqueza de Texas fuera conocida en los Estados Unidos ni en México antes de 1819.

No es cierto que los Estados Unidos hubiesen ambicionado la posesión de Texas antes de 1820.

No es cierto que la ambición que manifestaron los Estados Unidos para poseer Texas hubiese sido determinada por las concesiones otorgadas a Moisés Austin.

No es cierto que el Gobierno mexicano haya colmado de bondades, riquezas, franquicias, libertades y garantías a los colonos. Desde 1830 el Gobierno mexicano y el Estado de Coahuila fueron una verdadera y gran calamidad para los colonos y para la civilización del país.

No es cierto que los colonos hayan sido ingratos, ni infames, ni revoltosos, ni que se hayan insurreccionado contra la República Mexicana para hacer independiente a Texas.

No es cierto que la campaña de Texas haya sido brillante y favorable para las armas mexicanas. La campaña de Texas, debiéndose contar desde la insurrección de los colonos contra el centralismo o sea contra el militarismo hasta la retirada del ejército mexicano al mando de Filisola, consta de diez escaramuzas. Cinco de ellas, que fueron las de Anáhuac, González, Goliad, Concepción y Río de las Nueces, en que tuvieron la ventaja los rebeldes, y cinco en que la ventaja fue para los mexicanos y fueron en Lipantitlán, San Patricio, Cuates de Agua dulce, Refugio y el Perdido.

Hubo dos asaltos, uno sobre Béjar y otro sobre el Alamo habiendo vencido en los dos casos los asaltantes. En el asedio y asalto de Béjar vencieron los colonos, cuando estaban insUrreccionados por el federalismo; en el asedio y toma del Alamo vencieron las fuerzas mexicanas.

No hubo en toda la campaña más que una sola batalla que fue la de San Jacinto y ésta, como nadie ignora, fue un gran desastre para los mexicanos.

Como ni la historia militar ni la general toman en cuenta escaramuzas, resulta que toda la campaña de Texas se redujo a la toma de Béjar por los colonos, a la toma del Alamo por los mexicanos y a la batalla de San Jacinto perdida por éstos.

Los mexicanos perdieron vergonzosamente en Anáhuac, muy vergonzosamente en San Antonio Béjar y en San Jacinto. Los rebeldes en ninguna escaramuza o acción de guerra perdieron vergonzosamente.

Es tal el descuido que en nuestro país hay por la historia, que una persona de la categoría del Sr. Guillermo Prieto, notable hombre público, con gran reputación de ilustrado, y autor de las Lecciones de Historia Patria nada menos que para los alumnos del Colegio Militar de la ciudad de México, lanza al mundo un chubasco de batallas habidas en Texas, pues en la página 703 de su obra Lecciones de Historia Patria escritas para los alumnos del Colegio Militar y en el índice, nos anuncia: Batallas del Álamo, Harrisbourg, Goliad, el Refugio, etc., etc. Ni en el Álamo, ni en Harrisbourg, ni en Goliad, ni en el Refugio, ni en etc., etc., hubo batallas pues como lo he afirmado, no hubo más que una: la de San Jacinto; pero en Harrisbourg no hubo nunca ni batalla ni escaramuza y en Goliad tampoco hubo ni batalla ni escaramuza en la época señalada por el señor Guillermo Prieto.

Si una persona de la importancia del Sr. Guillermo Prieto lanza tan numerosas y estupendas falsedades sobre la guerra de Texas, para volarles los cascos a los alumnos del Colegio Militar ¿qué se puede esperar de las personas que no ocupan el rango político e intelectual del Sr. Prieto en nuestra sociedad? Si el Sr. Prieto cree en esas imaginarias batallas ¿qué puede creer el vulgo de levita? ¿qué el populacho? y sobre todo ¿qué tendrán que creer las generaciones futuras si se sirven a la niñez y a la juventud tan ponzoñosos manjares como alimento hermosamente nutritivo de su espíritu?

No es cierto que el general Santa Anna antes de San Jacino hubiera tenido casi concluída la campaña de Texas.

No es cierto que el general Santa Anna haya perseguido a Houston hasta obligarlo a dar batalla.

No es cierto que el general Filisola, al retirarse del punto donde se hallaba cuando tuvo lugar la batalla de San Jacinto, para dejar libre el territorio texano al enemigo, obedeciese a las órdenes del general Santa Anna, en consecuencia, no es cierto que el general Filisola haya sido cobarde y traidor a la patria.

Es cierto que la pérdida de Texas se la debemos al militarismo impuesto a los colonos por Don Lucas Alamán desde 1830 y representado por los vicios, ambición, corrupción y degradación de su ídolo, el general Santa Anna.

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