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LA MUERTE VIOLENTA DE UN SENADOR

Vito Alessio Robles

CAPÍTULO DÉCIMO



DEPOSICIÓN DE LUIS N. MORONES SOBRE CÓMO ENTENDÍA LA ACCIÓN DIRECTA

El juez Gómez Jáuregui y el agente del Ministerio Público Arturo del Moral tenían suficientes elementos para proceder enérgicamente contra Morones y contra el regidor y coronel José Preve. Todas, absolutamente todas las presunciones estaban en contra de ellos. El primero había amenazado por la prensa al senador Field Jurado. El periódico El Diario había publicado el mismo día del asesinato un anónimo atribuido al mismo senador y había expresado que tanto Morones como Preve andaban a caza del senador Field Jurado.

Además, toda la prensa de la capital de la República en sus ediciones del 25 de enero había publicado crónicas de la sesión de la Cámara de Senadores, en la que el senador Alessio Robles había acusado, no a las organizaciones obreras sino al propio Morones como presunto responsable del asesinato de Field Jurado, y había solicitado del Senado que pidiera a la Comisión Permanente la consignación del opulento líder. Alessio Robles había fundado su petición en las amenazas de Morones lanzadas en la tribuna de la Cámara de Diputados y en el mitin del Cine Venecia y en las bravatas del mismo Morones y de Preve, amenazas y bravatas que había publicado toda la prensa y que conocía todo México.

Todo Madrid lo sabía, todo Madrid menos él

Pero en el caso del juez que conoció de la causa, del agente del Ministerio Público que intervino, del Procurador de Justicia del Distrito Federal, licenciado don Angel Alanís Fuentes, y de las múltiples policías de la capital podía repetirse la frase que encabeza estas líneas. Todos ignoraban o fingían ignorar los antecedentes. Tal se desprende del interrogatorio a que sujetó el juez al presunto responsable Luis N. Morones, interrogatorio en el que no estuvo presente el agente Del Moral.

La declaración de Luis N. Morones

Morones, obsequiando el atento oficio del juez, se presentó a declarar el 7 de febrero de 1924. Sus generales: oriundo de Tlalpan, D. F., electricista, treinta y cinco años de edad. Su deposición, breve y llena de unción, contiene los puntos siguientes:

Dijo haber recibido un recado al parecer enviado por el senador Field Jurado, que entregó a los representantes de la Confederación Regional Obrera Mexicana, para que si lo creían conveniente se diese a la publicidad. Uno o dos días después, leyó en El Diario la información relativa y por la tarde de ese mismo día, se enteró de la muerte del mencionado señor.

En el artículo anterior reprodujimos la carta atribuida a Field Jurado, que publicó El Diario el mismo día del asesinato. Un anónimo torpe y burdamente fraguado del cual los a láteres de Morones entregaron copias a la prensa.

La ignorancia del juez y del agente del Ministerio Público

Pero tal parecía que el juez y el agente del Ministerio Público habitaban en la luna. De otro modo no se explica por qué Morones no fue interrogado sobre el contenido de una información del mismo periódico escrita al pie del anónimo de que se ha hablado antes.

Dice así:

SE LO TRAGÓ LA TIERRA

Con motivo de esta carta recibida ayer por sus destinatarios, el diputado Luis N. Morones y el coronel José Preve, aludidos en ella se dirigieron a la dirección que indica el senador Field Jurado como domicilio suyo para entrevistado y hacer algunas aclaraciones pertinentes, resultando vanos todos sus esfuerzos, por no encontrado en tal lugar, optando ayer en la tarde por visitar al Senado y sus dependencias en busca del firmante de la carta transcrita anteriormente, sin que sus gestiones dieran resultados satisfactorios, porque el señor senador que tal prueba de valor diera parecía haber sido tragado por la tierra.

Por no haberlo podido encontrar ayer, sabemos positivamente que los señores Morones y Preve continuarán hoy sus indagaciones para dar con el senador Field Jurado, a fin de lograr una explicación debida y formal de sus asertops.

Las declaraciones del Comité Ejecutivo de la Confederación Regional Obrera Mexicana.

Y como si no fuera suficiente esta información capciosa y comprometedora, al pie de ella se agregó:

Con objeto de averiguar lo que ha significado en el ánimo de los componentes del Comité Ejecutivo de la Confederación Regional Obrera Mexicana la carta que con fecha de anteayer le fue dirigida, entrevistamos a algunos miembros del comité aludido, quienes nos manifestaron:

La carta firmada por el señor senador Field Jurado es una prueba irrefutable de la connivencia traidora que sostiene contra el gobierno del general Obregón. Por consiguiente, estuvo certero en todos los puntos de sus declaraciones contra el citado senador, y si éste cree que injuriándonos de la manera baja con que lo hace, esquivará en alguna forma lo declarado por Morones, ha vuelto a caer en el error en que acostumbraba vivir.

Y a guisa de apostilla El Diario, órgano reconocido del callismo, terminó su información con las siguientes palabras:

A última hora se nos dice por teléfono que Morones y Preve pondrán un anuncio en los periódicos para ver si logran saber el paradero del señor licenciado Field Jurado.

lnterrogatorios y diligencias omitidas por el juez de la causa

Al más lego se le hubiera ocurrido mandar recoger la burda carta atribuida a Field Jurado, el nombramiento de peritos calígrafos para que dictaminaran sobre la autenticidad de la firma, algunas preguntas al líder Morones sobre el contenido de la información que hemos transcrito y haber librado cita de comparecencia al redactor de El Diario a quien fue ministrada copia de la carta y que escribió la información preinserta para averiguar su procedencia y también cita de comparecencia a los miembros del Comité Ejecutivo de la CROM para que proporcionaran dicha copia y datos sobre las informaciones acusadoras.

Procedía también haber tomado declaraciones al ingeniero Alessio Robles, quien en una sesión pública del Senado había pedido la consignación de Morones al Gran Jurado.

Pero nada de eso se hizo, aunque hay que convenir que el papel del juez en aquellos momentos era asaz difícil y comprometido. Peligraban el puesto y la vida.

Una nueva amenaza de Morones

Morones continuó su deposición sin que el señor juez osase hacerle alguna pregunta especial. Dijo que en la tarde del mismo día se enteró de la muerte de Field Jurado y que el día siguiente se dio cuenta de que se señalaba a las agrupaciones obreras como responsables del asesinato y que a él mismo se le consideraba responsable de de desaparición del senador Field Jurado, a quien no conoció, agregando que si el nombre de éste fue pronunciado en un mitin reciente, se debió a su filiación política y no a ningún acto del senador Field Jurado que pudiera ser considerado como hostil al movimiento obrero. Dijo que resultaba injusta y calumniosa la insinuación y que no entraba en sus procedimientos el asesinato.

Y poniéndose patético, lanzó una interrogación que involucraba una nueva amenaza para el autor de estos artículos, Alessio Robles, aunque guardándose de mencionar su nombre, el que en su diario El Demócrata y desde las tribunas de la Cámara de Diputados y de Senadores, fustigó al opulento y adamantino líder, cuando estaba en la cumbre del poder y de la prepotencia, por sus malos e ineptos manejos en los Establecimientos Fabriles Militares y por sus procedimientos de embaucamiento con los sufridos obreros. Morones preguntó:

¿Cómo se explican nuestros oficiosos acusadores que se haya hecho víctima a una persona como el senador Field Jurado que, como he dicho antes, no ha sido considerado como enemigo de los trabajadores, mientras viven tranquilos, sin ser molestados en ninguna frma, personas que, por convicción o conveniencia desde hace varios años, vienen hostilizándonos tenazmente, ora desde las columnas de los periódicos o desde la tribuna de las cámaras de diputados y senadores?

Morones explicó en qué consistía la acción directa preconizada por él

Hasta después de esta admonición, el juez invitó a Morones para que explicara los móviles que tuvo para pronunciar su discurso de la acción directa, en la Cámara de Diputados, y para que explicara en qué consistía dicha acción directa. Solícito accedió el líder, diciendo que para pronunciar su discurso tuvo que obedecer a un acuerdo de las organizaciones obreras y que la interpretación que daban los obreros a la acción directa era la siguiente:

Dijo que cuando se trataba de una lucha entre los trabajadores y el elemento patronal, la acción directa tenía por objeto hacer presión sobre la parte contraria, por medio de la huelga, el boicot, etcétera, y que cuando se trata como en el presente caso, de dejar comprendido dentro de la acción directa a un grupo de personas que a juicio de los trabajadores organizados perjudican sus intereses, entonces la acción de los trabajadores se encamina a procurar a los que consideran sus enemigos todo género de molestias, hasta conseguir que los afectados por esos procedimientos abandonen el lugar donde residen, pero las molestias a que se refieren no alcanzan en manera alguna las proporciones de un delito ...

Se pretendió arrojar la responsabilidad sobre el licenciado Sotelo Regil

El juez, seguramente satisfecho con la explicación de Morones, que pudiera y debiera haberse ahondado si el presunto responsable no hubiese sido el poderoso líder, hizo una pregunta especial y hasta capciosa sobre el licenciado Pablo Emilio Sotelo Regil, que Morones contestó:

A PREGUNTA ESPECIAL, el declarante manifestó: que conoce al señor licenciado Sotelo Regil desde la fecha en que se le eligió Magistrado del Tribunal Superior, y que sabe de un disgusto que hubo entre el señor Field Jurado y el señor Sotelo Regil, por diferencia de criterio político, agregando que esa noticia la tuvo en una conversación sostenida en los corrillos de la Cámara de Diputados, con algunos compañeros.

La pregunta del juez fue tendenciosa y la insinuación del líder, torpe y malévola. Tal parece que se pretendía buscar un chivo expiatorio.

Los autores de los asesinatos y de los secuestros de senadores

El juez preguntó al deponente si sabía quiénes eran los responsables del asesinato de Field Jurado y de los secuestros de los senadores Vázquez y Trejo y de los diputados Pastoriza y Ramírez Luque. Morones contestó que no tiene ningún dato que indique quiénes fueron los matadores del señor Field Jurado; y por lo que se refiere al segundo, no se tiene en el Comité de la Regional ningún informe que arroje luz sobre el asunto en cuestión.

Y como si quisiera obsequiar los deseos contenidos en la carta que Obregón dirigió a Morones con fecha 29 de enero de 1924, que hemos transcrito íntegra en artículo anterior, agregó que en las oficinas de la Confederación se habían recibido anónimos en los que se pretendía arrojar la responsabilidad de los hechos sobre el Gobierno, tomando como pretexto que algunos de los líderes obreros y el exponente ocuparon puestos en la actual administración hasta las postrimerias del año inmediato anterior, cree conveniente declarar que el movimiento obrero y los que tienen el honor de representarlo, se hallan desligados de la influencias oficial y la cooperación, muy modesta por cierto, que han venido aportando esas organizaciones se debe exclusivamente al cumplimiento de un deber de solidaridad revolucionaria y de interés común entre el gobierno que preside el general Obregón y nuestras organizaciones.

Los que leyeron la carta de Obregón dirigida a Morones pudieron enterarse de que lo anterior no era cierto. Morones hasta el 29 de enero de 1924, fecha de la carta y seis días después del asesinato de Field Jurado, por una corruptela, aunque diputado, seguía manejando los Establecimientos Fabriles Militares por intermedio de un hombre de paja puesto al frente de ellos.

Terminó su declaración el prepotente líder ofreciendo colaborar con la justicia y poniendo a disposición de ella los elementos con que contaba para el esclarecimiento del crimen.

Publicado en El Día de México, D. F., en la edición del 16 de diciembre de 1935.
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