Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo LXICapítulo LXIIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LXII

Que trata de un extraño y singular hecho que hizo Teuhchimaltzin, caballero descendiente de la casa de Tetzcuco

Entre los señores y capitanes de fama y valor que hubo en aquestos tiempos, fue uno de ellos Teuhchimaltzin de la casa y linaje de los reyes de Tetzcuco, del antiguo origen de los emperadores chichimecas, el cual toda su vida había andado en las conquistas y presidios que caían por la costa del Mar del Sur, por cuya causa conocía muy bien toda aquella tierra y sabía las costumbres y lengua de aquella nación, como si verdaderamente fuera su natural, por cuya causa intentó hacer un hecho notable de gran atrevimiento, y fue que en estos tiempos corría la fama de valeroso capitán y poderoso señor el de Zacatula, llamado Yopícatl Atonal, y aunque los ejércitos del imperio habían intentado muchas veces entrarse por sus tierras y conquistarlas, unas veces yendo cada uno de por sí, y otras todos juntos, siempre volvían destrozados y sin hacer cosa de consideración, mas por haber dado principio los aculhuas tetzcucanos a esta empresa en parte de tan poco fruto e interés para los mexicanos y tepanecas, todas las veces que Se encontraron y juntaban con ellos los tepanecas los baldoneaban y daban gritos; por lo cual corrido de esto Teuhchimaltzin como a quien tanta parte le cabía, se fue al rey su señor y le pidió licencia para que él con otros mercaderes tetzcucanos que trataban y contrataban en aquellas tierras. entrase en la provincia de Zacatula, ofreciéndole de sujetarla y traer vivo o muerto al señor de ella; y aunque al rey le pareció muy gran disparate y atrevimiento, se la dio de mala gana, porque le pareció que no saldría con su vano intento, y que se quedaría allá muerto o cautivo; el cual y los dos mercaderes que escogió para sus designios, se despacharon con toda prisa y secreto a la provincia de Zacatula, y así como llegaron a los términos de ella, se pusieron él y los dos mercaderes en traje conforme a los de aquella tierra, y se fueron a vender por las ferias aguardando tiempo y ocasión para hacer su hecho; mas no pudo ocultarse tanto que cuando él entendió estar más seguro fue conocido y llevado preso ante el señor, el cual lo mandó poner a buen recaudo para en la primera fiesta de sus falsos dioses sacrificarlo; y llegado el tiempo, un día antes de la fiesta, convidó a todos los más principales y señores de su corte a un solemne convite y sarao (que era costumbre hacerse de noche), y comenzando fueron entrando los señores y caballeros por su orden haciéndole la bienvenida y brindándole; de tal manera bebieron (como aquella nación tenía por costumbre) que antes que fuese la media noche todos los convidados y los de palacio estaban privados de sus sentidos, con que muy seguramente salió Teuhchimaltzin de los cuartos en donde estaba, se fue a la sala del sarao, y comenzó también a hacer las ceremonias que allí vio hacer a los demás, que como estaban tan embriagados, no vieron al enemigo que tenían consigo, el cual así como los vio rendidos y caídos por aquellos suelos, llegó al rey y con un navajón le cortó la cabeza y le quitó algunas de las insignias y joyas que tenía sobre sí, y echándolo todo en una talega que para el efecto había llevado, se salió de palacio y a todo correr se vino a las fronteras que por allí y cerca de los confines de esta provincia tenía el imperio. Los de la gente ilustre de Zacatula, cuando volvieron en sí y echaron de ver el mal suceso y temerario atrevimiento del cautivo, acordaron entre todos ellos rendirse y dar la obediencia a Nezahualpiltzintli su señor, y así despacharon un buen presente en seguimiento de Teuhchimaltzin, y llegados que fueron al presidio y frontera en donde él estaba, le rogaron se volviese a tomar la posesión de aquella provincia en nombre del rey su señor, y Teuhchimaltzin pidió ante todas cosas, rehenes para la seguridad de su persona y de la gente que consigo quería llevar, los cuales hicieron traer los hijos de su señor y caballeros, que quedaron en esta fortaleza, mientras Teuhchimaltzin fue a tomar posesión de la tierra y ponerla debajo de la sujeción del imperio; y así llegado que fue, lo primero que hizo, se señoreó de las fuerzas de los zacatultecas, y haciendo otras diligencias conforme a las leyes y costumbres del imperio, y dejando en la sucesión y señorío al heredero de aquella provincia y a los demás señores en su mismo ser y calidad, se volvió victorioso a su patria y entró triunfando por la ciudad de Tetzcuco en donde fue muy bien recibido y festejado; y habiendo presentado la cabeza e insignias de Yopicatl Atónal con gran suma de riquezas, fue premiado por el rey, haciéndole muy grandes mercedes, entre las cuales fue, que además de los lugares de que le hizo señor, mandó edificarle en la ciudad de Tetzcuco otras casas y palacios de la misma traza que los del señor de Zacatula. Este fue un admirable ejemplo y doctrina de que los reyes de Tetzcuco diversas veces se aprovecharon, para reprender a sus súbditos y vasallos contra el vicio de la embriaguez.

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