Presentación de Omar CortésCapítulo primero. Apartado 9 - El culto a la libertadCapítulo primero. Apartado 11 - Ramón Corral Biblioteca Virtual Antorcha

José C. Valades

HISTORIA GENERAL DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

TOMO PRIMERO



CAPÍTULO 1 - PAZ DE REGIMEN

JOSÉ YVES LIMANTOUR




Después de las violencias y firmezas autoritarias que, unidas al desarrollo de las comunicaciones, capitales de inversión, empréstitos y armas de guerra, dieron solidez al régimen porfirista, el pueblo de México, en vez de disfrutar del progreso del Estado nacional se entregó a las debilidades propias del vencido, porque en la realidad de los hechos, el gobierno del general Díaz abusó de la violencia para poder afianzar su poderío, con lo cual desmembró todos los intentos de vida cívica en el país.

No aprovechó Díaz esta condición a la cual se había llevado al país, para engrandecer únicamente el poderío político del porfirismo; pues si es cierto que la autoridad de don Porfirio se acrecentó y tuvo visos de absolutismo; y si es cierto, asimismo, que el régimen tomó vuelos en fausto y aparato, también es verdad que el general Díaz utilizó aquellos días de paz octaviana, que se hizo más patente a la cercanía del siglo XIX, para dar mayor textura a la economía del país, puesto que la miseria nacional constituía el suceso más endeble frente a la gran estructura política de la República.

Tal debilidad, no residía en una señalada clasificación de filamentos sociales, porque como el país no poseía riqueza física propia, capaz de dar a los mexicanos una estabilidad económica, la miseria y la pobreza extendían sus mantos sobre la inmensa mayoría de la población nacional. De aquí, los titubeos oficiales entre determinar si el país podía ser considerado como agrícola o como posible nación industrial. De esta suerte, el gobierno no sabía hacia dónde dirigir sus ideas en materia económica.

Al efecto, le pareció al gobierno que la única política a seguir en este capítulo, consistía en proteger el inversionismo extranjero, de manera que conforme la población mexicana tuviera una idea práctica acerca de la técnica y del ahorro, el país por sí mismo absorbería, para crear un capital propio, las inversiones del exterior.

Para llegar a este propósito, el régimen no marcaba tiempo; pero sí indicaba que a fin de realizar ese programa había un guía. Tratábase de un hombre de extraordinarias cualidades, aunque poco conocía la naturaleza mexicana, porque hijo de extranjeros y educado en los negocios financieros europeos, no estaba compenetrado de los problemas de un pueblo rural como era México. Esta persona, en quien el general Díaz confiaba el futuro económico de México, era el ministro de Hacienda José Yves Limantour. Este, individuo de invariable lealtad hacia don Porfirio, poseía talento, vasta cultura e imponderable laboriosidad; también amaba a México.

Por otra parte, como Limantour gozaba de un justo y siempre creciente prestigio, era muy común la creencia de que compartía con el general Díaz el trato y resolución de los altos negocios políticos de la Nación. Eso, sin embargo, no era así, porque si de un lado don Porfirio no correspondía a los gobernantes que saben dividir su poder; de otro lado, el carácter desabrido y vanidoso de Limantour no se prestaba a las ductidades y sutilezas de la política mexicana; hecha conforme a un modelo exclusivo del general Díaz; y si en ocasiones se hizo a Limantour posible sucesor de don Porfirio, o se le interesó en asuntos electorales, o se le llamó jefe del partido Científico, todo esto fue en servicio del régimen y obrando siempre en consonancia a los designios, no en todas las horas llanos ni dichosos, del Presidente de la República.

Don Porfirio veía en Limantour a uno de sus más eficaces colaboradores, y aunque sin darle privilegios de mando o amistad, le dejaba dirigir los negocios de la hacienda pública, los cuales caminaban siempre progresivamente bajo los dictámenes que daba Limantour con señalada rectitud y eficacia administrativas.

Gracias a sus inteligentes y honorables procedimientos, Limantour no sólo acrecentó su figura, sino que dio al régimen porfirista un valor superlativo, hecho realidad en innúmeras manifestaciones de crédito y aprovechamientos industriales, mineros y mercantiles.
Presentación de Omar CortésCapítulo primero. Apartado 9 - El culto a la libertadCapítulo primero. Apartado 11 - Ramón Corral Biblioteca Virtual Antorcha