Presentación de Omar CortésCapítulo segundo. Apartado 5 - El Partido AntirreeleccionistaCapítulo segundo. Apartado 6 - El Teatro electoral porfirista Biblioteca Virtual Antorcha

José C. Valades

HISTORIA GENERAL DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

TOMO PRIMERO



CAPÍTULO 2 - LA SUCESIÓN

LA CONVENCIÓN DEL TÍVOLI




El tiempo devora los meses de 1909, y a gran prisa se acerca el año de 1910, a mediados del cual, se supone que el pueblo de México ha de elegir, democrática y efectivamente, al presidente de la República. Y sólo hay un candidato: el general Porfirio Díaz. Será su sexta reelección.

Sin embargo, como quien viaja sobre la nube de los ensueños, todo hace creer que los antirreeleccionistas se opondrán a la candidatura de Díaz. Y así es, en efecto; pues si el partido no aumenta en socios dentro de la ciudad de México, en los estados empieza a hervir la idea de la democracia; el derecho de elegir libremente al sucesor de don Porfirio.

Madero vuelve a dejar la metrópoli. Dirígese en esta ocasión hacia el occidente de México; y va a Querétaro, a Jalisco y Colima. Embarca en Manzanillo y llega a Mazatlán. Aquí el sentimiento popular es otro. Francisco Valadés ha organizado una contienda política y electoral contra el candidato oficial al gobierno del estado; y aunque los independientes, apoyando al licenciado José Ferrel fracasaron, no por eso deja de mantenerse altivo el espíritu popular y antigobiernista.

De esta manera. Madero halla otro ambiente, que todavía le es más favorable conforme marcha hacia el norte de Sinaloa; porque luego, en Sonora, ha de recibir un fuerte impacto. Los antirreeleccionistas sonorenses, en efecto, ya no creen en la paz, y Madero siente dentro de él una nueva luz que parece indicarle el mejor camino para llegar a la Democracia.

Es en Sonora también donde las autoridades usan de la violencia contra el líder y los partidarios del antirreeleccionismo. Pero esto es ya secundario. Madero empieza a sentirse en el alma del pueblo; y como después de Sonora visita el estado de Chihuahua, y aquí se encuentra con un hombre de muchas singladuras, empieza a creer en el triunfo de su causa.

Ese hombre a quien Madero conoce y trata en Chihuahua es Abraham González. Este ha estudiado economía y filosofía, y en sus consideraciones personales le parece que el Ser Absoluto es entendimiento, poder y universo. Sin embargo, González es el tipo clásico de la clase rural mexicana. Ha sido estudiante en una universidad norteamericana, pero el apego a lo rusticano le une a los negocios del campo.

Embarnecido con todo esto. Madero prosigue su viaje y visita los estados del interior. Su figura política se ha acrecentado. A su paso por las poblaciones se reúne la gente de las rancherías y villas, de manera que ahora tiene la certeza de que la convención del Partido Antirreeleccionista, que se efectuará en la ciudad de México, será en la realidad la representación genuina de las ambiciones democráticas del país.

La convención es inaugurada en el Tívoli del Elíseo el 15 de abril (1910). Allí se hallan ciento veinte delegados de los clubes establecidos en la República. Madero está imposibilitado a concurrir: le amenaza la prisión. Acúsanle de haber cometido un robo de ganado a la Compañía La Merced, de la cual ha sido gerente en 1908. Asegúrase que al pretender adueñarse de lo ajeno ... cometió violencia, y en consecuencia, se le sigue una causa que el juez llama criminal. Trátase de un ardid inventado por el ministro de Gobernación Ramón Corral.

El suceso enardece a los delegados. La personalidad del líder se acrecienta; y como llega la hora de elegir candidato antirreeleccionista a la presidencia de la República, los delegados votan a Francisco I. Madero. Después, hacen candidato vicepresidencial al doctor Francisco Vázquez y, finalmente, aprueban un programa de ocho capítulos: el restablecimiento del gobierno constitucional, el principio de la no reelección y efectividad del Sufragio Universal, la reglamentación del artículo séptimo constitucional para hacer precisa la libertad de escribir, el desarrollo y modernización de la instrucción pública, la expedición de leyes favorables a la clase obrera, la mexicanización del personal de los ferrocarriles y el respeto a la raza indígena, el fomento a las obras de irrigación y el desenvolvimiento de la pequeña agricultura, la mejoría en las condiciones del ejército unida a la obligatoriedad del servicio militar.

Don Porfirio tendría, como consecuencia de la convención del Tívoli, un opositor que haría cambiar la rutina apellidada electoral, dentro de la cual era costumbre que sólo figurara el general Díaz. Ahora, con la presencia de Madero en las elecciones, se dilataba un horizonte político que a primera vista semejaba ser el atrevimiento lírico de una nueva e ilusiva generación mexicana.
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