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Capítulo 13

Congreso de la C.O.R.A. (Junio de 1914). Congreso de concentración obrera y su resolución de ingreso global en la F.O.R.A. (Septiembre de 1914). Ante la guerra mundial.

Aunque la garra de la reacción del Centenario quedó maltrecha ya en 1913 por obra de la actividad y del espíritu de lucha de los anarquistas, el movimiénto obrero, a causa de la falta de trabajo primero, y de las consecuencias morales y económicas de la guerra después, no alcanzó el florecimiento y el vigor de antes sino después de la guerra. Hubo luchas, agitaciones, presos, procesos, deportaciones, pero el marasmo general no fue por eso conmovido.

Los sindicatos de la F.O.R.A. se reconstruían en todas partes, pero nada podían contra la indiferencia y la pasividad del ambiente. Muchos viejos militantes, más avezados y experimentados, faltaban ya; una pléyade de nuevos luchadores tenían que ir adquiriendo poco a poco conocimientos y comprensión de las ideas y de la labor a realizar. No se hizo eso sin ensayos, vacilaciones y errores.

La Confederación Obrera Regional Argentina celebra un congreso el 27 y 28 de junio de 1914 y resuelve hacer una nueva tentativa de fusión obrera, aprobando la actitud siguiente:

1° Aconsejar a las organizaciones confederadas y autónomas, de cualquier tendencia dirigente, que estudien la forma de la posible reunión en una de las instituciones federales existentes o, si fuera posible, en otra creada con una denominación distinta, pero contando con la adhesión previa de los sindicatos regionales.

2° Constituir un Comité formado por delegados autónomos y confederados, a fin de someter a la consideración de los sindicatos colocados en esta situación, la presente orden del día, debiendo pronunciarse cada organización en un plazo perentorio que terminará el 29 de agosto, para lo cual se celebrará una reunión de delegados que resolverá definitivamente sobre la resolución a tomar.

3° Hacer presente que hasta tanto un acuerdo formal no haya sido tomado en el sentido que se indica, la existencia y relación de los organismos actuales no sufrirá modificación alguna.

4° Pasar a cuarto intermedio hasta el 29 de agosto próximo.

Tales son las conclusiones de la resolución aprobada por el congreso de la C.O.R.A. En base a ella se constituyó un Comité de concentración obrera, del que emana la siguiente circular pasada a todos los sindicatos confederados y autónomos:

Camaradas:

El congreso de concentración obrera que, bajo los auspicios de la Confederación Obrera Regional Argentina, tuvo lugar en los días 27 y 28 de junio del corriente año, al aprobar sin ningún voto adverso la orden del día que transcribimos, ha entendido interpretar fielmente los sentimientos fusionistas de las organizaciones concurrentes a las de la mayoría radicadas en el país inasistentes al acto, reiteradamente expresadas.

Por la segunda cláusula resolutiva de la orden del día de referencia, quedó constituido este Comité, al objeto de dar cumplimiento al espíritu concentrador que la inviste, contemplando las posibilidades que el medio regional ofrece para hacer efectiva en forma sencilla y de perentoria brevedad, la unificación de las organizaciones obreras del país.

El Comité, en cumplimiento de la misión que le fuera encomendada, entró de inmediato al estudio de los procedimientos que le parecían más viables y apropiados para arribar al fin propuesto y, sin discrepancia alguna entre sus miembros -que se inspiran todos ellos en la sentimentalidad del grupo sindical a que pertenecen-, ha llegado a la conclusión, después de un detenido estudio de todos aquellos temperamentos que la experiencia pudo aconsejar o que se han ensayado en circunstancias análogas del pasado, que el medio más expeditivo y práctico, el que indiscutiblemente menos dificultades puede suscitar en la conciencia esclarecida de los obreros del país, que anhelan la verdad, la paz y el progreso de la acción de su clase, es el de reunir los dos organismos federales existentes, procediendo a la consentida eliminación de uno de ellos. Esta operación, cuyo ambiente moral ya está hecho, significaría un ahorro de tiempo y la superación de trabas que han parecido siempre poco menos que insuperables.

Varias comprobaciones de naturaleza real han concurrido a formar este criterio en los miembros del Comité, entre las cuales pueden ser consignadas como las más considerables las que en seguida expone.

La inutilidad más que aparente, en primer término, de prestigiar la realización de nuevos congresos de unificación, buscando para ello el acuerdo de los dos organismos federales. Este procedimiento dilatorio y de imprevistos y dudosos resultados por su reiterado fracaso en un pasado reciente no cuenta ni contaría con el necesario prestigio en la opinión colectiva, ni tampoco suscitaría el confiado entusiasmo que se requiere para dar cima al objetivo que se anhela materializar.

Segundo: La insensatez y regresión que significa, por ejemplo, en las actuales circunstancias, la adopción de todo procedimiento que, en vez de favorecer el robustecimiento de la obra de conjunto de la clase, determina el incremento del espíritu corporativo que se conserva latente en el seno de unas pocas organizaciones regionales, fomentando así un egoísmo impropio y malsano y preparando la muerte en plazo más o menos breve, por la actuación de fuerzas cónsiderables extrañas al movimiento obrero, de toda idealidad federativa, vale decir de toda aspiración revolucionaria. Está comprobado que tales tendencias, que se manifiestan en estos momentos con insóIita actividad, no traducen los sentimientos generales del proletariado federalista ni cuentan con las simpatías de los sindicatos autónomos, en su mayor parte aislados, no por espíritu antifederativo y de clase, sino por no pronunciarse por una u otra de las organizaciones existentes.

Tercero: La profunda persuasión que abriga el Comité de que, anaIizadas las bases y propósitos en que inspiran su labor las dos organizaciones federales, se llega a la conclusión de que haciendo prescindencia de factores presuntos, de naturaleza ideológica, que no están claramente definidos, y cuya realidad no es de incumbencia de este Comité precisar ni sostener, el problema de la división actual de la clase organizada sería una simple cuestión íntima que no aparece en las cartas orgánicas federales, que revelan, por el contrario, en toda su estructura e idealidad revolucionaria, una analogía extrema -casi una identidad- que se manifiesta en la labor cotidiana por la adopción de procedimientos de propaganda y de acción que no difieren en modo alguno. Esta comprobación el Comité espera la hagan los trabajadores organizados que han de solucionar el asunto leyendo con alguna detención las bases orgánicas que publicamos en forma de apéndice. Un estudio reflexivo de ellas les permitirá llegar a una apreciación real y exacta de los obstáculos que se pretende existen insuperables para la concordia y unificación proletarias.

El Comité, pues, al llegar a este resultado, y al aconsejar la eliminación necesaria de uno de los organismos federales que existen, hace absoluta abstracción de los méritos respectivos y de su mejor derecho a subsistir. Sólo porque ha consultado las necesidades del momento y la simplificación reciente, es decir de la C.O..R.A., vendría a zanjar la dificultad, tanto más cuanto que hay ya en el seno de esta institución un ambiente favorable a este designio. Claro está, lo reiteramos, que tal opinión nuestra no importa desconocer los eficaces y efectivos servicios que la C.O.R.A. tiene prestados a la causa del proletariado regional.

Concretando: El Comité de concentración llega en mérito de las consideraciones expuestas, a concordar su criterio sobre la necesidad de dirigirse a las organizaciones confederadas y autónomas, haciéndoles presente que a su juicio se impone la inmediata convocación de una asamblea general de sus miembros para que puedan dentro de la perentoriedad del plazo que fenece el 29 de agosto próximo, fecha en que reanudará sus sesiones el congreso de Concentración, resolver su aprobación o negativa a una posible adhesión a la F.O.R.A. en la forma sugerida.

Tal operación se efectuaría, es la opinión del Comité, sobre las bases consignadas en el pacto que reproducimos, votado por el cuarto congreso de la F.O.R.A. efectuado en 1904.

Nada hay en él que pueda repugnar a la conciencia ni las convicciones de un obrero organizado, al punto de inclinarse a votar en contra de la unificación proletaria. Todo lo más que pudiera suscitarse serían disidencias de carácter leve, que no podrían afectar profundamente la consistencia o duración futuras del robustecido organismo federal. Ellas, como lo consigna terminantemente el mismo pacto en su parte dispositiva, serían materia de congresos generales que, efectuados con estricto respeto a la realidad de los anhelos y de la masa organizada, si se inspiran en las necesidades presentes y futuras de la acción proletaria, no dejarían de introducir todas aquellas modificaciones necesarias que la experiencia aconseje para impedir en el futuro toda causa de desaveniencia o escisión.

Además, es la opinión de numerosos miembros de la F.O.R.A. que un congreso general de la institución tendrá lugar subsiguientemente a la fecha en que la adhesión fuera resuelta y, como es lógico y de rigurosa justicia, en él tendrían participación todas las organizaciones recientemente incorporadas, las cuales, usando de su perfecto derecho, podrian proponer las reformas que entendieran ser oportunas y convenientes.

Tal es el resultado de las gestiones efectuadas por el Comité en cumplimiento de la misión que le ha sido confiada. Su consejo, o mejor dicho, el criterio con que asesora hoy a las organizaciones regionales, es el fruto de una auscultación del sentimiento colectivo de los trabajadores del país, y la fórmula que propone es, en rigor de verdad, la única que contiene por su sencillez y practicabilidad, las condiciones de éxito que se buscaban. Y en este sentido, el proletariado del país debe compartir nuestra opinión de que ella es, a la hora presente, la que con más adhesión y simpatías cuenta entre los obreros que militan en la organización federal, confederación y autónomas.

Tal es la realidad de espíritu de la clase. Si vuestra organización desea concurrir en forma positiva a sellar la unidad durable, permanente, del proletariado, creemos que nada mejor puede hacer que dar su aprobación unánime a este proyecto.

En esa expectativa favorable, este Comité os reitera su pedido de que convoquéis a asamblea general a vuestra organización para someterle la iniciativa enunciada y para que vuestro delegado al congreso de concentración que decidirá en último análisis este asunto de capital importancia, pueda dar su voto con mandato imperativo en la forma que vosotros lo entendáis.

Por la causa de la unificación proletaria, os saluda. -El secretario.

No es nuestro propósito hacer aquí el análisis de las intenciones ni su proceso. Nos basta con la recopilación de estos documentos, sin importarnos la trayectoria ulterior de los promotores de todos los ensayos de unificación hechos en el país.

El Consejo Federal de la F.O.R.A., ha hecho la siguiente declaración relativa a este manifiesto y a la adopción del comunismo anárquico como principio de la F.O.R.A.:

El Consejo Federal de la F.O.R.A. ha comunicado al comité que toda sociedad obrera es admitida en su seno de acuerdo con el pacto de solidaridad, y declara que el comunismo anárquico es un acuerdo del V congreso como medio de propaganda y de finalidad y que no es una imposición, dejando al libre albedrío de las sociedades adheridas su difusión.

Por lo tanto considera que toda rectificación a los acuerdos de un congreso, debe ser obra de otro congreso de la F.O.R.A. El secretario, Orlando Angel.

El congreso de concentración obrera se realizó el 26 de septiembre de 1914 en Buenos Aires, un mes después de la fecha prevista. Estaban representadas las siguientes sociedades: Oficiales peluqueros, Maquinistas Bonsak, Federación Obrera Ferrocarrilera, Cámara sindical de cocineros, Unión Tapiceros, Picapedreros, Ebanistas, Escultores, Herreros de obra y anexos, Cosmopolita de Confiteros, Obreros gorreros, Mecánicos y anexos, Federación de fundidores y modelistas, todas de la Capital.

Unión Obrera del Tandil, Unión Obrera de Deán Funes, de Villa Aquilino y de las Peñas, Herreros de Obra de Rosario; Obreros Pamaderos de Las Flores, Obreros Panaderos de Balcarce; Unión Graniteros de Cerro Sotuvo; Unión Trabajadores de las canteras de Calera; Carpinteros de La Plata; Carreteros de Tigre; Unión graniteros y picapedreros de Balcarce y Obreros panaderos de San Juan.

No fue aceptada la delegación de Oficios varios de Punta Alta, fundándose en que en este congreso sólo debían participar las sociedades autónomas y confederadas.

Caseneuve, del Comité de concentración, informa. Dijo que en la entrevista con el Consejo Federal de la F.O.R.A. para cambiar ideas sobre la posibilidad de la adhesión de las sociedades confederadas y autónomas suprimiendo lo que atañe a la propaganda del comunismo anárquico, los miembros del Consejo han expresado su simpatía por esta iniciativa y declararon que el comunismo no era impuesto. Pero no podía ser retirada esa recomendación más que por un congreso de las organizaciones federadas. Manifestó el informante que el ambiente es propicio a la adhesión a la F.O.R.A. y entre las sociedades que han manifestado su conformidad, está la de Cocineros y Pasteleros que representa, pues considera que la F.O.R.A. encarna las aspiraciones del proletariado. Agrega que todas las sociedades deberían aceptar ese temperamento, realizando en el cincuentenario de la fundación de la Internacional, una obra consecuente con la experiencia adquirida en ese tiempo.

Tortorelli pide que el Comité informe sobre las sociedades que manifiestan el propósito de adherirse a la F.O.R.A., Marotta contesta como secretario de la C.O.R.A. que en secretaría se han recibido notas de las sociedades cuya mayoría está por la adhesión.

Las sociedades siguientes expresan que tienen mandato de votar por la adhesión a la F.O.R.A.: Escultores en Madera, Herreros de Obra de Rosario, Maquinistas Bonsak, Ferroviarios, Unión Obrera de Tandil, de Deán Funes, de Quilino y de la Peña, Panaderos de Las Flores, Unión Graniteros de Cerro Sotuvo, Carpinteros de La Plata, Canasteros del Tigre, Panaderos de San Juan.

Después de computarse, a pedido de L. Bernard, los votos de las sociedades que habían resuelto en sus asambleas la adhesión a la F.O.R.A. y los votos en contra de la Federación Gráfica Bonaerense, de los Peluqueros, de los Confiteros, de los Fundidores y Modelistas, tocaba a los delegados de estas últimas instituciones expresar los fundamentos de esa disidencia.

Hablan Miranda, de los Fundidores y Modelistas, y Penelón; el primero se refiere a la poca fe que le inspira la concentración, y el segundo se levanta contra la base antipolítica de la fusión.

Se vota esta resolución, que resulta aprobada por gran mayoría:

Considerando que la unidad del proletariado es una necesidad permanente en la lucha anticapitalista empeñada por la organización sindical;

Que mientras esto no sea un hecho no puede haber posibilidad de una acción intensa llamada a cumplirse en la alta idealidad revolucionaria de la organización;

Que no obstante los reiterados fracasos sufridos por los diferentes intentos de concentración, el anhelo unionista se ha arraigado cada vez más, robusteciéndose, entre los sindicatos autónomos y confederados, el concepto de unidad imprescindible que siempre los ha caracterizado, el congreso de concentración convocado por la Confederación Obrera Regional Argentina, al afirmar la necesidad del cumplimiento de esta aspiración de la mayor parte del proletariado, y en vista de la imposibiIidad de haberlo obtenido por los congresos obreros efectuados con este fin en 1907, en 1909 y en 1912, perdurando la división en la organización -lo que constituye un motivo para que, a pesar de estos antecedentes, no haya desaparecido el pensamiento- resuelve:

1° Conforme al criterio de adhesión en masa a la F.O.R.A. de acuerdo con el pacto de solidaridad de esta institución sancionado en el congreso de 1904, manteniendo como principio de acción en el seno de la F.O.R.A. la más amplia autonomía de las organizaciones frente a los partidos políticos y sectas, por lo cual excluye toda declaración ulterior y de naturaleza extrasindical.

2° Al coincidir esta resolución con los acuerdos del último congreso de la F.O.R.A. celebrado el 25 de abril de 1910, que invitaba a las organizaciones a adherirse de acuerdo con las declaraciones del pacto de solidaridad de 1904 y conforme a un acuerdo del mismo se designan tres miembros para integrar el Consejo Federal en nombre de las organizaciones federadas y autónomas.

3° Inducir al Consejo Federal para que dentro de la brevedad posible convoque un congreso general de los sindicatos del país a objeto de que con el robustecimiento de la organización surgida de esta concentración, se empeñe una activa e intensa labor.

Se nombra a Caseneuve, Loperena y Skorrikoff para integrar el Consejo Federal de la F.O.R.A.

¿Se habría llegado realmente con la entrada en masa en la F.O.R.A. a la solución de la verdadera unidad proletaria? En el ánimo de muchos estaban el escepticismo y la desconfianza.

Transcribimos un manifiesto firmado en los primeros días de agosto de 1914 por el Consejo Federal de la F.O.R.A., en donde se refleja la actitud de esta organización frente a la guerra mundial, actitud a la que ha permanecido fiel, realizando actos públicos, combatiendo la mentira patriótica y nacionalista, expresando su solidaridad con el proletariado de todos los países. Se había iniciado con J. E. Carulla, el primer paso de su evolución hacia el fascismo, un ensayo para presentar al anarquismo como simpatizando con un triunfo de los llamados aliados contra Alemania. La recopilación La Paz Futura, tiende a eso. Pero quedó completamente aislado. La actitud ante la guerra de la organización obrera libertaria y de los anarquistas es la expresada en este manifiesto:

A los trabajadores y al pueblo en general.

La actual situación nos obliga a preocuparnos seriamente de la suerte dolorosa que les está reservada a los trabajadores de aquella parte del mundo, envuelta en la más pavorosa de las tragedias que registran las páginas de sangre de la historia de las guerras. Y tenemos que preocuparnos seriamente de la conflagración europea, porque, en primer lugar, la clase obrera, el proletariado en su totalidad es el arrastrado al sacrificio para defender o conquistar intereses de la burguesía; de la clase criminal que tiene en sus manos el Estado con todas sus fuerzas y, que espera con la guerra realizar un buen negocio. No se trata en la actual contienda de la defensa de la patria, del honor nacional y otros pretextos con que frecuentemente se engaña al pueblo; no se trata hoy de la Bandera ofendida, de la dignidad no respetada de la nación y otros recursos con que se consigue burlar a los trabajadores para que se presten sumisos como instrumentos a los caprichos de los capitalistas.

La guerra europea no es más que una operación comercial de la burguesía, donde ésta todo lo tiene a ganar, mientras que la clase obrera, todo lo tiene a perder, inclusive su sangre y su vida.

¿Cuáles son los móviles comerciales o mercantilistas que han desencadenado el actual conflicto guerrero? Detenerse a enumerarlos no es posible en los limites que impone un manifiesto.

Cada uno de los países de Europa, en un constante aumento de los efectivos de guerra, acaricia esperanzas de conquista sobre el África o los países balcánicos o no importa qué otro lugar. Se trata de hundir la garra en carne vencida. Los triunfadores serán siempre un puñado de millonarios audaces que alentaron en tiempo de paz la necesidad de las conquistas y armamentos.

Todos esos móviles criminales se han cubierto con una palabra fatídica: la patria.

La patria ha gestado un monstruo que siempre se desarrolló a la sombra de la bandera: el militarismo.

El militarismo se alimenta con la flor de la juventud, destruyéndola con vicios y corrupciones cuando no en el choque horroroso de masas de acero en los campos de batalla. La juventud; lo mejor del proletariado será destruida locamente para defender la patria que no le pertenece, que no es otra cosa que la manta que cubre los capitales de la burguesía.

No creemos, no podemos creer que la clase obrera de Europa sin una reflexión, sin un gesto, sin una santa rebelión se deje, pobre y desheredada, conducir resignadamente al campo de la guerra para defender lo que no le pertenece, lo que es de los ricos por cobardía de los pobres. Hasta el momento, ni una sola noticia nos ha llegado de Europa, que nos deje entrever la oposición de la clase obrera a la guerra. Nada sabemos de la actitud que asumirán los revolucionarios en estos momentos. Pero suponemos que esto se debe a la censura y al estado de sitio que impide la trasmisión de noticias que puedan ser perjudiciales a los gobiernos.

El proletariado no creemos será totalmente víctima de ese viento de locura guerrera que agita los nervios de grandes masas embrutecidas y reducidas al nivel más lamentable de bestias.

Los pueblos armados no llevarán a su fin la obra de exterminio que desea el Estado bárbaro, la patria criminal y la burguesía degenerada. De un momento a otro es posible que los gobiernos reciban la noticia de que la guerra no será entre naciones, sino entre clases. El proletariado tiene en sus manos suficiente poder para impedir la guerra. Más, tiene poder para dirigirla triunfante contra la sociedad actual, contra el régimen presente lleno de infamias y organizado para el crimen de la guerra entre los hombres. La revolución es la conclusión fatal a que conduce la guerra europea. Y si no se produce en los presentes momentos en que una gran sugestión colectiva ha despertado las barbaries atávicas de la especie y se obedece sólo a los impulsos de animalidad, cuando los efectos de la formidable hecatombe empiecen a sentirse, se operará la reacción inmensa contra la guerra y las armas, más de un país se inclinará por la revolución social.

Nadie puede acusarnos de violentos y enemigos del orden al querer destruir una sociedad cuya organización conduce a monstruosidades y salvajismos como los que presentan las naciones de Europa. La revolución, que todos los proletarios esperamos, es en Europa una necesidad de cuya satisfacción depende la propia vida de la clase obrera.

Por de pronto, los trabajadores lanzamos la más franca condenación a toda guerra. De todos los congresos obreros celebrados en Sudamérica han salido acuerdos en que a la guerra se contestaría con la Huelga General Revolucionaria. Por eso, ante la guerra europea, nuestra protesta debe hacerse sentir.

Los trabajadores de la Argentina, sin distinciones de nacionalidades ni de ninguna índole, sabrán lanzar un formidable anatema contra todos los causantes de las guerras.

Y en el caso probable de que la revolución sea un hecho antes que termine la guerra europea, desde aquí toda nuestra solidaridad debemos prestar al proletariado que se decida a ello. Nuestro apoyo debe ser un hecho, sin vacilaciones, aún a costa de generalizar hasta aquí la revolución.

Los trabajadores no queremos patrias ni banderas y todos los trabajadores del mundo no tenemos más que un enemigo: la sociedad burguesa.

Trabajadores: contra la guerra, contra la burguesía, la revolución social.


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