Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo LXXICapítulo LXXIIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LXXII

Que trata de las señales y prodigios que hubo antes de la destrucción y fin del imperio

En el año de 1510 que llamaron macuili toxtli, fue cuando apareció en muchas noches un gran resplandor que nacía de la parte de oriente, subía en alto y parecía de forma piramidal, y con algunas llamas de fuego, el cual causó tan gran admiración y temor en toda la tierra, que aún los muy entendidos en la astrología y conocimientos de sus adivinanzas y profecías se hallaban confusos; aunque de muy atrás tenían noticias, y hallaban en sus historias, que ya se acercaban los tiempos en que se habían de cumplir las cosas que dijo y pronosticó Quetzalcóatl y otros filósofos y sabios antiguos; y a quienes más cuidado les daba era a los reyes Nezahualpiltzintli y Motecuhzoma, como personas que en ellos se había de ejecutar el rigor de las mudanzas del imperio, y como el rey de Tetzcuco era tan consumado en todas las ciencias que ellos alcanzaban y sabían, en especial la astrología confirmada con las profecías de sus pasados, además de la aflicción en que se vela, menosprecio su reino y señorío, y así a esta sazón mandó a los capitanes y caudillos de sus ejércitos que cesasen las continuas guerras que tenían con los tlaxcaltecas, huexotzincas y atlixcas, para el ejercicio militar y sacrificio de sus falsos dioses; y contra las provincias remotas en donde tenían sus fronteras y presidios, que tan solamente las guardasen y defendiesen sin hacer algunas entradas, para que el poco de tiempo que le restaba de señorío y mando, le gozasen con toda paz y tranquilidad. Por otra parte, el rey Motecuhzoma tenía muy gran deseo de comunicar con él sobre las señales y de sus operaciones, y como estaban desavenidos y encontrados, el rey Nezahualpiltzintli por el gran pesar que tenía de la muerte y alevosía que contra su yerno el príncipe Macuilmalinatzin había hecho Motecuhzoma, y éste porque asimismo formaba otras quejas, que era la una la justicia tan severa y pública que Nezahualpiltzintli había hecho con su hermana la reina Chachiuhnenetzin, y las otras asimismo de otros dos castigos que había hecho, el uno contra el príncipe Huexotzincatzin su sobrino, y el otro contra su suegro señor de Azcaputzalco Tezozómoc, se juntaron los dos reyes y satisfaciéndose cada uno de su queja, trataron muy largamente sobre lo que el cielo les amenazaba, y el rey de Tetzcuco dijo que todo se cumpliría sin que tuviese remedio alguno, y para que echase de ver el rey Motecuhzoma en que estimaba su reino y señorío, le propuso que se lo jugaría a trueque de que si le ganaba al juego de la pelota tres rayas, le diese tres gallos monteses, y que de ellos tan solamente quería los espolones, porque echase de ver en qué tanto estimaba todo lo que tenía y poseía; y así los dos reyes jugaron a la pelota, y habiendo ganado Motecuhzoma dos rayas continuas, que ya no le quedaba más de úna para hacerse señor de los aculhuas, comenzóse a alegrar y regocijar sumamente, y el rey de Tetzcuco que de intento se había hecho perdedizo, le dijo al rey Motecuhzoma que muy presto pararía aquel gusto de imaginarse hecho señor absoluto del imperio, y echaría de ver cuán mudable y perecedero es el mandar y gozar las cosas que ofrece el mundo, y que en testimonio de ser cierto y verdadero lo que decía, lo echaría de ver en el discurso del juego, porque aunque había ganado dos rayas, no le ganaría; y así prosiguiendo el juego, aunque el rey Motecuhzoma hizo todo lo posible para ganar la raya que le faltaba, no pudo. Nezahualpiltzintli, ganó haciendo todas las tres rayas, y habiéndolos festejado, y tratado de otros negocios, el rey de Tetzcuco se retiró a su casa y corte. Cada día se veían nuevas señales y grandes prodigios y portentos, que anunciaban la ruina y total destrucción de toda esta tierra y mudanza de todo el imperio.

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