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Capítulo 12

Después del Centenario. Nuevo congreso de fusión (Diciembre de 1912). Actitud de la F.O.R.A. Congreso de Río de Janeiro. Huelgas.

La reconstrucción del movimiento obrero de la F.O.R.A. y de las fuerzas libertarias en general fue una tarea laboriosa, de tenacidad y de espíritu de sacrificio, aparte de la valentía qne implicaba por parte de los militantes expuestos a todas las persecuciones y rigores policiales. Ha costado realmente más de dos años el volver a iniciar la marcha interrumpida, pero el tesón y la firme voluntad de los trabajadores revolucionarios venció todos los obstáculos. La sola publicación de la prensa de ideas ha tenido que superar largos períodos de clandestinidad, de lucha palmo a palmo con la reacción, habiendo caído en esos ensayos ininterrumpidos buen número de obreros. Ya en la segunda mitad de 1913 se puede decir que el terrible período del Centenario había sido superado, pero en general eran nuevos hombres los que aparecían en los puestos de más relieve.

La Confederación Obrera Regional Argentina, de los sindicalistas, que no contaba con el caudal de energías y de abnegación que entrañaba siempre el movimiento anarquista, aun cuando gozase de mayores franquicias por parte de las clases conservadoras, lograba menos aún reponerse del golpe sufrido. De ahí nuevas tentativas de unificación con la F.O.R.A. La circular que sigue nos dice algo al respecto:

F.O.R.A. Consejo Federal, Buenos Aires, 4 de noviembre de 1912.

Compañeros: El Consejo de la Federación tiene el agrado de comunicar a esa sociedad las resoluciones tomadas en la reunión de delegados efectuada el día 3 del corriente en el local de la Federación Obrera Marítima.

Reunidos los delegados de la mayoría de las sociedades de la Capital y algunas del Interior, se acordó:

1° Aconsejar a las sociedades federadas que concurran al congreso profusión.

2° Aconsejar a las mismas que sostengan el pacto de solidaridad de la Federación, por creerlo más amplio que las bases presentadas.

3° Aconsejar a las sociedades federadas se deje sin efecto la resolución del V congreso de la F.O.R.A. que recomendaba como finalidad el comunismo anárquico.

Estas resoluciones han sido tomadas en la creencia que consultarán las aspiraciones de la mayoría de las sociedades que desean se realice la fusión, siempre, se entiende, que las bases consulten los verdaderos intereses de la clase trabajadora.

Estando próxima la fecha en que debe realizarse el congreso, se recuerda a las sociedades del interior que no puedan enviar delegados directos que lo comuniquen con la debida anticipación para proponerles compañeros que las representen, como asimismo comuniquen a este Consejo las resoluciones que se tomen con respecto a la fusión.

Sin otro motivo, os saludamos fraternalmente. Por el Consejo, A. Biondi, secretario.

La desconfianza sobre la sinceridad sindicalista no había desaparecido, aun cuando en parte también los sindicalistas habían sufrido persecuciones en el Centenario; por eso la circular anterior invitando a concurrir al tercer congreso de unificación y recomendando la supresión de la finalidad del comunismo anárquico, tenía que ser acogida por parte de muchos como una regresión inaceptable.

El anunciado congreso de fusión se realizó en la primera semana de diciembre de 1912 en Buenos Aires. Concurren sesenta y dos sociedades. Cuarenta y dos sociedades aprobaron las bases presentadas para la fusión.

En vista de la disparidad de criterios se aprobó esta proposición de los Aserradores:

Considerando que una gran parte de los delegados vienen con mandato imperativo algo restringido y por lo tanto inhibidos para tomar una resolución trascendental, cual es nombrar el Cuerpo Federal, proponen:

No dar por clausurado este congreso y pasar a cuarto intermedio por el tiempo que los congresales crean necesario a fin de que la comisión pase ad referendum las bases para que las sociedades las aprueben y hagan las enmiendas que consideren pertinentes, y al reanudar este congreso su asamblea final, los delegados vengan con más amplitud en sus mandatos.

Nombrar una comisión del seno de este congreso para que corra con los trabajos necesarios y haga el llamado cuando las sociedades hayan tratado las bases dentro del plazo que fije el congreso.

La comisión fue compuesta por Lotito, Marotta, Montesano, Bianchetti, Montale, Loperena, Patroni, Barrera, Rosa, García, Ortega, Pellegrini, Tuset, Mazzola y Rosanova.

Las bases presentadas para la fusión son éstas:

Declaración de principios.

Considerando: que el desenvolvimiento científico y de las fuerzas productivas tienden cada vez más a economizar los esfuerzos del hombre para producir lo necesario a la satisfacción de sus necesidades; que esta misma abundancia de producción desaloja a los trabajadores del taller, de la mina, de la fábrica y del campo, haciendo cada vez más difícil su vida; que todo hombre requiere para su sustento cierto número de artículos indispensables y por consiguiente necesita dedicar una cantidad determinada de tiempo a esta producción como lo proclama la justicia más elemental; que esta sociedad lleva en su seno el germen de la destrucción en el desequilibrio perenne entre las necesidades creadas por el progreso mismo y los medios de satisfacerlas, desequilibrio que produce las continuas rebeliones que en forma de huelga presenciamos; que el descubrimiento de nuevos instrumentos de riqueza y la perfección de los mismos lleva a la miseria a miles de hogares, cuando la razón nos dice que a mayor facilidad de producción debiera corresponder un mejoramiento general de la vida de los pueblos; que este fenómeno contradictorio demuestra la viciosa constitución social presente; que esta constitución viciosa es causa de guerras intestinas, crimenes, degeneraciones, perturbando el concepto amplio que de la humanidad debemos tener, basándonos en la observación y en la inducción científica de los fenómenos sociales; que esa transformación económica tiene también que reflejarse en todas las instituciones; que la evolución histórica se hace en el sentido de la libertad individual; que ésta es indispensable para que la libertad social sea un hecho; que esta libertad no se pierde sindicándose con los demás productores, antes bien se aumenta por la intensidad y extensión que adquiere la potencia del individuo; que el hombre es sociable y por consiguiente la libertad de cada uno no se limita por la del otro, según el concepto burgués, sino que la de cada uno se complementa con la de los demás; que las leyes codificadas e impositivas deben convertirse en constatación de leyes científicas vividas de hecho por los pueblos y gestadas y eláboradas por el pueblo mismo en su continua aspiración hacia lo mejor, cuando se haya verificado la transformación económica que destruya los antagonismos de clase que convierten hoy al hombre en lobo del hombre y funde un pueblo de productores libres para que al fin el siervo y el señor, el aristócrata y el plebeyo, el burgués y el proletario, el amo y el esclayo, que con sus diferencias han ensangrentado la historia, desaparezcan al fin bajo la sola denominación de hermanos.

La nueva organización afirma:

La existencia de un conflicto económico entre el proletariado y la burguesía, dos clases contrarias e irreconciliables; aquél constituido por los productores que son los creadores de toda la riqueza social; ésta (la burguesía) formada por los detentadores de la producción.

Que mientras el proletario no sea el poseedor de los instrumentos de trabajo (ferrocarriles, vapores, minas, tierras, fábricas, etc.); la lucha de clases, el choque permanente entre proletarios y burgueses, entre capital y trabajo, seguirá cada vez más acentuándose, conmoviendo a la sociedad sin que basten las legislaciones sociales o represivas para solucionar el problema.

Que la posesión de los medios de producción dará solución a los problemas sociales, morales e intelectuales que sintetizan la emancipación proletaria.

Que para alcanzar ese propósito la sola fuerza individual del trabajador no basta, y que seria ilusionarse el esperar nuestra emancipación de parte de los gobernantes, puesto que ellos no pueden hacer nada, en virtud de que nuestro mejoramiento está en razón directa con el decrecimiento de la potencia gubernamental.

La nueva organización declara:

Que de las formas de agrupación el sindicato es el mejor instrumento, dado que es una agrupación de intereses que coliga a los explotados ante el enemigo común: el capitalismo y el Estado.

Considerando también que si el sindicato se aisla, cometería fatalmente el mismo error que el trabajador aislado al que le faltaría la práctica de la solidaridad, es necesario que los productores se agrupen en sindicatos, y completen en seguida la obra sindical, haciendo adherir su sindicato a la federación local y por vía de la unión nacional a la nueva organización.

La nueva organización declara:

De acuerdo con el axioma de la Internacional: La emancipación de los trabajadores no puede ser más que obra de los trabajadores mismos.

Propósito de la nueva organización.

La nueva organización agrupa fuera de toda escuela política, diferencia de raza, nacionalidad y sexos, a todos los trabajadores conscientes de la lucha empeñada por la desaparición del patronato y dei asalariado.

Precisa por las consideraciones siguientes esta afirmación teórica.

En la obra de reivindicación cotidiana, persigue la coordinación de los esfuerzos obreros, el acrecentamiento del bienestar de los trabajadores por la realización de mejoras inmediatas, tales como la disminución de las horas de trabajo, aumento de salario, etc. Pero esta tarea no es más que una parte de la obra a realizarse; además prepara la emancipación integral, la cual sólo puede realizarse por la expropiación capitalista; preconiza como medio de acción la huelga general y considerando que el sindicato, hoy grupo de resistencia, será en el porvenir el grupo de producción y de reparto, base de una nueva organización social constituida por asociaciones libres de productores libres;

Declara que esta doble tarea cotidiana y de porvenir abarca la situación de los asalariados reclamando de todos los trabajadores, cualesquiera que fuesen sus opiniones o sus tendencias políticas o filosóficas, el deber de pertenecer al grupo esencial cual es el sindicato.

Declara que a fin de que alcance su máximo de efecto, la acción económica debe ejercerse directamente contra el patronato y el Estado, no debiendo las organizaciones en su calidad de grupos sindicales, preocuparse de los partidos y sectas.

Ostensiblemente, desde un punto de vista objetivo, habría poco o nada que objetar a las bases propuestas; pero en el mismo espíritu estaban informadas las aprobadas en el primer congreso de la Federación y sin embargo la escisión se produjo de hecho en el mismo congreso. Más que las ideas expuestas en el papel, lo que dividía al proletariado argentino eran la conducta práctica y la rivalidad inevitable y continua de las diversas corrientes que aspiraban al predominio. Ni los sindicalistas ni los anarquistas ni los socialistas estaban dispuestos a convertirse unos en simple contingente pasivo de los otros. Los que no conocen esa situación íntIma y se guían sólo por las declaraciones escritas, no pueden juzgar con exactitud el alcance de la insistencia de unos en llegar a la fusión de todas las organizaciones obreras y la resistencia de otros a esa fusión.

El 25 de diciembre de 1912 en el local de los Conductores de Carros de la Capital, la F.O.R.A. realizó una reunión de delegados en donde se resolvió aprobar esta moción presentada por los Albañiles:

En vista de que las bases presentadas para la unificacIón no son más amplias que el pacto de solidaridad de la F.O.R.A., aconséjase a las sociedades federadas que no concurran al congreso y mantengan a la F.O.R.A.

La polémica que siguió en la prensa definió la situación enteramente contra el congreso de fusión por parte de los anarquistas. Los periodistas Teodoro Antilli y Julio R. Barcos y casi todos los militantes de entonces, se resistieron enérgicamente a la aceptación de las nuevas bases y al cambio de nombre de la F.O.R.A. Barcos decía: ¿Quién ha hecho la historia del proletariado en estos países sudamericanos? La F.O.R.A. Una vibrante apología del significado histórico de la Federación, La Protesta, 15 de diciembre 1912.

Caldeados los ánimos por esa polémica, una reunión de delegados realizada en la última semana de mayo de 1912, acordó poner en ejecución la resolución siguiente:

La F.O.R.A., teniendo en cuenta la urgente necesidad de orientar al proletariado organizado de la Argentina, por una vía segura y definitiva, tal como lo reclaman las circunstancias y la acción de todos los momentos, y considerando que esto será imposible mientras continúen teniéndose en cuenta a otras instituciones existentes o a fundarse en lo futuro y considerando también que la fusión de las fuerzas obreras es un hecho dentro de la F.O.R.A., ya que todo el proletariado del interior y la gran mayoría de los gremios organizados de la Capital Federal se han adherido a esta institución, aceptando su pacto de solidaridad, resuelve:

1° Desconocer toda institución fundada o que se funde con propósitos divisores entre el proletariado.

2° Considerar a todas las sociedades y federaciones de oficios no federadas con el carácter de autónomas, pactando esta Federación en caso de necesidad con sus respectivas comisiones o consejos, con exclusión de otros patrocinantes, reconociendo y aceptando para el caso a los delegados nombrados en asamblea o por la Comisión de su gremio respectivo.

3° Conservar las más armónicas relaciones con todas las sociedades autónomas o no adheridas, a las que comunicará sus acuerdos y resoluciones para su conocimiento, en interés de toda la clase proletaria.

4° Los pactos o acuerdos que con los gremios autónomos celebrare la Federación deberán estar comprendidos en su Pacto de solidaridad, en las resoluciones adoptadas por sus congresos o en su defecto serán ellos de interés general para el proletariado organizado.

5° Insistir en el cumplimiento del artículo 18 del pacto de solidaridad.

6° El presente acuerdo deberá ser enviado a los gremios obreros adheridos a la F.O.R.A. para su discusión y aprobación en caso de creerlo necesario y a las sociedades autónomas para su conocimiento.

Puesta en vigor esa resolución, la reanudación de las sesiones del congreso de fusión estaba de más.

La F.O.R.A. prosiguió su ardua tarea de abrirse camino frente a la reacción interna y junto a sus afines del exterior, sin olvidar ni por un momento a los enemigos tradicionales, el capitalismo y el Estado, ni la necesidad de estrechar los vínculos de la solidaridad internacional de los trabajadores revolucionarios.

En el año 1913 hubo dos actos internacionales en donde la F.O.R.A. estuvo representada: el congreso sindicalista de Londres, donde se echaron las bases de una reconstrucción de la Internacional, esfuerzo interrumpido y malogrado luego por la guerra de 1914-18, y el segundo congreso de la Confederación Obrera Brasileña, celebrado del 8 al 13 de septiembre de 1913 en Río de Janeiro. En ese congreso, a propuesta de la Federación Obrera de Santos, se aprobó por unanimidad el pacto de la F.O.R.A. aceptado en el VI congreso. También se aprobó esta moción del delegado de la F.O.R.U. y de la F.O.R.A.:

Al proletariado del Brasil reunido en segundo congreso obrero:

Considerando que las fronteras convencionales de los Estados políticos de la burguesía no deben separar a los trabajadores de la clase a que pertenecen y que nuestra condición de productores explotados nos coloca en el mismo plano de lucha que a todos los obreros del mundo; considerando que las fronteras son expresión de intereses burgueses y, por consiguiente, en antagonismo con los intereses de nuestra clase y con los altos sentimientos de humanidad; considerando que los intereses del proletariado son idénticos en todos los países y que esta identidad de intereses, para ser defendidos internacionalmente, crea imperiosas necesidades de relación entre los trabajadores de las diversas naciones llamadas a realizar una acción conjunta, ofensiva y defensiva, en oposición a la acción que actualmente desenvuelve la burguesía de varios países del continente americano en contra del proletariado organizado; considerando que, para llegar a establecer las relaciones y estrechar los lazos que permitan a nuestra clase llevar a la práctica esa acción conjunta, ofensiva y defensiva, es indispensable organizar primeramente el primer congreso obrero sudamericano, donde se establezcan las bases y acuerdos que sirvan de norma a los obreros del continente en su acción internacional, la Federación Obrera Regional Argentina y la Federación Obrera Regional Uruguaya proponen:

1° Que se constituya un Comité Internacional de relaciones entre los trabajadores de América del Sur.

2° Que este comité quede desde ya constituido con un delegado por cada país aquí representado, funcionando en Río de Janeiro en tanto las necesidades no nos obliguen a cambiar de lugar.

3° Que los gastos hechos por el comité sean proporcionalmente cubiertos por la F.O.R.A., la F.O.R.U. y la C.O.B.

4° Que este comité publique de dos o de tres en tres meses un boletín redactado en español y portugués, conteniendo todos los datos estadísticos posibles respecto al movimiento obrero de los países sudamericanos, reflejando simultáneamente la orientación de los mismos. Este boletín contribuirá eficazmente en la tarea de organizar el primer congreso obrero sudamericano. La Organización de este congreso será el fin para el cual el Comité deberá trabajar tenazmente.

5° Que el referido boletín sea distribuido entre todas las federaciones y confederaciones existentes en América del Sur.

6° Que dado el caso de ser los trabajos del Comité interrumpidos por cualquier arbitrariedad gubernamental, sea comunicado, con la mayor rapidez posible, a todas las organizaciones obreras sudamericanas, provocando así un acto simultáneo de protesta internacional de todo el proletariado del continente. -José Borobio, delegado por la F.O.R.A. y la F.O.R.U.

Tampoco tuvo verdadera eficacla esa resolución. Pasó todavía buen número de años hasta materializar ese viejo anhelo de una asociación obrera revolucionaria continental.

En la segunda mitad de 1913 se produjeron grandes huelgas en diversos lugares del país. Después del terror del Centenario, el proletariado comenzaba a levantar la cabeza. Son inolvidables en ese concepto los movimientos de Berazategui, de Punta Alta, de Tandil, de los Pinos, etcétera. La huelga de las cristalerías de Berazategui, rica en luchas heroicas y en incidentes, memorable además porque en su desarrollo murió trágicamente el secretario de la F.O.R.A. y redactor de La Protesta, Costanzo Panizza, elemento de mucha valía, terminó con un triunfo completo después de varios meses de resistencia tenaz. Las condiciones firmadas son éstas: 1° Admisión de todo el personal, sin exclusión alguna; 2° Expulsión de los capataces Mauver y Sabaté; 3° El cinco por ciento de aumento en la botella; 4° El seguro obrero sobre accidentes de trabajo; 5° Pago de todas las botellas que salgan malas por culpa de las máquinas y derecho de revisación de éstas; 6° Jornal de 3 pesos para los relevos de sacadores; 7° Al sacador que trabaje con dos aprendices, jornal de pesos 5.50; 8° Al prensista que trabaje con un sacador, 4.50; 9° Cuando pare un horno, el personal será empleado en otro trabajo y en todo caso el horno no deberá parar más de dos meses; 10° Expulsión de todo el personal adventicio; 11° Inclusión en el reglamento interno de las modificaciones solicitadas para los gasistas, enformadores, portadores de botellas al archa y peones.

Esa huelga, como las otras de aquella época, costó numerosas víctimas, numerosas detenciones de obreros y propagandistas, sacrificios muy grandes. La F.O.R.A. quiso realizar un mitin de protesta en Buenos Aires, pero la policía no se lo permitió. En vista de esa censura, se resolvió una huelga general por 48 horas, a la que adhirieron 32 sindicatos de la Capital, la Federación Obrera Local Rosarina, la Federación Obrera Local de La Plata, la Federación Obrera Local de Mar del Plata, aparte de diversas entidades autónomas del interior y de Buenos Aires. El paro se hizo efectivo el 24 y 25 de octubre de 1913, el primer movimiento colectivo de los trabajadores después de la reacción de 1910.

Se había roto, al fin, la mordaza.


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