Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo LXCapítulo LXIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LXI

Que trata de la guerra que tuvo el rey Nezahualpiltzintli contra Huehuetzin de Huexotzinco, y cómo lo venció y cautivó

Hállase en las historias, que el rey Nezahualpiltzintli y el de Huexotzinco, Huehuetzin, nacieron en un mismo tiempo, hora y día, y los astrólogos y adivinos que les alzaron las figuras, hallaron que Nezahualpiltzintli había de ser vencido, aunque por él se había de cantar la victoria, con que estos dos príncipes vivieron siempre cuidadosos y con deseos de salir de esta duda. Como los infantes hermanos mayores de Nezahualpiltzintli tenían envidia de verle en el trono real que tanto ellos desearon, muy de ordinario en secreto, se carteaban con el de Huexotzincatl, dándole avisos, no tan solamente de las obras e intentos del rey su hermano, sino aún de los pensamientos; y así, viendo que el rey su hermano se aprestaba para ir sobre el de Huexotzinco, le avisaron luego dándole cuenta de la cantidad de gente que llevaba en su ejército, y la divisa que llevaba para que él echase todo el resto y la gente más experta en la milicia y procurase en todo caso matarle, pues le iba en ello la vida y la honra. El Huexotzincatl juntó lo mejor de su gente, y a los más valerosos soldados y capitanes les mostró la estampa de la divisa del rey de Tetzcuco, que había de llevar en la batalla que se les ofrecía, encargándoles echasen el resto y lo matasen, de manera que él quedase libre y con honra; todos los suyos le dieron palabra de hacerlo así, y habiendo llegado Nezahualpiltzintli al campo de la batalla con su ejército, al tiempo de comenzarla fue avisado de la traición que contra él sus hermanos tenían urdida, y de los pactos y conciertos secretos que con el Huexotzincatl tenían; y así, al tiempo que entró en la tienda para armarse y echarse la divisa, llamó en secreto a uno de sus capitanes que mucho le retrataba, y con él trocó las armas y la divisa diciéndole que convenía hacerla así a su servicio y bien de la real corona, ofreciéndole muy grandes mercedes al capitán, y si peligraba, a su mujer e hijos y a todos los de su casa y linaje, el cual le dio las gracias por la honra que le hacía en quererle ocupar en su servicio más a él que a otro de los del ejército, en donde había otros más valerosos que él. Hecha esta diligencia, salió este capitán de la tienda acompañado de toda la gente ilustre y capitanes del ejército, y fue a ponerse en el puesto que tenían los reyes, para dar principio a la batalla, y el rey con las armas del capitán se armó y llamó a siete soldados secretamente, de quienes se fiaba mucho, y no eran los peores de su ejército, con los cuales se fue a poner en parte más acomodada para venir a las manos con su contrario; y así se comenzó la batalla, los huexotzincas con gran ímpetu y coraje embistieron y a pocos lances hubieron a las manos al desdichado capitán que llevaba las armas y divisas del rey, y en un instante lo hicieron mil pedazos, no teniéndose por dichoso y bien aventurado el soldado y capitán que no llevaba un pedazo de su cuerpo o de sus armas y divisa, y fue de tal manera que hicieron retirar a los tetzcucanos más de doscientos pasos, y tan ciegos estaban con la victoria que el rey Nezahualpiltzintli tuvo lugar en esta ocasión de venirse a encontrar con el de Huexotzincatl, y embistiendo como león rabioso con él se encontraron los dos, y habiéndose dado muy grandes golpes, y teniéndole ya rendido, se abrazó con él por haberle vivo en las manos y llevarlo preso y cautivo. Los huexotzincas, los que más a mano se hallaron comenzaron con gran coraje a favorecer a su señor, y salieran con su intento si no lo defendieran los siete soldados que llevaba el rey de su guarda con otros siete capitanes que había vencido en la refriega el rey, los cuales con gran fuerza, resistían a los que querían favorecer a su señor, y como tigres rabiosos revolvieron contra los huexotzincas con tan gran ímpetu y prisa buscando a su señor, que en un instante llegaron a donde estaba revuelto el enemigo, el que como se vio perdido en medio de sus enemigos con tan poca ayuda y que le tiraban muchos macanazos y golpes de lanza, se hizo caedizo poniendo encima de él a su enemigo para que por su causa no le hiriesen sus contrarios, y no le valió tanto ese ardid, que con todo él no fuese herido en una pierna de que quedó cojo en toda su vida; mas como reconoció a los suyos que traían a mal traer a los huexotzincas y llegaban a socorrerle, volcólo otra vez cogiendo debajo a Huehuetzin, y habiéndole preso y cautivado, comenzaron a desamparar los huexotzincas y huir, haciendo en ellos los tetzcucanos gran matanza en los que se defendían, y a los que se rendían los prendían y cautivaban, con cuya hazaña volvió Nezahualpiltzintli a su corte victorioso y entró en la ciudad triunfando. Fue una de las batallas más notables y de más riesgo que él ni sus antepasados tuvieron, y así es muy notado de todos los históricos que tratan de esta historia. Por esta hazaña y memoria, hizo el rey un cercado tan grande y con tanta longitud, como la que hubo en aquella batalla de distancia de la parte en donde estuvieron los suyos y él metido dentro del ejército de sus enemigos. El cual cercado, es el de la laguna de las aves de volatería que atrás se ha referido, que hoy en día está en pie delante de sus palacios, y dicen los históricos que los astrólogos y adivinos del rey en nada se erraron de sus pronosticaciones, como parece por el discurso de la historia de esta batalla.

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