Presentación de Omar CortésCapítulo cuarto. Apartado 3 - Empieza la guerraCapítulo cuarto. Apartado 5 - El levantamiento en el país Biblioteca Virtual Antorcha

José C. Valades

HISTORIA GENERAL DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

TOMO PRIMERO



CAPÍTULO 4 - LA GUERRA

EL FRACASO EN CIUDAD PORFIRIO DÍAZ




Acercábase la fecha para que Madero, capitaneando a sus primeros soldados, atacara Ciudad Porfirio Díaz (Piedras Negras), donde proyectaba establecer y presidir el gobierno provisional de la república, y todo parecía dispuesto por el caudillo de la mejor manera posible.

Un grupo de veinte hombres, con conocimientos en el manejo de los rifles Winchester, al frente de los cuales iban los ex oficiales del ejército federal, Rafael Aguilar, Onésimo Espinosa y Manuel García Vigil, se había adelantado de San Antonio hacia el rumbo de Eagle Pass. Otros tantos maderistas iban a la misma dirección, llevando impresos del Plan de San Luis y de manifiestos firmados por Madero, dirigidos al ejército nacional. En este manifestó invitaba a los soldados porfiristas a unirse a la revolución.

Madero salió sigilosamente de San Antonio la noche del 17 de noviembre, sin que lo advirtiera la policía federal norteamericana encargada de cuidar todos sus pasos; y burlado que hubo a los vigilantes llegó al rancho llamado El Indio, donde había cabalgaduras y un pequeño almacén de armas y municiones; y allí mismo reunió, a la caída de la tarde del día 19, a los jefes de los grupos armados que iban a tomar parte en el ataque a Ciudad Porfirio Díaz.

Entre todos los hombres armados no sumaban cuarenta y cinco, contando con quince al mando del periodista Paulino Martínez. Esto no obstante, el caudillo estaba confiado. Tenía la certeza de que su tío Catarino Benavides estaría a la orilla del río Bravo con trescientos más; ahora que hasta el momento de aquella junta no había recibido noticias de Benavides, quien estaba citado en un punto llamado Las Islas, donde era fácil vadear el río.

Así y todo, Madero monta a bordo de un carruaje y se pone en el camino que le conduce hacia el suelo mexicano; mas como al poco andar advierte que le siguen los rangers texanos, abandona el vehículo y se oculta en un molino abandonado; y desde el escondite escucha cómo los rangers interrogan a los acompañantes del propio Madero, puesto que buscan a éste.

Cuando los rangers abandonan el punto. Madero reanuda su viaje, y a la medianoche está en la margen del Bravo. Allí todo es quietud ¿A dónde está Benavides? ¿A dónde la revolución? Ciudad Porfirio Díaz no está lejos de aquel lugar.

Fiando en Benavides y en los trescientos fronterizos montados y armados ofrecidos por el tío, con pasmosa tranquilidad se deja caer al suelo y duerme. Es ya el 20 de noviembre. A las seis de la tarde ha de comenzar la revolución. Madero sigue esperando, pero a la hora mencionada vadea el río. Otea el horizonte en busca de Benavides, quien al fin llega, pero sólo le acompañan diez hombres y confiesa su fracaso. Los comprometidos no habían acudido al llamado final.

Todavía así, Madero cree factible el ataque a la plaza, a donde jefes y oficiales del ejército federal duermen ajenos a la amenaza revolucionaria; pero Federico González Garza y otros lugartenientes le disuaden del proyecto. Madero vuelve a territorio de Estados Unidos, no sin antes dar órdenes a los capitanes de guerrilla, para que inicien las actividades revolucionarias en otros puntos del estado de Coahuila.

Otra vez el caudillo se dirige a El Indio. De paso, descansa en el viejo y abandonado molino que le ha servido de escondite.

Sólo continuarán a su lado Federico y Roque González Garza y Paulino Martínez. Los jefes de grupo deberán dirigirse con todo sigilo a San Antonio.

En El Indio, Madero se dispone a meditar y resolver. Tiene la seguridad de que el pueblo mexicano responderá al Plan de San Luis. Mas, ¿cómo se desarrollarán los levantamientos? ¿Qué hará el gobierno? El mismo, ¿cómo debe proceder en lo futuro?

Resuelve, al fin, regresar a San Antonio. Lo hace en compañía de Roque González Garza y Paulino Martínez porque manda a Federico González Garza para que en Eagle Pass (Texas) tome informes precisos sobre el desarrollo de la guerra en el país.

San Antonio vuelve a ser un hervidero de maderistas. Allí están los principales comprometidos en la revolución: Gildardo Magaña y José María Maytorena, Francisco J. Múgica y César López de Lara, Juan G. Cabral y Juan Andreu Almazán.

Madero, semioculto, no daba luces acerca de sus futuros proyectos. Había sentido, seguramente, el desengaño por el fracaso de Ciudad Porfirio Díaz; mas no por ello piensa abandonar la guerra, y al efecto, nombra agente confidencial de la Revolución cerca del gobierno de la Casa Blanca al doctor Francisco Vázquez Gómez, y da facultades, como jefe de la Junta Revolucionaria de San Antonio, a Emilio Vázquez.

Dentro de aquella inquebrantable voluntad de hombre y guía, las perplejidades y vacilaciones pasaron muy pronto. Madero, al caso, comienza a decir en voz alta lo que no piensa interiormente; porque si empieza a correr la versión de que ya no habrá armamento norteamericano, porque los traficantes han desaparecido de San Antonio, la gente se desanimará.

Madero, sabe que existe otro mercado para la adquisición del material que necesita: La Habana; otro punto de entrada a México: la costa de Veracruz.

Por esto, muy calladamente sale de San Antonio. Viaja de incógnito a Dallas. Sigue a Nueva Orleáns. Acompáñanle su hermano Raúl y Roque González Garza. Estos, don Gustavo Madero y Federico González Garza, son las únicas personas que saben de los nuevos planes. El gobierno del general Díaz y los propios maderistas creen que el líder va huyendo, arrepentido de sus actividades insurrectas.

Antes de salir de San Antonio, Madero nombra, para el caso de que él llegue a faltar, vicepresidente de la República a Abraham González, el líder antirreeleccionista de Chihuahua, y ordena a Roque González Garza que de Nueva Orleáns, prosiga a Veracruz con el objeto de buscar un lugar, sobre la zona costanera, propio para desembarcar una pequeña columna expedicionaria e iniciar la guerra en el oriente de México.

Mas en esos días. Madero recibe noticias favorables sobre los levantamientos en el país; desiste del viaje a La Habana y se dirige a El Paso, con el propósito de volver a entrar a suelo nacional y ponerse al frente de los revolucionarios.
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