Índice de Las grandes mentiras de nuestra historia de Francisco BulnesSegunda parte - Capítulo XIVSegunda parte - Capítulo XVIBiblioteca Virtual Antorcha

LAS GRANDES MENTIRAS DE NUESTRA HISTORIA

Francisco Bulnes

SEGUNDA PARTE

Capítulo décimoquinto

UNA CAMPAÑA ANTINAPOLEÓNICA


No hay más que dos clases de guerras; la irregular y la regular. La irregular impone a los beligerantes combatir lo menos posible y acosar hasta destruir al enemigo operando sobre los recursos de éste para vivir. Ya he dicho que si Houston imponía al general Santa Anna la guerra irregular este general estaba obligado a posesionarse y conservar los puertos de Texas, como operación decisiva para su campaña, pensando lo menos posible en ir a los bosques inmensos, pantanosos, mortíferos, espesos, a perseguir guerrillas invisibles e impalpables.

En la guerra regular, lo primero que debe hacerse es concentrar todas sus fuerzas, buscar violentamente al enemigo y librarle batalla. Si el enemigo está fraccionado y quiere sostener la guerra regúlar, debe atacarse de preferencia la fracción mayor. El general Santa Anna, debió comenzar por prever la guerra irregular que era la indicada en una lucha en que la inferioridad numérica y de disciplina debían estar marcadamente del lado del enemigo; pero puesto que ni siquiera sospechó ésta aún después que fue formal y hábilmente emprendida, debió operar en regla en el sentido de la guerra regular que era la única que aparentaba entender.

Para la guerra regular o irregular, el general Santa Anna debió adquirir en Texas una base de operaciones fácil de abastecer de víveres y material de guerra. El abastecimiento del ,ejército en Texas sólo era militarmente practicable por la Vla marítima. El Cópano era el mejor de los puertos por la profundidad de sus aguas y abrigos contra los vientos. A doce leguas del Cópano se encontraba la población de Goliad con un cuartel grande convertido en algo que ambicionaba ser su fuerte. En el Cópano sólo había una casa; Goliad debía haber sido la base de operaciones de nuestro ejército.

Goliad podía considerarse como el vértice de un triángulo isósceles, cuya base era la línea que une San Antonio Béjar a San Felipe de Austin siendo estos puntos los vértices de la base. La distancia de Goliad a Béjar y a Austin es casi igual y mide cuarenta leguas. Béjar era la capital del Departamerto, centro casi exclusivo de la población mexicana fiel a la causa nacional y elevándose a la cifra de cinco mil habitantes en el Distrito de Béjar. Austin era la capital de los colonos por ser centro de las principales colonias. La ocupación de Goliad representaba la del Cópano o sea el mejor puerto de Texas y era una excelente posición sobre los principales centros poblados y de producción de los colonos. Respecto de la comunicación por tierra entre Goliad y Matamoros, dista cuarenta leguas menos que Béjar al mismo Matamoros. Por último Goliad estaba ocupado por la fracción más fuerte del ejército enemigo y tenía más artillería que Béjar. Su guarnición era de 400 voluntarios al mando de Fannin y 17 piezas de artillería. Había además gran cantidad de municiones y cerca de mil fusiles a disposición de los sublevados. El más infeliz de los generales improvisados hubiera tomado a Goliad como base de operaciones, pero Santa Anna, cuya debilidad era copiar al revés a Napoleón I, escogió Béjar como base de sus operaciones a 52 leguas del Cópano y cortada la comunicación con el mar por los enemigos que ocupaban Goliad quienes no obstante su impericia habían sabido apreciar la importancia estratégica de Goliad.

La estrategia del general Santa Anna no era napoleónica sino romántica, escogió a Béjar como base de operaciones, porque era ante todo obligatorio lavar la mancha que allí había caído sobre las fuerzas mexicanas cuando las hicieron capitular los colonos.

He afirmado que la deplorable diseminación de las fuerzas de Houston tenían por causa la anarquía que reinaba entre los leaders revolucionarios que todos querían mandar y ninguno obedecer, pero Santa Anna que era puntualmente obedecido por sus tropas dispuso entrar a Texas, en columna cortada por inmensas distancias o sea en marcha de segura derrota.

La estrategia de marcha del general Santa Anna, fue la siguiente (1):

1° Vanguardia 1541 hombres con ocho piezas de artillería al mando del general Ramírez y Sesma, marchando; ¡diez jornadas! adelante de,
2° La primera parte del centro, 1.600 hombres y seis piezas de artillería, al mando del general Gaona, marchando tres jornadas, adelante de
3° La segunda parte del centro, 1839 hombres y seis piezas de artillería, al mando del general Tolsa y marchando una jornada adelante de
4° La brigada de caballería que marchaba a la retaguardia.
5° Sección al mando del general Urrea de 601 hombres que penetró a Texas por un rumbo muy distante del que seguía el ejército y con doce Jornadas de atraso (2).

¿Qué hubiera sido de nuestro ejército si los colonos como era de esperarse hubieran acudido al llamamiento para que tomasen las armas como lo hicieran para tomar a Béjar, y en número de 3.000, más 1.200 voluntarios y 25 piezas de artillería, se le presentan a los 1.500 hombres de nuestra vanguardia, distante 90 leguas de la cabeza del centro de nuestra columna? Era seguro que la vanguardia hubiera sido derrotada y sus restos habrían desmoralizado la fuerza de Gaona, quien a su vez hubiera sido batido y después todas las demás fracciones de la columna mexicana. Pero la estrella de Santa Anna, porque todos los Napoleones deben tener una estrella, no había entrado en el período anémico para palidecer. Santa ~nna se salvó de un desastre completo, no por su ciencia, Sino por su estrella. Es triste que los grandes destinos de algunas naciones, dependen de absurdas estrellas militares, o sea de albures jugados en los garitos de la casualidad.

El efectivo de seis mil hombres que componía el ejército de TeXas a las órdenes del general Santa Anna, era pequeño para el que técnicamente exigían las necesidades de la campaña. Era preciso ahorrar soldados en los puntos estratégicos que debían estar permanentemente ocupados y con tal objeto debían fortificarse y artillarse debidamente. Habiendo perdido las fuerzas mexicanas toda su artillería durante la primera parte de la campaña de Texas, consistente en veintiséis p{ezas, debía el nuevo ejército haber llevado la suficiente para artillar los puntos que debiera conservar fortificados, y en conjunto para dominar la del enemigo que llegaba a 34 cañones de diferentes calibres, desde los de la artillería volante o de a caballo, hasta las de plaza o sitio.

El general Santa Anna tuvo noticia oportuna de la toma de Béjar y del fuerte Alamo por los rebeldes el 11 de Diciembre de 1835, y de que había quedado en poder del enemigo toda la artillería del Álamo consistente en catorce piezas de los siguientes calibres.

Cañones de 6 ... 1
Cañones de 8 ... 2
Cañones de 12 ... 4
Cañones de 24 ... 5
Cañones de 36 ... 2
Suma ... 14

Es decir siete piezas de sitio y siete de batalla. Si el enemigo defendía el fuerte como era casi seguro; para atacarlo en regla, Santa Anna debió haber llevado artillería de sitio o esperarse a tomarla más que por un sitio muy largo, por un asedio, lo que era contrario a sus proyectos desatinados que, como he dicho, se condensaban en hacer una campaña de cuatro meses.

El Álamo no era ciertamente Gibraltar, sino un pequeño fuerte, regularmente fortificado y como se verá en seguida lo defendían hombres de un temple superior al común en los primeros soldados del mundo. Esta última circunstancia no podía conocerla Santa Anna, pero tampoco podía saber que los defensores del Álamo, apenas debían llegar a 182 voluntarios.

No obstante que el general Santa Anna sabía lo bien dotado del enemigo en materia de artillería, dispuso que nuestro ejército para atacar dos o más fuertes, pues el de Goliad estaba bien fortificado, defender puntos estratégicos fortificados y dominar la artillería enemiga de batalla, volante y de montaña; llevase las siguientes piezas de que ya hice mención.

De calibre de a 12 ... 2
Del de a 8 ... 4
Del de a 6 ... 4
Del de a 4 ... 7
Obuses de a siete pulgadas ... 4
Suma ... 21

El 23 de Febrero de 1836, a las tres de la tarde, el general Santa Anna acompañado de la división del general Ramírez y Sesma, compuesta de:

Artilleros ... 62
Infanteria ... 1110
Caballería ... 369
Suma ... 1541

Mas ocho piezas de artillería; entró a San Antonio Béjar.

El 24 de Febrero, el general Santa Anna, estableció dos baterías mínimas (4 piezas) para batir las fortificaciones del Álamo a las que nada hizo, pues la principal, el reducto formado por la Iglesia, tenía buenas paredes de cal y canto de espesor de una vara y en algunas partes de más. Las ocho piezas que batían el fuerte tenían:

Del calibre de a 8 ... 2 piezas ... Con una penetración en la mampostería a 600 metros, de ... 19 centímetros
Del de 6 ... 2 piezas ... Con una penetración en la mampostería a 600 metros, de ... 15 centímetros
Del de 4 ... 2 piezas ... Con una penetración en la mampostería a 600 metros, de ... 9 centímetros
Obuses de siete pulgadas ... 2 piezas ... Con una penetración en la mampostería a 600 metros de ... 16 centímetros
Total de piezas ... 8

El objeto de la artillería era, según parece, descascarar la muralla, por tal motivo, hasta el momento del asalto no hubo novedad ni en el fuerte ni en su guarnición.

En los momentos en que el general Santa Anna, ocupaba !a cIudad de Béjar, el 23 de Febrero de 1836, Travis se retiraba al fuerte Álamo con ciento cincuenta y dos hombres que estaban bajo sus órdenes. Inmediatamente Travis envió un correo al coronel Fannin que ocupaba Goliad con 400 hombres. La distancia entre Béjar y Goliad es de 38 leguas. Pannin recibió dos días después la petición de Travis y tardó tres días en arreglar su salida para Béjar con 300 hombres y cuatro piezas de artillería. No pudiendo hacer pasar el río a su artillería y careciendo de víveres resolvió volver a Goliad, previa consulta a un Consejo de guerra (3).

Este incidente libró a Santa Anna de un fracaso casi seguro, que lo hubiera puesto en una situación difícil. El mismo día 28 de Febrero que salió el coronel Fannin de Goliad, tuvo noticia el General Santa Anna del proyectado movimiento de auxilio, con la inexactitud de que debían ser únicamente 200 hombres los que seguirían a Fannin. El jefe mexicano despachó entonces con 300 (batallón Jiménez) al general Ramírez y Sesma a encontrar a Fannin. Como después se verá por la calidad de los voluntarios rebeldes y por su artillería admirablemente servida, que los 300 hombres del general Sesma, sin artillería no hubieran salido victoriosos. No encontrando el general Ramírez y Sesma a Fannin, volvió a Béjar.

Desde el 24 de Febrero, al día siguiente de haber ocupado el general Santa Anna, la ciudad de Béjar con la división del general Ramírez y Sesma, el comandante del fuerte Álamo, Travis que apenas tenía a sus órdenes 150 hombres dirigió al gobierno revolucionario la siguiente comunicación: (4):

Estoy sitiado por mil o más mexicanos al mando de Santa Anna. He sostenido un fuego continuo durante veinticuatro horas sin haber perdido un hombre. El enemigo me ha intimado rendirme a discreción, le he contestado con un cañonazo y nuestra bandera ondea orgullosa sobre nuestra fortificación. No me rendiré ni me retiraré. A vosotros pues me dirijo en nombre de la libertad, del patriotismo y de todo lo que forma el carácter americano para que sin demora vengáis en mi ayuda. El enemigo recibe diariamente refuerzos, y no dudo que dentro de cuatro o cinco días, tenga tres o cuatro mil hombres. Aun cuando este llamamiento sea desatendido, estoy resuelto a sostenerme todo el tiempo que me sea posible y a morir como soldado que nunca olvida lo que debe a su honor y a su patrIa. ¡Victoria o muerte! Firmado. W. Barret Travis.

Esta comunicación prueba que Travis estaba resuelto a portarse como un verdadero militar de gran alzada pereciendo antes que abandonar el fuerte que le había sido confiado, prueba al mismo tiempo que creía posible el triunfo, en lucha tan desigual y tan desfavorable para él, pues termina su comunicación citada, diciendo ¡Victoria o muerte! Aun cuando Travis creyese tener bajo sus órdenes a los soldados de la guardia que mandaba Cambronne en la batalla de Waterloo, no debía creer en la victoria si no profesaba un gran desprecio por nuestras fuerzas. Sólo así se concibe que un hombre que manda a 150, crea posible vencer hasta cuatro mil soldados mexicanos.

Travis tuvo tiempo suficiente para evacuar el Álamo sin sufrir pérdidas considerables ni correr riesgo de fracasar. El día 23 de Febrero Travis evacuó Béjar y se retiró al Álamo, libre por el lado Norte de las fuerzas de Santa Anna, hasta el 26 de Marzo. El Álamo quedó desde entonces (26 de Febrero) casi circunvalado por nuestras tropas, no quedándole libre más que el lado del Norte (5).

El 1° de Marzo lograron penetrar al Álamo sin ser sentidos por los sitiadores; 32 colonos procedentes de González al mando del capitán John Smith, quien el cuatro del mismo mes salió del Alamo con dirección a González para traer cincuenta hombres más (6).

El 6 de Marzo de 1836, el general Santa Anna dispuso asaltar el Alamo por sorpresa en la misma noche.

A este fin ordenó el general que cuatro columnas de ataque mandadas por sus respectivos jefes, y éstos de toda confianza, saliesen de la ciudad con el mayor silencio y orden para comenzar sus maniobras aquella misma noche. Pero era tal el entusiasmo y ardimiento de aquellos valientes por llegar a las manos de los enemigos del nombre y del gobierno de su patria, que degenero en una funesta y trascendental indiscreción de las que ninguna se comete impunemente en tales casos. Una de las referidas columnas comenzó a dar vivas a la República en alta voz y estas voces que inmediatamente resonaron por el aire, despertaron la adormecida vigilancia de los texanos, que prevenidos de la aproximación de nuestras armas se dispusieron para hacer una defensa desesperada y comenzaron a fijar de tal manera su artillería, que sus fuegos hacían por momentos un estrago horrible en nuestras filas, y aunque el valor y denuedo de nuestros soldados se apresuraba a llenarlas, al cabo de un largo rato comenzaron a desordenarse y quizá hubieran retrocedido si el general Santa Anna que lo observó no hubiese mandado que entrasen a obrar las reservas, con cuyo apoyo se restableció la confianza y el orden de los nuestros y se comenzó el asalto que inútilmente se afanaban en rechazar con una tan rigurosa resistencia y fuegos de todas armas los enemigos contra quienes se dirigía, cuando era segura la convicción en que se encontraban de no quedarles otro recurso que perecer si no pudiesen vencer los (7).

El asalto del Álamo proporciona brillantes pruebas de la impericia del general Santa Anna. El número de los asaltantes fue 1400, el número de los defensores 183. Las bajas causadas a los asaltantes, 400.

Así es que aunque se tomó el Álamo este triunfo costó al ejército mexicano más de setenta hombres muertos y de trescientos heridos (8).

De los cuales murieron más de cien. El Sr. Martínez Caro, hace subir las bajas a cuatrocientos, cifra de acuerdo con la de Filisola, más de 70 muertos y 300 heridos (9). Es decir Santa Anna perdió en el asalto casi la tercera parte de su efectivo, lo que es muy honroso para el valor de los asaltantes, pero ignominioso para la pericia del jefe, que estuvo a punto de ser derrotado por 183 rebeldes. Si logran entrar doscientos voluntarios más al Álamo, Santa Anna hubiera sido vencido.

El general Santa Anna había dejado libre el lado Norte del Álamo, como nos lo dice Filisola. ¿Por qué? ¿Para puente de plata al pequeño destacamento que mandaba Travis? La línea de circunvalación en el lugar en que correspondía la segunda paralela era para el Álamo de 1570 metros. Santa Anna disponía de 1541 hombres, luego pudo cerrar su circunferencia e impedir que entraran o salieran combatientes del Álamo sin su conocimiento. Santa Anna ignoraba que el enemigo hubiera recibido la noche del 10 de Marzo 32 hombres más sobre los 151 que tenía. ¿Cómo sabía Santa Anna que un enemigo que debía haber pedido refuerzos y que por el solo hecho de permanecer en el fuerte, pudiendo abandonarlo sin pérdida grave daba a entender que los refuerzos que esperaba debían ser suficientes y oportunos; no había recibido esOS refuerzos durante las noches del 10 al 6 de Marzo?

Una sorpresa tiene dos objetos. Tomar un punto inexpugnable ante un ataque franco y descubierto o reducir las pérdidas del ataque a viva fuerza, a toda luz, prevenido el enemigo. Pero en el caso del Álamo, Santa Anna dispuso la sorpresa sin tener noticia ni dato de ninguna clase para suponer que el enemigo no vigilaba, como era de su interés. Se notará que según la versión de Filisola que acabo de copiar y que es la oficial, el asalto comenzó después de que las reservas habían entrado a dar apoyo a las tropas asaltantes que comenzaban ya a desordenarse por los estragos que en ellas causaba el acertado manejo de la artillería enemiga. Esto quiere decir que la sorpresa fue descubierta desde que se formaban las columnas asaltantes y en ese caso, ya no había sorpresa posible, y el ataque se convertía en un simple asalto nocturno, lo que es terriblemente desfavorable para los asaltantes.

Lo que protege a los asaltantes de un fuerte, es la artillería, dispuesta en tres distintas fracciones. 1a. Las baterías de brecha, cuyo objeto es destruir la fortificación hasta abrir varias brechas. Esta operación hubiera sido facilísima a Santa Anna, si sabiendo como lo sabía que había puntos fortificados en Texas, hubiera llevado siquiera una batería de piezas de 36 o por lo menos de 24, lo que era bastante para demoler el Álamo en un día a lo más; no habiendo llevado artillería de sitio, debió siquiera hacer cumplir a su insuficiente artillería la tarea de desmontar parte de la artillería del fuerte, y por último antes de asaltar debió sostener fuego vivo de artillería y concentrarlo rápidamente, minutos antes del asalto y durante éste protegerlo. Pero de noche ni se puede desmontar la artillería de un fuerte, ni sostener fuego vivo eficaz de artillería, ni concentrarlo, ni proteger bien a la infantería asaltante. La artillería del Alamo se componía de 14 piezas y estaba muy bien servida. Santa Anna más que Un combate ordenó la hecatombe de su propia tropa exponiéndose a una derrota imperdonable.

Esta hecatombe, pues no es otra cosa permitir que los 183 voluntarios del Alamo hicieran 400 bajas a nuestros 1.400 asaltantes, produjo un gran efecto moral y desterró del espíritu del enemigo, el desprecio por todos nuestros soldados y jefes. Sólo una tropa valiente, disciplinada y de primer orden pierde la tercera parte de su fuerza en un asalto. La toma del Álamo hizo sentir a los enemigos que por esa vez tenían verdaderos soldados enfrente y que ya no les era posible pretender luchar con destacamento o con fuerzas muy inferiores, con las tropas mexicanas. El asalto del Álamo, estúpido bajo el punto de vista técnico, valió a nuestro ejército de Texas ser considerado como valiente y disciplinado. Los jefes de nuestras columnas asaltantes fueron el general Amador, y los coroneles Mariano Salas, Juan Morales y José María Romero.

De los 183 defensores del Álamo todos murieron en el asalto entre ellos su jefe Travis, con excepción de seis: el coronel Bowie que estaba gravemente enfermo y fue muerto en su cama y cinco voluntarios que lograron ocultarse y fueron descubiertos por el general Castrillón y presentados á Santa Anna.

Entre dichos ciento ochenta y tres hombres, deben contarse cinco que pudieron ocultarse y que concluída la acción encontró el general Castrillón y llevó a presencia de S. E. que ya había llegado, quien al momento reprendiendo agriamente a dicho general volvió la espalda, a cuya acción, los soldados aunque ya formados, cargaron sobre ellos hasta concluirlos (10).

La defensa del Álamo fue heroica, los voluntarios sin ser soldados se portaron como no lo hubieran hecho mejor los primeros del mundo. Travis su jefe, fue admirable porque se empeñó en morir sin que su honor se lo exigiese y pudiendo haberse salvado sin novedad y con toda su gente. Travis no era en realidad más que un guerrillero y los guerrilleros no están sujetos a los preceptOs de honor para combatir como las fuerzas regulares y en el caso del Alamo pudo evacuarlo sin mengua.

Inmediatamente después de la toma del Alamo, Santa Anna dando rienda suelta a sus pasiones de condotiero, comenzó a especular indignamente con su triunfo, contra la pobre nación mexicana que tenía la debilidad de considerarlo como a Marte escapado del Olimpo para reconquistar a Texas. En su parte oficial anunció al gobierno que los muertoS enemigos ascendían a seiscientos. Tal número de muertos obliga a suponer por lo menos doble número de heridos y este número de bajas obliga a admitir por lo menos doble número de combatientes, de donde resultaba por lo bajo una guarnición de 3.600 hombres para el Álamo, asaltados y exterminados por 1.400 mexicanos. Semejante triunfo debía poner de rodillas al pueblo mexicano frente a las efigies de Santa Anna, quien debería considerar a Napoléon I, apenas digno de ser enfermo en las ambulancias mexicanas que por su puesto no existían.

El Sr. Martínez Caro, Secretario particular del general Santa Anna en Texas y a quien le dictó Santa Anna el parte oficial de la toma del Álamo, dice sobre el particular:

Aunque en el parte que en aquella fecha dió S.E. al Supremo Gobierno, constan más de seiscientos enemigos muertos, debo advertir que yo mismo lo hice, poniendo el número que ordenó S. E. pero ahora se habla la verdad y en consecuencia no fueron más que los ciento ochenta y tres. Me remito al testimonio de todo el ejército (11).

El general segundo en jefe, Filisola, refiriéndose a las bajas de los defensores del Álamo escribe:

En cuya toma (del Álamo) murieron mayor número de los nuestros, que de los tejanos (12).

El 17 de Febrero de 1836 el general Urrea pasó el río Bravo al mando de una sección de:

Infantería ... 300 hombres.
Caballería ... 301 hombres.
Artilleros ... 12 hombres.
Total ... 613 hombres y un cañon de a 4.

El general Urrea una vez que pasó el río Bravo, siguió el camino que debió haber tomado el general Santa Anna para ir a San Felipe de Austin pasando por San Patricio y Goliad. El día 27 de Febrero de 1836 el general Urrea llegó a los alrededores de San Patricio, pequeña villa entonces de 600 habitantes, con sólo cien hombres; el general Urrea había cometido, como Santa Anna, la insigne torpeza de fraccionarse. Afortunadamente para este jefe, sólo había en San Patricio cuarenta rebeldes y fuera a una distancia de cinco kilómetros aproximadamente, seis rebeldes cuidando cincuenta caballos mansos.

El general Urrea mandó treinta hombres al mando del capitán Pretalio a atacar a la guardia que cuidaba los caballos y él con los sesenta restantes atacó a la pequeña guarnición de cuarenta hombres. En muy poco tiempo la villa fue tomada habiendo tenido el enemigo once muertos, cinco heridos y veinticuatro prisioneros. No habla en su parte el general Urrea de sus pérdidas. A esta escaramuza se le ha llamado la batalla de San Patricio (13).

El día 1° de Marzo estando aún en San Patricio el general Urrea tuvo noticia de que el Dr. Grant volvía del río Bravo con una partida de 23 rifleros y dispuso salir a su encuentro con ochenta dragones, los que fueron emboscados en un lugar llamado Cuates de agua dulce. El resultado de la emboscada fue para el enemigo, todos muertos entre ellos su jefe el Dr. Grant. El parte oficial de Urrea es a todas luces falso pues es poco menos que imposible que en un combate contra 23 hombres resulten todos muertos y ningún herido. Se comprueba la falsedad del parte de Urrea con lo que indica Filisola que el general Urrea fue felicitado por el general Santa Anna a causa de la captura del Dr. Grant. De modo que a Santa Anna el general Urrea le participó confidencialmente supongo que capturó al Dr. Grant y oficialmene lo da por muerto en el combate. En la Historia de Texas de Kennedy (14), aparece que los heridos fueron asesinados después del combate. Sólo así se explica que haya habido veintitrés muertos y ni un solo herido. A esta escaramuza patibularia la han calificado con el nombre de brillante victoria alcanzada por nuestro ejército contra el execrado enemigo (15).

El 14 de Marzo el general Urrea emprendió la marcha a la villa del Refugio, para encontrar un destacamento que había salido de Goliad para ocupar el puerto de Cópano. Acompañaban a Urrea 200 infantes, 200 soldados de caballería y el cañón de a 4. Los rebeldes en número de cien ocupaban la pequeña iglesia. El ataque de Urrea fue muy torpe porque sin lograr tomar la posición tuvo trece hombres muertos y cuarenta y tres heridos; mientras los rebeldes solo tuvieron un herido (16).

Cerca de la iglesia en el campo se habían emboscado cincuenta rebeldes; el general Urrea dió orden de atacarlos y en el pequeño combate que tuvo lugar los rebeldes perdieron cinco muertos y dos prisioneros; teniendo la fuerza mexicana tres muertos y diez heridos. Una partida de paisanos adictos a la causa de México, persiguieron los restos de los cincuenta rebeldes a la mañana siguiente, los que sin oponer resistencia por haber agotado sus municiones la víspera, se rindieron en número de treinta y seis.

Durante la noche del 16 de Marzo y debido a falta de vigilancia, los cien rebeldes que ocupaban la iglesia se retiraron. En la mañana del 17, Urrea mandó a la caballería a perseguir a los fugitivos, la que habiéndolos alcanzado les hizo diez y seis muertos y treinta y un prisioneros.

En suma, en el combate del Refugio, la victoria costó cara a Urrea; pues perdió 16 muertos y 53 heridos: total bajas 69. El enemigo perdió 21 muertos y 69 prisioneros. Nótese que el enemigo tuvo 21 muertos y ningún herido, lo que comprueba lo afirmado por Kennedy y los demás historiadores extranjeros, que los heridos eran invariablemente asesinados. A esta tercera escaramuza también se la ha llamado (17) batalla y señalada victoria.

Llegamos al cuarto cómbate del general Urrea, considerado por historiadores imparciales como siniestramente curioso, por haber dado lugar a uno de esos casos de felonía y ferocidad, casi desconocidos en la historia de los pueblos civilizados.

El 19 de Marzo el general Urrea, alcanzó en un punto llamado El Perdido, al coronel Fannin, rebelde que se retiraba del fuerte Goliad con 280 hombres y 9 piezas de artillería. Viendo Fannin que la caballería de Urrea le había cortado la retirada se vió obligado a combatir contra la sección de Urrea (600 hombres) aumentada de 500 al mando del coronel Don Juan Morales, despachado de Béjar para reforzarlo. La columna al mando de Urrea tenía 1100 hombres y 4 piezas de artillería, pero abrieron el combate solamente 360 infantes y 80 caballos.

El coronel Fannin se desplegó en batalla en una gran llanura, pues le fue imposible alcanzar el espeso bosque que la limitaba. La caballería de Fannin, en número menor de cien hombres, huyó desde el principio del combate; con excepción de algunos soldados que echaron pie a tierra para reunirse a la infantería y batirse a su lado. No obstante que el general Urrea atacó con gran vigor, Fannin pudo defenderse con éxito desde las cuatro de la tarde del 19 de Marzo, y al oscurecer ordenó Urrea que se suspendiera el ataque.

El día 20 al amanecer, según Filisola, reconoció el general Urrea la posición de Fannin, que no se había movido durante la noche anterior, pero que había reforzado considerabl~mente sus trincheras con bueyes y caballos muertos y una ligera fortificación de campaña (18).

A las seis y media llegó el parque que se había extraviado el día anterior, lo mismo que cien infantes y dos piezas de a cuatro que fueron colocadas en batería a ciento sesenta pasos del enemigo sostenidas por las compañías de cazadores. La infantería restante se mandó formar en columna que marchaban a la izquierda de la batería al momento de romper el fuego, pero al tiempo de emprender los movimientos y apenas comenzando aquél, el enemigo enarboló una bandera blanca. CesÓ el fuego y mandó el general Urrea al teniente coronel Don José Holzinger, para que fuera en compañía de Don José de la Luz González, a saber lo que pretendía, regresando a poco y diciendo que quería capitular. La contestación del general Urrea fue que se rindieran a discreción, lo que fue comunicado al coronel Fannin por medio de los coroneles Salas y Morales. Mediaron algunas comunicaciones hasta que pasó el mismo general al campo enemigo manifestando que sólo podía convenir en una rendición á discreción .

Federico Leclere, en su sereno e imparcial estudio publicado en la Revue des Deux-Mondes, cita los términos de la capitulación, que en francés copio:

1° Le coronel Fannin et ses soldats seraient traités en prisonniers de guerre et dirigés sur Goliad, ou ils resteraient pendant neuf jours (19).

2° A l'expiration de ce terme, les volontaires des ÉtatsUnis, seraient embarqués pour la Nouvelle Orléans aux frais du gouvernament mexicain.

3° Les Texiens et Fannin resteraient prisonniers jusqu'á leur échange ou jusqu'á la fin de la guerre (20).

El mismo autor añade:

Estas condiciones fueron violadas con una abominable perfidia, Santa Anna, que se encontraba aún en Béjar, ordenó la matanza de los prisioneros, y el 27 de Marzo en la mañana, domingo de Ramos, fueron todos, en número de cuatrocientos aproximadamente, fusilados a poca distancia de Goliad, entre esta villa y el mar. Era el presidente mismo que había querido este horrible asesinato; varios de sus generales se opusieron en el Consejo que al efecto tuvo lugar en Béjar, pero Santa Anna no los escuchó, firmó la sentencia de muerte, selló el pliego y lo cerró, y entregó él mismo al correo que debía llevarlo. Todo lo odioso de este gran crimen pesa pues sobre la cabeza de Santa Anna.

El primer cargo que Houston hizo a Santa Anna cuando éste fue capturado al día siguiente del desastre de San Jacinto; fue la matanza de Fannin y sus hombres, cuando sus vidas estaban garantizadas por la capitulación. Santa Anna negó y se le ofreció probarle el hecho antes de que marchara al cadalso, pero habiendo Santa Anna ofrecido para salvar su vida traicionar a su patria; el juicio ya no tuvo lugar.

Los historiadores de la guerra de Texas; Maillard, Yoakum Edward, inglés; Chasles-Newell, americano, Kennedy, irlandés testigo en Texas de la guerra, Stuart Foote, norteamericano, están de acuerdo en que hubo capitulación.

Los generales Tornel, Filisola y Urrea, niegan que hubiera habido capitulación. Mandar asesinar a los prisioneros cuya vida está garantizada por una capitulación choca hasta con la ferocidad salvaje, pues muchas tribus guardan la palabra que empeñan y hacen tratados que esmeradamente respetan. Pesando exclusivamente sobre Santa Anna, este asqueroso crimen; no era probable que lo denunciasen los generales Filisola y Tornel, ambos acérrimos partidarios de Santa Anna.

Examinando los hechos se observa lo siguente: En la narración de Filisola, Fannin estaba decidido a batirse el día 20, puesto que en la noche del 19 al 20 reforzó sus trincheras con bueyes y caballos muertos e hizo una ligera fortificación de campaña. Fannin había perdido la tarde del 19, cuarenta y dos muertos y noventa y siete heridos que aparecen en el parte oficial de Urrea sobre un efectivo de 280 combatientes; Fannin había perdido más de la tercera parte; lo que probaba gran valor en su gente. Fannin no aprovechó la noche para evadirse por no abandonar a sus heridos porque sabía que serían miserablemente asesinados (21). Y en eso no se engañaba según lo ocurrido en Álamo y los Cuates de Agua Dulce. No se comprende cómo doscientos ochenta hombres resueltos que han dado pruebas de gran valor, y que no quieren para salvar su vida, evadirse durante la noche, por evitar que sus heridos sean asesinados; entreguen a la mañana siguiente después de prepararse para combatir, a esos heridos y sus propias vidas a un enemigo feroz que a nadie daba cuartel. Filisola confiesa que se cambiaron varias comunicaciones y que Urrea pasó al campo de Fannin a conferenciar con él y cuando un jefe está decidido a no dar cuartel, no admite comuniciones ni se presta a conferencias.

Pero hay mas, el general Urrea, una vez que hizo prisionera a la fuerza de Fannin en la que había 60 heridos; no los hizo fusilar; lo que es una prueba no plena pero sí considerable a favor de la capitulación. Urrea tenía orden del general Santa Anna, de fusilar a los prisioneros que en su poder cayesen y en virtud de esa orden había hecho ya algunos fusilamientos, entre ellos el del 15 de Marzo, en que fueron pasados por las armas treinta prisioneros. El 21 de Marzo fueron fusilados seis voluntarios hechos prisioneros en la mañana y veinte en la tarde. En ese mismo día el capitán Pretalia fusiló otros siete dispersos capturados: total fusilados el 15 y el 21 de Marzo por Urrea, 63 prisioneros.

Sin embargo de tantos fusilamientos Urrea no había tocado ni a uno solo de los prisioneros de Fannin, hasta el día 27 en que recibió orden expresa y tronante de Santa Anna de pasarlos inmediatamente por las armas.

El día 25, remitió a Goliad (Urrea) los prisioneros y el 27 se recibió una comunicación del coronel Portilla en que se le participaba que se le prevenía por el general en jefe pasase por las armas a todos los prisioneros existentes en Goliad, que se hallaban bajo sus órdenes. Toda la división se consternó con la noticia y el general Urrea, sintió sobremanera esa catástrofe de la que escaparon los prisioneros del Cópano y cosa de 150 que se hallaban en su poder sirviéndole de zapadores (22).

¿Por qué el general Urrea que sólo en dos días, el 15 y el 21 de Marzo había fusilado 63 prisioneros sin orden expresa de Santa Anna sintió sobremanera y consideró catástrofe cumplir la orden de fusilar a Fannin y su gente? ¿Por qué se consternó la división cuando a su presencia se habían fusilado ya más de cien hombres sin que se consternase? Todo esto constituye pruebas no plenas pero sí apreciables para creer en la capitulación de Fannin. De todos modos no fue Urrea; sino Santa Anna el empeñado en hacer asesinar a cerca de cuatrocientos hombres, teniendo entre ellos noventa y siete heridos.

El general Urrea niega en su narración de la guerra de Texas que haya habido capitulación y a esta negativa responde el capitán Shacklelord comprometiendo su honor, que hUbo capitulación. Este capitán se hallaba entre los combatientes de Fannin y fue de los 17 que escaparon huyendo de los pelotones a los que hacían fuego graneado los soldados mexicanos para ejecutar la orden del fusilamiento en masa, dada y repetida por Santa Anna. El capitán Shackleford afirma (23):

On this point, as well as his denial of any capitulation, I never read a more villanous falsehood from the pen of any man who aspired to the rank of general.

El mismo capitán asegura que después de la capitulación, el coronel Holzinger del ejército mexicano dijo a los vencidos (24):

Well, gentlemen, in eight days, liberty and home.

En el diario del teniente coronel Portilla, bajo cuya vigilancia se hallaban en Goliad los prisioneros hechos por Urrea, se lee en lo tocante al día 26 de Marzo de 1836.

A las siete de la noche llegó un correo extraordinario de Béjar, enviado por S. E. el general Santa Anna, ordenándome que todos los prisioneros rendidos por la fuerza de las armas fueran inmediatamente ejecutados. A las ocho de la misma noche llegó un correo extraordinario enviado por el general Urrea, quien entre otras cosas me decía: Trate Ud a los prisioneros con consideración especialmente a su jefe Fannin (25).

Sin la capitulación escrita o verbal, es inexplicable la recomendación del general Urrea al teniente coronel Portilla relativa a los prisioneros de guerra, cuando dicho Urrea había fusilado ya más de cien prisioneros. Conforme al parte del teniente coronel Portilla, ejecutor de las severas órdenes del general Santa Anna, había en Goliad: el 27 de Marzo de 1836:

Cogidos prisioneros al desembarcar en el puerto del Cópano, al mando del mayor Miller ... 82 voluntarios.
Médicos y enfermos ... 8 voluntarios.
Procedentes de la rendición o capitulación de Fannin ... 266 voluntarios.
Procedentes de capturas de dispersos y pequeñas rendiciones ... 89 volunatrios.
Total ... 445 voluntarios
Fueron fusilados el mismo día 27 ... 330 voluntarios.
Quedaron ... 115 voluntarios.

Que después fueron remitidos a Matamoros.

El testimonio del coronel Holzinger del ejército mexicano, sería decisivo si no hubiera sido dado bajo terribles circunstancias; como eran las de ser prisionero de los rebeldes en compañía del general Santa Anna y de todos los jefes, oficiales y soldados hechos prisioneros en la batalla de San Jacinto. Si el coronel Holzinger hubiera afirmado que había habido capitulación, ni Houston, ni Zavala, ni poder humano alguno hubiera impedido el exterminio de todos los prisioneros por los voluntarios, aun cuando Santa Anna hubiera ofrecido en cambio de su vida todo el territorio mexicano y mil traiciones.

El coronel rebelde Wharton interpeló por escrito a Holzinger y este contestó:

Sr. coronel D. Juan A Wharton.
Velasco Quintana, Junio 3 de 1836.

Muy Sr. mío de mi estimación:

Contesto a la apreciable de Ud. del día de ayer relativa a las ocurrencias del coronel Fannin, con la división del ejército mexicano, bajo el mando del general Urrea, en la que me hallaba en clase de Ingeniero y paso a exponerle los hechos, tales como los he presenciado.

El día 19 de Marzo último, se supo a las dos de la tarde en el campo mexicano, que la guarnición texana había abandonado el fuerte de Goliad dirigiéndose por el camino del Coleto a Victoria. Inmediatamente se pusieron en marcha dos batallones de infantería y doscientos caballos, para atacar a las fuerzas del coronel Fannin que fueron alcanzadas en Paso del Perdido y comenzó la acción a las cuatro de la tarde. El ataque duró hasta la noche sin que por una ni otra parte hubiera ventajas. A la mañana siguiente llegaron al general Urrea, dos piezas de artillería que fueron colocadas en un punto ventajoso, no debiendo hacer fuego sobre el enemigo si éste no hacía ningún movimiento. Al aviso de una de las avanzadas, de que el enemigo se movía, se ordenó atacarlo con artillería, pero viendo al tercer tiro que no había COntestación por su parte, se mandó suspender el fuego, observando un cuarto de hora después, que el enemigo había izado bandera blanca. Entonces mandó el general Urrea comisionados al campo de Fannin, a los coroneles Salas, Morales y a mí con el objeto de preguntar el motivo de la bandera. La contestación fue de que estaban dispuestos a rendirse como prisioneros de guerra siempre que el jefe mexicano se obligase a tratar los como se acostumbra entre naciones civilizadas, Aunque se nos había instruído en la ley que decretaba pena de muerte, a los que venían armados a hacer la guerra en territorio mexicano y que de consiguiente teníamos cerrada la puerta para cualquier convenio, ofrecí al coronel Fannin manifestar su disposición al general Urrea, lo que en efecto verifiqué. La contestación de este jefe fue de que existiendo una ley que prohibía que hiciera semejantes convenios, no podía entrar en transacción alguna y que no podía admitir otra cosa que su rendición al supremo gobierno de México, añadiéndome que en lo particular podía yo asegurarle que emplearía su influencia y empeño para con el supremo gobierno de México, a fin de que se aliviase su suerte y la de sus compañeros, tratándoles durante el período de la contestación de dicho gobierno como prisioneros de guerra conforme al derecho de gentes.

En vista de esta contestación el coronel Fannin hizo una junta, con el objeto de consultar sus obligaciones acerca de lo dicho por el jefe mexicano. Después de media hora de espera, el coronel Fannin y sus compañeros unidos con nosotros, nos declararon que la resolución de esa junta había sido obtener garantías de la vida y propiedad de sus personas, igualmente que sus heridos fuesen tratados iguales a los mexicanos, por medio de un documento firmado por nosotros y ratificado por el general Urrea. Impuesto de esto el general Urrea repitió, que no podía hacer tratado alguno publico y firmado por parte mexicana y que si se rendían a discreción debía manifestarlo Fannin por escrito, en lo que insistía dicho general, bajo las promesas hechas anteriormente en lo particular. A esta segunda contestación, después de algunos minutoS de meditación, el coronel Fannin y sus compañeros nos hicieron la pregunta siguiente. ¿Señores, ustedes creen que el gobierno mexicano no atentará contra nuestra vida? Y los tres comisionados contestamos: que no podíamos dar garantía alguna en virtud de la ley existente: pero que no había un solo ejemplo de que el gobierno mexicano hubiese mandado fusilar un hombre rendido a su clemencia. Aunque esta contestación no les satisfizo, nos dijo, pues bien, no tengo agua; mis heridos necesitan asistencia, recomiendo particularmente a ustedes estos desgraciados: me entregaré a discreción del gobierno mexicano (26).

El coronel Holzinger no podía afirmar la capitulación sin determinar la hecatombe de seiscientos de sus compañeros, pero no obstante tan fuerte obstáculo, aseguró que hubo un compromiso que no cumplió Urrea. Este compromiso fue que dicho general se comprometía a solicitar con todo empeño, no de Santa Anna sino del gobierno mexicano la gracia de indulto de la pena de muerte para los prisioneros y que entre tanto serían tratados con todas las consideraciones usadas con los prisioneros de guerra por naciones civilizadas. De Goliad a la ciudad de México por tierra hay cerca de 500 leguas y otras tantas de vuelta, hacen mil o sean cincuenta días para un correo ordinario y si Urrea hubiera cumplido su compromiso los prisioneros se hubieran salvado cualquiera que hubiese sido la resolución dictada en México por el gobierno, pues la batalla de San Jacinto, tuvo lugar el 21 de Abril, es decir 32 días después de la capitulación o rendición de Fannin.

Fannin, sus heridos y el resto de su fuerza, fueron pasados por las armas, seis días después de haber capitulado p rendido; es decir no hubo cumplimiento del compromiso que era solicitar indulto del gobierno mexicano y mientras éste resolvía respetar la vida de los prisioneros y en estos casos no respetar un compromiso acredita el calificativo de infame para Urrea. Tal vez si este jefe habla francamente al general Santa Anna y pone en su conocimiento el compromiso de honor que había contraído, la orden de ejecución no hubiera tenido lugar. No he encontrado documento que pruebe que Urrea hizo conocer a Santa Anna, la condición bajo la cual se habían rendido las fuerzas de Fannin, en este caso la infamia debe empañar únicamente el honor del general Urrea.

Según el testimonio de Holzinger, hubo otro acto censurable de Urrea y fue asegurar a Fannin y a su fuerza, que jamás el gobierno mexicano había privado de la vida a un vencido rendido a su clemencia. Esto no era cierto, la regla general era lo contrario y no ignoraba que el verdadero gobierno y la verdadera ley era la voluntad sanguinaria del general Santa Anna.

No es justo hacer pasar por monstruo único al general Santa Anna, por su conducta en Texas respecto de los prisioneros de guerra. El general Santa Anna hizo lo que debía como ya lo habían hecho otros generales de naciones muy civilizadas. Como desgraciadamente la ignorancia en la cuestión de Texas, ha determinado la errónea identificación de colonos y voluntarios, resulta repugnante, asqueroso, incalificable, que después que en la primera parte de la campaña de Texas, los colonos hicieron prisionero a un general mexicano, a seis coroneles treinta y ocho oficiales y 1.105 soldados, y los trataron con grandes consideraciones, dejándolos en libertad y ayudándolos para su viaje; el general Santa Anna, ordenase sin compasión y sin restricción la pena de muerte contra todo prisionero rebelde.

Es cierto que los colonos se portaron con gran generosidad con nuestros militares a quienes hicieron prisioneros, pero esto no lo hubieran hecho los voluntarios. Los colonos y los voluntarios eran esencialmente distintos y los primeros no quisieron tomar parte en la campaña de Texas cuando la dirigió el general Santa Anna. En toda la segunda parte de la campaña de Texas tomaron parte:

En la defensa del Álamo ... 32 colonos.
En todas las operaciones de Fannin hasta su rendición ... 4 colonos.
En la expedición de Grant a Matamoros ... 3 colonos.
En la batalla de San Jacinto ... 37 colonos.
Total ... 76 colonos.

Y sus milicias se elevaban a 3.000 hombres bien armados. De ellas sólo tomaron parte 76, luego la abstención de los colonos es un hecho indiscutible para la historia.

Los voluntarios eran en todo el rigor de la palabra y de los hechos, filibusteros, y no conozco nación civilizada que no haya tratado a los filibusteros con el mismo rigor que el geneal Santa Anna a los que invadieron a Texas en 1836. ¿Cómo trató el gobierno colonial a todos los filibusteros que invadieron a Texas o cualquier territorio del imperio español? En 1851 la isla de Cuba, fue invadida por la expedición de López, de la que formaban parte cincuenta norteamericanos que fueron capturados e inmediatamente pasados,por las armas. La regla sin excepción del gobierno español fue fusilar a todo voluntario que desembarcase en Cuba, para sostener la revolución, tanto en la guerra de 1868 a 78 como en la de 1895 a 98. Se me dirá: España ha sido siempre bárbara en todas sus guerras. Aceptado, pero hemos visto a los generales alemanes en la campaña con Francia en 1870, declarar que no reconocerían como beligerantes a los franco-tiradores y que los fusilarían si caerían prisioneros. Esta amenaza fue cumplida con más rigor que la de Santa Anna en Texas. ¿Y qué diferencia ante el derecho, la moral y el patriotismo, entre un franco-tirador en Francia en 1870 y un filibustero norteamericano de Texas en 1836? Vuelvo a preguntar a escritores mexicanos y extranjeros que arrojan piedras al general Santa Anna por su crueldad en Texas. ¿Qué nación civilizada ha dejado vivir a los filibusteros capturados que la han invadido? Ninguna.

Esto no quiere decir que apruebo la orden del general Santa Anna para que fuesen ejecutados Fannin y su gente si tenía conocimiento de que se habían rendido condicionalmente. Por otra parte, los voluntarios eran valientes, pero de una ferocidad superior a la más grande que pueda inventársele al general Santa Anna.

La Revue des Deux Mondes nos dá a conocer el carácter sobrío de las relaciones entre colonos y voluntarios en Texas durante la lucha contra México en 1836 (27).

Tan pronto como la declaración de independencia fUe publicada, se obligó a los colonos a adherirse, el silencio les fue impuesto sobre las causas de su rebelión y todas las protestas fueron sofocadas. A penas un colono se atrevió a levantar la voz dirigiéndose a un diario de Nueva York, excusándose de firmar su carta para evitar su sentencia de muerte. Otro abandonó el país y publicó en el National Intelligencer Un artículo firmado Un emigrante de vuelta. Un Señor Bartlet escribió a un diario de Nueva York para refutar este artículo terminando su carta con las siguientes palabras:

Doy un consejo a este caballero, y es no volver nunca a Texas después del artículo que ha publicado si no quiere hacer conocimiento con la saludable disciplina de la ley Lynch.

Hé aquí otro hecho aun más significativo: Un ciudadano de la Louisiana llamado Boatright había tenido la imprudencia de oponerse altamente en una reunión contra la revolución texana y de reprobar la connivencia del gobierno americano con los rebeldes. Fue sorprendido en su casa en Caddo por una banda de texanos y llevado a Texas, donde se resolvió enterrarlo vivo. Mientras que delante de él se ahuecaba su sepulcro, llegó a escaparse por ún esfuerzo desesperado; pero una descarga de mosquetería lo tendió muerto. Su cuerpo fue cortado en pedazos y los miembros suspendidos a los árboles vecinos. El gobierno americano guardó silencio sobre este hecho; ¿cuál no debía de ser el terror de los colonos texanos cuando un ciudadano americano era así tratado? (28)

En materia de rigor el general Santa Anna obró correctamente. Después de haber probado a los rebeldes por la toma del Álamo, que mandaba tropas disciplinadas y valientes capaces de sostener una lucha sangrienta cualquiera que fuese su intensidad y después de haber probado también con el fusilamiento de los prisioneros, que sabía cumplir sus amenazas por terribles que fuesen; expidió una proclama que envío a Houston especialmente ofreciendo a los rebeldes una amnistía y ayuda para que volviesen los voluntarios a los Estados Unidos. Estos contestaron rechazando con insolencia la paz que ofreció México; el rigor llevado a su último límite era entonces un deber para una nación que necesitaba de él para defenderse, por carecer de hombres y dinero suficientes para hacer una guerra generosa, que son sin duda bellas pero muy largas y costosas.

Hay que atender á que la nación por la corrupción de su ejército era completamente despreciada y el desprecio sólo tiene un remedio en política, según Maquiavelo: el terror. Si el despreciado procede con generosidad se le desprecian más, porque ésta se le atribuye a miedo y a un estado de feminismo nervioso. La crueldad en la guerra tiene a veces su razón de ser y en la de Texas era indispensable, nunca contra los colonos, siempre y fuerte contra los filibusteros, que eran los que la habían impuesto tanto a México como a los mismos colonos.

Por lo que se ha visto la tan señalada campaña de Urrea en Texas, consistió en cuatro escaramuzas y el pequeño combate contra el coronel Fannin, totalmente manchado por la infamia de asesinar a vencidos que se habían rendido condicionalmente. En el comportamiento de las fuerzas al mando de Urrea hubo siempre disciplina, valor y marcada impericia.



NOTAS

(1) Vease, Filisola, tomo II, páginas 332 y siguientes.

(2) Filisola, Guerra de Texas, tomo II, pág. 336.

(3) Fannin to licutenant Governor Robinson, Febrero 29 de 1836.

(4) Doran Maillard, History of the Republic of Texas, pág. 102.

(5) Filisola, Guerra de Texas, tomo II, pág. 384.

(6) Smith to the president of the Convention, Marzo 7 de 1836.

(7) Filisola, Guerra de Texas, tomo II, pág. 388.

(8) Filisola, Guerra de Texas, tomo II, pág. 389.

(9) Román Martínez Caro. Primera campaña de Texas, pág. 19.

(10) Román Martínez Caro, Secretario particular del general Santa Anna, Primera campaña de Texas, pág. 11.

(11) Román Manínez Caro, Primera campaña de Texas, nota 1 de la página 11.

(12) Filisola, Guerra de Texas, tomo II, pág. 389.

(13) Lima de Vulcano, Marzo 28 de 1836.

(14 ) History of Texas, pág. 112.

(15) Lima de Vulcano, Abril 12 de 1836.

(16) La relación del combate del Refugio, está tomada de la narración que de él hiZo el Coronel Francisco de Garay que se encontraba presente a las órdenes de Urrea.

(17) Prieto Guillermo, Lecciones de historia patria, pág. 527.

(18) Filisola, Guerra de Texas, tomo II, pág. 425.

(19 y 20) Revue des Deux Mondes, Abril 15 de 1840, pág. 241.

(21) Kennedy, History of Texas, pág. 143.

(22) Filisola, tomo II, pág. 443.

(23) Yoakum, History of Texas, tomo II, Apéndice.

(24) Yoakum, History of Texas, tomo II. Apéndice.

(25) Diario del teniente coronel Portilla, Biblioteca nacional.

(26) Martinez Caro, Primera campaña de Texas, Documentos comprobantes.

(27) Revue des Deux Mondes, 15 de Julio de 1840, pág. 243. Véase Biblioteca Nacional Tomo VI, 1a. Serie de documentos para la Historia de México.

(28) Revue des Deux Mondes, 15 Julio de 1840, página 243.

Índice de Las grandes mentiras de nuestra historia de Francisco BulnesSegunda parte - Capítulo XIVSegunda parte - Capítulo XVIBiblioteca Virtual Antorcha