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LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA

Spectator

LIBRO SÉPTIMO
La primavera del movimiento
(1928 -mayo a diciembre)
Capítulo décimo

Jovencita mártir.
Pureza del heroismo.
Muerte gloriosa.



ZENAIDA LLERENAS

A fines de este mismo noviembre murió en la prisión de Colima Zenaida Llerenas, jovencita que en unión de su madre, la señora Rosalía Torres viuda de Llerenas, hermana del heroico coronel Marcos V. Torres, había sido arrestada el 7 de junio, fiesta del Corpus Christi.

En este tiempo ya no era gobernador del Estado el Lic. Solórzano Béjar, sino Laureano Cervantes, que llegó al poder por gracia y favor de su antecesor, y fue continuador de su obra de impiedades e infamias: en manos de sus esbirros, cayeron estas dos víctimas.

Cuando se las aprehendió fueron internadas en el departamento de la cárcel en que se arresta a las mujeres de vida pública; pero el Angel de Dios no dejó un momento de protegerlas.

Es imposible -escribía la señora en una carta de la cual esto está tomado- describir los sufrimientos de esos días. Basta decir que estábamos separadas la una de la otra y sin ningún consuelo. Los que iban a tomarnos declaración nos molestaban con muchas impertinencias. A mí me decían que ya mi hija había sido fusilada, y a ella le decían lo mismo de mí, y nosotras no sabíamos si esto sería verdad. Lós dos primeros días se dio orden de que no se nos diese de comer; pero Dios, que obra en todo, puso personas caritativas que nos diesen algo.

LA PRIMERA NOCHE EN LA CARCEL

Las celdas o bartolinas en que aquellas dos heroínas cristianas estaban encerradas, eran estrechas, oscuras y hediondas. La puerta no se abría sino para que entraran los verdugos a molestarlas.

La primera noche de la prisión se presentó el general callista Charis para tomar separadamente declaración a las dos presas. Ambas ocultaron todo y nada dijeron de lo que sabían. Zenaida fue amenazada con la muerte; más aún, con la infamia:

- Tu orgullo -dice el' general, lleno de cólera al ver que la jovencita cerraba los labios y nada declaraba- está en que eres señorita; pero si insistes en tu silencio, te entregaré a estos soldados en este mismo momento.

Y mientras los soldados con diabólicas risotadas, aplaudían la proposición del general, dice ella:

- ¿ Esa es la honra de un militar? Bella honra deberá tener, si así sabe castigar. Tiene usted sus armas, prefiero que me maten.

Y el Señor salvó a su virgen; los soldados no la tocaron y el general salió de la prisión.

FARSA FEROZ

En otra ocasión el general dice a la niña mártir:

- Ya maté a tu madre. ¿Por qué no dices lo que se te pregunta? ¿Qué es lo que esperas? ¿Quieres que te mate también?
- ¿Por qué se tarda, general? Lléveme a donde está muerta mi madre y máteme allí también.

Entonces los soldados, para atemorizarla, le pusieron una soga al cuello y simularon que la ahorcarían.

- General -dice la mártir-, no me ahorque, saque su pistola y máteme mejor con ella.
- No, porque el parque me cuesta.
- Yo pago el cartucho que gaste en matarme. Máteme con la pistola en lugar de ahorcarme.

MADRE E HIJA REUNIDAS, FINALMENTE

Después de doce días de atroz martirio en que habían sufrido separadas una de la otra, fueron presentadas al Juzgado de Distrito, en donde por vez primera se vieron madre e hija. De allí fueron de nuevo internadas en la cárcel; mas ya no separadas, sino juntas y en una misma celda.

Entre tanto acaeció la muerte del coronel Marcos V. Torres, hermano de RosalÍa. Los gendarmes les llevaron la noticia riendo a carcajadas y llenos de diabólica alegría, mofáronse del dolor de madre e hija.

Así, entre tantas y tan grandes penas, fueron pasando los días. El 23 de noviembre Zenaida cayó enferma de fuerte fiebre contraída ahí mismo con tantos sufrimientos, y no fue posible combatir el mal debidamente con medicamentos, dado que se encontraba en prisión y entre verdaderos verdugos impíos.

LA AGONIA DEL LIRIO

La noche de su muerte -narra la madre- tuvo un fuerte vómito y empezó a sufrir grande angustia ... En la madrugada, viendo que no sentía ningún alivio ... quise darle algún remedio ... Lo único que tenía era un poco de linaza; pedí un cerillo, y con una escoba vieja que encontré hice un poco de lumbre, la cocí y se la di. Sin embargo, cada vez la veía más grave; entonces, ... no siendo posible que recibiese los Santos Sacramentos, le dije: Vamos rezando, hija, a lo cual ella accedió con gusto.
Rezamos el acto de contrición, la comunión espiritual y la consagración de los vasallos de Cristo Rey, a cuya asociación pertenecía ella desde que fue fundada en Comala, pueblo de su infancia. Le recordé la indulgencia plenaria concedida a los que, en el trance de la muerte, dijesen, con el corazón contrito, la jaculatoria: ¡Viva Cristo Rey!, la cual estuvo repitiendo varias veces con mucha devoción. No perdió el conocimiento y continuó tranquila; me dijo que no se acordaba ni sentía remordimiento de ningún pecado grave ... y manifestando tener sueño, se acomodó boca arriba, como que dormía, y, sin ninguna agonía, quedó dormida para ya no despertar más en esta vida. Eran como las tres y media de la mañana del 27 de noviembre.
Desde el amanecer no faltó mucha gente que se abría paso para entrar a verla y llevarle flores.

NUEVOS HECHOS DE ARMAS

Al llegar diciembre siguió habiendo combates por todas partes. Todos los grupos libertadores hubieron de luchar, ya aquí ya allá, atacando al enemigo o siendo atacados. Por parte de los cristeros, en todos los combates del mes, no hubo sino un muerto. Por parte de los enemigos, más de ochenta; contando los heridos y dispersos subieron a doscientas las bajas hechas al callismo.

En los días de Navidad fue de nuevo a visitar las fuerzas de Colima el jefe de la División, general don Jesús Degollado, quien para la mejor marcha del movimiento, dividió toda la zona en dos sectores: uno, a cargo del general de brigada Miguel Anguiano Márquez, y el otro, a cargo del general brigadier Andrés Salazar.

Esta visita del Gral. Degollado con su escolta y Estado Mayor, duró varios días que pasó en el cuartel del general Anguiano Márquez, el cual, en ese tiempo, no estaba ya en la Mesa de la Yerbabuena, sino en Santiago o cuchilla de la Laguna Verde, en donde también estaban el hospital cristero y la capilla, en que, de una manera habitual, se guardaba el Santísimo Sacramento. Acompañaba en esta gira a la gente del general Degollado, el Padre don Emeterio C. Covarrubias, que aprovechó esta ocasión para venir y visitar a su amigo el Padre Ochoa, capellán de los cristeros del Volcán de Colima.

En esta ocasión tuvo verificativo el ataque a un tren carguero, entre las estaciones de Alzada y Tonilita, Jal., de que se habla en las efemérides, con fecha del 22 de diciembre.

LA NOCHE DE NAVIDAD

Con solemnidad y alegría en campamento Santiago se celebró la Noche Santa de Navidad, comulgando casi la totalidad de los cristeros de todos los campamentos del Volcán que se reunieron allí, incluyendo Estado Mayor y escolta del general Degollado. El Santísimo Sacramento estuvo expuesto toda la noche. Hubo seis misas: las 3 rituales de Navidad, por cada uno de los dos sacerdotes que se encontraban en el campamento. Y hubo, como la añadidura del Evangelio, su alegre buñuelada para todos los cristeros.
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