Índice de Emiliano Zapata y el agrarismo en México del General Gildardo MagañaTOMO V - Capítulo IX - Primera parte -El señor Carranza abandona la capitalTOMO V - Capítulo X - Primera parte -El señor Carranza desconoce a la ConvenciónBiblioteca Virtual Antorcha

EMILIANO ZAPATA
Y EL
AGRARISMO EN MÉXICO

General Gildardo Magaña
Colaboración del Profesor Carlos Pérez Guerrero

TOMO V

CAPÍTULO IX
Segunda parte

EL SEÑOR CARRANZA ABANDONA LA CAPITAL


Los sucesos del 5 de noviembre

A las diez de la mañana fueron echadas a vuelo las campanas de la catedral de Aguascalientes. El hecho inusitado recordó a los convencionales la advertencia de que así serían llamados a sesión exrraordinaria si algo grave ocurría. El público acudió presuroso al teayro Morelos y no tardó en saber que rendiría su informe el doctor Felipe Gutiérrez de Lara, quien había regresado de Querétaro con instrucciones de los demás comisionados.

Transcurrieron dos horas de espera, porque el número de los convencionales no era el reglamenrario para iniciar los trabajos. No pocos estaban conferenciando telegráficamente con sus representados. A las doce y media, el secretario Alessio Robles informó que la sesión se aplazaba para las tres de la tarde.

A las cuatro y quince minutos pasó lista el secretario Santos. El general Natera abrió la sesión; pero dejó la presidencia al general Robles, quien acababa de llegar.


Informa un comisionado

Se concedió el uso de la palabra al doctor Gutiérrez de Lara, para informar. Este recordó que de los integrantes de la comisión de que formaba parte, los primeros en salir fueron los generales Villarreal, Obregón y Aguirre Benavides; después lo hicieron el general Hay y el informante. Cuando los primeramente mencionados llegaron a Queréraro conferenciaron con los generales González y Elizondo; después lo hizo el general Obregón con el señor Carranza, por cuyas órdenes se les había detenido en su viaje hasta saber qué iba a hacer la comisión. Como resultado de esa conferencia, se le entregó la siguiente nota:

Ejército Constitucionalista.
Cuerpo de Ejército del Noreste.
Cuartel General.

Por medio de la presente autorizamos a usted para dar a conocer de viva voz a la Convención las gestiones que hemos hecho en cumplimiento de la comisión que aquélla nos confirió, y todos los detalles que juzgue de importancia dada la gravedad por la que atravesamos.

Reireramos a usted nuestra atenta consideración.

Constitución y Reformas.
Querétaro, a 4 de noviembre de 1914.
A. I. Villarreal.
E. Aguirre Benavides.
General Eduardo Hay.
General Alvaro Obregón.

Al C. coronel doctor Felipe Gutiérrez de Lara.
Presente.

Siguió informando que desde la casa del general Pablo González se había comunicado el general Obregón con el señor Carranza para hacerle saber que formaba parte de una comisión cuyo objeto era entrevistarse con él y poner en sus manos la respuesta de la asamblea a su nota del 23 de octubre. El señor Carranza, desde Puebla, repuso que en vista de la actitud de la Convención no podía permitir que sus comisionados siguieran adelante, pues la resolución tomada ameritaba una amplia explicación, para la cual esperaran en Querétaro, porque tenía que ir a Córdoba para intervenir en asuntos de importancia, pues el general Cándido Aguilar le había informado que la situación era grave a causa de que las fuerzas mexicanas habían tomado contacto con las avanzadas norteamericanas que ocupaban Veracruz. No era verdad lo que decía.

El general Obregón -continuó el informante- insistió en que se permitiera continuar el viaje a los comisionados, a lo que con nuevo pretexto no accedió el señor Carranza, pues dijo que siendo enviados de la Convención podía suscitarse alguna dificultad en el caso de que recibiesen órdenes contrarias a las que él diera como Primer Jefe.

En nuevo y razonado mensaje insistió el general Obregón. El doctor Gutiérrez de Lara hizo un resumen del mensaje; pero vamos a dar su texto íntegro, según la copia que poseemos:

Cuartel General del general Pablo González, en Querétaro, noviembre 4 de 1914.
Señor V. Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
Puebla, Pue.

Con pesar me he enterado de sus telegramas y por primera vez me veo lastimado por usted, a quien tanto he respetado siempre. La Convención de Aguascalientes jamás ha pretendido desconocer a usted como Primer Jefe ni como Encargado del Poder EJecutivo, y en prueba de ello, diariamente se dirigen a usted telegráficamente, tanto oficialmente la Convención como los miembros de ella en lo particular, entre los que me encuentro yo, que he dirigido a usted algunos telegramas de los que aun no recibo contestación. Al presentar usted un memorial en que declara a la Convención estar dispuesto a separarse con sólo el cumplimiento de algunas condiciones que en dicho memorial expresa, se creyó que al cumplirse con dichas condiciones su renuncia quedaba en pie, debiéndose a esta interpretación las medidas que a este respecto se tomaron. Si esa fue una torpeza, debe haber sido de la mayoría para que triunfara, y siendo la mayoría amigos suyos, que hemos venido luchando por los mismos principios y siempre atentos a las órdenes emanadas de eSe Cuartel General, vemos el rigorismo con que se nos trata, demostrándonos con esto que no se nos juzga acreedores a las consideraciones que siempre se tienen para el correligionario. Es cierto que tiene usted en la Convención grandes enemigos; pero tiene también allí partidarios honrados y enérgicos que han sabido defenderlo sin descender al personalismo. Al venir a la Convención de Aguascalientes manifestó usted de una manera franca estar enteramente dispuesto a separarse del poder siempre que el general Villa se separara también, Y hasta me autorizó para trabajarle en ese sentido, lo que conseguido ahora, no veo de usted por qué trate de orillar a un conflicto a tantos hombres honrados que no hemos economizado sacrificios para defender a la patria.

Respetuosamente le protesto que este telegrama se lo dirige el amigo y compañero,

Alvaro Obregón.

Contestó el señor Carranza en otro telegrama del que en resumen informó también el doctor Gutiérrez de Lara. Vamos a reproducir íntegramente su texto:

Puebla, 4 de noviembre de 1914.
General Alvaro Obregón.
Querétaro.

Le repito lo que dije esta mañana al general González cuando ustedes se retiraron; a saber: que no deben malinterpretar mis palabras, pues una debe ser mi actitud hacia la Convención y otras las consideraciones que a ustedes debo como amigos y compañeros. Es difícil desarrollar por telégrafo todo lo que podría yo decirles respecto a la resolución tomada por la Convención; esto mismo creen ustedes y por esto desean hablar conmigo. Yo también deseo tratar el asunto con calma y por eso prefiero que nos veamos en Querétaro. Los tres o cuatro días que transcurran, en vez de ser perdidos serán aprovechados en serenarnos todos para discutir con calma y frialdad; el asunto a ustedes les puede parecer sencillo; a mí me parece difícil; pero a todos nos parece trascendental. Suplícole ayudarme a convencer a sus compañeros de comisión de que al fijar Querétaro como punto de reunión, no lo hago con el propósito de lastimarlos, sino por razones de dignidad de mi cargo y de conveniencia pública para el mejor éxito de nuestra entrevista. Le aseguro que nunca he dudado de su lealtad como correligionario y como amigo, del cual tengo pruebas que me satisfacen, como también las tengo del general Villarreal, del general Hay y de los demás. Yo sé agradecer las pruebas de afecto y de lealtad, y en su oportunidad se convencerán ustedes de que mi aprecio es más grande en el fondo de lo que parece a veces en la forma; pero al resolverme a fijar Querétaro como lugar de reunión fue porque tengo que ver también un poco de mi dignidad personal y por la de los que me han ayudado y reconocido como jefe. Yo sigo dispuesto a retirarme, pero tengo que hacerlo guardando las formas que convienen a mis servicios y al importante papel que ustedes mismos me han confiado. Yo mismo tengo mucho que sentir de la Convención, que está formada de amigos míos en gran parte, y, sin embargo, procuro serenarme. La Convención ha creído necesario, y hasta urgentísimo, retirarme su confianza nombrando un Presidente por veinte días; esta es una de las más grandes injusticias que se me han hecho, puesto que después de veinte meses de reconocerme como su jefe y dejarme cargar con las más serias responsabilidades, no me tienen confianza para veinte días y se apresuran a nombrar a otra persona, como si unos cuantos días más fueran tan gran peligro para el país. Esto me demuestra: o una falta de consideración o una falta de confianza, y en todo caso, una suma condescendencia con mis enemigos que no tienen conmigo. Yo les ruego a usted y a sus compañeros se pongan en mi lugar y hagan también un esfuerzo de sacrificio de susceptibilidad personal y sigan trabajando con la idea de copperar conmigo para el bien del país y no con la idea de que vamos a entablar lucha por hacer predominar nuestras ideas. Yo no quiero orillar a mis amigos a una lucha fratricida por mera ambición personal; pero no puedo abandonar el gobierno ni la jefatura de la Revolución sin estar seguro de que no pongo en peligro a la Revolución y de que no entrego al país a una situación peor de la que quiere evitarse. Crea usted que como individuo, y por razones personales, no sería capaz de lastimar a un amigo como usted y como Villarreal; pero al obrar tengo siempre que medir las responsabilidades que llevo como hombre público ante ustedes mismos, ante el país y ante la historia. De todos estos asuntos deseo hablar a usted allá, y creo que no tendrá inconveniente en esperarme, pues de todas maneras creo que no podríamos hacer nada antes de mi regreso de Córdoba. Le suplico salude atentamente a sus compañeros y les haga conocer este telegrama que lo dirijo a usted como amigo y como compañero en la Revolución.

Venustiano Carranza.

Una nueva insistencia la veremos en el siguiente mensaje del general Obregón, que dice así:

Querétaro, noviembre 4 de 1914.
Señor Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
Puebla, Pue.

Me he enterado detenidamente de su extenso mensaje, agradeciendo sinceramente sus expresiones de afecto que él contiene. Yo suplico a usted atentamente nos permita continuar hasta entregarle el plíego que traemos, y si usted lo desea, darle una información verbal y extensa. El hecho de que usted recibiera dicho pliego no querría decir que nosotros pretendiéramos contestación inmediata; al recibir dicha comunicación usted podría indicarnos la fecha y el lugar donde usted deseara contestar o tratar verbalmente el asunto. Suplícole, pues, permitirme continuar hasta entregarle el memorial que la Convención nos ha confiado. Yo lamento las inconsecuencias que la Convención haya tenido para usted, y puedo asegurarle que al nombrar un Presidente, cuyo nombramiento será, ratificado o rectificado a los veinte días, lo hicimos, no por herir a usted y sí porque tenemos una mayoría con la que creemos enteramente seguro candidato para el periodo constitucional.

Salúdolo afectuosamente.

General Alvaro Obregón.

Sin duda las últimas palabras, pues ninguna otra poderosa razón se esgrime, fueron del todo convincentes para el señor Carranza, quien permitió que los comisionados continuaran su viaje.

Al concluir su informe el doctor Gutiérrez de Lara, el delegado Castillo Tapia le interrogó si era cierto que esa misma tarde había conferenciado telegráficamente con el señor Carranza. El interrogado contestó afirmativamente, pues por indicaciones de algunos generales, miembros de la Convención, pidió al señor Carranza le dijera qué plazo necesitaba para cumplir los acuerdos de la asamblea, pero que tal pregunta no fue contestada. Dijo que había olvidado algo: el Primer Jefe no estaba dispuesto a que la comisión, como tal, pasara adelante; pero que sus miembros en particular podían ir adonde quisieran.

Castillo Tapia volvió a interrogar si virtualmente la comisión estuvo detenida en Querétaro. Gutiérrez de Lara dijo que sí lo había estado hasta que se aclaró que no era la Convención la que se trasladaba a México. Se dió por terminado el asunto.


Respuesta del general Villa

El secretario González informó que la comisión designada para entrevistar al general Villa estaba de regreso, siendo portadora de un pliego. Leyó:

Es en mi poder la atentá comunicación de ustedes de fecha 3 del corriente, con la que me adjuntan una nota en que se contesta el memorial de fecha 23 de octubre próximo pasado, y en los acuerdos por esa Soberana Convención recaídos directamente sobre la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista y sobre la Jefatura de la División del Norte, les manifiesto que respetuoso, como siempre, de las decisiones de esa asamblea, por considerarla emanada de la voluntad popular, estoy enteramente de acuerdo con su resolución. Lo que tengo el honor de comunicar a ustedes para su conocimiento, protestándoles las seguridades de mi atenta consideración.

Constitución y Reformas.
Guadalupe, Zac., noviembré 4 de 1914.
El General en Jefe, Francisco Villa.

Al general Pánfilo Natera, Segundo Vicepresidente de la Gran Convención Militar de Aguascalientes, Ags.

Sonaron nutridos aplausos por la actitud del general Villa, y a continuación Castillo Tapia pidió al general Martín Espinosa que repitiera las palabras del general Villa con respecto al general Zapata. El aludido repuso que el jefe de la División del Norte le había expresado que si la Convención creía necesario que se viera al general Zapata para convencerlo de que debía retirarse, él creía poder conseguirlo.

Nuevos y prolongados aplausos; pero a esa demostración de entusiasmo siguieron los comentarios: el señor Carrahza no se retiraría aun cuando lo hicieran los generales Villa y Zapata; así lo demostraban los telegramas que estaban llegando a la Convención.

Se dió cuenta de varios documentos enviados por los señores gobernadores y generales. Reproducimos dos de aquéllos, por su importancia.


Nota del general Treviño

El general Jacinto B. Treviño dijo a su representante, Samuel M. Santos:

Considerando que la Convención formada en esa ciudad no ha tomado en cuenta las patrióticas condiciones que ha puesto el C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Encargado del Poder Ejecutivo, C. Venustiano Carranza, tanto para renunciar a los dos cargos que actualmente tiene, así como tampoco se ha tomado en cuenta la buena disposición que tiene para arreglar las dificultades que habían surgido, sino que, muy al contrario, ha obrado con violencia nombrando Presidente Provisional de la República, por lo tanto, desde este momento le manifiesto a usted que le retiro la representación mía que tiene ante la Convención hasta que la misma Convención reconsidere el acuerdo mencionado en alguna otra forma que redundare en beneficio de la nación. Puede usted desde luego dar cuenta de esta determinación mía a esa Convención. Atentamente.

El General Jefe de la Primera Brigada Hidalgo, J. B. Treviño.


Telegrama del general Aguilar

A su vez, el señor general Cándido Aguilar dirigió al general Eulalio Gutiérrez el telegrama siguiente:

Señor General Eulalio Gutiérrez.
Aguascalientes, Ags.

¿Contra el Primer Jefe antes que contra los verdaderos tránsfugas del deber y del patriotismo, y por veinte días, dando paso a la imposición del Norte y del Sur?

Jamás creía la Primera División de Oriente que con menoscabo de la integridad nacional, sujeción incondicional y preconcebida, había que pensar en el respeto a los solemnes compromisos contraídos con anterioridad como garantía estable de función respecto al invasor. Mexicano primero y veracruzano después, avergüenza la sumisión que justifica el hollamiento del suelo patrio. En nombre de Veracruz profanado por el invasor, pido a usted reflexione en la sugestión ejercida sobre su patriotismo. Mientras reacción aplaude en Veracruz, su pueblo sufre penas sin nombre, que se complacen en contemplar los traidores. Todavía confiamos en su patriotismo y espera, por Veracruz la nación entera, su patriótica renuncia.

General Cándido Aguilar.

Muy sensible era la presencia de las fuerzas norteamericanas; pero nada tenía que ver con la elección del general Gutiérrez, y menos con la renuncia que se le pedía. No era verdad que la elección hubiera sido impuesta por la División del Norte y el Ejército Libertador; hemos visto cómo se desarrollaron los acontecimientos y cómo se prepararon. En el último telegrama del general Obregón al señor Carranza acabamos de ver cuál era la finalidad que se perseguía; pero si por imposición se toma la expresión mayoritaria, habrá que cargar la responsabilidad al grupo que dió ochenta y ocho votos a favor del general Gutiérrez, pues los delegados de la División del Norte emitieron sus treinta y siete votos a favor del general Cabral y los representantes surianos por nadie votaron, porque se les había privado del voto, aunque sí echaron abajo la candidatura del general Villarreal, lo que no puede considerarse como imposición.

Por otra parte, de ningún modo puede decirse que la designación fuera con menoscabo de la integridad nacional y muchísimo menos que justificara el hollamiento del suelo patrio, porque la presencia de los norteamericanos obedecía a otra causa. La sumisión a que alude el general Aguilar sería, en todo caso, a la Convención; pero no al gobierno extranjero que mantenía fuerzas en Veracruz.

Lamentamos el sesgo que el general Aguilar pretendió dar al asunto, pues no tuvo por qué encubrir sus simpatías hacia el señor Carranza. Expresadas sin ambages, habrían tenido el valeroso sello de la sinceridad.


Contestación del general Gutiérrez

Por su parte, el general Gutiérrez contestó así al telegrama que acabamos de reproducir:

Aguascalientes, 5 de noviembre de 1914.
General Cándido Aguilar.
Soledad, Ver.

Acabo de recibir su mensaje de ayer, que me apresuro a contestar. La Convención Militar de esta ciudad, que patrióticamente ha estado laborando por que se llegue a un arreglo satisfactorio para así restablecer la paz de nuestra República, me ha nombrado, por votación casi unánime, Presidente provisional, debiendo manifestar a usted que esta Convención no ha tenido ni la más mínima presión ni se ha inclinado a determinado bando político ni ha habido sugestión de parte mía para alguno de los miembros, pues advierto a usted que mi personalidad ni siquiera figuraba como candidato a ese puesto, por lo que espero reflexione sobre las indicaciones que me hace en su mensaje aludido y vea que no ha habido consigna de ninguna naturaleza, y sólo el patriotismo ha sido la norma que guja en todos sus actos a la Convención. Todos los señores generales, gobernadores y comandantes militares de la República que tienen su representación en ésta, así lo han hecho, y por lo mismo, y de una manera terminante, están sujetos a las decisiones de la asamblea, y. creo que en este caso se encuentra usted, esperando de su acendrado patriotismo que aceptará lo que su mismo representante ha aprobado, entendido de que si todos los delegados han votado en ese sentido es porque han visto la grandísima necesidad de hacerlo así, para el bien de nuestra dolorida patria.

Ei general Villa ha renunciado terminantemente y se retirará del mando de la División del Norte. La delegación zapatista asegura que el general Emiliano Zapata hará lo mismo, y, al efecto, todos sus miembros han reconocido de una manera patriótica al gobierno emanado de la Convención.

Así, pues, todas las condiciones del señor don Venustiano Carranza están completamente cumplidas, por lo que no veo justa la actitud de usted, máxime cuando usted está comprometido a respetar y hacer respetar las decisiones de la asamblea. En cuanto a los asuntos de los norteamericanos que están en Veracruz, manifiéstole que hay muy fundadas esperanzas que esto se arregle lo más pronto posible, y todos los mexicanos debemos intervenir para que cese la afrenta y la vergüenza de que estamos siendo objeto en estos momentos.

Espero me conteste inmediatamente. Si usted personalmente hubiera estado aquí habría visto la justicia con que ha obrado la Convención, y creo que su actitud obedece a malas informaciones que han estado ministrando los enemigos de nuestra causa.

En estos momentos el señor general Pablo Gonzá]ez manifiesta su conformidad a las decisiones de la asamblea, pidiendo solamente una prórroga para que entregue el señor Carranza. Por lo que espero que usted también lo tome en cuenta y se decida a apoyar las decisiones de la asamblea. Salúdolo afectuosamente.

El general Eulalio Gutiérrez.

Recordaremos que la representación suriana no había dicho que el general Zapata se retiraría del mando de sus fuerzas, pues no estaba autorizada para ello. Por la misma razón no objetó el ofrecimiento del general Villa, sino que lo dejó a su responsabilidad.


Telegramas de opuestos contenidos

Se leyeron otros telegramas: el gobernador de Chihuahua celebraba los acuerdos de la Convención porque contribuirían al restablecimiento de la paz; varios jefes y oficiales de guarnición en Puerto México protestarpn por los mismos acuerdos; el general Andrés Saucedo estaba dispuesto a cumplir con lo que su representante se hubiera comprometido; pero el general Jesús Carranza, en telegrama a su delegado, el general Gregorio Osuna, se expresó en términos que la Convención estimó ofensivos para ella y para el delegado, quien expuso deseos de retirarse en vista de la situación en que lo colocaba su representado. Varios convencionales opinaron que debía continuar por derecho propio, pues ostentaba el grado de general.

Siguió la lectura de telegramas: el general Pablo González tiene entendido que el general Coss, gobernador de Puebla, volverá al camino del que se apartó, y en cuanto al firmante, continúa inflexible en el cumplimiento del deber. El gobernador de Michoacán, general Gertrudis Sánchez, ofrece cumplir los acuerdos de la Convención; pero el gobernador de Campeche protesta por esos acuerdos. A su vez, el general Teodoro Elizondo pide que se haga inmediata entrega del poder al general Gutiérrez. El general Villarreal transcribe telegrama del señor Carranza, en el que dice estar enterado del nombramiento de Presidente provisional; pero que por tercera vez quiere saber qué pasos se han dado para el retiro de los generales Zapata y Villa. El telegrama provocó larga discusión, en la que tomaron parte varios delegados.

El coronel González Garza, entre ellos, reafirma que su representado sí está dispuesto a retirarse; pero que necesitaba conocer la actitud del señor Carranza; jnforma que en una conferencia tenida entre los generales Gutiérrez y Villa, éste propuso entregarle sus tropas, pues deseaba cumplir su palabra empeñada. El licenciado Díaz Soto y Gama expone que ha llegado el momento de hablar claro, pues está siendo burlada la Convención. Si ésta se halla por encima de cualquiera autoridad, no se concibe la tolerancia de que el señor Carranza fije condiciones, que ordene detener a los miembros de la Convención, que señale lugar para tener con ellos una conferencia y que pida prórroga para hacer conocer su voluntad. Mientras tanto -sigue diciendo el orador-, llegan telegramas de generales y gobernadores, quienes lanzan proclamas subversivas. Da lectura a varios párrafos del telegrama del general Coss y dice que son invitaciones francas a la lucha. Continúa diciendo que al paso del señor Carranza por Tlaxcala y Puebla se rebelan los gobernadores; pero el señor Carranza, para quien no es desconocida esa actitud, no contesta claramente. ¿Qué es lo que se espera? ¿Que se prepare y arme?

El delegado Santos opina que nada nuevo ha dicho el abogado, pues todo el mundo conoce la actitud del señor Carranza; está dando los mismos pasos que cuando el general Villa lo desconoció; pero conviene esperar hasta el último instante: El general Cerecedo Estrada increpa al licenciado Díaz Soto y Gama, cuyas palabras, dice, son una provocación; en cambio, no expone si el general Zapata se retira del mando, como el general Villa.

El increpado responde que el hecho de que el jefe de la División del Norte manifieste su determinación de entregar el mando no conduce a pensar que esté obligado a hacerlo el general Zapata, cuya situación es distinta. El general Villa desea evitar todo pretexto al señor Carranza; pero el general Zapata no tiene por qué someterse a un capricho de don Venustiano. Si el jefe agrarista llega a tomar alguna determinación, será después de separado el señor Carranza; no antes.


Ampliación del plazo al señor Carranza

El general Obregón sugirió en un telegrama ampliar el plazo para la entrega del poder, a fin de evitar dificultades. Con ese motivo, el delegado Peralta adujo que debía hacerse a un lado toda pasión; pero el coronel González Garza aclaró que la prórroga la pedía el general Obregón, no el señor Carranza. Dijo que durante la estancia del general Villa en la ciudad, le habló de esa prórroga, de la que ya se rumoreaba, y que recibió esta expresiva respuesta:

- Demasiado he aguantado. Nadie puede dudar de mis deseos de evitar que surja un nuevo conflicto; pero, ¿quién pide la prórroga?, ¿el señor Carranza?; ¿no pasará lo que en Torreón?

El orador recuerda los sucesos de Torreón; el señor Carranza sólo aceptó las conclusiones que lo favorecían, y de las demás dijo que no podía hacerse responsable, puesto que los convenios se habían celebrado entre la División del Norte y e! Cuerpo de Ejército del Noreste. Tiene razón el general Villa -continuó-, porque el señor Carranza no quiere la paz. No contento con haber sembrado la división en Sonora, Sinaloa y por donde ha pasado, se prepara a la lucha armada, como lo prueba su discurso en Puebla. Analizó las condiciones impuestas por el señor Carranza, y dijo:

¿Cómo puede obsequiarse la relativa al retiro del general Zapata si no está dentro de la Convención? Nada se ha concedido a ese general, salvo un plazo para que el Ejército Libertador envíe a sus delegados. Se aceptó el Plan de Ayala; pero esto no es conceder algo al general Zapata ...

El general Peralta interrumpe al orador:

- ¿Qué pide el general Obregón?

- ¡Un plazo! -responde González Garza.

- Pues entonces ... -replica el delegado Peralta.

- Pero e! general Zapata pide ese plazo para enviar a los representantes de sus fuerzas, sometiéndose a la Convención. Si usted puede hacer que el señor Carranza entregue el poder dentro de quince días, la División del Norte está dispuesta a que se conceda ese plazo; pero lo que se pide indirectamente nada promete para mañana, y el señor Carranza podrá decir que él nada solicitó.

El coronel Berlanga propone se dirija telegrama al señor Carranza señalándole el día en que debe entregar el poder, y así se concederá la prórroga sin ser incondicionales. Sigue debatiéndose el asunto. El licenciado Díaz Soto y Gama no encuentra razonable que se conceda la prórroga, porque al expirar volverá a decir el señor Carranza que está dispuesto, pero que desea que México no quede en manos de la reacción; y volverá a pedir que se retiren los generales Villa y Zapata. Por lo que se refiere al primero, ya está concedido; pero en cuanto al segundo, seguramente que no podrá concederse, porque e! general Zapata no es antipatriota para abandonar a los suyos a la suerte que e! señor Carranza les depare.

Al fin, se aprueba conceder la prórroga y que comience a contarse desde el día 10; pero a pesar de la aprobación continúa el debate, porque dos delegados presentan una proposición escrita sobre el mismo tema. Queriendo desviar la discusión, el coronel González Garza propuso de viva voz que en acatamiento a un mandato expreso se llame al general Gutiérrez para otorgar la protesta a las diez horas del siguiente día. Se aprueba la proposición; pero los delegados que habían presentado otra, piden que se vote. El secretario lee:

Que esta soberana Convención dirija un telegrama al C. Venustiano Carranza, en forma terminante, haciéndole saber que se le da como plazo improrrogable para que entregue el poder hasta el día 10 del actual, a las seis de la tarde.

Se pone a votación y se aprueba por 67 votos contra 3. Se cierran los trabajos a las once de la noche.


Actitud de un delegado

No a todos los delegados causaba el efecto de un golpe de mazo la cancelación de la credencial respectiva. Por ello se comentó, fuera de! recinto, la actitud del representante del gobernador de Yucatán. Veamos cuál fue, por el telegrama siguiente:

De Aguascalientes para Mérida, Yuc., noviembre 4 de 1914.
Señor Gobernador y Comandante Militar del Estado de Yucatán.

Recibido su intemperante mensaje. Sírvase dirigirse a la Convención ratificando su resolución de retirarme el poder que me confirió. Manifiesto a usted que si acepté dicho poder fue sin consigna alguna y en libertad para obrar según mi patriotismo y honradez. Acuerdos tomados por la Convención satisfacen condiciones impuestas por Primer Jefe.

Salúdolo.

El teniente coronel Ricardo González V.


Interesante sesión del día 6

A pesar de los telegramas que se estaban recibiendo y de la actitud del señor Carranza, la Convención llevó adelante sus trabajos. Al terminar los del día 5 se citó a junta para las diez de la mañana del siguiente, en que otorgaría la protesta el general Gutiérrez.

Mucho antes de esa hora, en el pórtico se estableció una guardia con banda y música para hacer los honores al Presidente de la República. En el interior, el público henchía las localidades a él destinadas. Las de los señores delegados estaban más concurridas que en los días anteriores.

El secretario Alessio Robles pasó lista a las once de la mañana, y quince minutos más tarde el primer vicepresidente, general José Isabel Robles, abrió los trabajos. Designó a los generales Ildefonso Pérez, Felipe Angeles y Martín Espinosa para acompañar al general Gutiérrez desde su residencia. Asimismo, nombró a los generales Manuel Chao, Esteban Márquez y al coronel Francisco Figueroa para recibir al general Gutiérrez en el vestíbulo del teatro.

Mientras todos cumplían su cometido, se dió cuenta de un telegrama del general Jesús Agustín Castro, quien reprochaba a su representante no haber interpretado su sentir; revocó su credencial y le ordenó retirarse de la Convención. El representante explicó: que había dado oportuna cuenta de todos los acuerdos sin que su representado le hubiese hecho observación alguna ni dado instrucciones a qué sujetarse. En el inevitable comentario se atribuyó la actitud del general Castro, en parte, al telegrama circular del señor Carranza, y en parte, a la influencia ejercida por su hermano don Jesús.

Para compensar el efecto, se leyó otro telegrama del general Ernesto Santos Coy a su representante, a quien ratificaba su confianza y recomendó que hiciera saber a la asamblea que estaba pronto a respetar sus determinaciones.


Llega el general Gutiérrez

En esos momentos se oyeron los aplausos que el público tributaba al general Eulalio Gutiérrez, a su paso. Se suspendió la sesión ordinaria y se abrió la exrraordinaria para recibir la protesta del Presidente.

Cuantos estaban en el interior del teatro se pusieron en pie y aplaudieron al general Gutiérrez, quien vestía un modesto traje civil de color gris. Avanzó hasta el estrado de la presidencia y se colocó a la derecha del general Robles, quien dijo:

En este momento se registra uno de los más solemnes actos de nuestra historia. Esta soberana asamblea, clara y terminantemente ha designado al general Eulalio Gutiérrez para que asuma el cargo de Presidente de la República, por determinado plazo. Este es uno de los actos más solemnes por el que el país espera entrar en el camino franco hacia la paz, hacia el progreso y hacia la dicha completa. Por eso yo, en nombre de esta asamblea que me honro en presidir, exhorto al general Gutiérrez a que cumpla los acuerdos que la misma ha sancionado, entre ellos, que entrará a desempeñar las funciones el día diez de los corrientes. En nombre de la patria vuelvo a recordar al general Gutiérrez las responsabilidades que todos hemos depositado en él para que lleve a cabo los compromisos que ha jurado cumplir.


Protesta el general Gutiérrez

Dicho lo anterior, el general Robles tomó la bandera de la Convención, y en tono solemne dijo:

- ¿Protesta usted por su honor de ciudadano armado y como Presidente Provisional de la República, cumplir y hacer cumplir las decisiones de esta Convención?

- ¡Sí, protesto! - contestó el general Gutiérrez.

- Si no lo hiciéreis así, la Patria os lo reclame - repuso el general Robles.

Atronadores aplausos y vítores se oyeron en el salón. El entusiasmo subió de punto cuando la música y la banda de guerra combinaron las notas del himno nacional y de la marcha de honor.

El aplauso cesó bruscamente y pudo percibirse que las campanas de los templos repicaban a vuelo, acompañadas sus voces de bronce con las prolongadas notas de los silbatos de locomotoras y fábricas. El general Gutiérrez, conmovido, tenía inclinada hacia abajo la cabeza. Tomó la bandera, avanzó un paso y dijo:

Señores delegados:

Haré respetar de la manera más clara y terminante los principios de la Revolución. La elección hecha en mi favor no ha sido para mí otra cosa que imponerme un enorme sacrificio, porque los hombres como yo no hemos sabido más que interpretar el patriotismo que anidó en nuestros corazones.

Yo espero que esta Convención, en que están representados todos los elementos revolucionarios de la República, se dé cuenta de todos los actos realizados por ella, y que si vamos a la lucha, porque a ella nos lleven nuestros enemigos, yo digo que desde estos momentos estoy resuelto a hacer respetar, y respetaré yo mismo, todos los acuerdos de la asamblea, porque quien así no lo haga será traidor.

Sólo nos queda seguir el camino de los hombres honrados, el camino de la verdad, y yo pido que en esta lucha, que probablemente se avecina, todos me ayuden y que luchemos por la patria, y no por personalidades.

Cuando se extinguieron los aplausos, el licenciado Díaz Soto y Gama, quien muchas veces había oído decir al generál Zapata estas últimas palabras; que, asimismo, había visto que en el sur se luchaba efectivamente por la colectividad mexicana y no por personalidades; como si hubiera sentido sobre sí toda la fuerza del movimiento suriano, dijo:

Voy a decir a ustedes dos palabras que laten en el fondo de mi alma. El general Eulalio Gutiérrez ha dicho: luchemos por la patria, y no por personalidades. Cumplamos ese programa y con él habremos dado muerte a todos los ismos; ya no habrá carrancismp ... ni villismo, ni zapatismo, ni tampoco gutierrismo. Dejemos de ser rastreros; que no haya cortesanos; que no haya aduladores que corrompan a este hombre honrado y modesto que representa a la Revolución. Seamos verdaderos revolucionarios.

El delegado Castillo Tapia también echó su cuarto a espadas. De su exposición, espigamos el siguiente párrafo:

Señor general Gutiérrez: haced justicia al indio, al propietario de la tierra que lleva sobre sus espaldas varios siglos de esclavitud, y que siempre, desde la época virreinal, ha sido explotado. Y entonces, cuando la raza india, fuerte y heroica, sea redimida, entonces será cuando con criollos y mestizos formaremos a la patria.


Siguen las discusiones

El general Gutiérrez salió del recinto de la Convención a las doce horas y quince minutos, con los honores correspondientes a su alta investidura.

Se dió por terminada la sesión extraordinaria. Después de la lectura de algunos documentos se dió cuenta de un telegrama del señor Carranza, en el que transcribió su nota de 23 de octubre, ya conocida. A continuación se leyó el proyecto de manifiesto que la Convención lanzaría, y que presentó la comisión de gobernación. Se discutió ampliamente, y aunque se propuso que fuera firmado por quienes seguían leales a la Convención, se aprobó que llevara el nómbre de todos los delegados con expresión de sus poderdantes, aun cuando éstos con posterioridad desconocieran los acuerdos, pues sus delegados habían jurado sin reservas cumplirlos y hacer que se cumplieran. He aquí el texto del documento:


Manifiesto a la Nación

Mexicanos:

La Convención de 10 de octubre se reunió con objeto de unificar el criterio revolucionario, para determinar las bases y orientación del nuevo gobierno de la República, inspiradas en la opinión de la mayoría de los ciudadanos, para que ese gobierno realice los ideales de la Revolución y de las instituciones democráticas, pues de este modo cumpliremos con el compromiso solemne contraído con la nación de substituir a la tiranía por un gobierno que satisfaga las necesidades públicas actuales. Y esa misma Convención se ha declarado soberana para hacer efectivas y obligatorias sus resoluciones para todos los jefes del ejército, evitándose de esta manera la dictadura que podría resultar de permitir a cualquiera de ellos que tratara de imponer aisladamente su voluntad y su opinión al resto de los ciudadanos de la República.

Somos el Poder Supremo Nacional porque nuestro movimiento armado no triunfó de la reacción debido al esfuerzo de uno solo de sus jefes, sino del concurso que hemos prestado todos para ello. Y del mismo modo que obedecimos a una sola idea y estuvimos animados de una sola aspiración de redención y de progreso para lanzarnos a las armas contra la dictadura el 20 de noviembre de 1910, de esa misma manera, e impulsados por los mismos sentimientos, nos hemos reunido en esta Convención, ya no para derrocar ni para destruir, sino para organizar y construir el nuevo gobierno de la República, en el cual se han de sintetizar todos nuestros anhelos y todas nuestras tendencias.

Esta Convención es soberana porque en ella están sintetizados la fuerza y el pensamiento de la Revolución. Para nosotros deben concluir los tiranos, y para la Convención es una necesidad primordial hacer la paz en la República.

Constituídos así en asamblea para ser escuchados y en Poder Supremo de la Nación para ser obedecidos, podremos acabar para siempre con las ambiciones individuales de poder, con las intrigas de gabinete y con la inmoral y antipatriótica labor del incondicionalismo.

La República entera ha cifrado todas sus esperanzas de mejoramiento social y político en esta Convención, y para satisfacer sus anhelos debemos hacer respetar nuestras resoluciones, no precisamente porque contemos con la fuerza de las armas para ello, sino porque nos apoya la inquebrantable fuerza de la opinión pública.

Se ha pretendido relegarnos a un papel secundario con el pretexto de que somos, o debemos ser, representación genuina de un hombre, siendo así que constituimos la base democrática del futuro gobierno, en nuestro carácter de asamblea preconstituyente.

Conscientes, pues, del papel histórico que desempeñamos en este instante, y asumiendo la responsabilidad de la suerte de la República, hemos elegido al Presidente Provisional de ella y declaramos estar resueltos a sostenerlo, a pesar de todos los obstáculos, contra todas las rebeldías y sobre todas las ambiciones de aquellos que, inspirados sólo en intereses mezquinos, no se resuelven a colaborar en la nueva organización del Gobierno Nacional emanado de la Revolución.

Mexicanos: La primera asamblea preconstituyente emanada del movimiento revolucionario que derrotó a las dictaduras que acaban de pasar, os demanda vuestra colaboración unánime, en la cual están vinculados los destinos nacionales, y debéis estar ciertos de que al proceder así habéis merecido el bien de la patria.

Aguascalientes, Ags., noviembre 6 de 1914.
Presidente, Antonio I. Villarreal.
Primer vicepresidente, J. Isabel Robles.
Segundo vicepresidente, Pánfilo Natera.
Secretario, Mateo Almanza.
Secretario, V. Alessio Robles, representante del general Eduardo Carrera G.
Secretario, Marciano González, representante del general Teodoro Elizondo ...
(Siguen los nombres de quienes por sí o por delegación integraban la asamblea, con expresión de los representados. Al final figura la comisión del Ejército Libertador. Hemos creído innecesario escribir todos esos nombres, porque aparecen en páginas anteriores. Anotación del profesor Carlos Pérez Gutiérrez).

En la misma sesión, y después de discutirse algunos asuntos, la asamblea tomó tres acuerdos: dar a conocer, por bando solemne, el nombramiento de Presidente provisional; conceder a éste facultades extraordinarias en los ramos de Hacienda, Guerra y Gobernación; reanudar los trabajos el día 8.


El bando solemne

A las cinco de la tarde de ese mismo día, 6 de noviembre, la comitiva oficial partió del Palacio de Gobierno e inició el bando para dar a conocer la designación de Presidente provisional. La descubierta la formaron veinte dragones seguidos de la banda de guerra y de la música del estado mayor del general José Isabel Robles. Después marcharon cincuenta dragones al mando del teniente coronel Leopoldo Gallardo; a continuación, los automóviles en que iba la comisión neutralizadora de la ciudad, integrada por los generales Fidel A vila, Guillermo García Aragón y el gobernador Alberto Fuentes D., con el secretario general de gobierno, don Luis Santoyo. Seguía el Ayuntamiento en pleno; luego, otros funcionarios, y cerraban la columna trescientos soldados de caballería.

Al iniciarse el bando se izó la bandera nacional en todos los edificios públicos.


Manifiesto del general Gutiérrez

El general Eulalio Gutiérrez creyó de su deber dirigirse a la Nación, y he aquí lo que dijo:

Mexicanos:

La Soberana Convención Revolucionaria en Aguascalientes, en la sesión verificada el 3 de los corrientes, me honra confiándome el puesto de Presidente provisional de la República.

Creo de mi deber manifestar a la nación cuáles fueron los móviles de la H. Convención al nombrarme y cuáles fueron los míos al aceptar.

La H. Convención, al reunirse en esta ciudad, tuvo por objeto condensar las aspiraciones revolucionarias en un programa social y político y lograr la pacificación del país sobre la base de la unidad revolucionaria. Al efecto, juzgó que el medio más eficaz para lograr sus propósitos era nombrar, desde luego, un Presidente provisional reconocido por las diversas facciones militares, las cuales se obligaron, bajo solemne compromiso, a reconocer al Presidente electo en la asamblea. Las elecciones se verificaron, y por mayoría absoluta la elección recayó en mí.

Estoy seguro de que el pueblo de la República comprende lo delicado de la misión que tengo encomendada; pero quiero hacer saber que todo sacrificio será pequeño si logro realizarlo, puesto que, como revolucionario antes, como Presidente provisional de la República hoy, mis energías y aun mi vida misma pertenecen a mi patria. Para vencer las dificultades que he encontrado en mi labor espero el concurso unánime del pueblo, pues confío en la sensatez, cordura y patriotismo de mis conciudadanos.

Como mi permanencia en la Primera Magistratura de la nación será breve, na quiero ofrecer nada que no sea prácticamente realizable; mas todo aquello que tienda a facilitar el camino y a poner los cimientos del gobierno de mi sucesor será objeto especial de mi atención.

Pienso observar una política de verdad, de honradez y de patriotismo en la que nada se esconderá al pueblo, a fin de que tenga una idea clara de la situación y empiece a tomar parte, con perfecta orientación, en la cosa pública, porque la grandeza de un pueblo y la estabilidad de su gobierno estriban en la concurrencia de las fuerzas vivas y sanas de que está compuesto.

Hasta hoy ha prevalecido la idea errónea de que un grupo más o menos competente era el que debía asumir las funciones gubernativas sin contar con el pueblo, principal elemento en los gobiernos democráticos. El pueblo, en justas represalias, se ha abstenido de participar en la política del país.

Deseo hacer saber a mis conciudadanos, al encargarme del poder, que, haciéndome eco de sus justas aspiraciones, procuraré que los puestos de la administración estén en manos de los hombres más idóneos, de acuerdo con la opinión pública, a fin de que cumplan los principios revolucionarios, tanto en el orden político como en el social.

Asentado esto, una vez que he sido honrado con la confianza de los miembros de la H. Convención que me han señalado para tan alto puesto, y a fin de que se realice el pensamiento de ella, hago saber que necesito y solicito la confianza individual de los miembros de la gran familia mexicana, y en particular de los miembros del heroico Ejército Revolucionario, que tan grandes sacrificios ha hecho despedazando el llamado gobierno usurpador, a fin de capacitar al pueblo para ejercer sus derechos. Debe este Ejército esperar de mí y de mi sucesor el respeto que se merece por sus virtudes cívicas, virtudes que sabrá premiar la nación a su debido tiempo.

Al retirarme de la Primera Magistratura de la República deseo llevarme la satisfacción de haber realizado el supremo anhelo de la H. Convención que representa al pueblo mexicano, y ofrezco que para entonces se efectuará sin presión y sin trabas la elección del nuevo Presidente de la República.

En la protesta que hice ante la Soberana Convención juré cumplir y hacer cumplir los acuerdos emanados de ella, y sepa la nación que no escatimaré sacrificio alguno para cumplir ese juramento, ya que, estando interrumpido el orden constitucional, la Soberana Convención es la única capacitada para dictar las medidas que han de guiarme durante mi breve paso por la Presidencia.

Constitución y Reformas.
Aguascalientes, 6 de noviembre de 1914.
El Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos, General Eulalio Gutiérrez.

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