Índice de Compendio de la historia de México de Manuel PaynoLección XXXVII de la Cuarta ParteLección XXXIX de la Cuarta ParteBiblioteca Virtual Antorcha

COMPENDIO DE LA HISTORIA DE MÉXICO

Manuel Payno

Cuarta parte

HISTORIA MODERNA
De mayo de 1876 a principios de 1878

LECCIÓN XXXVIII

División del partido liberal.- El señor Lerdo acepta la reelección.- Último ministerio del señor Lerdo.- Crisis política.- Crisis militar.- Tecoac.- Fin del gobierno del señor Lerdo y su salida de la capital.


- ¿Qué aspecto tomaron las cosas, supuesto ese desprestigio del gobierno del señor Lerdo, y del cual me habéis dado una idea en e capítulo anterior?

- Los partidarios de Lerdo, que eran numerosos e influyentes en toda la nación, procuraron sostener a la administración y hacer que recobrara la popularidad que había tenido en un principio; pero todo fue en vano.

- ¿Por qué razón?

- Porque se dividieron, y perdida la unidad se perdió la fuerza. Los unos opinaban que por cuantos medios lícitos o ilícitos fueran imaginables, debía sostenerse la reelección. Los otros, como don Ramón Guzmán, que habló con verdad al señor Lerdo, y no habiendo podido lograr nada se marchó a Europa, creían, al contrario, que se debía prescindir de la reelección, amonestar al señor Lerdo para que terminado su periodo se fuese a Europa, o prescindiese absolutamente de mezclarse en la política; y añadían que de esta manera se terminaba enteramente la revolución reeleccionista, y el señor Lerdo quedaba como seguro candidato para el otro periodo constitucional.

- ¿Qué actitud guardaba el señor Lerdo en este conflicto?

- No decía una sola palabra que indicase su voluntad, ni en un sentido ni en otro, y sus amigos y partidarios no se atrevían tampoco a hablarle con la debida franqueza.

- ¿Qué fin tuvo esta lucha?

- Los partidarios de la reelección obtuvieron de pronto el triunfo. Los trabajos se redoblaron en todos los Estados; una comisión de diputados que se acercó al señor Lerdo, obtuvo su aceptación para el nuevo periodo presidencial. Las elecciones secundarias para presidente de la República y magistrados de la Corte de Justicia, se verificaron con regularidad el primer domingo de julio (1876) en toda la República, exceptuando algunos distritos ocupados por fuerzas porfiristas, y desde luego los diversos partes telegráficos anunciaron que el señor Lerdo había obtenido la mayoría. Esto dio un mayor impulso a la revolución armada, y dividió clara y marcadamente al partido liberal en tres fracciones: lerdistas, porfiristas, iglesistas. Estos últimos, que en su mayor parte eran antes amigos de Lerdo, no opinaban por la reelección, ni por el general Díaz, y creían que el poder debía recaer en el licenciado don José María Iglesias, presidente de la Corte Suprema de Justicia. En vano se trató de una fusión para fortalecerse contra el enemigo armado; en vano se imaginaron medidas conciliatorias. La revolución moral se manifestó en el mismo Congreso, y los pocos amigos que habían quedado al señor Lerdo, para aclarar la situación, ya bastante grave, manifestaron decididamente su descontento con el ministerio, especialmente contra el general don Ignacio Mejía, que fue objeto de fuertes invectivas en la tribuna y en la prensa, acusándolo de traicionar al presidente para su provecho personal, y se le hizo responsable de una manera pública en los corrillos, de los desastres sufridos en la campaña de Oaxaca y Puebla por las tropas federales. En el curso de días y semanas que se pasaban en estos debates, el señor Lerdo, casi forzado, no cambió, sino modifico el ministerio, pero como quien dice, a última hora, y sin que le diese el resultado que se esperaba.

El nuevo ministerio se compuso como sigue, y comenzó a funcionar el 31 de agosto de 1876.

Ministro de Relaciones, licenciado don Manuel Romero Rubio;
Gobernación, licenciado don Juan José Baz;
Justicia, oficial mayor encargado don José Díaz Covarrubias;
Fomento, licenciado don Antonio Tagle;
Guerra, general don Mariano Escobedo;
Hacienda, permaneció don Francisco Mejía.
En el gobierno del Distrito continuó el licenciado don Joaquín Othón Pérez.

- ¿Cómo vino a terminar esta situación tan comprometida?

- La verdadera crisis se determinó por tres causas: La miseria del tesoro federal, la reelección, y la actitud del presidente de la Corte de Justicia.

- Explicadme esto, aunque sea brevemente.

- El 26 de septiembre (1876) el Congreso de la Unión se erigió en colegio electoral. Los debates fueron acalorados y violentos, pero con todo y ello el señor Lerdo de Tejada fue declarado presidente de la República por 123 votos contra 49. Algunos diputados no concurrieron a la sesión. Al día siguiente 27, el presidente de la Corte de Justicia, don José María Iglesias, dirigió una comunicación a la misma Corte, toda de su letra y fechada en México, desconociendo la elección hecha por el Congreso, y anunciando que no renunciaba su puesto, pero que no concurriría a la Corte hasta que no se restableciera el orden constitucional, que creía interrumpido por la reelección del señor Lerdo. El licenciado don Manuel Alas, como fiscal, apoyó esta especie de protesta, y votaron a favor de ella los magistrados Montes, Ignacio Ramírez, Guzmán (don Simón), García Ramírez y el mismo Alas. El licenciado Iglesias, que desde días antes, con pretexto de enfermedad, había permanecido oculto, salió de la ciudad en compañía de su amigo don Joaquín Alcalde, tomando el rumbo de Toluca hasta la hacienda del Salitre, propiedad de don Ignacio Mañón; de allí, con las seguridades posibles, continuaron rumbo al interior, resultando en el Estado de Guanajuato, donde tenían de antemano inteligencias, y fueron bien acogidos por el gobernador Antillón y la legislatura. Don Guillermo Prieto salió uno o dos días después, tomando el camino de río Hondo.

No obstante esto, el mismo día 27, con salvas de artillería, repiques y cohetes, fue publicado el bando que declaraba presidente reelecto al señor Lerdo. El gobierno parecía despreciar todos estos graves acontecimientos, y quiso dar muestras de vigor mandando reducir a prisión a los magistrados iglesistas; pero el golpe de gracia estaba dado.

- ¿Cómo siguieron desarrollándose tan fatales acontecimientos?

- A la crisis política siguió necesariamente la militar. El gobierno tenía que hacer frente a la revolución del general Díaz, creciente en los Estados de Oaxaca, Puebla y Veracruz, y a la revolución de Iglesias, que patrocinada por las fuerzas del Estado de Guanajuato se había propagado por el interior. A principios de noviembre salió el general Loera rumbo a Querétaro, pero se encontró con fuerzas iglesistas de la sierra. El día 3 de noviembre salió el general don Francisco Vélez con artillería, y llegó a Querétaro. El día 5 se supo en la capital que el general Tolentino se había pronunciado en Apizaco en favor del general Díaz, quedando interrumpida la línea del ferrocarril de Veracruz. El general don Ignacio Alatorre, que se hallaba en México, no pudo ya regresar por el ferrocarril, y después de varias conferencias con el gobierno, y de formar este o el otro plan, se resolvió que se atacaría decididamente al enemigo. El general Alatorre con sus ayudantes y una corta escolta, tomó el solitario camino de Río Frío y logró ponerse a la cabeza de sus tropas, dirigiéndolas desde luego a combatir con las del general Díaz. El día 16 se encontraron las dos fuerzas en un punto llamado Tecoac, entre Huamantla y el Pinal. En momentos la división del gobierno se vio envuelta y cortada por las fuerzas del general González; el ánimo no estaba ya muy fuerte y la moral se acabó de perder. La artillería, parque, mulas, equipajes, todo quedó en poder de los porfiristas; y el general Alatorre, con miserables restos, entró en Puebla, y de allí inmediatamente se dirigió a la capital en compañía del gobernador don Ignacio Romero Vargas. Es voz general que en esta acción no hubo ni aun ochenta muertos y heridos entre los dos contendientes.

Sea de esto lo que fuere, el desconcierto fue general en la capital. El general Escobedo se presentó al Congreso asegurando que había cinco mil hombres en Puebla a favor del gobierno, pero esos cinco mil hombres se pusieron a disposición del general Díaz, que ocupó la plaza el 19.

- ¿Qué hizo el señor Lerdo y sus partidarios en tan tremendo conflicto?

- No obstante las promesas de resistencia del ministro de la Guerra, el señor Lerdo arregló como pudo sus asuntos particulares, y en la madrugada del día 20 salió de la capital rumbo a Toluca, acompañándolo sus ministros Romero Rubio, Baz, Escobedo, Mejía (don Francisco), y algunas otras personas más. El Congreso se disolvió desde en la tarde, y los lerdistas de más importancia se ocultaron. Los iglesistas creyeron ya el triunfo seguro para ellos. Los presos políticos detenidos largos días en Santiago, recobraron su libertad.

El mando de la ciudad abandonada por las supremas autoridades, quedó a cargo del general don Francisco Loaeza; de gobernador interino el licenciado don Protasio Tagle; de jefe de la policía el general don Aureliano Rivera; y de inspector don Feliciano Chavarría.

Así terminó antes del periodo legal, el gobierno del presidente constitucional don Sebastián Lerdo de Tejada.

Índice de Compendio de la historia de México de Manuel PaynoLección XXXVII de la Cuarta ParteLección XXXIX de la Cuarta ParteBiblioteca Virtual Antorcha