Índice de La primera guerra mundial y la revolución rusa de Ricardo Flores Magón. Recopilación de textos: Chantal López y Omar CortésArtículo anteriorSiguiente artículoBiblioteca Virtual Antorcha

DESPUES DE LA GUERRA

He aquí una noticia que debe llenar de gozo a todos los que ansiamos la muerte del sistema capitalista. Pertenece al periódico The Los Angeles Times del 28 de diciembre último, y le fue enviado por Harry Carf, su corresponsal. La noticia dice así:

Oficina del Times en Washington. Diciembre 27.

He recibido de Londres la noticia de la formación de una diabólica conspiración de las uniones de trabajadores.

Un día de la semana pasada tuvo verificativo un mitin al que asistieron representantes de la Federación de mineros, de la Unión Nacional de Ferrocarrileros y de la Unión Nacional de los Trabajadores del Transporte.

Se formó lo que ellos llaman la asociación para el ataque y para la defensa. Su propósito es forzar a los patronos ingleses a seguir pagando después de la guerra los altos salarios que han tenido que pagar ahora por la necesidad que tienen de satisfacer los pedidos de municiones, y forzarlos, también, a continuar dando lo que se ha dado en llamar premio de la guerra. Este premio de la guerra, dice uno de los organizadores, debe continuar después de la guerra, como un aumento permanente a los salarios de los trabajadores organizados.

El número de hombres comprendido en esta nueva organización, la hace formidable. Los mineros son más de un millón; los ferrocarrileros, como unos seiscientos mil, y los trabajadores del transporte, como cuatrocientos mil.

Esta fuerza de dos millones de trabajadores organizados amenaza abiertamente detener la actividad industrial de Inglaterra después de la guerra, en caso de que se intente disminuir los salarios que actualgente se pagan.

Como todas las naciones de Europa se encontrarán en una terrible condición financiera después de la guerra, será imposible que se sostengan en Inglaterra los salarios que hoy existen.

Este nuevo movimientu de las uniones es uno de los indicios que me confirman en la creencia de que la guerra actual es, para Europa, un mero juego de muchachos, comparado con lo que tiene que seguir después de que se haya declarado la paz.

Cesen los lamentos de los que se duelen de la enorme carnicería europea. Sin esa carnicería, la caída del sistema capitalista habría sido obra de muchos años todavía. Los obreros ingleses preparan un conflicto formidable para las instituciones burguesas.

Harry Carr, el escritor burgués, considera la guerra actual como un mero juego de muchachos comparado con lo que tiene que venir después de que se haya declarado la paz, y tiene razón. Disipados los humos de la embriaguez patriótica que ahora hace que los proletarios se agarren por el cuello, vendrá la realidad a refrescar los cerebros, y los enemigos de hoy fraternizarán mañana para castigar a sus verdugos.

Entonces, pasada la guerra, el trabajador se dará cuenta de su locura. No será tarde, porque aunque desangrado tendrá fuerza suficiente para hacer tabla rasa de un sistema que hace posible el crimen que se llama guerra.

Los pueblos no entran a la razón con frases persuasivas, sino con hechos, y mejor cuando estos hechos son de aquellos que sacuden brutalmente las conciencias, que hieren con crueldad los sentimientos. Los pueblos necesitaban esta sacudida formidable para despertar a la razón, y ya despiertan, ya se restregan los ojos. Cuando los abran, al primer parpadeo rodarán por el suelo cetros, coronas, tia ras, códigos, y un nuevo régimen de vida comenzará para los humanos, más racional, más justo, más humano para decirlo en una palabra.

Así, pues, ¡que viva la guerra! Hay veces que dan ganas de cantar un himno al latigo; cuando hace que se rebele la dignidad humana. Bendito el palo, cuando al golpear despierta el honor dormido. ¡Cuántas veces la cadena sirve para suscitar sentimiento de libertad y de independencia!

¡Viva la guerra!

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, N° 219 del 6 de enero de 1916)

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