Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo XXVIICapítulo XXIXBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XXVIII

De cómo marchó con un poderoso ejército el príncipe Nezahualcoyotzin por la vía de Tetzcuco y cómo recobró el reino de los aculhuas y algunos acontecimientos notables que hubo

Por ser una de las cosas que más específicamente trata la historia general del imperio de los chichimecas, el menaje que hizo Tecuhxólotl a la provincia de Chalco, como atrás queda referido, no será razón dejado en silencio, ni lo que acaeció a Huitzilihuitzin, el maestro de Nezahualcoyotzin y es que después que lo dejó aquella noche dormido en el bosque de Tetzcutzinco, se vino a su casa con Tecuhxólotl, desde donde lo despachó a la provincia de Chalco y no lo hubo bien despachado, cuando entraron los enemigos y lo llevaron preso ante Yancuiltzin (que por orden de su tío Maxtla se había hecho señor de la ciudad de Tetzcuco), el cual le mandó dar tormentos de cordeles para que el viejo descubriese en dónde estaba su discípulo Nezahualcoyotzin y viendo que no quería confesar, lo mandó sacrificar en un templo del ídolo Comaxtla que allí cerca estaba y habiéndolo llevado encima de su templo para el efecto referido, se levantó una gran borrasca y viento que comenzó a arrancar algunos árboles Y destechar las casas, el cual a las vueltas se llevó al referido viejo y a un gran trecho de allí fue a echar, de manera que dos hijos que tenía y estaban con el cuidado desde lejos mirando en lo que había de parar, lo llevaron a esconder en donde lo curaron. A Tecuhxólotl lo llevó por la vía de Chalco y viéndose libre del acaecimiento, se fue por las sierras y montanas porque no fuese visto de los enemigos; se perdió en lo más fragoso de ellas, hasta que fue a dar con un león muy feroz y queriendo lo sacó de toda aquella montaña hasta ponerlo a la salida del pueblo de Tlamanalco, en donde dio su embajada a Totequztecutli y a Quatcotzin, que sintieron infinito los trabajos y persecuciones del príncipe Nezahualcoyotzin; y como en aquella ocasión Toteotzintecuhtli era el supremo señor, le dijeron fuese a él, que ellos estaban muy llanos a dar el socorro que se les demandaba y así fue a donde asistía y tenía su corte Toteotzintecuhtli y ante todas cosas habló con Atotoztzin su mujer hermana de Huitzilihuitzin, la cual afligida y llorosa de los trabajos del príncipe, le prometió de que haría todo lo posible para que Toteotzintecuhtli su marido diese el favor que se le pedía. El cual aquel día mandó llamar a todos los señores y gente ilustre para que el otro siguiente estuviesen en su corte y viesen si les convenía dar el socorro que Nezahualcoyotzin les pedía y luego antes que amaneciese mandó poner en un teatro que en la plaza estaba a Tecuhxólotl atado muy fuertemente de pies y manos en un palo, de tal modo que parecía crueldad y llegada la hora que los señores y caballeros estaban juntos y la plaza llena de gente, mandó descubrir al mensajero Tecuhxólotl y a un pregonero que a voces dijese a lo que venía para que los de la provincia dijesen su voluntad; porque si querían dar el socorro, que Toteotzintecuhtli lo mandaría soltar y enviar libre y donde no, lo mandaría matar. Dado el pregón causó muy gran lástima y a voces decían todos que soltase al preso que ellos querían dar el socorro y ayuda que pedía Nezahualcoyotzin pues era justa su demanda y con esto mandó desatarle y le envió con buen despacho de su negocio, el cual se fue derecho a donde estaba Huitzilihuitzin y le dio razón de todo lo que le había pasado, quien lo consoló y animó a que prosiguiese su camino hasta Calpolalpan donde estaba Nezahualcoyotzin, como lo dilo y atrás queda referido; y el viejo Huitzilihuitzin se animó de ir a encontrar a Nezahualcoyotzin y llegando por encima de la montaña de Tepetlaóztoc algo aterido del frío, se quiso albergar en una choza que cerca de allí estaba, entendiendo hallaría fuego y no hallándole cogió una poca de ceniza y estregándola con una poca de yerba llamada pisiete para confortarse el estómago, por ser yerba cálida, de súbito se le incendió como si fuera pólvora, lo que le fue muy alegre presagio del buen suceso que esperaba tener el príncipe su señor, el cual a esta sazón venía marchando con su gente, que aquel día había salido del pueblo de Ahuatépec y vino a salir por encima de Zoltépec, en donde le encontró con sumo gusto y se consolaron los dos y aquel día vino a parar y hacer noche en casa del viejo Huitzilihuitzin en donde le visitaron aquella noche todos los caballeros y señores que eran de su banda y vio por las sierras más altas los humos, señales de fuego, que era lo que estaba tratado entre los señores que le daban su ayuda y socorro y que ya estas gentes estaban cerca porque el día siguiente se había de dar la batalla y en especial estaba todo el poder de los contrarios. La parte de Acolman cupo a los tlaxcaltecas y huexotzincas y a los chalcas cupo el combate de Coatlichan y todo lo demás restante del ejército, así de las provincias que socorrían a Nezahualcoyotzin como de los mismos naturales del reino de Tetzcuco, tomó para sí Nezahualcoyotzin, lo uno para socorrer a una de las dos partes referidas donde fuese necesario y lo otro para entrar en la ciudad de Tetzcuco, saquear las casas de sus enemigos y matar a los tepanecas y a los demás que se le resistiesen y así al día siguiente al amanecer se comenzó la batalla por ambas partes y como fue tan súbita la venida de Nezahualcoyotzin y con tanta máquina de gente, en poco espacio de tiempo por más que se defendieron los tepanecas y todos sus consortes, fueron desbaratados y muertos y saqueadas sus casas de las ciudades y lugares de Coatlichan y Acolman y se quemaron los templos y casas por los soldados de Temoyahuitzin señor de la provincia de Huexotzinco (que fue al que le cupo con los de Tlaxcalan el combate y toma de la ciudad de Acolman); por su mano mató a Teyolcoatzin una de las dos cabezas del reino de los aculhuas, que había hecho el tirano Tezozómoc por ser su nieto. El mismo lance hicieron los chalcas con la otra cabeza llamado Quetzalmaquitztli señor de Coatlichan, asimismo nieto del tirano Tezozómoc, que habiéndose retirado y hecho fuerte en el templo mayor de aquella ciudad con los más principales capitanes de su reino, los mataron y a él le echaron del templo abajo haciéndose pedazos. Nezahualcoyotzin que ambos combates había socorrido, cuando se vio más desocupado, entró por la ciudad de Tetzcuco asolando las casas de los enemigos, que luego toda la ciudad se le rindió. En Huexotla salió a dar las gracias al ejército de los chalcas, haciéndoles merced de todos los despojos que habían ganado de la ciudad y cabecera de Coatlichan y rindiendo el agradecimiento a sus señores del bien que le habían hecho, los despidió y con ellos les envió a rogar se apercibiesen para recobrar lo restante del imperio, que les avisaría cuándo había de ser. Y de allí dio la vuelta otra vez tomando la vía de Acolman, que ya había tenido aviso de que el ejército de los huexotzincas y tlaxcaltecas se querían volver a sus tierras y así en el pueblo de Chicunauhtla se despidió de ellos, haciéndoles la misma merced que a los de Chalco y dándoles las gracias del bien que le habían hecho y asimismo apercibiéndolos para que cuando les avisase le enviasen el socorro necesario para acabar de recobrar el imperio. Asimismo con las mismas condiciones referidas despidió a los de Zacatlan, Tototépec, Chololan y otros de otras partes; sólo quedaron con él todos los soldados sobresalientes que trataban su vida sólo en la milicia, con los cuales y con los leales de su reino fortaleció la ciudad de Tetzcuco y puso sus fronteras por la parte que confinaban con los tepanecas y mexicanos, y con esto quedó en su ciudad triunfante y victorioso.

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